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Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua


Facultad de Humanidades y Ciencias Jurídicas
Departamentos de Geografía e Historia

Unidad 5: Dominación e Intervención Extranjera y construcción


de la soberanía nacional.

Contenidos:
 Distintas formas de dominación e intervención en Nicaragua, sus
consecuencias (geográficas, socioeconómicas y políticas).
- Políticas de Intervención estadounidense
- Otras formas de dominación (la Globalización-Neoliberalismo)
- Consecuencias.

Políticas de Intervención Estadounidense.

Política Diplomacia del Dólar

Después del derrocamiento de José Santos Zelaya por medio de la nota Knox, el
gobierno de Estados Unidos continúa con la ejecución de su política por medio de
los pactos Dawson.

Pactos Dawson:
El 11 de octubre de 1910, Estados Unidos nombró a Tomás Dawson agente
especial en Nicaragua, con el objetivo de vender el reconocimiento de su país al
Gobierno presidido por el liberal Juan José Estrada. Con el supuesto de lograr la
rehabilitación de las finanzas y pagar a extranjeros y nacionales sus
reclamaciones, se le encomendó negociar un empréstito garantizado con un
porcentaje de los derechos de aduanas. Además, debía procurar la redacción de
una constitución que diera garantías “convenientes” a los extranjeros y una
compensación por las muertes de Cannon y Groce.

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Dawson llegó a Nicaragua el 27 de octubre de 1910, a bordo de un barco de
guerra. Por indicación que este agente especial hiciera a los líderes insurrectos,
éstos firmaron lo que se denominaría Pactos Dawson. Al día siguiente,
acomodando las cosas a los intereses de su país, Dawson informó al
Departamento de Estado que, en las condiciones de Nicaragua, la realización de
una elección presidencial popular resultaba impracticable y peligrosa para la paz,
de allí que las cosas tuvieran que hacerse en correspondencia con los pactos que
llevaban su nombre (Nearing y Freeman, 1973: 192-194). (Moncada Fonseca
Nicaragua 1910-1937)
Contenido de los Pactos Dawson:
 Excluir a zelayistas de la vida política y cargos públicos
 Promulgar nueva Constitución Política
 Indemnizar propietarios nacionales y extranjeros por pérdidas económicas
sufridas bajo el gobierno de Zelaya
 Contratar préstamos con bancos de EE.UU para cancelar deudas con
Europa
 Dar el 51% de las acciones del ferrocarril a banqueros de EE.UU en
garantía de préstamos.
 Crear una comisión mixta de nicaragüenses y norteamericanos para
controlar impuestos, Banco Nacional y gastos del Estado.
 Realizar elecciones supervisadas por los marines

La forma en que se concretó la realización de los Pactos Dawson fue el Tratado


Castrillo-Knox, suscrito en Washington el 6 de junio de 1911. Encerraba el
compromiso de Nicaragua para celebrar un contrato de préstamo, con el supuesto
de que consolidara su deuda interna y externa; ajustara los créditos liquidados o
no, y colocara su hacienda pública sobre bases estables y sólidas (Quijano, 1987:
202-203).

El monto total contemplado en el proyecto de empréstito ascendía a 15 millones


de dólares. El borrador del contrato, presentado a Nicaragua por Brown Brothers

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and Seligman, expresaba que estos banqueros de Nueva York se pagarían a sí
mismos el empréstito, en calidad de acreedores suyos, para:
a) El establecimiento de un banco administrado por banqueros yanquis.
b) El mejoramiento del ferrocarril que ellos controlaban.
c) La construcción de un nuevo ferrocarril, con dinero del país
d) La liquidación de sus reclamaciones.

El Senado de EEUU, pese a Taft, se negó tres veces a ratificar el Tratado


Castrillo-Knox. (Nearing y Freeman, 1973: 197-198). Pero Nicaragua cumplió sus
principales disposiciones como si lo estuviera.

Los empréstitos de 1911, 1912 y 1913: Saqueo de los bienes nacionales


En 1911, como resultado de la no ratificación del Convenio Castrillo-Knox, de los
15 millones de dólares previstos como empréstito, Nicaragua sólo obtuvo un millón
500 mil dólares. De éstos, cien mil se utilizaron para conformar el capital inicial del
Banco Nacional, capital que nunca salió de los bolsillos de los banqueros porque
lo tomaron, al igual que un porcentaje de las rentas de aduanas, como garantía de
pago. Los directores de dicha institución se escogerían por los banqueros, a
quienes les fue otorgado el derecho para adquirir el 51% de sus acciones y el
derecho preferente para comprar el resto las mismas. Además, no se gravarían
con impuestos, consumos, contribuciones, rentas y otras fuentes de ingresos.

La mayor parte del empréstito, un millón 400 mil dólares, se depositó en Nueva
York. Pretendidamente, se destinaría a la realización de la reforma monetaria. A
ésta se le sumaron 500 mil dólares de un empréstito suplementario por 725 mil
dólares, de marzo de 1912. Con los 225 mil restantes se cubrieron determinados
gastos internos. Se garantizó, en parte, con las rentas de aduanas, ferrocarriles y
bancos. Pero los 500 mil dólares de la estabilización tampoco salieron de los
banqueros, quedaron otra vez en Nueva York. Además, adquirieron el derecho de
compra del 51 % de las acciones de los ferrocarriles, por un millón de dólares. El
saldo Ethelburga, otra garantía, valorado en casi 2 millones de dólares, lo

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adquirieron, al parecer, al 25 %, pero cobraron a Nicaragua 6 millones 250 mil
dólares (Quijano, 1987: 42-48).

El 8 de octubre de 1913, Nicaragua suscribió con los Brown Brothers un tercer


empréstito por dos millones de dólares. Se garantizó: con un gravamen sobre los
derechos de aduanas subsiguientes a los concedidos con anterioridad; con las
acciones prendadas del Banco Nacional y del Ferrocarril del Pacífico que
pertenecieran a Nicaragua. Además, el país vendió el 51% del capital del
Ferrocarril Nacional del Pacífico en un millón de dólares, y el 51 % de las del
Banco Nacional por 153 mil dólares. Como si ello no bastara, en caso de que la
“República” “deseara” vender sus acciones prendadas en el Banco y en los
Ferrocarriles, daría el derecho preferente de compra a Brown Brothers.

