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TEMA RELEVANTE
El autor coincide con lo decidido en dos procesos, en los que se admitió el cambio de
apellidos, en la medida en que era necesario proteger la identidad, la integridad física
y psíquica, el libre desarrollo y el bienestar de la persona, sobre todo tratándose de
menores de edad. De manera que ante las burlas sobre el apellido de un menor de
edad resultó conveniente que se acceda al cambio, lo mismo si el apellido difiere del
de los demás hermanos como ocurrió en el segundo caso, ya que se debe evitar
diferencias entre hijos.
MARCO NORMATIVO:
INTRODUCCIÓN
Lo primero que viene a nuestra mente cuando se aborda el tema del cambio de
nombre, son los casos muy conocidos de nombres extravagantes, ridículos o
irreverentes que suelen aparecer en las noticias. Los ejemplos abundan: Garfield,
Hitler, Marciana, Batman y otros tantos1.
Pero se observará que todos estos corresponden a prenombres. Y en efecto es así por
la forma en que se emplearon, como se verifica en las respectivas resoluciones
judiciales, aunque cabe advertir que los dos primeros se usan como apellidos en sus
lenguas originarias.
Sobre los apellidos, a primera vista pareciera que sería más difícil hallar situaciones
que aconsejen su cambio, pero sí las hay.
Para no ir tan lejos piénsese en los hijos que descubren quién era su verdadero
progenitor, o cuando un padre reconoce a su hijo extramatrimonial mediando un buen
tiempo luego del nacimiento.
Esta es la vívida descripción que realiza la madre de las vejaciones de que era víctima
su hijo:
“(...) desde pequeño ha sufrido humillaciones por el apellido Huamán, que lo enmarcan
como sinónimo de ‘tonto’ o retrasado, que en múltiples ocasiones al no poder realizar
alguna actividad su hijo le decían ‘eres un huamán’”.
2. Decisión
El juez desarrolló toda una argumentación con base en el principio del interés superior
del niño, y además tomó en cuenta la declaración testimonial concluyendo que el
menor fue objeto de discriminación, por lo que se admitió el cambio de apellido según
lo había solicitado la madre.
Esta indicación, que fue cumplida por la madre, resulta importante, por cuanto su
valoración suele formar parte de los pronunciamientos sobre cambio de nombre.
Es probable que el juez haya tomado nota del resultado de la evaluación psicológica,
por más que no conste nada al respecto en su resolución estimatoria, lo que bien pudo
haber servido de sustento al criterio.
Algo que se echa de menos consiste en la opinión del adolescente. Hubiera sido
importante que se la tomara en cuenta, según lo dispone el Código de los Niños y
Adolescente en sus artículos 9 y 85.
Como punto final, llama la atención la conformación y el orden final de los apellidos del
menor. Alguien se preguntará por qué se tuvo que invertir el orden de los apellidos
maternos.
Yo aplaudo tanto la petición como la respuesta del juez, pues de haberse consignado
los apellidos maternos sin inversión alguna se caería en el peligro de revelar la
naturaleza extramatrimonial de la filiación.
En un caso mucho más complejo se admitió la inversión de los apellidos del padre
mediante una rectificación de partida. De manera que su apellido paterno original pasó
a ocupar el segundo lugar constando primero su apellido materno. Pero al mismo
tiempo se admitió que su hija menor de edad adecúe su propio apellido paterno
conforme al cambio realizado en los apellidos del padre y en comparación con sus
hermanos. Así lo decidió el Juzgado Mixto - MBJ Alto del Alianza de la Corte Superior
de Justicia de Arequipa, en el Exp. N° 00008-2012-0-2301-JM-CI-01, con fecha 13 de
agosto de 2012.
1. Descripción de los hechos
Una persona mayor de edad busca la inversión de sus propios apellidos Mamani P.
bajo el argumento de reconocer el apellido de su madre, quien lo crió de manera
sacrificada, tanto es así que ya cuando se mudaron a otra ciudad sin la presencia de
su padre, todos lo conocían por el apellido materno. Como circunstancia adicional,
inscribió a dos de sus hijos con ese apellido, que es el que figura en el Documento
Nacional de Identidad de cada uno de ellos.
Esta persona tiene otra hija menor de edad quien lleva el apellido Mamani, por lo que
pide se le cambie en consonancia con el de sus hermanos para favorecer la unidad
familiar y evitar diversidad de apellidos para consolidar su personalidad en forma
uniforme. Además, considera como derecho inherente de la menor, el “llevar un
nombre decoroso que le permita desarrollarse bien en su vida sin ninguna clase de
limitaciones ni le provoque marginación”.
2. Decisión
Una primera observación tiene en la mira al propio padre. Se evidencia que la situación
la creó él mismo al decidir emplear siempre el apellido de su madre dejando de lado el
apellido paterno Mamani. Y como su evaluación psicológica indica, presenta
sentimiento de inferioridad y baja autoestima.
Por estos datos, sospecho que su argumento de que los menores tienen derecho a un
nombre decoroso, parece dirigirse de manera circular a sí mismo.
Suposiciones aparte, tengo que coincidir con el fondo de lo resuelto, a menos que los
sentimientos de inferioridad y baja autoestima de ambos, padre e hija, pudieran
revertirse de otra manera, lo que para efectos de armonización provocaría el cambio
de apellidos de los otros dos hijos, si no se quiere mantener la diferencia entre ellos.
Eso sí, la vía elegida para tramitar esta pretensión podría ser objeto de críticas, pues
es sabido que el proceso de rectificación de partidas se reserva para resolver errores
materiales y solo eso. Para cuestiones de mayor complejidad se recurre al proceso de
cambio de nombre.
CONCLUSIÓN
Esta actitud se refleja no solo en casos como este, sino que forma parte recóndita o
explícita de nuestra sociedad, como se ve también en los casos de hostigamiento o
acoso escolar, más conocido como bullying.
(*) Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Responsable del Área Civil de Gaceta Jurídica.
1 Me refiero a estos en especial, por tratarse de casos documentados en las publicaciones de Gaceta Jurídica.