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Revista de Estudios Ius Novum


Nº 7 de 2014
[pp. 245 - 278]

Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros


[“Main Novelties of the New Insurance Law”]

Loreto Amaya Donoso


Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Resumen Abstract
La nueva Ley de Seguros que entró en The New Chilean Insurance Act, which
vigencia el 1 de diciembre del año 2013 came into force on the 1st of December
reemplaza en su totalidad el Título VIII 2013, replaces completely Title VIII Book
del Libro II del Código de Comercio, con II of the Chilean Commercial Code. The
el propósito de actualizar y modernizar purpose of this update is to modernize
la legislación existente al respecto, la cual the current law on the subject, because
no había sido modificada ni revisada it had not been put up to date since the
desde la dictación del Código, y adecuar enactment of the Code. The aim of the
dichas normas a las actuales exigencias new act is to adjust the law to the current
de contratación, conforme a la evolución needs of insurance contracts and to create
nacional e internacional del seguro. Para a law along the line of the evolution of
ello, la Ley N° 20.667 reconoce muchas national and international insurance. As
de las prácticas que la industria del seguro a consequence, on the one hand, the new
venía aplicando a través de estipulaciones act – N.20.667 –acknowledges many usages
contenidas en las cláusulas de las pólizas, y and practices of the insurance industry,
además, introduce importantes novedades mainly contained in policies. On the other
que tienen en común la protección de los hand, the new act introduces important
derechos e intereses de quien es conside- novelties looking towards the protection of
rada la parte más débil de este contrato, el the rights and interests of that considered
asegurado. En este artículo se examinan las the weakest part of this contract, i.e., the
principales modificaciones al contrato de insured. This article examines the main
seguro, principalmente, la razón de ser de modifications introduced by this act and the
las mismas para lo cual se recurre al texto raison d’être of its enactment. The sources
de la Historia de la Ley, junto al estudio de used to accomplish its purposes are national
la doctrina nacional y comparada cuando and international literature, jurisprudence
resulte necesario, apreciándose así, que and legislation. Finally, the paper contains
246 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

si bien la nueva normativa constituye un several critics to the new Chilean insurance
avance con respecto a la legislación anterior, law enacted by Act N. 20.667.
no está exentas de críticas y aún hay asuntos
Keywords
por resolver.
Insurance contracts – Chilean insurance
Palabras clave law– Protection of the insure.
Nueva ley de seguros – Principales
novedades – Historia de la ley – Protección
del asegurado.

I. Introducción

El contrato del seguro como negocio jurídico se remonta al siglo XV,


cuando nace al alero del comercio marítimo. La legislación al respecto surge
mucho más tarde, en el siglo XIX, con la dictación del Código de Comercio
francés en 1807, fuente principal de la regulación nacional del contrato de
seguro, la cual fue creada en 1865 con la dictación del Código de Comercio
chileno, y desde ese entonces, no había sido modificada ni actualizada, a pesar
que el seguro había experimentado una notable evolución a escala nacional
y mundial, convirtiéndose en el sistema más eficaz de protección frente a los
riesgos, que permite compensar los efectos dañinos que ocasiona la ocurrencia
de un siniestro, teniendo una enorme trascendencia económica y social.
En los últimos años, el mercado de seguros ha tenido un vertiginoso cre-
cimiento, lo que se manifiesta, por ejemplo, en los sistemas de contratación
estandarizada (o seguros masivos) y el uso de técnicas sofisticadas de medición
de riesgo, lo que ha originado una realidad contractual al margen de las nor-
mas del Código de Comercio, las que se han convertido en algunos casos en
insuficientes, erróneas o inaplicables, siendo enteramente sobrepasadas por la
práctica mercantil.
Esta situación antes descrita hizo necesario reformar la legislación al respec-
to, surgiendo a partir de los años 90 diversas iniciativas en dicho sentido, las
cuales si bien no fueron acogidas, constituyeron el antecedente de la moción
parlamentaria presentada en el año 2007 que culminó con la dictación de la
Ley N° 20.667 que entró en vigencia el 1 de diciembre de 2013, y reemplaza
en su totalidad el Título VIII del Libro II del Código de Comercio, que trata
del seguro en general y de los seguros terrestres en particular (artículos 512 al
601), con el propósito de modernizar esta legislación y regular figuras e insti-
tuciones sobre las cuales el antiguo Código de Comercio estaba absolutamente
desactualizado o no contenía norma alguna.
En este sentido, la nueva Ley de Seguros introduce una serie de modi-
ficaciones con respecto a la legislación anterior, entre las más novedosas se
encuentran: la nueva concepción del contrato de seguro destacando su carácter
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consensual; la regulación de la contratación colectiva de seguros; la declaración


del asegurado sobre el estado del riesgo y la actual exigencia para el asegurador
de requerir la información respectiva; los distintos supuestos y exclusiones de
agravación de los riesgos; las nuevas obligaciones del asegurador que tienen
por fundamento el principio de la buena fe; el establecimiento del derecho a
retracto de un contrato de seguro celebrado a distancia; la imperatividad de
las normas que rigen el contrato de seguro, la cual ha sido considerada por la
Superintendencia de Valores y Seguros como la principal modificación de la
nueva; la consagración del arbitraje como medio para resolver los conflictos
entre las partes del contrato, lo cual consagra lo que venía sucediendo en la
práctica, resultando absolutamente novedosa la opción que ahora tiene el
asegurado de ejercer su acción ante la justicia en aquellos casos en que las
coberturas sean inferiores a 10.000 unidades de fomento; la libre elección del
asegurado en caso de pluralidad de seguros; la regulación de distintos contratos
de seguros que se utilizan en la práctica comercial pero que no habían sido
considerados; la distinción entre seguros de daños y de personas cada uno de
los cuales con su regulación particular; la consagración de la figura de fraude
al seguro; entre otros aspectos que fueron modificados.
En el presente artículo se examinan las principales novedades de la nueva
Ley, para lo cual se ha recurrido a la Historia Fidedigna de la misma, analizándo-
se los aspectos más relevantes de la discusión que tuvo lugar en la Comisión de
Economía, Fomento y Desarrollo de la Cámara de Diputados, y en la Comisión
de Hacienda del Senado, junto con la discusión en sala de ambas Cámaras;
con el propósito de encontrar la razón de ser de las distintas disposiciones,
averiguar temas que se propusieron pero no fueron acogidos y cuya exclusión
tendrá una importante incidencia en la práctica aseguradora, y finalmente, el
recurrir al texto de la historia de la ley permite reconocer la inspiración que
tuvo el legislador nacional para llevar a cabo cada una de estas modificaciones,
indagando así, en ordenamientos jurídicos comparados y planteamientos de
la doctrina tanto nacional como extranjera. Junto con esto, se hace mención a
la incidencia que tendrá cada uno de estos cambios en la industria del seguro,
y a todos aquellos aspectos que no fueron resueltos por la nueva normativa,
proponiéndose al respecto, normas que debiesen reproducirse y acogerse en
una próxima reforma de la legislación nacional.
Finalmente, se destaca la orientación de la nueva Ley a proteger los derechos
del asegurado siguiendo la tendencia mundial en la materia, por lo que se le
reconoce un sello pro consumidor, lo cual no ha estado exento de críticas. Sin
embargo, a pesar de ciertos aspectos que pueden ser criticables, se concluye que
este nuevo estatuto constituye sin dudas un avance con respecto a la legislación
anterior que contribuirá aún más al desarrollo de esta actividad de enorme
trascendencia económica y social.
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II. Historia Fidedigna de la Ley

Cuando el 5 de octubre de 1865, el Presidente Don José Joaquín Pérez


envió al Congreso Nacional el proyecto de ley sobre Código de Comercio, al
referirse al Título VIII de su Libro II, sobre contrato de seguro, no pudo dejar
de hacer presente en el Mensaje, con orgullo, que “bastará a excitar vuestra
atención el conocimiento de que muchas de las naciones europeas carecen hasta
hoy de leyes sobre esta importante materia y que ella es completamente nueva
en el país”. Este comentario era rigurosamente cierto en esa época.
Sin embargo, desde esa fecha han transcurrido más de ciento cuarenta
años y hasta el año recién pasado todavía seguían rigiendo dichas normas, sin
modificación ni actualización alguna, a pesar de que el seguro había experimen-
tado en el intertanto una notable evolución a escala nacional y mundial. De
modo que, poco a poco, la realidad contractual se fue distanciando en forma
ostensible del contenido de las normas del Código de Comercio, las que en
algunos casos se convirtieron en insuficientes, erróneas o inaplicables, siendo
enteramente sobrepasadas por la práctica mercantil; lo que forzó interpreta-
ciones que permitiesen recoger nuevas realidades.1
Llevado de la mano por la libertad contractual, que preside todo el derecho
privado, el contrato de seguro fue supliendo esas carencias, sobre la base de
las estipulaciones contenidas en las cláusulas de las pólizas, hasta tal punto
que llegó un momento en que se formó una realidad jurídica al margen de las
normas del Código.
Por lo tanto, el seguro, como eficaz mecanismo de trasferencia de riesgo,
evoluciona sobre la base de prácticas contractuales permeables a las necesidades
de la modernización, la aparición de contingencias que amenazan a las personas,
el emprendimiento y la incorporación de nuevos sectores de la población en
su uso. Parte de estos desafíos han sido requeridos por diversos cuerpos legales
para dar solución a materias tan diversas como las prestaciones de seguridad
social, la protección de bienes sensibles, la garantía profesional en actividades
del comercio o financieras, la circulación de vehículos motorizados, entre otros.
Desde hace muchos años los agentes del mercado de seguros y los espe-
cialistas habían venido propiciando la urgente necesidad de actualizar dichas
normas, poniendo de relieve que en esta materia el divorcio entre la ley y
la realidad económica es fuerte hasta tal punto, que se han ido formando
costumbres que van, incluso, contra el texto expreso de la ley, pero que son
estrictamente observadas por las partes, porque los contratos que se ajustan
a dichas costumbres, pero no a la ley, obedecen a una necesidad económica
práctica imperativa.
En abril de 1990, la Superintendencia de Valores y Seguros se hizo eco de

1
Achurra Larraín (2005), Tomo I, pp. 177 – 178.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 249

la opinión generalizada y formó una comisión de especialistas, redactora de un


anteproyecto de nueva ley sobre contrato de seguro, que fue presidida en un
comienzo por Sergio Baeza Pinto, y a su muerte por Osvaldo Contreras
Strauch, la que inició su trabajo en junio del mismo año y lo concluyó en
agosto de 1992, entregando un texto que, a través del Ministerio de Justicia,
fue enviado a la Cámara de Diputados en julio de 1993, siendo retirado más
tarde sin ser tramitado. Hacia fines de 1995, con algunas modificaciones
respecto del texto anterior, el Ejecutivo envió un nuevo proyecto, esta vez al
Senado, el cual también no registró avance legislativo alguno, hasta que en el
año 2000 fue retirado por el Ejecutivo en el marco de un reordenamiento de
la agenda legislativa.
En el año 2003, el Ministro de Justicia, José Antonio Gómez, decidió
reimpulsar esta iniciativa, y nombró una comisión para que revisara y actua-
lizara el referido anteproyecto, teniendo en cuenta los últimos avances que
registraba la disciplina del Derecho de Seguros en el mundo, la que finalizó
sus labores en agosto de 2004. Dicha nueva versión comenzó a ser revisada
en el seno de la Superintendencia de Valores y Seguros, pero la iniciativa no
progresó posteriormente.
Sobre la base de todos estos antecedentes, Osvaldo Contreras Strauch,
profesor de Derecho Comercial y Presidente del Comité Iberolatinoameri-
cano de AIDA (Asociación Internacional de Derecho de Seguros), elaboró
un anteproyecto de ley que incorpora los últimos avances en la doctrina y la
legislación mundial, el cual se constituyó en la base de la iniciativa que dos años
después surgió en la Cámara de Diputados, culminando con la promulgación
de la Ley N° 20.6672.
El 10 de julio del año 2007 se presentó la moción parlamentaria de proyecto
de ley sobre contrato de seguro por los Señores Diputados: Jorge Burgos Varela,
Juan Bustos Ramírez, Alberto Cardemil Herrera, Edmundo Eluchans Uren-
da, Marcelo Forni Lobos, Renán Fuentealba Vildósola, Sergio Ojeda Uribe,
Eduardo Saffirio Suárez, Patricio Vallespín López, Mario Venegas Cárdenas3.
La Presidente de la República, Michelle Bachelet Jeria, calificó de ur-
gencia al Proyecto, principalmente, por la experiencia del terremoto del 27
de febrero de 2010 y posterior tsunami, donde quedaron al descubierto las
falencias del sistema. Después de ocurrido el sismo, las aseguradoras poster-