Al final, los banqueros sencillamente se prestaron para pagarse a sí mismos, o


dieron dinero a cambio de apoderarse de los bienes del país. Entregaron 750 mil a
la República, 153 mil al Banco. Y eso fue todo. Pero adquirieron un crédito por un
millón 60 mil dólares, hipotecaron las aduanas administradas por un agente suyo y
se apoderaron del Ferrocarril y del Banco. Pagando todo, Nicaragua salió
debiendo un millón 60 mil dólares a los banqueros, perdió el saldo Ethelburga, sus
bancos y ferrocarriles pasaron a ser controlados y manejados por los Brown
Brothers (Quijano, 1987: 90-92).

Política del Gran Garrote (Big Stick)

Política del Gran Garrote. Formulada por el presidente Teodoro Roosevelt (1901-
1909) basada en la aplicación del uso de la fuerza contra los países que se
negaran a aceptar sus ofertas "generosas"

La utilización de la fuerza como mecanismo de dominación se puso de moda a


partir del gobierno de Teodoro Roosevelt. Cómo antecedente está la guerra
hispano-cubana-norteamericana, primera guerra imperialista, que ocurrió
precisamente en Cuba y trajo como resultado la pérdida de la independencia al
imponerse la República Neocolonial.

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Cuba no fue el único país sobre el cual cayeron las garras del águila del norte. A
partir de ese momento se aplicaría el Big Stick o Gran Garrote caracterizada por
las intervenciones militares en Santo Domingo, Panamá, Nicaragua, México, Haití
y Cuba.

Nicaragua fue intervenida militarmente a partir de 1912. 2.700 marines


norteamericanos invadieron Nicaragua “para proteger los intereses de Estados
Unidos durante un conato de revolución dirigido por el General Benjamín Zeledón,
dando comienzo a una ocupación que se mantendría casi continuamente hasta
1933, siendo expulsados por el General Augusto C. Sandino y su Ejército
Defensor de la Soberanía Nacional.

Política de Buen Vecino (Buena Vecindad)


Fue una iniciativa política creada y presentada por la administración del gobierno
estadounidense presidido por Franklin D. Roosevelt en el marco de la conferencia
panamericana de Montevideo en diciembre de 1933, en lo referente a sus
relaciones América Latina durante los años 1933-45, cuando la intervención de
Estados Unidos en los asuntos internos de los países latinoamericanos fue
moderándose (Estados Unidos había invadido abiertamente varios países de la
región en los primeros años del siglo XX, como Haití, República Dominicana o
Nicaragua). Buscaba particularmente la solidaridad hemisférica contra amenazas
exteriores, en especial de las potencias del eje durante la Segunda Guerra
Mundial, por lo tanto esta política influyó en que casi todas las naciones
latinoamericanas apoyaran a Estados Unidos en dicho conflicto bélico.
(http://es.wikipedia.org/wiki/Pol%C3%ADtica_de_buena_vecindad)
Roosevelt aplicó esta política a las naciones del Hemisferio Occidental, afirmando:
“Nunca antes el significado de las palabras ‘buen vecino’ ha sido tan patente en
las relaciones internacionales”. Con esta política, Roosevelt regresó a la intención
original de la Doctrina Monroe, tal como la formuló el secretario de Estado de los
EU, John Quincy Adams.

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La Política de Buena Vecindad y el nacimiento de la Dictadura Somocista
El fin de la ocupación de Nicaragua por los marines estadounidenses fue producto
de la lucha abnegada del pueblo nicaragüense. Pero, esa lucha, por sí sola, no
hubiera bastado para que una potencia como Estados Unidos decidiera el retiro
definitivo de sus tropas. La lucha de los patriotas debió conjugarse, por tanto, con
una coyuntura internacional que la favoreciera.

La situación internacional fue, en efecto, condición primordial para que se lograra


el objetivo planteado. Entre otras cosas, ello se debió a que a los estadistas
estadounidenses no podían serle indiferentes las posiciones que, con respecto a
su política exterior, tuvieran los gobiernos de los países latinoamericanos.
Necesitaban establecer acá nuevos mercados y enfrentarse a los que, en ellos,
poseyeran las potencias europeas. No casualmente, la defensa de los intereses
comerciales de EEUU en América Latina, movió a congresistas de este país a
pronunciarse en contra de la intervención en Nicaragua. El senador Wheeler, por
ejemplo, declaró que la intervención en Nicaragua, aun haciendo a un lado el
aspecto moral del asunto, perjudicaba notablemente los intereses comerciales de
su país que, justamente, estaba buscando nuevos mercados en Centroamérica y
Sudamérica. (Selser, 1981: T 2. 13-14).

La imposibilidad de vencer al Sandinismo; la presión internacional de pueblos y


gobiernos contra la intervención en Nicaragua; la cercanía de otra guerra mundial
que obligaba a los imperialistas estadounidenses a resguardar el continente
americano para sí, frente al expansionismo alemán y japonés; la existencia de la
Guardia Nacional como instrumento sustituto de los marines (Barahona,1989: 49)
y la grave crisis económica que estremeció a todo el mundo capitalista y,
particularmente, a EEUU; fueron, entre otros, los factores que empujaron a esta
potencia imperialista al abandono del territorio nicaragüense.

Pero ello mismo condujo a la proclamación de la política de "Buena Vecindad".


Esta nueva estrategia de dominación, aparece como una fórmula tendiente a no

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comprometer directamente a EEUU en los asuntos internos de los países
latinoamericanos. Por tal razón, se postuló el principio de no-intervención, con lo
cual se quería significar que, en lo posterior, EEUU no tomaría ninguna decisión
concerniente a las naciones latinoamericanas, sin antes "consultar" a sus
gobernantes.

“Hubo tiempos no muy lejanos -decía J. Byrnes, Secretario de Estado de F.D.


