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II

NUEVAS REFLEXIONES RELATIVAS A L O NORMAL


Y L O PATOLÓGICO

(1963-1966)
DESPUÉS D E V E I N T E AÑOS.

E n 1943, como docente en l a F a c u l t a d de L e t r a s de E s t r a s b u r -


go, dicté u n curso e n C l e r m o n t - F e r r a n d sobre Las normas y lo
normal, mientras redactaba m i tesis d e doctorado e n medicina,
que sostuve e n julio de ese mismo a ñ o ante l a F a c u l t a d de M e -
dicina de Estrasburgo. E n 1963, como profesor e n l a F a c u l t a d
de L e t r a s y C i e n c i a s humanas de París, dicté u n curso sobre el
mismo tema. Después de veinte años, quise medirme con las mis-
mas dificultades, aunque c o n otros medios.
N o podía tratarse d e retomar exactamente e l examen de las
mismas cuestiones. Algunas de las proposiciones que e n m i En-
sayo había buscado apuntalar sólidamente, e n v i r t u d d e su c a -
r á c t e r —quizás sólo aparente— d e paradoja, m e p a r e c í a n e n ese
momento y a sobreentendidas. Menos por l a fuerza de m i propia
a r g u m e n t a c i ó n que por e l ingenio d e algunos lectores, hábiles
para encontrarles antecedentes que yo desconocía. U n j o v e n co-
lega \ b u e n especialista e n K a n t , que estudia l a filosofía k a n -
tiana e n sus relaciones con l a biología y l a medicina d e l siglo
X V I I I ' , me h a b í a indicado u n texto, d e l a clase de los que engen-
dran al mismo tiempo l a satisfacción por u n bello encuentro y
la confunsión por u n a ignorancia al abrigo de l a cual c r e í a m o s
poder atribuirnos u n a brizna de originalidad. K a n t anotó, sin d u d a
hacia el año 1798: "Recientemente se h a puesto énfasis sobre l a
necesidad de desenredar l a madeja d e lo político partiendo de
los deberes d e l subdito m á s bien que de los derechos d e l c i u d a -
dano. D e l mismo modo, son las enfermedades las q u e impulsaron
a l a fisiología; y no l a fisiología, sino l a patología y l a clínica
fueron quienes hicieron comenzar a l a medicina. L a razón de
esto es que, a decir verdad, e l bienestar no se siente, pues es

1 Francis Courtés, asistente en la Facultad de Letras y Ciencias humanas

de Montpellier.
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m e r a conciencia de vivir, y sólo su impedimento suscita la fuer- bién de las lecturas q u e hubiese podido hacer o haber hecho en
z a de resistencia. N a d a asombroso hay, pues, e n e l hecho d e que aquella é p o c a . L a bibliografía de u n problema debe ser rehecha
B r o w n comience por l a clasificación de las enfermedades". siempre, incluso en sentido retrógrado. E s t o se advertirá a q u í
Por esto, p a r e c í a superfluo buscar nuevas justificaciones a la mismo comparando l a bibliografía de 1966 con l a de 1943.
tesis que presenta a l a clínica y a l a patología como el sucio Pero los dos cursos sobre Las normas y lo normal desborda e n
originario en el que se arraiga la fisiología y como el camino por el extensión el tema de filosofía m é d i c a tratado por el Ensayo, a c u -
q u e l a experiencia h u m a n a de l a enfermedad transmite el con- yo reexamen propongo dedicarme e n las páginas siguientes. E l
cepto de normal hasta el centro de l a problemática del fisiólogo. sentido de los conceptos de norma y de normal e n las ciencias
A esto agregaba el hecho de que nuevas lecturas de C l a u d e B c i humanas, en sociología, en etnología, en economía, suscita i n -
nard, estimuladas y esclarecidas por l a publicación —en 1947- vestigaciones que finalmente tienden, y a se trate de los tipos so-
de los Principes de médecine expérimentale, d e b í a n atenuar el ri- ciales, de los criterios de inadaptación a l grupo, de las necesidades
gor del juicio que e n principio h a b í a yo formulado acerca de la y d e los comportamientos de consumo, d e los sistemas de prefe-
c o n c e p c i ó n que éste se h a b í a forjado d e las relaciones entre la rencia, a l problema de las relaciones entre normalidad y genera-
fisiología y l a p a t o l o g í a 2 y m e h a b í a n hecho m á s sensible al lidad. S i a l comienzo tomo algunos elementos de análisis de las
hecho de que C l . B e r n a r d no h a desconocido l a obligación que lecciones e n las que examiné, a m i modo, algunos aspectos de este
tiene l a experiencia clínica de preceder a l a experimentación do problema, lo hago sólo para iluminar mediante l a confrontación
laboratorio. " S i tuviera que vérmelas con principiantes, les diria de las normas sociales y de las normas vitales, l a significación es-
ante todo: ¡id al hospital!; es lo primero que debe conocerse pecífica de estas últimas. C o n miras al organismo me permito al-
Porque, ¿ c ó m o analizaríamos mediante l a experimentación en gunas incursiones en l a sociedad.
fermedades que no conociésemos? Por lo tanto, no digo que haya ¿ P u e d o confesar que la lectura de estudios posteriores a m i te-
que reemplazar a l hospital por e l laboratorio. D i g o , por el c o n sis de 1943 y de análogo objetivo no m e c o n v e n c i ó de que antaño
trario: ¡id ante todo el hospital, peso eso no basta para llegar a la haya planteado m a l el problema? Todos aquellos que apuntaron,
medicina científica o experimental; es necesario ir después il como yo, a l a fijación del sentido del concepto de normal expe-
laboratorio para analizar experimentalmente aquello que l a obsei rimentaron la m i s m a dificultad y no tuvieron otro recurso, ante
vación clínica nos permitió comprobar. N o se m e ocurre por qué la polisemia d e l t é r m i n o , que el de fijar mediante una decisión
se me h a c e esa objeción puesto que con m u c h a frecuencia he d i c h o el sentido que les p a r e c í a m á s adecuado al proyecto teórico o
y repetido q u e l a medicina tiene que comenzar siempre por una práctico que requería u n deslinde semántico. E s t o equivale a de-
observación clínica ( v é a s e Introduction, pág. 2 4 2 ) , y de esta cir que incluso aquellos q u e trataron con el m á x i m o de rigor de
manera c o m e n z ó en los tiempos a n t i g u o s " 3 . Recíprocamenh dar a lo normal sólo un valor fáctico, simplemente valorizaron el
habiéndole restituido a C l . Bernard u n patrimonio que e n parta hecho de su necesidad de u n a significación limitada. Por lo tan-
le h a b í a negado, tenía que mostrarme, como t a m b i é n lo hice, algo to, hoy como hace veinte años corro todavía el riesgo d e tratar
menos generoso con respecto a L e r i c h e . 4 de fundar l a significación fundamental de lo normal mediante u n
Por todas estas razones, m i curso de 1963 exploró e l tema tra análisis filosófico de l a vida, entendida como actividad de oposi-
zando vías distintas de las de 1943. Otras lecturas estimularon dn ción a la inercia y a la indiferencia. L a v i d a trata de ganarle a la
u n modo diferente mis reflexiones. No se trata sólo de las lectU muerte, en todos los sentidos de la palabra "ganar" y ante todo en
ras d e trabajos que se publicaron e n e l intervalo. Se trata taffl el sentido en el que l a ganancia es aquello que se adquiere por
cl juego. L a vida juega contra la entropía creciente.
2C f . supra.
3Principes de médecine expérimentale, p. 170.
4 C f . m i artículo L a pensée de René Leriche, en Recite phüosophique ()U
lio-setiembre de 1956, pp. 313-317).
D E L O SOCIAL A L O VITAL

E n l a Crítica de la razón pura ( m e t o d o l o g í a trascendental: ar-


quitectónica de l a razón p u r a ) , K a n t distingue los conceptos en
cuanto a su esfera de origen y validez en escolásticos y en cós-
micos, siendo estos últimos e l fundamento de aquellos.
P o d r í a m o s decir de los dos conceptos —el de N o r m a y e l de
Normal— que el primero es escolástico mientras e l segundo es
cósmico o popular. E s posible q u e lo normal sea u n a c a t e g o r í a
del juicio popular porque su situación social es vivamente, aunque
d e u n modo confuso, sentida por e l pueblo como no siendo recta.
Pero el propio término " n o r m a l " pasó a l a lengua popular y se
naturalizó en ella a partir de los vocabularios específicos de dos
instituciones, l a institución p e d a g ó g i c a y l a institución sanitaria,
cuyas reformas —al menos en cuanto toca a F r a n c i a — coincidieron
bajo e l efecto de u n a misma causa: l a Revolución francesa. "Nor-
m a l " es e l término mediante el c u a l el siglo X I X v a a designar e l
prototipo escolar y e l estado d e salud orgánica. L a reforma de l a
medicina como teoría descansa a su v e z sobre l a reforma de l a
medicina como p r á c t i c a : e n F r a n c i a —como t a m b i é n en A u s t r i a -
está estrechamente vinculada con l a reforma hospitalaria. L a re-
forma hospitalaria como fa reforma p e d a g ó g i c a expresan u n a exi-
gencia d e racionalización que aparece igualmente en política, así
como aparece en l a e c o n o m í a bajo e l efecto d e l naciente m a q u i -
nismo industrial, y así como desemboca por último e n lo q u e se
ha llamado después "normalización".

