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traduccion de “A CUSMINSKY DE CENDRERO AMERICA LATINA Introduccion al Extremo Occidente por ALAIN ROUQUIE, Siro sEoee ( ‘SBD-FFLCH-USP i Keo me Siglo veintiuno editores, sa de ov Siglo veintiuno de espafa editores, sa siglo veintiuno argentina editores siglo veintiuno editores de colombia, da | DEDALUS - Acervo - FFLCH-FIL. | 21000047727, Prbueno cata avUDa na amare ‘De LA coURA 05; 1S) ‘iia evil de marta ac ora de mrss aes psage ccna 99 ies cr ints 1987 is dust ‘tao merge line: nrwdcton des rea core a ines Beso ped ah made esi pmoim~ Pe. Scien fice ~ WT INDICE [AGRADECIMIENTOS. PROLOGO IwTRODUCCION ‘ht cs América Latina 17: Por aut latina? 18; Una América ps a Ame ae pericnseculturamente a Occidemte 22 Pee code las olacionesistreas 23 Semejanzas de Porat Ge Sructues, 2; Detsdad de as sociedad, onliggiones Yeas noclonce 26, -_"Tan cerca de Estados Uni Bese areeas emergence repblicasbananeras, 2; Clima, eeaPe'y sociedad 3; Ovtentacion bibiograien, 36 PRIMERA PARTE CARACTERES GENERALES DE LOS ESTADOS LATINOAMERICANOS 1. LOS MARCOS GEOGRAFICOS ¥ EL ESTABLECTMIENTO HU: MANO lpunos(uaga) dominanes, 41; La meridianided del Nuevo Aes SER steas ieoiclesy cuatoriales: ef "desaio geo. ai geen abe ce, ea hci ndin st Tpos de meds naturales a) Se tgunossedalamenon 82; Onentacion bibliog 8 2, LA OCUPACION DEL ESPACIO Y LA POBLACION Las etapa de la poblacin, 56 La catdstrofedemgritic de 1 Las 1a non conquisado, 89 Lasfmigraciones Siete Zero 9 trabajadores bres europeos, 1: Los focon de claves res pacers, 65 La tebantzacion preeoe: 67 Freer Stn'y red urbana, 70, La explosion demorratics Metropolis, ios 1; Daparidadesceantatoa y cual SEUSS EP lig joven: deearvllo ygeoplitica 78, Comunt eae aesparee, és Onentacion ibiograica, 79 fo) n ” 41 3. LA HERENCIA DE LA HISTORIA trots ararinysocldads #0La gran prope y su ‘storia Lt conus print ema Se asics caren cxreesnomch at Dope fren ps rind, 9 Sociedade orsonner 94 Ele obo, aye i economia clavista fl inition» Kot nquistay mode de produecion, 101, Sociedad de ny canes sole, 104 Onentacton Db ue ia, 108 PODERES Y SOCIEDADES: ACTORES Y MECANISMOS DE LA VIDA POLITICA Y SOCIAL. 1. PODER ¥ LEGITIMIDAD eid den instal pc, 10 Cultura poten yep ‘nied 1:tar dimensiones dela lena 1 Lasse. {iiss Laveen express, Ls lente reali an 20, xchnonyprteipetes, 122 Enel pacino cae sido. 38 Onentackn blogic 2. BURGUESIAS ¥ OLIGARQUIAS Extraversionyestratliacion svn zmeadelon especies? 130; (Ctegorias dminanesy desigalduds naman, 93 (Ars tocraiaagrariaoburguenia internacional? 13, Elo de dome. ‘clon egitimidad socal 142 Las burguctasnatonaes etre [realidad y oe dogmas, 48: Onenactonbblogefica 31 3. CLASES MEDIAS. Divisione limites, 15% Composcine historia 18; Comporte flentore Weslo, Aces pollicay siusigns so ies ¥elicones de ines es; Ontario biblopicy Tt 4,108 OBREROS ¥ EL MOVIMIENTO SINDICAL SSyreie shen rate ear 5. LAS FUERZAS ARMADAS ‘aug presunas casas dl poer mia, 206; Los ements see Rares Prada eas eperan Sinai, 1 Elmcmicnte deserts melee 33 os Shr etran cm ecen, 8 La guess ene Naar Mu 109 129 133 176 206 do, 28; cla era de a deamiitartanchn?, 228; Modelos» mea Sze dei iitarescion, 221; Onentacon bibgratica, 30 6, JOLESIA F IGLESIAS Historia relglsa y sociedaden, 232; Fucreasy dbiidades det TeeRateltinsrsricano iglesia y soe dt ior sari incrdia, 24, Las crs peso: refupoo bra on 258 Ocemtacion bibliogratia, 258 7. ESTILOS DE AUTORIDAD ¥ MECANISMOS DE DOMINACION: CCAUDILLOS, CACIQUES Y CLIENTELAS Caulillosyditadores 260; Ccigusmo, dominion y recor Cu? pel trocinoscentelime de Estado, 27; Orie tscion bbliogrdiea 277, IDEOLOGIAS. POPULISMOS, “DESARROLLISMO", CASTRISMO, Los poplisos: deepal iletrad 0 socialdemocraca ds 1 BRE esa perianal {Rada 286 Las ssteogisn de Tor soins eroloy ca ‘Fito, sandnisme, 285" Ortentaclon bibigraicn, 296 ‘TERCERA PARTE LOS PROBLEMAS DEL DESARROLLO 1. LAS TAPAS DEL DESARROLLO Y LOS PROCESOS DE IN- DUSTRIALIZACION Las fases del desarrollo, 3; La industilizacin nacional, 306: euros 9 desrvalle 11; Oentacion bibliog, 317 2. NIVELES ¥ MODELOS DE DESARROLLO “Tipos ynveles de desarrollo, 319: os limites de a industria mre, deems ener aco eee ucvn dvs interactonal del trabajo, 97, ba ‘sno captalistayelaocallsmo dependent, 340; ntegraclones egbeait eindsriaiacin, 942; Onenacsn bog, 38 PROBLEMAS AGRICOLAS Y CUESTION AGRARIA “Tipos de agrculturayecaidades de expotacn, 7 Problemas Melos Canactura agrarias desarrollo, 350, Conflicts gre 232 260 278 301 319 347 os y movimienos campesinos, 883 Las reforms agraras 386 (Elial de los campesinos? 380; nenacin bibhgraes, 382 4. CUESTION URBANA Y MARGINALIDAD Aseotamiento irregular integracon urbana, 264 Sobreurban facion marginaday problemas scales, 30" Explosones scl {es movimientos woanor 375 Politica de a exesesy cient. {ilies Orenacion bibliog, 978 CCUARTA PARTE AMERICA LATINA EN EL MUNDO. 1. LAS RELACIONES INTERREGIONALES Y LA HEGENONIA, DE ESTADOS UNIDOS, GB final de América Lating?, 383; Gran Beta y Estados Unk ‘peutic de preponderanla 384 La epoca del panamet ‘anismo (18891985) $88; El sistema ineramericano lnsttule ‘ld (47-196) 385 Fa debra expec Reiee Hatg ie Ease, 3 2 2, “AMERICA LATINA ENTRA EN ESCENA": NUEVAS SOLIDA- RIDADES ¥ POTENCIAS EN SURGIMIENTO Concenca latinaamericans y cooperacin ceplonal, 39% Lat Ievas solkaridedes Internacionales, 408; Potencias en surg Iiento y nacvornctores, #10, Orenacin bblogrlics, 418 conciuston ccidentconra lg Arey 17: eran shere a ° INDICE DE NOMBRES 363 383 399 416 425 | f I AGRADECIMIENTOS sta obra, claborada en gran parte en] marco dea Funds: Eee gegl ie Clescas Poca aa ter params cee capa pare erento dems esetam> Vga de studs Pos de ans Deb pss OM ce ‘se habria publicado sin la estimulante confianza de oliver Beture He Fe Séphane hizo mucho més qv sporar mis va abandesiatroumerianon compart mi nomadsmo weERinar mi eso, que yas mucho. AR PROLOGO Desde Colén América es el continente de los malentendidos, El almirante buscaba la ruta de las Indias, descubrid a los Indios, es decir el Nuevo Mundo, Un mundo que atin sigue siendo nuevo, La permanente aparicién de clichés y mitos que suscita, tercermundistas o liberales, lo testfica. Sibien el buen revolucionario sucedié alli al buen salvaje am nel ioe fo Xvit que “al sur del ecuador ya no Fay pecado™ Quizis esa sea tna de lag rarones et interes porfaotra América" No cla nia, No podemos hoy io. Far la importancia de esta clate media de orden planctaro, Ms de 300 il millones de doles A691 distinguen de otros continentesen desarrollo alos cules jamas sees enced semefante credit, 390 millones de habitantes 610 sequin todas ln probabildades en el ano 2000, Otros tantos slomentgs que uo son solo mesa de entimo, Para cs he lav dos cludades mde grander del planeta sran a clu dad de Mexico y Sto Paulo. Triste record en verdad, el de esas megalopolis congestonadas y monstruosas Sin eb fos tants rasieno con sus 130 millones de habtantes, ‘México. potencia petrolera de 80 millones de almas a las pucriay de Estados Unidos, una Argentina con un teritorio Teual al deta india dan razon hoy al prfetco ula del libro he publicabaen 1984 Tibor Mende: Amérique latine entre tn sete Sta ello se afaden Cuba y Nisragua podem st Poner que no esta por salir de apuros sta América es mucho ms todavia Tene sentido, sino es que un sentido pars nosotros los ocidentates, Certo, In Prosimidad cultural no es my popular. Am cuando ese Ex tremo Occidente no podria sets exrato, xa famiardad fs ospechon Ess chltaoes demasiado prosina no Imevecrign gx objeto de curiosidad cient Por dl au, nuestras escuclas es respetable ser sin6logo 0 islamista del presente, el “americanista” no puede sin perder prestigio mas que estudiar los misterios precolombinos o los aborige- nes supuestamente carentes de histori niliaridad que despierta esta América mis mestiza de lo que confiesaes la ver significative e insignfieante. Es demasi: do fécildejarse engaiar por la aparienca iusoria de esas vilizaciones deducidas y miméticas. La ausencia de exotismo al y de incomunicable particularismo no podria ocul- {arnos el sutil desfase, la esclarecedora disonaneia de lo que Lucien Febyre llamaba acertadamente el "laboratorio lat noamericano”. Més ain, es una diferencia inteligible la que Precisamente nos propone esta América que s6lo se revela remitiendonos a nosotros mismos. "Brasil mebizs inteligen- te": esa profunda frase de Femand Braudel al final de su Vida no eS ninguna ocurrencia. La similitud de Is categorias ¥ de los valores, leos de volver insulsos los procesos sociae ies. las realidades politicoculturales “otras obliga al ob- servaey un acd comune permet ator de rigor y de realismo. zAcas surgir una misma institu cin en dos tierras diferentes no es resultado del método ex: perimental? Por ello este libro se presta, creemos nosotros, a dos lec- turas, Una informativa, inmediata, utilitaria. La otra mas ‘exigente, dirian algunos heuristica porque puede, si no apor- tar su grano de arena al saber acumulativo que constituye la ciencia dels sociedades, por lo menos alimentar una re Dado que esta América vale la pena y que desde hace mu- ‘cho tiempo me parecio bien tomarla ya en serio y respetarla, elector no debe esperar encontrar aqui un complaciente “li bro catéstrofe” nj una catartica hagiografia de la miseria. Ni siquiera un ensayo que defienda una tesis sorprendente y tunivoca, Por lo demas esta obra tiene mas bien algo de ma- nual. Singmbarg> aprecio demasiado la modestia intelee- tual como para fensar que se trata de un estudio de "socio- logia de América Latina’, y menos ain de una tentativa de ‘PROLOGO B ~“explicacin” del subcontinente. Mas sencillamente, tras ha- ber recorrido practicamente todos los paises de América La- tina, vivido por mucho tiempo en dos o tres y estudiado va- rios de ellos, senti la necesidad de hacer un balance de mis Investigaciones a menudo expuestas en trabajos especializ dos, de nuestros conocimientos y a veces de nuestras jgno- rancias, es decir tambien de los debates sobre la América La- -ontempordnea. Espero que no se considere prematuro iabep intentado esta provisional y precaria sintesis tras me- ‘consagrado a descifrar la “América desafortun s so querer abarcar de- Bag eee tuve la cine er salido territor io, el del politdlogo. ‘ve aventura a los GPAs xericcone la rayoria donq le han precedido en una perspectiva comparativa, la inica adapta da a las realidades latinoamericanas. Sin embargo, una vez /mas me he negado a alinear monografias nacionales. Ese [procedimiento de presentacién repetitive y comodo no se /ajustaba en absoluto a mi propésito. Por lo demi, si bien a ‘veces gana en informacion, pierde en comprensidn. André Siegfried eseril lo el enfoque clegido es transversal lo cual es tanto como decir a para buscar las diferen- jeantes,"o las concomitancias explicativas en el "André Siegfried, prefacio a Jacques Lauwe LAmérica ihrigue, Pais, ‘aliimard, 1938p. 2 2 Véase RP. Dore, “Latin American and Japan compared” en 34. Joh- on, Continuity and changeit Latin America, Stanford Stanford Univeraty Pres, 1962, pp. 227288 if ei i | i i) | | | Hill | il ! LL | ——— espacio el tiempo, A-meiiidme pregunté sino era la ulti ma ver que una aprehension global y comparada del subcon- tinente se revelaba operators. :Acavo America Latina, como tnidad de destino, no pertenece de ahora en adelante al pa Sado? La fragmentacion del subcontinent y la divergencia de los caminos seguidos por las naciones acaso no ponen negates pralelisngs Narco ya pesadas end. Cine contents? No allSrepucsa a et prob pero tampoco intenté eluding; Incluso se halla en el centro de este libro entre offs que parecerin menos abstractosy mu ho més importantes al lector la independencia, el desarro ilo la democracia, Para étos, a nadie se leacuriria dar una respuesta nica y global {lo que hoy pierde la América llamada latina en unidad, sin dada lo gana en universalidad, Asi les pese a los a hados ala desorientacin, son nuestros problemas aumen dos, hipertrofiados, dramatiados los que encontramos alli Por ello, como hace cinco silos, ese naevo mundo tiene mi cho que ensenarnos. Ojalé ese libro aporte su modesta con» tribucion a ese intercambio. ara faciltar Ia lectra yla consulta de este libro, reduje al