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~.;B.A. Proyectos. Editoriales, S. A .


· . .• .oogibal: Novum organum, sive indicia
' .'.: ~ .· i.ntetpt
. .e1 tatione . naturae et regni hominis.
·. · .., n: ..Cfigtóbal Litrán.
:'~Qt- la, ~nte edición: SARPE, 1984.
·. .T eixeira, 8: 28020 Madrid. ·
~4D cedida · por Editorial Fontanella, S. A.

· ~$ito legal: M. 40.6.41-1984 . .


.N : 84-599-()199-8 (tomo 47.") .
N':· 84r499-~32-1 (obra c9 njpk,:ta)...
.·. ·ied ji) Spain - Impreso. en ESpaña.
··:" ~;· AJtamita, S. A . · ··

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·:·' Í1Q;1r;i~se •er~ro. af ~ue tambi6n na4a tuvi~ .:
· ,;~&ble y dé x:-epugnante p_ara el espíritu de- !
:,larii:gbre~~ . aun estando, como est4. tan. cohibido
· · dlildo. Sin embargo, es justo · que obtengamos ~
,.J.Os . honlbre~. cuando" se trata de una tan gran ~
·.. ~de la$ dQCtrinas y de las ciencias. que aque- ~
·: que quieran juzgár nuestra empresa. ya sea {>or
, ptopio criterio. ya sea en nombre de las autori-
. ~ ·•dn.ütidas, ya por las formas de las demos~­
. (que haD. adquirido a ·la fecha todo el imperio :
( U!syes civiles y criminales), no esperen poderlo ..,
., de pasada a la ligera, sino que se entreguen ·a f.
·-~en serio, qile ensayen el tñétodo que descri- ,
· .': · s • . y esta nueva v~ que consolidamos con tanto ,
· (f.ildo; que se inicien en la sutilidad ~e la ·natura-
, que tan manifiestamente aparece en la ~ :
·. cia; que . corrijan en fin. con la conveniente ma- ~
" : Jos malos hábitos de la intelige:Ocia, que tieneri. ;
' .· ~das rafees, y entonces, cuando sean dueiios'.
.: stJ ~fritu. que usen, si lo desean, de su juicio?:··
·· cado.

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LIBRO PRrMERO

~-:.~ ~<
·.· ,;y.;
1.0 El hombre, servidor ·e intérprete de ·ia · ' ".
rnleza, ni obra ni comprende más que en' ·pr~~:f ..
de sus descubrimientos experimentales y rac;i~~
tmbre las leyes de esta naturaleza; fuera _·de ahí,; ~:!í;
tmbe ni nada ~e. -~ , · :';-/J\~
2.0 Ni la~ sola ni el s · fritu ba,ndqna~·•!:il
111( mismo tienen gran potencia, · eali%ar la ~ o~ ' ,)!;.~
111c requieren ·instrumentos y apxilios que tan· Dé''''
11111 ríos son a la inteligencia como a la man~ i{' · ~..
111lsrna suerte que los instrumentos f1Sicos áce~~ _'
y regulan el movimiento de la . mano; los ins . :·
tos intelectuales facilitan o · discfplinan el cúrsO.::.r··
rspíritu. · . '. . ·::··.:
3.0 La ciencia del hombre es la . medidá:. dé ~·
potencia, porque ignon,ir la causa e~ no po<Íqi' ' ·~
d11cir el efecto. No se~ triunft;t de la natutal ·
c1hcdeciéndola, y o que en a espeeu ac n lléV'.'e: ·~·
11ombré de causa conviértese en regla en la p · · ;'
4.0 Toda la industria del hombre estriba en · .. ..
1'ln1ar las sustancias naturales unas a otras "º ·.1/ ·
1wpararlas; el resto es una operación sét:reta , d4'~~-~~
1111turaleza. •
· · . · :::/;t.~
, ( '' .<":'"..... "':;
5.0 V;>s Q~ · bitualmente se ocup~ en.· . ': · ..•., ...
dones ·-tiaturales son: el meéánico, ·e1· ní6dieo, .~'.· ··
11iuternáf'kQz_ quimista y el mago·; pero -tod'O-ít:-( " :,;;~
rl estado actual de las cosas) lo hacen con'_ ití~i · :.')#;~
fü:nnte esfuerzo y mediano éxito. · .· · '.:_. :.;?'rt?
6 .0 Sería disparé!tada creenéia, que se d¿st~~
por sí misma, esper:p- que lo que jamás_se há;~{~
p11e,_•da hacerst:;. a no ser , ~r medios ·nun~ . ~~~
'1c¡u{ empleados. ·. · · ·,<,- ,,,.. .\'.·?.\~
1 :·· ·.··.t..·: ·~.~.:\n(~~
34 Francis Bacon -"Y· uni O rganum 35

7.0 La industria manual y la de la inteligencia 8e11otro valor que el de las nociones. He aquí por
humana parecen muy variadas, a juzgar por los ofi- ~ si las nociones (y éste . e~ punto fundamental),
cios y los libros . Pero toda esa variedad reposa son confusas debidas a una·. abstracción precipitada~
sobre una sutilidad e xtrema y la explotación de un lo que sobre . ellas se edifica carece de solidez; no
reducido número d e experiensi.~~ha~ llamado -.enemos, pues, confianza más que en una legítima
la atención, y no sobre una abundancia S\lficiente de án.ducción.
principios generales. · 15. Nuestras nociones generales, sea en física,
8.0 Hasta aquí todos nues tros descubrimientos sea en lógica, nada tienen de exactas; las que tene-
se deben ínás bien a l a casualidad y a las enseñanzas JDOs de la sustancia, de la calidad, de la acción, la
de la práctica que a l as ciencias; pues las cie ncias pasión, del ser mismo, no están bie n fundadas; me-
que hoy poseemos no son otra cosa que cierto arre - nos lo están aún las que expresan los términos: lo
glo de d escubrimientos realiza dos . Las ciencias hoy grave, lo ligero, lo denso, lo raro, lo húmedo, lo seco,
no nos enseñan ni a hacer nuevas conquistas ni a · generación, corrupción, atraer, repeler, elemento,
extender nuestra industria. materia, forma, y otros de igual naturaleza, todas
9 .0 El principio único y la raíz de casi todas las estas ideas provienen de la imagiria ción y están mal
imperfecciones de l as ciencias es que, mientras tan- definidas.
to que admiramos y exaltamos falsamente las fuer- 16. Las nociones de las especies últimas, como las
zas d e l humano espíritu, no buscamos e n modo algu- de hombre, perro, paloma, y las d e las percepciones
no los verdaderos auxiliares. inmediatas de los sentidos, como el frío, el calor, lo
10. La naturaleza es diferentemente sutil que blanco, lo negro, no pueden inducirnos a gran error;
nuestros ~eñÜdos y . nuestro espíritu; de suerte que
y sin embargo, la movilidad de la materia y la mez-
todas nuestras bellas meditaciories y especulaciones,
todas las teoría;; por_e l hombre imaginadas, son co- cla de las cosas las encuentran a veces defectuosas.
sas peligrosas, a_. men~, sin embargo, que estemos Todas las otras nociones que hasta aquí ha puesto
sobre aviso. ·· ·7 _ · en juego el espíritu humano, son verdaderas aberra-
11. De la propia s u ert e que las ;ciencias. en su ciones y no han sido deducidas de la realidad por
estado -a <;;tual no p~den servir parg"" el progreso de u.na abstracción y procedimientos legítimos.
la industrla, la : lógic~ que h oy tenemos no puede 17. Las leyes generales no han sido establecidas
servir para el adelanto de la · cienCia'; con más método y precisión que las nociones; esto
12. La lógica ·e n u so es rñ'ás propia para conser- es cierto aun para los primeros principios que da
var y p e rpetuar los errores que se dan en las nocio- la inducción vulgar. Este defecto es, sobre ·todo,
nes vulgares que p ara d escubrir la verdad; de modo apreciable en los principios y en las leyes secunda-
que es más perjudicia l que útil. rias deducidos por el silogismo.
13. No se pide a l silogismo los principios d e la 18. Hasta aquí, los descubrimientos de la cien-
ciencia; en vano se le pide las l eyes intermedias, por- cia afectan casi todos el carácter de depender de las
que es incapaz d e abarcar la naturaleza en su sutili- nociones vulgares; p ara penetrar en los secretos y
dad; liga el espíritu, pero no l as cosas . en las entrañ.as d e la naturaleza, es preciso que,
14. El silogismo se compone de propos iciones, tanto las nociones como los principios, sean- arran-
las proposiciones de términos; los términos no tíe- cados de la realidad por un método más cierto y más
36 Francis Bacon .V~» ·um Org anum 37

seguro, y que el espíritu emplee en todo mejores leyes que en realidaO. .~on _más _f~u:pilia)::es :a_})i. n~t~­
procedimientos. raieza. · -·· ···--·- · --
19) Ni hay ni puede haber más que dos vías 23 . Existe gran dif~rencia e:qtre los ídolos del
para la investigación y descubrimiento de la verdad: espíritu humano y las ideas de la inteligencia divina,
una que, partiendo....d.e)a experiencia y de los hechos, es decir, e:v-tre ci-e_rtas -- .:xanas imaginaciones, y las
se remonta ~n seguiqa a los principios más genera- Yerdaderas marcas y sellas impresos en las criatu-
les, y en virtud'- de esos principios que adquieren ras, tal como ~e les puede descubrir.
una autoridad incontestable, juzga y establece las 24. Es absolutamente imposible que los princi-
leyes secundarias (cuya vía es la que ahora se sigue), pios establecidos por la argumentación puedan exten-
y otra, que de la experiencia y de los :t:i.ecl!os deduce der el campo de nuestra industria, porque la suti-
las leyes, e levándose progresivamente y' sin sacudidas lidad de la· natura leza sobrepuja _ qe .JTiil maneras a
hasta los principios más generales qU:e·· alcanza en la sutilidad de nue stros razonamientos. Pero los prin-
último t érnlino. E.sta es la verdadera vía; pero jamás cipios deducidos de los hechos l egítima mente y con
se la ha puesto en práctica. mesura, revelan e indican fácilmente a su vez hechos
20. La inteligencia, abandonada a sí misma sigue nuevos, haciendo fecundas las ciencias.
la prin1era de dichas vías, que es también el camino 25. Los principios hoy imperantes tienen origen
trazaao por la dialectica; e l espíritu, en efecto, arde en una experiencia superfici~ - ulgar, y en el redu-
en aeseos de llegar a los primeros principios para cido núme:o de hec~os que ií>or sí mismos se presen-
aescansar; apenas ha gustado )a experiencia cuando tan a l a vista; no tienen otfu . p fundidad ni exten-
la aesaena; pero l a dialéctica ha d esenvuelto singu- sión más que la de la experiencia; no s i endo, pues,
larmente toaas esas malas tendencias para dar 1nás de ext~añar que carezcan de virtud creadora. Si por -.;¡
brillo a la argumentación. c~suahdad se pr~senta un hecho que aún no haya \
21. La 1nte11gencia, abandonada a sí misma en sido observado ni conocido, se salva e l principio por l\
un espíritu pruaente, paciente y retlexivo, sobre todo alguna distinción frívola, cuando sería más confor- \U
cuanao no está cohib1ao por las doctrinas recibidas, me a 1a verdad modificarlo. · 1i
intenta tambié n tomar el otro camino, que es eJ.. 26. P ara h a -c er comprender bien nuestro pensa-
cierto; pero con poco éxito, pues el espíritu sin regla '. miento, da1nos a esas nociones racionales que se
ni apoyo es muy desigual y completamente incapaz transportan al estudio de la naturaleza, el no1nbre
de penetrar las sombras de la naturaleza. de Prenoc iones de la naturaleza (porque son modos
LL. Uno y otro método parten de l a experiencia de entender temerarios y prematuros), y a la cien-
y de los hechos, y se apoyan en los primeros princi- cia que deriva de l a experiencia por l egítima vía, e l
pios; pero existe entre ellos una diferencia inmensa, noinbre de Interpretación de la naturaleza.
puesto que el uno sólo desflora de prisa y corriendo 27. Las prenociones tienen potencia suficiente
para determinar nuestro asentimiento; ¿no es cierto
la experiencia y l os hechos, mientras que el otro
que si todos los hombres tuviesen una misma y uni-
hace ae ellos un estudio metódico y profundo; el forme loc ura, podrían entenderse todos con bastante
uno de los métodos, desde el comienzo, establ ece fa¡¡::ilidad?
ciertos principios generales, abstractos e inútiles, \2~. M ás aún, l as prenociones subyugan nuestro
mientras que _<;!! ..~!.1:__0__se eleva gradualmente a l as asehthniento con más imperio que las interpretacio-
_,,...
Francis B acon ·J,1vum O r gan u m 39 !

mist\~;
38
1
derse que se reconozca. como autoridad aquello
nes, porque recogidas sobre un reducido ~~mero de
1110 que se quiere juzgar-:·· '.
hechos, y sobre aquellos que , ~ás familiares . nos
son, hieren in continenti el espintu y l~enan la im~­ 34. Explicar y hacer comprender lo que preten-=·
ginación mientras que las interpretaciones, recogi- demos, no es cosa fácil, pues jamás se comprende
l o que es nuevo, sino por analogía, con lo que es
das aquÍ y allí sobre hechos . muy va!i~dos y dise-
minados, no pueden impresionar subitamente el v iejo.
35. Borgia dijo de la expedición de los france-
espíritu, y deben sucesiv~r:iente ~~!_<:~er~os muy . e s a Italia que habían ido hierro en mano para
_I>_e_x:i~~~~-Y -~~traftas de recibir, casi tan~o como lo~
marcar las posadas y no con armas para forzarlas;
misterios de la fe. <le esta suerte quiero yo dejar penetrar mi doctrina
., · 29. · En Ias .-c.iencias, en que sólo las opiniones y
" n los espíritus dispuestos y propicios a recibirla;
las máximas están en juego, las prenociones ~.la no conviene intentar conversar cuando hay disenti-
dialéctica son de gran uso, porque es del espintu 111iento sobre los principios, las nociones fundamen-
del que se ha de triunfar, y no de la naturaleza. tales y las formas de la demostración.
30. Aun cuando todas las inteligencias de todas 36. El único medio de que disponemos para ha-
las edades aunasen sus esfuerzos e hicieran _concu- cer apreciar nuestros pensamientos, es el de dirigir
rrir todo$ sus trabajos en el transcurso del tiempo, la s inteligencias hacia el estudio de los hechos, de
poco ·podrían avanzar las cie~cia~ ~on la . ayuda de -;us series y de sus órdenes, y obtener de ellas que
las prenociones, porque los e1ercicios me1ores Y la por algún tiempo renuncien al uso de las nociones
excelencia de. los remedios empleados, n() pueden y empiecen a practicar la realidad.
destruir errores radicales, y que han tomado c;a_rta 37. En su comienzo, tiene nuestro método gran
de naturaleza en la constitución misma del espintu. ;1nalogía con los procedimientos de los que defen-
·f 31. Es en vano esperar gran provecho en las d ían la acatalepsia; pero, en fin de cuentas, hay entre
\j\ ciencias, injertando siempre _sobre el antiguo tron- dlos y nosotros diferencia inmensa y verdadera opo-