2
Arellano Iturriaga (2013), pp. 6 – 7.
3
“Creemos firmemente que la actualización constante de la legislación debe ser, en
general, preocupación prioritaria en países como el nuestro, regidos por el sistema “conti-
nental” de la ley escrita, sobre todo en aquellas materias que guardan relación con el ejer-
cicio de actividades económicas relevantes para el desarrollo de nuestras instituciones. En
particular, es indispensable que nuestra legislación de seguros se ponga a tono con la de
los países a quienes nos vinculan nuestras crecientes relaciones económicas internaciona-
les”. Boletín N° 5185-03, Cuenta en Sesión 47, Legislatura 355, Cámara de Diputados.
250 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

garon una serie de pagos de los seguros respectivos y complejizaron el avance


que todo asegurado esperaba de su aseguradora; lo que permitió demostrar
que había vacíos en la legislación y que había derechos de los usuarios, de
los consumidores, que debían ponerse en mayor equilibrio, a fin de que el
contrato de seguro no fuera otro contrato en el cual el más poderoso abusa
del que tiene menos derechos. De esta forma, se concluyó que el proyecto era
necesario y perfectible para entregar más derechos a los asegurados, e incorpora
modificaciones que por años se habían intentado introducir.
Finalmente, después de casi seis años de discusión parlamentaria, el Eje-
cutivo comunica texto aprobado por el Congreso Nacional, promulgando la
Ley N° 20.667 el día 15 de abril de 2013, la cual fue publicada el 9 de mayo y
entró en vigencia el 1 de diciembre del año recién pasado, en virtud de lo que
dispone su artículo transitorio.4 Esta ley reemplaza en su totalidad el Título
VIII del Libro II del Código de Comercio, que trata del seguro en general y de
los seguros terrestres en particular (artículos 512 al 601), con el propósito de
modernizar esta legislación y adecuarla a las actuales exigencias de contratación.

III. Principales Novedades de la Nueva Ley

Destacan, entre los aspectos principales de la nueva normativa, los que se


fueron perfeccionando por las numerosas indicaciones que se aprobaron en
el seno de la Comisión de Economía, Fomento y Desarrollo, los siguientes:

1. Noción de contrato de seguro

El artículo 512 de la Ley N° 20.667 define al contrato de seguro en los


siguientes términos: “Por el contrato de seguro se transfieren al asegurador
uno o más riesgos a cambio del pago de una prima, quedando éste obligado
a indemnizar el daño que sufriere el asegurado, o a satisfacer un capital, una
renta u otras prestaciones pactadas. Los riesgos pueden referirse a bienes deter-
minados, al derecho de exigir ciertas prestaciones, al patrimonio como un todo
y a la vida, salud e integridad física o intelectual de un individuo. No sólo la
muerte sino que también la sobrevivencia constituyen riesgos susceptibles de
ser amparados por el seguro. Las normas de este título rigen a la totalidad de
los seguros privados. No son aplicables a los seguros sociales, a los contratos de
salud regulados por el decreto con fuerza de ley N° 1, de 2006, del Ministerio
de Salud, que fija el texto refundido, coordinado y sistematizado del decreto
ley N° 2.763, de 1979, y de las leyes N°18.933 y N°18.469, ni al seguro de
accidentes del trabajo y enfermedades profesionales”.

4
La presente ley comenzará a regir el primer día del séptimo mes siguiente al de su
publicación.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 251

Esta nueva concepción del contrato de seguro surgió a propósito de una


serie de críticas que se formularon al antiguo artículo 512 del Código de Co-
mercio que disponía: “El seguro es un contrato bilateral, condicional y aleatorio
por el cual una persona natural o jurídica toma sobre sí por un determinado
tiempo todos o alguno de los riesgos de pérdida o deterioro que corren ciertos
objetos pertenecientes a otra persona, obligándose, mediante una retribución
convenida, a indemnizarle la pérdida o cualquier otro daño estimable que
sufran los objetos asegurados”.
Esta última definición contenida en el Código de Comercio quedó obsoleta,
por cuanto en la realidad actual sólo pueden actuar de aseguradoras ciertas so-
ciedades anónimas especiales previstas por ley, pero nunca una persona natural,
según dispone el D.F.L 251 de 1931. Además, es una definición incompleta
y desafortunada ya que sólo se refiere a los seguros de daños, omitiendo den-
tro de éstos a los patrimoniales, e ignorando por completo a los seguros de
personas, aunque paradójicamente la legislación se refería en forma expresa
a los seguros de vida (artículos 569 y siguientes del Código de Comercio),
disconformidad que se produjo porque los seguros de vida eran en la fecha
de promulgación del Código una novedad, por lo que el legislador en forma
visionaria los incluyó otorgándoles un tratamiento peculiar, pero no concordó
los demás preceptos para que existiera una coherencia en toda la estructura
del Derecho de Seguros. Respecto a los seguros patrimoniales, en esa época
ya existían los de responsabilidad civil y el reaseguro, pero el Código también
omitió completamente el primero y casi enteramente al segundo. También es
insuficiente tal definición, ya que se refiere sólo al seguro como un contrato
indemnizatorio por un daño y en los seguros de personas se verifica un princi-
pio diverso del daño, que focaliza la institución en la prestación de lo debido.
Finalmente, resulta defectuoso el tratamiento normativo al atribuir al
contrato de seguro el carácter de condicional y de aleatorio. En cuanto a lo
primero, no es efectivo que el seguro sea condicional ya que el contrato lo
acuerdan las partes sin que su suscripción se sujete a una condición sino que
es la obligación de la compañía aseguradora de indemnizar (y el correlativo
derecho del asegurado de exigirla) la que está sujeta a una condición suspen-
siva, cual es, la eventualidad de ocurrencia del evento riesgoso cubierto en la
póliza respectiva. Las personas concurren a la etapa precontractual como una
instancia en que se determinará el riesgo, fijan el evento cubierto de manera
que si este se verifica se dará lugar a la indemnización o prestación5. Por otra
parte, el contrato de seguro no es aleatorio sino que se trata de un contrato
conmutativo debido a que las partes se obligan recíprocamente a dar o hacer
una cosa que se mira como equivalente; el asegurador se obliga a asumir un
riesgo y el asegurado a pagarle, por este servicio, una cantidad de dinero llamada

5
Ruiz – Tagle Vial (2011), p. 32.
252 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

prima; de modo que la prima que paga el asegurado se mira como equivalente
del riesgo que asume el asegurador6. No hay una contingencia incierta de ga-
nancia o pérdida para ninguna de las partes; la empresa aseguradora siempre
obtendrá una ganancia, la ocurrencia del siniestro y el consecuente pago de la
indemnización no es un alea, sino que corresponde al giro de la empresa ya
que ésta se dedica a cubrir riesgos, por eso nunca constituye una pérdida. Para
el asegurado el seguro no puede ser jamás ocasión de una ganancia (principio
indemnizatorio), el eventual pago de la indemnización es un efecto previsto
y deseado por las partes; además, no puede significar para el asegurado una
contingencia de pérdida porque si se produce el siniestro contra el cual está
asegurado, recibirá la competente indemnización, y si el siniestro no ocurre, no
por eso va a poder decirse que se malgastó el dinero de la prima, que se perdió
el valor correspondiente, ya que la prima era el precio de la transferencia del
riesgo por un lapso determinado durante el cual pudo verse tranquilamente
liberado de las consecuencias negativas del riesgo asegurado7.
La Nueva Ley contiene una serie de modificaciones respecto a la definición
de seguro contenida en el Código de Comercio desde 1865 por cuanto actualiza
el concepto de contrato de seguro modificando la definición tradicional de
seguro que exigía escrituración y solemnidad por una descripción funcional;
elimina todo referencia al carácter de persona natural del asegurador; supera
la deficiencia de definir al contrato de seguro como un contrato aleatorio,
omitiendo referirse a tal carácter.
Se destaca que esta definición reconoce la evolución del seguro desde su
consideración como una institución cuyo fin exclusivo era indemnizar perjui-
cios o consecuencias dañosas causadas por el siniestro –lo cual era válido en
los orígenes del seguro, cuando se extendía exclusivamente a proteger cosas
corporales (seguros reales y patrimoniales)– a su concepción actual, ya que

6
Este enfoque considera al seguro en su conjunto como una empresa, negocio o
institución, pues se afirma que el total de primas recaudadas en un período deben ser su-
ficientes para pagar los siniestros que ocurran en ese mismo período, y si la empresa tiene
pérdidas en un ejercicio ello se deberá a un defectuoso cálculo de las primas, y si obtiene
más utilidades que las previstas, a que las primas son excesivas, pero esas eventuales pérdi-
das o ganancias no derivan directamente de la naturaleza del contrato, sino de errores en
los cálculos de costo. Cada seguro forma parte de una cartera de contratos que trasciende
no sólo a la empresa que actúa como aseguradora directamente, sino las propias fronteras
nacionales, hasta llegar a forma una sola vasta y universal colectividad de riesgos. Baeza
Pinto, (2011), pp. 34 – 35.
7
Al contrario, hay autores que consideran que el seguro debe ser examinado indi-
vidualmente como un contrato autónomo y no como una actividad comercial a que se
dedica la empresa, así siempre será aleatorio para el asegurador porque para él existe la
contingencia incierta de pagar la indemnización por los siniestros que lleguen a ocurrir.
Vid. Achurra Larraín, cit. (n. 1), p. 52; Arellano Iturriaga, cit. (n. 2), p. 15; Ruiz –
Tagle Vial, cit. (n.5), pp. 34 – 35; Sánchez Calero et. al. (2010), p. 59.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 253

amplía el objeto del seguro, el cual se ha extendido a proteger la vida, salud


e integridad física o intelectual del individuo, y al derecho a exigir ciertas
prestaciones.
De esta forma, reemplaza el concepto de indemnización de perjuicios por
el de satisfacción de una necesidad económica eventual, ya que dispone que
el asegurador queda obligado a satisfacer un capital, una renta u otras pres-
taciones pactadas. Se amplía considerablemente su campo de acción, puesto
que la ocurrencia del riesgo en algunos casos no significa necesariamente un
perjuicio, como sucede, por ejemplo, con el fallecimiento de una persona de
avanzada edad sometida a costosos tratamientos médicos, lo que desde el punto
de vista económico puede que no constituya un perjuicio para sus familiares,
sino, por el contrario, el término de los gastos o desembolsos que estaban
efectuando para el tratamiento de lo enfermedad. Por lo tanto, hoy el seguro
se liga más bien con el principio de necesidad que con el de indemnización.
Desde el punto de vista técnico el autor alemán Alfredo Manes, ha definido
el seguro fundándose en el concepto de necesidad:
“El seguro es aquel recurso por medio del cual un gran número de existen-
cias económicas amenazadas por peligros análogos se organizan para atender
mutuamente a posibles necesidades tasables y fortuitas de dinero”.8
Esta definición enfoca correctamente el seguro en sus aspectos económicos y
técnicos y da una visión clara de su fundamento, de su contenido y de sus fines.