Así como u n a escuela normal es u n a escuela e n l a q u e se en-


seña a enseñar, es decir donde se instituyen experimentalmente
métodos pedagógicos, igualmente u n cuenta-gotas normal es aquél
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que está calibrado para dividir e n X X gotas e n c a í d a libre u n sentido, su función y su valor del hecho d e l a existencia f u e r a de
gramo de agua destilada, de tal manera que e l poder f á r m a c o - d i - ella de aquello que no responde a l a exigencia que ella atiende.
n á m i c o de u n a substancia e n solución p u e d a ser graduado de L o normal no es u n concepto estático o pacífico, sino u n con-
acuerdo con l a prescripción de l a receta m é d i c a . D e l mismo modo, cepto dinámico y polémico. Gastón B a c h e l a r d , que se interesó
t a m b i é n u n a vía normal de ferrocarril es aquella que, entre las m u c h o por los valores e n su forma c ó s m i c a o popular y por l a
veintiuna distancias entre rieles de u n ferrocarril ensayadas a lo valorización d e acuerdo con los ejes de l a imaginación, advirtió
largo d e l tiempo, es l a vía definida por l a distancia de 1,44 mts. bien que todo valor tiene q u e ser ganado contra u n anti-valor. É l
entre los bordes interiores de los rieles, es decir aquella que pa- es q u i e n escribe: " L a voluntad de limpiar requiere u n adversario
reció responder, e n u n momento dado de l a historia industrial y que esté a su a l t u r a " 2 . C u a n d o se sabe que norma es l a traduc-
económica de E u r o p a , al mejor compromiso buscado entre m u - ción latina de "escuadra" y que normalis significa "perpendicular",
chas exigencias, que e n principio no eran convergentes, de orden se sabe casi todo lo que hay que saber acerca del dominio d e l que
m e c á n i c o , energético, comercial, militar y político. Igualmente, surge el sentido de los términos "norma" y "normal", trasladados
por último, para el fisiólogo, el peso normal d e l hombre, tenien- luego a u n a gran variedad de otros dominios. U n a norma, u n a re-
do en cuenta e l sexo, l a edad y l a estatura, es e l peso "que co- gla, es aquello que sirve para hacer justicia, instruir, enderezar.
rresponde a l a mayor longevidad p r e v i s i b l e ' " 1 . "Normar", "normalizar", significa imponer u n a exigencia a u n a
existencia, a u n dato, c u y a variedad y disparidad se ofrecen, con
E n los tres primeros de estos ejemplos, lo normal parece ser el
respecto a l a exigencia, m á s a ú n como algo indeterminado y hos-
efecto de u n a elección y de u n a decisión exteriores a l objeto ca-
til que simplemente como algo extraño. Concepto p o l é m i c o , en
lificado como tal, mientras que e n el cuarto el término de referen-
efecto, a q u é l que califica negativamente al sector del dato que
cia y de calificación se presenta manifiestamente como intrínseco no entra en su extensión, aunque corresponde sin embargo a su
al objeto, si es verdad que l a d u r a c i ó n de u n organismo indivi comprensión. E l concepto de "derecho" —ya se trate de g e o m e t r í a ,
dual es —en e l caso de que se preserve l a salud— u n a constante de moral o de t é c n i c a — califica aquello que se resiste a su apli-
específica. cación como "torcido", "tortuoso", o " t o r p e " 3 .
Pero si se m i r a bien, l a normalización de los medios técnicos
L a causa de este destino y de este uso polémico del concepto
de l a educación, de l a salud, d e los transportes de personas y de
de norma es preciso buscarla, según nosotros, en l a esencia de l a
m e r c a d e r í a s , es l a expresión de exigencias colectivas cuyo con
relación normal-anormal. N o se trata de u n a relación de contra-
junto, incluso si falta una toma d e conciencia por parte de los
dicción y de exterioridad, sino d e u n a relación de inversión y de
individuos, define e n u n a sociedad histórica d a d a s u manera do
polaridad. L a norma, al desvalorizar todo aquello que l a referen-
referir s u estructura, o quizás sus estructuras, a lo que considera
cia a ella prohibe considerar como normal, crea de por sí l a po-
que es su b i e n propio.
sibilidad de u n a inversión de los términos. U n a norma se propo-
E n todos los casos, lo propio d e u n objeto o de u n hecho lia ne como u n posible modo d e unificación de u n a diversidad, de
mado "normal", por referencia a u n a norma externa o inmanente, reabsorción de u n a diferencia, de arreglo de u n diferendo. Pero
consiste e n poder ser, a su vez, tomado como referencia para ob proponerse no significa imponerse. A diferencia de u n a ley de l a
jetos o hechos que t o d a v í a esperan poder ser llamados tales. POI naturaleza, u n a norma no condiciona necesariamente su efecto.
lo tanto, lo normal es al mismo tiempo l a extensión y l a exhibí Esto quiere decir que u n a norma no tiene sentido de norma m i e n -
ción de l a norma. Requiere, pues, fuera de sí, junto a sí y contru
sí todo aquello que todavía se le escapa. U n a norma extrac u BL o terre et les revertes du repos, pp. 41-42.
3Sería posible y fructífero —pero no es éste el lugar pertinente— cons-
liluir familias semánticas de conceptos emparentados con el concepto popular
1 Ch. KAYSER, L e maintien de lequilibre pondéral (Acta neurovcge de normal y anormal, por ejemplo la serie torvo, torturado, retorcido,
tativa, B d . X X I V , 1-4, 1963, W i e n , Springer). etc., y l a serie oblicuo, desviado, través, etc.
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tras está sola y permanece simple. L a posibilidad de referencia y es el m a l ulterior contenido. L a ausencia d e reglas se corresponde
de regulación que ofrece, incluye —por e l hecho de que sólo so con la ausencia de técnicas. E l hombre d e l a edad de oro, e l h o m -
trata de u n a posibilidad— l a facultad de otra posibilidad, que 00 bre paradisíaco, goza e s p o n t á n e a m e n t e de los frutos de u n a n a -
puede ser m á s que inversa. E n efecto, u n a norma sólo es l a posi- turaleza no cultivada, no solicitada, no forzada, no retomada. N i
b i l i d a d de u n a referencia cuando h a sido instituida o escogida trabajo n i cultivo: tal el deseo de completa regresión. E s t a for-
como expresión de u n a preferencia y como instrumento de una mulación e n términos negativos d e u n a experiencia conforme a l a
voluntad de substitución de u n estado d e cosas que decepciona norma sin que l a norma h a y a tenido que mostrarse e n su función
por u n estado de cosas que satisface. D e este modo, toda prefe- y por ella, ese sueño propiamente ingenuo de regularidad con a u -
rencia de u n orden posible es a c o m p a ñ a d a —la m a y o r í a d e las sencia de regla, significa e n el fondo que e l concepto de normal
veces de u n a manera implícita— por l a aversión d e l orden posible es a su v e z normativo, norma incluso a l universo d e l discurso
inverso. L o diferente de lo preferible —en u n dominio dado de m í t i c o que h a c e el relato de su ausencia. E s t o explica e l hecho de
evaluación— no es lo indiferente, sino lo rechazante o, m á s exac que en muchas mitologías el advenimiento de l a edad de oro se-
tamente, lo rechazado, lo detestable. Por supuesto que u n a norma ñala el f i n de u n caos. C o m o dijo Gastón B a c h e l a r d : "La mul-
gastronómica no entra e n relación de oposición axiológica con una
tiplicidad es agitación. No h a y e n l a literatura n i u n solo caos
norma lógica. E n cambio, l a norma lógica d e l prevalecimicni<>
inmóvil"4. E n las Metamorfosis de O v i d i o , l a tierra d e l caos no
de lo verdadero sobre lo falso puede ser invertida como norma
sostiene, el m a r d e l caos no es navegable, las formas no persisten
del prevalecimiento de lo falso sobre lo verdadero, así como l.i
idénticas a sí mismas. L a indeterminación inicial es l a determina-
norma ética del prevalecimiento d e la sinceridad sobre l a dupla li
ción ulterior negada. L a inestabilidad de las cosas tiene como co-
dad puede ser invertida como norma d e l prevalecimiento de l a du
rrelato l a impotencia d e l hombre. L a imagen del caos es l a de
p l i c i d a d sobre l a sinceridad. S i n embargo, l a inversión de UQfl
una regularidad negada, así como l a de u n a edad de oro es l a
norma lógica no produce u n a norma lógica, sino quizás estéticn¡
de u n a regularidad salvaje. Caos y e d a d de oro son los términos
así como l a inversión de u n a norma é t i c a no produce u n a non mi
míticos de l a relación normativa fundamental, términos e n rela-
ética, sino quizá política. E n pocas palabras: bajo cualquier (oí
ción tal que ninguna de los dos puede impedirse de virar h a c i a e l
m a , implícita o explícita, que sea, las normas refieren lo real |
otro. E l caos tiene como p a p e l el de llamar, provocar su interrup-
valores, expresan discriminaciones d e cualidades conforme a In
ción y convertirse e n u n orden. Inversamente, el orden de l a edad
oposición polar de u n a positividad y de u n a negatividad. Eslit
de oro no puede durar, porque l a regularidad salvaje es mediocri-
polaridad de l a experiencia d e normalización, experiencia es peí |
dad; allí las satisfacciones son modestas —áurea mediocritas— por-
ficamente antropológica o cultural —si es v e r d a d que por " n i
que no son u n a victoria cobrada sobre el obstáculo de l a medida.
turaleza" sólo h a y que entender u n ideal de normalidad sin m u
malización—, f u n d a en l a relación de l a norma con su dominio de Allí donde se sigue l a regla sin conciencia de u n a posible s u -
aplicación, l a prioridad normal de l a infracción. peración, todo goce es simple. ¿ P e r o acaso se puede gozar sim-
plemente d e l valor de l a regla misma? G o z a r verdaderamente d e l
U n a norma, e n l a experiencia antropológica, no puede ser un valor de l a regla, d e l valor d e l arreglo, d e l valor de l a valoriza-
ginal. L a regla sólo comienza a ser regla cuando arregla y Oltl ción, requiere que l a regla h a y a sido sometida a l a prueba de l a
función de c o r r e c c i ó n surge d e l a infracción misma. U n a edud impugnación. No es sólo la e x c e p c i ó n l a que confirma a l a regla
de oro, u n paraíso, son l a representación m í t i c a d e u n a existen como regla, sino l a infracción l a que le d a oportunidad de ser
cia inicialmente adecuada a su exigencia, de u n modo de vidl regla a l corregir. E n este sentido, l a infracción no es e l origen
c u y a regularidad nada deba a l a fijación de l a regla, de u n estado de l a regla, sino e l origen de l a regulación. E n e l orden de lo
de no c u l p a b i l i d a d puesto que estaría ausente l a interdicción | normativo, e l comienzo es l a infracción. P a r a retomar u n a ex-
nadie p o d r í a ser tachado d e ignorarla. Estos dos mitos procedí n
de u n a ilusión retroactiva de acuerdo con l a c u a l e l b i e n original 4 La ierre et les revertes du repos, p. 59.
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presión kantiana, propondríamos que l a condición de posibilidad se siente, porque es m e r a conciencia de v i v i r ' " 7 , le corresponde
de las reglas se identificara con l a condición de posibilidad de la la definición de L e r i c h e " L a salud es l a v i d a e n e l silencio de los
experiencia de las reglas. L a experiencia de las reglas es l a puesta órganos." Pero l a inocencia y l a salud surgen como los términos
a prueba, e n u n a situación de irregularidad, de la función regida de u n a tan buscada como imposible regresión, e n medio d e l furor
dora de las reglas. de la culpabilidad y el ruido del sufrimiento.
Aquello que los filósofos del siglo X V I I I llamaron " e l estado L o anormal como a-normal es posterior a l a definición de lo
de naturaleza" es el equivalente presuntamente racional de la normal. S i n embargo, l a anterioridad histórica de lo anormal fu-
edad de oro. Junto con Lévi-Strauss, es necesario reconocer que turo es l a que suscita u n a intención normativa. L o normal es el
a diferencia de Diderot, Rousseau no pensó nunca que el estado efecto obtenido por la ejecución d e l proyecto normativo, es la
norma exhibida e n e l hecho. D e s d e el punto de vista f á c t i c o , exis-
de naturaleza fuese u n origen histórico para la humanidad pro
te pues entre lo normal y lo anormal u n a relación de exclusión.
curado a l a observación del etnógrafo por l a exploración del geó
Pero esta n e g a c i ó n está subordinada a l a operación de n e g a c i ó n ,
g r a f o 5 . Jean Starobinski mostró con acierto, por su p a r t e 6 , q u e
a l a corrección requerida por l a anormalidad. Por lo tanto, no h a y
el estado de naturaleza descrito por Rousseau es l a representa
n a d a paradójico e n decir q u e lo anormal, l ó g i c a m e n t e secundario
ción del equilibrio espontáneo entre el mundo y los valores del
es existencialmente primitivo.
deseo, estado de p e q u e ñ a felicidad pre-histórica e n el sentido ab
soluto d e l término, puesto que de su irremediable desgarrarme n l u
fluye l a historia como de u n a fuente. Por lo tanto, no existe ha
blando con propiedad u n tiempo gramatical adecuado para el dll
curso acerca de u n a experiencia h u m a n a normalizada sin qui L a palabra latina norma, que soporta —por l a vía indirecta de
h a y a u n a representación de normas vinculadas en l a concieni l| la etimología— el peso d e l sentido inicial de los términos " n o n q a "
con la tentación de contrariar su ejercicio. Porque, o bien la ad« y "normal", es el equivalente del griego op&o<¡. L a ortografía, l a
c u a c i ó n del hecho y del derecho no es percibida y el estado ortodoxia, l a ortopedia son conceptos normativos avant la lettre.
de naturaleza es u n estado de inconciencia ninguno de cuyol Si bien e l concepto de ortología es m u c h o menos familiar, a l me-
acontecimientos puede explicar e l hecho de que d e él surja l | nos no es del todo inútil saber que P l a t ó n le h a dado su garantía 8
oportunidad d e u n a toma de conciencia, o bien l a adecuación i y q u e la palabra se encuentra, aunque citada sin referencia, e n
el Dictionnaire de la langue frangaise de L i t t r é . L a ortología es l a
percibida y e l estado de naturaleza es u n estado de inoceni > I
g r a m á t i c a , e n el sentido que le dieron los autores latinos y me-
Pero ese estado no puede ser para sí y al mismo tiempo ser un
dievales, a saber l a r e g l a m e n t a c i ó n d e l uso de l a lengua.
estado, es decir u n a disposición estática. Nadie se sabe inocontl
inocentemente, porque tener conciencia de l a adecuación a la n S i es v e r d a d que l a experiencia d e normalización es experien-
cia específicamente antropológica o cultural, puede parecer en-
gla significa tener conciencia de las razones de l a regla q m |
tonces normal que l a lengua h a y a propuesto a esta experiencia
reducen a l a necesidad de l a regla. A l a m á x i m a socrática, qill
uno de sus primeros campos. L a g r a m á t i c a proporciona u n a m a -
se h a explotado e n demasía, de acuerdo con l a cual nadie es mn
teria preferencial para l a reflexión sobre las normas. C u a n d o F r a n -
lo a sabiendas, conviene oponerle l a m á x i m a inversa, de acuordfl
cisco P , por e l edicto de Villers-Cotteret, prescribe la r e d a c c i ó n
con l a c u a l nadie es bueno si es consciente de serlo. Iguahin-ni.
nadie es sano si se sabe tal. A l a frase de K a n t : " E l bieneslai Itf
7 Y a Descartes había dicho: " A pesar de que la salud sea el mayor de
aquellos de nuestros bienes relativos al cuerpo, es sin embargo aquél en
el que menos reflexionamos y que menos gustamos. E l conocimiento de la
5 Tristes tropiques, XXXVIII, " U n petit verre de rhum".
verdad es como la salud del alma: cuando se la posee, ya no se piensa
Aux origines de la
6 pensée sociologique (Les Temps modemes, dlclein> en ella" ( C a r t a a Chanut, 31 de marzo de 1649).
bre de 1 9 6 2 ) . * Sofista, 239 b.
192 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y LO PATOLÓGICO DE L O SOCIAL A L O VITAL 193

en f r a n c é s d e todas las actas judiciales d e l reino, se trata d e u n moderno d e normalización, salvo e l término "norma". En este
i m p e r a t i v o 9 . Pero u n a norma no es u n imperativo de ejecución so caso, tenemos l a cosa sin tener e l nombre.
pena de sanciones jurídicas. C u a n d o los g r a m á t i c o s de l a misma L a definición d e normas higiénicas supone e l interés acordado,
é p o c a emprenden l a tarea de fijar e l uso d e l a lengua francesa, desde u n punto de vista político, a l a salud d e l a población con-
se trata de normas que determinan l a referencia y definen la siderada estadísticamente, a l a salubridad d e las condiciones de
falta por l a desviación,, por l a diferencia. L a referencia se pide existencia, a l a extensión uniforme de los tratamientos preventi-
prestada a l uso. E s t a es, a mediados d e l siglo X V I I , l a tesis de vos y curativos desarrollados por l a medicina. E n A u s t r i a es don-
V a u g e l a s : " E l uso es aquél al c u a l es necesario someterse total- de M a r í a T e r e s a y José I I confirieron u n estatuto legal a las
mente e n nuestra l e n g u a " 1 0 . L o s trabajos de Vaugelas se sitúan instituciones d e higiene pública mediante l a cr eaci ó n de u n a C o -
e n el surco de los trabajos de l a A c a d e m i a francesa f u n d a d a pre- misión i m p e r i a l d e l a salud (Sanitáts-Hofdeputation, 1753) y l a
cisamente p a r a el embellecimiento de l a lengua. D e hecho, e n el promulgación de u n Haupt Medizinal Ordnung reemplazado e n
siglo X V I I l a norma gramatical es el uso d e los burgueses pari- 1770 por el Sanitáts-normativ, acta de 40 reglamentaciones rela-
sienses cultivados, de manera tal que esta norma remite a una tivas a l a medicina, a l arte veterinaria, a l a farmacia, a l a forma-
norma política, l a centralización administrativa e n beneficio del ción de los cirujanos, a l a estadística d e m o g r á f i c a y m é d i c a . E n
poder real. D e s d e el punto de vista de l a normalización no hay materia de norma y normalización, tenemos e n este caso e l nom-
diferencia entre e l nacimiento d e l a g r a m á t i c a e n F r a n c i a e n el bre junto con l a cosa.
siglo X V I I y l a institución d e l sistema m é t r i c o a fines d e l siglo
E n cada uno d e estos ejemplos, l a norma es aquello q u e fija
X V I I I . R i c h e l i e u , los Convencionales y Napoleón Bonaparte son
lo normal a partir de u n a decisión normativa. C o m o se v e r á , se-
los sucesivos instrumentos de u n a m i s m a exigencia colectiva. Se
mejante decisión, relativa a tal o c u a l norma, sólo se entiende
comienza por las normas gramaticales para terminar por las ñor
en el contexto de otras normas. E n u n momento dado, l a expe-
mas morfológicas de los hombres y de los caballos a los fines df
riencia de l a normalización es individual, a l menos e n proyecto.
l a defensa n a c i o n a l 1 1 , pasando por las normas industriales e lo
Pierre G u i r a u d lo advirtió m u y b i e n e n e l caso de l a g r a m á t i c a
giénicas.
cuando escribe: " L a fundación d e l a A c a d e m i a francesa por R i -
L a definición de normas industriales supone u n a unidad de chelieu e n 1635 se enmarca dentro de u n a política general de
plan, de dirección del trabajo, de destino del material construido centralización heredada luego por l a revolución, el Imperio y l a
E l artículo " C u r e ñ a " de l a Encyclopédie de D i d e r o t y d'Alemlx-n. R e p ú b l i c a . . . N o sería absurdo pensar que l a burguesía se anexó
revisado por el R e a l cuerpo de artillería, expone admirablemcni» - la lengua e n l a é p o c a en que acaparaba los instrumentos de pro-
los motivos de l a normalización d e l trabajo e n los arsenales. Se d u c c i ó n " 1 2 . Se podría decir, con otras palabras, tratando de reem-
la considera como el remedio para l a confusión de los esfuerzo-,, plazar por u n equivalente el concepto marxista de clase ascenden-
para l a particularidad d e las proporciones, para l a dificultad y lu te: entre 1759, fecha de aparición de l a palabra "normal", y 1834,
lentitud de los recambios, para el gasto inútil. L a uniformaciól fecha de aparición de l a palabra "normalidad", u n a clase nor-
de los diseños de piezas y de las tablas de dimensiones, l a im|>" mativa conquistó el poder de identificar —hermoso ejemplo de
sición de patrones y modelos, provocan l a precisión d e las obrim ilusión ideológica— l a función de las normas sociales con e l uso
separadas y l a regularidad de los ensambles. E l artículo "Curi que ella m i s m a h a c í a de aquellas cuyo contenido determinaba.
ñ a " contiene casi todos los conceptos utilizados en u n tratadfl Q u e l a intención normativa, e n u n a sociedad dada, e n u n a é p o -
ca dada, es indivisible: esto se ve cuando se examinan las rela-
9 C f . Pierre Guiraud, La grammaire, Presses Universitaires de Fri ciones entre las normas técnicas y las normas jurídicas. E n el
("¿Que sais-je?", n? 7 8 8 ) , 1958, p. 109. sentido riguroso y actual d e l t é r m i n o , l a normalización t é c n i c a
1 9 Remarques sur la langué frangaise ( 1 6 4 7 ) , prefacio.
1 1 Institución de la conscripción y de la revisación de los conscriptos ln
titución de los liaras nacionales y de los depósitos de remonta. 3 2 Op. ext., p. 109.
194 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLÓGICO
I DE LO SOCIAL A L O VITAL