~
co; antes al contrario, es preciso renovarlo todo, has- s ición. Afirman ellos sencillamente que nada puede
ta las raíces más profundas, a menos que no se :-;aberse; afirmamos nosotros que no puede saberse
quiera dar siempre vueltas en ~l mism~ c~rculo Y rnucho de lo que a la naturaleza concierne, con el
con un progreso sin importancia y casi digno de 1nétodo actualmente en uso; pero por ello quitan
desprecio . los partidarios de la acatalepsia toda autoridad a la
. · 32. No combatimos en modo alguno la gl~ria inteligencia y a los sentidos; y nosotros, al contra-
de los autores antiguos, dejámosles todo su mén_to; do, procuramos y damos auxiliares a uba y a otros.
no comparamos ni la inteligencia ni el talento, s~no 38. Los ídolos (1) y las nociones falsas que han
los métodos; nuestra misión no es la del juez, sino invadido ya la humana inteligencia, echando en ella
la del guía. hondas raíces, ocupan la inteligencia de tal suerte,
33 Preciso es decirlo con franqueza: no se pue- que la verdad sólo puede encontrar a ella difícil
de e~itir juicio acerca de nuestro TI?-étodo, ni acer- acceso; y no sólo esto: sino que, obtenido el acceso,
ca de los descubrimientos por él realizados, en nom-
bre de las prenociones (es decir, de la razón, tal c~mo ( 1) Bacon da este nombre a los errores y a los principios
actualmente se la entiende), pues no puede preten- d e que aquéllos se originan.
40 Franc is Bacon ·. ,. ·u m Org anum 41

) esas falsas nociones, concurrirán a la restauración · 1, · aquellos a quienes cada uno reverencia y admi-
· de las ciencias, y suscitarán a dicha obra obstáculos ' : •. ya sea en razón de la diferencia de las impre-
mil, a menos que, prevenidos los hombres, se pon- . 1, H1es, según que hieran un espíritu prevenido y
gan en guardia contra ellos, en los límites de lo .. ,., itado, o un espíritu apacible y tranquilo y en otras
posible. • i1·cunstancias; de suerte que el espíritu humano, tal
39. Hay cuatro especies de ídolos que llenan el ' · •mo está dispuesto en cada uno de los hombres, es
espíritu humano. Para hacernos inteligibles, los • •'"ª en extremo variable, llena de agitaciones y casi r
designamos con los siguientes nombres: la primera '"' 1be.rnada por el azar. De ahí esta frase tan exactaf-
especie de ídolos, es la de los de la tribu ; la segun- .1 , : Heráclito: que los hombres buscan la ciencia en1¡,
da, los ídolos de la caverna; la tercera, los ídolos del .11s particulares y pequeñ.as esferas, y no en la granl~·
foro; la cuarta, los ídolos del teatro. • ., rera universal. ;l
40. La formación de nociones y principios me- 43. Existen también ídolos que provienen de la
diante una legítima inducción, es ciertamente el ver- 1cunión y de la sociedad de los hombres~ . lo"S) que
dadero remedio para destruir y disipar los ídolos; 'ksignamos con el nombre de ídolos de foro, para
pero sería con todo muy conveniente dar a . conocer ·. i g nificar el comercio y la comunidad de 1 s hogtbres
los ídolos mismos. Existe la misma relación entre un •le que tienen origen. Los hombres se c"o.múnican
tratado de los ídolos y la interpretación de la natu- , -11tre sí por el lenguaje; pero el sentido de las pala-
raleza, que entre el tratado de los sofismas y la lir·as se regula por el concepto del vulgo. He aquí
dialéctica vulgar. ¡>or qué. )~ .il)._t.e.ligencia, a la que deplo.!'.:~Ql~~~ilf.tf"
4-h. Los ídolos de lktribtt tienen su fundamento ·....: impoge. una l~rigua ~ ro.al . _coP.stitui_da, . se . _si~nt~ ~
en l<!..-Ánisma naturaleza"'· del) hombre, y en la tribu 11 nportu11ada .de ext_raña manera. Las definiciones
o el género humano. Se afirma erróneamente que v explicaciones de que los ...sabios acostumbran pro-
el sentido humano es la medida de las cosas; muy al \'c cl'se y armarse anticipadamente en muchos asun-
contrario, todas las percepciones, tanto de los sen- 1' is, no les libertan por ello de esta tiranía. Pero las
tidos como del espíritu, tiene más relación con noso- p . ilabras hacen violencia al espíritu y lo turban todo,
tros que con la naturaleza. ·El entendimiento huma- v los hombres se ven lanzados por las palabras a
no es con respecto a las cosas, como un espejo ,.<>ntroversias e imaginaciones innumerables y vanas.
infiel, que, recibiendo sus rayos, mezcla su propia 44. Hay, finalmente, ídolos introducidos en el
naturaleza a la de ellos, y de esta suerte los desvía •·s píritu por los diversos sistemas de los filósofos y
y corrompe. / .... -·- '"s malos métodos de demostración; llamámosles
42. Los ídolos de la /caver~ tienen su funda- 1doles del teatro, porque cua:r:itas filosofías hay h~s"'.
mento en la naturaleza i~dÍ~idual' de cada uno.; pues t.t la fecha inventadás_- y ácreditadas, son, según noso-
todo hombre independientemente de los errores 11·os, otras tantas piezas creadas ·· y representadas
comunes a todo el género humano, lleva en sí cierta · ·ada una de las qué contiene un mundo imaginario
caverna en que la luz de la naturaleza se quiebra y v teatral. No hablamos sólo de los sistemas actual-
es corrompida, sea a causa de disposiciones natu- 111ente extendidos, y de las antiguas sectas de filoso-
rales particulares de cada uno, sea en virtud de la l'ia ; pues se puede imaginar y componer muchas
educación y del comercio con los otros hombres, "tras piezas de ese género, y errores completamente
sea a consecuencia de las lecturas y de la autoridad diferentes tienen causas casi semejantes. Tampoco
42 Francis Bacon ._-u vum Organum 43

queremos hablar aquí sólo ~e los sistem~s ?e. filo- :1 utoridad de sus queridos prejuicios. Me agrada \
sofía universal, sí que también de los principios Y 111ucho la respuesta de aquel a quien ensefíándole .:
de los axiomas ( 1) de las diversas ciencias, a los que •.-o l gados en la pared de un templo los cuadros voti- ¡
la tradición, una fe ciega y la irreflexión, han dado v< )s de los que hap.fan escapado del peligro de nau- \/
toda la autoridad. Pero es preciso hablar más exten- r.·agar, como se 1~ 1apremiara a declarar en presen-
sa y explícitamente de cada una de esas especies de , ·ia de tales testimonios si reconocía la providencia l
ídolos, para que el espíritu humano pueda preser- d e los dioses, contestó: «¿Pero dónde se han pintado ,
varse de ellos . l os que, a pesar de sus oraciones, perecieron?» Así (,
, 45. El espíritu humano se siente inclinado natu- .-s como procede toda superstición, astrología, inter- ·
1ralmente a suponer en las cosas más orden y seme- pretación de los e nsueños, adivinación, presagios; los
¡ janza del que en ~s encuentra; y mientras que la h o mbres, maravillados de esas especies de quimeras,
! naturaleza está llena -de excepciones y de diferen- l o man n e · ~.Jas pre_dicciones realizadas; pero de
\ cias, el espíritti ve por doquier armonía, acuerdo y l a s otras,/ xná .: numerosa~ en que el h e cho no s e rea-
\ similitud. De ahí la ficción de que todos los cuerpos l iza n, pre · den pór completo. Es éste un azote que
¡ cele_st~escriben al moverse círculos perfect~s; de p e netra más sutilmente aún la filosofía y las cien-
~ línea espirales y tortuosas, sólo se admite el c ias; desde el punto en que un dogma es recibido en
~IÍ nombre. De ahí la introducción del elemento del e llos, ~~~~1,!_~aU.za _cuan!o le es cc,mtra_x:_l<?..! sean los
\ fuego , de su órbita, para completar la simetría con que ruesen la fuerza y la razón que se les opongan,
los· -c:;tros tres que descubre la experiencia. De ahi v las somete a su antojo. Y aun cuando el espíritu
también la suposición de que son los elementos, no tuviere ni ligereza, ni debilidad, conserva siempre
siguiendo una escala de progresión ascendente, diez una peligrosa propensión a ser más vivamente im-
veces más lige•s unos que otros; y de ahí, final- presionado por un hecho positivo, que por un expe-
mente tantos otros s ueños de este género. Y- no son .-imento negativo, mientra~. . ,.-- '< que regularmente debe-
sólo l~s principios los que se puede encontrar qui~
.......,
ría prestar tant9'-·Cr,édito · a uno como a : otro, y que~
xn,éricos, sí que también las mismas nociones ( ~- p o r lo contrario, e·~Jrincipalmente en la expei-ieñéía
<'.___46. El espíritu humano, una vez que lo ha1y-redu- n egativa donde s~, ·éncuentra el fundamento de los .
cido ciertas ideas, ya sea por su encanto, ya por el verdaderos principios. ·
imperio de la tradición y de la fe que se les presta, 47. Maravíllase el espíritu humano sobre todo
vese obligado a ceder a esas ideas poniéndose de de los hechos que se_ le presentan juntos e instantá-
acuerdo con ellas; y aunque las pruebas que des- 11e amente, y ~e--q1:fé___ de drdinario está llena la imagi-
mienten esas i.deas sean muy numerosas y conclu- nación; una \~endencia cierta, pero imperceptible, le
tes, el espíritu o las olvida, o las desprecia, -~ inclina a su¡j-o_ner y a creer que todo lo demás se
_ ~~ distinción _las _aparta y rech~a, no sin grav~ asemeja a aquellos hechos que le asedian; por natu-
_ __ o; pero preciso le es conservar mcólume toda la raleza es poco afecto a ~ aquellos experimen-
1os desusados y que se""apartan' de las sendas traza-
das en que los principios vienen a probarse como al
(1) La palabra está empleada aquí por Bacon como sinó- r uego; es además poco hábil para tratarlos a menos
nimo de principio, hipótesis, opinió:i:i. lo cual, corno observa
muy juiciosamente el p~ofesor Lorq1;1e~, _traductor francés ~e <iue reglas de hierro, y una autoridad inexorable no
esta obra, a quien seeuunos, es un mutil abuso de lenguaJe. ; le obliguen a ello.
44 Franc is B a c on · 1·111n Org anurn 45

48. El espíritu humano se escapa sin c esar y · ''" · Je restringen por que p o n e n límites a su e s p e -
jamás puede encontrar ni descans o ni límites; siem- ' . 11•za; las más altas l eyes d e l a naturaleza, porque
pre busca inás allá, pero e n vano. Por e s o es por lo • • "11.rarían sus supersticiones; la luz de la experien-
que no puede comprenderse que e l mundo terrnine , 1.1 , por soberbia, arrog anci a, porque no aparezca
en alguna parte, e imag inar límites sin concebir 1
1. i n~e.ligencia ~cupándose en o bje tos desprecia bles
alguna cosa hacia el otro l ado. Por eso es tambié n ' l 11 g1~1~os; las i deas extraord inari as, porque hieren
por lo que no se puede comprender có1no haya 1.•.. op1n.1ones vulgares; en fin, innumerables y secre-
transcurrido una eternidad h a sta e l día, pues la ' · 1•; pasiones l~ e~a~• a l espíritu por todas partes· y
distinción que habitualm.ente se e mplea de e l infinito · · •1 -rompen el JUICIO.
ante rior y el infinito p oste rio r (infiniturn a parte 50. P ero la · f uente m ás grande de errores y difi-
ante y a parte post) es d e t o do punto insostenible, 11l Lade s para e l espíri t u humano se encuentra e n
pues se deduciría d e e llo que h ay un infinito m ayor l. 1 ¡~ rosería, l a imbecilidad y l as a berraciones de l os

que otro infinito, que lo infinito tiene término y se · .. ·11Lidos, que dan a las cos as que les llama la aten -
convierte así en finito. La divisibilidad has ta lo infi- , ,.-,n más importancia que a aquellas que no se la
nito de la línea nos lleva a una confusión s e m e jante 11.1 m a n inmediatamente , aunque las últimas la ten-
que proviene del movimie nto s in t érmino d e l pen- i-. 111 e n realidad m ayor que l as otras . No va m ás a llá
samiento. Pero donde esa impote ncia para d eten e r s e • 1 espíritu que e l o j o; tambié n l a observación de lo
• 111c es invisible e s compl e tamente nula o poco me-
originan los mayores inc onvenie ntes es en la inves-
tigación de las causas; pues mientras que las l eyes '" '" · P o r esto todas l as ope racion es d e los espíritus (1)
más generales de la n a turaleza deban s e r h echos • •1 los c uerpos t a _ng ible s nos escapan y quedan i g no-
primitivos (como lo son en efecto), y cuya causa ' . odas. No advertimos tampoco e n las cosas visibles
no existe, · realmente el espíritu humano, que no 1. .-; can•bios insensibles de es tado, que de ordinario
puede detenerse en parte alguna, busca todavía algo l l. 1ni.amos alteraciones, y que son e n e fecto un trans-
más claro que esos hec hos. Pero sucede entonces 1 " 11·t e de las partes m ás tenues. Y sin embarg o, si
' " > s e. conoce y saca a luz esas operaciones y esos
que queriendo remontarse m~'s · en la naturaleza,
desciende hacia el hombre, al dirigirs e a las causas · : 11nb1os, nada grand e p uede producirse en la natu-
finales, causas que existen más en nuestra mente ' .1le za en mater!a d e industria. Por otra parte, la
1•. 1turaleza d e l aire y d e todos los cuerpos m ás lige-
que en la realida d, y cuyo estudio ha corrompido
de rara manera la filos ofía. Hay tanta impericia y 1• >s que e l aire (~ hay muchos) nos es casi por
ligereza en investig ar la causa de los hechos más · • >1nple to ~es~onoc1d a. Los sentidos por sí m ismos
generales, como en no investigar la de los h echos • •n r;iuy limitados y con frecue n cia nos e n gafian,
que tiene el carácter de secundarios y derivados. · los i n s trume ntos no pue d e n darle s mucho alcance y
49. El espíritu humano no recibe con sinceri- l111 11 r a ; pero toda v e rdade ra inte rpretación de l a
dad la luz de las cosas, s ino que m e zcla a ella su
voluntad y sus pasiones ; así es como se hace una (1) . E n e l 07i í?i!1al lat ín : Omnis operat io spirituutn in
· · •rpo nbus tangi bzlzbus, B a con dis ting u ía e n todos los c u er-
ciencia a su gusto, pues la verdad que más fácil- 1" 1 s una parte grosera y t a n g ible, y una parte volátil e im-
mente admite el hombre, es la que d e sea. Rechaza · 1 .. 1 l pables eran l os espíritus de Ja escu e la. Insis t e a m e nudo
las verdades difíc iles de alcanzar, a causa de su "«' r e a _de e s os espíritus y d e sus operaciones, que describe
impaciencia por llegar al resultado; los principios • 11 e l libro II. (Nota d e L orque en la t r aducción francesa.)
46 Francis Bacon \nvuni Organum 47