2. Definición de conceptos comunes

Teniendo en consideración la especialidad del ramo, la ley se preocupa


especialmente de definir conceptos comunes que se utilizan habitualmente en
el seguro (artículo 513), con el objeto de facilitar la comprensión y aplicación
de las normas contractuales y legales, y despejar las dudas o diferencias de
apreciación que existen al respecto entre las diversas personas que interactúan
en el comercio de seguros. Así, por ejemplo, los términos “endoso” y “garantía”,
se definen especialmente, porque en el derecho de seguros tienen un signifi-
cado diferente al que normalmente les atribuye el derecho comercial común.
Anteriormente, las normas del Código no contenían sino algunas escasas
definiciones, la mayor parte de ellas de escaso valor práctico, completamente
superadas por la doctrina y por la práctica mercantil.

3. Contrato consensual

Siguiendo la corriente mayoritaria contemporánea, se precisó que el seguro


es un contrato consensual, que podrá probarse por todos los medios de prueba
que contempla la ley, pero siempre que exista, al menos, un principio de prueba

8
Achurra Larraín (2005), Tomo III, p. 12.
254 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

por escrito, que emane de cualquier sistema de transmisión y registro digital


o electrónico de palabra escrita o verbal (artículo 515).
La transformación de un seguro solemne a un contrato consensual es un
avance que está en concordancia con las nuevas formas de negociación y desa-
rrollo del seguro, donde el papel ha cedido el paso a los medios electrónicos y a
la contratación a distancia. En concordancia con esto, la nueva ley ha recogido
una mayor amplitud y flexibilidad de medios probatorios, ya que en la práctica
el contrato de seguro se va armando paso a paso: no sólo con la propuesta,
sino con múltiples comunicaciones escritas, telefónicas y electrónicas, en las
que se acota el riesgo y sus circunstancias.
Todo esto, sin desconocer la necesidad que se emita una póliza, dada su
función ad probationem. Por lo que hoy es posible que exista seguro sin que
se haya emitido una póliza; pero ésta será siempre una situación de excepción
y ciertamente la voluntad del legislador no ha sido desestimar la validez de
este instrumento sino la de validar la contratación entre quienes, sin haberlo
suscrito, han expresado debidamente su voluntad y asumido sus correspon-
dientes obligaciones9. Ello por cuanto la emisión de la póliza no es más que
la culminación de una negociación previa tendente a otorgar cobertura a un
determinado riesgo que, en lo estrictamente jurídico, se rige por las normas de
formación del consentimiento.10 La consensualidad del seguro hace innecesarias
las distinciones entre póliza emitida por escritura pública, privada u oficial y la
institución de la promesa de seguro como un ajuste verbal del mismo.

4. Contratación colectiva de seguros

Se reguló, por vez primera, la contratación colectiva de seguros, institución


que en Chile se ha manifestado con mucha fuerza en el transcurso de los últimos
años, generalmente ofrecidos por la banca y el sector retail, para proteger los
derechos de los beneficiarios (artículo 517).
En la redacción original del Proyecto de Ley para obligar a los tomadores a
obrar con orden, seriedad y eficacia, se los hacía solidariamente responsables,
junto con el asegurador y el corredor interviniente, de los daños que experi-
mentaren los asegurados y quienes hayan solicitado su incorporación a la póliza,
como consecuencia de errores, omisiones, inexactitudes o defectos en la gestión
del seguro y particularmente por los que se producían como consecuencia de
falta de información o de información extemporánea. No obstante, fue acogi-
da la indicación propuesta por la Superintendencia de Valores y Seguros que
eliminó la responsabilidad solidaria y sólo hace responsable al tomador por los
daños causados por su actuación en las pólizas colectivas en que intervenga,

9
Arellano Iturriaga, cit. (n. 2), p. 46.
10
Contreras Strauch (2002), p. 91.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 255

sin perjuicio de la responsabilidad del asegurador por las gestiones que hubiere
encomendado. Disminuye así, la protección al contratante del seguro, que
sólo puede actuar contra el tomador y no contra la compañía aseguradora que
acepta que el tomador ofrezca seguros colectivos.

5. Declaración sobre el estado del riesgo

El artículo 524 n° 1 y 525 del Código de Comercio regulan lo que la


doctrina y los ordenamientos extranjeros han denominado como “Deber de
Declaración del Riesgo”, el cual es absolutamente novedoso con respecto a la
legislación anterior, ya que en la nueva Ley la obligación del contratante de
declarar el estado del riesgo, tiene una contrapartida que es la diligencia del
asegurador en solicitar la declaración respectiva, precisando que es éste quien
debe consultar al asegurado las circunstancias necesarias para evaluar y suscribir
el riesgo, pues si no lo hace no podrá alegar errores, reticencias o inexactitudes
del asegurado, como tampoco aquellos hechos o circunstancias que no estén
comprendidos en tal solicitud. De modo que se limita la obligación del ase-
gurado a lo que la compañía aseguradora le requiera, es ésta la que tiene que
inquirir al respecto, empleando la máxima diligencia y especial prolijidad al
confeccionar las solicitudes de declaración sobre el estado del riesgo, siendo
responsable en caso de que se presenten coyunturas no previstas por ella en tal
solicitud, lo que realmente resulta imposible de practicar, pues difícilmente
podrá cubrir todas las eventualidades o circunstancias que pudieran presentarse
en todos y cada uno de los riesgos asegurados, ya que es el contratante quien
tiene el control y conocimiento de las circunstancias propias del bien que
asegura, por ser quien está más próximo al riesgo, de modo que se requiere
que colabore lealmente para una exacta apreciación del riesgo.
No obstante lo anterior, no se consagra la obligación de las compañías
aseguradoras de extender un cuestionario o formulario donde el asegurado
realice la declaración sobre el estado del riesgo, como acontece en la legislación
francesa y española, que han incorporado en términos expresos el formulario
o cuestionario de preguntas sobre circunstancias relevantes para la apreciación
del riesgo, lo que ha contribuido a solucionar muchas situaciones de conflicto
que se suscitaban entre los contratantes de seguro. Por ello, la doctrina espa-
ñola no ha dudado en calificarlo como un hito en la evolución del régimen
jurídico de la declaración del riesgo.11 Se espera que en una posterior revisión
de estas normas, se consagre en términos expresos la obligación del asegurador
de extender un cuestionario en el cual viertan toda su experiencia profesional,
a la usanza de los contratos de seguro de salud en que las ISAPRES consultan

11
Sánchez Calero (1999), p. 198; Bataller Grau (1997), pp. 14 – 16.
256 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

a sus clientes por sus preexistencias, a partir de lo cual determinan cuál es la


situación de riesgo a que se enfrentan y cuál es la cobertura que pueden ofrecer.12
En la norma no se sanciona la omisión del asegurado de informar al ase-
gurador circunstancias de conocimiento inexcusables a pesar de no haber sido
expresamente consultado a su respecto, lo cual fue fruto de una indicación del
Senador Lagos Weber aprobada por el Senado que consistió en la supresión
de la frase final del inciso 2° del artículo 525 que señalaba “salvo que sean
inexcusables”, lo que implica que lo no preguntado en la solicitud del estado
del riesgo no podrá configurar una causal de rescisión o rechazo del sinies-
tro, no obstante tratarse de circunstancias conocidas ineludiblemente por el
asegurado13.
Todo lo anterior podría abrir la puerta a situaciones de fraudes, ya que
un asegurado podría omitir una información relevante relativa al riesgo que
no haya sido solicitada por la compañía aseguradora, y excusarse de ello en
virtud de esta norma
Además, conforme al artículo 525, cualquier información referente a lo
que se está asegurando que no se haya preguntado previamente no será motivo
para no pagar una indemnización en caso de siniestro. Lo cual es bueno por-
que el interesado queda automáticamente asegurado y, además, se promueve
la trasparencia para los usuarios ya que sólo lo que se haya consultado es lo
que tendrá validez. Pero esto también tiene un lado negativo puesto que las
compañías podrían aumentar la burocracia en la venta, al pedir todos los
datos necesarios para su tranquilidad y así no se les pase un siniestro por falta
de información, lo que tendrá como consecuencia, el aumento del valor de
la primas para los asegurados, lo que en último término irá en perjuicio de la
gran masa de asegurados honestos14.
Una buena e ideal norma que debiese proyectarse en una pronta modifica-
ción de los artículos 524 n° y 525, con el propósito de obtener una redacción

12
Rosario Celedón, Coordinadora de Mercado de Capitales del Ministerio de Ha-
cienda, en discusión del Proyecto de Ley, Comisión de Hacienda del Senado.
13
El texto del proyecto original contemplaba todas las situaciones posibles en la in-
formación (o declaración) de los riesgos, partiendo por separar los casos en que existe un
formulario proporcionado por el asegurador para que el contratante lo llene, de aquéllos
en que tal formulario no existe, situación que es muy corriente, así como el caso de omi-
siones de información o inexactitudes inexcusables, aun cuando exista el formulario. El
texto aprobado con la indicación del Senador Lagos Weber, sólo se pone en el supuesto
de que siempre va haber un formulario (por el contrario exonera de responsabilidad al
contratante si no hay formulario o en este no se contempla una pregunta en forma espe-
cífica). Además, no contempla sanción alguna para las omisiones o inexactitudes que son
evidentes e inexcusables, aun cuando exista el formulario.
14
Muñoz, Rodrigo, Gerente E – Commerce de SeguroSeguro.cl , en Consumidores:
Sepa los beneficios que trae la nueva ley de seguros, por Roberto Valencia, Diario La Nación
– Economía – Consumo (23 de octubre de 2013), p. 13.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 257

afortunada y evitar posibles conflictos entre asegurador y asegurado con motivo


de la declaración del riesgo, es el artículo 1176 del Código de Comercio relativo
a los seguros marítimo, en particular, el inciso 3°: “La obligación de informar
no está limitada a responder los cuestionarios del asegurador”. De esta forma,
el deber de declaración no sólo quedaría circunscrito al cuestionario expedido
por el asegurador, sino que a toda información relevante y razonablemente
necesaria que conozca el asegurado y que sirva para identificar la cosa asegurada
y apreciar la extensión de los riesgos; dejándose la puerta abierta para que éste
cumpla con su deber conforme con las exigencias de la buena fe.