minimo el aparstocritico, Al final de eada capital el lec- tor podré sacar de ls orientacionesbibiogrficas surmarias complementos oun contrapuinto al contenido dela obra, Vo- Tuntariamente elgt los ttulos més accesibles, sobre todo de autores franceses. Justa deuda para con mis colegesy macs: tros y homenaje merecido —sin chovinismo alguno— a une cscuels "latinosmericanista” de calidad cuyas obras sus tan el respeto al otro lado del Atlintico. INTRODUCCION OUE ES AMERICA LATINA? Puede parecer paraddjico comenzar a hablar de un “area cultural” mencionando la precariedad de su definicion. Por singular que pueda parecer, el concepto mismo de América Latina representa un problema. No es inatil pues intentar precisarlo, recordar su historia y hasta critiear su uso. De empleo corriente hoy en la mayorfa de los paises del mundo. yen la nomenclatura internacional, no tiene todo el privile- iio del rigor. Un poco al estilo del més reciente y muy ambi- uo “Tercer Mundo”, ese término a veces parece ser fuente ide confusion mas que instrumento de delimitacién preciso. “, gOueé se entiende geogréficamente por América Latina? EI conjunto de los paises de América del Sur y América Central? Desde luego, pero segiin los gedgrafos México per~ tenece a América del Norte. ¢Quizé para simplificar debe- ‘mos conformarnos con englobar bajo esta denominacién a las naciones al sur del rio Bravo? Pero entonces habria que ‘admitir que Guyana y Belice donde se habla inglés y el Suri ‘nam de habla holandesa forman parte de América “Latina A primera vista se trata de un concepto cultural. ¥ nos incl nariamos a pensar que cubre exclusivamente las naciones de ‘cultura latina de América, Ahora bien, aunque con Quebec, ‘Canada sea infinitamente mas latina que Belice y tanto como Puerto Rico, estado libre asociado de Estados Unidos, nunca nadie ha pensado incluirlo, ni siquiera al nivel de su provin- cia francohablante, en su Subconjunto latinoamericano. ‘Masall3'de estas imprecisiones, podriamos pensar en des- cubrir una identidad subcontinental fuerte, fejid de diver sas solidaridades, ya sea que se refieran a ufiz Cultura co- min o a vinculos de otra naturaleza. Sin embargo la diversidad misma de las naciones latinoamericanas, amena- 7a con menospreciar esta justificacion. La escasa densidad de las relaciones economicas, y hasta culturales, de naciones um «que durante mis de un siglo de vida independiente se vole fon la espalda mirando deiberadamente hacia Europa © América del Norte, las enormes disparidades entre patses —ya'ea desde el dngulo del tamaho como del potencial evo. ‘némico o dl papel repional—no favorecen una real concien. Gia untara, a pesar de as oleadas de retorica obligada que este tema no deja de provocar. a Por eso uno se interroga sobre la existencia misma de América Latina. De ls Alberto Sinchez en Perta Leopoldo Zea en México, os intleetusles se han planteado la cucatién sin dar respuesta defiitiva, Lo que esta en tela de juicio no és solo dimension unitaria de la denominacion la ident dad que enclerra frente a la pluraldad de las soctedades de ta Ameria lamads latina, En efecto, nese caso, para poner cl acento en la divrsidad y evtar cualquier tenacion gene falizante,bastaria con eludit la cuestion hablando, como por lo demas se ha hecho, de “Américas latinas"! Este ter tino tiene la ventaja de reconocer una de la dificultades, pero al precio de acentuar la dimension cultural. Ahora bien, tambien plantes un problema éPor qué latina? {Que sbarca est etiquetampllamenteaceptadalg)? 2De Aionde viene? Las evdencias del sentido commun desaparceen Pronto cncl ao de hc Scie carn om a has eas Américas negras descits por Roger Baste? ¢L Uinas la socedad de Guatemala donde cl S08 dea pablocon deslendedelos mayasy habe lengua indigenes det Sleras ecustorianas donde domina el quechas® cLatin a Paraguay guaran, la Patagonia de los agricultorc gles, Ia Santa Catrina basilenapoblda de alemanen sl gon el " Desde lfmoso nimero dels Annales de 1949 (subtitulado “A ea vers les Amtrques latins" ext erm ha sido muy tzado por todos ‘auellos que deseaban poner eLacento en Ins particalaridadesnacionles Inuyendo de ls eeneraldades andss. Como ls Cahiers der Améiques lacines que publica el Insti des Hats Eats de Aerie latin de Po, 2 la obra clisics de Marcel Niedergang Les vngt Amérique latines (Pari Seu, 1962} (Las vente ovenes Amenas, Madrid Rialp? sur chileno? Ein realidad se hace referencia ala cultura de se ntulstadoresy dels colonteadoresespaolesy porte (ec fara designarformaciones sociales de components Sucples Se comprende as a poctroe amigos rpatoles 9 saeeyor otros que hablan mas faclimente de America ispa- sre ygasa, para no ignorarel componente de habla porta ml que co heeero el ggantese Brasil de Toeroare- S10 Be alecto el eplteto laine tiene una, historia aun dnd Hatt, francobablantcen sus eites, puede hoy servit seta aparece en Francia bajo Napoleon vncul db St'grandetgnto de “ayudar” als clones “lanas de star detent la expansion de Estados Unidos La dss: ‘ertanada lcurs mercana fue ia realizacion coneeta de terse panos, Cs atid tena la vetaar al borrar ict uncalos pariaiaes de Espana con una parte del Nucro Mundo, de dar a Francia leghimos deberes para con esas ‘Nermaas"amercanascalcas romana. a latinidad fe combat por Maiden nombre dela hispanidad y de los derechos de la madre patria, donde el trmino Amica [Ean sigue sn tener derecho de ciudadania, Estados Unt tan por apart opuso el penomercaname a ea maquina dr gaara europea tntes de adopar toa denominacion vert at Lonforme 2 aus propontoey que contribuy6 a propaga an America songsade polos eopaneles 9 los port succes x bastante latina al menos hasta 1930, ona forme Sim'desus cites donde la eultura francesa reina exclusiva: mente. ¢Quiere esto decir que esa América sélo.es latina par Sus “preponderantes” y sus oligarquias, que la América del ier apne der oa gut cs mis ‘de latini¢ cultura del canquistador represen- {Spor sda pastel del subsantinente? Los nce toes dea dee ta paicularmente en os pa ses andino, que deseubran al indgena olidado, desconocdo, Is creyeron Haya de lo Torre, poderos persoralidad Polit {a petuanaprepuse Inlay tna nueva denominacion regio wa "Indossnerica”-Tendré menos exito que el indignismo Trario en el que se iseribeo el partido plitio de voca Clon content al cual Haya dio origen: Endo no ene truco exitocn Amel ant as clases rigentesMarginado Yrexcluide dsl sosteded nacional es clturalmente minor. teri en todos os grandes estadoseincluso en los de vis = INTRODUCCION civilizciones precolombinas y de fuerte presencia indigena Asi, segin el ultimo censo (1980), de 66 millones de habitan tes S6lo habia en Mexico 2 millones de no hispanohablantes yy menos de 7 millones de mexicanos que conoctan una 0 Va Fias lenguas indigenas. Podemos seguir sofando, con Jac ques Soustele, ando un México "que a emejanza del apn modernohubiers>podido conservar en lo esencial su personalidad autoctona sin dejar de introducirse en el mun: Ao de hoy". No fue asf, y ese continente esté condenado al mestizae y ala sintesis cultural ‘No abstant, incluso en los patses mas “blancos" la trama indigena jamas esta totalmente ausente y participa clara mente en Ta conformacion de la fisonomia nacional. Esa América, segun la expresion de Sandino, es “indolatna” ‘Si bien la definicion latina del subcontinente no abarea in tegral ni adecuadamente realidades multitormes y en evolt- cion, no por ello podemos abandonar una etiqueta evocado ra retomada hoy por todos y particularmente po los propios interesados ("nosotros los latinos"). Esos sefalamientos te nian por tinico objetivo subrayar que el concepto América Latina no es ni plenamente cultural ni solamente geogratico. Uilizaremos pues ese término comodo, pero con cone. miento de causa, es decir sin ignorar sus limites y sus ambi giiedades. América Latina existe, pero s6lo por oposicion ¥ desde fuera, Lo cual significa que los “latinoamericanos" en ‘cuanto categoria no representan ninguna realidad tangible mas alla de vagas extrapolaciones o de generalizaciones co- bards. Lo cual significa tambien que el termino posee una dimension oculta que completa su acepcion Una América periférica [A primera vista, nos hallamos frente a una América marcada por la colonizacién espafiola y portuguesa (y hasta francesa en Haiti) que se define por contraste con la América anglosa- joma. Asi pues alli se habla espaol y portugués en lo esen- ‘ial, a pesar de florecientes culturas precolombinas y hasta de nicleos inmigratorios recientes mas 0 menos bien asi lados. Sin embargo la ausencia de Canada (a pesar de Que- ‘bec) en ese conjunto y el hecho de que organismos interna: cionales como el SELA 0 el BID incluyan entre los estados latinoamericanos a Trinidad y Tobago, las Bahamas y Guya na dan al perfil de la “otra América” una innegable colora ‘in socigeconémica y hasta geopolitica ‘Todas esas naciones, cualesquiera que sean su riqueza y su prosperidad, ocupan en efecto el mismo lugar en la dis ccrepancia Norte-Sur. Aparecen en vias de desarrollo o de in ‘dustrializacién y ninguna forma parte del “centro” desarro Tlado. Dicho de otra manera, esos paises se inscriben entre los estados de la “periferia” del mundo industrial. Pero tie nen por afiadidura varias particularidades comunes. ‘Todos dependen histéricamente del mercado mundial ‘como productores de materias primas y de bienes alimenta- rios (en ello el estafio de Bolivia no es diferente de la nuez moscada de Granada), pero igualmente del “centro”, que de: termina las fluctuaciones de precios, les proporciona tecno logia civil y militar, los capitales y los modelos culturales Notable particularidad e innegable factor de unidad, todos ‘es0s paises situados en el “hemisferio occidental se hallan 1 diversos niveles en la esfera de influencia inmediata de la primera potencia industrial del mundo que es también la ‘primera nacion capitalista, Peligroso privilegio que ninguna ‘otra regién del Tercer Mundo comparte. Aeste respecto, los 3.000 kilometros de frontera entre México y Estados Unidos Constituyen un fendmeno tinico. La famosa ‘cortina de torti- las” que fascina a millones de mexicanos candidatos ala in- migracion clandestina en el pafs mas rico del planeta, forma tuna linea de demarcacién ala vez cultural y socioeconémica excesivamente cargada de valor simbélico, ‘Quiza podriamos clasificar entre las naciones latinoame- ricanas a todos los paises del continente americano en vias. de desarrollo, independientemente de su lengua y su cultu ra, tan cierto es que a nadie se le ocurriria incluir en la opu- lenta América anglosajona a las Antillas anglohablantes 0 a Guyana. Tan cierto es también que en esa zona la politica do- ‘mina mucho mis que la geografia —cacaso el presidente Rea- {gan no incluyé recfentemente, en nombre de los eventuales beneficiarios de su Iniciativa de la Cuenca del Caribe (Carib- 2 Vease por ejemplo: Banco Interamericano de Desarvallo, Propés dco omigue et soll en Amérique laine, Washingon informe * — bean Basin Initiative), a El Salvador que solo tiene fachada ‘maritima en el Pacifico? En todo caso, 2por qué no seguir a Quienes, haciendo a un lado la geografia, proponen llamar “america del Sura la parte “pobre” y no desarrollada del continente? que pertenece culturalmente a Occidente Con relacin al resto del mundo en desarrollo la singularidad del subcontinente "latino" tambien es flagrant, Forma par te, para emplear la frase de Valery, de an mundo “deduct {ds"una “invencion” de Europa que por la conquista entré $ ia esfera cultural occidental Las eiilizaciones precolom Binas, en erisis para algunos en el momento dela egada de Jos espafoles, no resistieron en efecto los invasores que impusteron sus lenguas pero tambien sus valores y religion. Los props indigenas los afrcanos levados como exclavos 2 ese "Nuevo Mundo” adoptaron bajo diversas formas sin ‘réticas la religion erstiana. Basil ho la primera nacion cailiea del mundo. Todo ello daa la region un lugar aparte Enel mundo subdesarrollado, Por ello América Latina apa- fece como el Tercer Mundo de Occidente o el occidente del TTercer Mondo. Lugar ambiguo si asi puede decise en el que cl colonizado se identifica con el eolonzador ‘As pues, no podria sorprendernos que el