naturaleza descansa sobre el examen de los hechos • t1os favoritos; obsérvase esto claramente en Aris-
y ·sobre las experiencias preparadas y concluyentes; ¡,'¡teles, que esclavizó de tal s u e rte la filosofía natural
en este método, los sentidos juzgan de la experiencia . • s u lógica, que hizo de la primera una ciencia
solamente, y la experiencia de la naturaleza y del : •oco menos que vana y un campo de discusiones.
objeto por conocer. 1 .os químicos, con algunos ensayos en el hornillo,
51. El espíritu humano por naturaleza, es incli- l 1: m construido una filosofía imaginaria y de limi-
nado a las abstracciones y considera como estable t; 1do alcance; aún más, Gilberto ( 1 ), después de
lo. que está en continuo cambio. Es preferible frac- l1; 1ber observado la s propiedades del imán con
cionar la naturaleza que abstraerla; esto es lo que • 1 ' c nción exquisita, se hizo in continenti una filosofía
hace la escuela de Demócrito, que ha penetrado "'' armonía perfecta con el objeto de que su espíritu
mejor que cualquiera otra en la naturaleza. Lo que ""taba poseído. ·
hay que considerar es la materia, sus estados y sus 55. La distinción más grave, y e n cierto modo
cambios de estado, sus operaciones fundamentales, 1 • mdamental, que se observa en las inteligencias,
y las leyes de la operación o del movimiento; en 'dativa a la filosofía y a las ciencias, es que unos
cuanto a las formas, son invenciones del espíritu 1ic n e n mayor actitud y habilida d para apreciar las
humano, a menos que se quiera dar el nombre de • ti [erencias de las cosas, y otros para apreciar las
fopn:as. a esas leyes de las operaciones corporales. ..,·n1ejanzas. Los espíritus fuertes y penetrantes pue-
52. He ahí los ídolos que nosotros llamamos de , le n fijar y concentrar su atención sobre las diferen-
la ·tribu, que tienen su origen o en la regularidad , ias a un las más sutiles; los espíritus elevados y que
inherente a la esencia del humano espíritu, en sus 1 :i:r.onan, disting uen y reúnen las semejanzas más .
prejuicios, en su limitado alcance, en su continua • ' 1 s ig nifican t es y generales de los seres: una y otra
inestabilidad, en su comercio con las pasiones, en la • tase de inteligencia cae fácilmente en el exceso,
imbecilidad .de los sentidos, o en el modo de impre· 1'1·rcibiendo o puntos o sombras.
sión que recibimos de las cosas. 56. Hay espíritus llenos de admiración por todo
53. Los ídolos de la caverna provienen de la 1, • antiguo, otros de pasión y arrastrados por la nove-
constitución de espíritu y de cuerpo particular a ' i.1d ; pocos h ay d e tal suerte constituidos que puedan
cada uno, y también de la educación de la costum- " 'antenerse en un justo y medio y que no vayan a
bre, de las circunstancias. Esta especie de errores "" tir en brecha lo que los antiguos fundaron de
es muy numerosa y variada; indicaremos, sin em- '>t 1cno y se abstengan de despreciar lo que de razo-
bargo, aquellos contra los que es más preciso pre- · 11 ; i b l e aportan a s u vez los modernos. No sin gran
caverse, y que más perniciosa influencia tienen sobre t ll' rjuicio para la filosofía y las ciencias, se hacen
el espíritu, al cual corrompen. 1, •<> espíritus más bien partidarios que jueces de lo
54. Gustan los hombres de las ciencias y los estu- . 11 1tig uo y de lo nuevo; no es a la afortunada condi-
dios especiales, bien porque se crean sus autores o ' ''"n de uno u otro siglo, cosa mudable y perecedera,
inventores, o · bien porque les hayan: consagrado mu- . • lo que conviene pedir la verdad, sino a la luz de
chos esfuerzos y se hayan familiarizado particular-
mente con ellos. Cuando los hombres de esta clase (1) Médico y físico inglés, cuya especialidad eran los es-
se inclinan hacia la filosofía y las teorías generales, : ' ••dios acerca del magnetismo. Florecía en el siglo XVI y fa-
las corrompen y alteran a consecuencia de sus estu- ". 1k ció en el afio 1603.
48 Franc is Bac on · , ·• 11m Org anum 49

la experiencia y de la naturaleza, que es externa. .i, ·1c rminado según el alcance de la inteligencia vul-
Preciso es, pues, renunciar a esos entusiasmos y 1·: 11·, y el lenguaje corta la naturaleza por las líneas
procurar que la inteligencia no reciba de ellos sus • t 11 c dicha inteligencia aprecia con mayor facilidad.
convi~ciones. 1 11 a ndo un espíritu más perspicaz o una observación
57 .~' El estudio exclusivo de la naturaleza y de 111:'1s atenta quieran transportar esas líneas para
los cuerpos en sus elementos, fracciona en pedazos, l 1: 1rmonizar mejor con la realidad, dificúltalo el len-
en cierto modo, la inteligencia; el estudio exclus:i .vo ;•11aj e ; de donde se orig ina que elevadas y solemnes
de la naturaleza y de los cuerpqs en su composición . ontrovers ias de ho1nbres doc tísimos, degeneran con
y en su disposición g~neral, sume al espíritu en una t n .:c uencia en disputas s obre palabras, siendo así
admiración que le enerva. Esto se ve bien claro com- • ¡ 11 e valdría IJ1Ucho más come nzar siguiendo la pru-
parando la escuela de Leucipo y Demócrito con las • k nte costumbre de los m a temáticos, por cerrar la
otras sectas filosóficas: aquélla se preocupa de modo ¡ 111e rta a toda discus i ó n, definiendo rig urosamente
tal de los elementos de las cosas, que olvida los com- los t é rnlinos. Sin emba r g o, e n cuanto a las cosas
puestos; las otras, tan extasiadas se quedan ante los 111a t e riales, las definiciones no pue den remediar este
compuestos, que no pueden llegar a los elementos. 111a l, porque las definiciones s e hacen con palabras,
Conviene, pues, que estos estudios sucedan unos a v l as pala bras engendra n las pala bras; de tal suerte,
otros y cultivarlos alternativamente, para que la que es necesario recurrir a los h e chos, a sus series y
inteligencia sea a la vez vasta y penetrante, y se pue- :1 s us órdenes, como diremos una vez que hayamos
da evitar los inconvenientes que hemos indicado y 1lcga do al método y a los principios según los cua-
los ídolos que de ellos provienen. k s d e be fundarse las nociones y las leyes generales.
58. He aquí las precauciones que es necesario 60. Los ídolos que son impuestos a la inteligen-
tomar para alejar y disipar los ídolos de la caverna, ,· ia por el leng uaje, son de dos especies: o son nom-
que provienen ante todo del predominio de ciertos hr.es de cosas que no e xis ten (pues lo mismo que hay
gustos, de la observación excesiva de las deseme- 1
, ·osas que care c e n d e nombre porque se los ha ob-
janzas o de las semejanzas, de la excesiva admiración ->c rva do, hay nombres que c a r e cen de cosa y no
a ciertas épocas; en fin, de considerar demasiado <lesi g nan m á s que s ueños de nuestra imag inación),
estrechamente, o de un modo con exceso parcial las o s on nombre s de cos a s que e xiste n, pero confus as
cosas. En general, toda inteligencia, al estudiar la y m a l definidas, que r e posan en una a pre ciación de
naturaleza, debe desconfiar de sus tendencias y de la naturale za d e mas i a do lig era e incompleta; de la
sus predilecciones, y poner en cuanto a ellas se re p r i mer a espe cie s o n l as expresione s siguiente s: for-
fiera, extrema reserva, p a ra conservar a la inteli- 1 una, prime r m ó vil, o r bes pla n e t a rio s , e l e m en to d e l
gepcia toda su sinceridad y pureza. f u ego, y otras fic ciones de idé ntica naturáleza, cuya
\ 59.¡ Los más peligrosos de todos los ídolos, s on :·a íz e s t á en f a l sas y van as t e o r í as .
ló5' ct'el foro, que llegan al espíritu por su alianza Esa e spe cie d e í dol os , e s la que con mayor facili-
con el lenguaje. Los hombres creen que su razón <la d se d e struye, pue s se la pue de reducir a la nada,
manda en las palabras; pero las palabras ejercen a f)ermane cie ndo r esu e lta y con s t a nte mente alejada de
menudo a su vez una influencia poderosa sobre la l as teorías.
inteligencia, lo que hace la filosofía y las ciencias Pero la otra e spe cie, formada por una abstraccióh
sofisticad,as y ociosas. El sentido de las palabras es torpe y viciosa, ata m á s perfectamente nuestro es-
50 Fran.cis Bacon '\/, •vttrn Organum
,..... --. 51

píritu en el que tiene hondas raíces. Escojamos, por 61. En cuanto a los ídolos del teat!:º• no son
ejemplo, esta expresión, lo húmedo, y veamos qué "inatos en nosotros, ni furtivamente iñtróducidos en
relación existe entre los diversos objetos que signi- ..f e spíritu, sino que son las fábulas de los sistemas
fica; veremos que esa expresión es el signo confuso v los malos métodos de demostración los que nos los
de diversas acciones que no tienen relación verdade- imponen. Intentar refutarlos, no sería ser conse-
ra y no pueden reducirse a una sola. .-uente con lo que antes hemos expuesto. Como no
Pues entendemos con ella, lo que en sí es inde- .-·; tamos de acuerdo ni sobre los principios, ni sobre
terminado y carece de consistencia; lo que se extien- d modo de demostración, toda argumentación es
de fácilmente alrededor de otro cuerpó, lo que fácil- imposible. Buena fortuna es, nada quitar a la gloria
mente cede de todos lados, lo que se divide y se dis- d e los antiguos. Y en nada atacamos su mérito, pues-
persa con facilidad; lo que se une y se reúne fácil- ' o que aquí se trata exclusivamente de una cuestión
mente, •lo que fácilmente corre y se pone · en movi- 'le método. Como dice el proverbio: antes llega el
miento; lo que se adhiere fácilmente a otro cuerpo «Ojo que está en buen Camino, que el corredor que
y lo humedece; lo que se funde fácilmente y se re- 110 está en él. Es también evidente que cuando se
duce a líquido, cuando ha tomado una forma sólida. va por· camino extraviado, tanto más se desvía uno,
He aquí por qué cuando se aplica esta expresión, si c uanto es más hábil y ligero.
la tomáis en un sentido, la llama es húmeda, si en Es tal nuestro método de descubrimientos cien-
otro, el aire no es húmedo; en un tercero, el polvillo ' íficos, que no deja gran cosa a la penetración y al
es húmedo; en otro, el vidrio es húmedo~ de manera vigor de las inteligencias, antes bien las hace a to-
que se reconoce sin esfuerzo que esta noción ha sido das aproximadamente iguales. Para trazar una línea
tomada del agua y de los líquidos comunes y vulga- r·e cta o describir un círculo perfecto, la seguridad de
res, precipitadamente y sin ninguna precaución para la mano y el ejercicio, entran por mucho en ello,
comprobar su propiedad. s i nos servimos de la mano sola; pero son de poca o
En las palabras hay ciertos grados de imperfec- ninguna importancia si empleamos la regla o el
ción y de error. El género menos imperfecto de to- c ompás: así ocurre en nuestro método. Pero aunque
dos es el de los nombres que designan alguna subs- de nada sirva refutar cada sistema en particular,
tancia determinada, sobre todo en las especies infe- c onviene decir, no obstante, una palabra de las sec-
riores, y cuya existencia está bien establecida (pues tas en general y de sus teorías, de los signos por que
tenemos de la creta, del barro, una noción exacta; puede juzgárselas y que las condenan, y tratar" un
de la tierra una falsa); una clase más imperfecta es poco de las causas de tan gran fracaso y de un acuer-
la de los nombres de acciones, como engendrar, co- do tan prolongado y general en el error, para facili-
rromper, alterar; la más imperfecta de todas es la de tar el acceso a la verdad, y para que el humano
los nombres de cualidades (a excepción de los obje- e s píritu se purifique de mejor grado y arroje los
tos inmediatos. de nuestras sensaciones) como lo ídolos.
grave, lo blando, lo ligero, lo duro, etc. Sin. embargo, 62. Los ídolos del teatro, o de los sistemas, son
entre todas esas diversas clases, no es difícil encon- numerosos: pueden serlo más aún, y lo serán tal
trar nociones mejores unas que otras, según la vez un día; pues si durante muchos siglos los espí-
extensión de la experiencia que ha impresionado los ritus no hubiesen sido absorbidos por la religión ·y
sentidos. la teología; si los Gobiernos, y sobre todo las mo-
52 Francis Bacon , ,., ·1.11n Org anuni 53

narquías, no hubiesen sido enemigos· de ese género . il 1(unos han llevado la locura hasta pedir la ciencia
de novedades, aún puramente especulativas hasta l '" c invocaciones a los espíritus y ·ª los genios.
punto tal, que los hombres no podían entregarse a Así, pues, todas las falsas filosofías se reducen a
ellas sin riesgo ni peligros, sin reportar beneficio 1 n~ s clases: la sofística, la empírica y la supersticiosa.
alguno, antes bien, exponiéndose por ello al des- 63. Un ejemplo muy manifiesto del primer géne-
precio y al odio, hubiérase visto nacer, sin duda al- , .., , s e observa en Aristóteles que ha corrompido la
guna, muchas otras sectas de filosofía semejantes a l 1losofía natural por su dialéctica; construye el mun-
las que en otro tie·mpo florecieron en Grecia con • lo con sus categorías; atribuido al alma humana esa
gran variedad. De la misma suerte que sobre los fe- 11oble substancia, una naturaleza expresada por tér-
nómenos del espacio etéreo se puede formular va- 111inos de segunda intención; zanjado la cuestión de
rios temas celestes, sobre los fenómenos de la filo- 1,, d e nso y de lo raro que dan a los cuerpos mayores
sofía, aún con mayor facilidad se puede · organizar · •' inenores dimensiones en extensión, por la pobre
teorías diversas, teniendo las piezas de este teatro distinción de la potencia y del acto; dado a cada
con las de los poetas el carácter común de presen- , 11e rpo un movimiento único y particular, y afirma-
tar los hechos en las narraciones mejor ordenadas ' lo que, cuando un cuerpo participa de un segundo
y con más elegancia que las narraciones verídicas de 111ovimiento, proviene éste del exterior, e impuesto
la historia, y de ofrecerlos tal como si fueran hechos ;, la naturaleza otra infinidad de leyes arbitrarias.
a medida del deseo. Sie rnpre han atendido más a dar cierto aparato de
En general, dan esos sistemas por base a la filo- lóg ica a sus respuestas y dar al espíritu algo de posi-
sofía algunos hechos de los que se exige demasiado, 1 ivo en los términos, que de penetrar en la realidad,
o muchos hechos a los que se exige muy poco; de L's to es lo que más llama la atención comparando su
suerte que, tanto en uno como en otro caso, la tilosofía con los otros sistemas en predicani.ento
filosofía descansa sobre una base excesivamente <'ntrc los griegos. En efecto: las homeomerías de
estrecha de experiencia y de historia natural, y sus J\naxógora, los átomos de Leucipo y Demócrito, el
conclusiones derivan de datos legítimamente dema- c ie lo y la tierra de Parménides, el odio y la amistad
siado restringidos. Los racionalistas s.e apoderan de de Empédocles, la resolución de los cuerpos en el
varios experimentos, los más vulgares, que no com- d e mento indiferente del fuego, y su vuelta al estado
prueban con escrúpulo ni examinan con mucho cui- de densidad, de Heráclito, revelan su filosofía natu-
dado, y ponen todo el resto en Ja meditación y las cal, y tienen cierto sabor de experiencia y realidad,
evoluciones del espíritu. mientras que la física de Aristóteles, no contiene de
Hay otra suerte de filósofos que, versados exclu- ordinario otra cosa más que los términos de su
sivamente en un reducido número de conocimien- dialéctica, dialéctica que más tarde rehizo bajo el
tos en que se absorbe su espíritu, s.e atreven a de- nombre ni.ás solemne de metafísica, en la que, según
ducir de ellos toda una filosofía, reduciéndolo todo 61, debían desaparecer por completo los términos
de viva fuerza y de rara manera a su explicación fa- ante la realidad. Y nadie se maraville acordándose
vorita. lle que sus libros sobre los anin-zales, los problemas
Una tercera especie de filósofos existe, que intro- y otros tratados también, están henchidos de hechos.
duce en la filosofía la teología y las tradiciones, en Había comenzado Aristóte les por establecer princi-
nombre de la fe y de la autoridad. De entre éstos, pios generales, sin consultar la experie ncia y fundar
54 Francis Bacon ·i·u m Organum 55