6. Agravación de los riesgos

El deber de declaración que la ley impone al asegurado se proyecta durante


toda la vigencia del contrato de seguro. No basta con el asegurado informe
adecuada y sinceramente al asegurador acerca de la descripción, ubicación y
características del bien cuya integridad intenta resguardar o de cuya eventual
pérdida desea resarcirse, sino que debe ponerlo al tanto de cualquier hecho
o circunstancia que agrave sustancialmente el riesgo declarado y que haya
sobrevenido con posterioridad a la celebración del contrato, dentro de los
cinco días siguientes de haberlos conocido, siempre que por su naturaleza no
hubieren podido ser conocidos de otra forma por el asegurador, según dispone
el artículo 526 del Código de Comercio.
Para estos efectos es indiferente que los acontecimientos que agravan el
riesgo se deban o no a la voluntad del asegurado, ya que lo relevante es que la
peligrosidad se torna superior a la inicialmente prevista. Aunque en el seno de
la discusión parlamentaria del Proyecto de Ley, el senador Novoa Vásquez
entendió que los hechos o circunstancias sobrevinientes que agraven el riesgo,
deben ser de responsabilidad del asegurado o contratante excluyendo la agra-
vación natural del riesgo, lo que tiene indudables efectos prácticos, como por
ejemplo en el caso de un inmueble asegurado que producto de una prolongada
sequía, cuestión desde luego no es imputable al asegurado, tendrá mayor riesgo
de incendio que al momento de la celebración del contrato. Pero el profesor
Contreras Strauch, enfatizó, que en ningún caso se pretende excluir de
cobertura a las agravaciones naturales del riesgo. La figura de la agravación
del riesgo, graficó, es la que típicamente se verifica cuando un auto particular
pasa a ser utilizado como taxi de pasajeros, cuando un almacén de abarrotes
incorpora fuegos artificiales a su oferta de productos o cuando se contrata un
seguro de incendio para un inmueble con un específico destino y que más
tarde pasa a ser utilizado como discotheque. En estos u otros casos, a lo que
debe atenderse es al estado del riesgo una vez acontecido el hecho que lo ha
agravado. Por lo tanto, lo que importa es examinar tanto la información que el
asegurado inicialmente entregó al asegurador para que pudiera dimensionar el
258 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

riesgo, como la transmisión de cualquier hecho externo que durante la vigencia


del contrato pueda significar una agravación.
Cuando se producen circunstancias que alteran la correcta reciprocidad
del contrato, se hace necesario adoptar una serie de reglas para retomar el
equilibrio perdido. El principio de la equivalencia de las mutuas prestaciones
actúa así como clave de bóveda del sistema instituido por el legislador para
garantizar y regular la adecuación del riesgo declarado con la realidad. En el
contrato de seguro, la tarificación de la póliza consiste, ni más ni menos, en
fijarle precio al riesgo, por lo que la modificación de éste implica un cambio
en las condiciones en que el seguro fue contratado.15
La obligación del asegurado, conforme a lo que dispone el artículo 524 n°
5 del Código de Comercio, tiene dos componentes: el deber de no agravar
significativamente el riesgo y, si ello sucediere, el de informar en tiempo y
forma al asegurador, el que podrá adoptar una nueva decisión en orden a la
mantención de la cobertura y al eventual ajuste de la prima. El incumplimiento
por parte del asegurado de esta carga que la ley y el contrato le imponen tiene
como consecuencia la ineficacia del seguro en base a la propia normativa con-
tractual, sin que para ello sea preciso un pronunciamiento judicial. Además,
la falta de información oportuna relativa al agravamiento del riesgo, puede dar
lugar a una presunción de mala fe, con las consiguientes consecuencias penales
en caso de reclamar un siniestro ocultando tal alteración.
La premisa sobre la cual gira el artículo 526 es que la agravación del riesgo
hay que declararla. Si no se revela, deberá distinguirse si la agravación es tal
que deba dar lugar a la rescisión del contrato o, por el contrario, sino de tal
magnitud, de modo que permita persistir en él, aun por la vía de una renego-
ciación de la cobertura y la prima convenida.
El inciso final del artículo 526 excluye a los seguros de personas de la
aplicación de las normas sobre agravación de riesgos, excepto en la modalidad
de seguros personales. Esta excepción fue producto de una indicación formu-
lada por el diputado Burgos Varela, para quien no resultaba lógico que las
normas sobre agravación de riesgo no se aplicaran a los seguros de accidentes
personales, en circunstancias de que siempre ha sido así, toda vez que en esta
materia se rigen por los mismos fundamentos que los seguros por daño, lo
que se traduce, por ejemplo, en que en Chile puedan ser comercializados por
las compañías de uno u otro grupo.
Esta nueva normativa zanja la discusión existente en la doctrina consistente
en si la agravación del riesgo se verifica en los seguros de personas, excluyendo
expresamente dicha posibilidad. Al respecto, en el contexto de la discusión
parlamentaria, el Fiscal de Seguros de la Superintendencia de Valores y Seguros,
Gonzalo Zaldívar, intentó dar una explicación de por qué las normas sobre

15
Arellano Iturriaga, cit. (n. 2), p. 74.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 259

agravación de riesgos no se aplican a los seguros de personas, señalando que


el riesgo de salud de las personas, naturalmente creciente, debe ser abordado
tomando en cuenta tres elementos: tratamiento de prexistencias, declaración
y agravación. Respecto del primero, sostuvo que se ha asentado el principio
de que si no han sido consultadas por parte del asegurador, de ninguna ma-
nera pueden llegar ser objeto de exclusión. La declaración, por su parte, tiene
lugar al momento de la celebración del contrato. La agravación, finalmente,
no opera en relación con la salud de las personas, por lo que no puede ser
invocada como causal de terminación del contrato. De esta forma, cualquier
enfermedad diagnosticada con posterioridad a la celebración del contrato, no
podrá quedar sin cobertura.
Se aprecia que la explicación no es clara, de modo que los seguros de perso-
nas fueron injustificadamente excluidos de esta regulación, lo que dará lugar a
que resurja la discusión existente al respecto. Si bien parte de la doctrina afirma
que, en el seguro de vida para el caso de muerte, el asegurador, cuando fija la
prima, ya tiene en cuenta además de la edad del asegurado, todas las agravacio-
nes posibles del riesgo y concretamente las que derivan de cambios en el estado
de salud.16 De modo que, para esta postura, las variaciones que experimente el
riesgo ya están incorporadas en la cobertura, exigiendo el pago de una prima
uniforme para todos los períodos; por lo que el asegurado en los primeros años
paga una prima superior a los verdaderos riesgos, permitiéndole a la aseguradora
constituir una reserva para los períodos en que el pago de la prima no alcance
a cubrir el real monto de riesgos de la edad avanzada.17 A efectos del presente
artículo, se considera que en los seguros de personas el riesgo puede variar, el
asegurado puede agravarlo y la compañía aseguradora no puede prever todo
tipo de riesgos. Las aseguradoras pueden encontrar parámetros de reiteración
en algunos hechos, pero no pueden pretender una política omnicomprensiva
de los riesgos y ofrecer esa prestación a sus clientes18. En este tipo de seguros,
el aumento de posibilidad de ocurrencia del riesgo debe provenir de una causa
diversa del transcurrir del tiempo, porque es de la propia naturaleza humana
(y animal) que a medida que se envejece se encuentra cada vez más cercano al
fallecimiento19, dichas causas pueden ser los cambios de hábitos de las personas
que son determinantes en su vida y el aumento de peligro de muerte, por lo
que deberá adaptarse el seguro a las nuevas circunstancias de mayor riesgo,
produciéndose así un reequilibrio de las prestaciones, un nuevo ajuste de las
relaciones entre asegurado y compañía aseguradora.

16
Elguero Merino (2004), pp. 161 – 162.
17
Vivante, César (1952), Tomo II, p. 66.
18
Ruiz – Tagle Vial, Carlos (2012): “¿Puede modificarse el riesgo en los contratos
de seguro?” Disponible en: http://escholarship.org/uc/item/1w415128#page-4 [Fecha de
consulta: 22 de mayo de 2014]
19
Baeza Pinto, cit. (n. 6), p. 155.
260 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

No obstante lo expuesto, se excluye a los seguros de personas de la aplica-


ción del artículo 526, siendo las mismas compañías de seguros las llamadas
a seguir incluyendo cláusulas que regulen la agravación de los riesgos en este
tipo de seguros, tal como sucedía hasta antes de la entrada en vigencia de la
Nueva Ley, situación que debería ser analizada más adelante, en el ámbito de
una posible reforma.

7. Nuevas obligaciones del asegurador

La Ley N° 20. 667 se hace cargo de una falta de regulación proveniente


desde la dictación del Código de Comercio consiste en la omisión con respecto
a la buena fe del asegurador, ya que sólo se regulaba la buena fe exigible al
asegurado al momento de la declaración del estado del riesgo (artículo 556)20,
desentendiéndose absolutamente de la buena fe aplicable a las actuaciones
del asegurador, quien debe asumir un riesgo y celebrar un contrato no sólo
delegando responsabilidades de montos y declaración en el asegurado, sino que
más bien actuando con diligencia respecto a la determinación del riesgo, de
las cláusulas de la cobertura e intentando al momento de la propuesta prever
cualquier ulterior problema sobre algo establecido como ley para las partes.
De esta manera, la Nueva Ley consagra en forma expresa obligaciones de la
compañía aseguradora que son manifestación del principio de máxima buena
fe que rige el contrato de seguro desde la etapa de las tratativas preliminares
hasta después de ocurrido el siniestro objeto de la cobertura. En concreto, los
nuevos artículos 514, 517 inciso 4°, y especialmente artículo 529, regulan el
deber que tiene el asegurador de informar respecto del contenido del contrato,
junto con la obligación de asistir, asesorar y colaborar con el asegurado, la parte
más débil del contrato, durante toda la vigencia del seguro.
Además, la nueva Ley contempla otras obligaciones del asegurador que éste
debe cumplir de buena fe, y que dicen relación con la devolución de primas
pagadas no devengadas en caso de terminación anticipada o extinción de un
contrato de seguro, siempre que sea procedente; y la remisión de las copias
autorizadas de sentencias definitivas a la Superintendencia de Valores y Seguros.
En primer lugar, el artículo 514 del referido Código regula la propuesta
de celebrar un contrato de seguro, la que deberá expresar la cobertura, los
antecedentes y circunstancias necesarias para apreciar la extensión de los ries-
gos. Si bien la propuesta es la oferta escrita de celebrar el seguro, formulada al
asegurador por el asegurado, es importante analizarla a la luz de las obligaciones
del asegurador conforme a lo que dispone el inciso 2° del artículo 514: “Para
estos efectos, el asegurador deberá entregar al tomador, por escrito, toda la