conjunto de los paises latinoamericanos haya propuesto en la ONL, en 1982, Contra el sentir de los pases afroasiticosrecién descolon faudos, que la organizacin internacional celebre a Cristobal Colon y cl “descubrimiento” de América. A diferencia de ‘Africa Asia, cacaso ese continente no es una provincia a ve- es leana, certo, pero siempre reconocible, de muestra civ Tizacion, que ha dogadD,ocultado, absorbido los elementos culturalesy étnicos preexistentes? Ese carécter “europea” de las sociedades de América La- tina tiene consecuentias exidentes sobre el desarrollo so Cioecondmico de los paises involucrados. La continuidad ‘con Occidente faciita los intercambiosculturales y téenicos gue no tienen ningin obstaculolingstico oideolégic. La fluidez de las corrientes migratorias del Viejo Mundo al Nuevo ha multiplicado las transferencias de conocimientos Segun Jacques Chonchol, “Land ten and development jn Latin America" Claudio Vere af, Obstacles to change Latin America, Ln Ares, Oxford University Press, 1968 {Obsaculs pare la ranformacton de ‘America Latina, Menico, 9c 1969) INTRODUCCION 7 indussazacion tarda y exeasamenteautdnoma corres: mndio una urbanizacién fuerte, anterior al nacimiento de la Tadustria. El excesivo desarroli del sector tereiario de las conomias es el efecto mas aparente de una urbanizacion re. fugio, vinculada alos Factores de expulsion del campo debi dos a la concentracion territorial ‘Noes casual que se prevea que de continua Ia actual eve tucion la ciudad de México y Séo Paulo seran en el ato 2000 las dos ciudades més grandes del mundo, con 31 y 26 millo- neg de habitantes respectivamente “8) La amplitud de los contrastes regionales es también re- sultado de la urbanizacion concentrada, de las particula dades de las estructaras agrarias y de la industrializacion Asi, dentro de cada pals se reproduice el esquema planetario due opone un centro opullento a periferias miserables. Los contrastesintermos son mis flagrantes que en la mayoria de fos paises en vias de desarrollo. Al grado de que, tras haber descrito asepticamente estas disparidades bajo la etiqueta de "dualismo social", se ha legado a hablar de “colonials mo interna”. Por su parte, los socidlogos han evocado acer- {adamente la "simultanetdad de fo no contemporaine”, pero sta no se limita a la pintoresca evocacion de indios en la tedad de piedra que viven a dos pasos de laboratorios cient os ultramodernos. En Brasil, el estado de Ceara en el nor scupa el ercer ugar en'el mundo, tras dos de los pa snos avanzados, por la mortalidad infantil, fmientra3> Sao Paulo tiene la primera industria farmacéutica del con nente, algunos de los hospitales mas modernos del mundo y Rio goza de una reputacion internacional en cuanto la itu pia estetica! Para continuar con Brasil, “tierra de contras- stast see puede lamar, un economista brasileRo pudo \iecir con cierta razon que st pais se parecia al Imperio brie fico en la época de la Feina Victoria si Africa, India y Gran retafa hubieran sido reunidos en un mismo territorio, Podriamos intentar multiplicar las similitudesy las con comitancias. Los rasgos compartidos no estén ausentes. No se limitan, como veremos en los siguientes capitulos, a esas ‘caracteristicas estructurales, El termine America Latina, st se le da un contenido ampliamente extracultural, designa Pues una realidad discernible y especifica Sin embargo esta especificidad fuerte, innegable, rebasa las peripecias socioe conémicas. Se inscribe en el tiempo y el espacio regionales. Antes de formar parte del Tercer Mundo, esta America es el Nuevo Mundo "descublerto" ene siglo xv y conguistado en cL xv Posee, segin Pierre Chau su tiempo broplo, un emo american! "mas dens, mis carga de modi clén, por lo tanto que corre més rapido que el nuestro” ro ‘lucto de una “historia acelerada” hecha de una “gigantesca Fecuperacin” que comienza con la prehistoria del continen te, ardiamente poblado, probablemente por migraciones. Quied podria pensarseasimsmo en la plualidad en lava: Fiedad de ese“lempo amerieano",y en su estiramiento decir en sus virtudesconservadorts No solo los indios ne. Mticos se rozan aqu alls con las tcnieas de punta del ut smo cuarto del siglo Xx, sino que las sociedadeslatinoameri- canas apsrecen como verdaderos conservators de formas Sociales superadss en cl resto del mundo accidental incluso como "museos politicos” donde las sustituciones de ites se efectian por yuntaposiign ms que por eliminacion, Por lo Zacaso no es certo, como schalaba Alfred Métraux, auc as ipeces amas hy extinasae han mane eral eclente queen el Viejo imbign se ha podido hablar de una naturaleza america na", no sélo para subrayar Ia desmesura de los elementos y tl gieantismo del espacio que no deben nada al hombre, sno para sefalar la Quel singular de ste ene paisa. La natu. Falezaha sido viola y agredida por la depredacin ye des- perdicio de una "agricultura minera” (René Dumond) gu la fa dejado “no salvaje sino. disminuida” (Claude Levi Strauss) y por tanto poco humanizada, a semejanea de-un continenteconguistedo, Sobra decir cuinto nos equivocaria- tos al ignorarlosfendmens transnacionales ene estudio de este conjunto regional. \ DIVERSIDAD DE LAS SocIEDADES, SINGULARIDAD DE LAS NACIONES Un destino colectivo forjado por evoluciones paralelas, una inisma pertenenca cultural a Occidente yuna dependencia ‘Mulforme en relacion con un centro gnicosituado en el Thismo continene: los factores de unidad rebasan fortale Tendo la sorprendente continuidad lingistica dela Ameri cee habla portuguesa s, a fortion, dela America expanols: Si legar de nuestra Europa exigua y fracionada slempre ua Sbaprende hallar la misma Teng y a veces la misma JTpnoatera de una capital a otra separada por cerca de 8 000 ilumetrosy nueve horas de avion, Sin embargo a esta ho- thogeneidad responde una no menos grande heterogeneidad de nactonescontiguas. Las dsparidades entre pases saltan iavist Su tamate ante todo: Es evidente que Brasil, quin- fo Estado del mundo por su superficie, leante de 85 milo wee de kin’, es decir igual a 15 veces Francia y 97 veces Por tual, st rf, no puede ni medise ni confundirse Cee (Gaga del stm centrosmericano El Salvador, finds peaucho gue Belgica, con sus 21000 kin Haciendo a Una variable ingustca que diferencia Brasil de to dos sus@eeino§ podemos retenercirta cantidad de ete Sion senells ue dan cuenta de la divesidad de ls estados 4 Tas sociedades, Ene caso de los primeros, la geopolitiea Jomina, y sobre todo la situacin en elacion con e centro fogeménico norteamericanor en el de las segundas conviene {omaren cuenta los eomponentesetnocultaraes de a pobla- idm y los ives de evolucion social fin defponed un poco de orden en el mosaico continental “Tan cerca de Estados Unidos": otencias emergentes y “repuiblicas bantaneras Conocemos la triste reflexion del presidente Porfirio Diaz. (1876-1911) sobre Mexico: ".. J Tanllejo} de Dios y tan cerca’ de Estados Unidos.” Sin duda sabia de qué hablaba, dado ‘que la republica imperial habia amputado a su pats la mitad de su territorio en 1848 durante la guerra que siguio a la fanexion de Texas por Estados Unidos. Los actuales estados orteamericanos de California, Arizona, Nuevo México y, ‘ademas de Texas, una parte de Utah, Colorado, Oklahoma y Kansas (o sea unos 2.2 millones de kn) pertenecian a Méxt co antes del tratado de Guadalupe Hidalgo. La dominacién de Estados Unidos es hoy particularmente notoria en este "Mediterraneo americana” que forman, ef: ire el istmo centroamericano y el arco de las Antillas, el gol fo de Mexico y el mar Caribe. Ese mare nastrum es conside- rado por Washington como la frontera sur estrategica de Estados Unidos: supuestamente todo lo que afecta a esta zona afecta directamente la seguridad del pats “lider del mundo libre”. El control de los estrechosy del canal inter ocednico, ast como de ls posiblestrazados de nuevos pasos del Adantico al Pacifico, es considerado vital para Estados Unidos: la comunicacin maritima entre las costas este ¥ oeste transforma, es cierto, el canal de Panama en una via de agua doméstica, mientras las ineas de comunicacion con los aliados europeos serian puestas en peligro, segan se dice, Por una presencia hostl en el conjunto de las Grandes Ant Has. Sealo que Fuere, los estados riberefos insulates o cont nentales estén en libertad vigilada. La soberania de as na clones batiadas por el “lago americano” esta limitada por los intereses nacionales dela metrépoli septentrional. Desde Theodore Roosevelt, que no se conformé con “tomar Pana ma’, donde Estados Unidos impuso en 1903 el enclave colo- nial del canal, éste se ha arrogado un poder de policiainter- nacional en la zona, ya sea controlando directamente las finanzas de estados en apuros, ohaciendo desembarear alos ‘marines para poner fin al "Zelajamiento general de de la sociedad civilizada” enTos paises vecinos meridiona. les, Por ello Nicaragua fue ocupada militarmente de 1912 a 1925, y luego nuevamente de 1926 a 1933, Halll de 1915 a 1934, la Republica Dominicana de 1916 a 1924, Finalmente, Cuba sélo se liberé del yug espatol en 1898 para convert. se en semiprotectorado, dado que la enmienda Platt de 1901 impuesta por los vencedores de la guerra hispanoamericana preveia un derecho de intervencién permanente de Estados Unidos en la isla cada vez que el gobierno no pareciera caps * Eaosestrechos que separan a Cuba de Mésic,a Hat de Cubs ya la Republica Dominicans de Puerto Rico son de orste est l canal de Yuet tan, el Windward Passage o Canal del Viento y el Canal de a Mona, Esta preocupacton parece explicr el que Puerta Rico se hay convertion po ‘sion estadunidensey que Estados Unidos sgn ccupando la bave de Guna ténamo en Cub, de “‘garantizar el respeto alas vidas, los bienesy las liberta- des", Esta clausula incorporada a la Constitucion cubana presidio de hecho las relaciones desiguales entre ambos pai es hasta 1959, a Esta puntillosa hegemonia no€amibidyl sus métodos ni sus abjetivos a la hora de los misiles intercontinentales. Las tropas estadunidenses intervinieron en la Repiblica Domi nicana en 1965 para evitar una "nueva Cuba’, yen octubre de 1983 en la pequetia isla de Granada paraghaD aun g0- bierno de tipo eastrista. La ayuda poco disereta de Washing- ton a las guerrillas contrarrevolucionarias de Nicaragua hostiles al poder sandinista obedece alas mismas preocupa- ciones sino es que a los mismos reflejos. Mis generalmente, la exasperacién neocolonial estadunidense ha conducido a Estados Unidos a apoyar en la zona a cualquier régimen con tal de que fuera claramente proestadunidense y a derrocar, ‘por lomenos a desestabilizar, a cualquier gobierno que i- tentaba sacudirse la tutela del hermano mayor, o afectaba sus intereses privados y mas generalmente el modo de pro- duccidn capitalista, ‘Ademas de su situacién geoestratégica, los estados de la zona de influencia norteamericana, con excepeién de Mexico, Son pequefos de poblacion reducida el peligroso Nicaragua tiene menos de 3 millones de habitantes, o sea aproximads- iment el numero de inmigrantes hispanos de Los Angeles!) Cuando nose trata de microestados como los que componen el polvo insulaz-de-las pequetias Antillas: jes comprensible aque Granada ‘la rojaf'y sus 120000 habitantes no podian poner mucha resistencia militar al cuerpo expedicionario {dela primera potencia mundial! Es evidente que las posibili ddades econdmicas de esos estados entre los cuales se hallan los més pobres y atrasados del subcontinente, no compen- san ni st exigdldad ni su infortunio geopolitico. A causa de Ta importancia historica de la monoexportacion agricola, a: gunas de esas republicas tropicales han recibido el sobre hombre despreciativo y cada vez menos exacto de republicas bananeras: dado que las grandes sociedades fruteras nortea mericanas, la United Fruit, sus competidoras o sus flies, tjercieron alli durante mucho tempo un poder casi absolu- {o, Todo lo contrario ocurre con los estados ms alejados de América del Sur Los estados de Ia América meridional, con excepeién de aquellos que, en Ia fachada cariberia son producto de una descolonizacién reciente (Guyana, Surinam) y que podria- ‘mos asimilar a las naciones del."Mediterraneo americano”, son a la ver que lejanos de Estados Unidos, més grandes y :mas