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Desde hace un tiempo hasta actualidad los que hoy inician la lectura de estas líneas han
afrontado situaciones que podrían describirse como situaciones “limite”; “limite” en
tanto se habla del plano mental y físico y en referencia al agotamiento absoluto en
ambas áreas. Y es que en resumidas cuentas, las situaciones “limite” son las que
caracterizan a las organizaciones comunistas o al menos, como es el caso de la que se
hablara en el presente documento, de las que aspiran a convertirse en una. Ese
entonces es el sentido del presente documento, describir el momento o contexto –
desde el concepto de historicidad marxista tan rescatado por Gramsci- no solo de un
proyecto o aspiración –como se acaba de mencionar hace algunas líneas- sino del
contexto social y político en que surge y, por supuesto, el que pretende subvertir; es así
que los lectores encontraran en el presente documento los sinceros intentos de
aproximación a una compleja y cambiante realidad, impresiones, trayectorias de crisis
variadas y análisis preliminares productos todos del trabajo no solo de miembros del
Comité Regional del Centro del Perú, sino de compañeros de diversos espacios de la
izquierda que solidariamente compartieron muchas de sus lecturas, textos y análisis con
los redactores del presente trabajo; todo lo anterior con en el afán cada vez más grande
y visible de unificar lecturas de una misma realidad y sentar bases y conceptos nuevos
sobre la unidad, construidos más en praxis colectivas que en discursos de tribuna y
academia cada vez más alejados de un país en constante transformación y movimiento.
Sin más y con el profundo y sincero deseo de que esta invitación y estas exigencias sean
tomadas por la generación que va dando fruto a esta ansiada y exigente Refundación.
Nos despedimos.
Desde finales del siglo pasado e inicios del presente, el movimiento revolucionario
peruano carece de una discusión teórica sustancial, de una línea política de acción,
de un Programa de la Transformación del país. Muy por el contrario, las clases
dominantes se han desarrollado, han crecido y han consolidado su programa
capitalista dependiente de las trasnacionales, saqueando nuestras riquezas,
recursos no renovables, empobreciendo a la nación en su conjunto y dejando al
país dentro de la esfera de las nuevas colonias dependientes de las potencias
extranjeras de la nueva multilateralidad del mundo, sin respuesta alguna para su
transformación y lucha por su propio derecho a la autodeterminación como nación.
El Partido fundado por el Amauta José Carlos Mariátegui, cumple este año 90 años
de creación histórica. ¿Cuál es el balance estando tan cerca a cumplir su
centenario? ¿Qué lecciones nos deja para el presente su trayectoria histórica?
¿Qué nos queda por recuperar? Y ¿Con que debemos romper definitivamente para
afirmar un futuro con posibilidad de victoria?
1
Esta acta fue redactada por José Carlos Mariátegui, el 7 de octubre de 1928 como resultado de
consultas y conversaciones entre agrupaciones de marxistas en el Perú, quienes acordaron
encargar a la célula de Lima, dirigida por José Carlos Mariátegui, la constitución de un partido
clasista proletario. El 7 de octubre de 1928, reunidos en casa de Avelino Navarro, en el poblado
de Barranco, un balneario en las afueras de Lima, los nueve miembros del grupo de Lima, entre
ellos José Carlos Mariátegui, fundaron el Partido Socialista Peruano y aprobaron la presente Acta
de Constitución. En la misma reunión se constituyó el Comité Central, con José Carlos Mariátegui
como Secretario General, a quien se encargó la redacción del Programa del Partido, Ricardo
Martínez de La Torre como Secretario de Propaganda, y a Bernardo Regman como Tesorero. A
Avelino Navarro y Manuel Hinojosa se les encargó coordinar el trabajo sindicalista. Como consta
en el Acta, de acuerdo a las circunstancias políticas del Perú de entonces, el nuevo partido fue
denominado "Partido Socialista", para poder aprovechar en algo las posibilidades legales, pero
a partir de mayo de 1930 el Partido tomó definitivamente el nombre de Partido Comunista. Por
ello, sólo formalmente y por poco tiempo llevó el nombre de Socialista. [Nota de Eds. Bandera
Roja]
recopilación de testimonios y extensas entrevistas con los actores involucrados;
esta elaboración y corrección colectiva, no está completa en modo alguno y es,
como la introducción del presente cuadernillo nos pide, una invitación al debate y
a la crítica colectiva y enriquecimiento teórico más completo.
Todas las luchas mencionadas y muchas más que serían materia de un estudio más
detallado, configuran el escenario sobre el cual a inicios del S.XX empiezan a
gestarse las primeras semillas clasistas del pensamiento y acción socialista en el
Perú. El incipiente desarrollo de la Industria minera-metalúrgica2 y el aumento de
la demanda de nuevos tipos de bienes (equipo, ropa, zapatos, herramientas,
repuestos e indumentarias cada vez más elaboradas para la actividad minera-
metalúrgica y ganadera3) y la presencia del sistema de Ferrocarriles peruanos como
2
Cuya fecha de nacimiento moderno fue la formación, en el año de 1900, de la Cerro de Pasco
Corporation, con la compra de la totalidad de yacimientos mineros y fundiciones del centro del
Perú (en las actuales regiones de Cerro de Pasco, Junín y Huancavelica).
3
Fundamentalmente para la División Ganadera de la Cerro de Pasco Co., que en su cima llego a
aglutinar miles de cabezas de ganado y cientos de miles de hectáreas de terreno cultivable.
herramienta de interconexión nacional; fueron transformando rápidamente las
antiguas urbes del territorio peruano (fundamentalmente Lima, Arequipa, Cuzco y
Huancayo) y propiciaron la transformación de los primeros “gremios de artesanos”
en las primeras fábricas y con el consiguiente nacimiento de los primeros
sindicatos, que bajo la influencia inicial de las ideas anarco-sindicalistas,
constituirían la Federación Obrera Regional Peruana (con la decidida participación
tanto del dirigente obrero Delfín Lévano como del intelectual Manuel Gonzales
Prada). Estos esfuerzos iniciales darían fruto a la heroica jornada de 1919 (el Paro
obrero de Lima-Callao) que a través del “Comité Pro-Abaratamiento” conquisto,
con el costo de vidas obreras, la jornada de las 8 horas (reivindicación histórica del
proletariado peruano y mundial).
Uno de los simpatizantes más entusiastas de esta primera gran gesta obrera fue un
joven José Carlos Mariátegui, que con apenas 25 años y junto a Cesar Falcón, tanto
desde la Revista Nuestra Época como del diario La Razón (medios fundados por
ambos personajes), apoyaron decididamente las reivindicaciones y medidas de
lucha obreras de ese momento.
En Italia se casó con Ana Chiappe y estuvo presente durante la ocupación de las
fábricas en Turín, así como en el XVII Congreso Nacional del Partido Socialista
Italiano en Livorno, donde se produjo la escisión histórica y se conformó el Partido
Comunista Italiano (PCI). Formó parte de círculos de estudio del PSI y asumió
el marxismo como método de estudio, justo en el momento en que Benito
Mussolini estaba a punto de tomar el poder. Según su análisis, la victoria
del fascismo “es el precio que un país debe pagar por las contradicciones de la
izquierda”.
Abandona Italia y recorre Europa a la espera de poder volver al Perú. Visita París,
Munich, Viena, Budapest, Praga y Berlín. Durante ese recorrido estudia los
movimientos revolucionarios que convulsionan el continente europeo después de
la guerra.
En 1924, debido a su antigua lesión, debió amputársele una pierna. Pero no cesó
por ello su actividad creadora, continuándola recluido en una silla de ruedas. Pasó
una temporada de reposo en Miraflores para mudarse el 1ro de junio de 1925 a la
que sería su residencia más simbólica en la calle Washington No. 544, hoy conocida
como la Casa Museo José Carlos Mariátegui. En octubre de 1925 fundó la Editorial
Minerva junto con su hermano Julio César que publicó obras suyas y de otros
autores peruanos, comenzando por su primer libro recopilatorio de ensayos: “La
escena contemporánea”, sobre la política mundial del momento. En 1926 fundó la
“Revista Amauta”, que cohesionó a una amplia generación de intelectuales en
torno a una nueva apreciación del quehacer nacional y dio impulso al
movimiento indigenista en arte y literatura. Asimismo, colaboró asiduamente en
los semanarios limeños Variedades y Mundial.
4
“Frente Único y Primero de Mayo (José Carlos Mariátegui: 1924).
Latinoamericana (junio del mismo año). A ellas asistió el Partido Socialista Peruano
con cinco delegados que llevan el planteamiento de Mariátegui: Hugo Pesce, Julio
Portocarrero, José Bracamonte (piloto de la Marina Mercante Nacional, fundador
de la Federación de Tripulantes del Perú), Juan Peves (dirigente campesino de Ica,
fundador de la Federación de Yanacones) y Carlos Saldías (dirigente textil). Estos
planteamientos fueron cuestionados por el buró político de la Internacional en
Sudamérica, generando una distancia entre los planteamientos de la Internacional
Comunista y las posturas de Mariátegui.
En febrero de 1930, Eudocio Ravines fue nombrado Secretario General del Partido
Socialista del Perú, en reemplazo de Mariátegui quien estaba preparando un viaje
a Buenos Aires, donde podría tratar su enfermedad y participaría en el Consejo
General de la Liga Antiimperialista. También proyectaba dar envergadura
continental a su revista Amauta trasladando su sede de Lima a la capital
de Argentina.
Con la temprana muerte de José Carlos Mariátegui, se cierra el ciclo auroral del
Socialismo peruano, una etapa de profundo desarrollo teórico y organizativo. El
Amauta deja en 1930 un Partido que si bien estaba apenas iniciando un proceso de
desarrollo ideológico avanzado, se había constituido en las principales capitales
departamentales (Cuzco, Arequipa, Huancayo, Piura, Trujillo y Lima), así como
lograr consolidar células en los principales centros obreros del país (Talara, Oroya,
Cerro de Pasco, Casapalca y Morococha), los cuales eran la espina dorsal de la
naciente Central General de Trabajadores del Perú (CGTP). Su muerte descabeza al
naciente Partido del proletariado peruano, ante la carencia de cuadros con
experiencia y formación ideológica, se opta poco antes de su fallecimiento en
otorgarle la Secretaria General del Partido a Eudocio Ravines, un cuadro político
formado casi en su totalidad en Europa, bastante alejado del proceso de
construcción del Partido y de la realidad que se vivía en el Perú. Su rápida adhesión
a las tesis de la Internacional Comunista (que atravesaba por esos años un proceso
de dogmatización y petrificación del debate intenso) lo llevaron a aplicar al pie de
la letra la táctica “clase contra clase” que impulsaba la IC a nivel mundial en
aquellos años, cambiando la táctica aprobada tan solo dos años por el Partido del
Amauta que en su acta de fundación proponía: “La organización sindical y el
partido Socialista, por cuya formación trabajaremos, aceptarán
contingentemente una táctica de frente único o alianza con organizaciones o
grupos de la pequeña burguesía, siempre que estos representen efectivamente
un movimiento de masas y con objetivos y reivindicaciones concretamente
determinados.” Lo anterior, sumado a la “clandestinización forzada del Partido” y
la constitución de “soviets insurreccionales” en los principales bastiones obreros
del Partido; conllevo inicialmente, a un total aislamiento del Partido frente al
grueso de las masas populares que el Amauta había logrado incorporar y acercar al
Programa del Partido y posteriormente (luego de la masacre del “soviet obrero del
centro del Perú” en la “masacre del Malpaso” en 1934) a la desaparición practica
del Partido durante al menos una década. A la ilegalización que sufrió el Partido en
1936, se sumó la huida de Ravines hacia España inicialmente y luego a Chile, que
dejo sin dirección ni norte ideológico al ya constituido Partido Comunista Peruano;
fueron años de profunda confusión y deriva ideológica que llevaron al Partido
(dirigido por Jorge Acosta Salas en aquellos años) a apoyar la candidatura del
Oligarca Manuel Prado Ugarteche, bautizándolo vergonzosamente como el “Stalin
peruano”. El I y II Congreso Nacional del PCP en los años de 1942 y 1946, permiten
al Partido realizar las primeras autocriticas tanto al dogmatismo recalcitrante de
Ravines como al oportunismo y confusionismo ideológico de Acosta; estos dos
eventos históricos inician una primera recuperación del pensamiento y acción del
Amauta José Carlos Mariátegui y el inicio de la recuperación orgánica de espacios
de masas por parte del Partido, esto coincide con la breve legalización del Partido
durante el gobierno de Bustamante y Rivero (1945-1948) bautizado como la
“Primavera Democrática”, proceso que se ve brutalmente interrumpido por el
Golpe de Estado y posterior dictadura de 8 años del General Odria (1948-1956).