20
Hoy, la declaración del asegurado sobre el estado del riesgo se encuentra regulada
en el artículo 524 n° 1 y 525 del Código de Comercio.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 261

información relativa al contenido del contrato que se celebrará. Esta deberá


contener, al menos, el tipo de seguro de que se trata, los riesgos cubiertos y las
exclusiones; la cantidad asegurada, forma de determinarla y los deducibles; la
prima o método para su cálculo; el período de duración de contrato, así como
la explicitación de la fecha de inicio y término de la cobertura”.
El proyecto original no contemplaba este inciso 2°, el cual surgió fruto
de una propuesta al interior de la Comisión de Hacienda que fue aprobada
por unanimidad en el Senado. Se discute en la doctrina cuál es el sentido de
incluir este deber de información del asegurador junto con la regulación de
la propuesta, y cómo debe entenderse aquello. Algunos, como el profesor
Contreras Strauch, han sostenido que el inciso 2° introduce un elemento
de confusión, pues su redacción no se aviene con la idea de que es el asegu-
rado quien formula una propuesta; por el contrario, se traspasa al asegurador
la obligación de entregar una determinada información al tomador. En este
mismo sentido se ha planteado que este inciso al proponer una obligación
que debe ser asumida por el asegurador, quizás hubiese sido más conveniente
incluirla en el artículo 529, entre las obligaciones de éste último. Por otra parte,
Gonzalo Zaldívar, Fiscal de Seguros de la Superintendencia de Valores y
Seguros, ha sostenido que el inciso 2° adquiere importancia en relación con
el artículo 515 sobre celebración y prueba del contrato de seguro. Esta última
disposición, en su inciso segundo, alude a cualquier “principio de prueba por
escrito” como medio para acreditar la existencia y estipulaciones del contrato.
Ha argumentado que desde una perspectiva regulatoria y de supervisión, no
debe escapar al análisis el hecho que si el asegurador se encuentra en el deber
de proporcionar, por escrito, información relativa al contenido del contrato,
el requisito del referido principio de prueba se verá satisfecho.
El Senador Ricardo Lagos, proclive a la incorporación del inciso 2°, ha
señalado que el contenido de este inciso tiene por objeto complementar lo
prescrito por el artículo 514, de modo que quede establecida la obligación,
para el asegurador, de detallar el contenido de la información que debe entregar
al asegurado una vez recibida la propuesta. Se aprecia que normalmente, la
propuesta de celebración se verifica con ocasión de los seguros individuales, en
que el asegurado, en base a un cuestionario que le proporciona la compañía,
le indica al asegurador qué cobertura requiere. Algo distinto acontece en otros
contratos de seguros, en que una empresa grande llama a las aseguradoras a
competir para adjudicarse su cartera de seguros. De modo que la redacción
del artículo 514 se refiere solamente al primero de estos casos, en consonancia
con la definición de propuesta del artículo 513.
No obstante las distintas apreciaciones que existen con respecto a la incor-
poración del inciso 2° al artículo 514, se acoge la opinión de Sergio Arellano,
para quien este párrafo pareciera exigir una pre – póliza innecesaria que no
tendría más sentido que dilatar la operación de contratación sin claros beneficios
262 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

para ninguna de las partes. Si bien es cierto que la integridad de la propuesta


supone también una asesoría y orientación adecuada por parte de la compañía
aseguradora, que se lleva a cabo por medio de la entrega de cuestionarios, que
tienen por objeto facilitar al candidato a asegurado la descripción del riesgo que
pretende garantizar, este inciso 2° en cuestión no alude a tales cuestionarios,
pues exige en la información que debe entregar el asegurador, un nivel de de-
talles pormenorizados que lo asemejan –igualan– a la póliza; prueba de ello es
que todas las exigencias que enumera están comprendidas en las menciones que
debe contener la póliza según lo exige el artículo 518 del Código de Comercio.
Por lo tanto, no se advierte utilidad a la agregación del inciso 2°, al contrario,
resulta más engorroso para el asegurador tener que entregar todo ese detalle de
información en una etapa aún previa a la celebración del contrato, teniendo a
la vista tan sólo la propuesta formulada por el asegurado a la que sólo se exige
por ley, contener los antecedentes y circunstancias necesarias para apreciar la
extensión de los riesgos.
En segundo lugar, a propósito de la regulación de la contratación colectiva
de seguros21, se consagra en el inciso 4° del artículo 517 del Código de Co-
mercio, la obligación del asegurador de “notificar a los asegurados, a través del
tomador, todas las modificaciones del seguro, las que sólo podrán efectuarse y
regir, a partir de la siguiente renovación del contrato. Las modificaciones no
informadas serán inoponibles al asegurado”. Nuevamente destaca este deber
de información que tiene el asegurador, fundado en el principio de buena fe,
y que ahora se proyecta sobre los seguros colectivos.
En tercer lugar, el artículo 529 inciso 1° consagra una gran novedad en
relación a las obligaciones del asegurador que consiste en que éste tiene el
deber de asesorar al asegurado, ofreciéndoles las coberturas más adecuadas y
convenientes a sus necesidades, en caso de que contraten sin la intermediación
de corredores de seguros. De modo que si el seguro es contratado en forma
directa, se imponen al asegurador obligaciones similares a las del intermediario,
haciéndolo responsable de infracciones, errores y omisiones cometidos, así
como de los perjuicios causados a los asegurados.
El artículo 529 del proyecto tenía como título “Obligación de indemnizar
el siniestro”, consagrando la principal obligación del asegurador, que es la
indemnización del siniestro, una vez que se ha establecido su procedencia
y monto. Sobre este artículo la Superintendencia de Valores y Seguros no

21
A propósito de la entrada en vigencia de la nueva Ley se debieron realizar cambios a
la normativa de la Superintendencia de Valores y Seguros que dice relación con los con-
tratos de seguros colectivos: Circular N°1.457, que imparte instrucciones sobre reglas
mínimas para seguros contratados en forma colectiva; Circular N°1.758, conjunta con
SBIF, que establece normas de transparencia sobre la contratación de seguros colectivos;
Circular N°1.759, que imparte instrucciones sobre información y atención a los asegu-
rados de seguros contratados en forma colectiva.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 263

formuló indicaciones, los que sí las formularon fueron los Diputados Jorge
Burgos y Fuad Chahín, quienes propusieron una modificación de la mayor
importancia en beneficio directo del asegurado, que se tradujo en la redacción
del actual artículo 529.
Entre los argumentos que se esgrimieron a favor de la modificación destacan
los siguientes. Es muy corriente que a los asegurados se les venda pólizas de
seguro que no se adaptan a sus reales necesidades de cobertura, por montos
inadecuados, que contienen coberturas innecesarias (riesgo de salida de mar
para una casa ubicada en Santiago o un refugio en la nieve) y por el contrario,
que no se le advierta respecto de los riesgos no cubiertos, como por ejemplo,
que una póliza de seguro de incendio ordinario no cubre incendio a causa de
terremoto. En todo caso, en la inmensa mayoría de los asuntos el asegurado ca-
rece completamente de asesoría durante la contratación, al modificar o renovar
las pólizas y principalmente al momento de reclamar el pago de un siniestro.
Si contrata el seguro por intermedio de un corredor independiente, éste tiene
la obligación legal de asistir al asegurado durante todos esos procedimientos y
responde de los perjuicios que le cause por incumplimiento o cumplimiento
defectuoso de sus obligaciones, en virtud de lo que disponen los artículos 57
y 58 del D.F.L N° 251 de 1931. Es de toda lógica, entonces, que se extienda
dicho sistema de responsabilidades al propio asegurador cuando el asegurado
contrata directamente con él o con sus agentes de ventas. Por el contrario, no
tendría sentido que si el asegurado contrata por intermedio de un corredor esté
legalmente protegido de los errores y omisiones incurridos en la contratación
y, en cambio, no lo esté cuando contrata directamente con el asegurador.
La reciente ley sobre contrato de seguro de Alemania, que entró en vigencia
en Enero de 2008 ha introducido una norma similar a la del artículo 529, que
va en directo beneficio y protección del asegurado y de la seriedad del sistema
de seguros, encontrando unánime acogida en la doctrina mundial. Desde
luego, cabe mencionar que ha sido acogida por la Comunidad Europea, que
ha dictado una directiva haciendo aplicable dicho sistema de responsabilidades
a toda la Unión Europea.
A propósito de la regulación que la nueva Ley hace de la terminación
anticipada del contrato de seguro (artículo 537), del retracto de un seguro
celebrado a distancia (artículo 538) y de la declaración de quiebra del ase-
gurador (artículo 540 inciso 1°), se establece la obligación de la compañía
aseguradora de devolver al asegurado la prima pagada que no ha sido ganada
por ésta. En atención a esto, la Superintendencia de Valores y Seguro emitió
la Circular N° 2114, que imparte instrucciones al asegurador acerca de cómo
efectuar tal devolución señalando que la compañía aseguradora deberá infor-
mar y poner la suma a devolver a disposición del asegurado dentro del plazo
de 10 días hábiles de haber tomado conocimiento del término del seguro. En
cumplimiento de esto en tiempo y forma deberá efectuarse de buena fe. Esto
264 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

permitirá, por ejemplo, que al momento de renegociar un crédito y tomar uno


nuevo, la aseguradora original deberá devolver al consumidor lo que le quedaba
de cobertura del seguro asociado al crédito original, si había sido pagado por
adelantado, lo cual anteriormente no ocurría.
El artículo 543 inciso final del Código de Comercio, consagra una im-
portante novedad que conduce a la transparencia de la actividad aseguradora,
ya que establece una nueva obligación del asegurador que consiste en que
“las compañías de seguros deberán remitir a la Superintendencia de Valores
y Seguros, copia autorizada de las sentencias definitivas que se pronuncien
sobre materias propias de la presente ley, recaídas en los procesos en que
hayan sido parte, las cuales quedarán a disposición del público”. Para ello,
la Superintendencia emitió la Circular N° 2115, que imparte instrucciones
sobre el envío, señalando las sentencias notificadas a las compañías durante un
mes, deberán enviarse a más tardar el último día hábil del mes subsiguiente, a
través del Sistema de Envío de Información en Línea (SEIL) del sitio web de
la Superintendencia, en el cual además, serán puestas a disposición del público
las copias recibidas.
Finalmente, la nueva Ley regula las obligaciones tradicionales del asegu-
rador consistente en la entrega de la póliza y la indemnización del siniestro,
consagradas en los artículos 519 y 529 inciso 2° del Código de Comercio
respectivamente. Con respecto a ésta última, la nueva normativa sólo se limita
a establecer dicha obligación, no señalando plazo alguno dentro del cual se
hace exigible su cumplimiento, ni se contempla sanción legal ante el retardo
injustificado del asegurador en el pago de la indemnización. Subsiste así, una
falta de regulación referida a la buena fe del asegurador requerida al momento
de pagar la indemnización, que se traduce en no discutir o dilatar innecesaria-
mente el pago de la misma. Habrá que examinar al respecto, lo que dispone
el artículo 20 de la ley de contrato de seguro española que regula en términos
expresos la mora en el pago de la indemnización, siendo una buena norma
que debiese reproducirse en la legislación nacional.

8. Onus probandi

El artículo 531 establece una norma clara en cuanto al onus probandi o peso
de la prueba en materia de prueba de siniestros, determinándose al respecto que
la carga sobre su ocurrencia, sus circunstancias y consecuencias corresponde al
asegurado. Se establece que corresponde al asegurador, en cambio, acreditar
que no es responsable del mismo, según la convención o la ley. Constituyen
estas normas la aplicación práctica, en el sistema de seguros, de la norma legal
que es pieza fundamental del sistema de prueba chileno: el artículo 1698 del
Código Civil.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 265

9. Derecho a retracto

La nueva Ley establece derechos para el asegurado que hoy son muy impor-
tantes, debido a que la contratación moderna se hace generalmente a distancia,
por internet, por teléfono, etc. Por ejemplo, en el artículo 538 del Código de
Comercio se establece el derecho a retracto de un contrato de seguro celebrado
a distancia, lo cual no estaba considerado en la anterior legislación.
Este derecho puede ser ejercido dentro de 10 días contados desde la recep-
ción de la póliza, sin expresión de causa y sin cargo alguno para el asegurado,
teniendo el derecho a devolución de la prima pagada.
Este artículo reproduce en términos similares el derecho a retracto de la Ley
sobre Protección de los Derechos de los Consumidores regulado en el artículo
3 bis, respecto de compras efectuadas a distancia.