ser finito por anticipación, si no cerrado. L a representación de


195

consiste e n l a elección y l a fijación de l a materia, l a forma y las


esta totalidad de normas r e c í p r o c a m e n t e relativas es l a planifica-
dimensiones de u n objeto cuyas características se convierten desde
ción. E n rigor, l a u n i d a d de u n P l a n sería l a unidad de u n único
ese momento en obligaciones de fabricación adaptada a ellas. L a
pensamiento. Mito b u r o c r á t i c o y tecnocrático, el P l a n es l a mo-
división d e l trabajo obliga a los empresarios a homogeneizar las
derna vestimenta de la idea de Providencia. C o m o resulta bas-
normas e n e l seno de u n conjunto t é c n i c o - e c o n ó m i c o cuyas dimen
tante evidente que u n a asamblea de comisarios y una reunión de
siones están e n constante evolución e n escala nacional o interna
máquinas tienen alguna dificultad para presentarse como u n a uni-
cional. Pero l a técnica se desarrolla dentro d e l a economía do
dad de pensamiento, es preciso admitir por cierto que se pueda
u n a sociedad. U n a exigencia de simplificación puede parecer ui
dudar en decir del P l a n aquello que L a Fontaine decía de l a Pro-
gente desde el punto de vista t é c n i c o , pero puede parecer preina
videncia: que ésta sabe lo que necesitamos mejor q u e n o s o t r o s 1 4 .
tura e n cuanto a las posibilidades d e l momento y del futuro Lfl
No obstante - y sin ignorar que se h a podido presentar a l a nor-
mediato, desde el punto de vista industrial y económico. L a 16
malización y a la planificación como si estuviesen estrechamente
gica de l a t é c n i c a y los intereses de la economía tienen que estM
vinculadas con la e c o n o m í a de guerra o con l a economía de los
de acuerdo. Por lo d e m á s , e n otro aspecto, l a normalización u <
regímenes totalitarios—, es necesario considerar ante todo a las
n i c a tiene que temer u n exceso de rigidez. L o que se fabrica til tentativas de planificación como ensayos por constituir órganos
ne q u e ser finalmente consumido. Por cierto, se puede extrema! mediante los cuales u n a sociedad podría presumir, prever y asu-
la lógica de l a normalización hasta l a normalización de las neoi mir sus necesidades, en lugar de encontrarse reducida a registrar-
sidades por vía de incitación publicitaria. Pero t o d a v í a habril las y a comprobarlas mediante cuentas y balances. D e manera tal
que zanjar la cuestión de si l a necesidad es u n posible objeto dn que aquello que es denunciado, con el nombre de racionalización
normalización o bien es el sujeto obligado de l a invención de 1*1 —complaciente espantapájaros agitados por los que sostienen el libe-
normas. Suponiendo que l a primera de estas proposiciones sea || ralismo, variedad e c o n ó m i c a del naturalismo— como una mecaniza-
verdadera, l a normalización tiene que prever p a r a las necesidl ción de la vida social, expresa quizá por el contrario la necesidad
des, así como lo hace p a r a los objetos caracterizados por normal oscuramente sentida por la sociedad de convertirse en e l sujeto orgá-
tolerancias de desviación, pero e n este caso sin cuantificación. I | nico de necesidades reconocidas como tales.
relación de l a t é c n i c a con e l consumo introduce en l a unificación
de los métodos, d e los modelos, de los procedimientos, de lu Resulta fácil concebir de qué manera —por la vía indirecta de
pruebas de calificación, u n a relativa flexibilidad que por otra pal su relación con la e c o n o m í a - la actividad técnica y su normaliza-
te evoca e l término "normalización", preferido en F r a n c i a en I"no ción entran en relación con el orden jurídico. Existe u n derecho
e n lugar d e l de "estandarización", p a r a designar el organismo M de propiedad industrial, u n a protección jurídica a las patentes
ministrativo encargado de l a empresa a escala n a c i o n a l 1 3 . E l con de invención o a los modelos registrados. Normalizar u n modelo
cepto de normalización excluye e l d e inmutabilidad e incluye I . registrado significa proceder a una expropiación industrial. L a s
exigencias de la defensa nacional son la razón invocada por m u -
anticipación de u n a posible flexibilidad. Se advierte así c ó m o
< líos estados para introducir tales disposiciones e n l a legislación.
norma técnica remite paulatinamente a u n a idea de l a sociodwtl
E l universo de las normas técnicas se comunica a q u í con el uni-
y de su jerarquía de valores, c ó m o u n a decisión de normaliza
verso de las normas jurídicas. L o s magistrados que l a deciden,
supone l a representación d e u n todo posible de las decisionc. • - >
los ujieres encargados de ejecutar la sentencia, son personas iden-
rrelativas, complementarias o compensadoras. E s e todo tiene qui
tificadas con su función e n virtud de normas, instaladas en su
función con delegación de competencia. E n este caso, lo normal
1 3 C f . lacques M A I L Y , La normalisation (París, Dunod, 1 9 4 6 ) , pp. I M
y ss. Nuestra breve exposición acerca de la normalización debe muchu •
desciende de una norma superior por delegación jerarquizada.
esta obra útil por la claridad del análisis y l a información histórica »»l
como también por las referencias que contiene a un estudio del D r . 111 i ' 1 4 Fábulas, iv, 4 , "Júpiter y el granjero".
M I C H , V o m Wesen der Normung (1927).
196 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLÓGICO DE L O SOCIAL A L O VITAL 197

En su Teoría pura del derecho, K e l s e n sostiene que l a vali- Bergson cuando analiza, en Las dos fuentes de la moral y de la
d e z d e u n a norma jurídica depende de s u inserción e n u n religión, aquello q u e denomina "el todo de l a obligación".
sistema coherente, u n orden, de normas jerarquizadas, que
extraen su poder obligatorio de su referencia directa o indirec-
ta a u n a norma fundamental. Pero h a y ó r d e n e s jurídicos diferen-
tes porque h a y muchas normas fundamentales irreductibles. Si L a co-relatividad de las normas sociales: técnicas, e c o n ó m i c a s ,
bien se le h a podido objetar a esta filosofía d e l derecho su im- jurídicas, tiende a convertir su u n i d a d virtual e n u n a organiza-
potencia para absorber el hecho político dentro del hecho juií ción. N o resulta fácil decir q u é es el concepto de organización
dico, tal como pretende hacerlo, al menos se le h a reconocido ge c o n respecto a l de organismo: y a se trate de u n a estructura m á s
neralmente e l m é r i t o de haber iluminado l a relación entre las general que este último, al mismo tiempo m á s formal y m á s r i -
normas jurídicas jerarquizadas dentro de u n orden coherente. Du ca; o bien, con relación al organismo considerado como u n tipo-
fundamental de estructura, de u n modelo singularizado por t a n -
manera tal que uno de los m á s francos críticos d e K e l s e n puede
tas condiciones restrictivas que no p o d r í a tener m á s consistencia!
escribir: " E l derecho es e l sistema de las convenciones y de Iftl
que una m e t á f o r a .
normas destinadas a orientar cada conducta e n e l interior de un
grupo de una manera d e t e r m i n a d a " 1 B . Incluso reconociendo que Comprobemos ante todo que, en u n a organización social, las
el derecho, tanto privado como público, tiene como ú n i c a fuentl reglas de ajuste de las partes e n una colectividad m á s o menos
a l a política, puede admitirse q u e l a oportunidad para legislai lúcida en cuanto a su destino propio —ya sean esas partes indivi-
le sea d a d a a l poder legislativo por u n a multiplicidad de eos!mu duos, grupos o empresas con objetivo limitado— son exteriores a
bres que corresponde a l poder institucionalizar e n u n todo jurl la multiplicidad ajustada. L a s reglas tienen q u e ser representa-
dico virtual. Incluso sin tomar en consideración e l concepto de das, aprendidas, rememoradas, aplicadas. Mientras que e n u n
organismo vivo las reglas de ajuste d e las partes entre sí son i n -
orden jurídico, caro a Kelsen, l a relatividad de las normas jurídl
manentes, están presentes sin estar representadas, obran sin deli-
cas puede ser justificada. E s t a relatividad p u e d e ser m á s o mi
beración n i cálculo. E n este caso no h a y n i desviación, n i distancia,
nos estricta. H a y u n a tolerancia de no-relatividad, lo que no s i r
ni dilación entre la regla y l a regulación. E l orden social es u n
nifica u n a laguna de relatividad. D e hecho, l a norma de Itl
conjunto de reglas cuyos servidores o beneficiarios, sus dirigentes
normas sigue siendo la convergencia. ¿ C ó m o podría ser de otrfl
en todo caso, deben atender. E l orden vital está constituido por
manera si el derecho "no es más que l a regulación de l a activi
un conjunto de reglas que son vividas sin problemas 1 7 .
dad s o c i a l " 1 6 ?
E l inventor del término y del primer concepto de sociología,
D i g a m o s para resumir que a partir del ejemplo, escogido inlcn- Auguste Gomte, en las lecciones d e l Curso de filosofía positiva re-
cionalmente, de l a normalización m á s artificial —la normalizar M U Í lativas a lo que entonces denominaba "física social", no vaciló e n
técnica— podemos captar u n c a r á c t e r invariante de l a normall utilizar la expresión "organismo social" para designar l a sociedad
dad. L a s normas son relativas las unas o las otras e n u n sistemi, definida como u n consenso de partes coordinadas de acuerdo con
al menos lo son e n potencia. S u co-relatividad e n u n sistema lü dos relaciones, l a sinergia y l a simpatía, cuyos conceptos son to-
cial tiende a convertir a ese sistema en u n a organización, es dócil mados de l a medicina de tradición h i p o c r á t i c a . Organización, or-
una u n i d a d e n sí —si no por sí— y para sí. A l menos u n filósofo ganismo, sistema, consenso, son utilizados indiferentemente por
advirtió y esclareció el c a r á c t e r orgánico de las normas m o r a l u
en l a m e d i d a e n q u e son ante todo normas sociales: se trata d| 17 C f . B E R G S O N , Las dos fuentes de la moral y de la religión: "Hu-
mana o animal, una sociedad es una organización: implica una coordinación
y generalmente también una subordinación de elementos entre sí: ofrece,
15 Julien F R E U N D , L'essence du politique, París, Sirey ed., 1965, p. 338, pues, —ya sea simplemente vivido o además representado— un conjunto-
i« Ibid., p. 293. de reglas o de leyes" ( p . 2 2 ) .
NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLÓGICO
198 DE L O SOCIAL A L O VITAL
199

Comte para designar el estaao de sociedad 1 8 . Y a desde esa é p o c a ,


bre sobre sí mismo. E s t a función d e regulación social tiene q u e
distingue C o m t e entre l a sociedad y e l poder, entendiendo por
tener u n órgano distinto, el sacerdote, c u y o poder temporal sólo
este último concepto e l ó r g a n o y e l regulador d e l a a c c i ó n común
constituye algo auxiliar. Regular, hablando sccialmente, significa
espontánea 1 9 , órgano distinto pero no separado del cuerpo social, hacer que prevalezca el espíritu de conjunto. D e manera tal que
órgano racional y artificial pero no arbitrario de " l a evidente ar- todo organismo social, si es de dimensiones inferiores a l Ser s u -
monía espontánea que debe tender siempre a reinar entre el con- premo, está regulado desde afuera y desde arriba. E l regulador
junto y las partes d e l sistema s o c i a l " 2 0 . D e este modo, l a relación es posterior a aquello que regula: " E n efecto, sólo se podrían re-
entre l a sociedad y e l gobierno es a s u v e z u n a relación de c<> gular poderes pre-existentes; salvo en los casos de ilusión metafí-
relación, y el orden político aparece como la prolongación volun- sica e n que se cree que se los crea a m e d i d a q u e se los d e f i n e " 2 3 .
taria y artificial "de ese orden natural e involuntario h a c i a el cual
Diremos con otras palabras —por cierto no d e mejor modo y
tienden necesariamente sin cesar, desde todo punto de vista, lg|
probablemente con menor corrección— que u n a sociedad es a l
diversas sociedades h u m a n a s " 2 1 .
mismo tiempo m á q u i n a y organismo. Sería sólo m á q u i n a si los
H a y que esperar a l Sistema de política positiva p a r a v e r a C o m
fines de l a colectividad pudiesen ser no sólo estrictamente plani-
te limitando el alcance d e l a analogía aceptada por él en el C u f
ficados sino t a m b i é n ejecutados de acuerdo con u n programa.
so y acentuando las diferencias que impiden considerar como e q u i D e s d e este punto de vista, ciertas sociedades c o n t e m p o r á n e a s de
valentes l a estructura de u n organismo y la estructura de uní e c o n o m í a socialista tienden quizás hacia u n modo d e funciona-
organización social. E n l a Estática social ( 1 8 5 2 ) , e n el capítulo miento automático. Pero es necesario reconocer que esta tendencia
quinto: " T e o r í a positiva del organismo social", C o m t e insiste en él encuentra a ú n e n lps hechos, y no sólo e n l a m a l a voluntad d e
hecho de q u e l a naturaleza compuesta d e l organismo colectivo ejecutores escépticos, obstáculos que obligan a los organizadores
difiere profundamente de la indivisible constitución d e l organil a recurrir a l a improvisación. Incluso cabe preguntarse si una
mo. A u n q u e funcionalmente convergentes, los elementos del cuei sociedad cualquiera puede ser capaz a l mismo tiempo de lucidez
po social son susceptibles d e existir separadamente. D e s d e ( so- en l a fijación d e sus fines y d e eficacia e n l a utilización d e sus
punto de vista, e l organismo social lleva e n sí mismo algunos 01 medios. E n todo caso, el hecho de que u n a d e las tareas de toda
racteres d e l mecanismo. A d e m á s , y desde el mismo punto de vil organización social consista e n iluminarse a sí misma acerca de
ta, "por su naturaleza compuesta el organismo colectivo posee, efl sus posibles fines —con excepción de las sociedades arcaicas y las
alto grado, la eminente capacidad, que el organismo individu.il llamadas sociedades primitivas e n las cuales el f i n es dado e n e l
presenta sólo en estado rudimentario, la facultad de adquirir n u i rito y la tradición, así como el comportamiento animal es dado
vos órganos, incluso esenciales" 2 2 . Por esto, l a regulación, la Inti e n u n modelo innato— parece poner claramente de manifiesto que
gración e n e l todo de las partes sucesivamente relacionadas, tt no tiene, en rigor, u n a finalidad intrínseca. E n el caso de la socie-
u n a necesidad social específica. R e g u l a r la vida de una sociedad dad, l a regulación es u n a necesidad que está en busca de su órgano
familia o ciudad, significa insertarla e n u n a sociedad a l mismo y de las normas de su ejercicio.
tiempo m á s general y m á s noble —porque se encuentra más corol
E n el caso del organismo, por el contrario, el hecho d e l a necesi-
de l a ú n i c a realidad social concreta: l a H u m a n i d a d o el S i u iu
d a d traduce la existencia de u n dispositivo de regulación. L a nece-
premo. L a regulación social es l a religión, y l a religión posith |
sidad de alimentos, de energía, d e movimiento, d e reposo, requiere
es l a filosofía, poder espiritual, arte general de la acción del hoifl
como condición de su aparición como inquietud y puesta e n bús-
queda, l a referencia del organismo, e n u n estado de hecho dado, a
1 8 Curso de fil. pos., 48* Lección, ed. Schleicher, t. I V , p. 170.
un estado óptimo de funcionamiento, determinado como una cons-
i» Ibid., p. 177.
30 Ibid., p. 176. tante. U n a regulación o r g á n i c a o u n a homeostasis asegura ante todo
21 Ibid., p. 183.
22 Sist. de pol. pos., I I , p. 304. 2 8 Ibid., p. 335.
200 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE LO NORMAL Y L O PATOLOGICO DE LO SOCIAL A L O VITAL 201

«1 retomo a l a constante cuando, por obra de las variaciones d e su Según éste, l a estadística es u n a s u m a d e elementos sociales idén-
relación con el medio ambiente, e l organismo se h a apartado de ticos. L a difusión de sus resultados tiende a hacer que su "infor-
ella. Así como l a necesidad tiene como sede e l organismo consi- m a c i ó n " sea c o n t e m p o r á n e a d e l hecho social en vías d e realizarse.
derado e n su totalidad, incluso cuando se manifiesta y se satisface Por lo tanto, cabe concebir u n servicio de estadística y s u papel
por vía de u n aparato, del mismo modo su regulación expresa la como si fuese u n órgano sensorial social, aunque por el momento
integración de las partes e n el todo, incluso cuando se ejerce por —dice T a r d e — sólo sea éste u n a especie de ojo embrionario. E s
v í a de u n sistema nervioso y endocrino. Por esta r a z ó n , dentro preciso hacer notar q u e l a analogía propuesta por T a r d e se apoya
d e l organismo, no h a y e n rigor distancia entre los órganos, no sobre l a c o n c e p c i ó n que, por esa é p o c a , l a psico-fisiología se h a -
c í a de l a función de u n receptor sensorial —como e l ojo o l a ore-
hay exterioridad entre las partes. E l conocimiento de u n orga-
j a — v de acuerdo c o n l a c u a l las cualidades sensibles, como el
nismo que tiene e l anatomista es u n a especie de exhibición en la
color o e l sonido, sintetizan en u n a u n i d a d específica los compo-
extensión. Pero el organismo por su parte no vive de acuerdo coa
nentes de u n excitante q u e e l físico numera e n u n a multiplicidad
el modo espacial e n que es percibido. L a v i d a de u n ser vivo es
de vibraciones. D e manera que T a r d e podía escribir que "nuestros
p a r a c a d a u n o de sus elementos l a inmediatez de l a copresencU
sentidos h a c e n para nosotros —cada uno aparte y desde su punto
de todos.
de vista especial— l a estadística d e l universo exterior".
L o s fenómenos de organización social son como una mímica (li-
la organización vital, e n el sentido e n que Aristóteles d i c e del ai Pero l a diferencia entre l a maquinaria social de recepción y de
te q u e éste imita a l a naturaleza. I m i t a r no significa aquí CO elaboración de la información, por una parte, y el órgano vivo, pol-
piar, sino tender a reencontrar e l sentido de una producción. 1.1 la otra, persiste sin embargo por cuanto e l perfeccionamiento de
organización social es, ante todo, invención de órganos, órganoi cada u n a de ellas en el curso de l a historia h u m a n a y de l a evo-
de b ú s q u e d a y d e r e c e p c i ó n de informaciones, órganos de cálculo lución de l a vida se realizó d e acuerdo con modalidades inversas.
e incluso de decisión. E n l a forma a ú n bastante someramente ri L a evolución biológica d e los organismos p r o c e d i ó por inte-
cional q u e h a adoptado e n las sociedades industriales conten ipo gración m á s estricta de los órganos y de las funciones de conexión
ráneas, l a normalización requiere l a planificación, que a su \. con el medio ambiente, por una interiorización m á s a u t ó n o m a de
requiere l a constitución de estadísticas de todo orden y su utlll las condiciones de existencia de los componentes d e l organismo
z a c i ó n mediante calculadores electrónicos. C o n l a condición <\< y la constitución de aquello que C l a u d e Bernard d e n o m i n ó el me-
poder explicar de u n modo que no sea m e t a f ó r i c o e l funcioni dio interno. Mientras q u e l a evolución histórica de las sociedades
miento de u n circuito de neuronas corticales sobre l a base dfl humanas consistió, e n el hecho de que las colectividades de ex-
modelo d e l funcionamiento de u n analizador electrónico a l i a n tensión inferior a la especie multiplicaron y e n cierto sentido des-
sistores, resulta tentador —si no legítimo— atribuir actualmente u plegaron e n l a exterioridad espacial sus medios de acción, e n l a
las máquinas de calcular en l a organización tecno-económica a la exterioridad administrativa sus instituciones, agregando máquinas
q u e sirven, algunas de las funciones —por otra parte quizás I r. a los útiles, stocks a las reservas, archivos a las tradiciones. E n la
menos intelectuales— cuyo órgano es el cerebro humano. E n r ú a n sociedad, l a solución de c a d a nuevo problema de información y
to a l a asimilación analógica de l a información social por estadiN de regulación es buscada si no obtenida mediante la cr eaci ó n de
ticas a l a información vital por receptores sensoriales, ésta es organismos o de instituciones "paralelos" a aquellos c u y a insufi-
por lo que sabemos— m á s antigua. G a b r i e l T a r d e es quien i | ciencia por esclerosis y rutina se h a c e patente e n u n momento d a -
1 8 9 0 , e n Les lois de l'imitation, fue e l primero en intentarla 1 do. Por lo tanto, l a sociedad tiene que resolver siempre u n pro-
blema sin solución: e l de l a convergencia de las soluciones pa-
ralelas. F r e n t e a esto, e l organismo vivo se plantea precisamente
2 4 Pp. 148-155 de la citada obra. ¿Acaso carece de interés recuiiliii
q u e a fines del siglo x i x el servicio de información del ejército b como l a realización simple, si no con total simplicidad, de seme-
enojosamente implicado en el caso Dreyfus, llevaba el nombre de scivleln jante convergencia. C o m o escribe L e r o i - G o u r h a n : " D e l animal a l
de estadística?
202 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLOGICO DE LO SOCIAL A LO VITAL 203