Con el fin del “Ochenio” de Odria y la apertura política iniciada por el gobierno civil
de Manuel Prado y luego de Fernando Belaunde (1963 - 1968), el Partido se
incorporó paulatinamente en la legalidad y empezó un paulatino y sostenido
crecimiento en diversos frentes de masa5. No obstante, situaciones como el cisma
Sino-Soviético —que marcó el surgimiento de China comunista como alternativa
radical a una cada vez más moderada URSS— y especialmente el triunfo de la
revolución cubana, promovieron dentro del PCP una serie de procesos
diferenciadores que culminaron en rupturas al interior del partido. Estas rupturas
no solo tuvieron como causales los debates internacionales, sino que los
representantes de las posiciones enfrentadas planteaban a su vez caracterizaciones
5
Destacada la fundación en 1956 del FER (inicialmente Frente Estudiantil Reformista y
posteriormente renombrado como Frente Estudiantil Revolucionario), confluyendo en un inicio
las juventudes de la Democracia Cristiana, Acción Popular y el Partido Comunista. Con el claro
objetivo de lograr recuperar el movimiento estudiantil peruano y la Federación de Estudiantes
del Perú (cooptados ambos totalmente por el APRA que para esos años había abandonado sus
principios aurorales e iba irreversiblemente a una total derechización de su doctrina y acción).
distintas de la realidad nacional, de las cuales a su vez emanaban líneas políticas de
acción diferenciadas (medios de lucha, sectores sociales estratégicos a priorizar,
tácticas para el periodo distintas, etc.). Finalmente, la critica a los diversos errores
y conciliaciones de las décadas del 30 y 40, fueron esgrimidas por una nueva
generación de militantes Comunistas que se enfrentó a la generación “histórica”
de Jorge Del Prado y de los hermanos Jorge y Raúl Acosta. Así, en 1964 se produjo
el cisma del PCP, promoviéndose la emergencia de una importante corriente pro-
china o maoísta, la que se expandió paulatinamente a través de otras muchas
organizaciones nacidas sucesivamente de nuevos fraccionamientos. Ese año los
maoístas formaron el Partido Comunista del Perú-Bandera Roja6, luego en 1969
surgirá de esta organización el Partido Comunista del Perú-Patria Roja7, y al año
siguiente se escindirá también del PCP-Bandera Roja, el Partido Comunista del Perú
(«Por el luminoso sendero de José Carlos Mariátegui», conocido mucho tiempo
después como Sendero Luminoso)8.
6
En adelante PCP-Bandera Roja.
7
En adelante PCP-Patria Roja.
8
Por lo general las organizaciones marxistas adhirieron a su nombre, o confundieron con el
mismo, el nombre del periódico o boletín partidario o alguna consigna que empleaban como
medio de agitación y propaganda. Sobre los orígenes del maoísmo peruano (véase: Ranque 1991).
En adelante, PCP-SL.
9
En adelante PCP Unidad.
la más importante experiencia guerrillera peruana de esa década10, organizada por
el MIR, bajo el liderazgo de Luis De la Puente Uceda. Su acción fue la que más
impacto alcanzó en la escena política nacional, precipitando la intervención del
ejército y la aplicación, por vez primera, de las tácticas contrainsurgentes
importadas de los Estados Unidos para enfrentar a las guerrillas en América Latina.
Los focos guerrilleros de 1965 fueron rápidamente derrotados y eliminados por las
fuerzas del orden, pero ello no significó la desaparición del MIR, el que pasó a una
etapa de dispersión y reducción de sus acciones al campo del proselitismo,
especialmente en las universidades nacionales. VR apoyó las acciones del MIR en
las ciudades, aunque sin comprometerse en una guerra que desbandara a su
naciente militancia.
La expansión de la Izquierda
10
Sin embargo, es importante señalar la gesta guerrillera del Ejército de Liberación Nacional
(dirigido por Héctor Bejar, Alain Elias, Juan Pablo Chang y Javier Heraud, entre otros, durante el
año de 1963. Y la poca conocida intentona guerrillera iniciada en la ciudad de Jauja en 1962 por
el Sub-Oficial Vallejos, el líder campesino Mayta y escolares del último año del Colegio San José
de Jauja (reseñada a detalle en el libro “Huajaco” de César Nuñez Arroyo y el “Sueño de Mayta”
escrito por Mario Vargas Llosa).
11
Es importante recordar que la CGTP fundada por José Carlos Mariátegui en 1929, fue
ilegalizada y desaparecida totalmente durante la década de 30, en específico durante el periodo
de Sánchez Cerro. El creciente debilitamiento del APRA en el sector sindical, más el decidido
esfuerzo de los Comunistas y sectores revolucionarios a lo largo de la década de 60 permitieron
que la CGTP se refundara el 28 de Setiembre de 1966.
gremios laborales del país. Por su parte, el PC del P-Patria Roja (que tuvo sus
orígenes en las bases departamentales, universitarias y campesinas del viejo PCP,
tuvo una marcada presencia entre los maestros y estudiantes de universidades
públicas, y con una relativa influencia en el campesinado que irá menguando con
los años), logra durante la década de los 70tas un claro liderazgo entre los
sindicatos magisteriales que posibilitarían la fundación del SUTEP el 6 de Julio de
1972 en el Congreso de Unidad Magisterial del Cuzco. En tanto, VR atrajo
importantes contingentes de jóvenes provenientes de universidades privadas de la
clase media urbana, a la vez que competía por el liderazgo en gremios de
pescadores, de empleados y de la industria. Más adelante, también consiguió una
influencia importante y característica en las organizaciones gremiales campesinas
que a la larga le permitiría arrebatarle el control de la Confederación Campesina
del Perú (CCP) al PCP-Bandera Roja.
Sin embargo, la represión de las fuerzas del orden terminó por ahuyentar tanto a
la militancia de VR como a la de casi toda la izquierda, al menos hasta 1967, cuando
las elecciones para renovar un representante al congreso por el departamento de
Lima, movilizó a la izquierda alrededor de la candidatura de Carlos Malpica Silva
Santisteban, en la que fue una promisoria experiencia electoral de los nuevos
contingentes izquierdistas, frustrada poco después por el golpe militar del general
Juan Velasco Alvarado, el 3 de octubre de 1968.
12
A su modo los partidos radicales de la primera mitad del siglo XX: el APRA y el PCP, se
encontraban empeñados en su inclusión en el sistema político cuando la revolución cubana
desató una nueva época de radicalismo y lucha armada.
13
El PCP-Bandera Roja anunció el propósito de crear su Fuerza Armada Revolucionaria, pero no
fueron más que declaraciones que sirvieron, llegado el caso, para denunciar las limitaciones del
liderazgo de su fundador, Saturnino Paredes (ver Ranque, 1992).
advertida por los jóvenes cuadros y militantes maoístas, quienes iniciaron una
furibunda campaña contra sus dirigentes principales.
La percepción de estas maniobras discursivas, las limitaciones políticas e
ideológicas de los dirigentes y, la instauración en 1968 de un régimen militar
reformista; alimentó un nuevo proceso de rupturas en el novísimo maoísmo
peruano14.
Entre los grupos maoístas el impacto de las reformas velasquistas también generó
fricciones internas. Separada del PCP-Bandera Roja y escindida la facción de
Abimael Guzmán (PCP-SL), la dirigencia del PCP-Patria Roja optó por una vía de
expansión e influencia entre los gremios mineros y magisteriales; en estos últimos
su ascendencia tuvo además una línea de continuidad con el espacio universitario,
especialmente en las facultades de educación que fueron, por muchos años, las de
mayor crecimiento con la expansión de la educación en todo el país.
De otro lado, una característica que fue señalada en sus documentos internos -y
que fue común en varias de estas agrupaciones-, fue la composición «pequeño
burguesa» del partido, destacando la escasa militancia de obreros y campesinos.
Este aspecto fue un reto permanente al buscar constituirse en representantes del
proletariado urbano y rural, sea a través de la conquista de las direcciones
gremiales y sindicales, o participando decisivamente en las luchas de estas
organizaciones sociales. En este terreno los partidos y organizaciones maoístas y
de la «nueva izquierda» compitieron arduamente por establecer un excluyente
liderazgo a lo largo de la década de 1970, propugnando por un discurso cada cual
más condenatorio del gobierno militar.
El desenlace del conflicto de liderazgos y línea política que atravesó a la izquierda
(y que se relaciona con una tensa competencia generacional), implicó la apelación
a cierto grado de fundamentalismo ideológico para desconocer al rival político y
legitimar, de otro lado, las propias opciones ante los seguidores15. En el caso de VR
las rupturas dieron lugar a la creación de un partido trotskista 16 y de otro VR
«Político-Militar», fragmentación que dio cuenta de su fragilidad orgánica y de su
permanente inestabilidad. El resquebrajamiento de VR no fue el único entre los
grupos de la izquierda; además de los fraccionamientos del conjunto maoísta, se
partió el trotskista Frente de Izquierda Revolucionaria (FIR) entre Hugo Blanco y
Raúl Castro Vera; del PCP-Unidad salió el Partido Comunista Peruano - Mayoría, y
14
La introducción del maoísmo en el Perú estuvo liderado por el abogado Saturnino Paredes
(PCP-Bandera Roja) y el profesor José Sotomayor (PCMLP). Más adelante sobresalieron jóvenes
como Rolando Breña y Alberto Moreno (Ambos fundadores del PCP-PR). En Ayacucho se perfiló
Abimael Guzmán (PCP-SL). Todos ellos encabezaron fracciones y nuevos partidos dentro del
discurso maoísta peruano.
15
La constante practica del “liquidacionismo político”, que aún hoy es una tara constante en los
partidos que hoy conforman la debilitada Izquierda Peruana.
16
El Partido Obrero Marxista Revolucionario (POMR).
del MIR se escindió en 1971 un núcleo de dirigentes y militantes que habían seguido
una trayectoria común desde organizaciones católicas juveniles17.
17
Luego se integraron a VR y publicaron la revista Crítica Marxista-Leninista, liderados por
Manuel Dammert Egoaguirre. En 1974, rompen con VR y forman el Partido Comunista
Revolucionario (PCR). Dammert y muchos izquierdistas que lo acompañaban provenían de
experiencias católico radicales, el mismo Dammert era además sobrino del Obispo de Cajamarca
en aquellos años, Juan Luis Dammert Bellido (Pásara, 1986).
18
Entre los dirigentes del PSR estuvieron el Gral. (r) Leonidas Rodríguez, Enrique Bernales,
Antonio Meza Cuadra, Alfredo Filomeno, Marcial Rubio, Manuel Benza, Fernando Sánchez
Albavera, José María Salcedo, entre otros.
19
En 1982, el PSR ML y el MIR El Militante fundaron el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
(MRTA).
Al acercarse el final del gobierno del general Juan Velasco en 1975, casi todas las
organizaciones de izquierda se encontraban alineadas con la lucha armada como
postura discursiva, sea por interés proselitista y vanguardista, o por expresar
abiertamente la voluntad de hacer una nueva experiencia guerrillera en el Perú.
Más allá de eso, era muy poco probable que existiera, en efecto, una insurgencia
en ciernes en la izquierda; entonces, empeñada y presionada en consolidar
posiciones en un espacio privilegiado para sus discursos contra el Estado: el de las
luchas gremiales y sindicales.
La transición a la democracia
La apertura política iniciada tras el anuncio del retiro de los militares del gobierno,
estimuló dos posturas en la izquierda. La primera supuso que la crisis del régimen
militar correspondía al avance de las luchas populares y a la inmanejable crisis
económica, de ello dedujeron que se abriría una «situación revolucionaria», la que
debía ser alimentada a través de la agitación y la propaganda en todos los
escenarios posibles. Incluso, se avizoró una «tercera fase» del gobierno militar,
cruento y mucho más represivo, al estilo de los gobiernos militares de Chile,
Argentina y Uruguay. En el otro extremo se hallaba una posición más moderada,
que intentó emplear la Asamblea Constituyente para consolidar en la legalidad las
reformas velasquistas y otras reivindicaciones y formas de organización popular.
20
«Legislar o no legislar». En: Marka, 10 de agosto de 1978, p. 13.
21
En referencia al PCP-Unidad.
22
En referencia al PCP-Patria Roja.
La decisión de participar en las elecciones a la Asamblea Constituyente de 1978 fue
motivo para nuevas rupturas y agrupamientos electorales en la izquierda23. En el
caso de VR (para entonces una de las más connotadas organizaciones de la nueva
izquierda), los dirigentes que habían destacado en la agitación campesina,
especialmente durante las tomas de tierras de Andahuaylas en 1974, habían
optado por romper y formar una nueva fracción: VR-Proletario Comunista (VR-PC).
En enero de 1978, se fundó la Unidad Democrático Popular (UDP) de la reunión de
VR, el MIR, el Partido Comunista Revolucionario (PCR) - Trinchera Roja, el PCR Clase
Obrera y otros 14 pequeños grupos (Letts 1981:87-90). La UDP convocó a los
representantes más significativos de la nueva izquierda, siendo su presidente el
abogado Alfonso Barrantes. La UDP contaba con influencia en la Confederación
Campesina del Perú, en gremios obreros y mineros, además de una destacable
presencia en las organizaciones populares de los barrios y barriadas de las
ciudades.
23
En mayo de 1978, la revista Marka identificó 34 organizaciones de la izquierda. De ellas 27
participaron en el proceso electoral a la Asamblea Constituyente, cuatro llamaban al boicot (VR
- Político Militar, VR - Proletario Comunista, el PC del P - Sendero Luminoso y el PCP - Patria
Roja); y 3 no tenían una posición clara.