10. Carácter imperativo de las normas

Se establece que las normas del contrato de seguro tendrán el carácter de


imperativas. Es decir, se establece una normativa mínima de orden público en
la materia de la cual las partes no podrán prescindir. No obstante el artículo
542 inciso 1° agrega que: se entenderán válidas las estipulaciones contractuales
que sean más beneficiosas para el asegurado o el beneficiario; lo que demuestra
el carácter protector de esta nueva normativa con respecto al asegurado22. Esto
es muy importante, porque eleva las cláusulas de las pólizas a normas de rango
de orden público-económico. Por lo tanto, evita que por la vía de cláusulas
de contratos de adhesión, como son las pólizas, donde no hay mucho espacio
para poder negociar, sobre todo para los pequeños asegurados, se generen
prácticas abusivas.
La obligatoriedad de esta norma protectora del asegurado encuentra su

El equilibrio entre partes en el contrato de seguros, tal como era concebido a me-
22 “

diados del siglo XIX, ha devenido respecto a gran parte de los asegurados a un contrato de
adhesión, reduciendo la autonomía de la voluntad y la negociación a la mera aceptación
por parte del destinatario del producto, de las condiciones que han sido preestablecidas
por el asegurador. Estos asegurados que consideramos de Riesgo Masivo, disponen ob-
viamente de menos medios para negociar y en última instancia hacer valer sus derechos
y reclamaciones ante el asegurador. Esta menor capacidad negociadora exige una protec-
ción que nuestro Código de Comercio no recogía suficientemente. La solución de dicha
dicotomía constituye uno de los ejes de esta iniciativa. En ese sentido, el proyecto debe
propender a equilibrar la situación de los pequeños asegurados frente a las compañías
de seguros, lo que debe basarse en normas mínimas obligatorias que les den un marco
de certeza jurídica que no pueda ser modificado contractualmente”. Osvaldo Macías
Muñoz, Intendente de Seguros de la Superintendencia de Valores y Seguros, expuso
como Interviniente en la Comisión de Economía, Fomento y Desarrollo de la Cámara de
Diputados, en tramitación del proyecto de Ley.
266 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

justificación en la calificación del tomador del seguro como un “contratante


débil”. Se considera que el asegurado es la parte débil en el contrato de seguro,
entendida esa debilidad en el sentido económico y de conocimiento técnico,
respecto de la compañía de seguros. En este contexto, a nivel de derecho com-
parado, y en la legislación nacional, se establecen normas imperativas; donde
si bien el principio protector sigue siendo aplicable para la generalidad de los
asegurados, se reconocen ciertas excepciones al mismo, una de estas excepciones
son los Seguros de Grandes Riesgos, tal como dispone el artículo en comento.
El principio protector del consumidor-asegurado es flexibilizado, o incluso
dejado de lado, en los casos de grandes empresas ya que éstas poseen potencial
económico de tal índole que no necesitan ser protegidos. Las relaciones que
este tipo de asegurados mantienen con las compañías de seguros se entablan
en un plano de igualdad. En estos casos la contratación se produce mediante
una previa negociación entre pares, no presentándose desequilibrio jurídico y
económico (a diferencia de las pólizas de riesgo masivo). La Ley presume que los
tomadores de los Seguros de Grandes Riesgos tienen una entidad económica tal
que los excluye de la consideración como “parte débil” del contrato de seguro.
En los Seguros de Grandes Riesgos el mercado asegurador adquiere una mayor
libertad de contratación y más amplia autonomía de la voluntad. Las partes del
contrato de seguro optan por el derecho contractual aplicable a la póliza, pueden
modificar las soluciones legales, en forma favorable o desfavorable al asegurado.
También se flexibiliza el control administrativo de los entes reguladores, pues se
considera que los tomadores de estos seguros, por sus especiales características,
no requieren ser tutelados por las autoridades administrativas. En tal sentido,
por ejemplo, los condicionados de estos seguros quedan excluidos de los re-
gímenes de previa comunicación o aprobación por parte del ente regulador.
Asimismo existe la posibilidad de que los grandes riesgos localizados en un
determinado país puedan ser cubiertos por compañías de seguros extranjeras,
sin necesidad de ningún tipo de autorización administrativa.
Siguiendo a la legislación española23, se indicó en el inciso 2° del artículo
542, que en el caso de seguros de grandes riesgos contratados por empresas,
las partes podrán pactar libremente las normas del contrato sin observación de
las normas imperativas que lo rigen, salvo aquellas que regulan los aspectos de
relevancia sustancial en el contrato, que se especifican. Se definió a los seguros
de grandes riesgos en la misma forma como se establecía en la letra e) del ar-
tículo 3° del Decreto con Fuerza de Ley N° 251, a los seguros que pueden ser

23
El artículo 2° de la Ley 50/1980 de Contrato de Seguro otorga el carácter impera-
tivo a la norma. No obstante la imperatividad decae respecto de los Seguros de Grandes
Riesgos, según lo establece el artículo 44.2 de la misma Ley. Por su parte, el artículo
107.2 de la Ley de Contrato de Seguro delimita el concepto de los Seguros de Grandes
Riesgos: En los contratos de seguros por grandes riesgos las partes tendrán libre elección de la
ley aplicable.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 267

contratados con pólizas no registradas en la Superintendencia, siempre que el


monto de la prima anual pagada por ellos sea superior a 200 UF.
En la discusión parlamentaria del Proyecto de Ley, se propuso elevar dicha
prima a 1.000 UF con el propósito de ampliar el ámbito de los contratos de
seguro dirigidos, en protección de los pequeños y medianos asegurados24. La
Comisión de Economía, Fomento y Desarrollo sostuvo que el límite (y por lo
tanto, la cantidad) de las pólizas sujetas a control y protección del asegurado
ha quedado en el texto propuesto demasiado bajo y por lo tanto serían mu-
chísimas las pólizas que se podrían contratar en formatos no aprobados por
la SVS, no sujetos al control de la autoridad y a los que no les serán aplicadas
las normas imperativas de la ley que protegen a los asegurados. A ello agrega
que se atribuye la calidad de grandes riesgos a todos los de Casco y Transporte
Marítimo y Aéreo en circunstancias que, sobre todo en las dos últimas catego-
rías se celebran infinidad de contratos a favor de personas naturales o jurídicas
de nulo o muy escaso poder de negociación, pues hay muchas empresas que
se dedican a esas actividades que son muy pequeñas, como en la pesca o el
transporte aéreo regional y en general los contratos de transporte. Una póliza
por una prima de UF 200 (y por más todavía), puede ser contratada por una
PYME, que, evidentemente, no tiene el peso ni el asesoramiento profesional
necesario para negociar y discutir libremente con el asegurador, en un pie de
igualdad con éste. Mientras más bajo sea este guarismo, mayor será el nú-
mero de pólizas que queden exentas del control de la autoridad, del carácter
imperativo de las normas legales que protegen al asegurado y del carácter de
adhesión que tiene en ese caso el contrato. En este mismo sentido, sostuvo el
profesor Contreras Strauch en la Comisión de Hacienda del Senado, que
era recomendable mantener el límite de 1.000 UF aprobado por la Cámara de
Diputados, pues se amplía el universo de protección, compuesto fundamen-
talmente por pequeñas y medianas empresas. De hecho, graficó, un pequeño
empresario que posee 10 camiones ya paga una prima superior a 200 UF.
Por el contrario, la Coordinadora de Mercado de Capitales del Ministerio
de Hacienda, Rosario Celedón, insistió en la necesidad de atender oficio N°
6003 de la Superintendencia de Valores y Seguros, de 1 de marzo de 2011,
el cual sostuvo que el número de pólizas de seguros de grandes riesgos con
una prima inferior a 200 UF, vigentes al 31 de diciembre de 2010, ascendía
a 629.257, cercano al 97% del total de pólizas, de modo que el porcentaje de
pólizas situado en los tramos de prima subsiguientes es absolutamente marginal
en comparación con el de aquellas de prima menor a 200 UF. En base a esta

El reconocimiento de esta dualidad en el tratamiento de los seguros facilitará el


24 “

acceso del gran público a los beneficios de la cobertura de riesgos, junto con garantizar
la necesaria flexibilidad en la contratación de los grandes intereses”. Osvaldo Macías
Muñoz, cit. (n. 11).
268 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

información, hizo hincapié en que el umbral de 1.000 UF sitúa el estándar


de protección en un rango muy alto que coarta la libertad contractual y no se
enfoca en aquellos asegurados que, por contar con menor poder de negociación,
efectivamente requieren de mayor información para contratar.

11. Solución de conflictos

Se consagró en el artículo 543 al arbitraje como medio para resolver los


conflictos entre las partes del contrato, estableciendo legalmente y con carac-
teres generales, lo que rige en el Código para las disputas relativas a los seguros
marítimos y que por la vía del uso y las cláusulas de las pólizas había venido
haciéndose en los demás seguros desde hace más de 70 años. Sin embargo, se
prohíbe la designación anticipada –bastante habitual– de la persona del árbitro,
quien muchas veces es cercano a la aseguradora; por lo tanto, con esta norma
se protege la imparcialidad del arbitraje. Además, se establece que en aquellos
casos en que las coberturas sean inferiores a 10.000 unidades de fomento, el
asegurado podrá optar por ejercer su acción ante la justicia ordinaria. En este
mismo aspecto, se estipula que el tribunal competente para conocer de los
conflictos en materia de seguros será el que corresponda al domicilio del asegu-
rado o beneficiario. Esta norma prescribe, además, que el tribunal ordinario o
arbitral que conozca de este tipo de causas dispondrá de las amplias facultades
en materia de prueba – las cuales e ya existen en las disputas marítimas, según
lo establece el artículo 1206 del Código.
La facultad del asegurado de optar por ejercer su acción ante la justicia
ordinaria es una novedad de la nueva Ley, anteriormente se obligaba al asegu-
rado a perseguir el pago de montos pequeños a través de una justicia pagada,
el arbitraje, que en Chile era el único canal de solución de conflictos en el
seguro y el reaseguro desde 1928. El costo del arbitraje y de los honorarios de
abogado constituye una limitación muy severa para los asegurados de ingresos
limitados, lo que conduce a que muchas controversias quedan sin resolver, o
bien, el asegurado se ve obligado a aceptar la decisión o el monto propuesto
por el asegurador. De modo que, esta nueva regulación en materia de solución
de conflictos, es una aproximación interesante al equilibrio entre asegurador
y asegurado, en el ámbito procesal.
No obstante esto, hay autores que consideran esta opción del asegurado
como desafortunada, entre estos, Arellano Iturriaga, quien sostiene que:
Esta aparente facultad otorgada al asegurado puede transformarse
en un grave retroceso frente al constante avance de la justicia arbitral
y redundar en perjuicio de los intereses de los mismos asegurados,
quienes podrían estimar como atractiva la opción de acudir ante
una justicia “gratuita”, pero que en muchos casos le resultará más
onerosa, mucho más lenta y de escasa especialidad. Además, por
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 269

cierto, del mayor volumen de trabajo que ello representará para los
tribunales ordinarios, en materias que desde hace años solían ser
de jurisdicción arbitral. Si el fin perseguido por el legislador fue
permitir a los asegurados liberarse de una carga financiera, estamos
convencidos de que su resultado será inverso25.
En materia de reaseguros, se dispone que las partes podrán acordar que
la controversia se resuelva conforme a las normas sobre arbitraje mercantil
internacional previstas en la ley chilena.

12. Pluralidad de seguros

El proyecto original de la nueva Ley de Seguros en materia de pluralidad de


seguros, contenía una regla que dificultaba y limitaba la acción del asegurado
para obtener la indemnización, cuando ha contratado varios seguros sobre
la misma cosa, consistente en la obligación del asegurado de cobrar a cada
asegurador una cuota de indemnización. A iniciativa de la Superintendencia
de Valores y Seguros, se propuso que el asegurado pueda elegir la compañía
aseguradora a la que cobrará el seguro cuando ha contratado con varias, com-
pensándose posteriormente las aseguradoras entre ellas.
De modo que el artículo 556 del Código de Comercio permite al asegu-
rado, cuando se hubiere contratado más de un seguro que cubra la misma
materia, interés y riesgo, reclamar a cualquiera de los aseguradores el pago del
siniestro, según el respectivo contrato, y a cualquiera de los demás, el saldo
no cubierto, regulando la situación cuando el asegurado ha recibido más de
lo que le correspondía.
La libre elección en el caso de pluralidad de seguros constituirá una he-
rramienta importante para solucionar las situaciones generadas por siniestros
masivos de bienes en que coexistan diferentes intereses, tal como las copropie-
dades o edificios, dado que es el asegurado quien determinará la concurrencia
entre coberturas, quedando en mano de los aseguradores las compensaciones
mutuas. Todo esto, con el propósito de proteger el mercado de los seguros.