hombre todo sucede como si se agregara sumariamente cerebro basta con que u n individuo se interrogue e n u n a sociedad cual-
sobre cerebro: la última de cada una de las formaciones desarro- quiera acerca d e las necesidades y las normas de esta sociedad y
lladas provoca u n a cohesión cada v e z m á s sutil de todas las for- las impugne, signo de que esas necesidades y esas normas no son
maciones anteriores, que siguen d e s e m p e ñ a n d o su p a p e l " 2 { i . A la las de toda la sociedad, para que se capte hasta q u é punto l a ne-
inversa, el mismo autor muestra que "toda la evolución humana cesidad social no es inmanente, hasta q u é punto la norma social
converge en colocar fuera del hombre aquello que, e n el resto del no es interior, hasta q u é punto al f i n y a l cabo l a sociedad, sede
mundo animal, responde a l a a d a p t a c i ó n e s p e c í f i c a " 2 6 , lo que se de disidencias contenidas o de antagonismos latentes, está lejos
reduce a decir que l a exteriorización de los órganos de l a tecni- de plantearse como u n todo. S i el individuo se plantea l a pregunta
cidad es u n fenómeno únicamente h u m a n o 2 T . Por lo tanto, nada por la finalidad de l a sociedad, ¿ a c a s o no es ese el signo de que la
impide considerar la existencia de u n a distancia entre los órganos sociedad es u n conjunto m á s unificado de medios, carente preci-
sociales, es decir los medios técnicos colectivos, de que dispone el samente de u n f i n con e l c u a l se identificaría l a actividad colec-
hombre, como u n c a r á c t e r específico de l a sociedad humana. E n tiva permitida por l a estructura? E n apoyo de esto podríamos i n -
la medida en que la sociedad es una exterioridad de órganos, pue- vocar el análisis de los etnógrafos sensibles a la diversidad de los
de e l hombre disponer de ella por representación y e n consecuen- sistemas de normas culturales, " N i n g u n a sociedad, dice L é v i -
cia por elección. D e manera tal que proponer para las sociedades Strauss, es radicalmente buena, pero ninguna es absolutamente
humanas, e n su b ú s q u e d a de u n a organización cada v e z mayor, mala; todas ofrecen ciertas ventajas a sus miembros, teniendo en
cuenta u n residuo de i n i q u i d a d c u y a importancia parece aproxi-
el modelo del organismo, significa en el fondo soñar c o n u n re-
madamente constante, y que corresponde quizás a u n a inercia es-
tomo n i siquiera a las sociedades arcaicas sino a las sociedades
pecífica que se opone, en el plano de la v i d a social, a los esfuer-
animales.
zos de o r g a n i z a c i ó n " 2 8 .
Por lo tanto, apenas es necesario insistir ahora e n el hecho de
que los órganos sociales, si bien son f i n y medio recíprocamente
unos para otros dentro de u n todo social, no existen los unos pot
los otros y por e l todo e n virtud de u n a coordinación de causali-
dades. L a exterioridad d e las máquinas sociales en l a organiza
ción no es diferente en sí de l a exterioridad de las partes en uní
máquina.
L a regulación social tiende, pues, h a c i a l a regulación orgánica
y la imita, sin por esto dejar de estar compuesta mecánicamente.
Para poder identificar l a composición social con el organismo 10
cial, e n el sentido propio de ese término, sería necesario podrí
hablar de las necesidades y de las normas de u n a sociedad dtl
mismo modo e n que se lo hace de las necesidades y de las not
mas de v i d a de u n organismo, es decir sin residuo de ambigüedad
L a s necesidades y las normas de v i d a de u n lagarto o de una el
pinocha e n su hábitat natural se expresan e n el hecho mismo dt
que esos animales v i v e n con toda naturalidad en ese hábitat. PeTO

2 5 Le geste et la parole: Techniques et langage, París, 1964, p. 114.


2 6 Le geste et la parole: La mémoire et les rythmes, París, 1965, p. 34
2 7 Ibid., p. 63. 2 8 Tristes tropiques, cap. XXXVIII.
II

ACERCA D E L A S NORMAS ORGÁNICAS


EN E L HOMBRE

D e s d e el punto de vista de l a salud y de l a enfermedad y, por


consiguiente, desde el punto de vista de l a r e p a r a c i ó n de los ac-
cidentes, de l a c o r r e c c i ó n de los desórdenes o, para hablar e n
lenguaje popular, de los remedios p a r a los males, entre u n orga-
nismo y u n a sociedad se d a l a diferencia de que e n el caso d e l
organismo el terapeuta de sus males sabe d e antemano sin v a c i -
lación cuál es el estado normal que debe ser instituido, mientras
que en el caso de l a sociedad lo ignora.
E n su librito Lo que falla en el mundo 1 , G . K . Chesterton de-
nunció, con e l nombre de "error m é d i c o " , la propensión frecuente
entre los escritores políticos y reformadores a determinar e l esta-
do de m a l social antes de proponer los remedios para él. L a re-
futación lúcida, brillante, irónica de lo q u e él l l a m a u n sofisma,
se apoya sobre este axioma: " S i b i e n puede haber d u d a acerca de
la manera en que el cuerpo se h a deteriorado, no h a y n i n g u n a
acerca de l a forma en que se lo debe r e s t a u r a r . . . L a ciencia m é -
dica se contenta con el cuerpo humano normal y sólo trata de re-
pararlo" 2 . S i bien no h a y vacilación acerca de l a f i n a l i d a d de u n
tratamiento m é d i c o , sucede algo m u y distinto —dice Chesterton—
cuando se trata de problemas sociales. Porque l a d e t e r m i n a c i ó n
del m a l supone l a definición previa d e l estado social normal, y
la b ú s q u e d a de esta definición separa a quienes se entregan a
ella. " E l problema social es exactamente lo opuesto a l p r o b l e m a
médico. No diferimos acerca de l a naturaleza precisa de l a enfer-
medad, como les sucede a los doctores, quienes en cambio e s t á n

1 Traducción francesa, aparecida en 1948 (Gallimard, ed.) de la obra


What is wrong with the xvorld, publicada en 1910.
- Op. ext., pp. 10-11.
A C E R C A D E L A S NORMAS ORGANICAS EN EL HOMBRE 207
206 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLOGICO

de acuerdo acerca de l a naturaleza de l a s a l u d " 3 . ¡ L o que se dis- w i n 7 . A h o r a bien, precisamente e n la U . R . S. S. —donde el libro
cute e n l a sociedad es e l b i e n social, aquello que h a c e que unos fue escrito— el manuscrito de Müller —transmitido a las altas es-
consideren precisamente como el m a l lo que otros b u s c a n como leras donde supuso que c a e r í a bien— fue severamente juzgado y
lo que debe ser l a salud 4 ! el genetista ruso que h a b í a hecho de intermediario c a y ó en des-
E n este humor h a y algo de serio. D e c i r que "ningún doctor gracia 8 . U n ideal social basado sobre u n a t e o r í a de l a herencia
trata de producir u n a nueva especie de hombre, con u n a nueva como la genética, que confirma el hecho de l a desigualdad h u m a -
disposición de los ojos o de los m i e m b r o s " 5 significa reconocía na al suscitar las técnicas destinadas a corregirla, no podría con-
venirle a u n a sociedad sin clases.
que l a norma de v i d a de u n organismo está dada por e l organis
mo mismo, está contenida en su existencia. Y es m u y cierto que Sin olvidar, pues, que la genética ofrece precisamente a los bió-
ningún m é d i c o piensa e n prometer a sus enfermos algo distinto logos l a posibilidad de concebir y de aplicar una biología formal
que el retorno a l estado de satisfacción vital del cual l a enferme y de superar por consiguiente las formas empíricas de l a v i d a al
dad los h a hecho caer. suscitar, de acuerdo con otras normas, seres vivos experimentales,
Pero sucede a veces que h a y m á s humor en la realidad que admitiremos por nuestra parte que hasta ahora la norma de u n or-
en los humoristas. E n el mismo momento en que Chesterton ala ganismo humano es su coincidencia consigo mismo, esperando e l
b a b a a los m é d i c o s por aceptar que el organismo les proporeio día en que será su coincidencia con el cálculo de u n genetista e u -
nase l a norma para su actividad restauradora, ciertos biólogos em genista.
pezaban a concebir l a posibilidad de aplicar l a genética a l a trans
formación de las normas de la especie humana. E n efecto: d<í
año 1 9 1 0 datan las primeras conferencias de H . J. Müller, genetll
ta c é l e b r e por sus experiencias de mutaciones provocadas, acercl Si las normas sociales pudiesen ser captadas con tanta claridad
de l a obligación social y moral impuesta al hombre actual de lo como las normas orgánicas, los hombres que no se conformaran a
tervenir sobre sí mismo para promover en general al n i v e l intelci ellas estarían locos. C o m o los hombres no están locos y como no
tual m á s elevado, es decir en resumidas cuentas de vulgarizar cl hay Sabios, las normas sociales deben ser inventadas y no obser-
genio por medio d e la eugenesia. E n resumidas cuentas,, no || vadas. E l concepto de Sabiduría era u n concepto provisto de sen-
trataba de u n deseo individual, sino de u n programa social y l | tido para los filósofos griegos, porque c o n c e b í a n la sociedad como
suerte que éste corrió al principio le hubiese parecido a C h e i una realidad de tipo orgánico, que tenía u n a norma intrínseca, u n a
terton l a m á s perfecta confirmación de su paradoja. E n Fuera <l¡ salud propia, regla de medida, de equilibrio y de compensación,
la noche6, Müller proponía como ideal social que debía ser reí réplica e imitación, en escala humana, de la ley universal que de
lizado, u n a colectividad sin clases, sin desigualdades sociales, d o n la totalidad de los seres h a c í a u n cosmos. U n biólogo c o n t e m p o r á -
de las t é c n i c a s de conservación del material seminal y de inseitll neo, C a n n o n , recogió en cierto modo u n eco de l a asimilación de
nación artificial permitirían a las mujeres, a quienes u n a eduoi los conceptos jurídicos a los conceptos médicos en el pensamiento
ción racional habría enorgullecido por semejante dignidad, dar ||| griego arcaico, cuando tituló La sabiduría del cuerpo9 a la obra
pecho y educar a hijos de hombres geniales, de L e n i n o de Dai en la que expone la teoría de las regulaciones orgánicas, de l a ho-
meostasis. H a b l a r de sabiduría del cuerpo significa dar a entender
3ibid., p. 12.
4Hemos comentado más extensamente estas reflexiones de Chesterton 7 Ofí. cit., p. 176.
en nuestra conferencia: " L e probléme des régulations daos l'orgauisme M 8 C f . Julien H U X L E Y , La génétique soviétique et la science mondi.de
dans l a société (Cahiers de l'Alliance Israélite Universelle, n<? 92, lepl Stock, ed., 1950, p. 206.
oct. de 1 9 5 5 ) . 9 E l título Sabiduría del cuerpo es tomado por Cannon del ilustre fisióbgo
5 Op. cit., p. 11. Inglés S T A R L I N G . L a traducción francesa de Z . M . B A C Q apareció en las
6 Traducción francesa por J . R O S T A N D (Gallimard ed., 1938) de OUl fiditions de la Nouvelle Critique, en 1946.
oj the night ( 1 9 3 5 ) .
208 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLÓGICO ACERCA D E L A S NORMAS ORGANICAS EN EL HOMBRE 209