24
Años después Alberto Moreno, uno de los principales dirigentes del PCP-Patria Roja, criticó
éste empeño finalmente marginal que alejaba a su partido de la acción política (Grompone
1991).
unidad revolucionaria, por la liberación nacional, la democracia popular y por la
conquista de un GPR [Gobierno Popular Revolucionario]» (PCP-Patria Roja 1978:1).
25
El FOCEP consiguió 12 curules, de las cuales 5 fueron ganadas a través del voto preferencial.
El PCP Unidad obtuvo 6 curules, 2 de ellas vía voto preferencial; el PSR un resultado igual; y la UDP
obtuvo cuatro curules, dos por voto preferencial.
26
«Proceso a la bancada de Izquierda, entrevista a Carlos Malpica.» En: Marka, 26 julio de 1979,
p. 13.
27
Ibid.
La actuación de la izquierda en la elaboración de la Constitución Política forjó una
impronta de confrontación que le acompañó en la década siguiente. No sólo
subvaloró los logros democráticos de la Asamblea Constituyente, aún en medio de
la prisa y el oportunismo con que fue aprobada, sino también la consideró
antidemocrática y reaccionaria (Sanborn 1991:179-180). De hecho, la bancada
izquierdista no suscribió la Constitución Política porque «no incluía las aspiraciones
fundamentales del pueblo peruano». Al mismo tiempo, el debate constituyente fue
el primer momento en que los grupos de izquierda experimentaron las
posibilidades del espacio democrático, y lo mostraron con claros aportes al título
de derechos fundamentales y de derechos sociales.
Debido a su nula experiencia parlamentaria, el desempeño legislativo de la
Izquierda fue pobre y caracterizado muchas veces por la intransigencia discursiva
al punto de negarse en un inicio a suscribir el nuevo texto constitucional. Por otro
lado, de forma confusa y contradictoria, es de resaltar su disposición para aceptar
las reglas de la legalidad democrática que anteriormente habían sistemáticamente
combatido y rechazado; combinado a su vez (en algunos casos) con un esfuerzo
sincero por proporcionar una representación a nuevos y amplios movimientos
sociales. En ese sentido, su participación era ambigua y daba cuenta de las
dificultades para asumir en su agenda «el asunto de la democracia como régimen
político». «Es decir, la actuación de la izquierda dentro del régimen constitucional
no estuvo dirigida a legitimar la democracia y a tratar de capitalizar políticamente
su participación en ella. Al contrario, la izquierda pensó que negando legitimidad al
régimen democrático aumentaba la propia dentro del mundo popular» (Osmar
Gonzáles 1999:147).
Otro frente que se formó fue Unidad de Izquierda (UI). El PCP Unidad y el PSR
fueron sus principales animadores, junto a otras fuerzas menores de izquierda.
De otro lado, los principales grupos de la «nueva izquierda» formaron la Alianza
Revolucionaria de Izquierda (ARI)28. El 17 de enero de 1980, la UDP y el trotskista
Partido Revolucionario de los Trabajadores suscribieron una Declaración Unitaria.
Dos semanas después, apareció el primer comunicado de la ARI en el cual se
manifestaba la expresa voluntad unitaria de ambas agrupaciones y se anunciaba la
incorporación del UNIR, el trotskista Partido Obrero Marxista Revolucionario
(POMR), el Frente Revolucionario Antiimperialista y por el Socialismo (FRAS)29, el
Partido Obrero Revolucionario (POR) y el Movimiento Revolucionario Socialista
(MRS).
28
ARI es una palabra quechua que significa Sí.
29
El FRAS estuvo integrado por el PCP - Mayoría, el PSR ML y el MIR El Militante. Estas dos
últimas organizaciones fundaron dos años después el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
(MRTA).
programas, sino las propias aspiraciones electorales no encontraban
correspondencia. ARI estalló. (Nieto 1983:113).
La ruptura de ARI trajo como consecuencia que la izquierda participara dividida en
las elecciones generales del 18 de mayo de 1980. El dogmatismo ideológico, el
caudillismo y las aspiraciones electoreras partidarias hicieron prácticamente
imposible que la izquierda se unificara y participara en una lista unitaria. Cinco
agrupaciones con sus respectivas candidaturas compitieron en las elecciones30.
La izquierda tomó conciencia de las causas de su derrota y teniendo como norte las
elecciones municipales de noviembre, empezó de inmediato con sus esfuerzos
unitarios. El resultado de estas negociaciones culminó en la fundación del frente
político electoral Izquierda Unida (IU) el 11 de setiembre de 1980, que en la versión
de sus integrantes buscaba convertirse en un «frente revolucionario de masas». Al
día siguiente de su constitución aparecía un comunicado, firmado por el PCP
Unidad, el PSR, PCR Clase Obrera, el FRENATRACA32, FOCEP, UNIR, UDP y el PCP-
Patria Roja33, en el cual se analizaba la situación política y se trazaban los
lineamientos y objetivos políticos de la actuación posterior de IU. El nuevo frente
postulaba a Alfonso Barrantes como candidato.
En el clima altamente movilizado e inestable de la época, la constitución de IU
permitió colocar, de un lado, en perspectiva y en un escenario más amplio, las ideas
de transformación social que se habían atrincherado tras las luchas sindicales y
populares en la década de los setenta. Y por otro, permitió que aquel electorado
que había votado por la izquierda en las elecciones para la Asamblea Constituyente
y las generales de 1980 no se quedara sin representantes en el nuevo escenario
político democrático.
30
En UI se quedaron el PCP Unidad, el PSR y otros grupos menores. El FOCEP designó a Genaro
Ledesma Inquieta como su candidato presidencial. La ARI se fragmentó en tres candidaturas: un
frente trotskista liderado por el PRT de Hugo Blanco Galdós; el UNIR encabezado por Horacio
Zeballos Gámez y la UDP quien eligió a Carlos Malpica Silva Santisteban como su candidato
presidencial.
31
En el Senado colocaron a 10 representantes, la mitad de ellos militantes de la UDP, el UNIR y
el FOCEP. Mientras en diputados, la izquierda ganó 14 escaños, con nueve representantes que
militaban en aquellas organizaciones.
32
El Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos se retiró dos semanas después de IU.
33
Las organizaciones Trostkistas se mantuvieron al margen de la fundación de IU.
En la primera Declaración Política de IU del 12 setiembre de 1980, los lineamientos
que planteó el frente fueron «por la destrucción del Estado burgués y la conquista
de un Gobierno surgido de la acción revolucionaria de las masas, de la clase obrera,
del campesinado y del conjunto del pueblo oprimido». «La destrucción del Estado
burgués», pasaba por la intervención de las «organizaciones genuinas del pueblo,
como las asambleas populares y los frentes de defensa, las organizaciones
sindicales y campesinas, y las organizaciones políticas de los explotados» lo que
presuponía «el derecho irrestricto de las masas a las libertades políticas y
democráticas que garanticen una auténtica democracia directa, antagónica con la
pseudo-democracia del parlamentarismo liberal burgués» (Herrera 2002: 713). La
consecución de una «auténtica democracia directa» tomaría tiempo, pero que «sin
apresuramientos de ninguna clase, es a partir de esta experiencia unitaria, [...] que
avanzaremos realistamente hacia otras confrontaciones, electorales o no, en
camino a lograr en algún momento, en que se produzcan las situaciones concretas,
un cambio revolucionario de la sociedad» (Barrantes 1985:33). La declaración de
IU se definía dentro de las pautas de una democracia que percibían, al mismo
tiempo, como insuficiente y formal. Importante constatar, sin embargo, que el
texto —aun cuando radical en su planteamiento— definía una posición de lucha
social y política que significaba deslindar con la lucha armada que ella casi
unánimemente había proclamado en los sesentas y setentas.
Para los dirigentes e intelectuales de la izquierda la democracia implicaba un
cambio de escenario de las luchas populares en la perspectiva de un cambio
revolucionario (Nieto 1983: 79); donde los representantes del «orden burgués»
pugnaban por restringir las transformaciones de la década de los setenta, con
«macartismos y simplificaciones ideológicas», para crear, en el peor de los casos,
un «miedo contra un “monstruo de siete cabezas”» y encubrir así «un sistema de
dominación que reprime, viola derechos humanos fundamentales y torna más
inhumanas las condiciones de vida de las grandes mayorías» (Pease 1981: 360). Al
considerar así al régimen democrático, la izquierda se sentía poco afecta a
contribuir a su consolidación, sin embargo, sus militantes participaron en el
parlamento y en los municipios.
Por otro lado, a pesar del positivo impacto que tuvieron los resultados electorales
y que propiciaron una inicial valoración de la democracia y sus reglas, el horizonte
de una lucha armada como momento revolucionario persistió como referente de
identidad para la mayoría de las organizaciones de IU. Sin embargo, más allá de las
declaradas intenciones de los militantes izquierdistas, de utilizar al parlamento y a
los municipios como «tribunas de agitación y propaganda», ambos se convirtieron
en un espacio más de su adaptación a las reglas y procedimientos democráticos
durante la década de los ochenta (Parodi 1993: 145).
Aquel proceso de inserción de la izquierda en la recién instalada democracia estuvo
aparejada con el «inicio de la lucha armada» del PCP-SL, el 17 de mayo de 1980. En
los años siguientes la acción de este grupo impactó de diversa manera a la izquierda
y a la democracia.
Una opinión similar era compartida por Gustavo Espinoza, dirigente del PCP
Unidad:
[…] lo primero que debe quedar bien claro es que la lucha de los comunistas
es una lucha de masas; para nosotros los actos aislados, las acciones
individuales, los métodos putchistas no solamente no son revolucionarios
sino que objetivamente benefician a los grupos contrarrevolucionarios
porque facilitan sus planes represivos. En estos actos están involucrados los
grupos derechistas empeñados en reprimir al pueblo e imponer en el país
una dictadura. Ningún grupo de izquierda por luminoso que sea tiene
capacidad organizativa ni poder de fuego suficiente para implementar una
campaña de esa magnitud y ninguna organización seria de la izquierda tiene
interés en deslizarse ahora por el sendero de las formas armadas de lucha
que no empleara tampoco contra la dictadura castrense de Morales
Bermudez. Lo de campaña terrorista resulta cortina de humo. (1980:10).
34
Comité de Familiares de Presos Políticos de Izquierda Unidad e Independientes; Sindicato de
Trabajadores de Editora La República (Comisión de Derechos Humanos). Perú: presos políticos
y derechos humanos (Razones para una amnistía). Ediciones Derechos Humanos, Lima, 1985, p.
27.
35
DESCO, Resumen Semanal, 17-23 de abril de 1982. Nro. 164, p.3.
Al igual que la democracia, la mayoría de los partidos integrantes de IU fueron
cuestionados primero por la acción del PCP-SL y tiempo después por la del MRTA.
Cada uno a su manera, llevaron a la práctica lo que la izquierda pregonó con
vehemencia durante la década de los setenta, es decir, que el poder político se
conquista mediante la lucha armada y que la revolución era inevitable. Al compartir
una matriz ideológica similar, dichos partidos no pudieron asumir una posición
clara frente al tema de la «violencia revolucionaria», ni deslindaron claramente con
el pensamiento y la acción del PCP-SL y del MRTA. Esta indefinición junto a la
ambigüedad frente a la democracia fueron los gérmenes de futuras tensiones al
interior de IU que a la postre los llevó a su ruptura cuando sus partidos integrantes
se animaron a encararlas.
Hacia 1983, la izquierda había logrado ganar audiencia entre diversos sectores del
país. Esto quedó particularmente demostrando en noviembre de 1983 cuando IU
ganó las elecciones municipales para la Alcaldía de Lima. Alfonso Barrantes resultó
elegido como alcalde. La izquierda obtuvo el 29% del total de votos emitidos en
todo el país. IU triunfó en siete capitales departamentales y 30 capitales
provinciales.
Hay que saber bien que las clases dominantes sólo admiten las libertades
democráticas cuando éstas no atentan contra sus privilegios; pienso que
hacemos bien al buscar un consenso popular favorable a la izquierda, pero
sería suicida creer que la derecha militar y civil va a respetar la Constitución
en el caso de un triunfo izquierdista. No podemos caminar sólo sobre el carril
electoral, hay que organizarse de manera que el pueblo esté en capacidad
de contestar con la violencia revolucionaria a la violencia de los opresores
(1983).
36
Previo a su victoria electoral, Barrantes había declarado que: «antes de las elecciones
municipales [se refiere a las de noviembre de 1980] la izquierda se podía dar el lujo de decir y
hacer disparates, pero ahora que, por voluntad generosa de nuestro pueblo, se ha convertidos
en la segunda fuerza, no tiene ningún derecho a decir o hacer disparates. Está obligada a actuar
con responsabilidad política, con realismo, y sin caer en esa enfermedad tan grave que es el
infantilismo. Aquellas actitudes infantiles, que creen que una sociedad se transforma con
palabras y que gozan cuando se aplaude sus excesos verbales, no tienen porvenir porque no son
la expresión genuina de los anhelos del pueblo» (1985:89).