ricos: los dos mas extensos de la region, Brasil y Argen tina, son también los dos-paises mis industrializados del subcontinente. Su voz(éuenta! su autonomia politica es anti- gua. Por lo demas, las naciones de América del Sur jamés hhan padecido alguna intervencion militar directa de Estados Unidos, quien para con ellos utiliza estrategias més sutiles © por lo menos mas indirectas. Pero tambien la fascinacion del American way of life se da en menor medida, y vigorosas culturas nacionales, ademas de Ia influencia preservada de Europa, hacen fracasar alli una “cocacolonizacién” a la cual raros paises escapan mas al norte en esta América interme- dia donde Washington dicta la ley. De esta “clase media" a la cual pertenece igualmente Mé&- xico —que a pesar de Porfirio Diaz y la fatalidad geogrifica, ‘cuenta con la fuerza de sus 2 millones de km?, sus aprox. ‘madamente 80 millones de habitantes y su personalidad eul- tural y politica— se desprenden estados capaces de indivi- ents ligada a ln selva su desaparieione Esta préctica il tas rte me cia del ioral de Pemambuco, recuerda su origen foresal sonic fee mama Eicceaitaeeem a ee Scundaria: el beneico rapido que dala exportacionengen Se ichos en América, como el desierto de Gobl ol Sahara Ing Una estrecha franja costera arida de Tumbesen Pera Coguine 9 al valle de Copp en Chie Lon 2200 nde sen, serancestin prado de sn muy ramen los los cuales conservan ls age gue Janda os En Chile la egon de las patpasy dl desoncde aise ce un subtle, sobre ade tn ivse years e nc jstieeion para un exabecnioses eee oily artificial. Dentro del continents Ie tracer oe ue 3 exlica ya no por el amiccon wopica races Doris alta bariera deton Andon alee ale Coveteriia tas elonessubandhasearieciods Aen Iaciones erosion y a mena sane Ora sona de arier et iia, sels geben silefio. La irr ome ene comecuncis dramiicaen tea ne Guia que engloba el ineuone ents neo gién, del Piaui al norte ne maces fe plovomete orecenatad verdaderas catastrofes , I paisaje de ese nordeste semidrido esta constitu: 10 por una vegetacién de drboles espinosos y cacticeas aqui MARCOS GEOGRAFICOS ¥ ESTABLECIMIENTO HUMANO- TT yall, la selva blanca’ ocaatinga; entre esta zonay la mata [dimes y verde del Itral, se extiende el agreste, donde los Nom jamas se quedan secos pero donde la vegetacion se em tee en forma de selvas de plantas espinosas. El nore de México, cuya mitad del teritori reclbe me- os de 300 mm de agia anuales, es golpeado por la aides Tobre tod en ls bolsones de las ertas baja bos de Mi piml desierto de Alar) que reeben 100 mm de (ass, ign en las meses indo elevadas de una pate de Gilly Chihuahua, Enel norte y el centronorte hasta San {is Fotos, predominan los paiajes de estepas de cactos y jamias espinosas Pista rapida evocacién de algunos aspectos del Ged} na sural revela Jes ha tenido que hacer jecimiento humano para desarrollar una civie rent Jizacion colectiva € industrial. Esas dificultades de acepta- cidn y los logros precolombinos 0 modernos que de ellas han ‘surgido forman parte de Ia especificidad subcontinental. Se cometeria un error al subestimarlas.. ‘ORIENTACION wIRLIOGRARICA ‘Aubert dela Rue, Edgar, Brésilarid, La vie dans la caainga, Paris, Gallimard, 1957. ascols Batalla, Angel Geografiaecondmica de Mésico, México, T+ las, 1980. Castro, Josué de, Une zone explosive: le nordest du Brési, Paris, ‘Seuil, 1965, uni, P, La América andina, Barcelona, Ariel Daus, FA, Geografta dela Argentina, Buenos Aires, Estrada, 1981 Lasserre, Guy, América media, Barcelona, Ariel, 1976 Amérique latine: approche géographique générale et répionale (Gajo Ta dit. de Claude Collin Delavaud) Paris, Bordas, 1973, 2 vols, Latin Americ: geographical perspectives (ed. por Harold Blakemo- rey Cliford Smith), Londres, Methuen, 1971, Monbeig, Pierre, Le Brésil, Pars, UF, 1976 Rochefort, Michel, Géographie de TAmérigue du Sud, Paris, PUF, 1974, Siegfried, André, L’Amérique latine, Paris, Colin, 1934 2. LA OCUPACION DEL ESPACIO Y LA POBLACION Los medios naturales fos clas delmitan espacio que et hombre ha ocupado slectvamente- La dimension hstriea de esta ocupacion es fundamental paral comprension de a Poblacion actual De esta manera la censure de la congatata . 8.113, dad protectora de los poderosos es la base de las expectati- ‘Vas cientelistas de los humildes, las relaciones de asimetria petsonalizada muy a menudo son més determinantes que la Pogica desnuda de las relaciones de produccién, Es incluso fa proximidad y hasta la ubicuidad de ese orden “sefiorial a que determina la especificidad de las formaciones socia- Jes de América Latina. Dado que se han integrado al mundo ccapitalista utilizando mecanismos propios de sociedades poco secularizadas y modernizadas, se ha podido hablar con Pespecto a ellas de “capitalismo autoritario” 0 de “desarro- Io reaceionario” del capitalismo en referencia a los clasicos del marxismo, La diferencia con los sistemas prusiano 0 ‘uso 2 los cuales se refieren esos conceptos es sin embargo patente y obedece al caracter privado de las formas de domi pacin y @ la escasa incidencia de la estructuracién estatal fen esos modos de surgimiento del capitalismo moderno. ‘La segunda consecuencia del orden hidalgo que durante ‘varios siglos dominé la historia latinoamericana es en efecto, Ia importancia del poder privado, y por consiguiente de las autoridades locales. La concentracién del poder econémico J social, asi como la fragilidad del Estado tras la indepen- encia 6 la inestabilidad de las instituciones politicas ulte- tiores, ha reforzado la verticalidad de las relaciones sociales f través de las diferentes formas del patrocinio y el cliente- lismo, El aislamiento geografico, la inseguridad de la situa ccion, ia rareza de un bien indispensable (tierra, agua, traba- jo) consolidan relaciones de reciprocidad desigual en torno al cacique, gran propietarioo comerciante y notable, que si ‘Ye de intermediario obligado entre esa "gente y el resto de “poderoso” se organiza una red de favores. En esta “pol "cada individuo favore- cid es el eterno deudor y el eautivo de su benefactor aun Suando cada una de las partes se esfuerza por sacar el mejor provecho de ese intercambio desigual. Esas solidaridades Yerticales nacidas en el campo no sélo afectan el mundo ru- ral tradicional. En la ciudad moderna surgen tambien for- mas de patrocinio mas o menos institucionalizadas. Las con- diciones irregulares de alojamiento, el empleo informal, el Stascamiento de un Estadoprovidencia mas mimético que ‘feetivo si no es que clientelizado empujan al individuo en busca de proteccion, de favores, de seguridad. Asi pues, ¥ bajo otras formas, el dominio sefor y la preponderancia del poder privado se perpetan, SOCIEDADES POSCOLONIALES Cento cincuenta aos de independencia, menos de un siglo tn el caso de Cuba, no han podido borrar los tres siglos de Colonizacioniberca que abre el tratimatismo dela conguis ta. Los nepros brasilenos sigue llamando todavia "part gucses” alos blancon “maloe”, mientras low inde del Guiché en Guatemala siguen negindose a celebrar la fiesta de lnindpendenci aconl que stenen exclusiva de oso linos que los oprimen, Si bien ls conguista es para algunos una especie de pecado original de las Americas, no es menos tlerto quel tiempo largo sormoliento dela colonia const tuy6 el erisol donde se formaron socidades de multiples componentes &tnicos. La estratificacion social de hoy se onstituyé en lo esencial en exe periodo decisive y a menudo Slvidado. En el comienzo de las Independencia, la suerte sta echada, Las aportaciones ulteriores, sobre todo cure. eas, no cambiaran en lo exencial ni ls relaciones de domi "acini la arguitectura dela organivacion sock El indio de hoy En esos pases occidentaes donde el blanco domina numeri camente en casi todos ladosy sempre sociamente las azas de olor. primeros habitanieso descendientes de eslavos stan ean os esti del eco colonel alls del genociio ini casi podriamos decir “un- dado de ln cong, ey noe menctnnd, las ta Secres de indios contin hasta la Gpocacontemporince 2 pesar dla sbnegacion de algunos misioneros, ntropdloges (6"sertanistas"en Basi que roman su defensay son acta dos de oponerse al progreo. Los “barons” de fa lana de a Patagonia o Tierra del Fuego pagaron a “caradores de int diosa principios de siglo para desembarazarse de los ind MERENCIA DE LA HISTORIA a _genas que no comprendian que los borregos eran propiedad Privada, Tampoco es sorprendente que los tehuelches y los ‘lacalufes mencionados por Darwin hayan précticamente desaparecido, mientras el ultimo ona murié en 1984. Por lo emis, en Argentina las campanas de pacificacion llevadas ' cabo por el ejército continuaron en el norte (Chaco) hasta después de la primera guerra mundial. En Brasil el aprove- Chamiento de la Amazonia acarre6, a veces voluntaria y a ‘menudo involuntariamente, la destruccion de tribus indias ‘que vivian prcticamente sin contacto con la sociedad nacio- hal. Varios proyectos de asimilacién integral del indio selva- ico, en nombre de las necesidades nacionales, han sido dete- nidos en el ltimo momento por antropélogos y grupos de foposicién. El organismo de defensa del indigena (FUNAI) no parece haber estado siempre, sobre todo bajo el régimen mi- Titar posterior a 1964, por encima de cualquier sospecha ‘Un resonante suceso ocurrido en Colombia en 1972 ilus- tra de manera dramatica la cuasilegitimidad del genocidio en la pereepeién popular y, por consiguiente, la brecha que separa a los indios del resto de la sociedad. En un apartado lugar de los lanos, dieciséis indios fueron asesinados a san: igre fria por mestizos, Detenidos y juzgados ante el tribunal de Villavicencio, los culpables confesaron que los indios ‘eran para ellos “animales daiiinos”, y que ignoraban que es- tuviera prohibido matarlos, El tribunal los absolvio para gran escéndalo de numerosos colombianos, y se apelo para Ia realizacién de un nuevo proceso. Sea lo que fuere, el len- ‘guaje de los acusados que Ilamaron a los indios “irraciona- Tes" oponiéndolos a los “civilizados”, dotados de raz6n, dice ‘mucho sobre la condicién del indigena. Por lo demas, nume- rosas expresiones populares traducen el temor latente del indio ast como el sentimiento de inferioridad inculcado a los indigenas “aculturados” por siglos de opresion y desprecio. “Se le desperts el indio", se dice de los accesos de violencia cen los mestizos; los indios ladinizados o cholos (es decir los “gculturados” en su versién mesoamericana o peruana) ha- jan de los benefactores que les enseftaron el espafiol y las ‘costumbres civilizadas” (misioneros © maestros) diciendo: “nos hizo gente”.