13. Regulación de distintos contratos de seguros. Mención a la acción directa.

Se avanzó en la regulación y reconocimiento de contratos que se utilizan


en la práctica comercial, pero que no estaban considerados, como los seguros
de créditos (artículo 579 y ss.); de caución (artículo 582 y ss.); de responsa-
bilidad civil (artículo 570 y ss.), que es uno de los de mayor relevancia, sobre
todo en el marco del ejercicio privado de la profesión de abogado; y reaseguro
(artículo 584 y ss.), institución indispensable en el funcionamiento económico
de la actividad aseguradora contemporánea; estableciéndose normas mínimas

25
Arellano Iturriaga, cit. (n. 2), pp. 301 – 302.
270 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

indispensables para estas principales ramas del contrato de seguro. Se reconoce


además, recogiendo la opinión que la doctrina ya había adelantado, la validez
de los seguros de lucro cesante, e incluso se incorpora un párrafo destinado a
regularlos, bajo el epígrafe de “Seguro de pérdida de beneficios” (artículo 578),
el cual es el nombre más ampliamente reconocido en la doctrina.26
Una de las normas que produjo más divergencia en la discusión en la
Comisión de Economía de la Cámara de Diputados dice relación con instau-
ración de la acción directa del tercero perjudicado contra el asegurador en los
seguros de responsabilidad civil. En el proyecto original, se contemplaba en
el artículo 572 el derecho del tercero a demandar la indemnización en contra
del asegurador y la posibilidad del asegurador de oponer todas las excepciones
dilatorias o perentorias que correspondan al asegurado.
Entre quienes se pronunciaron a favor de la acción directa se encuentra,
principalmente, el profesor Contreras Strauch, para quien esta alternativa
beneficia enormemente al asegurado evitando un fuerte desembolso de su
parte y se hace realidad la función social que el seguro tiene al distribuirse
socialmente el costo económico del daño, por cuanto todos los asegurados
contribuyen al pago del siniestro producido. Para el tercero afectado, resulta
una alternativa más justa, rápida e idónea el tener la certeza que en caso de
no llegar a un acuerdo con el causante del daño, existirá un gran patrimonio
sobre el cual hacer real y efectiva la acción judicial por indemnización de sus
perjuicios, evitando con ello innumerables sentencias de papel que no es posible
materializar por falta de recursos del responsable, evitándose así una de las más
importantes limitaciones de la responsabilidad civil, cual es la insolvencia del
civilmente responsable. Agrega que, si bien en un principio podría resultar
poco atractivo para las aseguradoras el hecho de responder civilmente, y en
forma directa, por hechos de terceros, como lo serían los actos u omisiones
imputables a sus asegurados, el riesgo asumido tiene una recompensa, que
es la prima, y dicha cautela tiene como contrapartida el aumento de la masa
asegurada, pues muchas personas, al estar en conocimiento de que mediante
la suscripción de un contrato de seguro la obligación de responder civilmente
frente a tercero se traspasará a la aseguradora, resultará bastante más ventajoso
encontrarse asegurado y evitar ser objeto de la acción indemnizatoria del dam-
nificado. Finalmente, en muchos de los ordenamientos jurídicos modernos, y
cada vez en mayor cantidad, la víctima cuenta con una acción directa contra
la compañía de seguros, lo cual es consecuencia de la evolución de los seguros
de responsabilidad civil, lo cual en el derecho comparado se ha denominado la
socialización de los mismos, tal como acontece en España, Argentina y Brasil.
Por otra parte, la mayoría de los integrantes de la Comisión y de los parla-

Contreras Strauch, Osvaldo (abril 2005): “Contrato de seguro. A tono con la


26

modernidad”, Revista del Abogado, N° 33.


Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 271

mentarios en sala, acogieron la indicación formulada por la Superintendencia


de Valores y Seguros que reemplazó el artículo que contemplaba el proyecto,
“Derecho del tercero a demandar la indemnización”, por uno denominado
“Defensa del asegurado”, que omite pronunciarse sobre la acción directa del
tercero perjudicado, en perjuicio de la eficacia de este seguro y de la trans-
parencia de su aplicación. Por lo tanto, se acogió la propuesta de eliminar la
acción directa, principalmente, y según los argumentos esgrimidos por Roberto
Muñoz, porque ella alteraba el efecto de las obligaciones entre los contratantes,
ya que quien la ejerce no es parte del contrato ni tiene un vínculo jurídico con
el asegurador ni con el asegurado causante del daño. El patrimonio del asegu-
rador ya no quedaría comprometido sólo a su obligación con su asegurado,
sino al resultado de todas las acciones que se estuvieran tramitando, con el
consiguiente efecto multiplicador del riesgo patrimonial, aumentan innece-
sariamente los costos asociados a los litigios y por consiguiente las primas. La
norma propuesta no distinguía entre seguros obligatorios y voluntarios. Tra-
tándose de un sistema de seguros voluntarios de responsabilidad civil, la acción
directa puede provocar o el aumento de las primas o una rebaja en las sumas
o monto de coberturas contratadas, lo que no beneficia ni a los asegurados, ni
a los terceros perjudicados. Se sostuvo que falta avanzar en el establecimiento
de la aseguración obligatoria, a fin de evitar situaciones de desigualdad de los
perjudicados frente a la reparación del daño.

14 Distinción seguros de daños y seguros de personas

Corrigiendo graves errores dogmáticos y siguiendo la doctrina moderna,


se reconoció la clasificación que distingue entre seguros de daños y seguros de
personas (artículo 544), proporcionando normas generales o comunes a todo
tipo de seguros, normas propias de los seguros de daños y normas propias de
los seguros de personas; sin perjuicio de mantener vigentes las disposiciones
especiales que regulan el seguro marítimo, contenidas en el Título VII del
Libro III del Código de Comercio, introduciéndole a éste último sólo algunas
modificaciones menores.
En lo relativo a los seguros de personas, el artículo 588 parte por definirlos
y luego conceptualiza, en particular, al seguro de vida, la renta vitalicia (tan
actual a raíz del auge que ha experimentado con motivo del nuevo sistema
previsional), el seguro de accidentes personales y el de salud, y todos, en sus
modalidades de seguro individual o colectivo.
Las principales novedades que contiene la Nueva Ley en relación a la norma-
tiva anterior es que se han regulado especialmente las situaciones relacionadas
con el interés asegurable (artículo 589); se tratan con minuciosidad los temas
relacionados con la designación del beneficiario y los derechos que éste adquiere
y que nacen en el momento del siniestro previsto en la póliza (artículo 593),
272 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

en relación a esto, se regulan las instituciones de pluralidad (artículo 594),


revocación (artículo 595) y derechos de los beneficiarios (artículo 596), junto
con señalar que en la póliza de seguro se regularán los derechos de rescate y de
reducción de la suma asegurada, en los seguros que admiten dichas modalidades
y la posibilidad de conceder anticipos con cargo a la póliza.
La Nueva Ley acota el uso de las preexistencias médicas para limitar o negar
el pago de un siniestro. Al respecto, el artículo 591 precisa que sólo podrán
considerarse enfermedades y dolencias preexistentes aquellas conocidas por el
asegurado o quien contrata el seguro. Eso significa que en caso de una enfer-
medad que el cliente no conozca y no haya informado en su declaración de
riesgo, la aseguradora deberá cubrir el pago sin excepción.
Además, en el artículo 597, se regula la cesión y pignoración del seguro por
el contratante de la póliza, que procederá a menos que exista un beneficiario
irrevocable, ya que la cesión y la constitución de la póliza en prenda, implican
la revocación de la designación de beneficiario; se establece que la cesión y la
prenda solo serán oponibles al asegurador previa notificación por escrito, a
través de competente ministro de fe.
Mención especial merece el que se haya incorporado la institución de la
indisputabilidad (artículo 592), según la cual, luego de transcurrido cierto
tiempo, se impide al asegurador invocar las reticencias o inexactitudes sobre
el estado de salud del asegurado.
También se tratan las situaciones relativas a la provocación del siniestro
y el suicidio (artículo 598). En cuanto a lo primero, si el siniestro es causado
dolosamente por el beneficiario, lo priva a éste del derecho a la prestación
establecida en el contrato, sin perjuicio de la acción criminal, y en cuanto al
segundo, de que el riesgo de suicidio del asegurado quedará cubierto a partir
de dos años de la celebración del contrato, salvo pacto en contrario.
Por último, resulta importante la norma que contiene el artículo 600, en
cuanto a que, en los seguros de vida cuya duración exceda de un año, le estará
prohibido al asegurador poner término anticipado al contrato a su sola volun-
tad. Esto se reguló con el propósito de evitar los abusos que podrían cometer los
aseguradores al contar con un seguro de vida, ya que a raíz del envejecimiento
del asegurado aumentan los riesgos, en circunstancias que el envejecimiento
es una de las circunstancias que el asegurador debió haber tenido en cuenta al
celebrar un contrato de seguro de vida de largo plazo.

15. Fraude al seguro

Sobre la base de una proposición que hiciera en su época Alfredo Etche-


berry, se incorpora la figura de fraude al seguro, por la vía de introducir en
el artículo 470 del Código Penal un número 10 nuevo para castigar a los que
maliciosamente obtuvieren para sí o para un tercero el pago total o parcialmente
indebido de un seguro.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 273

El texto original del Proyecto de Ley, en el artículo 3, introducía modifi-


caciones en los artículos 469, 470 y 483 del Código Penal, con la finalidad de
crear los diversos tipos penales de fraude al seguro27. Pero estas figuras delictuales
propuestas en la moción fueron suprimidas por la Comisión de Economía,
fundamentalmente, porque dichos tipos penales relativos al seguro, podrían
debilitar la posición del asegurado para efectuar una reclamación de buena fe,
cuando el alcance o naturaleza de los hechos que configuran un siniestro es
discutible y no existe perjuicio para el asegurador. Además, se pretende penar
como delito consumado el intento de cobrar un seguro, incorporando una
serie de hipótesis de anticipación punitiva en que todavía no hay defraudación.
Por lo tanto, la tipificación propuesta no toma en cuenta que el seguro es un
contrato complejo, que se rige por normas y principios que lo diferencian de
otros negocios.