37
Se refiere al golpe de estado, encabezado por el general Augusto Pinochet contra el gobierno
izquierdista democráticamente elegido de Salvador Allende en Chile, el 11 de septiembre de
1973.
ellas, sean legales o ilegales, abiertas o secretas, según las circunstancias»,
empleando para ello «los medios menos dolorosos posibles pues esto coincide con
la aspiración de las masas» (IU 1984:15). En sus Lineamientos Estratégico
Generales, la IU se definió:
Ese mismo año, el primer congreso del Partido Unificado Mariateguista (PUM)38
afirmó que: «la lucha electoral y la que se desarrolla en los espacios parlamentarios
o municipales conquistados, por convertirnos en alternativa de gobierno dentro del
Estado reaccionario son parte de la lucha política de masas y de la forja del poder
popular, preparando fuerzas para la confrontación a que la reacción empuja con la
defensa intransigente de sus privilegios» (1984).
En los meses siguientes, el gobierno de AP enfrentó, en su etapa final, una grave
crisis económica y un agitado panorama social debido, entre otras razones, a las
movilizaciones de los gremios y las organizaciones populares en defensa de sus
condiciones de vida; y, por otro, de la agudización del conflicto armado interno con
la incorporación a la «lucha armada» del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
38
El PUM se fundó el 23 de octubre de 1984. Los grupos que originaron este partido (VR, MIR, PCR
Trinchera Roja) convergieron con importantes trayectorias de trabajo en el sector campesino,
especialmente en la sierra sur andina, en el obrero de las ciudades y los sindicatos mineros de la
sierra central, en los gobiernos locales y en los movimientos sociales urbanos, especialmente en
la capital. Entre sus principales dirigentes se encontraban: Javier Diez Canseco, Agustín Haya,
Carlos Tapia, Eduardo Cáceres, Santiago Pedraglio, Michel Azcueta, entre otros. Al fundarse el
PUM, la UDP se disolvió, sin embargo, tiempo después, militantes del MIR-VR se apropiaron del
nombre y en octubre de 1987 se unieron al Movimiento Pueblo en Marcha.
(MRTA), desde enero de 1984, y el incremento del número de víctimas como
consecuencia de la respuestas contrainsurgente de las Fuerzas Armadas en las
zonas declaradas en estado de emergencia40. En estas circunstancias, los rumores
de un probable golpe de estado militar circularon con intensidad en los medios
políticos y de la opinión pública.
39
Como recuerda Jorge Hurtado, dirigente del PCP-Patria Roja, el argumento para que su partido
se opusiera a la postulación de IU a la segunda vuelta, «era francamente risible: no hay que ir a
la segunda vuelta porque ya se sabe que va a perder y eso va a significar un gasto innecesario
de recursos; es decir se perdieron de vista totalmente los objetivos políticos» (Herrera
2002:289).
40
Gustavo Mohme Llona, entonces director del diario La República, fue su dirigente máximo.
41
El PADIN, liderado por Miguel Ángel Mufarech, hacía poco se había incorporado a IU.
de los ochenta, parecían virar a opciones representadas políticamente por el APRA
e IU.
El hecho de que el Partido Aprista accediera al gobierno mediante las elecciones
contribuyó a la legitimación del régimen democrático. Sin embargo, esa legitimidad
se fue erosionando gradualmente ante la incapacidad de los gobiernos
democráticamente elegidos de contrarrestar el crecimiento y expansión del PCP-SL
y el MRTA, así como solucionar la campante crisis económica, a lo largo de los
ochenta y de los primeros años de la década siguiente. Hasta 1985, la acción del
PCP-SL se había circunscrito principalmente a los departamentos de Ayacucho,
Huancavelica y Apurímac, mientras que la del MRTA a la ciudad de Lima y de
Huancayo (departamento de Junín).
Durante los primeros meses de gobierno, la gestión de García consiguió ganar las
expectativas de los sectores moderados de IU, aunque no significó un acuerdo o
compromiso formal o público con las intenciones reformistas del gobierno aprista,
sobre todo en cuanto a estrategia de lucha contrasubversiva. El empeño por
diferenciarse del APRA gobernante no alejó del todo la evidente atracción que
ejercía el liderazgo de Alan García sobre algunos sectores de IU, reflejado
notoriamente por la publicitada amistad de aquel con Barrantes, quien señaló que
dicho frente no iba a caer en el antiaprismo pero tampoco en el «seguidismo
cortesano».
De ese modo, los aspectos de política económica, donde el discurso del presidente
García ponía el énfasis en el desarrollo de las zonas más pauperizadas del país,
especialmente en el sur andino, como parte de su estrategia contrainsurgente,
ganaron cierta anuencia entre sectores de la dirigencia izquierdista. También causó
un gran impacto la decisión del Presidente de investigar a fondo los sucesos de
Pucayacu y Accomarca, en agosto de 1985; así como, la destitución de altos mandos
de las Fuerzas Armadas que no dieron debida cuenta de esos hechos. Al respecto,
Barrantes manifestó: «ahora estamos seguros que se va a sancionar enérgicamente
a los oficiales y jefes responsables de la matanza de Accomarca», y que «los
excesos42 que se han producido por un grupo de malos elementos no pueden
manchar a toda la Fuerza Armada». Esta evaluación positiva de los primeros meses
del gobierno aprista contrastaba con la lectura que tenían los sectores radicales de
IU acerca de la naturaleza del APRA y las perspectivas de su gobierno.
En el mes de noviembre de 1985 apareció un comunicado de IU en la prensa escrita
que sostenía que el APRA es «una alternativa de modernización con propósitos
caudillistas y autoritarios, y sin el menor ánimo de modificar la estructura
42
Para el PCP Unidad, el PUM, el UNIR y el FOCEP, en cambio, tales «excesos» formaban parte
de la estrategia contrasubversiva del gobierno aprista. Como afirma Guillermo Herrera «en la
apreciación de la política represiva del gobierno de Belaunde y luego la de Alan García, se daban
también estos matices que contribuían a hacer más difícil la adopción de una línea clara y única
frente a estos temas» (2002:308).
capitalista de nuestra sociedad». En cuanto a materia contrainsurgente reprochó
la ausencia de cambios sustanciales en la estrategia «antiterrorista», evidente en
la impunidad con que se trataron los casos de Umaru y Bellavista, y el retroceso del
poder civil en las zonas de emergencia. El gobierno aprista fue caracterizado como
limitado por su identificación con «el gran capital industrial y la burguesía agraria»;
«su estrategia basada en la teoría de la pirámide social [...] encubre y deforma las
verdaderas contradicciones que se dan en nuestra patria». Entonces, en esas
circunstancias sólo se presentan dos opciones: la del APRA y «la que representa IU
como expresión organizada del movimiento social, democrático, popular y
antiimperialista»
Con tal declaración, IU intentó colocarse a la izquierda del PAP, tratando de
mantener un perfil diferenciado, evitando en lo posible que su identidad se diluyera
ante la acción gubernamental aprista. Como plantea Gonzáles, cuando el PAP, bajo
la conducción de Alan García «asume un lenguaje que entroncaba con el
sentimiento popular y, más aún, se apropia de banderas esgrimidas por la izquierda
(como revolución, cambio social, antiimperialismo, lucha contra los poderes
económicos) y que habían identificado también al APRA auroral», la IU se veía
obligada a «redefinir sus conceptos. Entre ellos [...] el de la democracia»
(1999:203).
En ese contexto, los militantes, en particular, los jóvenes, exigieron a sus dirigentes
una actitud más consecuente con los postulados revolucionarios enarbolados hasta
entonces. La percepción de la distancia entre los acuerdos partidarios y el
cumplimiento de los mismos provocó, en el caso del PCP-Patria Roja por ejemplo,
la separación de un importante contingente de sus militantes y dirigentes.
En diciembre de 1986, apareció una Carta al Partido, firmado por 11 dirigentes del
PCP-Patria Roja, dirigida a Alberto Moreno entonces Secretario General de dicho
partido. En ella, bajo un lenguaje partidario, se criticaba a los máximos dirigentes
por su alejamiento de la Línea General, es decir de «preparar al partido para la
guerra», aprobada en su V Congreso, y las desviaciones reformistas en las que
habrían incurrido.
Existe también, a nuestro modo de ver, cierta incomprensión y/o
inconsecuencia con la Línea General del Partido, así como una peligrosa
distorsión de algunos aspectos medulares de la doctrina del proletariado y
del Partido particularmente en los referidos al Estado, a la democracia
burguesa, al problema del poder, a la concepción de la táctica y la estrategia
revolucionaria, a la concepción dialéctica del desarrollo objetivo, entre
otros, que han conducido a una sobrevaloración de la legalidad, a la
subestimación del trabajo de masas; a la renuncia de la agitación y
propaganda revolucionarias, a la absolutización de la lucha por las reformas
–de acuerdo a una visión evolucionista de la lucha de clases, a la
subestimación y hasta negación del papel de clase dirigente del proletariado,
a la virtual liquidación del aparato ilegal del partido, y al abandono de los
preparativos de la lucha armada por el poder, más concretamente, para
afrontar consecuentemente la situación revolucionaria y la guerra civil que
el V Congreso y los posteriores plenos del CC [Comité Central] prevén»
(1986:3).
43
Rénique, José Luis. La Batalla por Puno. La guerra senderista en la sierra sur del Perú. Informe
preparado para la CVR, julio del 2002.
empeño por el PUM, el PCP Unidad y la UDP44, en Villa El Salvador, en noviembre
de 1987. Este evento resulta ejemplar para ilustrar los empeños izquierdistas por
hacer operativa una estrategia de «poder popular» en la gestación de un nuevo
estado. La ANP se proponía «el diseño, aunque fuera inicial, de un régimen
democrático alternativo», y a pesar de su gran presencia de «masas» terminó,
quizás justamente por eso, proponiendo la convocatoria a un paro nacional,
negociando la forma de aquel entre el PUM y el PCP Unidad, cada uno colocando a
la ANP y a la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) como la
llamada a dirigir el paro.
En dicho evento se enfrentaron con particular publicidad las opciones más
extremas de la izquierda. A ello contribuyó el desempeño de la UDP, que se acercó
al PUM para sostener un punto de vista que contemplaba lo inevitable de una
confrontación armada como fin del periodo de gobierno aprista. Un informe del
Comité Central del PCP Unidad analizaba el rol del PUM en este sentido:
Como sabíamos de antemano, el PUM tiene una concepción subjetiva sobre la
situación actual, considera que nuestro país vive ya una situación revolucionaria -a
veces la llama prerrevolucionaria- que está a punto de hacer crisis y, por tanto, urge
tomar el control total del movimiento obrero para realizar acciones de gran
envergadura tendientes a derrocar al gobierno aprista para posibilitar el inmediato
acceso del movimiento popular al poder (Herrera 2002:426).
Pero el PCP-Unidad dudaba de estas intenciones «en apariencia radicales» del
PUM, y las interpretaba mas bien como «electoreras», efectuadas con el afán de
ganar hegemonía en el escenario de una ANP con «aproximadamente 1200
organizaciones sindicales, sociales, políticas, etc.», colmada de dirigentes proclives
a ese discurso. Una reunión posterior de delegados de la ANP hizo mención a la
urgencia de la autodefensa de masas como «cuestión actual, central, vital, que de
no ser atendida en concreto como una tarea cotidiana sería el más grave error»
(Herrera 2002:429).
En el difícil proceso seguido por IU para sostener en un sólo frente a las opciones
moderadas y radicales, la ANP contribuyó paradójicamente a separar aún más a las
tendencias en conflicto. Si bien los moderados no se opusieron ni atacaron el
evento, lo dejaron pasar y a la postre, pudieron contemplar su disolución en el
curso de su propia y cada vez más exigua dinámica.
44
A fines de septiembre de 1987, el Movimiento Pueblo en Marcha y la UDP, influenciado por el
MIR Voz Rebelde, se unificaron y acordaron que el nuevo movimiento político llevara el nombre
de UDP.
permanentemente en su naturaleza «revolucionaria» por la acción del PCP-SL y el
MRTA, quienes en un clima social convulso como el de fines de los ochenta se
convirtieron en importantes focos de atracción de una militancia izquierdista cada
vez más radicalizada, para la que era necesario encontrar respuestas frente al
crecimiento de Sendero Luminoso y la militarización, que victimaban a numerosos
dirigentes y militantes de la izquierda legal. Así, en el segundo congreso del PUM,
realizado en octubre en 1988, se diagnóstico que el país se dirigía inexorablemente
a una quiebra del régimen democrático y a la militarización, por lo que su
«propuesta estratégica y táctica» fue la de establecer un «viraje global» del partido
«y del conjunto de la IU y demás fuerzas de izquierda, para enfrentar
victoriosamente la confrontación que se vislumbra como desenlace del actual
periodo táctico» (PUM 1988).
Tal proposición implicó el desenlace de las propias tensiones dentro del PUM,
donde un sector significativo de dirigentes —varios de ellos autoridades políticas
locales y parlamentarias— intentó revisar las conclusiones a las que la mayoría del
congreso iba llegando respecto a la necesidad de organizar una estrategia
insurreccional en perspectiva de un desenlace militar hacia el año 1990. Santiago
Pedraglio, dirigente nacional del PUM del sector moderado afirmaba:
Nicolás Lynch, otrora militante del PUM, resume esta ambigüedad denotando la
voluntad de IU por emplear los espacios democráticos como etapas preparatorias
de un momento revolucionario, por lo que el objetivo estratégico de IU no pasaba
necesariamente por la defensa y soporte de la democracia (1999:202). Además
señaló la dificultad de la izquierda para escapar de la actividad de «intermediarios»
que había tenido a lo largo de la década de los setenta con los movimientos
sociales, la que había limitado su efectividad como actor político. Esa relación de
intermediario había estado signada por «formas tradicionales de relación
clientelista con la población» lo que determinó que la participación de la izquierda
en espacios de representación estatal (en el Parlamento y en los municipios en
particular) en muchos casos «sirviera para el ascenso social y el enriquecimiento
personal de quienes ocuparon estas posiciones» (1999:203).