legítimamente sobre ella los principios, y después ldus ofía sofística es batalladora, aprisiona el esp1r1-
de haber decretado a su antojo las leyes de la natu- 111 en sus lazos; p ero esa otra filosofía, hinchada de
raleza, hizo de la experiencia la esclava violentada de 11 n a ginación, y que se asemeja a la poesía, engafia
su sistema; de manera que a este título, merece aún 11 1ucho más al espíritu. Hay, e n efecto, en el hom-
más reproches que sus sectarios modernos (los filó- 1>1·e, cierta ambición de inteligencia io mismo que de
SQfos escolásticos) que han olvidado la experiencia ,·oluntad, sobre todo en los espíritus elevados. Se en-
por completo. ' ·11entran en Greda ejemplos palpables de ese género
64. Pero la filosofía empírica ha dado a luz opi- d e filosofías, particularmente en Pitágoras, en el que
niones más extrafias y monstruosas que la filosofía 1: 1 s uperstición es de las más grandes y groseras; en
sofística y racionalista, porque no se fundaba en Platón y en su escuela, en que es a la vez más ma-
la luz de las nociones vulgares (luz débil y super- 1 1 i fiesta y peligrosa. Se encuentra también la supers-
ficial, es verdad, pero en cierto modo universal y de 1 ición en ciertas partes de los otros filósofos, en las
gran alcance) sino en los límites estrechos y oscuros q ue se han introducido l as formas abstractas, las
de un reducido número de experimentos. Por esto • ::iusas finales y las causas primeras, y e n l as que se·
es por lo que semejante filosofía, a los ojos · de los u rnite las causas medias y otras cosas importantes.
que pasan la vida haciendo ese género de experi- Toda precaución para huir de tal peligro es poca;
mentos y tienen de ellos infestada la imaginación, pues la peor cosa del mundo, es la apoteosis de los
digámoslo así, parece verosímil y casi cierta; a los " crores, y debe considerarse como e l primer azote
ojos de los otros inadmisible y vana. · Encontramos del espíritu, la autoridad sagrada concedida a vanas
de ello un ejemplo notabl!;'! en los sistemas de los 1ic ciones. Algunos modernos han incurrido en ese
químicos; pero en la época presente en parte alguna d e fecto con tal ligereza, que h an intentado fundar
se encontraría, a no ser en la filosofía de Gilberto. la filosofía natural sobre e l primer capítulo del Gé-
Sin embargo, no deja de ser muy importante ponerse nesis, el libro de J ob, y otros tratados de la Santa
en guardia contra .tales sistemas, pues prevemos y Escritura, interrogando la muerte en medio de la
auguramos ya que, si el espíritu humano · excitado v ida. Es tanto más necesario que la mezcla impura
por nuestros consejos, seriamente se vuelve hacia 1 le l as cosas divinas y las humanas, sale no sólo una

la experiencia, despidiéndose de las doctrinas sofís- lilosofía quimérica, sí que también una religión heré-
ticas, entonces por su precipitación, por su atrac- tic a. Es, pues, un precepto muy saludable, contener
ci6ri prematura y el salto, o mejor dicho, el vuelo la intemperancia del espíritu, no dando a la fe sino lo
por el que se elevará a las leyes generales y a los <¡u.e es materia de fe. -
principios de las cosas, se le ofrecerá peligro cons- 66. Acabamos d e hablar de la mala autoridad
tante de caer en ese género de sistemas, por lo que, de las1' filosofías que están fundadas en nociones vul-
desde ahora, debemos salir al paso de ese peligro. g a r es, en reducido número de experimentos, o sobre
65. La filosofía corrompida por la superstición la s uperstición . P ero conviene también decir algu-
e invadida por la teología, es el peor de todos los 1ias palabras de la falsa dirección que de ordinario
azotes, y el más temible para los ·s istemas en con- loma la contemplación del espíritu, sobre todo en
junto o pára sus diversas partes. El espíritu huma- Ja filosofía natural. El humano espíritu adquiere fal-
no no es menos accesible a las impresiones de la sas ideas al ver lo que antecede en las artes mecá-
imaginación que a las de las nociones vulgares. La nicas, en las que los cuerpos frecuentemente se
56 F ranc is B acon u 111 Organ.urn 57

transforman por composición y reparación, y se , ·•1 templa e inves tiga los princ1p1os pasivos de las
imagina que algo semejante se verifica en las ope- . •"·as, de los que se originan los hechos y no los
raciones de la naturaleza. De ahí se ha originado la 1 •1 in c ipios activos, por los cuales, los hechos s e rea-
ficción de los elementos y de su concurso para com- l 1/.: tn. Los primeros, en efec to, son buenos para los
poner los cuerpos naturales. Por .otra parte, cuando • l 1·.cursos; los segundos; para l as operaciones. Esas
conte.mpla el hombre el libre juego de la naturaleza, . 11 -.. Linc iones vulgares del movimiento en generación,
muy pronto encuentra las especies de las cosas, de , , 11-rupción, aunien.to, disniinución, alterac ión y trans- .
los animales, de las plantas, de los minerales; y de 1" 11·te, recibidas de la filosofía natural, no son de
; ahí va fácilmente a pensar que existen eri la natura- "1 11 idad alguna. Ved , si no, todo lo que s ignifican:
, leza formas primordiales de las cosas que se esfuerza ·.1 un cuerpo, sin e xpe rime ntar otra alteración, cam-
~ por 1 realizar en sus obras, y que la variedad de los 1. ,, , de lugar, hay transporte ; si, conservando su lu-
1 individuos proviene de los obstáculos que encuentra ". 11· y su espacio, cambia de calidad, hay alteraciones;
la naturaleza en su trabajo, de sus aberraciones, o .1 de ese cambio resulta que l a masa y la cantidad
del conflicto de las diversas especies y de · una como . 1. ·1 cuerpo no es la misma, hay movimiento de
' fusión de las unas con las otras. . •11~nento o disminución; si r esulta cambiado hasta
' La primera idea nos ha valido las cualidades pr_i- .. 1 punto de p erder su especie y su substancia to-
meras elementales; la segunda, las propiedades ocul- 111:1ndo otra, hay generació n o corrupción. Pero estas
tas y las virtudes específicas; una y otra llevan a un ... 1n consideraciones completamente vulgares sin raíz
orden de vanas explicaciones en el que se apoya el .-11 la naturaleza ; son sólo l as medidas y los perío-
espíritu, creyendo juzgar de una sola mirada las , 1. >S, no las especies d e l movimie nto. Nos hacen com-
cosas y que le apartan de los conocimientos sóli- p 1·c nder bien el has ta dónde, pero no el cónio ni de
dos. Los médicos se consagran con más fruto al •111é fuente. Nada nos dice n de las secretas atraccio-
estudio de · las cualidades segundas de las cosas y 11,·s o del movimiento insensible de las partes; sólo
al de las operaciones derivadas, como atraer, repel.er, . 11:.indo el movimiento p resenta a los sentidos de una
disminuir, espesar, dilatar, estrecha1·, resolver, pre- 111anera grosera los cuerpos e n otras condiciones que
cipitar y otras semejantes; y si no corrompieran por l.1 ...; que antes afectaban, es cuando establecen dicha
esas dos nociones generales de cualidades elemen ta- • l 1v isión. Cuando los filósofos quieren hablar de las
les y de virtudes específicas, todas las que están . . 1usas de los movimie ntos y dividirlos conforme a
bien fundadas, refiriendo las cualidades segundas a -. 11s causas, presentan por toda dis tinción, con ne-
las cualidades primeras y a sus cuerdas sutiles e .· Ii gcncia extraña, l a del movini.ien to natural o vio-
inconmensurables; si olvidando proseguirlas hasta l : · 11 to ; dis tinción e nteramente vulgar, pues e l movi-
las cualidades terceras . y cuartas, pero rompiendo 111 icnto violento no es en realidad más que un mo-
torpemente la contemplación, sacarían ciertamente ' i1niento natural, por el cual , un agente exterior
mayor partido de sus ideas. Y no es solamente en 1 .. >ne, por obra suya, un cuerp o e n distinto estado
las operaciones de las substancias medicinales en ' Id que antes tenía.
donde hay que buscar tales virtudes; todas las ope- P e ro, prescindie ndo de e s as distincio n e s, si se
raciones de los cuerpos naturales deben ofrecerlas, .. : >serva, por ejemplo, que h ay en los cuerpos un
si no idénticas, semejantes cuando menos. pl"incipio de atracción ni.utua de suerte que no con-
Otro inconveniente mayor resulta aún de que se -.icnten que la continuidad de la naturale za se ro1n-
58 Francis Bacon .. 111n Organu1n 59

pa o interrumpa y se produzca el vacío; o si se dice • i.- Adstóteles, después de haber, a semejanza de los
que existe en los cuerpos una tendencia a recobrar · .:. >1nanos que degüellan a sus hermanos, reducido
su dimensión o extensión naturales, de manera que •• 1a nada con implacables refutaciones todas las
si se les comprime o se les dilata de uno u otro lado, • o1 • as filosofías, estableció dogmas sobres todas las co-
inmediatamente se esforzarán en entrar en su esfera,. ·.. 1.,, y formuló seguidamente d e modo arbitrario,
y recobrar su extensión primitiva; o si se dice que,· 1•1 cguntas que recibieron sus respuestas, para que
existe en los cuerpos una tendencia a agregarse a las. 1 • •• lu fuese cierto y determinado; uso que desde
masas de naturaleza semejante, tendiendo los cuer- • 111unces se ha conserva do en aquella escuela.
pos densos hacia la órbita de la tierra; los cuerpos La escuela de Plató n, por su parte, ha introducido
ligeros hacia la órbita celeste; esa s distinciones y l.1 acatalepsia, al principio en burla y por ironía, en
otras semejantes, serán los verdaderos géneros físi-- • "l 10 a los antiguos s ofistas, Pitágoras, Hippias y los
cos de los movimientos. Los otros, al contrario, son • " 1os, que nada temían tanto como aparecer dudan-
puramente lógicos y escolásticos, como manifiesta- · ' 1, , sobre alguna cosa. Pero la nueva academia ha
mente lo prueba la comparación entre las dos espe· l..-d10 un dogma de la acataleps ia, y se ha atenido
cies. .1 dla corno verdadero método, con más razón sin
No es tampoco pequeñ.o inconveniente no ocu-' • l 11 da que aquellos que se tonl.aban la licencia de
parse en las filoso~ías más que en investigar y deter- 1,·,olver sobre todo; pues los académicos decían que
minar los primeros principios, y en cierto modo los ·· l l<>S no hacían del e x a men una cosa irrisoria, como
más remotos extremos de la naturaleza; siendo así l ' y i-ron y los escépticos, sino que sabían bien lo que
qúe . toda lá utilidad y los recursos para las opera- .1. -1, ían considerar como probable, aunque nada pu-
ciones, estriba en el conocimiento de las causas in- , 1.. ·sen considerar como verdadero. Sin embargo, des-
termedias. Resulta de este defecto, que no cesan , 1,- q u e el espíritu huma no ha desesperado una sola
los hombres de abstraer la naturaleza, hasta haber. \ •' /, de conseguir la verdad, todo languidece, y los
.llegado a la materia potencial e informe; y por otra 1 .. 11nbres más bien se d e jan arrastrar con facilidad a
parte, no cesan de dividirla hasta que encuentran el. 1 • .1nquilas discusiones, y a recorrer con el pensa-
átomo. Aun cuando estos resultados fuesen verda- •• 11 ento la naturaleza que desfloran, que mantenerse
de.?0$, no podrían contribuir mucho a aumentar las ,.,, el rudo trabajo d e l verdadero método. Pero como
rifl~~2:as del hombre . l1c· inos dicho desde e l principio, y por ello trabaja-
., 67. Conviene también tener al espíritu en guar-. 111. >s incesantemente, no conviene quitar a los sentí-
dia contra los excesos de los filósofos, en lo que se , I· >s y a la inteligencia del hombre, tan débiles por sí
refiere al fundamento de la certidumbre y las reglas 11 • ;s mos, su autoridad natural, sino prestarle auxilios.
de la duda; pues tales excesos parece éomo si con- 68. Hemos hablado de cada una de las especies
solidaran y en cierto modo perpetuaran los ídolos,, · 1. · ídolos y de su vano brillo; conviene por formal y
imp~sibilitando todo ataque contra ellos. 1, n ne resolución, proscribirlos todos, y "libertar y
Hay un doble exceso: el de los que deciden fácil- 1•11 g a r definitivarnente de ellos al espíritu humano,
mente y hacen dogmáticas y magistrales las ciencias, • 1,· tal suerte que no haya otro acceso al reino del
y el de los que han introducido ·1a acatalepsia y un '" •rnbre, que está fundado en las ciencias, como no lo
examen indefinido y sin término. El primero rebaja l 1;,y al reino de los cie los , en el cual nadie es dado
la inteligencia; el segundo la enerva. Así, la filosofía¡ .·11trar sino en figura de niño.
60 Francis Bac o n 1 11111 Organurn 61

69. Pero las malas demostraciones son como .1 . experiencia es c iego e insensato. Errando los
el sostén y las d efensoras de los ídolos, y las qu~ 1 11 1bres al azar sin rumbo c i erto , no aconsej á ndose
1
..