Roosevelt- cuando nosotros aplicamos la Diplomacia del Dólar y la intervención; y
fuimos acusados de imperialismo yanqui. Pero la experiencia nos ha enseñado
que para tener buenos vecinos debemos ser “Buenos Vecinos”. Hemos
descubierto que el entendimiento y la “Buena Voluntad” no pueden ser comprados
o ganados por la fuerza.” (Ulloa et-al: 1988: 153). La principal forma de
penetración imperialista en el continente tendría, a partir del momento en que se
proclamó esta política, un carácter primordialmente económico. La intervención
militar directa pasaría a segundo plano. Pero, con el mismo fin (defender sus
intereses económicos, políticos y militares), EEUU fomentó por varios rincones de
América Latina la existencia de dictaduras militares, a las que financiaría,
asesoraría y apertrecharía. La imposición de regímenes militares y entreguistas en
Centro América demostró, mejor que nada, en qué consistía la Buena Vecindad:
En Guatemala, se implantó la de Jorge Ubico (1931-1944); en El Salvador, la de
Maximiliano Hernández Martínez (1935-1944); en Honduras, la de Tiburcio Carías
Andino (1935-1949); en Nicaragua, la de Anastasio Somoza García y sus
herederos (1934-1979)*. En el Caribe, se impuso la dictadura de Rafael Leónidas
Trujillo (1930-1938-1952) de República Dominicana.
En el caso de Nicaragua, la instauración de la Guardia Nacional (GN) se concibió
desde inicios de los años veinte. Empero, el paso definitivo se emprendió en 1927,
año en que se inició la guerra de liberación nacional. Ello prueba que su creación,
a lo inmediato, obedeció a la necesidad de hacerle frente a la causa de los
patriotas sandinistas. Pero la GN respondía, igualmente, a la necesidad
imperialista de garantizar estabilidad en el seno de las clases dominantes locales,

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haciendo desaparecer a las fuerzas militares que estaban bajo el control directo de
cada una de las facciones en pugna.

En consecuencia, la estabilidad del dominio externo exigía la cohesión, así fuera


relativa, de las clases opresoras criollas, políticamente representadas por el
Liberalismo y el Conservatismo. Sin esta condición, era imposible evitar el
constante estallido de la rebeldía popular y la injerencia de otras potencias en los
asuntos internos de Nicaragua.

Así se explica que los imperialistas estadounidenses definieran a la GN como un


ejército "apolítico", como lo expresa, por ejemplo, Richard Millett, anotando que
ello se constituyó en uno de los objetivos esenciales de la política de su país en el
Caribe (Millett, 1979: 62-63). Se quería que este cuerpo castrense estuviera fuera
del control de las facciones en pugna, para someterlo al estricto control de un
grupo de individuos que representara, por encima de todo, los intereses de la
dominación imperialista. La creación de la GN fue, en este sentido, el paso inicial y
primordial para el establecimiento de la dictadura somocista. En realidad, para
garantizar sus intereses geopolíticos y económicos en Nicaragua, el dominio
externo debió encargarse de establecer en ella un aparato militar de dominación
(Moncada Fonseca, Nicaragua 1910-1937)

Política Alianza para el Progreso


En Nicaragua comenzaron con empeño y dedicación las medidas y las fórmulas
de la Alianza para el Progreso, como si fuera otra nación democrática del
continente, aspecto que resultaría contradictorio con los principios originarios de la
Alianza y la Carta de Punta del Este . Nicaragua era un escenario político de
contención en la esfera de influencia y la seguridad nacional de los Estados
Unidos. El país, con un gobierno de derecha y con niveles de pobreza superiores
a la media con respecto al continente, no debía por ningún motivo convertirse en
otra Cuba en el continente. Ciertamente era un país pobre, pero “estable

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políticamente” y consustanciado con los fines del modelo anticastrista propiciado
por los Estados Unidos en la región.

Para el momento cuando John F. Kennedy obtiene la presidencia de los Estados


Unidos en noviembre de 1960, ya se percibía un notable cambio en su discurso
hacia América Latina, que hasta entonces había permanecido relegada de la
agenda política republicana de la Casa Blanca. Este giro se hace evidente a través
de la promulgación de una Alianza para el Progreso para promover el desarrollo
socio-económico de la región, condicionada por la incorporación de esta al
concierto de la democracia occidental. En palabras de Kennedy:...para alcanzar
estas metas, la libertad política debe acompañar al progreso material. Nuestra
Alianza para el Progreso es una alianza de gobiernos libres y debe perseguir el
objeto de suprimir la tiranía en un hemisferio donde no hay legítimo lugar para ella.

Nicaragua Somocismo y Alianza para el Progreso


Nicaragua estuvo sometida al dominio político de la familia Somoza entre 1936 y
1979. Durante todo ese tiempo la población no gozó de las libertades públicas y
las elecciones libres propias de una democracia típica occidental. Fueron los
mismos miembros de la familia los que ejercieron directamente el control del
poder: Anastasio Somoza García (1936-1956), Luis Somoza Debayle (1957-1963)
y Anastasio Somoza Debayle (1967-1979). En los breves intermedios en que esto
no ocurrió fueron personajes de confianza quienes se hicieron cargo del gobierno:
René Schick (1963-1967) y Fernando Agüero (1972-1974).

Paradójicamente, el programa de la Alianza para el Progreso fue implementado


durante el lapso que correspondió la sucesión de los gobiernos oligárquicos
liberales-antidemocráticos de Luis y Anastasio Somoza Debayle. No obstante, fue
en la gestión interina del doctor René Schick (1963-1967) que demostró su
capacidad gerencial y de apertura desarrollista y cuando el grueso de las reformas
y los programas de la Alianza alcanzaron su máximo efecto. Gracias al control de
la Guardia Nacional, que fue utilizada como si se tratara de una guardia

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pretoriana, los Somoza controlaron el país de una forma claramente personalista.
Los Somoza llegaron a controlar buena parte de la economía nacional, a tal punto
que en 1979 poseían la tercera parte de los activos económicos existentes en
Nicaragua.

La política del anticomunismo y el pragmatismo de la alianza en Nicaragua


Con respecto a la política exterior, en el contexto del enfrentamiento Este-Oeste
marcado por la guerra fría, Nicaragua se convirtió en un leal aliado de los Estados
Unidos y actuó como factor clave en cualquiera de las amenazas de peligro
comunista que se planteara en la región.

Durante esta época, Estados Unidos puso más énfasis en resolver los problemas
de su política interna, limitándose a ayudar a los regímenes dictatoriales, en
retribución los países del hemisferio debían enarbolar y mantener una orientación
política anticomunista. Los Estados Unidos propiciaban, además de apoyo militar,
una débil inversión económica privada. Manteniendo los sistemas dictatoriales y
auspiciando esa pequeña inversión, la potencia del norte perfilaba una política
exterior para América Latina que, según juicio de Matthews y Silvert, era una
política miope debido a que solamente se limitaba a combatir el comunismo a toda
costa, pero sin levantar ni un dedo para impedir y ni siquiera para oponerse a la
dictadura de derecha, a pesar de su evidente carácter antipopular.

