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Parental (SAP)
En algunas rupturas sentimentales ambos miembros de la pareja, o uno de
ellos, utiliza a sus propios hijos para hacer daño al otro.
Los problemas de pareja causan daño a todos los miembros de la familia, y
mucho más a los hijos. El afecto que sienten hacia ambos progenitores, unido
al temor de perder su cariño, hacen que los campos de batalla afecten de
forma importante al desarrollo infantil, trayendo consigo emociones a los más
pequeños como el miedo, la inseguridad e, incluso, la culpa. Cuando ambos
miembros de la pareja son respetuosos el uno con el otro pueden conseguir
reducir el impacto que sus problemas tienen sobre sus hijos, intentando que el
litigio quede entre ambos y manteniendo a un lado a los niños. Sin embargo,
existen casos en los que, desafortunadamente, ambos miembros de la pareja,
o uno de ellos, utiliza a sus propios hijos de balín para hacer daño al otro, o
para calmar sus propias inseguridades. Esta forma de maltrato infantil puede
tomar diversas formas, y una de ellas es la desvalorización de una de las
figuras (madre o padre), que se conoce como Síndrome de Alienación Parental
(SAP) y que, como todo tipo de maltrato, manifiesta un desequilibrio evidente
por parte de quien lo ejerce.
El SAP fue descrito por primera vez en los años 80 por Gardner, con el fin de
destacar un conjunto de manifestaciones por parte de los hijos entre las que
destacan el desprecio, la crítica, y el rechazo a uno de sus progenitores, de
forma injustificada o exagerada, y que se da en rupturas de la
pareja conflictivas. Según palabras de Gardner, uno de los progenitores ejerce
un lavado de cerebro sistemático y consciente, en forma de discurso continuo,
para desacreditar al otro progenitor ante los hijos. El SAP no solo lo puede
ejercer uno de los progenitores, sino que pueden ser ambos padres quienes
quieran ejercerlo, convirtiendo en una auténtica angustia la mera existencia del
pequeño, quien no está aún emocionalmente capacitado para hacer frente a
este tipo de presión emocional.
En otras ocasiones, el SAP puede estar ocasionado por los abuelos maternos o
paternos, que ejercen su influencia para desvalorizar a uno de los progenitores
(normalmente el que no es su hijo). En ningún caso hablaríamos de SAP
cuando es el hijo el que desacredita al otro progenitor por una causa-efecto de
la conducta de este último (por ejemplo, negligencia en los cuidados, actitudes
agresivas con el pequeño, etcétera).
En los casos en los que no existe un divorcio, o hay una incapacidad para
aceptar la ruptura, el conflicto de la pareja hace que cambie el escenario
familiar, alterando el funcionamiento cotidiano en casa, y vengando su rabia
hacia el otro a partir de un conflicto de lealtades, que ponen en marcha con
mensajes implícitos y explícitos para desacreditar al otro progenitor,
sometiendo al pequeño a un auténtico chantaje emocional. Por otro lado,
el deseo de mantener la relación, aunque sea mediante el conflicto, unido al
temor a perder a los hijos en caso de una separación, hace que uno de los
miembros de la pareja se tome la ‘justicia por su mano’ aplicando el SAP.
Ya a principios de los años 70, cuando aún no se hablaba del SAP propiamente
dicho, Borszomengy-Nagy observó este tipo de conflictos como una forma de
relación familiar en la que la lealtad hacia uno de los padres supone deslealtad
hacia el otro. Este hecho, que Borszomengy-Nagy denominó “lealtad
escindida”, obliga al hijo a ser incondicionalmente leal a un progenitor,
desvalorizando al otro. Este sentimiento de lealtad puede extenderse también a
la familia (abuelos, tíos, primos) del progenitor al que el niño está alineado
(hacia el que es leal), en detrimento de la familia del otro