en las dialécticas poseemos, no producen otro efec~ ,, ,;·, s que d e las circunstancias fortuitas, encuentran
to que el de someter comple t a mente el mundo a los · ·• ..-csivamente una multitud de hechos, sin que su
pensamientos del hombre y los pensamientos a las '' 11 c ligencia aproveche gran cosa de ello, a las veces
palabras. Pero, por una secreta potencia, las d e mos· 1
1• 1c dan maravillados, otros turbados y perdidos, y
traciones son la filosofía y la ciencia misma. Según ·.1<·n1pre encuentran algo que buscar más lejos. Casi
sean bien o mal establecidas, son en consecuencia. · .... 1npre se hacen las e xperiencias con ligereza, como
la filosofía y las teorías. Las de que nos servimos¡ ·. 1 s e jugara; se varía un poco las observaciones re-
hoy en todo el trabajo por el cual sacamos experien-' ' ••! ~ idas, y s i t o d o no sal e a medida del deseo, se
cías y hechos de las conclusiones, son vic iosas e insu.::1 · 11··, precia l a expe riencia y se renuncia a sus t e nta-
ficiente.s . Este trabajo se compone d e cuatro partes) ' ' ' :1s . Los que se c onsagran más seriamente a las
y presenta otras tantas imperfecciones. En primerj · ' p c riencias con m ás cons t ancia y l abor, cons umen
lugar, l as m ismas impresiones de los sentidos, son1 ··'' " esfu e rzos todos e n un ord e n únic o d e observa-
vicios as, pues los sentidos se engañan y son insu~ , "n1es, co1no Gilberto con e l imá n, l os químicos con
ficientes. Es n e ces ario rectificar sus errores y suplir,' • 1 •>ro. Obrar de est a suerte es ser muy inexperto y
su deficie ncia. En segundo lugar, las nociones son · ' l ct vez muy corto de vista, pues nadie busca la
mal deducidas de las impresiones d e los sentidos, • 1. 1I u ral eza d e l a cosa en la cosa mis m a, s ino que al
son mal definidas y confusas, mientras que conviene, • • 11Lrario,
1
l as investig aciones deben e xtenders e a
determinarlas y d efinirlas bie n. En tercer lugar, es; · .i • !ctos m ás gen e rales .
una mala inducción la que d eriva los principios de Los que log r a n f undar una c i e n c i a y dog ma so-
las ciencias de una simple enumeración, sin hacer las 1., v s u s experie n c ias , se apres uran a llegar con un
exclusiones y las soluciones, o las separaciones de• · lo intempestivo y prernaturo a l a práctica; no sólo
naturaleza necesaria. En fin, ese m é todo de investiga- 1" · ,. l a utilidad y e l provecho que es ta práctica l es
ción y d e mostx:_ac ión, que comienza por establecer 1· · 1•orta, s i que t ambié n por alcanzar e n una o pe-
los principios más generales, para someterle s en , ·" iún nueva, gaj es c i e rtos de l a utilidad de s us
seguida y conformar ellos l as leyes secundarias, es · ·11·a s inves tigaci o n es, y tambié n por poder vanaglo-
el origen de todos los errores y el azote de las c,.ien- , 1. 11 ·se a nte los h ombres y darles m e jor idea del
cias. Pero ya h~blaremos más detalladamente de · ,1 , je to favori to de s u s ocupaci o n es . Origínase d e esto,
todo e sto, que sólo tocamos de paso, cuando des- ·1•1 t', sem e j an tes a Atalante , se aparta n d e s u camino
pués de haber acabado de purgar e l espíritu huma- 1•. 11 ·a coger l a manza n a d e oro , y que inte rrumpe n
no, expongamos el verdadero método para interpre- 1
• carrera y d e jan escapar l a victoria d e sus manos.
tar la naturaleza. ' " o·o e n l a verd adera c arre ra d e la exp e riencia, y e n
·':-ª
, 70.) n:iejoi:: demostración, es sin co~paración, • 1 ord e n según e l que debe n hace rse ope raciones
la~per1e nc1a, siempre que se atenga estrictamente ' " "·vas, es precis o tornar por modelo e l orden y la
' a Tas observaciones. Pues si se extiende una observa-. 1· • 11den c i a divina. Dios el prime r día, creó solamente
ción a otros hechos que se cree sen1ejantes a menos 1 • luz, y consag r ó a esta obra un día e ntero, dura nte
de emplear en ello mucha prudencia y orden, se 1 1: u a l no hizo obra material a l g una. Pues semej ante,
engaña uno necesariamente. Además, el actual modo •
1
• Lad a investig ació n, es preciso descubrir ante todo
62 Francis Bacon. , 1•111n Organum 63

las causas y los princ1p1os verdaderos, buscar los ex- , 11<Jades, ostentando . ~u saber y pidiendo su salario;
perimentos luminosos y no los fructíferos. 1. , ., otros al contrario, con más solemnidad y gene-
Las leyes generales bien descubiertas y bien es- '• ··;idad, permanecían en lugares fijos, abrían es-
tablecidas, no producen una operación aislada, sino: , '"'. las y enseñ.aban gratuitamente su filosofía. Pero
una práctica constante, y llevan tras sí las obras en'. 111 •<> S y otros, aunque diferían en ciertos respectos,
gran número. Pero ya hablaremos más tarde de las · ,., :in profesores, hacían de la filosofía objetos de
vías de la experiencia, que son no menos obstruidas • l 1·,c u s iones, creaban y sostenían sectas y herejías
y dificultosas que las del juicio; en este momento ! .1 . •sóficas, de suerte que se pudo aplicar a todas
sólo hemos querido hablar de la experimenta.::ión ·.• •, doctripas, el epigrama bastante justo de Denys
vulgar, como de un mal modo de demostración. El • •. : LTente a Platón: «Todo eso son discursos de vie-
orden de las cosas exige que digamos ahora algunas 1• .- ; ociosos a jóvenes sin experiencia. » Pero los pri-
palabras de los signos (mencionados antes) por los ' '" TOS filósofos de Grecia, Empédocles, Anaxágoras,
que se reconoce que las filosofías y los sistemas en 1 « ucipo, Demócrito, Parménides, Herácrito, Xenó-
uso nada valen, y sí las causas de un hecho a pri- l .11 1cs, Filolao y otros (omitimos a Pitágoras como
mera vista tan maravilloso e increíble. El conoci- • • • t regado a l a supe rstic i ó n), no han, que sepamos,
miento de los signos dispone el espíritu a reconocer .• h rc rto escuelas; sino que se aplicaron a la investi-
la verdad, y la explicación de las causas destruye el , , .. ,,.· ión de la verda d con m e ntos ruido, con más seve-
aparente milagro; ambas a dos son razones bien,¡ 1 •• l:1d y sencillez; es decir, con menos afectación y
poderosas para .facilitar y hacernos menos violenta · ··.ic ntación. Por esto obtuvieron mejor resultado, a
la proscripción de los ídolos y su expu~sión del espí- " " "s tro e ntend er; pero en e l trans curso d e l tie mpo,
ritu humano. .1' o bra se d estruyó por esas obras más ligeras que
71. Las ciencias que tenemos nos vienen de los , , ·; pondían mejor al alcance del vulgo y se acomoda-
griegos casi por entero. Lo que los romanos, los ára- ' •.1 11 más a sus gustos. El tiempo, como los ríos, arras-
bes y los modernos han añ.adido a ellas, no es ni · '• " hasta nosotros en su curso todo lo ligero e hin-
considerable ni de gran importancia; y cualquiera ' , l1:1do , y sumergió cuanto e ra consistente y sólido.
que sea el valor de las adiciones, siempre tienen por Y s in e mbarg o, esas mismas inteligencias sólidas,
base las invencio'nes de los griegos. Pero la sabiduría 1.. • n pagado su tributo al d e f e cto de su país; también
de los griegos estribaba toda en la enseñ.anza y se nu- • 11 : is fueron solicitadas por la ambición y la vanidad
tría en las discusiones, lo cual constituye el género , 1. · formar s ecta y r e coger los honores de la cele-
de filosofía más opuesto a la investigación de la ver- ' " idad. No hay que confiar en la investigación de la
dad. Por esto es por lo que el dictado de sofistas que ' , 1 d ad, cuando se entrega a tales mis erias; conviene
los que quisieron ser considerados como filósofos ' " :ibién no olvidar el juicio, o mejor, esta profecía,
rechazaron despreciativamente haciéndolo caer so- • 1. · un sacerdote egipcio relativo a los griegos: «Siem-
bre los antiguos retóricos, Gorgias, Pitágoras, Hipias, 1" 1· serán niñ.os que jamás poseerán la antigüedad de
Polus, conviene a la familia entera, Platón, Aristóte- 1 ' ciencia, ni la ciencia d e la antigüedad.» Y es cier-
les, Zenón, Epicuro, Theofrasto, y a sus sucesores ' ' • que tienen los caractere s distintivos de los niñ.os,
Crysipo, Carneades y los demás. La sola diferencia " "' mpre dispuestos a charlar e incapacs de engen-
entre ellos consiste en que los primeros recorrían el , l 1 :1r; pues su. ciencia está toda en las palabras , y
mundo y en cierto modo comerciaban, visitan_d o las es t é ril en obras . He aquí por qué el origen de
64 Francis B acon 'Vu F/./ln Organum 65

nuestra filosofía y el carácter del pueblo del que \ ' L' rdad de las filosofías. Pues bien, ¿podría demos-
proviene, no son buenos signos en su favor. 11·a rse que de· todas esas filosofías griegas y de las
72. El tiempo y la edad en que esta filosofía na- • icncias especiales que son su corolario, haya resul-
ció, no son para ella mejores signos que la natura- 1:ido durante tantos siglos, una sola experiencia que
leza del país y del pueblo que la produjeron. li:1ya contribuido a mejorar y a aliviar la condición
En aquella época no se tenía más que un cono- l111mana, y que se pueda referir ciertamente a las
cimiento muy restringido y superficial de los tiem- •· ·· peculaciones y a los dogmas de la filosofía? Celso
pos y del mundo, cosa en extremo inconveniente, • onfiesa con ingenuidad y sabiduría, que se hizo al
sobre todo para aquellos que todo lo reducen a la 1•1·incipio experimentos en medicina, y que los horn-
experiencia. Una historia que apenas se remon~aba 111·cs formaron en seguida sistemas sobre aquellas
a mil años, y que no merecía el nombre de histo- · · xperiencias, buscaron y establecieron las .causas de
ria; fábulas y vagas tradiciones de la antigüedad: ··lla s, y que no ocurrieron las cosas en un sentido
he aquí todo lo que tenían. Conocían sólo una pe- 111verso, pues la inteligencia comenzó por la filosofía
queña ·parte de los países y de las regiones del mun- v el conocimiento de las causas, deduciendo y crean-
do; a todos los pueblos del Norte les llamaban in- '''> de ellas experimentos.
distintamente Scitas; a todos los del Occidente, Cel- He aquí por qué no hay que maravillarse de que
tas· más allá de las fronteras de Etiopía, las más 1, •s egipcios, que atribuían divinidad a los inventores
prÓximas, nada conocían de Africa; nada de Asia, ,,,. las artes, hayan consagrado más animales que
más allá del Ganges, conocían menos aún las provin- laumbres, pues los animales, por su natural instinto,
cias del nuevo mundo, ni por habe r oído hablar de la:in hecho muchos más descubrimientos que el hom-
ellas, y menos aún por algún rumor incierto que l11·c; mientras que los · hombres con sus discursos y
tuviera algún valor; declaraban inhabitables muchos ·., 1s racionales conclusiones, han hecho pocos o nin-
climas y zonas, en las que vivían y res piraban mul- 1'. 11no.
titud de pueblos. Se hablaba entonces con elogio, Los químicos han obtenido algunos resultados,
como de cosa muy notable, de los viajes de Demócri- P•TO los deben ·más a circunstancias fortuitas y a
to, Platón, Pitágoras, que no alcanzaban por cie:t? a l.1 -; transformaciones de los experimentos, como los
mucha distancia, y que más bien que el de v1a1es , ••wcanisrnos que a un arte determinado y a una teo-
merecían el hombre d e paseos. En nuestros días, 'i:i regularmente aplicada; pues la teoría que han
por el contrarj.o, es conocida la m ayor parte d e l 1111aginado es más a propósito para turbar la expe-
nuevo mundo, y conocidas también las reg iones ex- ' i ane ntación que para reanudarla. Los que se dedican
trañas del antig uo, y ha aumentado el número d e .1 la magia natural, corno se dice, han hecho también
las observaciones en proporción infinita. Por esto, . tl ¡ ~unos descubrimientos, pero de mediana impor-
si a semejanza de los astrólogos, se quiere buscar 1.an cia y que se asemejan mucho a la impostura.
signos o señales en los tiempos de su nacimie nto, i'hí, lo mismo que es un precepto en religión, pro-
nada realmente favorable para esas filos ofías se en- ''" t· la fe por obras, en filosofía, a la que es precepto,
contrará en ellos. ··•· aplica perfectamente; es preciso juzgar de la
73. No hay signo más cierto ni de m á s conside- d octrina por sus frutos y declarar vana a la que
ración que el que deriva de los resultados. Las in- •... estéril, y esto con tanta mayor razón, si la filosofía,
vencio~es útiles son como g arantía y caución de la · ·11 vez de los frutos de la viña y del olivo, produce
66 Francis Bac on · ' 11111 Organ.u1n 67

las zarzas y las espinas de las discusiones y las que- • 1. ,., por reglas infalibles, imposible de conocer o de
rellas. 1.. " <.T, armándose con orgullo y envidia · extremados
74. Es preciso también pedir señ.ales a los pro- • 1. · 1a inconsistencia de sus descubrimientos para
gresos de las filosofías y de las ciencias, pues todo • .1111111.niar a la naturaleza y sembrar la desesperación
cuanto tiene sus fundamentos en la naturaleza, cre- • 11 iodos los espíritus. Así fue como se formó la nue-

ce y se desarrolla, y todo cuanto sólo en la opinión ' ,, ;1cademia que profesó la doctrina de la acatalepsia
se funda, tiene variaciones, pero no crecimiento. v «<>ndenó a la humana inteligencia a eternas tinie-
Por esto es por lo que, si todas esas doctrinas que 1.i . , ~; . Así se acreditó la opinión de que las formas
se parecen a plantas arrancadas, tuvieran antes bien ,¡, . las cosas o sus verdaderas diferencias, que son
sus raíces en la naturaleza y hubiesen de ella toma- • 11 1.·calidad las leyes del acto puro (1), no pueden
do la savia, no habrían ofrecido el espectáculo que ·.•· • descubiertos y están fue ra del alcance del hombre.
ofrecen; pronto hará dos mil añ.os que las ciencias, 1 " · ahí se originó en la filosofía práctica la opinión
detenidas en su marcha, permaneciendo poco me- • 1. · que el calor del sol y la del fuego difieren en un
nos que en el mismo punto, no han hecho progreso 1. "lo, con objeto sin duda de que los hombres no
notable. En las artes mecánicas,· que tierien por fun- . • • «:1n que podrían, con ayuda del fuego, producir y
<lamento la naturaleza y la luz de la experiencia, se · • • •·:1r algo .semejante a lo que la naturaleza ofrece;
observa que ocurre todo lo contrario; esas artes, 1 1.' otra opinión de que la composición tan sólo es
mientras responden a los gustos de los hombres, • .i,, a del hombre, la combinación. obra exclusiva de
como animados de cierto soplo, creen y florecen sin l.1 11a turaleza, a fin sin duda de que los hombres no
cesar, groseras al principio, hábiles luego, delica- • ··1 •c ren engendrar por arte los- cuerpos naturales o
das, en fin, pero siempre progresando. 11 . 111 s formarlos. Esperamos, pues, que por este sig-
75. Hay todavía otro signo que apreciar, si es ' ' ' • se persuadirán fácilmente los hombres a no arries-
que conviene el nombre de signo a lo que más bien 1 · . 11 · s us fortunas y sus trabajos en sistemas no sólo
debe ·mirarse como un testimonio, como el más . 1. ·,esperados , si que también de la desesperación
fundado · de los testimonios todos: nos referimos a '• :·.c ndradores.
la propia confesión de los autores universalmente 76. Un signo que es pre ciso no echar en olvido,
hoy . respetados. . Pues esos mismos hombres que ·. la discordia extrema que ha reinado hasta poco ha
con tanta seguridad hablan de la naturaleza de las • , , 1 1e los filósofos y la multiplicidad de las mismas
cósas, cuando a intervalos entran en sí mismos, pro- · · .• 11.clas, lo que prueba suficientemente que la inte-
rrumpen en quejas acerca de la sutilidad de la ' 1 1 •.• • n c ia · carecía de un camino seguro para elevarse
naturaleza, la oscuridad de los hechos y la enfer- · '· la experimentación a las leyes, puesto que un pun-
medad de la inteligencia humana. Si a lo menos esas 1. • i nicuo de filosofía (a saber, la misma naturaleza),
quejas fueran sihceras, podrían apartar a los más 1 , , , · presentada y explotada de tan diversas maneras
tímidos de emprender nuevas investigaciones, y ex- 1 1:10 arbitrarias como erróneas. Y aunque en nues-
citar a nuevos progresos a los espíritus más em-
prendedores y audaces. Pero no les basta esta con- < 1) Bacon entiende por acto puro el fenóme no simple
fesión de su impotencia: lo que no han conocido o · "" rado de todo extraiio elemento, y tal como un acto úni-
. · · puede producirle, .s egún una regla determinada, que es
intentado ellos o sus lll.aestros, lo rechazan fuera de 1 • torma. Véase en el libro 11, e l aforismo 17. (Nota de A Lor-
los límites de lo posible, lo declaran, como autoriza- ., ,,, .,, traductor francés.)
68 Francis Baet:/~ \ 'u i ·urn Org anu1n 69