* ‘el ascurso conformist del indi ex adem el dela culpabitiad, de tos son los aspectos mds tonaces y mas espectaculares dea herenca colonial. Al ogantca la repartition de lo digenas alos blancos yal favorecer el trabajo forzoso, la pre sencia espatola cred felaciones de tipo colonial entre el mundo Blanco el mundo indigena que se revelaron exe tnadamenteduraderas, Desde entonces, ambos universos se Toran, menos separados que complementaros,en elaiones de explotacién y dominacion Hoy en las zonas de fuerte concentracin indigena, Meso- america y pases andinos, lindo no ex solo unser explota- do en cuanto trabajador mas menos sometidea un patron, toes tambien en cuanto productory hasta como const dor lindo, propiamene dicho, no constitaye una super fencia oun grupo de “ulwira tradicional” identifcable en fancion de rasgossomtcosdistintiven sino que perteneee 2m grupo social excuidoy desposeid que iv en unas tuacion de verdadero "retroceso sci Como vigoresa mente lo expresa cl antropdlogo Henri Favre, la situacon dct indio no ex otra mas que a forma que adopta fa aline cion absoluta en lon paises latinoamericanos™ Esta defi cion extrema es compart for todos agucio, particular: mente socilogos, que hacen hincspi en los fenemenos de Colonialimo interno en ls relaciones ladinos indios ies sorprenderian algunas comunidades indigenasprosperas como la de los artesaos tejedores de Oval en Eevador aque comercalizan ellos mismos su producrin a traves todo el continent, La huelta de la economia esclavista Cuando la mano de obra indigena falta, los duefos de la tierra importan de Africa esclavos para el aprovechamiento de las riquezas del Nuevo Mundo. La importancia numérica ‘de esta inmigracién forzada y la densidad de poblacion afri ‘combate contra si mismo, dela percepeisn negative de sv propios valores tnas que la maifestacon desma reivindieacin cultural, Wenee ava re. ecto el interesante estudio de Martine Dale, Len tl quits parle Jnterventionsindennes dans la compagne prestdentele du PRY au Merigue ‘en 82, Pare. tasoncnts, 1988 (18 ps mimeografiato). ‘NORENCIA BE LA MESTORIA bail cana esclava en algunas regiones del continente han contri- buido profundamente a la especificidad de su desarrollo so- cial, La historia misma de los estados predominantemente esclavistas difiere de la de los paises vecinos. Ast podemos pensar que en Cuba son el gran miedo, entre las élites Criollas, de una revuelta de esclavos como la que devast6 ‘Santo Domingo a principio del siglo xix y el deseo de man- tener Ia trata de negros, los que contribuyeron a Ia lealtad de la isla hacia Espafa, mientras la ruptura pacifica y sin guerra de Brasil con la metrépoli_ portuguesa respondia al \ ‘mismo reflejo de prudencia conservadora. La esclavitud no fue abolida en Brasil sino hasta mayo de 1888, y no es sor- pprendente el que, tanto del lado de los antiguos amos como del de los descendientes de esclavos, los comportamientos y los valores de la antigua sociedad colonial hayan dejado huellas indelebles. Dado que el esclavo negro era considerado “un animal y ‘una méquina”, segun la expresion de Gilberto Freyre, la ¢s- clavitud contribuyé sobre todo a frenar el progreso técnico cestableciendo una barrera de color igualmente interiorizada por blancos y negros. A un viajero inglés le sorprendia en 1840 la casi ausencia de traccién animal en las ciudades de Brasil, ya que la traccion humana era con mucho la mas pro- pagada: los palanquines de las ricas cariocas eran en efecto ‘mucho més frecuentes que las yuntas, Seguin los historiado- res brasilefios, la utilizacion de esclavos para todas las tareas domésticas bajas, retrasé la instalacion de canalizaciones de agua y alcantarillas: tropas de esclavos son empleadas en las, ciudades para acarrear agua y llevarse las aguas residuals. Al francés Expilly, que evoca Rio en 1860, incluso le escand: liza el nauseabundo olor de esos “barriles impuros” derra- ‘mados por esclavos en las playas de la bahia de Guanabara. En el terreno econémico, la abundancia de la fuerza de tra ‘bajo servil deseché la adopcién de méquinas que habrian po- dido ahorrar el esfuerzo de los hombres y permitir el perfec cionamiento de las téenicas de produccién. Podemos suponer las consccuencias sociales ulteriores de ese pasado que todavia hoy condiciona las jerarquias sociales. El negro, descendiente de esclavo, despreciado y ridiculi- zado en el folklor brasilefo, en el Brasil contemporénco ge neralmente se halla en el lugar mas bajo de la escala social x Si bien el racismo como referencia legitimadora es tabu des- de la abolicin de la esclavitud, a discriminacién no deja de ser evidente a pesar de la ideologia nacional de la “democra- cia racial”. Simplemente se confunde con la distincion de clase. De manera natural los pobres son negros y los ricos ‘blancos. Razas y clases se superponen. Uno de los raros di putados negros del Parlamento de Brasilia preguntaba re- Clentemente dénde estaban “los senadores, los diputados ne- ‘gros, los ministros negros, los oficiales superiores y los jueces de origen africano"”” La igualdad racial esta lejos de ser una realidad cerca de cien afios después de Ia cién". Los dichos populares son elocuentes sobre Ia perma- nente humillacién del pueblo negro: “El lugar del negro esté en la cocina’, se dice, razén por la cual generalmente esti condenado a la entrada de servicio en los barrios ricos; “Un, blanco que corre es un atleta, un negro que corre es un la- drén". Por dltimo, a “buena apariencia” para la admision a ‘algunos empleos Zacaso no es un simple e hipécrita eufemis- ‘mo que significa que el empleo esta reservado a los blancos? El ideal de ascenso social a través de los matrimonios ‘mixtos que permiten “blanquearse” no hace sino fortalecer en el sero mismo de Ia sociedad negra el prejuicio. “En la ‘casa del mulato, el negro no entra", se dice frecuentemente, y Marfa Carolina de Jesis cuenta cémo una de sus tias mula. ta clara negaba la entrada en su casa a sus padres negros. ‘Tampoco es sorprendente que, durante los censos, el niime- ro de negros haya permanecido estable —alrededor de 6 a7 millones— mientras la poblacién brasilefia de 1940 a 1980 pasaba de 41 a 118 millones de habitantes, Dado que los ciu- dadanos brasilefios declaran ellos mismos su propio color, se comprende que al mismo tiempo el grupo de pardos (mes. tizos, morenos) haya pasado de 8.8 a 45.8 millones. Los ne- gros tienen una tendencia natural a rechazar asi una identi dad étnica considerada fuertemente desvalorizante, sobre todo porque la experiencia social tiende a ponderar la heren- cia racial, desde la época colonial. El éxito tiende a “blan- quear” y hasta a hacer del negro o del mulato un 'semiblan- “Declaraciones del diputado Abding Nascimento, Le Monde, 26 de 1983 co”, La epidermis social es tan sensible al color que un etnélogo brasilerio pudo registrar cerea de trescientos términos para traducir los infinites matices que, del negro al blanco, sitdan socialmente a un individuo sobre la base de tuna interiorizacién casi indiscutida del ideal "caucésico”. En Brasil, donde paradéjicamente la cultura negra es va- lorizada —los principales simbolos nacionales (samba, cam- domblé, feijoada) provienen de la minoria dominada—, la discriminacién racial se identifica con la situacién econémi- cay cultural cuyas diferencias fortalece. Sin embargo la an- tigua colonia portuguesa no es el tinico pats de la zona donde Ia estratificacién social descansa sobre la marginacién del negro. En Cuba, donde los negros constituyen una fraccion importante de la poblacion (entre el 15 y 2586, mas con los. :ulatos y si se toma en cuenta la “atenuacién social” del co- Tor que, como en Brasil, disminuye el nimero de negros), el ‘acceso de los descendientes de esclavos al prestigio social o al poder es de los mas limitados bajo todos los regimenes des- dela independencia, Si bien Fidel Castro, de pura cepa espa ‘ola, ha justificado las intervenciones de Cuba en Afriea me- diante la naturaleza afrolatina de la sociedad y Ia cultura cubanas, sus adversarios, de los Panteras Negras al escritor hispanofrancés Arrabal, no han dejado de reprochar a su so- cialismo el estar dominado por los blancos y no dar a los, ‘afrocubanos el lugar que deberia corresponderles, A este respecto podemos recordar que el dictador Batista (a quien los castristas derrocaron en 1959) era él mismo un mulato segin la nomenclatura étnica socialmente aceptada en quella época en Cuba, y que lleg6 al poder gracias a la re vuelta de sargentos, en su mayoria de sangre mezclada, con- tra un cuerpo de oficiales blancos procedentes de la clase politica dirigente. Por lo demas Batista goberné durante sus dos presidencias cuidando su popularidad en la poblacion negra y fomentando los cultos afrocubanos de las santerias. ‘Mas curiosamente atin, en Haiti repdblica negra en un 95%, las oposiciones de clase tienen igualmente que ver con el co- lor de la piel. La burguesia mulata o clara —o que supuesta- ‘mente lo es pues un rico no puede ser mas que mulato— que se identifica con el poder blanco colonial domina a la masa, desprovista de los campesinos negros. Por lo demas fue en nombrede esos dominados y de los valores africanos —entre SBD/FFLCH/USP 100, CARACTERES GRNERALES DE LOG ESTADOS. ellos el vudd— que el médico etnélogo Duvalier instauré su dictadura “redentora” y antimulata. El mestizaje, ayer y hoy ‘Sin duda América Latina es un continente mestizo, y si bien los historiadores y los apologistas de la colonizacion ibérica han insistido faciimente en la ausencia de prejuicios raciales:| de los colonizadores espaftoles y portugueses, no hay que ‘reer que la frecuencia de la relaciones sexuales o de las! Juniones entre razas basta para anular las separaciones de la sociedades étnicamente jerarquizadas. Sin duda la miscege- Inacién ha sido muy fuerte desde la conquista, pero no por Jello ha acarreado ni una aculturacién total de los segmentos sociales dominados ni una homogeneizacién igualitaria de Tas sociedades coloniales. Por lo demas, antes de la indepen dencia la fraternidad epidérmica, a menudo fruto de la nece- sidad, va a la par con un “sistema de discriminacion legal” (Magnus Mérner) que es la base de una “sociedad de castas”. Las colonias espafiolas y portuguesas de América constitu- yen verdaderas "pigmentocracias”, donde el rango de cada uien esta establecido por sus componentes étnicos. Al lado. de los indios y de los negros, se hallaban las castas de sangre mezclada, de identidad codificada en un centenar de catezo* ras oficialmente jerarquizadas y en las cuales el elemento, indi valia siempre un poco més que el negro, Sea lo que fue: 18, a todos los no blancos se les prohibe, segin las épocas 9! Jos lugares, el acceso a la mayoria de los empleos de autor dad y prestigio, sobre todo el sacerdoco. Seles prohibelle~ var armas, o algunos trajes reservados alos amos espafoes: Ia utilizacign de caballos o molinos, en pocas palabras tod la tecnologia de punta de la época les es igualmente negads: Esta puntillosa discriminacién que tanto parecia interesar a Ja burguesia crolla fue suprimida durante la independencia en las colonias espafilas y mucho antes de la abolicion de Ia esclavitud en Brasil. No obstante es sorprendente la Im- portancia concedida als problemas de las relaciones racia- Tes en los escritos de los contemporaneos de la emancipa- cién y entre los autores latinoamericanos de principios del Siglo XIX. Bolivar, quien a pesar de pertenecer ala aristo- MERENCIA DE LA HISTORIA ToL ccracia de los propietarios de plantaciones de la capitania ge- neral de Venezuela, hizo mucho por la igualdad de los indios yla libertad de los negros, profetiza en sus cartas no s6lo un ‘gran conflicto racial —las guerras de independencia de Ve- nezuela fueron efectivamente guerras de razas y de clases asi como enfrentamientos entre patriotas y poder colonial— ‘sino igualmente el advenimiento de un “poder moreno" (par- docracia), al que estigmatiza con horror. [Asi pues el mestizaje, y su importancia en las sociedades Jatinoamericanas, no podria ser subestimado, no mas que el ideal de Ia supremacia blanca que le sirve de base. El ascen- so social pasa siempre por el "blanqueo”, tanto en el caso de los negros brasilefios o venezolanos como en el de los mesti- 20s argentinos del interior del pais, que aspiran a casarse ‘on hijos de inmigrantes europeos. La configuracion de esas sociedades poscoloniales debe mucho a su complejidad etno- cultural. Se comprende que presenten estratificaciones de extrema rigidez. En efecto, las desigualdades sociales son sin duda més faciles de perpetuar cuando la distribucién desigual de los ingresos y del prestigio es reforzada por dife- rencias étnicas. La movilidad alli es mis dificil cuando la vi ilidad de la situacién social hace més natural la preserva cién de las situaciones adquiridas. Conquista y modo de produccion Por la conquista, las sociedades americanas, al tiempo que se transforman segiin la Idgica colonial que acabamos de ‘mencionar, se integran al mercado mundial en funcién de las necesidades de las sociedades europeas. La extraversién feconémica que de alli se desprende condicioné las modalida- des de introduccién del capitalismo en América Latina, don- de hay quienes sélo han querido ver una prolongacién de las teconomias del centro, No obstante, la existencia de econo- ‘mias esclavistas y de fuertes componentes precapitalistas en las economias agrarias (trabajo forzado, trabajo no moneta rizado, debilidad del sector asalariado, poder territorial) plantea a este respecto problemas de interpretacion que no podemos eludir. Para los analistas que podriamos calificar de “liberales” (pero las teorizaciones son aqui impuras y expresan u ocul: tan estrategias politicas y concepciones del desarrollo), la heterogeneidad de esas formaciones sociales, consideradas s6lo bajo el angulo de las disparidades