Federico Gil, coincide con los dos autores anteriormente mencionados. En la


conclusión de su libro expresa: La política de Estados Unidos ha mantenido
siempre dos objetivos: evitar la influencia de potencias extracontinentales en el
hemisferio occidental y hacer de Latinoamérica una esfera especial de influencia
de Estados Unidos, esto último mediante muy diversos medios, entre ellos el
comercio y la inversión, la diplomacia y las actividades militares. Los países
latinoamericanos también han tenido dos metas constantes en su política respecto
a Estados Unidos: asegurarse la ayuda de Estados Unidos con objeto de evitar

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toda injerencia por parte de potencias extracontinentales, y al mismo tiempo
encontrar la manera de restringir la predominante influencia estadounidense.

En su mensaje enviado al congreso el 14 de marzo de 1961, el presidente John F.


Kennedy, solicitando que se asignen 600 millones de dólares para el desarrollo
económico y social en América Latina, planteaba lo siguiente: Nos hemos de
encontrar con un grave e inminente peligro de que los pueblos desesperados se
vuelvan al comunismo o a otras formas de tiranía como su única esperanza de un
cambio. Fuerzas bien organizadas, hábiles y fuertemente financiadas están
constantemente instándolas a que sigan este sendero.

En ese sentido, Nelson Rockefeller, asistente especial del presidente, enfatizaba:


“Es cierto que, a corto plazo, los dictadores manejan con eficacia a los
comunistas. Pero a la larga, Estados Unidos tiene que alentar el surgimiento de
democracias en Latinoamérica, si se quiere derrotar al comunismo dentro del
área.” A pesar de que el momento parecía propicio para la tendencia demócrata
en el poder y para el mismo Kennedy, debido a que de los doce militares que
gobernaban a los 20 países latinoamericanos en 1954, sólo quedaban en 1961 la
mitad; los demás habían sido depuestos o asesinados (Remón, de Panamá;
Castillo Armas, de Guatemala y; Somoza, de Nicaragua).
Todo esto dio origen a la fundación de la primera escuela para enseñanza de
tácticas contrarrevolucionarias. En una acción combinada del Pentágono, el
Departamento de Estado y los militares latinoamericanos, la ayuda para la “acción
cívica” encomendada a éstos permitía que se convirtieran en figuras nacionales,
futuros caudillos y hasta gobernantes con galardones ganados como
“benefactores” de sus pueblos. Robert Kennedy afirmó: “...condecorábamos a
dictadores; alabábamos a regímenes retrógrados, y se nos identificó cada vez más
con instituciones y hombres que mantenían a sus pueblos en la miseria y el
miedo”.

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En efecto, con el triunfo de la Revolución Cubana los Estados Unidos “haciendo
caso omiso de los principios democráticos con que fue formulada La Carta de
Punta del Este” incorpora a Nicaragua, con su forma de gobierno dictatorial y
nepótico, a su estrategia global contrarrevolucionaria para evitar una nueva
victoria popular en el continente. Se destacan entre estos esfuerzos, la reformista
Alianza para el Progreso que, entre los años 1960 y 1967, significó para el país
centroamericano:
• Ingreso al Mercado Común Centroamericano. Amarre absoluto de la burguesía
industrial financiera de Nicaragua con el capital norteamericano.
• Propuestas “civilistas” electoras (Imposición de René Schick en 1963).
• Reforma agraria.
• Distintas medidas de tipo tributario.
• Incremento de la ayuda militar al régimen.
La política desarrollista, que a través de la Alianza para el Progreso se impone en
el país con el fin de frenar las tensiones sociales y revolucionarias, se complica en
la práctica debido a que la familia Somoza y sus aliados locales y extranjeros,
entendieron “...el desarrollismo de la Alianza más como una ventaja puramente
económica que como un programa Interamericano para contrarrestar las tensiones
sociales y evitar otra Cuba.”

Durante los ocho primeros años de la Alianza ocurrieron dieciséis golpes de


estado en países latinoamericanos que, asociados a la forma en que los Estados
Unidos reaccionaron, y en que algunos casos intervinieron en ellos, determinaron
en gran medida el destino de la Alianza.

No obstante, la dictadura de los Somoza permaneció ilesa en todo el trayecto de la


década de los sesenta de cualquier golpe proveniente del ala militar, aun cuando
al inicio de la misma década había hecho su aparición el más importante
movimiento revolucionario de Centroamérica y una de las piezas claves en la
lucha contra Somoza, ese era el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN),

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movimiento guerrillero, surgido al principio de los años 60, paralelo al
establecimiento de la Alianza.

En ese contexto político y social de la realidad nicaragüense, la cual no se


distanciaba demasiado a la de muchos países de la región inspirados por la
triunfante Revolución Cubana, Levinson y Onís hacen una advertencia: Las
presiones de hoy vienen de los marginados, grupos excluidos, por definición, de la
participación política. Los esfuerzos de la izquierda para traer este grupo a la
arena política plantean graves amenazas contra las estructuras de poder
existentes. Sus válvulas de escape tradicionales son claramente inadecuadas para
acomodar a los marginados, cuyo número y demandas en ascenso hacen surgir el
potencial revolucionario de un cambio radical en la estructura social.

La contención al comunismo en el continente tendía a llevar a los Estados Unidos


a oponerse a todas las revoluciones y se convertía, por tanto, en aliado de
oligarquías impopulares y corruptas del hemisferio. El presidente Johnson dijo en
la ciudad de México: “No nos dejaremos detener por aquellos que dicen que el
cambio es el comunismo’’. Ese cambio se expresaba tentacularmente con
vinculaciones insurgentes en un área próxima al epicentro de seguridad de los
Estados Unidos: Centroamérica. Allí el debate entre los actores políticos para
mantener el control social y los grupos reaccionarios motivados en crear un nuevo
orden, era mucho más radical que en cualquier otra región del hemisferio. Así
pues, Schick y los Somoza apoyaron entusiastamente la creación del Consejo de
Defensa Centroamericano (CONDECA) en 1964 para contrarrestar movimientos
insurgentes en el área. Dicho Consejo fue establecido por cláusula de la nueva
Carta de Organización de Estados Centroamericanos, para la “seguridad
colectiva” contra una eventual agresión comunista en la región.

El CONDECA era una especie de Estado Mayor supranacional y, a la vez, un


mecanismo para llegar a un frente común, no sólo contra cualquier posible
invasión de parte de Cuba, sino contra la subversión interna sustentada por los

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comunistas. Dice Monteforte que tomando en cuenta el sentido que tenía el
término comunista para los grupos gobernantes centroamericanos, se llega a la
conclusión de que el CONDECA era un instrumento de defensa de los intereses
oligárquicos civiles y militares, y de los intereses norteamericanos políticos,
económicos y militares en la región. Tanto táctica como estrategia correctamente
eslabonadas, respondían a la praxis del anticomunismo conducida por los
herederos de las repúblicas atomizadas y bananeras de Centroamérica atadas al
hilo conductor de la política de contención del comunismo dirigido desde
Washington. Nicaragua no será la excepción, sino el epicentro de la disputa.

