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IDEAS DE DILTHEY

- Para Dilthey, el mundo humano no es el mundo de los fenómenos sino el mundo de la acción,
de la voluntad, donde se articulan intencionalidades y significados que no pueden ser
abordados a partir de la traslación del método científico físico-matemático.

Para abordar el mundo humano (geistige Welt) una ciencia necesita de un análisis
gnoseológico fundado éste en una indagación fenomenológica sobre la vida del espíritu
(filosofía de la vida). En pocas palabras, Dilthey resalta como valioso del positivismo su
búsqueda objetiva de la fundamentación científica del conocimiento basado en la conexión
entre las ciencias y el valor de la experiencia.

+(ver si leer eso o no) Algo característico de la filosofía de Dilthey es el constante intento de
evitar cualquier tipo de postulado universal ahistóricos. En este sentido, como se vio, Dilthey
rescata la postulación kantiana de los fenómenos como el establecimiento de un límite para el
conocimiento absoluto (aunque reniega de la noción de cosa en sí como límite lógico absoluto
del conocimiento), pero rechaza el establecimiento de principios universales como los
postulados de la filosofía práctica kantiana y sus nociones de progreso en base al señorío de la
razón.

- El «hombre entero» es un ser que siente, quiere y representa, en su estado de apertura al


mundo establece distintas relaciones con el mundo histórico y el mundo natural, las cuales son
constitutivas de su estructura psíquica y su comprensión del mundo.

Para Dilthey, el mundo humano es el mundo de las manifestaciones o exteriorizaciones del


actuar, del vínculo del individuo con el marco de lo común y con el entorno material. Por
tanto, comprender al individuo es adentrarse no en su psiquis sino en sus expresiones y la
relación que esto tenga con el marco de lo común. La experiencia interna no es pues
experiencia de una psiquis cerrada, sino experiencia de la actividad humana. Por oposición a la
experiencia externa, Dilthey decide denominar como experiencia interna a la acción de la
voluntad y su contacto con el mundo externo, apela así al conjunto de manifestaciones
humanas que comprenden al querer y sentir.

El mundo histórico es, para Dilthey, un mundo activo, el mundo de la voluntad, pero no de una
voluntad abstracta, sino de una voluntad que se constituye en su relación con el medio en que
se encuentra. El principio de fenomenalidad ha permitido apreciar, a partir de su principio de
resistencia, que el individuo toma noción de la existencia del mundo externo no como
resultado de la mera proyección de su conciencia, sino que dicha noción se produce por los
límites que se le presentan al individuo en la consecución de sus fines. La voluntad no crea al
mundo sino que capta su existencia independiente y, a partir de la búsqueda de la realización
de sus fines, se posiciona frente a él.

Para Dilthey, lo común (comunidad y espíritu objetivo) es el marco donde nace el hombre, que
existe antes que él y que existirá después de él. No obstante, todo individuo puede actuar
libremente en base a fines particulares, los cuales chocarán, confrontarán, modificarán o
alterarán la base común sobre la que actúa. Es decir, para Dilthey, el hombre nace en un
mundo común pero no se encuentra sometido inevitablemente a los fines que éste le
imponga. Lo que Dilthey pretende remarcar es que todo hombre se encuentra restringido en
su actuar por su pertenencia a una época determinada, mas no se encuentra atado de
manos.

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