El último ensayo por proponer una izquierda legal con cohesión, unidad táctica y
estratégica, se frustró en el único Congreso Nacional de IU, realizado en Lima, en
enero de 1989. Fue el momento de encuentro de todas las tendencias reunidas en
1980, y que a lo largo de nueve años habían seguido un desarrollo contrapuesto y
a menudo antagónico con las otras posiciones organizadas en IU, con el saldo final
de la renuncia de Alfonso Barrantes y el sector reformista minoritario que formaría
a la postre Acuerdo Socialista de Izquierda (ASI) que se desplomaría en las
elecciones de 1990.
En este evento hubo un aparente triunfo de las opciones que promovían la
organización del movimiento popular, del poder popular, en la perspectiva de
constituir a IU en un «frente revolucionario de masas», y así darle una nueva
organicidad, y colocarse como una opción válida para las elecciones presidenciales
de 1990. Así, por ejemplo, de un lado, se aprobó una tesis política que sostenía lo
siguiente: «aunque en términos estratégicos generales, IU no renuncia por
principio a ningún medio ni forma de organización [...] en el presente período
nuestra estrategia de organización y movilización política de masas, opuesta
polarmente a la de Sendero Luminoso, no contempla la adopción de la lucha
armada, porque, por todo lo antes señalado, ella no es compatible con los objetivos
políticos que hemos establecido» (Herrera 2002:499).
Y por otro, en cuanto al plan de acción política, como recuerda Guillermo Herrera,
entonces dirigente del PCP Unidad, se propusieron dos propuestas: una, que
«enfatizaba la importancia de ganar el gobierno considerando que eso era lo que
estaba en juego en las próximas elecciones generales [de abril de 1990] y para lo
cual nos encontrábamos en condiciones»; y otra, que «incidía en que era
fundamental también ganar el poder, pues de otro modo podríamos ganar el
gobierno pero no estaríamos en condiciones de hacer cambios en el sistema
capitalista» (2002:501). Ambas propuestas fueron sustentadas por el PCP Unidad,
el PSR, el PCR, el MAS45 y la Convergencia Socialista; y por el PUM, el UNIR y el
FOCEP respectivamente. Cuando fueron sometidas a votación la primera ganó por
un ajustado margen de 187 votos de diferencia.
No obstante esta aparente aclaración, las ambigüedades continuaron respecto a
otros temas como el de la autodefensa, por ejemplo la campesina, frente a la cual
competían en el discurso con el empeño gubernamental por organizarlas y
armarlas para el combate exclusivo contra el PCP-SL; ó de las propias
organizaciones partidarias, como en el caso del PCP Unidad, que veía «la
45
Entre sus principales líderes se encontraban Henry Pease y Rolando Ames.
autodefensa armada como una necesidad perentoria frente a la agresión de
Sendero Luminoso y de las bandas paramilitares» (Herrera 2002:500).
46
Los asesinatos de dirigentes y militantes de IU izquierdistas empezaron poco tiempo después
de iniciado el conflicto armado interno. Uno de los primeros crímenes se perpetró el 10 de
noviembre de 1983 cuando el candidato a la alcaldía del distrito de Acobambilla (provincia de
Huancavelica, Huancavelica) fue asesinado por integrantes del PCP-SL. Estos asesinatos se
incrementaban durante los períodos electorales. Asimismo, las fuerzas del orden detuvieron,
torturaron, desaparecieron y ejecutaron extrajudicialmente a decenas de militantes de IU
acusándolos de «terroristas».
hacía IU, tal y como quedo señalado en sus Tesis políticas para su I Congreso, era
porque «privilegiaba acciones militaristas al margen de las organizaciones
populares» (Herrera 2002:306).
El 3 de noviembre, en medio de la campaña para las elecciones municipales, la
iniciativa por movilizar a la población frente a la amenaza de un paro armado en
Lima fue quizás la reacción más eficaz de IU sobre la ciudadanía, para enfrentar con
una acción emblemática, el estado de terror que fomentó el PCP-SL desde 1980. La
convocatoria de Henry Pease, candidato de IU, recibió el apoyo de casi toda la clase
política, y en la ciudad se organizó una de las más multitudinarias marchas contra
el PCP-SL que hubo en todos los años del conflicto armado interno.
Hasta entonces, IU, de un lado, no había experimentado las consecuencias de su
ruptura en enero de 1989. Éstas se hicieron evidentes en las elecciones municipales
del 12 de noviembre de 1989. IU obtuvo el 12%, mientras que el Acuerdo Socialista
de Izquierda (ASI) logró el 2% de la votación. El novísimo Frente Democrático
(FREDEMO), liderado por Mario Vargas Llosa, había obtenido poco más del 32% en
todo el territorio nacional. En Lima, en tanto, el independiente Ricardo Belmont fue
elegido como Alcalde para el siguiente periodo de gestión municipal. Una vez más,
IU no volvió a repetir su desempeño electoral nacional de 1983. Sin embargo, en
las elecciones regionales, realizadas el mismo día, un número importante de
candidatos del UNIR y del PUM fueron elegidos como diputados regionales en
Arequipa, Cuzco y Puno.
El bloque radical (PUM, UNIR, FOCEP y el BPR 47) compartía la visión de que el país
marchaba a un acelerado proceso de polarización entre la izquierda y el FREDEMO,
y en el caso de ganar IU las elecciones «la cuestión del poder» estaría a la orden del
día. Si, por el contrario, el FREDEMO resultara triunfador en las elecciones, la crisis
social y económica se agudizaría como consecuencia de la ejecución de su
programa de reformas neoliberales para lo cual es indispensable contener y
derrotar la respuesta de IU y de los sectores populares. En tal sentido, era
imprescindible prepararse para estar en condiciones de combinar «todas las
formas de lucha». Mientras tanto, tenían que afrontar las elecciones generales de
1990.
Con la intención de revertir el fracaso electoral municipal de noviembre, en los
meses siguientes, tanto IU como el entorno de Alfonso Barrantes, organizados
principalmente en Izquierda Socialista (IS), trataron de llegar a acuerdos que les
permitieran participar en una sola lista en las elecciones generales de abril de 1990.
47
Formado tras la ruptura del grupo de Sosa Chaname con el PCP-Unidad y donde se adhirieron
rápidamente personajes como Yehude Simón (Lambayeque), Lucas Cachay (San Martín), entre
otros.
Sin embargo, sus intentos fracasaron. La izquierda se presentó dividida en las
elecciones.
Su indefinición ante la lucha armada, que provocó que diversos sectores acusaran
a IU de estar influenciada por los grupos subversivos48, la campaña electoral del
FREDEMO que asociaba el fracaso del gobierno aprista como consecuencia directa
de la ejecución de un programa de corte izquierdista muy parecido al que pretendía
llevar a cabo IU, en caso de llegar al gobierno; y las polémicas con Izquierda
Socialista terminaron erosionando el respaldo de la ciudadanía y en particular el de
los sectores populares de quienes la izquierda se proclamaba su representante.
IU alcanzó el 8% e IS obtuvo el 5% de la votación. El FREDEMO ocupó el primer lugar
con el 33% de la votación seguido de Cambio 90 con el 29%, mientras que el APRA
alcanzó el tercer lugar con un 22% de la votación (Tuesta 2001). Mario Vargas Llosa
(FREDEMO) y Alberto Fujimori Fujimori (Cambio 90) fueron los dos candidatos que
pasaron a la segunda vuelta electoral para elegir al nuevo mandatario. Días
después, los partidos que integraban IU evaluaron su derrota. Para el PUM «la
derrota electoral expresa el creciente distanciamiento con los movimientos
sociales más importantes. En la autocrítica sería erróneo poner el acento de la
responsabilidad de la derrota, a los adversarios. La ruptura con el Acuerdo
Socialista (en enero de 1989) afectó, pero ese hecho era ya evidente el mismo día
que culminó el I Congreso Nacional. Durante meses las actitudes vacilantes con el
barrantismo, tuvieron una responsabilidad central en lo que sucede» (Herrera
2002:663).
Los primeros días de mayo, el Comité Directivo Nacional de IU analizó las causas de
la derrota electoral. Entre otras razones se señaló el alejamiento de los
movimientos sociales, el mantenimiento de una imagen del país que no
correspondía con la realidad y la incapacidad para desarrollar una estrategia de
gobierno y poder, y la imposibilidad de contrarrestar el impacto de la crisis del
socialismo real en Europa. Por último, «la división de la izquierda» y «la forma como
se procesó [...] restó credibilidad como alternativa de gobierno y de poder a los
ojos del pueblo» (Herrera 2002:663). El PCP Unidad coincidía en líneas generales
con la evaluación hecha por el Comité Directivo Nacional de IU. Además sostuvo
que una de las razones para el fracaso de IU fue que no paso de ser un mero frente
electoral. En ese sentido, «no se construyeron organismos sectoriales, tampoco IU
trabajó por repotenciar la dinámica popular y se quedó preocupada centralmente
en encarar las elecciones municipales y generales» (Herrera 2002:666).
48
Incluso, las críticas surgieron de sus propias filas. Alfonso Barrantes señaló que el MRTA estaba
ligado a IU. Henry Pease, dirigente de IU, respondió a Barrantes afirmando que todos sus
miembros, incluido Yehude Simon, habían firmado una adhesión escrita de deslinde con las
posiciones «terroristas». DESCO Resumen Semanal, 17 de enero de 1990
En la segunda vuelta electoral, la izquierda (IU e IS) pidió a su militancia que votara
a favor del candidato Alberto Fujimori. Así, el PCP-Patria Roja afirmó que «se
impone derrotar el proyecto neoliberal, derechista, protonorteamericano y
visceralmente anticomunista y autoritario del gran capital que representa Vargas
Llosa». Santiago Pedraglio, secretario general del PMR (Partido Mariateguista
Revolucionar, escisión del PUM), manifestó su apoyo a la candidatura de Fujimori.
Similar pedido fue hecho por Ricardo Letts (PUM) durante una entrevista en la
televisión. En tanto, el senador Carlos Malpica (PUM) planteó a la dirigencia de IU
dejar a su militancia elegir al candidato presidencial que considere conveniente a
los intereses del país. El UNIR también planteó votar por Alberto Fujimori. Opinión
compartida por Sinesio López (IS). Finalmente, IU en un comunicado sostuvo que
no puede votar por MVLL, y que el voto en blanco o viciado sólo contribuirá a
aumentar las posibilidades de triunfo del FREDEMO. Por tal razón, plantearon votar
por Cambio 90.
Con el apoyo de la izquierda y el APRA, Alberto Fujimori fue elegido presidente.
Poco tiempo después Fujimori nombró a Gloria Helfer (IU), Fernando Sánchez
Albavera (IS) y Carlos Amat y León (IS) como Ministros de Educación, Energía y
Minas y Agricultura respectivamente. La elección de Helfer como ministra causó
nuevas discrepancias entre los partidos integrantes de IU. El PUM afirmó que IU
estaba co-gobernando. Días después Helfer renunció a IU «con el fin de no reducir
en lo más mínimo la libertad política del Frente respecto al nuevo gobierno».
Aquellas discrepancias ponían en evidencia la grave crisis que afrontaba IU después
de la derrota electoral.
En setiembre, el PUM anunció su plena autonomía con relación a IU. Situación que
lo llevó a enfrentarse con el PCP Unidad que trataba de mantener la unidad de IU.
Y «con relación al anuncio del PUM de transformarse en un partido apto para todas
las formas de lucha, se plantea la necesidad de profundizar la aplicación de la línea
aprobada en el IX Congreso: desarrollar dentro de la construcción de los factores
de poder popular la autodefensa de masas; y evaluar —para reorientarlo— el
trabajo de seguridad del Partido» (Herrera 2002:681). Así embarcados cada uno en
su lógica partidaria, a pesar de algunas declaraciones públicas en contra, IU fue
debilitándose.
49
Resulta importante resaltar que el grueso de cuadros consecuentes de los partidos integrantes
de IU, fueron constantemente relegados (expulsados, obligados a renunciar e incluso expuestos
sin mayor protección ante las fuerzas terroristas) por las burocracias oportunistas y caudillos,
que paulatinamente (sobre todo con la entrada desenfrenada al juego democrático), fueron
enquistándose en las direcciones de los partidos. En síntesis, el viejo “liquidacionismo político”
vuelvo moneda común en la práctica de los otrora “Partidos Revolucionarios”.
del libre mercado”, fueron consignas no solo repetidas por los FREDEMISTAS (ahora
conversos Fujimoristas) sino por decenas de los otrora “cuadros dirigenciales” de
los Partidos de la Izquierda Unida. La desaparición y reconversión del PUM en el
PDD (Partido Democratico Descentralista) de corte SocialDemocrata (de la nueva
“tercera vía” que renegaba furibundamente de los postulados marxistas). La
práctica desaparición y bancarrota moral del PCP-Unidad, que expulsando a su
antigua dirección pro-soviética (Huamantica, Del Prado, Espinoza, etc.) y bajo el
discurso del “viraje” cayo en prácticas lumpenescas, apropiándose particularmente
de la totalidad de bienes de su Partido y favoreciendo a un control mafioso del
único gremio relevante que aún conservaba (Construcción Civil y a través de él la
CGTP).