Política de Derechos Humanos


Al asumir la presidencia de los Estados Unidos Jimmy Carter por los demócratas a
mediados de la década de los años setenta del siglo XX, los Estados Unidos
vivían una serie de crisis política y económica en general, y que se expresaba en:
la reducción de su hegemonía en el mundo particularmente en Vietnam en 1975 al
salir derrotados militarmente, el auge del movimiento de liberación en África,
logrando triunfar, Angola, Etiopia e Irán al ser derrocado el SHA (fiel aliado de
Estados Unidos en Asia en 1979). Así mismo, las luchas populares en Nicaragua,
el Salvador, Guatemala y Grenada (compilación profesor Jorge Hernández)
La agudización en extremo de las contradicciones interimperialistas en su lucha de
competencia ante la necesidad de nuevos repartos del mundo, debido a
constantes victorias en todo el mundo, las cuales redujeron las esferas de
influencia de los diferentes grupos internacionales de Poder.
En este contexto de relaciones internacionales se conformó la política
norteamericana hacia América Latina. El objetivo de Carter era mejorar la
deteriorada imagen de Estados Unidos, en primer término ante los países
subdesarrollados, para lo cual incluyó como elemento sustancial en su política
latinoamericana la campaña en pro de los “derechos humanos” con vistas a
ratificar su papel de líder de la “democracia universal”.
Principios fundamentales de la política de Carter hacia Latinoamérica

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1- La no elaboración de una política única para todos los países de la región,
sino de políticas independientes para cada país, acorde a sus peculiaridades y a
los intereses de Estados Unidos en cada uno de ellos.
2- Un nuevo enfoque hacia los gobiernos progresistas del área con vistas a
lograr un acercamiento en las relaciones con éstos, con ciertos estímulos en el
plano económico y dando de lado a la política de desestabilización.
3- Propiciar el establecimiento de -democracias restringidas o viables- en los
países sometidos a dictaduras militares para evitar el surgimiento de movimientos
radicales de liberación y para remozar un poco la fachada democrática de Estados
Unidos.

4- Estructurar la política exterior norteamericana alrededor de un eje central: la


defensa de los derechos humanos; política que, partiendo de presupuestos del
derecho burgués, estaba dirigida contra la comunidad de países socialistas y los
gobiernos de corte progresista y antiimperialista. Para demostrar que Estados
Unidos estaba de verdad interesado en la efectividad de esta política, debían
tomarse algunas medidas, en especial con las dictaduras más represivas de la
región.
La política de Carter hacia el subcontinente estuvo condicionada por las luchas
liberadoras y por la confrontación entre los sistemas socialista y capitalista,
reafirmándose una vez más que, con independencia de una u otra administración,
son éstos los factores que en realidad inciden en el curso de la política exterior de
la Casa Blanca.
Es por ello que en septiembre de 1977, ante las presiones externas y la situación
interna, Somoza tuvo que limitar el estado de sitio y la censura sobre los medios
de difusión, en especial sobre el diario La Prensa, el cual dirigía Pedro Joaquín
Chamorro, quien aprovecho la oportunidad para denunciar la corrupción de los
funcionarios del gobierno y la represión a que era sometida la población.
Durante la administración de Jimmy Carter, la violación a los derechos humanos
en varios países no cesaron comprobándose que esa política estaba cargada de
demagogia y que más bien sirvió como válvula de escape para evitar el

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desencadenamiento del movimiento social y revolucionario, como en el caso de
Nicaragua en donde esa demagogia se demostró muy claramente, pues la
dictadura jamás fue abandonada por Estados Unidos aunque para fines
propagandísticos se decía, que a la dictadura se le había suspendido la ayuda
militar. (Compilación profesor Jorge Hernández)
Ante el auge popular revolucionario y los avances del FSLN, Carter decidió
adoptar nuevas posiciones con relación al dictador, ya que la violación de los
derechos humanos no era una razón tan fuerte como para permitir el triunfo de
una segunda revolución popular en Latinoamérica. Así, el gobierno
norteamericano aprobó un crédito de 12 000 000 de dólares para Nicaragua.
Expresándose ese apoyo entre 1977 y 1979 con; la triangulación que hacía los
Estados Unidos con otros países para que le vendieran armamento al régimen
somocista, entre ellos los fusiles galil vendidos por Israel, vehículos para llevar a
cabo la represión en campos y ciudades como los jeep, camiones y equipos
pesados, para ayudar al hijo del dictador Anastasio Somoza Portocarrero alias el
chigüín, esto los obtuvo Somoza a través del llamado paquete España, los
vehículos fueron conocidos como Ebros y de color anaranjados.
También la dictadura consiguió bombas lacrimógenas de Argentina, esto solo es
una muestra de que la dictadura jamás fue abandonada por el imperialismo y otros
aliados externos, con esa ayuda la dictadura logró reprimir y realizar operaciones
limpiezas durante y después de combates realizados en el período de 1977-1979.
Con respecto a esta política de los derechos humanos, los demócratas Charle
Wilson por Texas y John Murphy por New York en la cámara de representantes el
23 de junio de 1977 expresaban de forma general con respecto a Nicaragua:
“Que se tenía que obedecer al Departamento de Estado y no a las denuncias de la
represión somocista de 1974 a 77, que Nicaragua siempre había votado a favor de
Estados Unidos, que Nicaragua siempre ha acompañado a los Estados Unidos,
para que no se levantara el embargo a Cuba” etc. (Apuntes de Historia de
Nicaragua Selección de lecturas 1980, tomo II, Unan Managua, páginas 326,
327,328). (Hernández, Jorge. 2014).

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Finalmente, se da el retiró aparente del apoyo a Somoza hasta el asesinato de Bill
Stewart, periodista E.U. junio 1979.

Política de Ronald Reagan

Las relaciones entre Nicaragua y Estados Unidos continuaron deteriorándose a


medida que el imperialismo reforzaba su política agresiva, brindando apoyo a los
grupos de exguardias somocistas que se entrenaban en territorio hondureño, en
Miami, Nueva Orleáns y California. El panorama contempló intentos de desarrollo
de bandas contrarrevolucionarias en distintos departamentos del país, las cuales
fueron desarticuladas en varias ocasiones, por las fuerzas de la Seguridad, el
Ejército y las Milicias Populares Sandinistas.

