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HICSA
BREVE ANÁLISIS DEL PROBLEMA HICSO DESDE
LA PERSPECTIVA DE LA INTERCULTURALIDAD
EGIPCIO-LEVANTE SIRIO-PALESTINO
Universidad de Granada
INTRODUCCIÓN
PRESENTACIÓN
El período hicso es objeto de polémica desde la Antigüedad, ya que nos encontramos ante un
salto en lo que a relaciones entre culturas supone en el ámbito egiptológico, el cual se ha
caracterizado por su hermetismo teórico que no fáctico, ya que desde el análisis de las evidencias
documentales que disponemos hoy, es interesante plantear que el fenómeno complejo al que
llamamos “hicsos” y su relación con la cultura egipcia, sería la responsable junto a la cultura nubia
de Kerma de una sinergia enterrada tras los sentimientos nacionalistas de los herederos del
llamado Egipto faraónico, los cuales, a su vez, son producto de la misma interculturalidad que
transformó la cultura, los ritos y el devenir histórico de Egipto, siendo esto evidente a partir de la
XVIIª dinastía.
METODOLOGÍA
OBJETIVOS
Partiendo del análisis intercultural de este complejo período, pretendo dar coherencia a una
interpretación transversal a la tradicional, elaborando un breve ensayo de la relaciones y
contribuciones producto de la sinergia emergente de esta interculturalidad, que nos ayude a
entender un importante período del Antiguo Egipto.
TRAS LA HUELLA HICSA
Durante el desarrollo histórico del Antiguo Egipto asistimos a un largo y heterogéneo proceso
donde los planos económicos, políticos, sociales y religiosos estuvieron expuestos a continuos
cambios los cuales favorecieron su perduración durante más de tres milenios (Aldred 1986: 93),
ya que debemos entender que esta perduración o continuidad, no es sinónimo de similitud (Carlos
Moreno 2013: 1). Hay ciertos periodos que ofrecen datos útiles para entender los cambios y por
ende, el producto posterior a estos. El caso que nos ocupa es el llamado período Hicso, donde
unos soberanos de origen asiático tomaron las riendas del Bajo Egipto (Bedman 1995: 15), lo que
conocemos como SPI, una etapa confusa, caracterizada por la fragmentación y coexistencia de
distintas culturas: los Hicsos, en el Delta, con capital en Avaris, la actual Tell el-Dab´a (Bietak
1996: 67), extendieron su poder e influencia hasta el Egipto Medio; el resto del territorio egipcio,
en su mayoría el Alto Egipto, con capital en Tebas; y, finalmente, el pueblo nubio localizado en
la Alta y Media Nubia (Fig.1.), cuyo principal centro fundamental fue Kerma (Díaz Bravo 2014:
82).
Cada territorio comprendía una dinastía o varias de reyes, algo que hacía que mientras en el
Delta reinaba la XVª dinastía, en Menfis reinaba la XIIIª dinastía, algo aún más complejo ya que
al mismo tiempo se daban otros reinos en el Alto Egipto, con centros políticos en Abidos y Tebas
(Ryholt 1997: 112). Estos reinos del Alto Egipto fueron unificados por la XVIIª dinastía Tebana
a finales del SPI, gracias a una guerra contra los Hicsos conducida por los reyes Seqenenra Taa,
Kamose y su sucesor Ahmose (Vandersleyen 1971: 249).
Durante el SPI., en todo Egipto existieron gobernantes vasallos de Avaris. Este hecho fue
ocultado por las fuentes egipcias siendo vasallos los primeros gobernantes tebanos de la XVII
dinastía hasta que los últimos Seqenenra Taa, Kamose y Ahmose ya de la XVIIIª, unificó Egipto
(Vandersleyen 1971: 73). Después perseguirían y borrarían de la memoria todo lo relacionado
con los hicsos para asentar lazos de legitimad histórica con la dinastía XII (Redford 1990: 236).
HICSOS
El término hicsos (del egipcio heqa khaseshet, “gobernantes extranjeros”, en griego ὑκσώς
“hiksós”) designa al pueblo procedente del levante que tomó el control del Delta a mediados del
s. XVII a. C. (Ordóñez Agulla 1994: 36)
A finales del tercer milenio, el Estado egipcio se descompone en varios poderes regionales
enfrentados entre sí, esto fue consecuencia de una serie de reformas administrativas y fiscales
introducidas a principios de la VIª dinastía (Bietak 1980: 84). Estas reformas se ocuparon de la
creciente presión sobre Delta Oriental por los Amu (término egipcio para los asiáticos) (Kemp
1992: 190).