tros días los disentimientos y las variedades de do presunción en el sentido opuesto. En materias in-
mas en general, háyanse extinguido, en lo que re ·. 1dectuales, excepción hecha, sin embargo, de los
pecta a los primeros principios y el cuerpo mism .1 s untos divinos y políticos en los que el número de
de la filosofía, queda sin embargo, acerca de punto -..ufragios hace ley, es el peor de los ·augurios el con-
particulares de doctrina,. una innumerable multitu · <>cntimiento universal. Nada agrada tanto a la mul-
de cuestiones y controversias, de donde fácilment · 1 i tud, como lo que hiere la imaginación o esclaviza
puede deducirse que nada hay de cierto ni exacto e · la inteligencia a las nociones vulgares, como hemos
las filosofías mismas y en las formas de demostra. dicho más arriba. Se puede muy bien tomar a la
ción. 1noral para aplicarla a la filosofía, esta frase de Fo-
77. En cuanto a la idea genéralmente admitid~ c ión: «Cuando la multitud los aprueba o aplaude,
de que la filosofía de Aristóteles ha replegado haci ' l 1a y que exanlinar en el acto a los hombres para sa-
ella los espíritus, puesto que después de su aparició ' ber en qué han faltado o pecado.» No hay signo más
desaparecieron los sistemas anteriores, y que desd " d esfavorable que ese del consentimiento. Hernos .
entonces acá no se ha visto nacer ningún otro qu~ puesto de manifiesto, pues, que todos los signos o
fuera preferible, de tal suerte, que parece tambié~ indicios que se pueden aducir acerca de la verdad y
y tan sólidamente establecido que dicha filosofíáj exactitud de las filosofías y de las ciencias actualmen-
haya conquistado a un tiempo el pasado y el por;¡) 1c en predicamento, sea en sus orígenes, en sus
venir, diremos ante todo, respecto a la desapariciói( 1·esultados, en sus progresos, en las confesiones de
de los sistemas antiguos después de la publicacióri' s us autores, en los sufragios que han conquistado,
de las obras de Aristóteles, que la opinión es falsa:~! s on todos para ellas de mal augurio.
los libros de los antiguos filósofos quedaron en pi~ 78. Es preciso hablar ahora de las causas de
largo tiempo después, ·hasta la época de Cicerón jj los errores y de su larga dominación sobre los espí-
durante los siglos siguientes; pero en el transcurso 1-itus. Estas causas son tan numerosas y potentes,
del tiempp, cuando el Imperio romano fue invadid~; que no hay por qué extrañarse de que las verdades
por los Bárbaros y la ciencia humana fue como su por nosotros hoy propuestas, hayan escapado hasta.
mergida, entonces sólo las filosofías de Aristótele · aquí a la inteligencia humana; antes al contrario,
y de Platón, como tablillas de materia más ligera{ se admirará uno de que hayan entrado al fin en la
se salvaron sobre las olas de las edades. En lo quei c abeza de un mortal, y se hayan ofrecido a su pensa-
respecto al consentimiento prestado a esa doctrinal miento; lo que, según nosotros, es más bien suerte
si bien se considera, la opinión común es otro error~ que obra de la excelencia misma del espíritu, y debe
El verdadero consentimiento es el que nace del acuer1 s er considerado como fruto del tiempo mejor que
do de los juicios formulados libremente y previq corno fruto del talento de un hombre.
examen. Pero la gran mayoría de los que han abra} " Ante todo, en gran número de siglos, reflexionán-
zado la filosofía de Aristóteles, se han alistado e · <lolo bien, debe ser singularmente reducido; pues de
ella por prejuicios y bajo la fe de otro, han seguid · esos veinticinco siglos que encierran aproximada-
y formado número más bien que conseguido. Que s mente toda la historia y trabajos del espíritu huma-
el consentimiento hubiera sido verdadero y general! no, apenas si se puede distinguir seis en que flore-
equivaldría a considerarlo por sólida y legítima auto: cieran las ciencias, o encontraran tiempo favorable
ridad, debiendo entonces más bien deducir fundad~ a sus progresos. Las edades, como las comarcas, tie-
70 Franc is Bac o n N o v um Organum 71

nen sus desiertos y sus eriales. No se pueden con- d a s las inteligencias más elevadas de aquellos tiem-
tar más que tres revoluciones y tres períodos en la pos, se entregaron a los negocios d e l Estado, a causa
historia de las ciencias: la primera, entre los griegos; ele la grandeza del Imperio romano, que exigía los
la segunda, entre los romanos ; y · entre nosotros, na- c uidados de gran número de hombres. En cuanto a
ciones occidentales de Europa, la última: cada una la época en que la filosofía natural apareció con
abraza apenas dos siglos. En la Edad Media, la co- gran esplendor entre los griegos, fue muy efímera,
secha de las ciencias no fue ni abundante ni buena. pues en los primeros tiempos, los siete sabios, como
No hay motivo para hacer mención de los árabes ni s e les llamaba, todos, a e x cepción de Thales, se
de los escolásticos, que aquella época cargaron las c onsa graron a la moral y a los d e rechos civiles; y en
ciencias de tratados numerosos, s in aumentar su , lo s últimos, después que Sócrates hizo descender
peso. Así, pues, la prime r a c a usa d e un tan insigni- l a filosofía del cielo a la tierra, la filosofía moral
ficante progreso de las cie ncias, debe ser legítima- a dquirió mayor predicamento y apartó las inteli-
mente atribuido a los e s trechos límites de los tiem- g encias de los estudios naturales.
pos que fueron favorables a s u cultivo. Pero e s e mismo período en el que las investigacio-
79. En segundo lugar s e presenta una causa que n e s n a turales fueron cultivadas, fue corrompido por
tiene por cierto, entre todas, gravedad extrema; ª ' la s contradicciones y las manías de los sistemas que
saber, que durante esas mismas épocas en que flo- ! l a s e s terilizaron. Así, puesto que, durante esos tres
recieron con más o menos brillo las inteligencias y p e ríodos ia filosofía natural vióse a no poder más
l a s letras, la filosofía natural haya ocupado siempre d e scuidada o contrariada, no hay que asombrarse
.el último rango entre las ocupaciones de los hom- d e que los hombres, ocupados en cosa diferente, no
bres. Y sin embargo, es pre ciso considerarla como h a y a n realiza do progresos en ella.
madre común de todas las ciencia s . Todas las ar- 80. Afiádase a esto que, entre los mismos hom-
tes y las ciencias arrancada s de e s a fuente común, bres que cultivaron la filosofía natural, casi no ha
pueden ser perfecciona das y recibir algunas útiles habido, sobre todo en estos últimos tiempos, quien
a plicaciones; pero no adquieren crecimiento alguno. s e haya consagrado a su e s tudio con inteligencia cla-
Sin embar go, es manifiesto que des pués del estable- ra y libre de ulteriores miras, a menos que se cite
cimiento y desarrollo de la religión cristiana, la, por cas ualid~d algún monje en su celda, o algún no-
inme nsa mayoría de los espíritus eminentes se vqlvió'.• b le en su mansióri.
hacia la teología, que e ste estudio obtuvo desde en- En g e neral, l a filosofía natural sirvió de pasaje
tonces los estímulos más grande s y toda suerte de, y corno de fuente a otros objetos.
apoyos y que, por sí solo, llenó casi aquel tercer: Y así , esa madre común de todas las ciencias,
período de la historia inte lectual de la Europa occi-i fue r e ducida, con indignidad extraña, a las funcio-
dental, tanto más cuanto aproximadamente por aque..y nes de serv idora , para auxiliar las operaciones de
lla misma época, comenzaron las letras a florecer y~ la m e dicina o d e las matemáticas y para dar a las
a suscitarse la multitud de controversias· religiosas intelig encias de los jóve nes que carecen de madurez,
En la edad prece d e nte, dura nte el s e g undo período, una preparación y como un primer bafio que les
o época romana, las meditaciones y el esfuerzo d~J pusie ra en aptitud de abordar más tarde otros estu-
los filósofos, se dirigieron por completo a la filosofía~ dios con más facilidad y éxito. Con todo, nadie es-
moral, que era la teologí a de los· paganos; casi to- p e re un gran progreso en las ciencias (sobre todo
72 Francis Bacon \ ·1 ·11m O rganu m 73

en su parte práctica), mientras que la filosofía natu- ! ,., ;m multitud de inteligencias se encuentra una que
ral no penetre en las ciencias particulares, · y que és- '. • 11ltive con sinceridad la ciencia por la ciencia mis-
tas a su vez_;. no vuelvan a la filosofía natural. Esta : 111 . 1 , se observará que se afana m á s por conocer las
causa explica el porqué la astronomía, la óptica, ,.· • l 1lcrentes doctri_ n as y los sistemas, que por investi-
la música, la mayor parte de las artes mecánicas, la 1-•.• 11· la verdad según las reglas vig orosas del verda-
misma medicina, y lo que parecerá m á s maravilloso • k· r·o m é todo. Más todavía: si se encuentra algún
aún, la filosofía moral y civil, así corno las ciencias c·-..p íritu que persiga con tenacidad la verdad, se
lógicas, no tienen casi profündidad, y se extienden vt.T á que la verdad que busca es aquella que podría
todas sobre la supeí'ficie y las variedades aparentes -. . .r isfacer su inteligencia y su pensamiento, dándole
de la naturaleza; pues esas ciencias. particulares, una • 11cn t a de todos sus hechos que son ya conocidos,
vez se hubo establecido su divisió n, y constituido v no aquella que ofrece en premios nuevos descu-
cada una de ellas, no fueron nutridas por la filoso- , 1>1·imientos· y muestra su luz en nuevas leyes gene-
fía natural, única que, remontando a las fuentes y a ' :lle s. Así, si nadie ha determinado aún bien el fin
inteligencia verdadera de los movi m ientos, de los •le las ciencias, no e s de extrañar que todos hayan
rayos, de los sonidos , de la c ontextura y de la cons ti- •T rado en las inv estigaciones subordinadas a ese
tución íntima de los cue rpos, d e las afecciones y de l1 n .
las percepciones intelectuales, hubiera podido darles ' 82. El objeto y fin último de las ciencias, han
nuevas fuerzas y un robusto crecimiento. No hay que •, ido , pues, mal establecidos por los hombres; pero
maravillarse, pues, de que las ciencias no prosperen, ;1un cuando los hubieren fijado bien, el método
cuando están separadas de sus verdaderas raíces. "ra erróneo e impracticable. Cuando se reflexiona
81. Encontramos otra ocasión importante y po- .1c;e rca de ello, sobrecógele aún el estupor, viendo que
derosa del poco adelanto de las ciencias. Hela aquí: n a die haya puesto empefio, ni ocupádose siquiera, en
que es imposible a v anzar en la carrera, cüando el ob- abr ir al espíritu humano una vía segura, que par-
jeto no está bien fijado y determinado. No hay para t 1cse de la observación y de una experiencia bien
las ciencias otro objeto verdade ro y legítimo, que 1·cgulada y fundada, sino que todo se haya abando-
el de dotar la vida humana de descubrimientos y re- n a do a las tinieblas de la tradición, a los'. . torbelli-
cursos nuevos. Pero la mayoría no entiende así las ' 11 o s de la argumentació n, a las inciertas olas del
~osas , y tiene sólo por regla el amor del lucro y la a zar y de una experiencia sin regla ni medida. Exa-
pedantería, a menos que de v~z en cuando no se en- m ínese con imparcialidad y atención cuál es el mé-
cuentre algún artesano de g enio emprendedor y r. .:>do que los hombres han empleado de ordinario
amante de la gloria, que per siga algún descubri- •: n sus investigaciones y en sus descubrimientos, y se
m iento, lo que de ordinario no se pue de conseguir o bservará dscie luego un modo de descubrimiento
sino a costa de un gran dispendio de sus recursos ' b ien simple y despr ovisto de arte, que es muy fa-
metálicos. Pero de ordinario, tanto dista el hombre rniliar a todas las inteligencias. Ese modo consiste,
de proponerse aumentar el número de los conoci- " c uando se emprende una investigación, en informar-
mientos y de las invenciones, que sólo toma de los -;e ante todo, de cuanto los otros han dicho sobre el
conocimientos actuales aquellos que necesita para ·, a s unto, afiadiendo en segui da sus propias medita-
enseñar, para alcanzar dinero o reputación, u obte- dones, agitando y atormentando mucho el espíritu
ner cualquie r provecho de ese género . Si entre tan e invocándole en cierto modo, para que pronuncie
74 Francis Bacon ': .v,,vurn Org anum 75