A su vez, los partidos tradicionales derechistas y el emergente Movimiento


Democrático Nicaragüense (MDN) realizaron en forma cada vez menos
encubierta, una labor proselitista para tratar de desacreditar al Frente Sandinista
de Liberación Nacional.

Desde que el Presidente Ronald Reagan tomó posesión de su cargo en 1981,


comenzó a ejecutarse un proyecto norteamericano encaminado a destruir la
Revolución Popular Sandinista. Este proyecto combinó las agresiones militares
con las económicas (acciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia-
CIA, Chantaje y amenazas en procedimientos de intervención abierta,
provocaciones armadas por parte del Ejército hondureño y el incremento de los
ataques contrarrevolucionarios de las bandas somocistas.

La política exterior yanqui para América Latina y el Caribe fue elaborada por el
denominado “Comité de Santa Fe” Los ideólogos reaccionarios que integran este
Comité parten del presupuesto falaz de que Estados Unidos se enfrenta a la
“influencia comunista” en América Central por la política de “subversión y
desestabilización” de Cuba y de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas) en esa región.

18
De esta manera los ideólogos atribuyen el desarrollo y auge de las luchas
revolucionarias a la “injerencia comunista” y plantean que la crisis
centroamericana está dada en el contexto de la “confrontación ideológica este-
oeste” Estos planteamientos tratan de encubrir la verdadera esencia de los
problemas de la región, ocultando las causas reales de los problemas económicos
y sociales.

Política desestabilizadora y agresiva:

- Las acciones de hostigamiento económico fueron un arma permanente de la


política agresiva de Estados Unidos contra Nicaragua.

- Los programas de desestabilización económica por parte del gobierno de


Reagan se llevaron a cabo en el plano de la acción práctica y de la intervención
política. Con el objetivo de impedir la independencia económica nicaragüense y la
ejecución de los proyectos de transformaciones sociales internas propugnadas por
la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional.

- Desestabilización económica como un paso intermedio hacia acciones de fuerza


que permitieran el derrocamiento del gobierno revolucionario.

- Aplicación del bloqueo económico en 1981, decretado por Ronald Reagan como
sanciones económicas.

- Articulación y organización de la contrarrevolución interna en Nicaragua.

- Apoyo político económico, militar y financiero de los grupos de exguardias


somocistas que operaban desde territorio hondureño.

- Dentro de su estrategia, el imperialismo norteamericano trata de obstruir las


fuentes de créditos externos utilizando su influencia y el poder que ejercen en los
centros financieros internacionales.

- La política imperialista se manifestó además, en la suspensión de los préstamos


que le había otorgado a Nicaragua.

- Organización y preparación militar de grupos contrarrevolucionarios en Honduras


y en el propio territorio norteamericano.

- Fomentó el clima de tensión e incertidumbre para contribuir a la fuga de


capitales, crear conflictos económicos y estimular el éxodo de profesionales, y
provocar actos de violencia para hacer imperar el terror, apoyando la formación de
bandas contrarrevolucionarias dentro y fuera del país.

19
La guerra de Baja Intensidad. 1984-1986

Esta fase de la política de Reagan se caracteriza por el conocimiento tácito de la


fortaleza del régimen de Managua. Se diluye el discurso de la intervención militar
directa, que llegó a su clímax en octubre de 1983 con la invasión a Granada,
aunque la discusión y el tono agresivo se mantienen a través de la realización de
ejercicios militares en Honduras y en las aguas del Pacífico y el mar Caribe. El
elemento clave que determina esta nueva fase de política es el Informe Kissinger,
aparecido en enero de 1984. Por primera vez el gobierno Reagan logra tener un
documento que, además de ser la expresión de un sector muy amplio de la
compleja red que compone el sistema político, el gobierno y el Congreso —por
tener un carácter bipartidista—, permite tener una percepción integral y coherente
de la crisis en el conjunto de América Central. Además incluye sus famosas
recomendaciones, que serán integradas como guía de la política de Estados
Unidos a la región.

La nueva estrategia de contención activa plasmada en el Informe Kissinger


proporciona, en primer lugar, una política nacional unificada, en segundo término,
una coherencia ideológica, y, por último, permite a Estados Unidos pasar a la
ofensiva militar, diplomática ,y política frente a Nicaragua —y también frente al
FMLN salvadoreño, que goza en estos momentos de gran credibilidad
internacional.

La nueva doctrina incluye también la noción de "contraterrorismo", que se basa en


acciones terroristas encubiertas, dado que se supone que una de las armas
fundamentales del "enemigo" son las acciones terroristas contra objetivos
norteamericanos. En esta lógica se inscriben numerosos atentados contra la
infraestructura nicaragüense, como la destrucción de los depósitos de combustible
del Puerto de Corinto en octubre de 1983 y el minado de los puertos durante 1984.

La doctrina de la Guerra de Baja Intensidad se convierte en oficial al momento de


asumir Reagan el segundo periodo de la presidencia de su país, en enero de
1985.

20
Guerra de Baja Intensidad es sinónimo de guerra prolongada. Esta, a diferencia de
las necesidades que suponía la percepción de que era posible una victoria rápida
—donde la solución de contención sería fundamentalmente militar a través de las
FDR—, supone también el dar credibilidad política y diplomática a este esfuerzo.
Por ello, uno de los avances más notorios de Reagan es la legitimación de los
grupos contrarrevolucionarios.

Fuente: Lozano, Lucrecia y Manaut, Raúl Benítez. De la contención pasiva a la


guerra de baja intensidad en Nicaragua. 1986.

Otras formas de dominación (la Globalización-Neoliberalismo)


Consecuencias

Políticas neoliberales en Nicaragua

El neoliberalismo no siempre ha existido. De hecho, es un sistema bastante joven-


sólo se convirtió en la ideología económica dominante hace unos veinticinco o
treinta años. El sistema anterior, que duró aproximadamente desde finales de los
años 1930 hasta finales de los 70, fue formado en gran parte por las ideas del
economista inglés John Maynard Keynes, y por su influencia se llama el
"Keynesianismo". Sin dejar de ser capitalista, Keynes decía que el Estado debería
de tomar un papel activo en el manejo de la economía de su país. En el
Keynsianismo, el Estado imponía reglas y supervisaba el mercado para dirigir la
economía hacia las prioridades que determinaba. No intentaba suplantar el
mercado; más bien lo regulaba. Por ejemplo, los Estados podían requerir que una
parte de las ganancias de los inversionistas extranjeros se volvieran a invertir en el
país; o imponer aranceles a productos extranjeros para proteger a productores
nacionales; o podían intervenir en sus mercados nacionales para promover
objetivos públicos. En conclusión: en el Keynesianismo, el mercado estaba
subordinado al poder del Estado.