Después del Primer Periodo Intermedio, la XIIª dinastía refuerza el Delta Oriental nuevamente
(Bietak 1980: 131), revelando información sobre que comenzaba a ser algo normal la llegada de
población asiática a Egipto a lo largo de la XIIª dinastía (Fig.2.), aumentando a finales de la misma
(Redford 1970: 93).
En la fase final del poder hicso, Tebas tenía cada vez tenía más poder y contactó con Nubia
porque podía lograr apoyos económicos y militares, esto permitió a su rey Seqenenra Taa iniciar
un enfrentamiento bélico contra los Hicsos (Hayes 1978: 208).
Las campañas en Tell el-Dab´a identificaron esta con la capital de los Hicsos (Van 1966: 269),
al tiempo que han demostrado que su penetración en Egipto en modo alguno fue violenta. Estas
excavaciones también probaron que, durante su estancia, los Hicsos adoptaron costumbres, ritos
y creencias egipcias (Bietak 1981: 57), transmitiendo las suyas propias en una relación
intercultural.
Los asiáticos pudieron ser líderes de expediciones y encargados del tráfico comercial (Lara
Peinado 1992: 143), integrando a Egipto en las rutas comerciales del Mediterráneo (Fig.5.), siendo
Avaris la puerta al Delta oriental (Redford 1992: 41), al tiempo que iban impregnando e
impregnándose culturalmente.
Las diferencias sociales y culturales siempre existieron, la separación entre Avaris y Menfis
además de física pudo deberse a la presencia de algún tipo de frontera cultural y política entre
ambas ciudades, pero más allá del ámbito gubernativo, la realidad sociocultural sería más
compleja y difusa (Ryholt 1997: 57). Avaris no sólo tenía contactos con Menfis, también los
mantenía con todo Egipto y Nubia.
Los hábitos funerarios se transformaron del Reino Medio al SPI. Los tebanos continuaron la
línea heredada de sus antepasados del a la dinastía XVII (Leclant et alii 1979: 216), al contrario
de lo sucedido en Kerma y Avaris que desarrollaron una transformación similar (Oren 1997: 271).
No se sabe si este parecido se debe a influencias interculturales de ambos pueblos. Por ejemplo,
la orientación de las tumbas y cuerpos tiene la misma dirección para ambas culturas. También
común es el enterramiento de animales en las tumbas. Las tumbas hicsas se caracterizan por tener
enterramientos de équidos y en los túmulos nubios carneros (Díaz Bravo 2014: 91). En Avaris se
producen enterramientos desde la dinastía XII hasta mediados de la XVIIIª, siendo tumbas en el
interior o bajo las viviendas (característicamente cananeas). También en fosas individuales
excavadas en la tierra con formas rectangulares o circulares, cubiertas con tierra o adobe (Bietak
1996: 199).
Estudios de las estelas funerarias y otros materiales de la dinastía XII han contabilizado que de
2600 personas que aparecen en estos objetos, 800 eran Aamu (asiáticos) o con parientes Aamu
(Hayes 1978: 327). Parece demasiado que 1 de cada 3 egipcios fuera asiático o con antecedentes
asiáticos, pero está claro que los egipcios de origen asiático vivían integrados, manteniendo su
identidad asiática mediante el término Aam (Díaz Bravo 2014: 83).
Por otro lado, los gobernantes y la élite hicsa no se consideraban Aamu/Aamet (Fig.6.). Los
nombres hicsos de los gobernantes tienen un carácter semita. Algo todavía por investigar
(Bedman 1995: 45).
Tradicionalmente se ha considerado que Avaris fue conquistada y destruida por Ahmose, para
eliminar toda huella hicsa. Sin embargo, las excavaciones en Tell el-Dab´a han revelado una
continuidad cronológica de la ciudad hasta Tutmosis III, incluso la existencia de un palacio del
propio Ahmose (Bietak 1996: 274). Prueba de esa continuidad son los frescos minoicos (Fig.7.)
de tiempos de Hatshepsut y de Tutmosis III (Redford 1967: 63), coincidiendo con las menciones
a los Keftiu (Cretenses) que se encuentran en varias tumbas de nobles tebanos.