socioeconémicas, se rresumiria en la yuxtaposicion de dos subsociedades, o en la coexistencia de dos polos, uno de los cuales seria moderno y lotro tradicional. Sin embargo el retraso de la sociedad ar- caica esta destinado a desaparecer por la difusién de los va- lores modernos, dado que las “tareas de modernidad” se am- plian hasta penetrar todo el tejido social. En efecto, para hablar como el argentino Sarmiento y los liberales del siglo XIX, dado que la “‘civilizacion” occidental triunf6 sobre la “barbarie” americana, la racionalidad capitalista va a domi nar poco a poco las relaciones sociales. Los tebricos de la “dependencia” rechazan esta interpre- tacién “dualista” de las sociedades latinoamericanas. Para ellos, las sociedades del continente estin sometidas a las ne- cesidades y evoluciones del sistema capitalista internacio- nal. Su margen de autonomfa es tan escaso como reducida su especificidad, En ese marco, algunos autores van més le- {Jos definiendo las sociedades latinoamericanas como estric- tamente capitalistas desde su insereién en el mercado mun- dial, por tanto desde la época colonial (André Gunder Frank). Sin duda es ir demasiado rapido. Los capitales no crean el capitalismo, y la esfera de la produccién no puede ‘confundirse con la de la circulacién de las mercancias. Sin afirmar de manera igualmente dogmética que no hay capita: lismo sin movilidad absoluta de los factores, es decir esen- cialmente cuando hace falta un mercado generalizado de mano de obra libre, por tanto de sector asalariado, no podriamos suponer que el destino de la produccién baste para caracterizar sus modalidades. Ast el cultivo del café en Brasil antes de la abolicién de la esclavitud difiere funda- ‘mentalmente de la misma produccién confiada a trabajado- res europeos libres a final de siglo, tanto desde el punto de vista econémico como social. Tampoco podriamos subesti- mar la huella del "sistema sefiorial”, sus manifestaciones actuales y sus consecuencias diversas. El ejercicio de la au- toridad politica y judicial por parte del patrén, a fuerza del poder territorial y del poder local, la importancia de los Vinculos personales hasta en el manejo de las relaciones so- [HERENCIA DE LA HISTORIA 103, ciales, son otras tantas manifestaciones de sistemas sociales donde la neutraidad de las relaciones contractuales est le} jos de estar totalmente establecida. Al grado de que hemos podido preguntarnos si nose trataba de un modo de produc- ion espeetfico. De hecho, la realidad es més compleja de lo que piensan “difusionistas” y “dependentistas”. Podemos admiti la co- existeneia de dos sociedades, no podemos conformarnos con ‘Sefalar el retrasode una sobre la otra. El dualismo,stexist, es un elemento, un mecanismo fundamental y estable del sis tema. El polo llamado tradicional ests dominado por el polo tmoderno al que complementa. El sector moderno no tiende ‘hacer desaparecer el sector atrasado, que le es indispensa- ble. El principio de la “unidad de los contrarios” acta aqui de ileno. El arcalsmo y las relaciones sociales precapitalis tas resultan ser funcionales para la ldgica captalista domi- nantes, la permanencia de zonas desarrolladas, verdade ras reservas de mano de obra barata, el arcaismo del cultivo de hortalizas que producen a bajo costo los alimentos de la fuerza de trabajo industrial, oaun el crecimiento no capi- talista del sector terciario urbano, son otros tantos fendme- hos que se explican por la dominacion del polo moderno so- bre un polo tradicional que le esta subordinado, Asimismo, la monpolizacién de las terras de agricultura de subsisten: cia por grandes sociedades que producen para el mercado, y hasta el restablecimiento de diversas formas de trabajo Torzado, como en el Chiapas mexicano en 1936 (para respon der a una creciente demanda de exportaciones a causa del carécter “indefinido” de la proletarizacion campesina), onstituyen otros tantos ejemplos de relaciones de trabajo precapitalistas al servicio de empresas capitalistas moder nas. Las lees sobre el vagabundeo (ley de vagancia) prom zadas en el siglo XIX en casi todos los estados del continente Yau obligaban a todo hombre adulto a tener un patron no tenian otra finalidad més que proporcionar mano de obra, bastante escasa, para las propiedades agricolas. Los medios legislativos asi como los subterfugios econémicos han sido ‘gualmente utilizados para ese mismo fin eit hs nes cn ms alsin ht ine ol Sociedad desarticulada y clases sociales La principal caracteristica de esas sociedades dependientes {que son las sociedades latinoamericanas es la diferencia en tte lo econémico y lo social. Las situaciones econémicas son independientes de las relaciones sociales. Ese fenémeno, lla- ‘mado "desarticulacion” por Alain Touraine, puede hacer por ejemplo que un trabajador produzca para el mercado mundial y se halle sometido a un patrén por lazos de tipo pa- trimonial —dado que la modernidad capitalista y el tradicio- nalismo social no se excluyen sino por el contrario van a la, par en una relacién estrechamente solidaria. Esta “desar- ticulacién” es evidentemente producto de una dependencia multiforme, es decir a la vez de una accesion indirecta, mi- mética, a la civilizaciOn industrial y de una integracién a un conjunto cuyo actor dominante es extranjero. Dicho de otra ‘manera, la conquista no crea ipso facto sociedades idénticas a las sociedades metropolitanas, sino produce sociedades coloniales penetradas y sometidas a las necesidades de so- ciedades extranjeras. De alli esta "desarticulacién” entre lo ‘econdmico” y lo social. Las consecuencias de la extraver- sion econémica son multiples. Asi, el control externo del proceso de acumulacién hace que las relaciones de domina- cién social tomen la delantera sobre las relaciones de pro- dduccion. La racionalidad capitalista esta a menudo al servi- cio de la reproduccién social y de una maximizacion del poder que llega hasta sacrificar el desarrollo y la ganancia. En esas sociedades penetradas, el juego de las clases fun- ‘damentales como aparece en Europa y como fue sistematiza do en el siglo x1X no esté en el centro de la dinamica social, no mas que los enfrentamientos y las mutaciones de las cla- ses dirigentes que han marcado la evolucién del Viejo Mun- do, En primer lugar a causa de la presencia de un actor ex: terno que, frecuentemente, determina, cuando no los induce, los comportamientos de las burguesias locales o de las cla ses obreras. Este actor, burguesia o capital extranjero, se convierte incluso en el protagonista central del desarrollo social y politico en el caso extremo de economia de enclaves, ‘minas 0 plantaciones. En segundo porque el Estado, lugar donde se negocian los intercambios entre la dominacién ex: terna y la dominacién interna, es un actor preponderante, sobre todo porque muy a menudo ha desempetiado un papel friginaly decisivo en la creacién misma de las clases soci les. Finalmente porque lalégica de exclusign de ls sistemas econémicos impulsa al compromiso entre grupos dominan: tes mientras el papel de arrastre de las exportaciones prima: rias hace el desarrollo industrial menos antagénico de la produecion agraria que subordinado a ésta. ‘Ademds, la dialéctica de las estructuras de dominacién es Jnucho mas activa que una supuesta oposicion en el campo social entre lo tradicional y lo moderno. Ms precisamente, las fracciones dirigentes de las clases superiores, por la con: tinuidad y el mismo inmovilismo de las estructuras sociales, resultan ser a la vez modernas y arcaicas; en Ia punta del progreso ténico a veces mas espectacular y socialmente re trégradas, eflejan la cultura europea mas refinada y mane Jan el poder social con Ia mayor brutalidad. El “efecto de fusién’’ de valores y comportamientos dualizados procede corieretamente del lugar que ocupan esos grupos sociales en el funcionamiento dl sistema global: garantia de la domina cion externa, se apoderan de legitimaciones exégenas para ejercer su hegemonia interna. Dicho de otra mancra, las oli garguiasilustradas pueden ser tanto més modernas en el plano de las ideas y los gustos cuanto que estan ligadas a una\ dominacién social de tipo patrimonial. Los recursos de la ‘modemidad asi como los de a tradicign son igualmente u lizad6s para el mantenimiento del orden y de los prvilegios que nacen de la “desarticulacién’ de la relaciones sociales. Varia veces se ha sfalado el caso de los propltaros de esclavos en 1a poca dela independencia que comalgaban con lay idews de “bers, Igunida,fraeridad” dela Revolucion francesa, En la pelicula de Louis jue supuestament cartes principe de sla en un mk ico pals de America, se ea un hacendad "progressa" mostar aus tds fanceses lor proigior del "hada eletricdad”, Yen a escent ‘Bulenvedescubrimos que la produccion eletien proviene de una noria Scionada por hombres encadenados. ORIENTACION BLIOGRAFICA ‘ ‘Burgos, Elizabeth, Me lamo Rigoberta Menchit.. asi me nacié la canciencia, México, Siglo XI, 1985, Favre, Henri, Changement et continuité chez les Mayas du Mesigue Contribution a Tetude de le sitation coloniale en Amérique Tatine, Paris, Antheopos, 1971 Freyre, Gilberto, Maites et esclaves(Casa Grande et Senza), Paris, Gallimard, 1952, ‘Sobrados e mucambos, Lisboa, Livros do Brasil, 1962. ‘ado, Celso, "Développement et stagnation en Amérique latin”, fen Annales ESC, enero de 1966, pp. 5-12 GGutelman, Michel, Capitalism y reforma agraria en Mésico, Mex: co, ems, 1974, ince, Censo Agropecuario, 1975, Rio de Janeiro, 1978. Jests, Marta Carolina de, Journal de Biita, Paris, A-M. 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No sélo florecen en las tiras cOmicas de nuestra infancia, las novelas ‘exéticas de espionaje ola literatura de kiosko; Ia imagen de tuna vida politica caracterizada por la violencia, marcada por revoluciones y golpes de Estado, abandonada a soldado- tes y aventureros, a patriarcas sanguinarios 0 a los Robin Hood irresponsables parece imponerse incluso muy a menudo ‘ena propia América Latina. ¢Nos enfrentamos pues a socie- dades sin reglas del juego politico, de caracter imprevisible ¥y hasta caético? Evitemos las generalizaciones. gImprevisi- bles el México posrevolucionario de base politica inconmo- vible, la Costa Rica de posguerra donde la continuidad de ‘mocrética atraviesa imperturbablemente las crisis y enfrenta la tormenta centroamericana, o la Colombia de inalterable Dipartidismo? Excepciones, se nos objetars. Pero ni siquiera, Por eso insistiremos sobre la preeminencia de las historias singulares y del particularismo nacional. La reiteracion de fenémenos similares, el surgimiento de modelos de poder 0 de esquemas de accion y de comportamientos recurrentes. hacen la comparacion necesaria y Ia inteligibilidad posible. Por lo demas es justamente a la busqueda de elementos de ‘comprensién de las caracteristicas aparentemente mas fre- ‘cuentes pero también més inusitadas a lo que vamos a dedi- ccarnos. Al explorar la inestabilidad, la violencia, Ia exclu sion politica, examinaremos a la vez lo que ocultan esas (u09) realidades y como podemos dar cuenta de ellas. Para eso, evidentemente se imponen algunas precauciones metodol6. gicas. Ante todo evitar proyectar sobre realidades distintas referencias normativas procedentes de una concepcién ‘mas 0 menos idealizada de nuestras sociedades. Tarea parti- cularmente dificil en el caso de ese "Tercer Mundo de Occi dente” que tan familiar nos parece, sobre todo porque em- plea el mismo lenguaje ideol6gico y la misma inspiracion institucional que nuestras sociedades occidentales. Luego, tener en mente lo que podriamos llamar el “desafio latino. americano”, esa voluntad permanente de “‘recuperacién" y sefalada y el desfase que de alli resulta en relacién con el objetivo central conscientemente perseguido de la transfe- rencia y Ia aclimatacion en otra tierra de la civilizacién in- dustrial en su version occidental El quid de la inestabilidad politica Con excepeién de Cuba, todos los paises de América Latina {incluyendo a la Nicaragua sandinista, al menos en 1984)! han adoptado instituciones representatvas y afirman ser democravias pluralistas. Ahora bien, las discontinuidades politicas o por el contrario el continuismo dictatorial y di Yersas formas de autoritarismo, particularmente