que el cuerpo vivo se encuentra e n permanente estado de equili- fundamentales e n e l hecho de las regulaciones morfológicas q u e ,
brio controlado, de desequilibrio contrabalanceado n i b i e n se ini- durante el desarrollo embrionario, conservan o reestablecen l a i n -
cia, de estabilidad mantenida contra las influencias perturbadoras tegridad d e l a forma específica y prolongan s u a c c i ó n organizado-
de origen externo, significa e n pocas palabras que l a v i d a orgánica r a e n l a reparación de ciertas mutilaciones. D e manera tal que es
es u n orden de funciones precarias y amenazadas, pero constante- posible clasificar el conjunto de las normas en virtud de las cuales
mente reestablecidas mediante u n sistema de regulaciones. A l pres- los seres vivos se presentan como integrantes de u n m u n d o distin-
tarle al cuerpo u n a sabiduría, Starling y C a n n o n repatriaban a la to, e n normas de constitución, normas de reconstitución y normas
fisiología u n concepto que a n t a ñ o l a medicina h a b í a exportado a de funcionamiento.
la política. S i n embargo, C a n n o n no podía dejar de ampliar a su E s a s diferentes normas plantean a los biólogos u n mismo pro-
vez el concepto de homeostasis de manera de conferirle u n pode] b l e m a : e l de su relación con los casos singulares que h a c e n apare-
de esclarecimiento de los fenómenos sociales y puso como título a cer, con relación al c a r á c t e r específico normal, u n a distancia o u n a
su último c a p í t u l o : relaciones entre la homeostasis biológica y l l desviación de tal o c u a l c a r á c t e r biológico: estatura, estructura de
homeostasis social. Pero el análisis de esas relaciones es u n tejido órgano, composición q u í m i c a , comportamiento, etc. S i e l organismo
de lugares comunes de sociología liberal y de política parlamentaria individual es aquello que propone por sí mismo l a norma de su
relativos a l a alternancia —que C a n n o n considera como el efecto restauración, e n caso d e malformación o de accidente, ¿ q u é es lo
de u n dispositivo de c o m p e n s a c i ó n — entre conservadorismo y re que establece como norma a l a estructura y a las funciones espe-
formismo. C o m o si esta alternancia, lejos de ser el efecto de u n cíficas, incaptables de otra manera como no sea cuando los i n d i v i -
dispositivo inherente, incluso e n estado rudimentario, a toda e l duos las manifiestan? L a t e r m o r r e g u l a c i ó n difiere d e l conejo a l a
tructura social, no fuese de hecho l a expresión de l a eficacia relaii cigüeña, d e l caballo a l camello. ¿ P e r o c ó m o explicar las normas
v a de u n r é g i m e n inventado para canalizar y amortiguar los anta propias a cada u n a d e esas especies —por ejemplo a los conejos—
gonismos sociales, de u n a máquina política adquirida por las su sin anular las desemejanzas leves y fragmentarias q u e otorgan su
ciedades modernas para diferir, sin poder impedirla en última in singularidad a los individuos?
tancia, l a transformación d e sus incoherencias e n crisis. S i se ob E l concepto de normal e n biología se define objetivamente me-
servan las sociedades de la edad industrial cabe preguntarse si M I diante l a frecuencia del c a r á c t e r calificado como tal. P a r a u n a es-
estado de hecho permanente no sería l a crisis y si ese no sería un pecie d a d a , e l peso, l a estatura, l a m a d u r a c i ó n de los instintos, sien-
síntoma evidente de l a ausencia en ellas de u n poder de autorre do idénticos l a e d a d y e l sexo, son aquellos q u e caracterizan efecti-
gulación. vamente a l m á s numeroso de los grupos distintivamente formados
L a s regulaciones para las cuales C a n n o n inventó e l término gu por los individuos d e u n a población natural q u e u n a m e d i c i ó n h a -
nérico de homeostasis 1 0 son del orden de aquellas que C l a u d e B6I ce aparecer como idénticos. Quételet fue quien, h a c i a 1843, obser-
nard h a b í a reunido bajo e l nombre de "constantes d e l medio Ifl vó q u e l a distribución de las estaturas humanas podía ser repre-
temo". Son normas del funcionamiento orgánico, tales como la ti sentada mediante l a ley de los errores establecida por Gauss, for-
gulación de los movimientos respiratorios bajo el efecto de la tftM m a límite de l a ley d e l binomio, y q u i e n distinguió los dos con-
de ácido carbónico disuelto en l a sangre, l a termorregulación en el ceptos de promedio d e G a u s s o promedio verdadero y promedio
animal a temperatura constante, etc. Actualmente se sabe - algfl aritmético, confundidos a l comienzo e n l a teoría d e l hombre pro-
que C l a u d e B e m a r d sólo podía sospechar— que otras formas de ti medio. L a distribución de los resultados de m e d i d a m á s a c á y m á s
gulación tienen que ser tomadas en consideración en e l estudio & allá d e l valor promedio garantiza q u e e l promedio de G a u s s es u n
las estructuras orgánicas y de l a génesis de tales estructuras l | promedio verdadero. L a s desviaciones son tanto m á s raras cuanto
embriología experimental c o n t e m p o r á n e a encontró sus problema* mayores.
E n nuestro Ensayo ( I H Parte, 2 ) h a b í a m o s intentado conservar
1 9 Op. cit., p. 19. para el concepto d e n o r m a u n a significación análoga a l a d e l con-
210 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLÓGICO ACERCA D E L A S NORMAS ORGANICAS EN E L HOMBRE 211

cepto de tipo que Quételet h a b í a agregado a su teoría del Hombre esas anomalías a las cuales los genetistas denominaron "mutacio-
promedio luego del descubrimiento del promedio verdadero. Sig- nes". E n efecto: en l a m e d i d a e n que una mutación, e n e l mundo
nificación análoga, vale decir semejante en cuanto a l a función pe-
vegetal o animal, puede ser e l origen de u n a especie nueva, se
ro diferente en cuanto al fundamento. Quételet interpretaba l a re-
asiste a l nacimiento de u n a norma a partir de l a desviación con
gularidad expresada por e l promedio, por l a mayor frecuencia e l
respecto a otra. L a norma es aquella forma de desviación mante-
tadística, como el efecto en los seres vivos de su sumisión a leyes de
n i d a por la selección natural. E s aquello que l a destrucción y l a
origen divino. Por nuestra parte, h a b í a m o s tratado de mostrar que
muerte conceden al azar. Pero b i e n se sabe que las mutaciones
la frecuencia puede explicarse por regulaciones de u n orden com-
pletamente diferente a l a conformidad con u n a legislación sobreña son a menudo m á s restrictivas que constructivas, que a menudo
tural. H a b í a m o s interpretado l a frecuencia como el criterio a c l m l son superficiales cuando son duraderas y que, cuando son nota-
o virtual de la vitalidad de u n a solución a d a p t a t i v a 1 1 . E s preciM bles, provocan fragilidad, u n a disminución de l a resistencia orgá-
creer que nuestro intento h a b í a fracasado, puesto que se le repro nica. D e manera tal que se le reconoce a las mutaciones e l poder
chó que c a r e c í a de claridad y que concluía injustificadamente, p u de diversificar las especies en variedades antes que el de explicar
tiendo del hecho de la mayor frecuencia, el de u n a mejor adap la génesis de las especies.
t a c i ó n 1 2 . E n realidad, hay a d a p t a c i ó n y a d a p t a c i ó n , y el sentido 60 E n pleno rigor, u n a teoría mutacionista de l a génesis de las es-
que se l a entiende en las objeciones que se nos h a n presentado 0 0 pecies sólo puede definir lo normal como lo temporariamente via-
coincide con el que nosotros le h a b í a m o s dado. Existe u n a forml
ble. Pero a fuerza de sólo considerar a los seres vivos como muertos
de a d a p t a c i ó n que es especialización para u n a tarea d a d a en Ufl
en aplazamiento, se llega a desconocer l a orientación adaptativa del
medio ambiente estable, pero que está amenazada por todo accl
conjunto de los seres vivos considerados e n la continuidad de la
dente que modifique ese medio ambiente. Y existe otra forma d i
vida, se llega a subestimar ese aspecto de l a evolución que es l a
adaptación que es independencia con respecto a las coacciones do
variación de los modos de v i d a para l a ocupación de todos los
un medio ambiente estable y, por lo tanto, capacidad de sobrepi
puestos v a c a n t e s I 4 . Por consiguiente, hay u n sentido de la adap-
sar las dificultades para vivir que resultan de una alteración d l l
tación que permite distinguir en u n momento dado —con respecto
medio ambiente. Ahora bien, h a b í a m o s definido l a normalidad di
una especie por u n a cierta tendencia a l a variedad, "suerte de II a u n a especie y sus mutantes— entre seres vivos superados y seres
guro contra la excesiva especialización carente de reversibilidad \ vivos en progreso. L a animalidad es u n a forma de v i d a que se ca-
de flexibilidad, que es u n a a d a p t a c i ó n lograda". E n materia d i racteriza por l a movilidad y por l a anticipación. D e s d e este punto
adaptación lo perfecto o lo acabado es el comienzo del fin de lM de vista, no se podrá decir que la visión es u n a función inútil para
especies. E n aquella é p o c a nos inspirábamos en u n artículo cM moverse en la luz. Puede decirse que u n a especie animal ciega y
biólogo Albert V a n d e l , que luego desarrolló las mismas ideas <m cavernícola está adaptada a l a oscuridad, y cabe concebir su apa-
su libro L'homme et Vécolution1S. Permítasenos retomar nuestra rición por mutación a partir de una especie clarividente, y su m a n -
análisis. tenimiento por el encuentro y l a o c u p a c i ó n de u n medio ambiente
si no adecuado al menos no contraindicado. N o por esto se deja de
C u a n d o se define lo normal por lo m á s frecuente, se crea ufl
considerar a l a ceguera como u n a anomalía, no en el sentido de
considerable obstáculo para la inteligencia d e l sentido biológico di
que es u n a rareza, sino en el sentido de que entraña —para los se-
1 1 C f . supra.
1 2 D U Y C K A E R T S , L o notion de normal en psychologie clinique, Vrlll 1 4 " L o s puestos vacantes en un lugar dado, de acuerdo con la termino-
1 9 5 4 , p. 1 5 7 . logía de D a r w i n , son menos espacios libres que sistemas de vida (hábitat,
13 Gallimard ed., 1 * ed., 1 9 4 9 ; 2 * ed., 1 9 5 8 . L a tesis de la evolución pCM modo de alimentación, de ataque, de protección) teóricamente posibles allí
dicotomía (escisión de un grupo animal en rama innovadora y rami y todavía no practicados" ( " D u développement a l'evolution au X K * siecle"
servadora) es retomada por V A N D E L en su artículo sobre L'évolutionnllim por CANGUILHEM, PIQUEMAL, LAPASSADE, ULMANN, en Thdes, XI, 1960,
de Teilbard de Chardin, en Etudes philosophiques, 1 9 6 5 , nP 4 , p. 4 5 9 . P. 32).
212 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLÓGICO A C E R C A D E L A S NORMAS ORGANICAS EN EL HOMBRE 213

res vivos afectados— u n retroceso, u n a desviación h a c i a u n cami- ferencia d e l a h u m a n i d a d , que —según Marx— sólo se plantea p r o -
no sin perspectiva. blemas q u e puede resolver, l a v i d a multiplica de antemano las so-
Nos parece que uno de los signos de l a dificultad para explicar luciones p a r a los problemas de a d a p t a c i ó n que p o d r á n plantearse 16.

recurriendo sólo al encuentro de series causales independientes — E n resumen: las lecturas y reflexiones q u e hemos podido hacer
una biológica y otra geográfica— l a norma especifica e n biología, desde l a publicación de nuestro Ensayo de 1943 no nos obligaron
es l a aparición e n l a genética de las poblaciones —en 1954— del a volver a cuestionar l a interpretación propuesta entonces del fun-
concepto de homeostasis genética, introducido por Lerner15. El damento biológico de los conceptos originales de la biometría.
estudio de l a disposición de los genes y de l a aparición de genes
mutantes en los individuos de poblaciones naturales y experimen-
tales, relacionado con el estudio de los efectos de l a selección na-
tural, condujo a l a conclusión de que el efecto selectivo de u n ge- T a m p o c o nos parece que tengamos q u e modificar profundamen-
ne o de cierta disposición de genes no es constante, de que depen- te nuestro análisis de las relaciones entre l a determinación de las
de sin d u d a de las condiciones del medio ambiente pero también normas estadísticas y l a apreciación de l a normalidad o de l a anor-
de una suerte de presión ejercida sobre uno cualquiera de los i n - m a l i d a d de tal o cual desviación individual. E n el Ensayo nos h a -
dividuos por l a totalidad g e n é t i c a representada por l a población. bíamos basado sobre estudios de A n d r é M a y e r y de H e n r i L a u g i e r .
Se h a observado, incluso en el caso de afecciones humanas —por E n t r e los muchos artículos publicados a partir de entonces acerca
ejemplo l a anemia de Cooley, frecuente e n las regiones q u e rodean del mismo tema, dos retuvieron nuestra atención.
al M e d i t e r r á n e o : particularmente e n Sicilia y e n Cerdeña—, una E l primero de esos artículos se debe a A. C . I v y : " W h a t is normal
superioridad selectiva de los individuos heterocigotas sobre los ho or normality?" (1944) 1 7 . E l autor distingue cuatro acepciones del
mocigotas. E n animales de cría, esta superioridad puede ser me concepto de normal: 1"? coincidencia entre u n hecho o r g á m e o y u n
d i d a experimentalmente. E n este caso se viene a coincidir con vic ideal q u e fija por decisión el límite inferior o superior de ciertas
jas observaciones d e criadores acerca de l a vigorización de deseen exigencias; 29 l a presencia e n u n individuo de caracteres (estruc-
dencias de crianza por hibridación. L o s heterocigotas son m á s f e c u n tura, función, composición q u í m i c a ) c u y a m e d i d a está fijada con-
dos. P a r a u n gene m u í a n t e de c a r á c t e r letal, u n heterocigotas gOZI vencionalmente por el valor central d e u n grupo h o m o g é n e o e n
de una ventaja selectiva no sólo con relación al m u í a n t e homnci cuanto a la edad, el sexo etc.; 39 l a situación d e u n individuo con
gota sino incluso a l homocigota normal. D e aquí surge el concepta respecto al promedio para cada c a r á c t e r considerado cuando se h a
de homeostasis genética. E n l a m e d i d a e n que l a supervivencia de construido la curva de distribución, calculado l a desviación tipo y
una población resulta favorecida por l a frecuencia d e los heli-m fijado el n ú m e r o de desviaciones tipo; 49 l a conciencia d e ausencia
cigotas, es posible considerar a l a relación proporcional entre le de h á n d i c a p . E l uso del concepto de normal exige que se precise
c u n d i d a d y heterocigocia como u n a regulación. L o mismo sucede ante todo l a a c e p c i ó n d e acuerdo con la c u a l se lo entiende. Por su
—según J . B . S. H a l d a n e — con l a resistencia d e u n a especie i parte, el autor sólo retiene los sentidos 39 y 49, subordinando este
ciertos parásitos. U n a m u t a c i ó n bioquímica puede procurarle A último al anterior. Se dedica a mostrar q u é interesante resulta es-
mutante u n a c a p a c i d a d superior de resistencia. L a diferencia bio tablecer la desviación tipo de las medidas d e estructura, de funcio-
q u í m i c a individual en el seno de una especie l a hace m á s apta parí
sobrevivir, a costa de reestructuraciones que expresan morfol'»'i 1 6 Incluso podría decirse con A . L W O F F : " E l organismo vivo no tiene
camente y fisiológicamente los efectos de la selección natural. A di problemas; en la naturaleza no hay problemas; sólo hay soluciones" ( " L e
concept d'information dans la biologie moléculaire", en Le concept d'infor-
mation dans la science contemporaine, L e s Éditions de Minuit, 1 9 6 5 , p. 1 9 8 ) .
1 5 Tomamos lo esencial de nuestra información acerca de la homeostl 1 17 Quarterly Buü, Northwestern Unió Med. School, Chicago, 1 9 4 4 , 18
genética del excelente estudio de Ernest B O S I G E R , "Tendances. actuelles 1
2 2 - 3 2 , Spring-Quarter. Este artículo nos fue indicado por los Profesores C h a r -
la genétique des populations", publicado en la reseña de la X X V I e Seniiilui
les Kayser y Bernard Metz.
de Synthése (Ld biologie, acquisitions recentes, Aubier ed., 1 9 6 5 ) .
214 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLÓGICO ACERCA D E L A S NORMAS ORGÁNICAS EN EL HOMBRE 215