50
Resulta importante destacar el papel del cc. José Ramos Bosmediano “Graco” que durante la
primera mitad de la década resistió heroicamente a la dictadura desde la Secretaria General del
SUTEP. Por otro lado, al cc. Andes, que desde el Comité Regional “Mario Florian” de Cajamarca
del PCP-PR, planteo una política orientada a la resistencia del movimiento rondero frente al
copamiento que pretendía Fujimori de este a través de los Comités de Autodefensas. Entre otros
destacados cuadros que dieron cara en ese difícil periodo, como Nguyen Hilares (dirigente
estudiantil de la UNSAAC de Cuzco asesinado por el PCP-SL en 1992) y los jóvenes comunistas
que resistieron a la dictadura, agrupados en la Juventud Popular (JP).
51
Experiencia muy similar al saqueo de las Cooperativas Magisteriales en las décadas de 1970 y
1980, bajo la dirección de Salazar Pasache y otros “prominentes miembros del Buró Político”. O
el saqueo sistemático de la UNMSM bajo la rectoría de Wilson Reátegui Chávez entre 1990-
1995, entre otros casos donde esta práctica fue común en el PCP-PR.
programáticos y organizativos por las sucesivas direcciones del Partido en 26 años,
solo quedo como un mero “recurso discursivo más" para evitar la fuga de la
militancia y legitimar a una dirección que no ha cambiado en lo sustancial en casi
50 años). Han terminado por generar una desmoralización general del grueso de la
militancia consecuente, expulsiones, renuncias, han marcado las últimas décadas
del que a inicios del S.XXI se presentaba como la única organización Marxista-
Leninista vigente y activa en el territorio nacional.
¿Conclusiones?
Este apartado final, se presenta como una interrogante, en este breve recuento
(aún en extremo incompleto52) no se busca como punto de partida sentar una
posición rígida y única de nuestra historia. Sino ser el inicio de un necesario y
profundo debate; que por sus características escapara incluso a la I Reunión
Nacional para el que fue preparado este documento y que abonara
indefectiblemente, como insumo matriz, a la necesaria e histórica Conferencia
Refundacional de nuestro Partido. Esperamos que este documento sea un insumo
vital, de partida, contingente y útil para el devenir de nuestro pueblo, de nuestra
incipiente militancia, de nuestros cuadros y de la suerte misma de la Revolución a
la cual han estado, están y estarán empeñados todos nuestros esfuerzos y sueños
de constructores.
ESCENARIO POLÍTICO53
“La salida de la crisis económica global que afecta a todas las naciones no se
vislumbra por su carácter sistémico. Los remedios aplicados por los poderosos se
han dirigido a proteger a las instituciones y prácticas que le dieron origen a
descargar el terrible peso de las consecuencias sobre los trabajadores en sus
propios territorios y en particular en los países subdesarrollados.”
VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (2011)
52
Una de las principales ausencias es el proceso de ruptura en el PCP-PR a mediados de la década
de los 70tas y la formación del PCP-Puka Llaqta. Sobre este proceso, en extremo importante
para la historia y desarrollo de los acontecimientos del siglo pasado, se realizara un documento
anexo.
53
Informe sobre el Escenario Político recogido casi en su totalidad de los Documentos
Congresales del Comité Local “Genaro Palacios” de los Comunistas de la Provincia de Cajamarca,
Región homónima.
El cambio de era
Es imposible abordar la realidad política, económica y social sin dar espacio al
cambio de era que se está produciendo como consecuencia directa de la
sobrecarga informativa, que a grandes pasos, está cambiando el quehacer de las
organizaciones y fortaleciendo la hegemonía ideológica del capitalismo.
Para entender esto, antes es necesario comprender el poder de Estados Unidos, a
través de las cinco superioridades que otorgan a este país el dominio mundial:
primero, está superioridad económica que inclusive le ha permitido hacer frente a
la crisis del 2009; segundo, la hegemonía en el campo político que le permite
imponer su parecer en todas las asambleas de la ONU; tercero, su gran poderío
militar que le permite monitorear, vía bases militares y satélites el desplazamiento
de grupos insurgentes en todo el planeta y con la cual ninguna nación puede
competir; cuarto, está su del dominio campo científico donde concentra casi todos
los avances de la humanidad y en donde no existe aún otra potencia que le pueda
hacer frente, como fue el caso de la Unión Soviética.
La quinta y última hegemonía norteamericana es el dominio de la ideológica; es
decir, su control del sentido común. En este último dominio, el imperialismo ha
generado una sobrecarga informativa que, desde las plataformas cibernéticas, está
fortaleciendo ampliamente su poder. Todo ello, bajo el paraguas de la supuesta
"democratización" de los formatos comunicacionales y que ha abierto un banco de
datos extraordinario de la población mundial.
Las corporaciones como Facebook y Google, hoy por hoy, controlan vía algoritmos
toda la información que es considerada "relevante" según el grado de interacción
que tienen las personas en dichos espacio, dando como resultado el fenómeno de
la burbuja ideológica. En otras palabras, vernos a través de las redes sociales y en
internet mismo solo la información que las corporaciones saben que nos va a
agradar, creando una suerte placebo virtual donde nos refugiamos cuando la
realidad nos es adversa: un escapismo.
Según estudios, en los últimos 10 años se ha generado más información que en los
100 años anteriores. La forma de comunicarnos está variando a través de la barrera
tecnológica que hoy representa estos espacios. Expertos hablan no de un cambio
de época sino de un cambio de era, cuyas manifestaciones se expresan más en las
nuevas generaciones que en la mayoría de los casos ha aprendido más de los
medios audiovisuales (donde imperan las emociones) que de los escritos (imperio
de las ideas).
Este debate no es nuevo, de hecho fue planteado por primera vez por Sartori
cuando advertía que la humanidad estaba asistiendo al nacimiento del homo
videns. Hoy, no cabe duda que a través del microblogging, las comunidades
virtuales, las aplicaciones y el desenfreno por la tecnología, las nuevas
generaciones son las víctimas de este severo cambio.
Por eso comprender la realidad mundial es casi imposible. La sobre carga de la
información dificulta el proceso de asimilación del conocimiento y su posterior
conversión en saber. Corno izquierda, tenemos el reto de ganar la batalla del
sentido común desde un espacio marginal. Por eso, este informe —como se verá
más adelante—pretende afianzar nuestro actuar político.
Mundo
Todo lo descrito sobre el cambio de era, debe ser enmarcado dentro de la lucha
política mundial donde en los últimos años las fuerzas de izquierda y progresistas
han tenido un importante protagonismo. Veamos algunos detalles del escenario
mundial actual:
La llegada del siglo XXI no solo supuso el retorno de las posturas progresistas en
todo el mundo, sino abrió un nuevo proceso en la política mundial estableciendo
en el debate del fin del mundo unipolar. Esto debido al surgimiento de nuevas
coaliciones que buscan, desde hace una década, disputar el dominio del
imperialismo norteamericano.
Rusia y China, desde el continente asiático intentan cambiar el mapa político del
planeta. Para ello han sumado a países como Sudáfrica, India y Brasil, en la
conformación del BRICS. Ambos países han sufrido una serie de cambios internos,
la primera a partir de la desintegración de la Unión Soviética que no solo significó
un golpe fatídico para la izquierda en todo el mundo, sino que produjo un proceso
de balcanización y reintegración de territorios a Rusia que, aún hoy, después de
más de 25 años, sigue cambiando la geografía de las naciones que surgieron a partir
de la caída de la URSS. Esto quedó ampliamente demostrado en la anexión de la
península de Crimea a Rusia, a pesar de las advertencias y sanciones de los aliados
de la OTAN, y que fue consecuencia directa del conflicto interno llevó a Ucrania a
una cruenta guerra civil. Por su parte, la patria de Mao Tse Tung, actualmente tiene
un papel muy importante en la economía mundial, como producto de la llamada
apertura económica que fuera impulsada por Deng Xiaoping y continuada por los
sucesivos gobernantes chinos; lo anterior a precio de convertir su economía en una
variante capitalista extremadamente brutal con la nueva clase obrera China y
donde (debido al recorte casi total de derechos laborales) se han afincado la
mayoría de mega corporaciones del mundo (destacando Apple, Microsoft, Nike,
entre otras); sumando una política similar a USA entorno a una escasa
preocupación por el daño ambiental que la inmensa industria China (al igual que la
totalidad de potencias capitalistas del mundo) genera al planeta. Si bien los
conflictos internos existen (impulsados por su competencia inmediata en el mundo
–USA- y en la región asiática –Japón-) como es el caso de Taiwán y el caso del Tíbet,
esto no medra el poder militar que tiene China en la zona. Además, hay que tomar
en cuenta el papel que juegan naciones como Corea del Norte, que a pesar de su
carácter altamente beligerante, son una pieza clave para que el Estado Chino tenga
un papel destacado en la política mundial.
La fuerza las dos grandes economías mencionadas, da como resultado la
multilateralidad como un hecho casi irreversible, mas no quiere decir que
Norteamérica no tenga la capacidad de intervenir en los asuntos internos de otros
países: La guerra contra Afganistán e Irak son la prueba más clara; otra, es el
nefasto papel que protagonizó Estados Unidos durante la llamada Primavera
Árabe, donde abiertamente financió a la oposición del gobierno de Gadafi en Libia,
tal como lo hizo tiempo después en Siria.
El apoyo complaciente de Europa, solo ratifica lo dicho. En este continente, las
fuerzas progresistas han recuperado algún espacio como es el caso de Italia, Gran
Bretaña y España, pero que es insuficiente pues aún no logra cambiar la correlación
de fuerzas para hacer frente a países donde impera el neoliberalismo como
Alemania y Francia.
Otro escenario que haremos mención, es el papel de Latinoamérica, que con la
llegada al poder de Hugo Chávez pasó a una etapa de renacimiento de la izquierda
y que inspiró el surgimiento de gobiernos progresistas en todo Sudamérica.
Ecuador y Bolivia, son los espacios más definidos para los procesos de cambio, pero
no son los únicos. Estos procesos de cambio, según analistas, se debe
principalmente a dos aspectos: el primero el "mal ejemplo" de Cuba que durante
décadas ha seguido pregonando incansablemente el socialismo como alternativa
al capitalismo, y El segundo aspecto es que Brasil, siendo parte de los BRICS, se
convirtió en una país en camino a ser potencia; sosteniendo un modelo con fuerte
presencia estatal en la economía (la empresa de bandera nacional PETROBRAS) que
cuestiona las lógicas matrices del modelo neoliberal. Sin embargo, es necesario
resaltar que a pesar de los notables avances en materia de necesidades
fundamentales de la población (salud gratuita y de cobertura universal, educación
de calidad y masificada, recuperación por parte del estado de sectores estratégicos
de la economía, avance lento pero sostenido hacia la diversificación productiva –
industrialización cuyo caso más notable es Bolivia-, entre otras conquistas
importantes); estos procesos aún no han podido romper con la matriz capitalista
de producción (el control de la producción aún no está en manos de la clase
obrera), lo cual le da un gran margen de maniobra a la Burguesía presente en cada
uno de esos países. Esto configura una situación de polarización creciente, siendo
Venezuela uno de los principales campos de batalla y de expresión de esta
polarización; el poder político se mantiene en mano de amplias alianzas
progresistas pero la producción se mantiene en manos de la Burguesía dándole
margen para sabotear el suministro diario de alimentos, generar una “situación de
escasez creciente” que por si fuera poco los beneficia económicamente al constituir
un sólido mercado negro donde la especulación tiene un peso gravitante. En este
tránsito se encuentran los actuales procesos de cambio en Latinoamérica,
recogiendo una idea del comunista italiano Antonio Gramsci: “El viejo mundo se
muere. El nuevo tarda en aparecer y en ese claroscuro surgen los monstruos”. El
futuro de los procesos de cambio, su profundización y la resolución definitiva a la
sociedad socialista, depende fundamentalmente del pueblo organizado, de la clase
trabajadora, del cambio de correlación de fuerzas y de la toma definitiva de los
medios de producción por quienes los trabajan. Es necesario resaltar que la falta
de una organización o destacamento de vanguardia en estos procesos, ha sido un
factor gravitante para el estancamiento o el lento avance de los mismos; la falta de
cuadros políticos a todo nivel social, que garanticen una misma orientación, una
misma determinación y un mismo camino estratégico a seguir, se hace una
necesidad cada vez mayor para el futuro de los procesos de cambio
Latinoamericano y para el mismo futuro de la Revolución Peruana.