27
Artículo 3°. lntrodúcense las siguientes modificaciones en el Código Penal:
a) En el art. 469, introdúcense los siguientes nuevos numerales:
“7°. Al que provocare intencionalmente un siniestro y luego intentare cobrar el seguro
contratado. Si obtuviere su propósito, ello será considerado circunstancia agravante. Si
mediante maniobras engañosas intentare obtener o lograre efectivamente una indemniza-
ción superior al verdadero valor de lo asegurado, la pena podrá elevarse en un grado. Si el
hecho por el cual se causa el siniestro fuere en sí mismo constitutivo de un delito distinto,
se aplicará lo dispuesto en el art. 75.
“8° Al que, producido un siniestro fortuito, intentare cobrar un seguro superior al
valor real de la cosa asegurada, mediante la creación de apariencias engañosas o la falsifi-
cación o adulteración de libros de contabilidad u otros antecedentes documentales, como
también al que, mediante las mismas conductas u otros artificios semejantes, intentare
cobrar un seguro al que no tiene derecho por los términos de la cobertura contratada,
presentando el siniestro como ocurrido por causas o en situaciones distintas.
“9” Al que, para cobrar un seguro, ocultare o haga desaparecer una cosa asegurada
fingiendo que el siniestro ha ocurrido o alterare las circunstancias de uno efectivamente
producido. Si obtuviere su propósito, ello será considerado circunstancia agravante. Si
mediante maniobras engañosas intentare cobrar un valor superior al real, la pena podrá
elevarse en un grado.
“10°. Al que se produjere voluntariamente una lesión o agravare las consecuencias de
una lesión originada en otra forma e intentare cobrar el seguro correspondiente. Si lograre
su propósito, ello será considerado circunstancia agravante.
En los casos de los cuatro últimos números, los tribunales apreciarán la prueba en
conciencia y con entera libertad.”
b) Sustitúyese el N° 6° del Artículo 470 por el siguiente:
“6°. A los que con datos falsos u ocultando antecedentes que les son conocidos,
celebraren contratos de seguro u otros contratos aleatorios e intentaren luego cobrar u
obtuvieren efectivamente la contraprestación correspondiente, basados en tales datos o
antecedentes.”
c) Reemplázase el Artículo 483 por el siguiente:
“Art. 483. En los procesos por delitos de incendio y estragos, los tribunales apreciarán
la prueba en conciencia.”
274 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

En razón de lo anterior, se aprobó una indicación sustitutiva que incorporó


un n° 10, nuevo, al artículo 470 del Código Penal, el cual dispone:
“A los que maliciosamente obtuvieren para sí, o para un tercero,
el pago total o parcialmente indebido de un seguro, sea simulan-
do la existencia de un siniestro, provocándolo intencionalmente,
presentándolo ante el asegurador como ocurrido por causas o en
circunstancias distintas a las verdaderas, ocultando la cosa asegurada
o aumentando fraudulentamente las pérdidas efectivamente sufridas.
Si no se verifica el pago indebido por causas independientes de su
voluntad, se aplicará el mínimo o, en su caso, el grado mínimo de
la pena.
La pena se determinará de acuerdo con el monto de lo indebida-
mente solicitado.”
Por lo tanto, se crea un tipo penal específico para el fraude de seguros,
castigándose a su autor por el engaño destinado a cobrar una indemnización.
El castigo se produce tanto si logra su cometido como si no llega a percibir la
indemnización, por circunstancias independientes a su voluntad. Eso equipara
y también hace responsable al asegurado de sus actos maliciosos en perjuicio
de la compañía y con una consecuencia penal, lo que, sin duda, desincentivará
esas conductas.
La consagración de la figura delictiva del fraude al seguro se hacía indispensa-
ble, toda vez que el Código Penal sólo sancionaba la celebración fraudulenta del
contrato28, en circunstancias de que la mayoría de los fraudes al seguro ocurren
con ocasión de cobro del siniestro. Además, dicha disposición es inaplicable al
seguro de la nueva ley, que legalmente ha dejado de ser un contrato aleatorio.

IV. Conclusiones

Fruto de esta investigación se pueden consignar las siguientes conclusiones:


1. La Ley N° 20.667 moderniza y actualiza las normas del Código de Co-
mercio relativas al contrato de seguro, con el objeto de lograr una armonía
entre la regulación del seguro y la realidad económica actual, tratándose
figuras e instituciones sobre las cuales el antiguo Código de 1865 estaba
absolutamente desactualizado o no contenía norma alguna.
2. En este contexto, se introducen más de treinta y cinco novedades a la
legislación sobre contrato de seguro, habiendo cerca de cuarenta normas
destinadas directamente a beneficiar a los asegurados, conforme a la orien-
tación que ha seguido la nueva Ley tendiente a proteger los derechos e

28
Artículo 470 CP: Las penas del artículo 467 se aplicarán también:
6° A los que con datos falsos u ocultando antecedentes que les son conocidos celebra-
ren dolosamente contratos aleatorios basados en dichos datos o antecedentes.
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 275

intereses de los asegurados, lo cual resulta completamente coherente con


la tendencia mundial en la materia, donde la protección de los derechos de
los consumidores se ha constituido en uno de los aspectos más relevantes
de la modernización del sector asegurador. Se parte de la base de la relación
contractual asimétrica existente entre asegurador y asegurado, siendo éste
último el contratante débil que requiere de mayores resguardos y de una
actuación de buena fe de su contraparte.
3. Entre las disposiciones que son manifestación del nuevo enfoque de la nor-
mativa de seguros tendiente a la protección del asegurador, se encuentran
las siguientes: el artículo 524 n° 1 y 525 referidos a la declaración sobre
el estado del riesgo, el artículo 542 que estable el carácter imperativo de
las normas que rigen el contrato de seguro, y el artículo 543 que trata la
solución de conflictos entre las partes.
- El deber de declaración sobre el estado del riesgo del asegurado ha
sido cambiado en contra de las compañías de seguro, ya que el ase-
gurado no tendrá el deber de revelar circunstancias relevantes para
determinar los riesgos, a menos que sea solicitado específicamente por
el asegurador. Se considera que se trata de una norma de protección
del asegurado que se llevó a un extremo indeseado, ya que se obliga
al asegurador en términos más exigentes de lo que resulta apreciable
conforme a la buena fe, pues deberá emplear la máxima diligencia
al confeccionar las solicitudes de declaración, siendo responsable
en caso de que se presenten coyunturas no previstas por él, lo cual
resulta ordinariamente imposible de practicar sin la colaboración del
asegurado. Además, esto podría dar lugar a situaciones de fraude, ya
que el asegurado podría omitir una información relevante y excusarse
de ello en virtud de esta norma. De modo que se considera que este
deber de información debería equilibrarse y exigir, por una parte, una
participación activa del asegurador a través de la formulación de un
cuestionario, obligación que debiese consagrase en términos expresos
en la ley tal como acontece en la legislación española y francesa, y por
otra parte, la colaboración del asegurado quien debe declarar todas las
circunstancias que son necesarias para la apreciación del riesgo, aun
cuando no se le haya solicitado. Ejemplo de buena norma al respecto,
es el artículo 1176 inciso 3° del Código de Comercio, relativo a los
seguros marítimos.
- La imperatividad de las normas que rigen el contrato de seguro
constituye el mecanismo principal de tutela a favor de quien se ha
considerado como contratante débil, tanto en el proceso de formación
del contrato de seguro como durante su ejecución o vigencia. Este
contratante débil o en desventaja queda representado en el asegurado,
que incluye en la mirada del legislador a personas naturales, y además,
276 Revista de Estudios Ius Novum (Nº 7 de 2014) Loreto Amaya Donoso

personas jurídicas que pagan una prima que no exceda de 200 unida-
des de fomento anuales. Según se observa de la Historia de la nueva
Ley en el contexto del informe remitido por la Superintendencia de
Valores y Seguros al Congreso Nacional, quedarían bajo el amparo
de la imperatividad cerca del 95% de las pólizas que se comercializan
en el país entre un asegurador y un asegurado persona jurídica, no
quedando duda de que el legislador quiso extender el manto de pro-
tección a favor de las pequeñas y medianas empresas en esta materia.
- La opción del asegurado de ejercer su acción ante la justicia ordinaria
en caso de que las coberturas sean inferiores a 10.000 unidades de
fomento, también es una norma de protección del asegurado, ya que
hasta antes de la Nueva Ley, todos los conflictos se resolvían por arbi-
traje, siendo que para las personas naturales contratar a un árbitro no
siempre era viable, el domicilio de la aseguradora era el que mandaba
y generalmente el asegurador designaba de antemano a la persona del
árbitro. Ahora, el Estado proporciona a los ciudadanos un sistema
menos costoso que el arbitraje para la solución de controversias, que
tiene como fin, al igual que la disposición anterior, proteger a las
pequeñas y medianas empresas pues se establece un monto bajo de
siniestro. Además, es destacable que esta norma haya dispuesto que
para montos de siniestro superiores se mantiene el sistema tradicional.
4. A partir de lo expuesto en este artículo, es posible sostener que indudable-
mente aún hay aspectos por resolver, particularmente, lo que dice relación
con la exclusión de los seguros de personas de la aplicación de las normas
sobre agravación de los riesgos, siendo que resulta evidente que en este
tipo de seguros efectivamente el riesgo puede variar, el asegurado puede
agravarlo y la compañía aseguradora se ve imposibilitada de prever todo
tipo de riesgos en la cobertura que ofrece, por ejemplo, no podría prever
un cambio del lugar de trabajo del asegurado; de modo que, ante esta
exclusión que hace la nueva Ley, son las mismas aseguradoras las llamadas
a seguir incluyendo cláusulas de agravación de los riesgo en este tipo de
seguros, tal como sucedía antes de su entrada en vigencia. Por otra parte,
en cuanto a la obligación tradicional del asegurador consistente en la in-
demnización del siniestro, la nueva ley no señala plazo alguno dentro del
cual se hace exigible su cumplimiento, ni contempla sanción legal ante el
retardo injustificado del asegurador en el pago de la misma, subsistiendo
así una falta de regulación de la buena fe del asegurador requerida al mo-
mento de pagar la indemnización, al respecto, conviene examinar lo que
dispone el artículo 20 de la ley de contrato de seguro española. En materia
de seguro de responsabilidad civil, la nueva Ley omite pronunciarse sobre
la acción directa del tercero perjudicado, en circunstancias que aquella
beneficia enormemente al asegurado evitando un fuerte desembolso de
Principales Novedades de la Nueva Ley de Seguros 277

su parte; hace realidad la función social que el seguro tiene al distribuirse


económicamente el costo del daño, por cuanto todos los asegurados con-
tribuyen al pago del siniestro producido; y principalmente, evita una de
las más importantes limitaciones que este tipo de seguro tiene, cual es la
insolvencia del civilmente responsable. Debiese discutirte nuevamente su
incorporación para estar acorde con la evolución que han experimentado
de los seguros de responsabilidad civil en los ordenamientos jurídicos
comparados, sobretodo, porque el artículo 573 del Código de Comercio
reproduce prácticamente en los mismos términos lo dicho para este tipo de
seguros en la Ley de contrato de seguro española, artículo 74 y siguientes,
salvo lo que dice relación con la acción directa, y dicha exclusión, no se
encuentra mayormente fundamentada.
5. No obstante que ciertos aspectos de la nueva Ley pueden ser criticables,
este nuevo estatuto constituye considerablemente un progreso que debería
contribuir aún más al crecimiento del mercado de seguros en Chile, en el
cual -según ha afirmado la Asociación de Aseguradores de Chile (AACH)-
hay actualmente un promedio de 3.5 pólizas por habitante, estando
prácticamente todas las personas, sus bienes y actividades vinculados al
seguro. Además, entre 1990 y 2013 el monto de los seguros se multiplicó
por 7 (un 700% de aumento) y su contribución pasó a ser de un 2,5% a
un 4,2% del producto bruto nacional.
6. Se cree firmemente que esta nueva Ley constituye evidentemente un
avance con respecto a la normativa anterior, la cual ya había sido entera-
mente sobrepasada por la práctica mercantil, de modo que se satisface la
preocupación prioritaria existente en un país como Chile que se rige por el
sistema “continental” de la ley escrita, consiste en la actualización constante
de la legislación, sobre todo, en aquellas materias que dicen relación con
el ejercicio de actividades económicas relevantes para el desarrollo de las
instituciones. De esta forma, la nueva regulación del contrato de seguro
está conforme con la evolución que ha experimentado el seguro tanto a
nivel nacional como mundial.

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