CONTRIBUCIONES
Los estudios de Hayes, Martínez Babón, Redford y Bietak han permitido precisar que es en este
momento cuando se introducen en Egipto algunos hitos que serán de una gran importancia, como
la utilización del telar vertical (Hayes 1978: 49), los instrumentos musicales de cuerda (Bedman
1995: 51), el arco compuesto (Fig.8.), la cota de malla (Fig.9.)y yelmos, las dagas, hachas más
eficientes y espadas curvas de bronce (Fig.10.) con importantes avances en la metalurgia
(Martínez Babón 2001: 16) (el Levante fue por delante de Egipto en esta tecnología), el carro ,los
cultos del llamado Set de Avaris bajo varias formas: con la figura de Baâl (cananita), Reshep
(fenicio) o de Tesud (hitita). Pero no fue el único. Horus fue vinculado con Hurón, Astarté con
Sekhmet y Anta (Isit) fue considerada la consorte de Set (Redford 2001: 284).
Las empuñaduras de dagas y cabezas de hacha correspondientes a los yacimientos hicsos tienen
formas de creciente lunar, transmisión de este tipo de armas con similar iconografía de Sumer y
Elam hacia la primera mitad del tercer milenio (Martínez Babón 2001: 20). También podemos
afirmar que es en este momento cuando se adoptan ciertas joyas que son de origen totalmente
asiático como pendientes y alfileres (Ordóñez Agulla 1994: 39).
Los soberanos hicsos no interrumpieron las costumbres egipcias, se apropiaron en parte de ellas.
Se copiaron papiros que recogían tradiciones anteriores como legitimación ante sus súbditos
egipcios. Se mantuvieron las redes comerciales, muestra de un momento de paz y florecimiento
económico.
No hay un mismo origen étnico para los Hicsos. Este pueblo se nutrió de hurritas (al menos de
tradiciones), pero sobre todo de sirios, cananeos y palestinos.
Las relaciones egipcio-levantinas se producen desde fechas muy tempranas, con asentamientos
de población asiática en el Delta oriental, con un desarrollo dentro de circuitos interculturales,
desde un trato horizontal, donde los hechos pacíficos son el terreno donde se cimientan los
acontecimientos posteriores. En este proceso hay momentos donde los egipcios necesitan a estas
poblaciones para diversas actividades, en otros controlan su entrada y asentamiento, y llegados a
un momento, se convierten en señores del Delta, entendiéndolo fruto de una sinergia cultural
amasada durante un largo periodo de tiempo, donde los pueblos asiáticos se transformaron al
contacto egipcio, y estos egipcios también sufrieron un proceso similar, por lo que las dinastías
XVIIª y XVIIIª son producto de esta sinergia (Fig.12.), del contacto intercultural de la cultura
egipcia con estos pobladores, a los que conocemos a sus gobernantes como Hicsos.
BIBLIOGRAFÍA
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Fig.1. Mapa de Egipto y Nubia durante el IIº Período Intermedio con las influencias hicsas,
tebanas y nubias. (Díaz Bravo 2014: 83)
Fig.2. Escena de la tumba de Khnumhotep II en Beni Hasan que muestra la llegada de un Amu
beduino a la corte nomarca del nomo XVIº del Alto Egipto. Fechada en el sexto año del reinado
de Sesostris II. Un ejemplo de estas poblaciones que penetraron en Egipto en número creciente
en la última parte de la XIIª dinastía. Es uo de los beduinos, llamado Absha, lleva el título heqa
khaseshet. Es el primer ejemplo conocido del término más tarde utilizado para designar a los
hicsos. (Díaz Bravo 2014: 80)
Fig.3. Entorno del asentamiento de Tell Dab’a. (Bietak y Forstner-Muller 2011: 25)
Fig.4. Tumbas de guerreros hicsos y su ajuar (Dinastía XIII). (DÍAZ BRAVO, 2014: 90)
Fig.5. Posición de Avaris en el Delta. (Bietak y Forstner-Muller 2011: 24)
FIG. 6. Estatua de un gobernante Hicso (XIII dinastía). (DÍAZ BRAVO, 2014: 85)
Fig.7. Dibujo del un fragmento de los frescos minoicos en Avaris. (Duhoux 2003: 96)
Fig.8. Asiático con arco compuesto. (Martínez Bravo, 2001: 22)
Fig.9. Cotas metálicas y detalle de placas metálicas de la misma. (Martínez Bravo, 2001: 27)
Fig.10. Espadas curvas y rectas pintadas en tumbas tebanas, algunas como ofrendas. (Martínez
Bravo, 2001: 16-24-25)
Fig.11. Carro de combate egipcio. (Martínez Bravo 2001: 31)
Fig.12. Taller egipcio de armamento. (Martínez Bravo 2001: 29)