los oráculos; procedimiento que carece por com- en ella como en un laberinto, y volviendo sin cesar
pleto de valor, y tiene por único fundamento . las s obre sus pasos, mientras que el verdadero método
opiniones. c onduce al espíritu por un camino seguro a través
Tal otro emplea para hacer sus descubrimientos, de los bosques de la experiencia, a los campos dilata-
la dialéctica, de la que sólo el nombre tiene alguna dos e iluminados de los principios.
relación con el método que se trata de poner en ' 83. Este mal ha sido singularmente favorecido
práctica. En efecto, la invención en que termina la e n su desarrollo por una opinión o un prejuicio
dialéctica, no es la de los principios y · de las leyes muy anti~uo, pero lleno de arrogancia y de peligro,
generales de las que se puede derivar las artes, sino que consiste en que la majestad del espíritu huma-
la de los principios que están en conformidad con no es rebajada si por largo tiempo se encierra en
el espíritu de las artes existentes. En cuanto a los la experiencia y en el estudio de los hechos que
espíritus más curiosos e importunos que se impo- los sentidos perciben en el mundo material; en
nen una tarea más difícil e interrogan a la dialéctica que, sobre todo, esos hechos no se descubren sino
sobre el valor mismo de los principios y de los axio- con esfuerzo, sólo ofrecen al espíritu un vil sujeto
mas de los que la piden la prueba, les remite, me- , d~ med~tación, son muy difíciles de expresar, no
<liante una respuesta bien conocida, a la fe y como s irven sino para oficios que se desdeña, se presen·
al respeto religioso que es preciso. conceder a cada tan en número infinito, y ofrecen poco asidero a la
una de las artes en su esfera. Queda la observación inteligencia por su natural sutilidad. Por todas par-
pura de los hechos que se llaman hallazgos, cuando tes llegamos a la misma conclusión: que hasta hoy
se presentan por sí mismos, y experimentos cuan- el verdadero camino ha sido no tan sólo abandona-
do se los ha buscado. Este género de experiencia no do, si que también ha estado vedado y cerrado; la
es otra cosa que una hoz rota, como se dice, y que experiencia menospreciada, o por lo menos mal
esos tanteos, con los cuales un hombre procura en dirigida, cuando no estuvo por completo olvidada.
la oscuridad encontrar el camino, mientras que 84. Otra causa que detuvo el progreso de las
sería mucho más fácil y prudente para él esperar ciencias, es que los hombres se vieron retenidos
el día o encender una antorcha y proseguir su ca- . como fascinados, por su ciego respeto por la anti~
mino con la luz. El verdadero método experimental, 1 giiedad, por la autoridad de los que se consideraban
al contrario, ante todo, enciende la antorcha, y a su corno grandes filósofos, y en fin, por el general aca-
luz muestra seguidamente el camino, comenzando tamiento que se les prestaba. Ya hemos hablado de
por una experiencia bien regulada y profunda, ·que ese común acuerdo de los ~spíritus.
no sale de sus límites, en la que no se de~liza el La opinión que los hombres tienen de Ja anti-
error. De esa experiencia, induce leyes generales, y güedad, se ha formado con excesiva negligencia, y ni
recíprocamente de esas leyes · generales bien estable- aun se compadece bien con la misma expresión de
cidas, experiencias nuevas; pues el Verbo de Dios antigüedad. La vejez y la ancianidad del mundo de-
no ha obrado en el universo sin orden ni medida. ben ser consideradas corno la antigüedad verdadera
Que cesen, pues, los hombres de maravillarse de y convienen a nuestro tiempo más que a la verdad
no haber acertado con el camino de las ciencias, de la juventud que presenciaron los antiguos. Esta
pues se han desviado del verdadero, olvidando y aban- edad, con respecto a la nuestra, es la antigua y la
donando por completo la experiencia, o perdiéndose más vieja; con respecto al mundo, lo nuevo es lo más
76 Francis Bacon N o n1m Organum 77

joven. Ahora bien; así como esperamos un más humano. Ciertamente, el que se ponga ante los ojos
amplio conocimiento de las cosas humanas Y un 1oda esa variedad de objetos y ese lujo brillante que
juicio más maduro de un viejo que de un joven, a las artes mecánicas han creado y desplegado para
causa de su experiencia del número y de la variedad ;1dornar la vida del hombre, antes se inclinará a
de cosas que ha visto, oído o pensado, del mismo ;1dmirar la opulencia, que a reconocer la pobreza hu-
modo sería justo esperar de nuestro tiempo (si cono- mana, sin notar que las observaciones primeras del
ciera sus fuerzas y quisiera ensayarlas y servirse de hombre y las operaciones de la naturaleza (que son
ellas), cosas mucho más grandes que de los anti- , c omo el alma y el motor de toda esa creación de las
guos tiempos; pues nuestro tiempo es el anciano del ' artes), no son ni numerosas ni arrancadas de las
mundo, y se encuentra rico en observación y expe- profundidades de la naturaleza, y que el honor co-
riencia. 1-responde por lo demás, a la paciencia, al movimien-
Es preciso tener también en cuenta las largas na- ;. t o delicado y bien regulado de la mano y de los ins-
vegaciones y los largos viajes tan frecuentes en 11-umentos. Es, por ejemplo, una cosa delicada y que
estos últimos siglos, que han contribuido mucho a d e nota mucho cuidado, la fabricación de relojes, que
extender el conocimiento de la naturaleza, y produ- parecen imitar los movimientos celestes con los de
cido descubrimientos de los que puede brotar nueva s us ruedas y las pulsaciones orgánicas con sus pul-
luz para la filosofía. Más aún, sería vergonzoso para s aciones sucesivas y regulares; y sin embargo, es
el hombre después de haberse descubierto en nues- un arte que descansa por completo en una o dos
tro tiempo nuevos espacios del globo material, es le yes naturales.
decir, tierras, mares y cielos nuevos, que el globo Por otra parte, si se examina la delicadeza de las
intelectual quedara encerrado en sus antiguos y · es- artes liberales o la de las artes mecánicas en la
trechos límites. · preparación de las substancias naturales, o cualquie-
En cuanto a los autores se refiere, es una so- 1·a otra de ese género, como el descubrimiento de
berana pusilanimidad respetarles indefinidamente los movimientos celestes en astronomía, de los acor-
sus derechos y negárselos al autor de los autores, des en la música, de las letras del alfabeto (no usa-
y por ello principio de toda autoridad: al tiempo. das aún en China), en la gramática, o bien en artes
Se dice con mucha exactitud, que la verdad es hija mecánicas, los trabajos de Baco y de Ceres, es decir,
del tiempo, no de la autoridad. Es preciso no sor- Ja preparación del vino y la cerveza, las pastas de
prenderse si esa fascinación que ejercen la antigüe- , todo género, los manjares más exquisitos, los lico-
dad, los autores y el consentimiento general, han res destilados, y otras invenciones de ese género;
paralizado el genio del hoinbre, hasta el punto de s i se reflexiona al mismo tiempo cuántos siglos han
que, como una víctima de sortilegios, no puede po- s ido necesarios para que esas artes, todas antiguas
nerse en relación con las cosas. (excepto la destilación) llegasen al punto en que hoy
85. No es sólo la admiración por la antigüedad, se encuentran, sobre cuán pocas observaciones y prin-
los autores y el acuerdo de las inteligencias, lo que cipios naturales reposan, como ya para los relojes
han obligado a la industria humana a reposar en los ,. hemos dicho; aún más, si se examina con cuánta
descubrimientos ya realizados, si que también la facilidad han podido ser inventadas, en circunstan-
admiradón por las mismas invenciones, desde larga cias propicias y por ideas de repente nacidas en las
fecha y en cierto número adquiridas por el género inteligencias, desprenderáse uno de toda admiración
78 Francis Bacon v .,v1.1.1n Organum 79

y deplorará la desdicha del hombre, que, en tantos 1•:H·go, que los alquimistas hayan realizado muchos
siglos, sólo ha obtenido tan exiguo tributo de des- · kscubrimientos y prestado verdaderos servicios a
cubrimientos. Y todavía, esos mismos descubrimien- los hombres; pero se les· puede también aplicar este
tos de que hemos hecho mención, son más antiguos .1 pólogo del viejo que lega a sus hijos un tesoro
que la filosofía y que las artes de la inteligencia; de ,·nterrado en una viñ.a, aparentando ignorar el sitio
suerte, que, a decir verdad, cuando comenzaron las .-n que a punto cierto está; los hijos se dan buena
ciencias racionales y dogmáticas, se cesó de hacer 11-aza en cavar la viñ.a con sus propios brazos; el
descubrimientos útiles. '•t·o no aparece, pero de aquel trabajo nace una rica
Si de los t·a lleres nos trasladamos a las bibliote- ,-osecha.
cas y admiramos al pr:incipio la inmensa variedad Los partidarios de la magia natural, que todo lo
de libros que contienen, cuando se examine atenta- loxplican por las simpatías y las antipatías de la
mente el asunto y el contenido de esos libros, se 1iaturaleza, han atribuido a las cosas por vanas con-
caerá asombrado en el extremo opuesto, y después j e turas hechas con extrema negligencia, virtudes y
de haber sido convencido de que son interminables r.• peraciones maravillosas; si han enriquecido la
las repeticiones, y de que los autores hacen y dicen práctica con algunas obras, esas novedades son de
siempre las mismas cosas, cesaremos de admirar la t a l género, que se las puede admirar, pero no servir-
variedad de los escritos y se declarará que es cosa s e de ellas.
de maravillarse de que asuntos tan mezquinos hayan En cuanto a la magia sobrenatural (si es que
hasta aquí exclusivamente ocupado y absorbido las merece que se hable de ella), lo que sobre todo debe-
inteligencias. 1nos observar, es que no presenta más que un círculo
Si se quiere después dar un vistazo a estudios <le objetos bien determinados, en el que las artes
reputados más curiosos que sensatos, y penetramos sobrenaturales y supersticiosas en todos los tiempos
un tanto en los secretos de los alquimistas y de los y en todos los pueblos, y las mismas religiones, han
magos, tal vez no sepamos si reír o llorar ante seme- podido ejercer y desplegar su prestigio. Podemos,
jantes locuras. El alquimista mantiene una eterna pues, prescindir de ella. Tengamos en cuenta, sin
esperanza, y cua:q.do el resultado no corresponde a embargo, que nada de maravilloso hay en que la
sus deseos, acusa de ellos a sus propios errores; se creencia en una riqueza imaginaria haya sido causa
dice que no ha comprendido bien las fórmulas del de una miseria real.
arte y de los autores; se sumerge en la tradición, y 86. La admiración de los hombres por las artes
recoge con avidez hasta palabras que se dicen en y las doctrinas, por sí misma bastante sencilla y casi
voz baja al oído, o bien piensa que ha hecho al revés pueril, se ha acrecentado con el artificio y la astucia
alguna cosa de sus operaciones, que deben ser minu- de los que han fundado y propagado las ciencias. Nos
ciosamente reguladas, y comienza de nuevo y hasta las dan tan ambiciosamente y con tanta afectación
el infinito su tarea. Y sin embargo, cuando en los ·nos las presentan a la vista, de tal suerte vestida
accidentes de la experiencia da con algún hecho de y con tan buena figura, que cualquiera las creería
aspecto nuevo o de una utilidad que no se puede perfectas y del todo acabadas. Por su marcha y sus
negar, su espíritu se llena de satisfacción con ella divisiones, parece que encierran y comprenden cuan-
especie de encuentro, lo elogia, lo exalta y prosigu~ to su objeto comporta. Y aunque sus divisiones están
animado de esperanza. No es posible negar, sin em- pobremente llenas y sus títulos reposen sobre cajas
80 Francis Bacon N o vum Organum 81

vacías, esto no obstante, para la inteligencia vulgar, llos ilustres capitanes hicieron cosas más grandes
tienen la forma y la apariencia de ciencias acabadas ·· que las que se atribuyen a los héroes imaginarios,
y completas. flero por medios menos fabulosos y en la que no
Pero los que de los primeros, y en los tiempos entra tanto el prodigio. Sin embargo, no sería justo
más remotos, buscaban la verdad con mejor fe y negarse a creer lo que hay de verdad en la historia
con más éxito, tenían la costumbre de encerrar los porque las fábulas vengan a menudo a alterarla y
pensamientos que habían recogido en su contempla- c orromperla. De todos modos no hay por qué sor-
ción de la naturaleza en aforismos o breves senten- prenderse de que los impostores que hicieron tales
cias esparcidas, que no ligaba método alguno; aque- tentativas hayan ocasionado grave perjuicio a los
llos hombres no hacían profesión d~ haber abrazado nuevos esfuerzos filosóficos (sobre todo aquellos que
toda la verdad. Pero de la manera como hoy se prometían ser fecundos en resultados), hasta el
procede, no hay que sorprenderse de que los hom- punto de que el exceso de su picardía y la repugnan-
bres nada busquen fuera de lo que se les da como cia que ha producido, anticipadamente han quitado
obras perfectas y absolutamente acabadas. toda grandeza a empresas de ese género.
87. Las doctrinas antiguas han visto acrecen- 88. Pero . las ciencias han sufrido más aún por
tarse su consideración y autor.i dad por la vanidad la pusilanimidad y la humildad y bajeza de las ideas
y ligereza de los que propusieron novedades, sobre que el espíritu humano se ha hecho favoritas. Y sin
todo en la parte activa y práctica de la filosofía natu- embargo (y esto es lo más deplorable) esa pusilani-
ral; pues no han faltado en el mundo charlatanes y midad no se ha hallado sin arrogancia y sin desdén.
locos . que, en parte por credulidad, en parte por Ante todo, es un artificio familiar a todas las
impostura, han agobiado al género humano con toda artes, calumniar a la naturaleza en nombre de su
suerte de promesas y de milagros: prolongación de debilidad, y de hacer de una imposibilidad que les
la vida, venida tardía de la vejez, alivio de los males, es propia, una ~mposibilidad natural. Cierto es que
corrección de los defectos naturales, encantamiento el arte no puede ser condenado si es él quien juzga.
de los sentidos, suspensión y excitación de los apeti- La filosofía que en la actualidad impera, alimenta
tos, iluminación y exaltación de las facultades inte- asimismo en su seno ciertos principios que tienden
lectuales, transformación de las substancias, multi- nada menos , si no nos ponemos sobre aviso, que a
plicación de los movimientos, acrecentamiento a persuadir a los hombres de que nada debe esperarse
voluntad de su potencia, impresiones y alteraciones de las artes y de la industria verdaderamente difícil,
del aire, gobierno y dirección de las influencias celes- y con lo cual la naturaleza sea sometida y atrevida-
tes, adivinación del porvenir, reproducción del pasa- mente domada, como lo hemos observado a propó-
do, revelación de los misterios, y muchos otros por sito de la heterogeneidad del calor, del fuego y del
el estilo. Alguien ha dicho de esos fautores de pro- sol, y de la combinación de los cuerpos. Juzgándolo
mesas sin equivocarse mucho en nuestra opinión, bien, esas ideas equivalen a circunscribir injusta-
que existe en tilosofía tanta diferencia entre esas mente el poder humano, a producir una desespera-
quimeras y las verdaderas doctrinas, como la que ción falsa, e imaginaria, que no sólo destruya todo
existe en historia entre las proezas de Julio César buen augurio, si que también arrebate a la indus-
y de Alejandro el Grande, y las proezas de Amadís tria del hombre todos su estímulos y todos sus alien-
de Gaula o de Arturo de Bretaña. En realidad aque- tos, y corte a la experimentación sus alas. Los que
82 Franc is Bacon , .f ,, ·u m Org anurn 83