militar, Darecen haber hallado en ese continente su tierra preferida, Tuzguémoslo: entre 1958 y 1984, slo cuatro estados tuvie yon una sucesién regular eininterrumpida de gobernantes civiles elegidos conforme a las reglas constitucionales, lo cual no significa que en todos los casos se trate de democra- cias ejemplares. Es0s estados son: Colombia, Costa Rica, Mexico y Venezuela, Circunstancia indiscutible,sies que la hay. No obstante, el rasgo més sorprendente y significative de la vide politica latinoamericana no son ni los golpes de Estado y los alzamientos recurrentes, ni Ia sombria persis: tencia de presidentes vitalicios, ni los mil y un medios frau- duleatos para corregir la aritmética electoral, sino induda- blemente el apego tebrico,platénico y omnipresente por las " véase capitule & “Nicaragua, para problemas ditnts a os mencio ados sq instituciones representativas, En el momento en que se vio- lan los principios liberales o se eluden los marcos constitu cionales y la regla mayoritaria, afirman apelar a los valores permanentes del orden democratico pluralista. A diferencia de la Europa en el perfodo entre las dos guerras, el "nuevo ‘orden’, que debia construirse sobre las ruinas del liberalis: ‘mo, jamas eché raices verdaderamente en ese nuevo mundo. Los dictadores més antiliberales, como el general Pinochet en Chile, solo piensan en instaurar una “democracia proteg: da” contra las amenazas del comunismo, Por lo demas, la Constitucién que aquel sometid al plebiscito de septiembre de 1980, mas alla del gradualismo y las restricciones a las bertades que la conforman, no se puede calificar como cor. porativista; por el contrario prevé la instauracion, desde lue- g0 lejana, de un sistema representativo que comprenda par- tdos, un Congreso y elecciones por sufragio universal. Las proclamaciones de los militares alcistas, en la mayo- ria de los paises del continente donde estan en servicio acti vo, generalmente insisten en los moviles democraticos de su intervencién: para ellos se trata de “fortalecer" o “perfec: cionar” un régimen representativo débil o amenazado, y nada més. Las dictaduras mas risticas y depredadoras dan prueba de un sorprendente respeto de las buenas maneras Constitucionales, Trujillo en la Repablica Dominicana o los ‘Somoza en Nicaragua siempre se hicieron reelegir regular- ‘mente 0, cuando la Constitucion lo prohibia, cedieron el Iu gar a algin hombre de paja de absoluta fidelidad, El general Stroessner en Paraguay vuelve a presentarse ante los electo- res cada cinco afios desde 1954, con regularidad de reloj.Lle va incluso el legalismo hasta levantar el estado de sitio per- manente en el que vive el pais el dia de las elecciones a fin de permitir ala oposicién tolerada manifestarse. En Brasil, tras el derrocamiento del régimen democratico en 1964, los militares en el poder han convocado escrupulosamente @ ‘elecciones legislativas no sin fijar ellos mismos, por supues: to, las reglas del juego para preservar al partido oficial de los avances de la oposicién legal. La dependencia de las élites latinoamericanas respecto a Europa, y sobre todo a Gran Bretatia, "madre de los pal ‘mentos' o actualmente para con el pais "lider del mundo li bre”, cuyas presiones democratizantes hacia sus vecinos del sur tienen por objeto ante todo guardar las apariencias, pue- de explicar en parte esa sorprendente fidelidad. Sin embar- go, la naturaleza misma del continente, su situacién transi- toria y ambigua, algunos dirén contradictoria, esti en el centro de esas practicas: acaso no nos hallamos frente a so- ciedades que innegablemente forman parte de Occidente pero cuya herencia social es otra? No podriamos dejarnos engafar por la similitud de los textos constitucionales y los de inspiracion juridica. Para comprender el funcionamien- 10 de los sistemas politicos latinoamericanos, sin duda hay que descartar las ilusiones etnocéntricas e intentar com- prender las distorsiones sufridas por instituciones copiadas. En efecto, una brecha separa las constituciones escritas de las constituciones vividas. Numerosos autores han sefialado Ia distancia entre el ideal constitucional y la préctica politi ca, a diferencia lena de culpa entre el modelo ortodoxo y 1a realidad pagana. Generalmente se considera que las dificultades de adapta- cién de la democracia en los pafses de América Latina pro- vienen de la no correspondencia entre la ideologia y las es- tructuras sociales. El funcionamiento estable del sistema politico competitivo no seria posible dado que requiere de actitudes y valores que se hallan en contradiccion con la dis- tribucién del poder social. Dicho de otra manera, habria di- vorcio flagrante entre la ideologia, las presuposiciones de- mocréticas (igualdad juridica de los ciudadanos) y la realidad social caracterizada por rigidas relaciones de domi- nacién, una asimetria social intangible y desigualdades acumulativas? Ast, las normas que deberian servir de base 2 practicas ajustadas a las instituciones adoptadas cumplen tuna funcion de utopia inaccesible o accesible sélo por algin rmilagro. Un secretario de Estado boliviano declaraba en 1981: “La Constitucion serd para el paraiso. ..", resumiendo asi a su manera, realista y cinica, el fondo del problema. 2 Segn a teoria de la congrucnca socoplitica expuesta por Harry Eckstein (A theory of stable democncy, Princeton, Princeton University Pres, 1961), la estaiided procede de In correspndencia entre modelos de sutridad socal yrelaciones de autoridad en el sno del sistema pli. Cultura politica y legitimidad De hecho, tanto la verticalidad de las relaciones sociales| ‘como la distancia a veces prodigiosa entre las ideologias ins- | titucionales y los comportamientos sociales producen una verdadera cultura politica ficticia, Las falsas ventanas del universalismo juridico ocultan el particularismo de las rela- ciones personales y de la fuerza. Las leyes no se hacen s6lo para ser aplicadas; muchas veces son promulgadas, como se dice en Brasil, “para engafiar a los ingleses” (para inglés ver). ¥ eso no data de hoy. En la época colonial, cuando reci ban edictos reales, y sobre todo el texto de las leyes de pro- teccién de los indios, que suscitaban la resistencia de los co- Tonos, los virreyes, regidores o miembros de las audiencias se conformaban con besar el sello de Su Majestad o con colo- car el pergamino sobre su cabeza en seal de respeto y decir: “se acata pero no se cumple”. No se puede pedir peras al folmo. Los vetos sociales estn por encima del poder legal. Hoy América Latina no es avara de legislaciones perfectas, de vanguardia, inaplicables e inaplicadas, esas etéreas blue sky laws que se enarbolan en las instancias internacionales. El poder judicial tampoco escapa al destino de la ley. El len ‘guaje popular y el folklor proverbial son reveladores al res ecto. zAcaso no dicen aqul:""A los amigos se les hace just cia y alos enemigos se les aplica la ley”, y allé: “La justicia, es para los que llevan ruanas"? Esas distorsiones cuasies quizofrénicas no provienen, como a veces se ha escrito al norte del Rio Bravo, de una incapacidad psicologica para la democracia supuestamente propia de los pueblos y socieda- des de América Latina, y hasta el mundo ibérico, sino de con: diciones sociohistorieas objetivas. ‘Si definimos la legitimidad de los gobiernos y el Estado como la capacidad de hacer que todos respeten las decisio- nes incluso cuando afectan los intereses de algunos grupos y sobre todo de los mas poderosos, puede decirse que la con- ‘centracién del poder social vuelve ipso facto ilegitima cual- ‘quier medida que no reflefe las relaciones de dominacion, o no se ajuste a éstas. Situacién tanto més frecuente cuanto {que los grupos dominantes no siempre logran traducir su pposicion de facto a procedimientos constitucionales, y por tanto controlar o influir legalmente de una u otra manera en el Estado. Esta afirmacion requiere ser completada y mati zada. En efecto, en cada sociedad latinoamericana, en fun: cion de sus estructuras e historia, existen umbrales va iables de intolerancia de los grupos dominantes y de los, lominios reservados independientes en los cuales la intru- sién del poder pablico no es aceptada. Cualquier politica que afecte esas zonas sensibles acarrea la ilegitimidad del gobierno que la ha promovido. Generalmente, todo lo que afecta la verticalidad de las relaciones sociales es considera: do subversivo e inaceptable por los beneficios del staru quo. Relaciones horizontales entre pares, y la organizacién libre de las clases populares pueden bastar para descalificar al gobierno que las ha tolerado, Asi, sabemos que las ligas agrarias organizadas por Fran- cisco Julido en el nordeste brasilefio fueron uno de los detona- dores de la movilizacién que condujo al golpe de Estado de 1964. En Chile, el proceso de desestabilizacién de una demo- cracia ejemplar comenzé mucho antes de la llegada de la Unidad Popular al poder: fueron la ley de reforma agraria de 1967 promulgada por el gobierno demécrata-ristiano de Frei y el desarrollo del sindicalismo eampesino estimulado por ese mismo gobierno los que moderaron fuertemente el entusiasmo de Ia burguesfa chilena por la democracia. En Argentina, donde el umbral de tolerancia parece ser menor todavia que en los paises vecinos, no sélo la simple idea de reforma agraria es un taba desde hace mucho tiem- po interiorizado por los diferentes grupos politicos, sino que el impuesto territorial (mas exactamente el impuesto sobre el ingreso potencial de las propiedades agricolas) destinado a aumentar Ia productividad fue vivido y presentado dos veces por las organizaciones agrarias y los grandes propietarios como una medida colectivista y expropiatoria, que quita toda autoridad al gobierno que la habia promulgado. Por lo demas, dos veces en la década de los setenta, esos gobiernos que habian tenido la osadia de infringir una prohibicién so- ial cardinal mordieron el polvo. ‘Asi, detris de Ia “escena publica” de la soberania popular, funciona una “escena privada” donde negocian y se ponen de acuerdo los "factores del poder”, los garantes y beneficia- ios del "pacto de dominacién’. Por ello ademas, como sefia- laba Frangois Bourricaud en el caso peruano} las eleccio- nes pueden ser “contenciosas” y no reconocidas como una instancia ultima e indiscutible”. El “veredicto de las ur nas” esta a menudo sujeto a examen y revision en la escena privada de los “preponderantes”. La “legitimidad mayorita- ria’, siempre sospechosa de desviacion demagogica, de debi- lidad populista o de ineficiencia simple y sencilla, perma nentemente debe hacer que la legitimidad social dominante valide sus derechos: los “més capaces”, en una palabra, for- man el tribunal donde deben comparecer los “ms numero- 08” 9, para hablar como los doctrinarios liberales del siglo xix, Ia “voluntad colectiva” no es nada si la “razén colecti- va" encarnada por la élite no la reconoce. Por ello no faltan los ejemplos de gobiernos legales y legi- timos de acuerdo a las normas constitucionales, entrados en la era de la sospecha y condenados a la ilegitimidad en la escena privada antes de ser blanco de tentativas de desesta- bilizacion, Para no tomar sino algunos casos muy diferentes, fue lo que le ocurrié a Perén, el “general de los descamisa- dos”, desde su primera presidencia en 1946, pero no durante la tercera en 1973 cuando fue recibido como un salvador por la burguesia argentina atemorizads; Salvador Allende inclu- so antes de su entrada a la Moneda, es el blanco del acoso faccioso de la burguesia y de una parte de las clases medias. Hasta en un régimen tan s6lido y conservador como el de las. “instituciones revolucionarias” de México, pudimos ver como el presidente Echeverria, al final de su “‘sexenio” en 1976, habia provocado tal ofensiva desestabilizadora de los, medios econémicos, que hasta se oyeron rumores de golpe de Estado* Estas reflexiones no hablan en favor de una concepeién determinista de los regimenes politicos. No hay fatalidad en la inestabilidad. Nos inclinamos més bien a creer en la primacia de las practicas politicas y por tanto dela voluntad » Prangois Rourricau,"Régles du joven station anomie le cas pr vie en Soeooge du Trova, 367,» 334 Tease Soledad