nes, de constituyentes bioquímicos, sobre u n gran n ú m e r o de su- definitiva: u n análisis como e l de I v y tiene e l interés de qué con-
jetos, y sobre todo cuando l a desviación de los resultados es gran- firma —a partir de otros ejemplos— la insuficiencia, reconocida an-
d e y si se consideran como normales los valores representados por tes que él lo hiciese, d e l punto de vista estadístico cada v e z que
68,26 % d e u n a población examinada, vale decir los valores que hay que decidir acerca d e aquello que es normal o no lo es para
corresponden al promedio m á s o menos de una desviación tipo. L o s tal individuo dado.
sujetos cuyos valores caen fuera de ese 68 % son quienes plantean
L a necesidad de corregir y de flexibilizar el concepto de normal
difíciles problemas de apreciación e n cuanto a su relación c o n l a
estadístico mediante l a experiencia que el fisiólogo adquiere de la
norma. Considérese u n ejemplo. Se mide l a temperatura d e 10.000
variabilidad de las funciones, es destacada igualmente en el articulo
estudiantes a los cuales se les pide que digan si se sienten o no
de John A. R y l e , The meaning of normal (1947) 1 8 E l autor, pro-
afiebrados, se construye l a distribución de las temperaturas y se
fesor d e medicina social en l a U n i v e r s i d a d de Oxford, se dedica
calcula l a correlación para cada grupo de igual temperatura entre
ante todo a establecer que ciertas desviaciones individuales, c o n
el número de los sujetos que se declaran afiebrados y e l número respecto a las normas fisiológicas, no son por ello indicios p a t o l ó -
de individuos. Cuanto m á s se acerca l a correlación a 1 , m á s opor- gicos. E s normal que exista u n a variabilidad fisiológica, es necesaria
tunidades hay de que e l sujeto esté —desde e l punto d e vista de p a r a l a a d a p t a c i ó n y, por consiguiente, p a r a l a supervivencia. E l
la infección— en estado patológico. Sobre 50 sujetos a 1009F, só- autor examinó 100 estudiantes e n b u e n estado de salud, exentos
lo h a y el 14 % de oportunidad de que u n sujeto normal desde el de dispepsia, sobre los que p r a c t i c ó mediciones de l a acidez gás-
punto de vista subjetivo (que no se sienta afiebrado) sea u n su- trica. C o m p r o b ó que el 10 % de los sujetos presentaron algo q u e
jeto normal desde el punto de vista bacteriológico. hubiese podido ser considerado como hiperclorhidria patológica,
E l interés d e l estudio de I v y reside menos e n esas indicaciones tal como se l a observa e n los casos d e ú l c e r a de duodeno, y que el
de estadística clásica que en l a sencillez con l a que e l autor re- 4 % presentaron u n a aclorhidria total, síntoma considerado hasta
conoce las dificultades para que coincidan conceptos como lo nor- entonces como señal de anemia perniciosa progresiva. E l autor pien-
mal fisiológico y lo normal estadístico. E l estado de plenitud fi- sa q u e todas las actividades fisiológicas medibles resultan ser sus-
siológica (the healthful condition) es definido como estado de equi ceptibles de u n a análoga variabilidad, que pueden ser representa-
librio de las funciones integradas de manera tal que procuren al das por l a curva de Gauss, y que, para las necesidades de l a medi-
sujeto u n gran margen de seguridad, u n a capacidad de resistencia cina, lo normal tiene que estar comprendido dentro de los límites
e n u n a situación crítica o situación d e fuerza. E l estado normal de determinados por una desviación standard a uno y otro lado de l a
una función consiste en que no interfiera con otras. ¿ P e r o acaso mediana. Pero no existe ninguna línea de separación neta entre las
no se puede objetar a estas proposiciones que, e n virtud d e su in- variaciones innatas compatibles con l a salud y las variaciones ad-
tegración, l a m a y o r í a d e las funciones interfieren entre sí? S i so quiridas que son los síntomas de u n a enfermedad. E n rigor, se pue-
d e b e entender que u n a función es normal mientras no lleva a otra de considerar que u n a desviación fisiológica extrema con relación
h a c i a l a anormalidad, ¿ a c a s o no se h a desplazado la pregunta? E n al promedio constituye, o contribuye a constituir, u n a predisposi-
todo caso, l a confrontación de esos conceptos fisiológicos con el ción para tal o cual accidente patológico.
concepto de norma estadísticamente definida —el estado d e l 68 %
John A . R y l e reseña como sigue las actividades de orden m é d i c o
d e los sujetos e n u n grupo h o m o g é n e o — revela l a incapacidad
para las cuales el concepto de "normal correctamente compren-
de este último para resolver u n problema concreto en patología. E l
dido" responde a u n a necesidad: 19 definición de lo patológico; 29
hecho d e que u n viejo presente funciones comprendidas dentro del
definición de los niveles funcionales a que debe apuntar u n tra-
68 % que corresponde a su edad no basta para calificarlo de ñor
tamiento o una reeducación; 3 9 elección del personal empleado e n
m a l , e n l a medida e n que se define lo normal fisiológico por el
margen de seguridad e n e l ejercicio de las funciones. E n efecto:
el envejecimiento se expresa por l a reducción de ese margen. E n
1 8 The Lancet, 1 9 4 7 , I , 1 ; el artículo está reproducido en Coneepts of
medicine, edited by Brandon L U S H , Pergamon Press, 1 9 6 1 .
216 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLOGICO A C E R C A D E L A S NORMAS ORGÁNICAS EN EL HOMBRE 217

la industria; 49 rastreo de las predisposiciones para las enfermeda- valezcan las preocupaciones de l a pericia y de l a evaluación sobre
des. Hagamos notar —porque no carece de importancia— que las las de l a medición en el estricto sentido d e l a palabra.
tres últimas necesidades de esta enumeración se refieren a criterios Puesto que se trata de normas humanas, se reconoce e n este caso
de pericia, capacidad, incapacidad, riesgo de mortalidad. que éstas se encuentran determinadas como posibilidades de u n
Por último, R y l e distingue entre dos tipos de variaciones con re- organismo e n situación social para actuar antes que como funcio-
lación a la norma, a propósito de las cuales puede suceder que se nes de u n organismo considerado como mecanismo acoplado a l me-
dio ambiente físico. L a forma y las funciones d e l cuerpo h u m a n o
tenga que decidir si hay o no anormalidad, con vistas a ciertas re-
no son sólo la expresión d e las condiciones que e l medio ambiente
soluciones de orden p r á c t i c o que deben ser tomadas: variaciones
crea para l a vida, sino t a m b i é n l a expresión de las modalidades d e
q u e afectan a u n mismo individuo según e l tiempo, y variaciones
vida e n el medio ambiente socialmente adoptadas. E n nuestro
«en u n momento dado entre u n individuo y otro dentro de l a espe-
Ensayo, h a b í a m o s tenido e n cuenta la existencia d e observaciones
c i e . E s t o s dos tipos de variaciones son indispensables p a r a l a su-
que autorizaban para que se considerase como probable e l hecho
pervivencia. L a adaptabilidad depende d e l a variabilidad. Pero el
de u n a intricación entre naturaleza y cultura e n l a determinación
estudio de l a adaptabilidad tiene que ser siempre circunstanciado,
de normas orgánicas humanas, por obra de l a relación psicosomá-
no basta e n este caso con proceder a mediciones y a tests de la-
tica 1 9 . E n aquel momento, nuestras conclusiones pudieron parecer
boratorio, es necesario estudiar t a m b i é n e l medio ambiente físico
temerarias. Actualmente nos parece que el desarrollo, particular-
y e l medio ambiente social, la nutrición, el modo y las condiciones
mente e n los países anglo-sajones, de los estudios d e m e d i c i n a psi-
de trabajo, l a situación e c o n ó m i c a y l a e d u c a c i ó n de las diferen-
c o s o m á t i c a y psicosocial tendería a confírmalas. U n reputado es-
tes clases, porque en l a m e d i d a en q u e lo normal es considerado
pecialista en psicología social, Otto K l i n e b e r g , d e s t a c ó —en u n es-
como l a señal de u n a aptitud o de u n a adaptabilidad es necesario
tudio relativo a las tensiones relacionadas con el entendimiento i n -
preguntarse siempre a q u é y para q u é h a y que determinar l a adap
t e r n a c i o n a l 2 0 — las causas de orden psicosomático y psicosocial de
tabilidad y l a aptitud. Considérese u n ejemplo. E l autor comunión
las variedades de reacciones y de perturbaciones que provocan mo-
los resultados de u n a investigación relativa a l grosor de l a tiroides dificaciones aparentemente duraderas de constantes orgánicas. L o s
e n niños d e 11 a 15 años, e n regiones donde e l contenido de iodo chinos, los hindúes y los filipinos presentan u n a presión sistólica
e n el agua potable fue dosificado con precisión. E n este asunto, lo promedio inferior e n 15 a 30 puntos con respecto a l a de los norte-
normal es que l a tiroides no sea perceptible desde e l exterior. C u a n americanos. Pero l a presión sanguínea sistólica promedio de nor-
d o l a tiroides es aparente, eso parece ser signo de u n a deficienoil teamericanos que pasaron muchos años e n C h i n a bajó d i ñ a n t e ese
mineral específica. Pero como pocos niños con tiroides apárenle período d e 118 a 109. Igualmente, se pudo notar h a c i a los años
terminan por presentar u n bosio, se puede pensar q u i z á que una 1920-1930 que la hipertensión era m u y rara e n C h i n a . A u n q u e lo
hiperplasia que puede ser descubierta clínicamente expresa un considera "excesivamente simplista", K l i n e b e r g cita algo que dijo
avanzado grado de a d a p t a c i ó n y no l a primera etapa de un« u n m é d i c o norteamericano h a c i a 1929: " S i permanecemos e n C h i -
enfermedad. D a d o que l a tiroides es siempre m á s p e q u e ñ a entff n a durante suficiente tiempo aprendemos a aceptar las cosas tal
los islandeses y que, por el contrario, h a y regiones e n C h i n a donde c u a l son y nuestra presión sanguínea cae. L o s chinos e n N o r t e a m é -
el 60 % de los habitantes tienen bosios, parece que se puede hn rica aprenden a protestar y a no aceptar el estado de cosas, y su
blar de patrones nacionales de normalidad. E n resumen: para de presión sanguínea sube." Suponer que Mao Tse-tung c a m b i ó esta
finir lo normal es necesario referirse a los conceptos de e q u i l i b n " situación no significa ironizar, sino sólo aplicar e l mismo m é t o d o
y de adaptabilidad, es preciso tener e n cuenta el medio ambiente
exterior y el trabajo que tienen que realizar el organismo o IUI
1 9 C f . supra,
partes.
20 Tensions affecting internacional understanding. A survey of research,
E l estudio que acabamos d e resumir es interesante —sin resol N e w York, Social Science Research Council, 1950, pp. 46-48. E s t a obra nos'
tar intolerante e n materia de metodología— y llega a hacer que pw fue indicada por Robert Pages.
218 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLOGICO A C E R C A D E L A S NORMAS ORGÁNICAS EN E L HOMBRE 219

de interpretación d e los fenómenos psicosociales a otros datos polí- siderada como l a función fisiológica por excelencia. Proponemos
ticos y sociales. que se la defina como l a impaciencia orgánica ante las intervencio-
E l concepto de adaptación, y el de relación psicosomática al que nes o provocaciones indiscretas d e l medio ambiente, y a sea éste cós-
su análisis conduce cuando se trata del hombre, puede ser reto- mico ( a c c i ó n de los agentes físico-químicos) o humano (emociones).
mado y por así decir reelaborado en función de teorías de patología Si se entiende por "fisiología" la ciencia de las funciones del hombre
que difieren por sus observaciones básicas, pero convergen por su normal, es necesario reconocer que esta ciencia se apoya sobre el
inspiración. L a puesta e n relación de las normas fisiológicas e n el postulado de que el hombre normal es el hombre de l a naturaleza.
hombre con l a diversidad de los modos de r e a c c i ó n y de comporta- C o m o escribe u n fisiólogo, Z. M . B a c q : " L a paz, l a pereza, l a i n -
miento que por otra parte dependen de normas culturales, se pro- diferencia psíquica son serios reveses para el mantenimiento de u n a
longa naturalmente con el estudio de las situaciones p a t ó g e n a s es- fisiología n o r m a l 2 2 . Pero quizá l a fisiología h u m a n a es siempre
más o menos fisiología aplicada, fisiología d e l trabajo, d e l deporte,
pecíficamente humanas. A diferencia del animal de laboratorio, en
del ocio, de l a vida e n las alturas, etc., es decir u n estudio biológico
el hombre los estímulos o los agentes patógenos no son recibidos
del hombre e n situaciones culturales que engendran variadas agre-
nunca por el organismo como hechos físicos brutos sino que son vi
siones 2 3 . E n ese sentido, volveríamos a encontrarnos en las teorías
vidos t a m b i é n por la conciencia como signos de tareas o de puestas
de Seyle con u n a confirmación d e l hecho de que las normas se
a prueba.
reconocen por sus desviaciones.
U n o de los primeros en haberse dedicado —casi al mismo tiempo
que R e i l l y en F r a n c i a — al estudio de los síndromes patológicos no Con el nombre de "enfermedades de l a a d a p t a c i ó n " es preciso
específicos, d e las reacciones y de los comportamientos c a r á c t e r ís entender toda suerte de perturbaciones de l a función d e resistencia
ticos, e n toda enfermedad considerada e n el comienzo, d e l hecho a los desórdenes, las enfermedades de la función de resistencia al
general de "sentirse enfermo", fue H a n s Seyle 2 1 . U n a agresión ( e s mal. C o n esto entendemos las reacciones que v a n m á s allá de su
decir u n a estimulación brusca) no específica, provocada por u n es- objetivo, que se dejan superar por su impulso y perseveran cuando
tímulo cualquiera: cuerpo extraño, hormona purificada, traumatil la agresión y a h a terminado. Corresponde decir a q u í con F . D a -
nio, dolor, emoción reiterada, fatiga impuesta, etc., desencaden;i gognet: " E l enfermo crea l a enfermedad por el propio exceso de su
ante todo u n a r e a c c i ó n de alarma, t a m b i é n ella no específica, <|o> defensa y l a importancia de u n a r e a c c i ó n que no tanto lo protege
consiste fundamentalmente en l a excitación en bloque d e l simpó H como lo agota y desequilibra. L o s remedios que niegan o estabilizan
co a c o m p a ñ a d a por u n a secreción de adrenalina y de noradrenaliuj prevalecen entonces sobre todos aquellos que estimulan, favorecen
E n resumidas cuentas: l a alarma pone a l organismo en estado de o sostienen"24.
urgencia, de alerta indeterminada. A esta reacción de alarma su No nos compite tomar partido acerca de l a cuestión de si las
cede y a sea u n estado de resistencia específica —como si el organis observaciones de Seyle y las de R e i l l y y su escuela son idénticas y
mo que h a identificado l a naturaleza de l a agresión adaptase su
respuesta al ataque y atenuase su susceptibilidad inicial al ultraje . 212 Principes de physiopaihólogie et de thérapeutique générales, 3» ed.,
ya sea u n estado de agotamiento cuando l a intensidad y l a contl París, Masson, 1963, p. 232.
nuidad de l a agresión exceden las capacidades de reacción. T a l e i 23 C f . Charles K A Y S E R : " E l estudio de la hiperventilación en grandes
alturas y durante el trabajo, condujo a una seria revisión de nuestras con-
son los tres momentos de síndrome general de adaptación, de acuel
cepciones acerca de la importancia de los mecanismos reflejos en l a regula-
do con Seyle. Por consiguiente, e n este caso l a adaptación es con ción de la respiración. L a importancia del rendimiento del corazón en el
mecanismo circulatorio sólo apareció con toda claridad cuando se estudiaron
sujetos deportistas y sedentarios que hacían un esfuerzo. E l deporte y el
21 C f . S E Y L E , " D ' u n e révolution en pathologie" (La Nouvelle nouvtUi trabajo plantean un conjunto de problemas puramente fisiológicos que habría
reme frangaise, V> de marzo de 1954, p. 4 0 9 ) . L a obra principal de S B Y L I que tratar de elucidar." (Physiólogie du travaü et du sport, París, Hermann
es Stress (Montreal, 1950). Y con anterioridad, " L e syndrome général d'adap ed., 1947, p. 2 3 3 ) .
tation et les maladies de l'adaptation" (Armales d'endocrinólogie, 1946, u 24 La raison et les remedes, París, Presses Universitaires de France, 1964,
y 6). p. 310.
220 NUEVAS R E F L E X I O N E S SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLÓGICO

de si los mecanismos humorales invocados por uno y los mecanis- III


mos neuro-vegetativos invocados por los otros se complementan o
no 2 5 . D e u n a y otra tesis sólo nos quedamos con su convergencia UN NUEVO CONCEPTO
acerca d e l siguiente punto: el prevalecimiento de l a n o c i ó n de sín- EN PATOLOGÍA: E L E R R O R
drome p a t ó g e n o sobre l a de agente p a t ó g e n o , l a subordinación de
la noción de lesión a l a de p e r t u r b a c i ó n de las funciones. E n una
clase de gran repercusión —contemporánea de las primeras inves-
tigaciones de R e i l l y y de Seyle—, P. A b r a m i h a b í a llamado l a aten-
ción sobre e l n ú m e r o y l a importancia de las perturbaciones fun-
cionales, capaces unas veces de diversificar desde el punto de vista
de l a sintomatología clínica lesiones idénticas; y otras, de d a r na-
cimiento —sobre todo— con el tiempo a lesiones orgánicas 2 e . E n nuestro Ensayo confrontamos l a c o n c e p c i ó n ontológica de l a
Henos aquí bastante lejos de l a sabiduría d e l cuerpo. E n efecto enfermedad, que l a concibe como el opuesto cualitativo de l a sa-
podría dudarse de esto si se relacionaran con las enfermedades do lud, con l a c o n c e p c i ó n positivista, que l a deriva cuantitativamente
la a d a p t a c i ó n todos los fenómenos d e anafilaxia y alergia, es decir del estado normal. C u a n d o l a enfermedad es considerada como u n
todos los fenómenos de hiper-reactividad d e l organismo contra una mal, l a t e r a p é u t i c a se presenta como una revalorización; cuando
agresión para l a c u a l se encuentra sensibilizado. E n tal caso la en la enfermedad es considerada como u n defecto o como u n exce-
fermedad consiste en la desmesura de l a respuesta orgánica, en < I dente, l a t e r a p é u t i c a consiste e n u n a compensación. O p u s i m o s a l a
arrebato y e l empecinamiento de l a defensa, como si el organismo c o n c e p c i ó n de l a enfermedad elaborada por C l . B e r n a r d l a exis-
apuntase m a l , calculase mal. E l término "error" se les ocurrió na- tencia de afecciones como l a alcaptonuria, c u y o síntoma no es de
turalmente a los patólogos para designar u n a p e r t u r b a c i ó n cuyo ninguna manera derivable a partir d e l estado normal y cuyo pro-
origen debe ser buscado en l a función fisiológica m i s m a y no en el ceso —metabolismo incompleto de l a tirosina— no tiene u n a rela-
agente externo. A l identificar l a histamina, Sir H e n r y D a l e la ha- ción cuantitativa con el proceso n o r m a l 1 . E s necesario reconocer
bía considerado como u n producto de l a " a u t o f a r m a c o l o g í a orgá en la actualidad que, incluso e n aquella é p o c a , nuestra argumen-
nica". ¿ A c a s o es posible calificar por consiguiente de otra manera tación hubiese podido ser m á s sólida al nutrirse m á s ampliamente
que como "error" a u n f e n ó m e n o fisiológico que desemboca en con ejemplos, teniendo e n cuenta e l albinismo y l a cistinuria.
aquello que Z. M . B a c q denomina: " E s e verdadero suicidio del 01 Estas enfermedades d e l metabolismo por bloqueo de las reac-
ganismo mediante sustancias tóxicas que almacena e n sus proploi ciones en u n estadio intermedio recibieron a partir de 1909 de Sir
tejidos" 2 7 ? A r c h i b a l d G a r r o d el llamativo nombre de "errores innatos d e l me-
t a b o l i s m o " 2 . Perturbaciones bioquímicas hereditarias, estas enfer-
medades genéticas pueden sin embargo no manifestarse a partir d e l
nacimiento sino a l a larga y en oportunidades específicas como l a
carencia d e l organismo humano en u n a diastasa (glucosa-6-fosfa-
tasa deshidrogenasa) que no se expresa por ninguna p e r t u r b a c i ó n
mientras el sujeto no se ve llevado a introducir las habas e n su
2 6 C f . acerca de este tema: Philippe D E C O U R T , "Phénoménes de Reilly n»
syndrome general d'adaptation de Seyle" (Études et Documents, I), Tángw alimentación o a absorber p r i m a q u i n a p a r a combatir el paludismo.
Hesperis ed., 1951. H a c e medio siglo l a medicina sólo c o n o c í a media docena de tales
2 6 " L e s troubles fonctionnels en pathologie ( L e g ó n d'ouverture du coiir. ¿i
pathologie m é d i c a l e ) " , en La Presse médicale, n? 103, 2 3 de diciembre ,1
1936. E s e texto nos fue comunicado por Frangois Dagognet. 1 Cf. supra.
2 7 O p . cit., p. 202. 3 Ihbom etrors of metabolism, London, H . Frowde ed., 1909.
222 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLOGICO UN NUEVO CONCEPTO E N PATOLOGÍA: E L ERROR 223

enfermedades, que podían parecer rarezas. E s t e hecho explica que para que sea reproducida, recopiada, l a secuencia de ácidos ami-
el concepto d e error innato d e l metabolismo no h a y a sido u n con- nados que constituye la proteína que debe ser sintetizada. Pero
cepto usual en patología en la é p o c a e n que emprendimos nuestros cualquiera sea el modo en que se la realice, no h a y ninguna inter-
estudios médicos. E n la actualidad, el n ú m e r o de las enfermedades pretación que no entrañe el riesgo de u n a posible equivocación.
bioquímicas hereditarias es d e l orden d e l centenar. L a identifica- E l reemplazo de u n á c i d o aminado e n el lugar de otro crea el des-
ción y el tratamiento de algunas de ellas particularmente penosas, orden por desinteligencia de l a orden. Por ejemplo, e n e l caso
como l a fenilcetonuria o idiocia fenil-pirúvica, dieron pábulo a de la anemia con hematíes falciformes, es decir deformadas e n
grandes esperanzas vinculadas con l a extensión de l a explicación forma de hoz por r e t r a c c i ó n consecutiva de u n a baja de l a pre-
genética de las enfermedades. L a etiología de enfermedades es- sión de oxígeno, lo que es anormal es l a hemoglobina por sus-
porádicas o e n d é m i c a s como el bosio es objeto de revisiones en titución de l a valina al ácido glutámico e n l a cadena de ácidos
el sentido de la investigación de anomalías bioquímicas de natu- aminados de la globulina.
raleza g e n é t i c a 3 . Así se concibe que el concepto de error innato L a introducción d e l concepto de error e n patología es u n hecho
del metabolismo, si bien no h a llegado a ser, hablando propiamen- de gran importancia, tanto por la m u t a c i ó n que m á s pone de
te, u n concepto vulgar, sea sin embargo e n l a actualidad u n con- manifiesto que introduce en l a actitud d e l hombre con respecto
cepto usual. Se h a n introducido en el dominio de los fenómenos
a la enfermedad, como por e l nuevo rango que supone establecido
bioquímicos los términos "anomalía", 'lesión", tomados del lengua
en la relación entre el conocimiento y su objeto. A q u í surgiría
je d e la patología morfológica.*
una tentación m u y fuerte: la de denunciar l a existencia de u n a
A l principio, el concepto de error bioquímico hereditario se confusión entre el pensamiento y l a naturaleza, l a de reprochar
apoyaba sobre u n a m e t á f o r a ingeniosa; actualmente, se funda so que se atribuyen a l a naturaleza las operaciones del pensamien-
bre l a solidez de u n a analogía. E n l a medida en que los concep to, que el error es propio d e l juicio, que l a naturaleza puede
tos fundamentales de la bioquímica de los ácidos aminados y de lai ser testigo pero no juez, etc. E n efecto: todo sucede aparentemente
macromoléculas son conceptos tomados de l a teoría de l a informa como si e l bioquímico y el genetista atribuyesen a los elementos
ción, como los de código o mensaje, e n l a m e d i d a e n que las del patrimonio hereditario su propio saber de químico y de gene-
estructuras d e l a materia de l a v i d a son estructuras de orden li- tista, como si se considerase que las encimas conociesen o tuvie-
neal, l a n e g a c i ó n del orden es l a intervensión, l a n e g a c i ó n de la sen que conocer las reacciones de acuerdo con las cuales l a quími-
consecuencia es l a confusión, y l a sustitución d e u n a disposición ca analiza su a c c i ó n y pudiesen, e n ciertos casos o ciertos momen-
por otra es el error. L a salud es la c o r r e c c i ó n genética y encima tos, ignorar una de ellas o leer incorrectamente su enunciado. Pero
tica. E s t a r enfermo es haber sido falseado, ser falso, no e n el sen no hay que olvidar que l a teoría de l a información es indivisible
tido de u n billete falso n i de u n hermano falso, sino en el sentid" y que se refiere tanto al conocimiento mismo como a sus objetos,
de u n pliegue falso o de u n verso falso. Puesto que las encima la materia o la vida. E n este sentido, conocer es informarse, apren-
son los mediadores a través de los cuales los genes dirigen I t l
der a descifrar o a descodificar. Por consiguiente, no h a y dife-
síntesis intracelulares de proteínas, puesto que l a informal ion
rencia entre el error de la v i d a y el error d e l pensamiento, entre
necesaria para esta función de dirección y de vigilancia está loi
e l error de l a información informante y e l error de la información
cripta e n las moléculas de ácido desoxirribonucleico e n el nivel
informada. E l primero es quien proporciona l a clave d e l segundo.
del cromosoma, esta información tiene que ser transmitida coma
D e s d e el punto de vista filosófico, se t r a t a r í a de una especie de
u n mensaje del núcleo al citoplasma y allí debe ser interpretad!
nuevo aristotelismo, con l a reserva por supuesto de que no se
confundiese l a psicobiología aristotélica con l a moderna tecno-
3 C f . M . T U B I A N A , " L e goitre, conception moderne" (Reme fruta ti logía de las transmisiones. 5
d'études cliniques et biologíques, mayo de 1962, pp. 469-476).
4 " S u r une classification des maladies génétiques", cf. P. B U G A R D , I.
de mcüadie, I V * parte, París, Masson ed., 1964.
5 Acerca de este punto cf. R . R U Y E R , La cybernétique et l'origine de l'in-
224 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLÓGICO UN NUEVO CONCEPTO E N PATOLOGIA I E L ERROR 225

T a m b i é n es aristotélica, e n cierto sentido, esta noción de error demasiado grave si sólo se trata d e l error de metabolismo d e
de l a composición bioquímica de tal o c u a l constituyente del la fructosa, por déficit e n aldolasa h e p á t i c a . 6 Pero es m á s grave
organismo. Según Aristóteles, el monstruo es u n error de l a natu- si se trata de l a hemofilia, por defecto d e síntesis de u n a globu-
raleza que se e q u i v o c ó de materia. S i b i e n e n l a patología mole- lina. ¿ Y q u é otra cosa puede decirse salvo q u e es inadecuado
cular de hoy el error engendra m á s b i e n el vicio de forma, sigue cuando se trata d e l error d e l metabolismo d e l triptófano, que
siendo verdad que los errores bioquímicos hereditarios son con- según J . L e j e u n e determina l a trisomía m o g ó l i c a ?
siderados como microanomalías, como micromonstruosidades. Y E l t é r m i n o "error" moviliza menos l a afectividad que los tér-
así como cierta cantidad de anomalías morfológicas congénitas minos "enfermedad" o " m a l " ; sin embargo esto no es correcto, si re-
son interpretadas como fijación del embrión e n u n estadio de de- sulta cierto que e l error está e n l a base del fracaso. Por esta razón
sarrollo que normalmente debería ser superado, del mismo modo la introducción de l a ilusión teórica en e l vocabulario d e l a pa-
cierta cantidad de errores metabólicos lo son como interrupción tología hace que algunos tengan quizá l a esperanza de que se
o suspensión de u n a sucesión de reacciones químicas. produzca u n proceso h a c i a l a racionalidad de los valores vita-
E n semejante c o n c e p c i ó n de l a enfermedad, e l m a l es realmenio les negativos. D e hecho, l a erradicación d e l error —cuando se
radical. S i bien se manifiesta en el n i v e l del organismo conside- la obtiene— es irreversible, mientras que l a c u r a c i ó n de u n a enfer-
rado como u n todo que se enfrenta con u n entorno, reside en lai m e d a d es a veces u n a puerta abierta para alguna otra, de donde
propias raíces d e l a organización, en el nivel e n que ella todavía deriva l a paradoja de ' l a s enfermedades que resulta peligroso
no es m á s que estructura lineal, en el punto donde comienza no curar . 7
el reino sino el orden del ser vivo. L a enfermedad no es una caí- Sin embargo, cabe sostener que l a noción de "errores orgánicos
da que se hace, u n ataque al que se cede, sino u n vicio origina innatos" es cualquier cosa menos tranquilizadora. Se necesita
rio de forma macromolecular. S i l a organización es, e n u n co- m u c h a lucidez, y a d e m á s gran coraje, para no preferir u n a idea
mienzo, u n a especie de lenguaje, la enfermedad genéticameni' de l a enfermedad e n l a c u a l algún sentimiento de culpabilidad i n -
determinada y a no es u n a maldición sino u n malentendido. Hay dividual pueda encontrar a ú n lugar, en v e z de u n a explicación
malas lecturas de u n a hemoglobina así como las h a y de un de l a enfermedad que l a pulveriza y q u e disemina s u causalidad
manuscrito. Pero en este caso se trata de u n h a b l a que n o ra en el genoma familiar, en u n a herencia que e l heredero no pueda
mite a ninguna boca, de u n a escritura que no remite a ninguna m i rehusar puesto que herencia y heredero se identifican. Pero es pre-
no. Por lo tanto, no hay malevolencia detrás d e l a m a l a hechm.i ciso confesar por último que l a noción de error, como concepto
E s t a r enfermo significa ser malo, pero no como u n muchacho malo de patología, es polisémica. S i b i e n a l comienzo consiste en u n a
sino como u n terreno malo. L a enfermedad y a no tiene n i n g u n a confusión de fórmula, en u n a falsedad que se toma como si fuese
relación con u n a responsabilidad individual. Y a no hay impru verdad, al cabo de u n a investigación suscitada por l a dificultad
dencia, y a no h a y exceso que deba ser incriminado; tampoco l i a y para vivir, o por el dolor, o por l a muerte de alguien, se lo reco-
responsabilidad colectiva, como en caso de epidemia. L o s seríl noce en cambio como tal. Referido a l rechazo de l a muerte, del
vivos que somos, son efecto de las propias leyes de l a mullipli dolor, de l a dificultad para vivir, es decir a las razones de ser
cación de l a v i d a ; los enfermos que somos, son efecto de la pan de la medicina, e l error de lectura encimático resulta vivido por
mixia, del amor y del azar. T o d o esto hace que seamos únicoi el hombre que lo padece como u n a falta de l a conducta sin que
como a menudo se lo h a escrito p a r a consolarnos por ser el pro h a y a falta d e l conductor. E n pocas palabras: e l uso del término
ducto de bolillas sorteadas e n l a u r n a de l a herencia mendeliani
Ünicos por cierto, pero t a m b i é n a veces m a l venidos. E s t o no i
6 C f . S . B O N N E F O Y , L'intolérance héréditaire au fructose (tesis en medi-
cina), Lyon, 1 9 6 1 .
7 Traité des maladies qu'ü est dangereux de guérir, por Dominique
formation, 1 9 5 4 , y G . S I M O N D O N , L'individu et sa genése physico-biolori.iu, R A Y M O N D ( 1 7 5 7 ) . Nueva edición aumentada con notas de M . G I B A U D Y , París,
1 9 6 4 , pp. 22-24.' 1808.
226 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLOGICO UN NUEVO CONCEPTO E N PATOLOGÍA: E L ERROR 227

que designa la falta lógica no consigue exorcizar totalmente de


la semántica m é d i c a las huellas de l a angustia que se experimenta
ante l a idea de que es necesario que contemos con u n a anormali- S i bien las enfermedades por malformaciones químicas i n n a -
d a d originaria. tas son numerosas e n cuanto a sus variedades, cada u n a de ellas
no obstante se encuentra poco difundida. S i sucediese de otra
T o d a v í a menos tranquilizadora es l a idea que conviene forjarse
manera, el concepto de sabiduría del cuerpo podría parecer bas-
de l a respuesta m é d i c a a los errores hereditarios, cuando se forma
tante poco pertinente. Por otra parte, a esto puede replicarse que
esta idea como u n a idea y no como u n deseo. Por definición, u n
los errores de la organización no contradicen la sabiduría d e los
tratamiento no puede poner término a lo que no es l a consecuen-
organismos, es decir los éxitos de l a organización. Sucede actual-
c i a de ningún accidente. L a herencia es e l nombre moderno de la
mente con l a organización lo que a n t a ñ o con l a finalidad. C o n t r a
sustancia. Se concibe que sea posible neutralizar los efectos de
la finalidad se invocaron siempre las fallas de l a vida, el c a r á c t e r
u n error de metabolismo proporcionando constantemente a l orga
inarmónico de los organismos o l a rivalidad de las especies vivas,
nismo e l producto de r e a c c i ó n indispensable para el ejercicio de
m a c r o s c ó p i c a s o microscópicas. Pero si tales hechos son objecio-
determinada función de l a que está privado por u n a cadena de
nes para u n a finalidad real, ontológica, son por e l contrario argu-
reacciones incompleta. Y esto es lo q u e se consigue hacer en el
mentos e n apoyo de u n a finalidad posible, operativa. Si existiese
caso de l a oligofrenia fenilpirúvica. Pero compensar d e por vida
u n a f i n a l i d a d perfecta, acabada, u n sistema completo de relacio-
!a carencia de u n organismo no es m á s que perpetuar u n a solución
nes de conveniencia orgánica, entonces el mismo concepto de fina-
de indigencia. L a verdadera solución para u n a herejía es l a 0X
l i d a d no tendría ningún sentido como concepto, como proyecto
tirpación. ¿ P o r q u é no imaginar entonces u n a c a z a a los genes
y modelo para pensar l a vida, por l a sencilla r a z ó n de que y a no
heterodoxos, u n a inquisición genética? ¿Y por q u é no privar, mien
h a b r í a lugar para pensar, lugar d e l pensamiento, puesto q u e fal-
tras se espera que tal cosa suceda, a los genitores sospechóse,
taría toda separación entre l a organización posible y l a organiza-
de l a libertad para sembrar e n todos los vientres? C o m o se sabe,
ción real. E l pensamiento de la finalidad expresa l a limitación de
tales fantasías no son sólo fantasías para algunos biólogos de ol>e
la finalidad de l a vida. S i ese concepto tiene algún sentido, es
diencia filosófica, si cabe hablar así, m u y diferente. Pero soñando
porque se trata d e l concepto de u n sentido, el concepto de una
tales sueños se penetra e n otro mundo —que limita con el mundo
organización posible y por consiguiente no garantizada.
feliz de Aldous H u x l e y — e n el c u a l h a n sido eliminados los la
dividuos enfermos, sus enfermedades singulares y sus médicos. D e hecho, l a explicación de l a relativa rareza de las enfermeda-
Se representa l a v i d a de u n a población natural como u n a bolsa des bioquímicas reside en e l hecho de q u e las anomalías heredita-
de lotería y como si l a verificación de la regularidad de los (10 rias del metabolismo permanecen a menudo latentes, como dispo-
meros q u e ésta contuviese fuese tarea asignada a f u n c i o n a n " siciones no activadas. Mientras no se produzca u n encuentro alea-
delegados por la ciencia de l a vida, antes de que se permitiese a torio c o n determinado componente del medio ambiente de l a
los jugadores sacarlos de la bolsa para llenar los cartones. E n al vida, con determinado efecto de la convergencia vital, tales ano-
origen d e este sueño está l a ambición generosa de ahorrarle a malías pueden permanecer ignoradas por sus portadores. Así co-
seres vivos inocentes e impotentes l a atroz carga de representa! mo todos los g é r m e n e s patógenos no determinan u n a infección e n
los errores de l a vida. E n el punto de llegada se encuentra i || cualquier huésped e n cualquier circunstancia, d e l mismo modo
policía de los genes, respaldada por l a ciencia de los genetista» todas las lesiones bioquímicas no constituyen enfermedades para
S i n embargo, no sacaremos de esto l a conclusión de que es obll cualquiera. Sucede incluso que e n ciertos contextos ecológicos con-
gatorio respetar u n a especie de "dejar hacer, dejar pensar" geni- fieren u n a cierta superioridad a aquellos que por lo tanto es ne-
tico, sino sólo de que es obligatorio recordarle a l a conciencia inó cesario denominar sus "beneficiarios". Por ejemplo, en el hombre,
d i c a que soñar con remedios absolutos significa a menudo s<>"" el déficit e n glucosa-6-fosfato-deshidrogenasa sólo fue diagnosti-
con remedios peores que l a enfermedad. cado e n oportunidad de medicaciones anti-palúdicas ( p r i m a q u i -
228 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL V L O PATOLOGICO UN NUEVO CONCEPTO E N PATOLOGÍA: E L ERROR 229