Pero mientras dominaba el Keynsianismo en la economía global, otro economista


muy influyente, Milton Friedman, proponía un modelo económico basado en

21
principios prácticamente opuestos a los de Keynes-un modelo que forma la base
de lo que ahora se llama el neoliberalismo. Friedman propuso que el Estado no
interviniera casi nada en la economía nacional-es decir, que el control de la
economía estuviera en manos del capital privado y ya no en manos del Estado.
Criticaba los gobiernos nacionales por sus burocracias enormes e ineficientes que
impedían el funcionamiento óptimo del mercado. Como asesor a los Presidentes
de los EUA Richard Nixon y Ronald Reagan, llegó a tener una influencia decisiva
sobre la estructuración de la economía global. Este último, acompañado por su
contrapartida Margaret Thatcher, Primera Ministra del Reino Unido, empezó a
aplicar las teorías económicas de Friedman a la práctica. Con el objetivo de
permitir a las corporaciones e inversionistas operar libremente para maximizar sus
ganancias en cualquier parte del mundo, estos dos mandatorios promovieron
políticas de comercio libre, desregulación, privatización de empresas públicas,
baja inflación, el movimiento libre de capital, y presupuestos equilibrados (se gasta
lo que se recauda en impuestos).

Neoliberalismo es uno de los nombres que se usa para describir una ideología
económica. También se puede llamar capitalismo corporativo, globalización
corporativa, globalización, y hasta la economía suicida. Esta ideología es la que
actualmente domina las políticas de la economía global.

http://www.ciepac.org/neoliberal/esp/neoliberalismo.html)

• La globalización neoliberal constituye la recolonización del Tercer Mundo,


es la anexión de América Latina a Estados Unidos; una unión espuria entre partes
desiguales, donde el más poderoso se tragará a los más débiles, incluidos
Canadá, México y Brasil.

Fidel Castro Ruz

El neoliberalismo llegó con fuerza a los países del sur con la crisis financiera de
1982 en México, en que ese país declaró a sus acreedores internacionales
(incluyendo el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) que ya no podía
pagar sus deudas. (…) Aprovechándose de la posición vulnerable de muchos

22
países del Sur, el FMI y el Banco Mundial empezaron durante los 80 a obligar a
los países pobres a hacer grandes cambios en las estructuras de sus economías.
Estos cambios se llaman políticas de ajuste estructural y han traído consecuencias
profundamente perjudiciales para millones de personas en los países afectados.

(http://www.ciepac.org/neoliberal/esp/neoliberalismo.html)

El neoliberalismo sigue siendo la ideología dominante en los gobiernos de muchos


países, tanto ricos como pobres; en las corporaciones transnacionales; y en
organizaciones multilaterales como el Banco Mundial, el FMI, y la Organización
Mundial de Comercio

Banco Mundial: Fuente de asistencia financiera y técnica para los llamados países
en desarrollo.

Fondo Monetario Internacional: Asegurar la estabilidad del Sistema monetario


internacional y la gestión de las crisis monetarias y financieras. Condiciona la
obtención de los préstamos con la instauración de reformas económicas

Organización Mundial de Comercio: Se ocupa de las normas que rigen el comercio


entre los países. Administra los acuerdos comerciales de la OMC.

Orlando Núñez Soto:

Entre 1990 y 2006 gobiernan Nicaragua tres regímenes políticos de corte


neoliberal, el de Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños.
17 años de contrarrevolución neoliberal en el que los gobiernos facilitaron a la
empresa privada extranjera desmantelar el Estado, saquear a la nación y
empobrecer a su población. Los mecanismos utilizados fueron el desmontaje del
fisco, la privatización de las empresas y servicios públicos, el endeudamiento del
país y la corrupción de sus funcionarios, el desempleo de los trabajadores y la
descapitalización de los productores.

Lo primero que hicieron fue desmantelar la protección arancelaria, eliminando los


impuestos a la importación de mercancías competitivas con la producción

23
nacional, lo que dejó desamparado a nuestros productores, beneficiando por
supuesto a los importadores y sobre todo a las empresas estadounidenses y
europeas que pudieron invadir nuestra economía con mercancías desgravadas.

Si hasta 1990 el promedio de imposición arancelaria era de 50%, al final del


período neoliberal dicho porcentaje había bajado a 5%. Las actividades que más
sufrieron fueron las alimentarias y artesanales. Nicaragua comenzó a ser invadida
de alimentos, muebles o zapatos y nuestros productores comenzaron a resentir
fuertemente dicha competencia.

A su vez a las grandes corporaciones transnacionales se les exoneró de todo tipo


de impuestos: impuesto sobre la renta, impuesto sobre bienes inmuebles,
impuesto al valor agregado, etc., etc. Esta situación, unida a otras facilidades,
contribuyó incluso a la quiebra de muchos productores y empresas nacionales que
fueron sustituidas por empresas extranjeras.

Se calcula que el fisco dejó de percibir cada año 500 millones de dólares por
exenciones y exoneraciones impositivas y por reducción de los aranceles
externos. Las corporaciones extranjeras se enriquecieron y Nicaragua entera se
empobreció.

Es así que Nicaragua tiene la tributación más regresiva del mundo, pues el sector
privado apenas paga el 10% de nuestras recaudaciones, mientras que el pueblo
aporte el 90% del presupuesto fiscal de la república.

Privatización, endeudamiento y corrupción

Alrededor de 400 empresas del Estado se vendieron a precio de guate mojado,


incluyendo los bancos estatales, como el Banco Nacional de Desarrollo, el Banco
Popular, entre otros.

Muchas de estas empresas habían sido confiscadas a los somocistas y a los


enclaves extranjeros: empresas de comunicación, energéticas, mineras,
ganaderas, algodoneras, tabacaleras, cafetaleras, arroceras, cañeras, industriales
y comerciales. La privatización de estas empresas, benefició a los dueños a

24
quienes posteriormente se les indemnizó sumas millonarias pagadas por el
presupuesto nacional, lo que comenzó a agrandar la deuda interna del país.

Se calcula que el patrimonio público perdió alrededor de 1,000 millones de dólares


por haber vendido con facturas subvaluadas las cuatrocientas empresas, tanto las
empresas de la Corporación Nacional del Pueblo (CORNAP) como las empresas
públicas nacionales, sin contar con las ganancias que el Estado ha dejado de
percibir.