Sin embargo, a lo avanzado, se suma también otro grave peligro, debido a la
intervención del imperialismo que, a través de la estrategia del golpe blando,
pretende desestabilizar la región financiando a la oposición, generando crisis
económicas y el posterior golpe parlamentario. Tal y como ha sucedido en
Paraguay, Brasil, Honduras, Nicaragua y últimamente en Venezuela. Esta forma
ilegítima de intentar capturar el poder por la derecha ha generado una serie de
crisis que, bien que mal, han tenido sus repercusiones en nuestro país. Por otro
lado, Perú, junto con México y Colombia, representa actualmente las fuerzas más
conservadoras de Latinoamérica. México con sus diversas nacionalidades e
idiosincrasias, hoy es gobernado por el PRI, luego del absoluto fracaso de la guerra
contra el narcotráfico que impulsara el anterior gobierno del PAN. Lo propio sucede
en Colombia, donde fracasó el acuerdo de paz entre las FARC y el gobierno de
Santos. Los pueblos de estos dos países tienen retos similares a los nuestros:
revertir el neoliberalismo desde la marginalidad y con la hegemonía todopoderosa
del poder económico en su contra.
Perú
Nuestro país, en este caso, es quizá el más conservador de todos. No solo tenemos
un partido nacido de las canteras de una dictadura con amplio respaldo popular y
con pleno dominio del Congreso de la República; sino también tenemos una
izquierda parlamentaria que en vez impulsar una plataforma máximalista que
aborde los problemas nacionales y se vincule a las problemáticas cotidianas más
sentidas por la población; se ha reducido a impulsar luchas (que sin restarles validez
se encuentran alejadas del sentir mayoritario de la población y tienen un marcado
carácter de clase que incluso dentro de las mismas comunidades que defienden se
muestran en extremo elitizadas) como la Unión Civil, entre otros proyectos de ley.
Dando corno resultado un actuar coyunturalista que la sume cada vez más en la
marginalidad.
Las últimas elecciones nacionales, que fueran calificadas por observadores
internacionales de “semidemocráticas”, son el más claro ejemplo de la debilidad
de los partidos y de la ausencia de memoria colectiva. Si sacar de la carrera electoral
a César Acuña y a Julio Guzmán fue escandaloso, el mantener preso a Gregorio
Santos para impedir que compita en igualdad de condiciones es ya una vergüenza.
Ambos pasos fueron premeditados por los grupos de poder que quieren mantener
el estatus quo. No podemos dejar de mencionar el silencio cómplice de sectores
que, gracias a financiamiento de ONG´s ligadas a la CIA y que se reclaman de
izquierda, silenciaron el caso de la candidatura de Goyo.
Como último aspecto a tomar en el análisis están los escándalos relacionados con
la empresa Odebrecht, cuyas denuncias alcanzan a todos los expresidentes
(Toledo, Alan García y 0llanta). Este caso más que golpear al sistema está
destruyendo la imagen del Poder Ejecutivo y curiosamente viene fortaleciendo, en
parte, al Poder Judicial que bajo la presidencia de Duberlí Rodríguez está iniciando
una serie de pesquisas fiscales cuyos resultados judiciales serán inciertos, durante
mucho tiempo. Al contrario de lo esperado, las marchas contra la corrupción no
han tenido la respuesta esperada; esto se debe a que el grueso de la población ha
aceptado corno tolerable la premisa "roba pero hace obra" y también al blindaje
otorgado por los medios de comunicación a las grandes empresas, lo que ha forjado
la idea que el caso Odebrecht es "cosa de políticos".
Sin embargo, en los últimos meses del presente año, con la cada vez más
escandalosa corrupción campante en el Perú, la aparición de los “Kenjivideos” y la
compra de Congresistas (funesta imagen que nos recuerda a los peores momentos
de la Dictadura de 1990), los exmandatarios procesados (Ollanta Humala), prófugos
(Alejandro Toledo), los que gozan la impunidad (Alberto Fujimori y Alan García) y la
reciente caída del Gobierno de PPK; configuran un escenario de creciente
polarización y emergencia de nuevos actores sociales en lucha, que
innegablemente, con una clara conducción, pueden salpicar el actual proceso
electoral en curso y el devenir de los acontecimientos futuros del país.
Apuntes para una aproximación a la
estrategia y táctica de los comunistas
peruanos.
Cuando se escucha las palabras “estrategia y táctica”54 es común que la imagen que
al lector le pueda venir a la cabeza es la de una confrontación militar o algún
derivado de esta –el ajedrez es también un lugar común asociado a ambas palabras-
y a pesar de que se esperaría una contra argumentación a lo primero como
respuesta, lo real es que incluso en el campo que trata este documento –la lucha
revolucionaria- esta similitud se encuentra bastante presente.
Quizás el primero en poner por escrito las palabras “estrategia y táctica” fue el
filósofo y general chino Sun Tzu, el cual se presume vivió entre los años 554-946
A.C.; este personaje fue autor del famoso libro “El arte de la guerra”, donde plasmo
54
Las categorías tales como “estrategia”, “táctica”, entre otras; serán explicadas a detalle en las
siguientes páginas.
un amplio conjunto de síntesis sobre la actividad bélica. Estas iban desde la
disposición de tropas y armamentos, hasta el “arte del engaño” frente a la cantidad
real de tropas que se disponía con el fin de desmoralizar a los ejércitos enemigos;
esta brillante síntesis fue dada a conocer en Europa a finales del siglo XVIII y aún
hoy continua siendo citada y difundida en diversos campos de la actuación humana
y en especial en los vinculados al conflicto.
Si bien Sun Tzu fue de los primeros en tocar estos tópicos de forma sistemática fue
en una época más reciente que estos términos fueron asociados con la actividad
política. Carl Von Clausewitz, militar prusiano -veterano de las guerras
napoleónicas- y autor del tratado “Sobre la guerra”; desarrollado en ocho extensos
volúmenes, fue el primero en afirmar la vinculación de la guerra –y por tanto los
términos utilizados en la misma- con la actividad política, en ese sentido una de las
frases más famosas atribuidas al autor - «La guerra es la continuación de la política
por otros medios» -sentenciaba la postura de un militar experimentado sobre las
grandes similitudes entre ambas situaciones –la guerra y la política- signadas por el
conflicto.
Desde la tradición marxista, sobre todo durante el último siglo, las comparaciones
de la actividad política con la actividad bélica han sido muchas y en especial –lo que
nos trae al contenido del presente documento- la utilización de categorías de
estudio y planificación bélicas en la mencionada actividad. Uno de los pioneros en
mencionar la importancia de la dimensión estratégica55 en la actividad
revolucionaria fue el revolucionario ruso Vladimir Illich Ulianov “Lenin"; la praxis
política que lego en ese campo es basta, la noción de análisis sincrónico de una
realidad cambiante y la constante variación de la táctica56 entorno a
acontecimientos que desbordaban y cambiaban el contexto de la lucha a un ritmo
semanal o incluso diario, muestra una capacidad de análisis asombrosa pero sobre
todo un estilo que marcara la praxis de los movimientos comunistas a lo largo del
siglo XX. Sin embargo, fue el revolucionario y miembro fundador del Partido
Comunista Italiano, Antonio Gramsci, quien utilizando una vez más conceptos
bélicos delimita la táctica y estrategia de actuación en países capitalistas con una
fuerte presencia de sociedad civil57; palabras claves en el pensador italiano son
“guerra de posiciones” y “guerra de movimientos” entendiendo en sus propias
palabras al primer concepto como una prolongada lucha por construir una
55
Ibídem.
56
Ibíd.
57
Es relevante resaltar que A. Gramsci brinda un análisis que anticipa mucha de las realidades
que actualmente se viven en países como el nuestro, donde el campo de batalla inmediato se
vuelve la disputa del consenso dominante construido sobre la sociedad civil.
hegemonía58 alternativa en el campo cultural, social, comunicativo y político sobre
la base de construcción de poder popular59 y toma de posiciones en la sociedad
civil60. Y al segundo concepto como, una vez alcanzada la hegemonía antes
mencionada, una suerte de toma de los espacios tradicionales de poder –sociedad
política61- para transformarlos y/o reemplazarlos por las nuevas instituciones de
poder popular constituidas durante la etapa de la “guerra de posiciones”. Sobre
estos dos conceptos volveremos sucesivas veces a largo del presente documento.
58
El concepto “hegemonía” para A. Gramsci implica que en un determinado espacio (social,
geográfico/territorial, etc.) la mayoría de los participantes compartan las posiciones/propuestas
que un determinado colectivo de personas (que conforman parte de ese espacio) planteen. Lo
anterior no implica de ninguna manera que ese colectivo de personas sea necesariamente la
mayoría del espacio (en términos cuantitativos). La lucha por la hegemonía a la que refiere
Gramsci, es una lucha fundamentalmente democrática; la cual implica el convencimiento en
base a la legitimidad ganada en el trabajo, abnegación, ejemplo y constancia. Es una lucha de
carácter profundamente anti autoritario que nada tiene que ver con la imposición y si tiene que
ver, por el contrario, con una construcción social prolongada y con visión de largo plazo
(estratégica).
59
El subcapítulo que viene a continuación profundizara al detalle este concepto.
60
A. Gramsci entiende a la “sociedad civil” como todo espacio fuera de la estructura estatal
formal. En ese sentido entrarían dentro de este concepto los sindicatos, gremios estudiantiles,
medios de comunicación, organizaciones sociales en general (de mujeres, jóvenes, artistas,
pobladores, campesinos, etc.), centros educativos (iniciales, básicos y superiores), iglesias de
todas las confesiones, etc. Es el lugar privilegiado para la construcción del consenso o
“hegemonía” del “Bloque histórico” dominante, así como de la contrahegemonía generada por
el nuevo “Bloque histórico” naciente desde los sectores subalternos.
61
En la misma línea de la anterior conceptualización, A. Gramsci define a la “Sociedad Política”
como lo “estrictamente estatal” por excelencia (gobiernos locales, intermedios y centrales); así
como todos los organismos derivados y dependientes de la estructura anteriormente descrita.
Su característica principal es la monopolización de la violencia, es decir el ejercicio de la coerción
(represión pura) contra cualquiera que salga fuera del control del “Bloque histórico” dominante.
lucha de clases desarrollada en el momento en que el objetivo estratégico es
formulado; mas se entiende al mismo siempre como una suerte de políticas de
actuación de “largo plazo”. Si se busca utilizar una metáfora del campo militar, el
“objetivo estratégico” en una conflagración bélica seria el ganar la guerra, las
tácticas incluidas dentro de la estrategia serían las “campañas militares” que se
suceden en diversos periodos de la guerra y los planes de trabajo que componen la
o las tácticas vendrían a ser las diversas “batallas” libradas durante las “campañas
militares”.
62
Desde la concepción Gramsciana, se entiende al “Bloque histórico” como la unidad entre las
condiciones materiales de existencia (a grandes rasgos se pueden definir como medios de
producción) y los dos campos donde el Bloque dominante ejerce su dominio sobre los sectores
subalternos (S. Civil y S. Política). Es precisamente en esta unidad, en este “Bloque histórico”,
donde el Bloque dominante ejerce en su plenitud la dominación sobre los sectores subalternos;
a través del monopolio de sus herramientas de subsistencia (estructura) y de la hegemonía
construida sobre la S. Civil y el control de la S. Política (superestructura).
63
El concepto de “Contrahegemonía”, también de A. Gramsci, es la apuesta por constituir un
nuevo tipo de poder social, cultural y político alternativo desde la “subalternidad” (los sectores
sociales históricamente excluidos y relegados por las minorías que detentan el actual poder
político y económico). Una “hegemonía” radicalmente distinta a la que han constituido el actual
“Bloque histórico dominante”.
64
Cuando nos referimos, desde la concepción Gramsciana, a los “intelectuales tradicionales”,
buscamos señalar los individuos que vendrían a ser los “arquitectos” de la dominación del
Bloque dominante sobre los sectores subalternos, aquellos que mantienen unido el “Bloque
histórico”; son estos quienes construyen la hegemonía cultural, social y política (consenso) de
los sectores dominantes en la S. Civil y quienes a su vez mantienen el monopolio de los sectores
dominantes en la S. Política y sobre los medios de producción.
65
El concepto de “intelectuales orgánicos” no dista mucho del de “intelectuales tradicionales”;
sin embargo, la diferencia oscila en que los “intelectuales orgánicos” lejos de buscar mantener
el statu quo o la unidad del “Bloque histórico” actual (como lo hacen los “I. tradicionales”);
buscan, por el contrario, la subversión total del mismo, su ruptura y reemplazo por un nuevo
“Bloque histórico”, constituido desde los sectores subalternos y con una base social, política y
cultural radicalmente distinta.
66
Se denomina “crisis orgánica”, a la destrucción (temporal o permanente) de la hegemonía
cultural, social y política del Bloque dominante sobre el conjunto del “Bloque histórico”. Esta
crisis de “autoridad” puede desencadenar la construcción de un nuevo “Bloque histórico” y por
tanto el cambio radical de la sociedad; solo a condición de que los sectores subalternos puedan
organizarse y constituir una nueva hegemonía cultural, social y política, la cual parta y responda
a ellos mismos, a su lucha, a sus tradiciones y a su propio “mito” de futuro.
común67” entre otros; serán una constante a lo largo del presente documento.
Todos y cada uno irán hilvanándose, en la medida en que vayan haciendo aparición;
con el único fin de elaborar no solo una propuesta detallada del futuro que
pensamos construir; sino también la de delimitar los caminos que como naciente
organización, pretendemos seguir para la conquista de nuestro objetivos, sueños e
ideales.