n a ) administradas a poblaciones de negros e n los Estados Unidos. la psicología y de la sociología, ese concepto de a d a p t a c i ó n vuel-
A h o r a bien, según el D r . H e n r i Pequignot: " C u a n d o se estudia de ve a su a c e p c i ó n originaria. Se trata de u n concepto popular de
qué manera h a podido mantenerse en l a población negra u n a afec- descripción d e l a actividad técnica. E l hombre adapta sus útiles
ción e n c i m á t i c a que es u n a afección genética, se advierte que esos e indirectamente sus ó r g a n o s y su comportamiento a determinada
sujetos se mantuvieron mejor por cuanto los enfermos' afectados materia, a determinada situación. E n el momento de su introduc-
por esa perturbación son particularmente resistentes al paludismo. ción e n biología, en el siglo X I X , el concepto conservó de su do-
minio originario la significación de una relación de exterioridad,
Sus antepasados de Á f r i c a negra eran gente normal' con respecto
de enfrentamiento entre u n a forma orgánica y u n entorno opuesto
a los otros que eran inadaptados, porque resistían al paludismo
a e l l a . - L u e g o , ese concepto fue teorizado a partir de dos princi-
mientras que los otros morían por causa d e é l " 8 .
pios inversos: i d e o l ó g i c o y mecanicista. Según uno: el ser vivo
Por m á s que reconozcamos que ciertos errores bioquímicos i n -
se adapta conforme a la búsqueda de satisfacciones funcionales;
natos reciben su valor patológico eventual de u n a relación entre
según otro, el ser vivo es adaptado bajo el efecto de necesidades
el organismo y el medio ambiente, como ciertos lapsus o actos
de orden m e c á n i c o , físico-químico o biológico (los demás seres
fallidos reciben según F r e u d su valor de síntoma de una relación
vivos dentro d e l a biosfera). Según l a primera interpretación, l a
con u n a situación, nos cuidamos de no definir lo normal y lo pa-
a d a p t a c i ó n es l a solución a u n problema de optimum que c o m b i n a
tológico por su mera relación c o n el fenómeno de l a adaptación.
los datos de hecho d e l medio ambiente con las exigencias del ser
Ese concepto h a recibido desde hace u n cuarto de siglo tal ex-
vivo; según la segunda, l a a d a p t a c i ó n expresa u n estado de equi-
tensión, a menudo intempestiva, en psicología y en sociología, que
librio c u y o límite inferior define para el organismo lo peor, que
incluso en biología no puede ser utilizado como no sea con el
es e l riesgo de muerte. Pero tanto según u n a como otra de estas
mayor de los espíritus críticos. L a definición psico-social de lo
teorías, el medio ambiente es considerado como u n hecho físico
normal por lo adaptado entraña u n a c o n c e p c i ó n de l a sociedad
y no como u n hecho biológico, como u n hecho constituido y no
que l a asimila subrepticia y abusivamente a u n medio ambiente,
como u n hecho que debe ser constituido. Mientras que si se con-
es decir a u n sistema de determinismos, cuando e n realidad es un
sidera l a relación organismo-medio ambiente como e l efecto d e
sistema de coacciones que contiene, y a y antes de todas las rela-
una actividad propiamente biológica, como la búsqueda de u n a
ciones entre e l individuo y ella, normas colectivas de apreciación
situación en l a c u a l e l ser vivo recoja e n lugar de que sufra las
de la calidad d e tales relaciones. D e f i n i r l a anormalidad por la
influencias y las calidades que responden a tales exigencias, en-
inadaptación social significa aceptar en mayor o menor medida
tonces los medio ambientes en los cuales los seres vivos se en-
la idea de que e l individuo debe suscribir el hecho de determi
cuentran ubicados están recortados por ellos, centrados e n ellos.
n a d a sociedad y por lo tanto acomodarse a ella como a u n a rea-
E n este sentido, el organismo no se encuentra arrojado e n u n me-
lidad que a l mismo tiempo es u n bien. T e n i e n d o e n cuenta las
dio ambiente a l c u a l tiene que plegarse, sino que estructura su
conclusiones de nuestro primer capítulo nos parece legítimo po-
medio ambiente al mismo tiempo que desarrolla sus capacidades
d e r rechazar este tipo de definición, sin ser tachados de anar
en cuanto organismo 9 .
quistas. S i las sociedades son conjuntos m a l unificados de medios,
es posible negarles el derecho a definir l a normalidad por l a ao E s t o resulta particularmente cierto a propósito de los medio am-
titud de subordinación instrumental que ellas valorizan con el bientes de v i d a y de los modos de v i d a propios del hombre, en
nombre de "adaptación". E n el fondo, transportado al terreno de el seno d e los grupos tecno-económicos que, e n u n medio am-
biente geográfico dado, se caracterizan menos por las actividades
8 L'inadaptation, phénoméne socwi (Recherches et débats du C . C . L F ). que se les ofrecen que por las que escogen. E n tales condiciones,
F a y a r d ed., 1964, p. 39. Como puede advertírselo por la contribución del
Dr. P E Q U I G N O T al debate sobre la adaptación aquí citado, éste no idenl il n .
"anormal" con "inadaptado", y por lo tanto nuestras reservas críticas —en las
9 C f . nuestro estudio " L e vivant et son milieu", en La Connaissance de
ta vie.
líneas siguientes— no lo conciernen.
230 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLÓOK
UN NUEVO CONCEPTO E N PATOLOGÍA! E L ERROR 231

lo normal y lo anormal están determinados menos por el encuen-


" E n e l pasado, todos los q u e intentaron construir u n a ciencia d e
tro de dos series causales independientes —el organismo y e l me-
lo normal s i n observar a partir de lo patológico considerado co-
dio ambiente— que por la cantidad de energía de que dispone el
mo el dato inmediato, llegaron a fracasos a menudo ridículos" 1 2 .
agente o r g á n i c o para deslindar y estructurar ese campo de ex-
Persuadidos d e l hecho, analizado m á s arriba, de que e l conoci-
periencias y de empresas que se denomina "medio ambiente".
miento de l a vida, como e l d e l a sociedad, supone l a prioridad
Pero acaso se p r e g u n t a r á : ¿ D ó n d e está l a medida de esta canti-
de la infracción sobre l a regularidad, quisiéramos terminar estas
dad de energía? N o h a y que buscarla fuera de l a historia de ca-
nuevas reflexiones acerca d e lo normal y lo patológico esbozando
da uno de nosotros. C a d a uno de nosotros fija sus normas a l es-
una patología paradójica d e l hombre normal, mostrando que l a
coger sus modelos de ejercicio. L a norma d e l corredor de larga
conciencia d e normalidad biológica incluye l a relación con l a en-
distancia no es igual a l a del corredor de corta distancia. C a d a
fermedad, e l recurso a l a enfermedad, como a l a ú n i c a piedra de
uno de nosotros c a m b i a sus normas e n función de su edad y de
toque que esta conciencia reconoce y por lo tanto exige.
sus normas anteriores. L a norma d e l ex corredor de corta distan-
¿ C ó m o entender l a enfermedad d e l hombre normal? N o e n e l
cia y a no es su norma de c a m p e ó n . E s normal —vale decir con-
sentido de que sólo el hombre normal puede llegar a ser enfermo,
forme con la ley biológica del envejecimiento— que l a r e d u c c i ó n
como sólo e l ignorante puede llegar a ser sabio. No e n e l sentido
progresiva de los m á r g e n e s de seguridad provoca el descenso de
de que suele suceder q u e leves accidentes perturben, sin alterar
los umbrales de resistencia a las agresiones del medio ambiente.
no obstante, u n estado de igualdad y de equilibrio: el resfrío, l a
L a s normas de u n viejo hubiesen sido consideradas como defi-
cefalea, u n prurito, u n cólico, cualquier accidente sin valor de
ciencias e n el mismo hombre adulto. E s t e reconocimiento de la
síntoma, el alerta sin alarma. Por enfermedad del hombre normal
relatividad individual y cronológica de las normas no es índice
es preciso entender l a p e r t u r b a c i ó n q u e surge a l a larga de l a
de escepticismo ante la multiplicidad sino de tolerancia con res-
permanencia del estado normal, d e l a uniformidad incorruptible
pecto a la variedad. E n el Ensayo de 1943 llamamos "normativi-
de lo normal, l a enfermedad que nace de l a privación de enfer-
d a d " a l a capacidad biológica d e cuestionar las normas usuales
medades, de u n a existencia casi incompatible c o n l a enfermedad.
a propósito de situaciones críticas y propusimos medir l a salud
E s necesario admitir que el hombre normal sólo se sabe tal en u n
por la gravedad de las crisis orgánicas superadas mediante l a ins-
mundo donde no lo es todo hombre» se sabe por consiguiente c a -
t a u r a c i ó n de u n nuevo orden f i s i o l ó g i c o 1 0 .
p a z de enfermedad, así como u n b u e n piloto se sabe capaz de
echar a pique s u barco, así como u n hombre cortés se sabe ca-
* p a z de cometer u n a "gaffe". E l hombre normal se sabe capaz d e
** hacer zozobrar s u cuerpo pero vive l a certidumbre de rechazar
E n páginas admirables, emocionantes, de El nacimiento de Ui esa eventualidad. T r a t á n d o s e de l a enfermedad, el hombre nor-
clínica, M i c h e l F o u c a u l t mostró d e q u é manera Bichat hizo " v i m a l es aquél que v i v e l a seguridad d e poder impedir e l desarro-
rar la m i r a d a m é d i c a sobre sí m i s m a " para pedirle a l a m u e f t l llo en él de aquello que e n otro llegaría hasta sus útimas conse-
cuentas de l a v i d a 1 1 . D a d o que no somos fisiólogos, no tenemoi cuencias. Por lo tanto, el hombre normal —para poder creerse y
muchos reparos e n creer que, a n á l o g a m e n t e , le hemos pedido a decirse tal— necesita no sólo pregustar l a enfermedad sino i n -
la enfermedad cuentas de l a salud. E s suficientemente evidente cluso llevar su sombra consigo.
que eso es lo que hubiésemos querido hacer, como para que n<> Por e l hecho de no estar enfermo e n u n mundo e n e l q u e hay
nos agrade, e n todo caso, el hecho de haber hallado e n cl I >• enfermos surge a l a larga u n malestar. ¿Y si acaso sólo fuese así
H e n r i P é q u i g n o t l a absolución para nuestra ambición de antafio porque la ocasión no se h a presentado, y no porque se es m á s
fuerte que l a enfermedad o m á s fuerte que los otros? ¿Y si por
1 0 C f . swpra, p. 132.
n O p . cit., p. 148. 1 2 lnitiation a la médecine, París, Masson ed., 1961, p. 26.
232 NUEVAS REFLEXIONES SOBRE L O NORMAL Y L O PATOLOGICO

último cuando llegase l a ocasión fuésemos a revelarnos tan d é - EPÍLOGO


biles, tan indigentes, o quizás m á s , que los otros? D e este modo
nace en el hombre normal una inquietud por haber permanecido
normal, u n a necesidad de l a enfermedad como u n a puesta a prue-
ba de la salud, vale decir como su prueba, una b ú s q u e d a incons-
ciente de l a enfermedad, u n a p r o v o c a c i ó n de l a enfermedad. L a
enfermedad del hombre normal es l a aparición de una falla en
su confianza biológica e n sí mismo.
E s evidente que nuestro esbozo de patología es u n a ficción. E l
análisis que é s t e reemplaza puede ser reconstituido r á p i d a m e n t e ,
con a y u d a de P l a t ó n : " S e g ú n m i opinión, sólo es una manera de Nuestra c o n c e p c i ó n de lo normal es sin d u d a muy arcaica, p o r
decir afirmar q u e el m é d i c o se engañó, que el calculador, el gra- más que sea —y sin d u d a porque lo es—, como se nos hizo n o t a r
m á t i c o se engañaron; e n realidad, según m i opinión, ninguno de en 1943, u n a c o n c e p c i ó n de l a vida tal como se l a puede forjar
ellos, e n cuanto merece e l nombre q u e le damos, se e n g a ñ a ja- cuando se es joven. U n juicio que no apuntaba a nosotros nos en-
más; y hablando con rigor, puesto q u e te jactas de usar u n len- c a n t ó y pedimos permiso para aplicárnoslo: " L a noción de ese ideal
guaje riguroso, ningún artista se e n g a ñ a ; porque sólo se e n g a ñ a que es lo normal se confundió con el estado anterior eufórico d e l
en l a m e d i d a e n q u e su arte lo abandona, y e n tal caso y a no es sujeto que acababa d e caer e n f e r m o . . . L a ú n i c a patología com-
más a r t i s t a ' " 1 3 . Apliquemos lo que a q u í se dice del m é d i c o , a su probada entonces era una patología d e sujetos j ó v e n e s " J . Y no
cliente. Diremos que el hombre sano no llega a ser enfermo en hay d u d a de que era necesaria l a temeridad d e l a juventud p a r a
cuanto hombre sano. Ningún hombre sano llega a ser enfermo, creerse a l a altura de u n estudio de filosofía m é d i c a acerca de las
porque sólo es enfermo e n l a m e d i d a en q u e s u salud lo abandona normas y lo normal. L a dificultad de semejante empresa h a c e t e m -
y en ese caso y a no es sano. E l llamado hombre sano no es, pues, blar. D e esto somos conscientes hoy a l terminar estas pocas p á g i -
sano. S u salud es u n equilibrio que consigue a costa de rupturas nas e n q u e la retomamos. Por esta confesión medirá el lector hasta
incoativas. L a amenaza de l a enfermedad es uno de los constitu- qué punto —de acuerdo con nuestro propio discurso acerca de las
yentes de l a salud. normas— hemos reducido las nuestras con el tiempo.

1 3 La República, 340 d (trad. francesa de C H A M B R Y , L e s Belles-Lettres) H. P E Q U I G N O T , Initiation á la médecine, p. 20.


INDICE BIBLIOGRAFICO

En el texto, las referencias entre corchetes incluyen dos grupos de cifras:


el primero remite a las obras numeradas más abajo; el segundo, en bastardilla,
a ios tomos, páginas o artículos de esas obras.

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[8] —Legons sur la chaleur anímale, París, J . B . Bailliére, 1876.
[ 9 ] —Legons sur le diabete et la glycogenese anímale, París, J . B . Bailliére,
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[ 1 0 ] —Legons sur les phénomenes de la vie communs aux animaux et aux
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