Loncea, "La plea del rumor: México, novembre. Aiciembre de 1976, en Centro de Estudios internacionales, Las crisis en “Esome polio mesicono (5261977, Mexico, El Colpo de Méxio, 197, * de los actores sabre las condiciones objetivas o que preten- dden serlo, No por ello deja de ser cierto que si bien Ios um- brales y los terrenos sensibles que determinan y provocan sobre todo el caracter leal 0 desleal de la oposicion dependen de la voluntad de grupos sociales, voluntad que esti condicio- nada por situaciones objetivas. Podemos asi preguntarnos si la inestabilidad politica noes la otra cara del cardcter estable, inmévil y hasta inmutable de las bases econémicas de esas sociedades. La rigidez de las estructuras agrarias que ya he- ‘mos mencionado y cuya permanencia a menudo constituye la piedra de toque de la legitimidad social, va en ese sentido, {Asi como el monopolio econémico de algunas minorias do- minantes “‘multifuncionales" de intereses diversificados, ‘que engendra una imperiosa voluntad de acceso privilegiado al Estado, y se opone a Ia diferenciacién en el seno de los grupos poseedores. Finalmente, el papel de la penetracién extranjera multiforme, y naturalmente inguieta por cual- 4quier cambio, no hace sino reforzar la concentracion del po- der y el brutal conservadurismo de sus detentadores. Otras tantas razones que explican la feroz defensa del statu quo que no se enreda con el collar de hierro de las leyes y los tex- tos constitucionales; una de las fuentes permanentes de lo que Enrique Baloyra ha llamado, con respecto a América La- tina, “el despotismo reaccionai Las dimensiones de la violencia ‘América Latina es vista como un continente violento. A pro- posito de ella se ha podido hablar hasta de una “cultura de Ja violencia politica” (Merle Kling) Cierto, los profesionales “ian alli un papel mas “difuso que es- pecializado” y la inestabilidad politica es generalmente la ruptura de un orden institucional, por tanto un acto violen- to. La imposicién de un candidato tnico, al recurrir a la sus- pension de las garantias, los diversos procedimientos de ex- cepeién utilizados a veces de manera continua hasta en las democracias estables —cacaso Colombia, democracia testi ‘Enrique A. Baloyra, "Reactionary despotism in Oentral Americ’ Journal of atin American Studies, 1983, 18, p. 295319. 20, no padecié el estado de sitio durante cerca de veinte afios ‘a partir de 19582— son resultado del empleo de la fuerza con fines politicos. No obstante no podemos quedarnos alli ni re signarnos con seudoexplicaciones de la psicologia de los pueblos, afadiendo a la cuenta de un tautolégico machismo la intemperancia colectiva de las sociedades latinoamerica nas. En realidad es preciso entenderse sobre lo que es la vio- lencia. Ya casi no se asesinan los presidentes en el continen- te mis de lo que se hace en Estados Unidos, modelo de poliarquia. ¥ las peores hecatombes intestinas latinoameri canas han tenido cuantitativamente pocas. victimas en ‘comparacién con las masacres millonarias de las guerras ‘europeas. Habiendo precisado lo cual, conviene distinguir tres tipos de violencia directa que se sitdan fuera del campo de los golpes de fuerza politicos a veces poco sangrientos, ‘cuyos mecanismos nos hemos dedicado a desmontar. Pode: ‘mos pereibir una violencia social, una violencia politica ex- presiva o representativa, y finalmente una violencia revolu- La violencia cotidiana E] estilo de mando que resulta de relaciones causantes de desigualdad y hasta personalizadas tiene por contrapartida tuna violencia que los tedlogos han bautizado como “estruc- tural”, porque esté ligada a la injusticia social. Es una vio- lencfa que se ve poco. No ocupa la primera plana de los pe- riédicos, Ast como sélo el nifio que muerde al perro es noticia para la prensa y no lo contrario, solo la violencia de los excluidos merece la atencién de los medios de comunica cién, Noobstante, labrutalidad cotidiana es la trama y eles- tilo de los enfrentamientos sociales, es con la que se expulsa 2 los campesinos sin titulos o al “colono'” que ya no agrada, Ia de la tropa que desaloja de su Fabrica a los obreros que reclaman sus salarios. De ninguna manera se trata de un fe ‘nomeno del pasado. La maxima violencia resurge en cual- uier momento, incluso en las sociedades més moderniza- das, y en las industrias con asalariados combativos y organizados, con riesgo de un conflicto social, de una ten- sion econémica Esa violencia generalmente descentralizada puede con- vertirse en préctica corriente de organismos oficiales, sobre todo de las fuerzas de seguridad. El restablecimiento de fac to de la pena capital por parte de los "escuadrones de la muerte” de algunas policias locales de Brasil contra peque- fios delincuentes, marginados molestos y hasta mendigos, no sun hecho aislado. Es cierto que ayer la arbitrariedad del tirano local se revestia de la autoridad de un Estado muy le- Jano para asegurar su justicia privada: el comisario, el juez de paz, el coronel de la guardia civil o el "jefe de seccién” obedecian al gran propictario cuando éste no asumia por si ‘mismo esas funciones. Los multiples estados terroristas que han florecido en los dltimos afios a la sombra de los fusiles no han hecho més que aplicar a la clase politica, ya los sec- tores intermedios urbanos que hasta entonces se escapaban, las rudas practicas de fueraas del orden alas que dificilmen: te obstaculizaba el respeto de los derechos humanos. Se tor- turaba en las comisarias argentinas o chilenas al ladrén de animales o al mendigo sospechoso mucho antes de que los. militares se lanzaran con téenicas sofisticadas a la guerra antisubversiva. Si bien en ese caso se trata de otra forma de violencia, ésta tiene sus raices en la trivializacion de las vio- laciones de los derechos de la persona, cuya frecuencia en tuna sociedad depende de qué tanto les cuesta alos de arriba reconocer a los de abajo como sus semejantes, Esto nos es- candaliza en nuestras sociedades igualitarias, pero sin duda habria parecido normal en Europa en el siglo XVII o XVII, ‘cuando a los aristocratas no les ‘mucho que diga: ‘mos los horrores infligidos a Ta La violencia expresiva ‘A consecucncia de algunas particulates estructurales 0 Coyunturalesdelos sistemas politicos, la violencia pucde ser tun medio de patcipacin politica, una manera de hacer Ile gar un mensaje al poder en funclones. La debiidad de las es tructurasintermedias Ts ausencia oe mal funcionamien deo canals de cominiain ne gaeranisy goer nuuos, ya veces el monopolio del poder por parte de un po regional o una estrecha fraccdn dela dite, desencadenan ODER Y LEGITDAIDAD ns 1 paso @ la accién directa, sin posibilidad ni voluntad de apoderarse de las palancas de mando, sino simplemente para llamar la atencion o bien para mostrar o demostrar “a power capability", segin las palabras de Charles Anderson. Cierto, no siempre es sencillo distinguir el acto de violencia Simbglica o representativa de una organizacion politica, de to directo contra el poder. Por lo demds tampoco es fécildistinguir, salvo en teora, a violencia horizontal entre pares de la violencia vertical de las lases populares contra Tas dominantes. Por otto lado, es preciso sefalar que esta violencia vert cal pura es més una amenaza que ua realidad tangible. La raturaleza colonial de las diferencias sociales, el profundo abismo de diferencias étnicas que separa alos poseedores de los excluidos dan al espectro de larevuelta de las clases pel- grosas una consistencia inquietante y que muy a menudo brace las veces de tela de fondo sobre la cual se desarrolla la vida politica. En Rio, a gente se estremece ante la idea de {que los favelados pudieran bajar de los morros para asaltar Ios barrios elegantes. En Buenos Aires os habitants del ba- rrio norte viven en el temor de ver a los cabecitas negras, obreros mestizos de la periferias,franguear el puente so- bre el Riachuelo e invadit la ciudad, En Santiago, la pesadi- lla de las poblaciones atormenta las noches de Providencia y de los barrios altos. En Peri, la cuestin étnica y los ries {08 de una repentina explosion de la “mancha india” de la Sierra constituyen desde Tupac Amaru uno de los horizon- tes maldtos de la vida politica nacional ‘in embargo, incluso la revueltacampesina de 1932 en El Salvador, que fue ahogada en un espantoso bafo de sangre por la oligarquia terrorista, no fue un simple levantamiento de los miserables y parece haber sido una compleja insu- rreceién en la cual las disputas en el seno de la burguesia desempefaron un papel significative. En algunos paises, la violencia horizontal, la luchas entre grupos dominantes, ‘aparece de manera més Frecuente que larevuelta vertical de los pobres. Al grado de que ha podido concluirse, por ejem- plo, que Brasil era una sociedad poco violenta, a pesar de la Iuitiplicdad de las rebeliones locales, de la guerra de los Mascates del Pernambuco en el siglo Xvil a la secesion “ paulista” de 1932, Para tampoco hablar de los bandidos so- ia |). ciales o cangaco y de las violentas utopias del sertdo como las de Canudos 0 del Contestado, rebeliones milenaristas trasplantadas a la lucha de clases. El bogotazo colombiano de 1948 0 el cordobazo argentino de 1969 aparecen como explosiones de violencia urbana més cexpresiva que instrumental, de alcance y origen muy dife rentes. En Colombia, el asesinato de Jorge Gaitan, dirigente liberal que habia movilizado a las clases populares contra las oligarquias denunciando la brecha que existia entre el pais legal de la politiqueria y la miseria del pais real, puso ‘a Bogota a sangre y fuego. En Argentina, el golpe de Cordo- ba, ese “‘sangriento referendum” de toda la ciudad contra tuna dictadura militar centralizadora y gastada que habia su- primido todos los mecanismos de representaciones que per- mitian canalizar y expresar las tensiones sociales, alcanzaré su objetivo: un afo después, el general Ongania es destituido por sus pares. El mensaje fue entendido. La violencia revolucionaria Es quieé la mas conocida, la ms comentada si no es que la ‘mejor analizada: las organizaciones armadas intentan apo- derarse del poder, las mas de las veces con un programa de ‘cambio social radical. Pensamos en la guerrilla urbana de la ‘década de los setenta 0 en el foquismo rural de la década de los sesenta. En caso de éxito, la oposicién armada termina ‘en una insurreccién nacional como la queen 1979 barrié con la tiranfa de los Somoza en Nicaragua. Los alzamientos o las “'revoluciones de palacio”, dos modalidades del golpe de Es- tado militar, no entran en esta categoria, aunque sus promo- tores de ninguna manera dudan en proclamarse “‘revolucio narios", para dejar bien claras sus ambiciones “fundadoras’ En cambio, otros levantamientos politicos, seguidos ono de guerras civiles prolongadas, tienen que ver con este tipo de violencia: la revolucién antioligarquica de 1930 en Brasil, cl levantamiento democratico de liberacién nacional en Costa Rica en 1948, la revolucion reformista boliviana de 1952, para no hablar del conjunto de levantamientos, guerras civi les y diversos disturbios que constituyen en México, durante lunos quince afios posteriores a 1910, la Revolucién. | 7] 7) ‘12 La repeticion de la palabra asi como la ostentacién de la ‘cosa han conducido a veces a pensar que América Latina es el continente revolucionario por excelencia. Si se mira més de cerca, si se consideran las revoluciones como movimien- tos politicos que provocan transformaciones sociales de en vergadura, aquéllas son mas bien raras. La revolucién cuba. na es evidentemente una de ellas, al igual que la revolucion sandinista y la gran convulsién mexicana puede también pertenecer a esa categoria. Pero en rigor alli se detiene la lis- ta, Por el contrario, el continente se earacteriza por su con- servadurismo. Mis que de propensién revolucionaria, com vendria hablar de inestabilidad inmovilista o bien de inmovilidad convulsionaria para circunscribir més de cerca la realidad. Por lo dems, las revoluciones latinoamerica- nas, fuera de las que apelan al marxismoleninismo, afectan ‘mas la composicion del poder que las estructuras de la so- iedad. En Brasil y Costa Rica, asi como en Bolivia, revolu-

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