Asimismo, estos gobiernos privatizaron los servicios públicos como la educación,


la salud, el servicio eléctrico, la telefonía, el agua, entre otros. Inmediatamente, por
supuesto, las tarifas de estos servicios comenzaron a aumentar para la población.

La privatización de las empresas productivas y comerciales del Estado, la quiebra


de las empresas nacionales y de los bancos privados, generó una gran corrupción
donde participaron empresarios extranjeros, empresarios nicaragüenses y
funcionarios de gobierno.

El mecanismo más usado fue el siguiente: en un primer momento el gobierno le


vendía a funcionarios tales empresas a precios muy inferiores a los precios en
libros o a los precios de mercado, meses después los primeros compradores las
revendían a empresarios extranjeros a mayores precios, con una diferencia de
decenas de millones de dólares por encima del precio inicial, como fue el caso de
las empresas de telecomunicación y electrificación, hoy en manos de Movistar y
Unión Fenosa. Otras veces se vendían tales empresas directamente a los
empresarios extranjeros a precios ridículos comparados con su precio real, siendo
emblemático el caso del balneario de Montelimar, hoy en manos de Barceló.

Aunque la corrupción más conocida fue la entrega y venta de bonos y certificados


estatales a los empresarios somocistas confiscados y a los banqueros. A los
primeros se les entregaron Bonos de Pago por Indemnización (BPI), a los
segundos se les vendieron Certificados Negociables de indemnización (CENIS).

25
Mientras el campo socialista nos condonaba cerca de 5,000 millones de dólares,
por concepto de deuda externa concedida a la revolución, los gobiernos oligarcas
nos endeudaban con 3,000 millones de dólares aproximadamente, por concepto
de deuda interna contraída con ellos mismos en forma ventajosa.

Desempleo masivo, descapitalización y migración

En cuanto llegaron al poder, los gobiernos neoliberales comenzaron a despedir a


cientos de miles de asalariados. Lo primero que hicieron en este sentido fue
despedir a 90.000 personas de las fuerzas armadas que vivían de su salario.

Inmediatamente después despidieron a 50.000 trabajadores de las empresas de


las corporaciones estatales, pues tenían que entregarlas libres de sindicatos y
prestaciones sociales a los antiguos dueños antes de privatizarlas. De los
ministerios despidieron a más de 30,000 empleados, entre ellos a 11, 000
maestros.

Pero el desempleo más masivo se generó en el seno del campesinado y del


artesanado, al cortarles el crédito a los pequeños productores del campo y la
ciudad. Recordemos que Nicaragua es un país donde los cuenta-propistas son la
mayoría de la población laboral. Más de 500.000 campesinos y artesanos se
convirtieron de la noche a la mañana en desempleados, semi-empleados o
precaristas. Debido a esta situación, muchos campesinos emigraron a la ciudad,
otros tantos emigraron a Costa Rica y Estados Unidos. Se calcula que en estos 17
años, el número de nicaragüenses que migraron al exterior por razones
económicas fue mucho mayor que durante la guerra de los años 80.

En síntesis, en estos 17 años, los ingresos del Estado disminuyeron, los gastos
del Estado se destinaron a pagar servicios de la deuda interna, lo que disminuyó
grandemente el monto de los servicios de educación, salud, electrificación, agua,
carreteras y caminos, crédito a los campesinos. El resultado de toda esta situación
se refleja en la precipitación abrupta del Indice de Desarrollo Humano de
Nicaragua, el que descendió del escalón 60 en que lo dejó el gobierno sandinista

26
(1990), al escalón 112 en que lo dejaron los gobiernos neoliberales (2006).
(Orlando Núñez Soto).

Nicaragua es un país muy complejo y en ningún caso se puede aplicar un análisis


de brocha gorda para abordar sus problemas y retos, para cantar glorias y
alabanzas al progreso o para elaborar una crítica tan despiadada como superficial
y olvidarse de algunos aspectos en los que, de manera indudable, se avanza.
Despacio, eso sí. Menos de lo necesario, eso siempre. Durante cerca de dos
décadas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los gobiernos que
controlan esas instituciones han predicado consecuentemente a los gobiernos
neoliberales y débiles, como el de Nicaragua, que deben reducir sus gastos
públicos sociales. Las políticas económicas basadas en la fe ciega en la
privatización de los recursos estatales, en la reducción en los gastos públicos y la
desregulación en general han creado un infierno de laissez-faire para la gran
mayoría empobrecida. La "nueva era", prometida por Enrique Bolaños no se
produjo. Más bien, el gobierno siguió las inercias que ya estaban presentes en la
coyuntura del año 2000, así no se reconocieran todos sus signos: la preeminencia
de los medios como modeladores de la conciencia social, la concentración del
poder en una elite divorciada de la ciudadanía, el culto al mercado y el temor
clasista a la pobreza, el respeto sagrado al equilibrio macroeconómico, la ausencia
de cualquier equivalente de proyecto cultural, la asunción de la democracia con
minúsculas, en fin, la falta de una visión de futuro.

(Fuente: Vargas, Oscar-René El fracaso neoliberal en Nicaragua)

En lo Político: Incidencia en los asuntos electorales:

El CSE certificó el triunfo de Enrique Bolaños: un conservador profesional para


“demócratas” aficionados de última hora; por lo tanto, si es “de los nuestros”, qué
vale el resto, y peor el documento “Observando las elecciones nicaragüenses de
2001”.

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El mismo Centro Carter pecó de negligente al no denunciar que el embajador
Oliver Garza se convirtió en el activísimo padrino de campaña del ingeniero
Bolaños, convirtiéndolo en el candidato de facto de los Estados Unidos, bajo la
égida de George W. Bush. “Preferencia oculta (de EEUU) a favor de uno de los
contrincantes”, fue el término gris sugerido con timidez en el informe.
El finado Carlos Fuente retrató, en 2006, el lamentable retroceso de la humanidad
que significó la llegada de Bush a la Casa Blanca. Con los ripios de esa
decadencia se terminó de mal construir la ultraderecha nicaragüense: “las
oportunidades de un orden multilateral fueron negadas por el espejismo de un
desorden unilateral que, fundado en los débiles cimientos del orgullo y la
ignorancia, creyó que el mundo global podía ser ordenado por una sola fuerza,
haciendo caso omiso de la pluralidad histórica, étnica, religiosa y cultural de las
civilizaciones”.
(Fuente: Sánchez, Edwin. 13 de Junio 2014)

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