«El poder popular es el proceso a través del cual los lugares de vida (de trabajo, de
estudio, de recreación, etc.) de las clases subalternas se transmutan en célula
constituyente de un poder social alternativo y liberador que les permite ganar
posiciones y modificar la disposición del poder y las relaciones de fuerza y, claro
está, avanzar en la consolidación de un campo contra hegemónico. Se trata de
espacios de anticipación social y política, donde habita lo real posible (el poder
popular consuma una transformación y a la vez posibilita la apertura a nuevas
transformaciones), espacios cuyos modos se contraponen a los ejes principales de
la política burguesa, tanto en sus versiones de derecha como en las "progresistas":
la administración de lo dado y la gestión sin fondo utópico.
67
Se entiende al “Sentido Común” como el terreno por excelencia de nuestras opiniones
cotidianas. El cual se configura por los múltiples procesos de “socialización” (la familia, los
amigos, el barrio o espacio social/territorial donde crecemos, la iglesia, los centros educativos,
los medios de comunicación, etc.). Este “terreno de nuestras opiniones cotidianas” es caótico y
completamente contradictorio por ser justamente un “campo de batalla” entre las diversas
concepciones del mundo (ideologías); las cuales pueden ser desde las más progresistas hasta las
más reaccionarias y conservadoras.
68
El presente subtitulo “¿Qué entendemos por Poder Popular?” Cuya extensión total cubre dos
caras. Es resultado de la recopilación de reflexiones de muchos autores y movimientos políticos
y sociales; entre los cuales debemos rescatar a Omar Acha y su ya citado “Reflexiones sobre el
poder popular” y a algunos párrafos agregados posteriormente, a la ya mencionada
recopilación, por diversas colectividades.
clases también se expresa al interior del Estado. Es necesario observar que el
ejercicio del poder estatal por parte de las clases subalternas constituye un
momento instrumental en el proyecto por crear un nuevo bloque hegemónico. Por
supuesto, esto nada tiene que ver con una política de arribismo de ciertos
dirigentes devenidos en funcionarios, ni con una supuesta lucha “desde adentro”,
en las entrañas mismas del edificio burocrático. Pensar el poder popular desde el
Estado es un infantilismo equivalente a pensarlo sin él.
En ese camino, las prácticas que construyen poder popular son portadoras de una
nueva institucionalidad que preanuncia las formas de la sociedad por venir. El
poder popular es un poder para desactivar las potencias que objetivan, manipulan
y explotan, un poder que le permite al pueblo disfrutar de sus acuerdos, de su
cohesión, de su realización, en fin, un poder que le permite "vivir".
69
En el discurso sobre la importancia de las redes encontramos el concepto de red heterárquica
y jerárquica. Cuando nos referimos al primero estamos hablando de es un sistema para organizar
el espacio, el tiempo y la sociedad entendidos como autónomos, con individuos y grupos auto
inventados, autosuficientes y autogobernados, cuya estructura cambia continuamente de
acuerdo con los cambios necesarios, las condiciones y los intereses colectivos. Por eso, los
miembros de una sociedad heterárquica se perciben unos a otros como autónomos, valoran la
cooperación más que la competición y poseen una multiplicidad de instancias de interrelación
horizontal sin negar en forma alguna verticalidad en las diversas instancias de tareas y
responsabilidades específicas.
Así como todo Estado se sostiene en una idea de nación, pensar el poder es pensar
un territorio en el que se desenvuelven determinadas relaciones sociales. El poder
popular erige una territorialidad social donde se expresan las capacidades
autoemancipatorias de las clases subalternas.
Es en ese sentido, como hemos podido observar, que el poder popular se concibe
como medio y fin; en otras palabras, en el poder popular se desdibujan totalmente
las fronteras entre los objetivos y las herramientas para conseguirlo. De esta forma
se entiende la “transversalidad” que el poder popular tiene en absolutamente
todos los aspectos de la lucha revolucionaria; el poder popular es parte esencial de
la táctica así como, al mismo tiempo, es un objetivo estratégico pues, recordando
una idea planteada anteriormente, “el poder popular consuma una
transformación y a la vez posibilita la apertura a nuevas transformaciones”. Crear
poder popular es al mismo tiempo una forma de acercarte al objetivo estratégico
como una parte real y tangible de la nueva sociedad que busca construirse.
Poder popular y socialismo: Norte estratégico de los
comunistas peruanos.
Cuando en la parte inicial de este capítulo mencionábamos, que la estrategia debía
entenderse como el conjunto de tácticas que en un largo plazo nos permitirán
lograr una victoria contra el capitalismo; la pregunta más obvia debería ser ¿Cuál
es el objetivo estratégico de los comunistas peruanos? ¿La derrota del capitalismo
sería una respuesta válida? ¿No se estaría cayendo en simplemente buscar el
desmoronamiento de un sistema económico mundial sin a su vez plantear
alternativa alguna? O, de ser cierta la interrogante anterior ¿Acaso nuestra meta
final es una mera negación de lo existente sin más fondo o contenido que una mera
oposición a lo actualmente establecido? Todas las preguntas antes descritas
poseen profunda validez pues parten del sentido común más inmediato; por tanto
empecemos desmoronando algunos “presupuestos” existentes para llegar a la
definición de nuestro norte estratégico como Partido.
Para empezar, debemos elaborar premisas básicas que puedan guiar el diseño y
propuesta estratégica de nuestra naciente organización. Primero, no podemos
plantear nuestro norte estratégico únicamente como negación de lo existente (es
decir como negación del modelo neoliberal y el sistema capitalista), debemos ir
más allá y elaborar una propuesta solida e integral de la sociedad hacia la cual
avanzamos. Segundo, la transversalidad expresada en la propuesta y realización
constante del Poder popular, es algo que debe estar permanente presente tanto
en la visión táctica como estratégica que tracemos. Finalmente una tercera
premisa, es la dosis de mito70 de la cual, como Mariateguistas convictos y confesos,
debemos introducir en cada instante de nuestra práctica cotidiana; la cual
indudablemente incluye, tanto el norte estratégico como la táctica, las campañas y
planes de trabajo que nuestros organismos de base, intermedios y nacionales
emprendan. Sin el poder de un mito creador, unificador, vital, realista y
profundamente enraizado en las mejores tradiciones de lucha de nuestros pueblos;
el socialismo peruano continuara siendo un objetivo difuso, sin carne o corazón
identificable y más aún la tarea por conquistarlo se tornara imposible, al ser
70
El concepto de “Mito”, planteado por primera vez por el Amauta José Carlos Mariátegui en el
libro “El alma Matinal y las Estaciones del Hombre de hoy”, es un concepto que tiene diversos
orígenes; desde la influencia decisiva que tuvieron sobre el Amauta el intelectual sindicalista
Georges Sorel, el escritor español anti monárquico Unamuno, el filósofo alemán Friedrich
Nietzsche, entre otros autores. Así como de la experiencia periodística que el propio Mariátegui
tuvo al cubrir la “Procesión del Señor de los Milagros” (crónica periodística de su autoría
fechada en 1916), entre otras experiencias similares. Este concepto refiere en grandes rasgos a
tipificar la crisis de la burguesía europea de su tiempo, no tanto a una crisis económica o material
más que a una crisis de “Mito”; el cual no sería otra cosa que la aspiración humaba, el motor
movilizador, el corazón de la concepción misma del mundo. En esta descripción de ideas acerca
del “Mito”, se acerca en gran medida a conceptos Gramscianos como “crisis orgánica” y
“hegemonía” (siendo el “Mito” el centro mismo de esta).
incapaces de constituir una alternativa real de sociedad en el sentido común y
práctica cotidiana de nuestro pueblo. El Mito entonces será verbo y carne, en el
sentido más Unamuniano y Mariateguista posible, mito que movilice, construya y
sea corazón de la nueva hegemonía ideológica que nazca desde nosotras y
nosotros, sujetos subalternos en búsqueda de una sociedad nueva donde podamos
realizarnos y vivir a plenitud; he hay justamente el mito, nuestro nuevo mito de un
nuevo Perú.
El producto de la unidad antes descrita no puede ser otro que la realización del
socialismo peruano y aún más, de la sociedad comunista en el mundo; ambos
entendidos como el norte estratégico u objetivo final de nuestros esfuerzos como
generación. ¿Pero que entendemos como Socialismo peruano a fin de cuentas?
Pues sin lugar a dudas lo entendemos como un proceso que, antes que cualquier
otro criterio, debe estar profundamente enraizado en nuestra tradición nacional,
en la lucha de nuestros pueblos originarios y en la experiencia de lucha y
construcción de las primeras corrientes libertarias, mariateguistas y populares de
nuestra patria, desde su gestación hasta nuestros días. La revolución socialista que
buscamos no es un mero “cambio de estructuras económicas” es, por el contrario,
una transformación de raíz de las relaciones sociales existentes; tanto culturales,
económicas, de producción, de género, ambientales y de credo. Buscamos una
sociedad libre de discriminación de cualquier tipo, libre de desigualdad (de género,
económica, política, etc.), donde los medios de producción le pertenezcan a los que
los emplean (mediante la constitución de todo tipo de economías comunales,
cooperativas y sociales; no hablamos aquí de “estatismos” sino del ejercicio real de
la dirección colectiva de la producción) y sirvan para producir capital que pueda ser
disfrutado por la totalidad de productores del mismo. Una sociedad que entienda,
valore y jamás reniegue de sus pueblos originarios, dotándolos de autonomías
locales claves para un desarrollo sólido, renovado y sustentable que permita la
expansión e intercambio de bienes culturales y sociales necesarios para la
construcción de un país multinacional y pluricultural, efectivo, dinámico y vital.
Siendo todo lo anterior parte fundamental de un nuevo Poder Popular sustentado
en la construcción de nuevas relaciones sociales, políticas, culturales y cotidianas;
más horizontales, libres y autónomas, entre los pueblos y colectivos humanos que
asisten a la construcción del Socialismo Peruano y Latinoamericano.
Finalmente, buscamos y luchamos porque la trillada frase “El socialismo indo
americano no será calco ni copia, sino creación heroica de nuestros pueblos”, deje
de ser un estribillo hueco en discursos y homenajes; que recupere su contenido y
vitalidad original, que recupere parte del mito que le dio origen. Declaramos
finalmente a todo el que lea, luche y escuche; que pensamos en una revolución
peruana de Quechua, Aymara y Ashaninka, de Yanesha, Awajun y Mayoruna, de
tantas y tantas bellas lenguas que exclaman justicia en nuestra tierra desde hace
más de 500 años de vergüenzas. Una revolución de cañaso, cachina, pisco y chela;
una de carretilla, mercado y tierra, de tondero, marinera, huayno y morenada. Una
revolución de todas las sangres que día a día sufren bajo el mismo amo y comienzan
a unirse para construir una tierra nueva, realmente nuestra, libre y soberana, que
borre por fin la “Larga noche” a la que nuestros pueblos fueron sometidos.
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“La temática del poder popular, si bien está presente en todos los teóricos clásicos del
marxismo – obviamente Marx, además de Engels, Trotsky y Lenin -, fue tratada básicamente por
éste último en el contexto de la Revolución Rusa, pasando a conformar uno de los engranajes
de su “teoría del poder”. Aquella “teoría del poder” (…), tendrá como primer peldaño una “teoría
del Estado”, señalando Lenin el carácter de clase de este, convirtiéndose esencialmente en un
instrumento de dominación de una clase sobre otra, de ahí la necesidad de su destrucción. Sin
embargo, Lenin planteaba que la “destrucción” del estado burgués no sería posible mientras la
clase dominada no creara su propio poder estatal, el cual iría constituyéndose a la par y en
oposición al “viejo Estado”, emanando de ello el segundo escalón de la referida “teoría del
poder”: la dualidad del Poder y su materialización tras la creación de los “Soviets”.
Para Lenin el Soviet era el organismo que expresas los intereses del proletariado y los pobres
urbanos y rurales, representando no solo un “nuevo gobierno” surgido de la iniciativa del pueblo
“desde abajo” sino que además el “embrión del nuevo Estado”, configurándose con el
surgimiento de ese embrión la existencia de una “dualidad de poderes”, situación “transitoria”
que se resolvería a partir de que aquel poder “débil e incipiente” materializado en el “Soviet”
fuese asumiendo las tareas propias de un Estado, entre ellas el control de los funcionarios
públicos y las finanzas estatales, la promulgación de reformas, la elección de las autoridades y
el monopolio de la fuerza.” LEIVA FLORES, Sebastián, Teoría y práctica del Poder Popular: Los
casos del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR, Chile, 1970 – 1973) y el Partido
Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT – ERP, Argentina,
1973 – 1976). Santiago: Universidad de Santiago de Chile, 2007; pp.6.
nosotros afirmamos sin dudas de ningún tipo que se construye y se toma a la vez,
pero fundamentalmente se construye, donde lo que se crea termina reemplazando
a la larga a lo ya existente. Solo de esta manera podemos garantizar que cualquier
“crisis orgánica” que se genere dentro del “Bloque histórico” actual devenga en
una real y radical transformación del actual status quo; en el nacimiento de una
nueva “hegemonía”, en el surgimiento de una revolución socialista en tierras
peruanas.