propagan esas ideas, preocúpanse solamente de dar .1 l'te de acomodarlas mejor al uso, de producirlas
a su arte reputación de perfección, esforzándose en · ·11 proporciones de volumen o de masa más conside-
alcanzar una gloria tan vana como culpable, fundada ' "bles o más reducidas que de ordinario, y todos
en el prejuicio de que cuanto hasta hoy no ha sido los otros cambios de esta especie.
descubierto y comprendido, jamás podrá ser com- No es, pues, extrañ.o que las invenciones nobles
prendido ni descubierto por el hombre. Si por casua- y dignas del género humano, no hayan salido a luz
lidad una inteligencia quiere consagrarse al estudio • 11ando los hombres estaban satisfechos y encanta-
de la realidad y hacer algún nuevo descubrimiento, dos de esfuerzos tan débiles y pueriles, cuando creían
propónese por único objeto perseguir y dar a luz un l 1a ber perseguido y akanzado con ello algo verda-
solo descubrimiento y nada más, como por ejemplo, ' lcramente grande.
la naturaleza del imán, el flujo y reflujo del mar, el 89. Debemos decir también que la filosofía natu-
tema celeste y otros asuntos de este género, que pare- 1·al ha encontrado en todo tiempo un terrible adver-
cen tener algo de misterioso, y en los que hasta hoy s ario en la superstición y en un celo religioso ciego
hanse ocupado con poco éxito, mientras que es muy e inmoderado. Hemos visto entre los griegos acu-
inhábil para estudiar la naturaleza de una cosa en ella ·s ados de impiedad para con los dioses a los que
sola, puesto que la misma naturaleza, que aquí parece p r imero revelaron a los hombres asombrados las
oculta y secreta, allí es manifiesta y casi palpable; en <·ausas naturales del rayo y de las tempestades; más
este primer caso, la naturaleza excita la admiración; r a rde hemos visto excomulgados sin mayor razón.
en el segundo, ni siquiera se fija uno en ella. Puede por algunos de los antiguos Padres de la Iglesia, a
esto observarse en cuanto a la consistencia, en la que los que probaban por demostraciones evidentes, que
nadie para la atención cuan.do se presenta en la made- ningún hombre de buen sentido se atrevería hoy a
ra o en la piedra, y a lo que nos contentamos con dar poner en duda que la tierra es redonda, y que por
el nombre de solidez, sin preguntarnos por qué no c onsiguiente, existen antípodas.
hay allí separación o solución de continuidad; pero Aún más; en el estado actual de las cosas, los
esa misma consistencia parece muy ingeniosa y muy t e ólogos escolásticos, con sus sumas y sus métodos,
sutil en las burbujas de agua que se forman en han hecho muy difícil y peligroso hablar de la natµ-
ciertas peliculillas artísticamente hinchadas en for- raleza; pues redactando en cuerpo de doctrinas y
ma semiesférica, de manera que no presentan en bajo la forma de tratados completos toda la teología,
algún breve espacio ninguna solución de conti- lo que ciertamente era de su incumbencia, han hecho
nuidad. más aún, han mezclado al cuerpo de la religión,
Y ciertamente, todos esos fenómenos que pasan mucho más de lo que convenía la filosofía espinosa
por secretos, son en otros objetos evidentes y están y contenciosa de Aristóteles.
·s ometidos a la ley común; no se les comprenderá Al mismo resultado lleg aban, aunque de manera
jamás si los hombres concentran todos sus experi- distinta, los trabajos de los que no han vacilado
mentos y sus meditaciones sobre los primeros obje- en deducir la verdad cristiana de los principios, y en
tos. General y vulgarmente se considera en las artes confirmarla por la autoridad de los filósofos, cele-
mecánicas como invenciones nuevas, un hábil refina- brando con mucha pompa y solemnidad, como legí-
miento de las antiguas invenciones, un aspecto más timo, ese consorcio de la fe y de la razón, lisonjeando
elegante que se les da; su reunión y combinación, el las inteligencias ·con esa agradable variedad, pero
84 Francis Baco ' . •1 1tm. Organum 85

·mezclando también con ello las cosas divinas · a las·· Lt filosofía natural es, después de la _palabra de Dios,
humanas, sin que hubiera la menor paridad entre\ .-1 remedio más cierto contra la superstición y al
el valor de unas y otras. Pero en esas especies de-· 111ismo tiempo el más firme sostén de la fe. Con
combinaciones de la filosofía con la ·teología, no están ' azón sobrada se la da a la religión como la más fiel
comprendidos más que los órganos filosóficos actual- . de las servidoras, puesto que la una manifiesta la
mente admitidos; en cuanto a las teorías nuevas, · voluntad de Dios y la otra su potencia. Es una gran
por grande que sea la superioridad que presenten, .• 1 r·ase aquella que dice: Erráis,- no conociendo la
su fallo está anticipadamente pronunciado. . l ·: scritura ni la pote ncia de Dios, en donde están jun-
Finalmente, veréis la ineptitud de ciertos teólo- · tas y unidas por lazo imprescindible, la información
gos llevada al extremo de prohibir o poco menos ~ •le la voluntad y la meditación sobre la potencia.
toda filosofía, por purgada que esté. Unos temen : '-> in embargo, no hay que sorprenderse de que los
sencillamente que el estudio demasiado profundo , progresos de la filosofía natural hayan sido conteni-
de la naturaleza, no arrastre al hombre más allá de ' d os, cuando la religión, que tanto poder ejerce sobre
los límites de moderación que le están prescritos, " el espíritu de los hombres, se ha visto inclinada y
torturando las palabras de la Santa E scritura, pro- arrastrada contra ella por el celo ignorante y torpe
nunciadas contra los que quieren penetrar los divi- de algunos.
nos misterios para aplicarlas a los secretos de la · 90. Por otra parte, descúbrese que todo es con-
naturaleza, cuya investigación no está en modo algu- t rario al progreso de las ciencias, e;n las costumbres
. ' no prohibida. Otros, con más astucia, que si las y en los estatutos de las escuelas, de las academias,
leyes de la naturaleza son ignoradas, será mucho ~le los colegios y Ótros establecimientos semejantes,
más fácil atribuir todos y cada uno de los aconte- destinados a ser la residencia de lo hombres doctos
; cimientos a la pote ncia y al castigo de Dios, lo que, y el foco de la ciencia. De tal modo están en ellos
según ellos, es de grandísimo interés para la religión; :· dispuestos las lecturas y los ejercicios, que no pue-
: y esto no es en realidad otra cosa más que servirse ' de el espíritu pensar ni estudiar, sea lo que fuere,
'1 de Dios para la tnentira. Otros temen que por el con- fuera de aquellos hábitos. Si uno u otro se impone la
tagio del ejemplo, los movimientos de las revolucio- · t area de usar de la libertad de su juicio, se cr~a una
nes filosóficas no se comuniquen a la religión, y tarea solitaria, pues no puede esperar socorro alguno
dete"rminen en ella trastornos de rechazo. Otros de la sociedad de sus colegas. Si aborda semejantes
parecen temer que por el estudio de la naturaleza . dificultades, habrá de reconocer que tales celo y mag-
no se llegue a algún descubrimiento que derribe o i nanimidad, son serios obstáculos para su carrera;
cuando menos conmueva la religión, sobre todo en pues los estudios en aquellos establecimientos están
los espíritus ignorantes. Pero estos dos últimos t emo- encerrados en los escritos de ciertos autores, como
res nos parecen denotar una sabiduría bien terres- e n una prisión. Si alguno expresa una opinión dife-
tre, c omo si los que los han abrigado desconfiaren rente de la de ellos, se le acosa en el acto como a
en e l f ondo de s u espíritu y en sus secretos pensa- díscolo y sectario de novedades. Pero va gran dife-
mientos, de l a solidez, de la religión y del imperio rencia entre el mundo político y el mundo científico:
de la fe sobre la razón, y en consecuencia temiesen este último no peligra como el otro por un nuevo
para ellas algún peligro de la investi gación de la m ovimiento o por nuevas luces. En un Estado es
verdad en el orden natural. Pero b ien considerado, temido el cambio, aun en sentido de mejorar, a
86 Frun cis B acon Novum O r g anum 87

causa de los trastornos que ocasiona; pues li;t fuerza del juicio, en las dificultades de la experimentació n
de los estados radica en · la autoridad, la concordan- y en todos los obstáculos de este género. Por esto
cia de los espíritus, la reputación que se hayan ·' c reen que las ciencias tienen flujo y reflujo a travé s
conquistado, la opinión de su poderío, y no en las , de las revoluciones de los tie mpos y de las diversas
demostraciones. En las ciencias y en las artes, al con- e dades del mundo, que en ciertas épocas prog resan
trario, como en las minas de metales," debe conti- y florecen , y en otras languidecen y d e clinan, de
nuamente resonar el eco del ruido de nuevos traba- s uer te que llegadas a cierto grado y a cierto estado,
jos de progresos ulteriores. Esto está en conformi- les es imposible avanzar más.
dad con la sana razón, pero se está lejos de acomo- Si alguien llega a esperar o a prometer más,
darse a ello en la práctica; y la dirección de las c ree n que aquello es fruto de un espíritu que c arece
doctrinas, y esta policía de las ciencias de que habla- a ún de madurez y no es dueño d e sí; y que en aque-
mos, han detenido en gran manera los progresos. llas empre sas, los comienzos son brillantes, la pro-
91. Y aun cuando dejase de mirarse con pre- s ecución penosa y el fin lleno de confusio nes. Ahora
vención las nuevas tentativas de la inteligencia, bie n, como esta manera de v er se impone fácilmente
todavía constituiría un obstáculo grande pára el a los hombres graves y de elevada inte lige ncia, es
progreso de las ciencias, el dejar sin recompensa los preciso que nos aseg uremos b i en de que la reducción
esfuerzos de este género. El cultivo de las ciencias de una empres a exc elente y admirable no r e baja ni
y el precio de ese cultivo, no están en una misma altera la s e v eridad de nuestro juicio, y que examine -
mano; las· ·i nteligencias elevada s son las que hacen mos escrupulosamente qué esperanzas brillan en
progresar las ciencias; pero el precio y las r e com- efecto para nos otros y hacia dónde s e hallan; recha-
pensas de sus trabajos están en manos del pueblo cemos, pues, toda esperanza cuyo fundament o no
y de los príncipes, que, salvo muy raras exc epciones, sea sólido; discutamos y pesemos las que más soli-
son medianamente instruidos. Los progresos de este dez aparenten ofrecer. Más aún, llamemos a consejo
género, no sólo carecen de recompensa y no son a la prudencia política que d e sconfía de lo que aún
remunerados por los hombres, si que también les no ha visto, y siempre asegura alg o mal d~ los nego-
falta los sufragios del público; como están, en efe cto, cios humanos . - Vamos, pues, a hablar de nuestras
por cima del alcance de la inmensa mayoría de los esperanzas: ya que no somos charlatanes, no quere -
hombres, el viento de las opiniones populares las mos hacer violencia a los espíritus ni tende rle s lazos,
derriba y las aniquila fácilmente. No debe maravi- sino guiar por la mano a los hombres con su pleno
llarnos, pues, que lo que no era honrado, no haya consentimiento. Y aunque para infundir a los hom-
prosperado. bres firme esperanza, el medio más poderoso sea
92. Pero el mayor de todos los obstáculos al ciertamente conducirles, como lo h a remos m á s tarde
progreso de las ciencias y a las conquistas . factibles a presencia de los hec hos, sobre todo tal como están
en su dominio, es la desesperación de los hombres dispuestos y orde nados en nuestras tablas de descu-
y la presunción d e imposibilidad. Los hombres pru- brimientos (lo que concierne a la segunda y más aún
dentes y severos se entregan a ese géne ro de estu- a la cuarta parte de nuestra ins tauración), puesto
dios con mucha desconfianza, pensando siempre en que esto no sean esperanzas, sino más bien en cierto
la oscuridad de la naturaleza, en la brevedad de la modo la realidad misma; para proceder en todo con
vida, en los errores de los sentidos, en la fragilidad orden y calma, vamos a proseguir la tarea comen-
88 Francis Bacon v . 1vum Organum 89

zada de preparar los espíritus. Dar a conocer nues- 94. Seguidamente viene el motivo más poderoso
tras esperanzas, entra y no por poco, en esta prepa- •le todos para fundar nuestras esperanzas, que se
ración. Sin ello todo cuanto hemos dicho, es más • leduce de los errores del tiempo pasado y de los
bien propio para afligir a los hombres (haciéndoles rnc.!todos ensayados hasta el día. Alguien ha encerra-
compadecerse de todas las ciencias en su pre.s ente dq en estas pocas palabras una excelente crítica de
estado, y redoblando en ellos el sentimiento y el 1:1 mala adminstración de un Estado (1 ). «Lo que
conocimiento de su infeliz condición), que para c·s la condenación del pasado, debe ser la fuente de
avivar su celo y excitarles a hacer experiencias. Es 11ue stra esperanza para el porvenir. Si hubiéreis cum-
preciso, pues, descubrir y proponer nuestras conje- plido perfectamente vuestro deber, y los negocios
turas, que prestan probabilidad a cuanto esperamos 1•úblicos, sin embargo, no estuviesen en mejor esta-
de esta nueva empresa, así como Colón, antes de su do, no sería posible esperar para ellos un porvenir
admirable travesía por el mar Atlántico, dio a cono- mejor; pero como los negocios no están hoy en mal
cer las razones que le persuadié!-n de que se podía c·s tado por la fuerza misma de las cosas, sino
descubrir tierra y continentes nuevos más allá de por vuestras faltas, se puede esperar que, vueltos de
los conocidos hasta entonces. Sus razones, al princi- vuestros errores, corregidas vuestras inteligencias,
pio, fueron desatendidas, pero más tarde la expe- to marán un aspecto mucho más próspero.» De la
riencia las confirmó, y convirtiéronse en fuente y propia suerte, si los hombres, durante tantos siglos,
origen de las cosas más grandes. l mbieran seguido el verdadero método de descubri-
93. Debemos comenzar por Dios; pues esta em- miento y de cultura científica, sin conseguir progreso
presa, a causa de los excelentes bienes que encierra, alguno, sería ciertamente opinión audaz y temeraria
está manifiestamente inspirada por Dios, que es el esperar una mejora hasta el día desconocido. Pero
autor de todo bien y el padre de las luces. En las s e ha engaiíado uno de camino; si los hombres han
obras divinas todos los principios, por pequeiíos c o nsumido sus fuerzas en una dirección que a nin-
que sean, van a su fin. Y lo que se dice de las cosas guna parte podía conducirles, dedúcese de ello que
espirituales, que el reino de Dios llega sin que se le no es en las cosas mismas sobre las cuales no se
vea, puede comprobarse en todas las grandes obras e xtiende nu_e stro poder, donde existe la dificultad,
de la Providencia: el suceso se desliza tranquila- s ino en el espíritu humano y en la manera cómo se
mente, sin ruido, sin brillo y la obra se consuma le ha ejercitado, cosa a que ciertamente podemos
antes de que los hombres hayan pensado en ella ó poner remedio. Será, pues, en extremo conveniente
la hayan observado. Debemos recordar también la poner de manifiesto esos errores, pues tantos cuan-
profecía de Daniel, sobre los últimos tiempos del tos fuesen los obstáculos creados en el pasado, debe-
mundo: Pasarán muchos al otro lado y la ciencia se rán se!' los motivos de esperanza que para el por-
multiplicará; con lo que sign~fica manifiestamente, venir se conciben. Y . aunque hayamos dicho algo
que entre en los destinos, es decir, en los planes de de ello más arriba, nos ha parecido útil explicarlo
la Providencia, que el recorrer el mundo por entero, ª<},µí··brevemente y en términos claros y sencillos.
cosa que por tantas y lejanas navegaciones parece 95., Las ciencias han sido tratadas o por los
ya realizada, o a lo menos en plena ejecución, y el empíricos o por los dogmáticos. Los" empíricos, seme-
progreso de las ciencias, se verifiquen en la misma
edad. (1) Demóstenes, en la primera Filípica.

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