Вы находитесь на странице: 1из 2

Juan Camilo Franco

Reseña sesión 9

Las lecturas de la sesión 9 dan cuenta de distintas aproximaciones a uno de los campos más fructíferos y mejor desarrollados de
la historiografía colombiana, esto es, la historiografía del café. El objetivo de este escrito será dar cuenta y comparar las posturas
de los distintos autores. Consideramos que los tres coinciden en la importancia del café en la inserción de la economía
colombiana en los mercados mundiales, y difieren en sus aproximaciones al funcionamiento interno de la producción cafetera,
así como en sus implicaciones políticas o sociales. Para Arango, por ejemplo, el estudio del café tiene la capacidad de explicar
los procesos de acumulación que permitieron el posterior surgimiento de la industria nacional. Al contrario de Nieto Arteta y
López de Mesa, quienes conforman lo que podríamos llamar la “historiografía tradicional sobre el café”, Arango no cree que el
crecimiento económico se pueda explicar en función del crecimiento del mercado interno que ocasiona la democratización de la
propiedad. Más bien, la expansión económica producto del café tiene relación es con estos procesos de acumulación, que se
dinamizan en la esfera de la circulación y que, vía la diversificación de las inversiones, se vuelven capitales industriales. Sin
embargo, esto no niega la importancia marginal de la economía parcelaria en la dinamización de la economía. Teniendo esto en
cuenta, para el autor la producción de la plusvalía se da en la esfera de la producción del café, pero ésta es apropiada por los
comerciantes -que ofrecen el capital mínimo para empezar con el cultivo de café, poseen las trilladoras y tienen conocimiento
de los circuitos internacionales de comercio- y no se queda en la esfera de los productores. Adicional a esto, Arango divide la
estructura productiva del café en dos tipos y regiones diferenciadas: el primero, basado primordialmente en la parcela y ubicado
en la cordillera central y occidental; el segundo, basado en el régimen de hacienda y concentrado en la cordillera oriental,
principalmente en Cundinamarca y los santanderes. Esta división geográfica es interesante, pues se mantiene de estudios
anteriores como el de Nieto Arteta. Lo que difiere es las implicaciones, pues en éste autor esta división conlleva también una
escisión entre el tipo de trabajo y el carácter moderno o premoderno de éste.

Ahora bien, Malcolm Deas reduce la escala de análisis y se concentra en una sola propiedad en las cercanías de Sasaima: la
hacienda Santa Bárbara. A través del análisis de la forma de producción y organización de esta hacienda, Deas introduce nuevos
elementos a la investigación sobre el café. En este sentido, introduce puntos muy interesantes: en primer lugar, la división entre
el administrador y el tenedor de la tierra. Mientras el primero se encarga del funcionamiento interno de la hacienda, el segundo
se preocupa por colocar el producto en el mercado y analizar las variables de este mercado externo. Deas está con Arango en el
sentido en que considera a los tenedores de la tierra no solo como terratenientes con una sola inversión, sino que la tierra y el
café son solo un elemento más del cluster de inversiones que poseen. Adicional a esto, Deas introduce preocupaciones que van
más allá de lo económico, pues describe a la hacienda no solo como una estructura productiva, sino también como una forma
de organización social. En este sentido, el administrador no solo se encarga de asignar parcelas o fijar los salarios, sino también
de regular los modos de vida -por ejemplo, organizando los matrimonios o prohibiendo el juego-. Deas también se da cuenta de
que los salarios no solo están presionados a la baja por los contingentes de trabajadores o por las coacciones extraeconómicas,
sino que deben ser lo suficientemente atractivos como para atraer trabajadores. Empieza a valorar el salario, entonces, no solo
como una variable cuantitativa sino también cualitativa. El autor también introduce una variable política que será desarrollada
con aún mayor profundidad por Bergquist. Para el autor inglés, la hacienda tenía una relación conflictiva con Sasaima, pues el
tenedor de la tierra era liberal y el poder político del pueblo era detentado por conservadores. adicional a esto, el pueblo tenía
ciertas distracciones que podían limitar la productividad de los trabajadores de la hacienda. Además de esto, durante la guerra
de los mil días la hacienda se convirtió en un “refugio de liberales que no querían pelear”, lo que nos da cuenta de dos cosas:
primero, una estrategia del administrador y del tenedor para retener la fuerza laboral y evitar pérdidas por la guerra; pero en
segundo lugar, una genuina adscripción ideológica del propietario con la facción no belicista del partido liberal.

Bergquist, por su parte, nos trae más elementos al estudio del café. Vincula a este producto no solo con el crecimiento económico,
sino también con la organización obrera y con la posterior violencia política. En este sentido, el café nos permite dar cuenta de
la historia del movimiento obrero colombiano, de la muy tardía inclusión plena de Colombia en los mercados internacionales y
de la centralidad de la lucha por la tierra en el período de la violencia. Además de esto, introduce elementos como el examen de
la vida cotidiana para explicar por qué fue tan difícil la organización obrera y nos habla también del papel de las mujeres en la
estructura de la economía cafetera. También nos menciona la importancia del café en la eliminación de formas precapitalistas
de producción y sobre la distribución relativamente amplia de las utilidades de la exportación. Sin embargo, consideramos que
lo más interesante de su trabajo es ver la historia del café no tanto desde las consecuencias económicas o la formación de un
mercado nacional sino desde la esfera de los trabajadores. En este sentido, su estudio da preponderancia a examinar el papel del
café en la formación de una “clase” obrera y a ver cómo la relación con la propiedad es importantísima para entender la estructura
económica del café y la distribución de las utilidades. Después de este balance general, podríamos concluir que los autores
coinciden en, primero, la importancia del trabajo intensivo y no tanto de la tecnología en la formación de la economía cafetera;
y segundo, la importancia del café en la transformación de la economía nacional, el desarrollo de la industria y la inserción de
Colombia en el mercado mundial. Bergquist y Deas coinciden en darle importancia a elementos extraeconómicos como la
organización de la vida social que conlleva la hacienda o el vínculo con la política, y también en el papel de la mujer en la
estructura productiva. Difieren, en cambio, en la escala de análisis y en el agente preponderante del proceso histórico: mientras
Juan Camilo Franco
Arango hace especial énfasis en los individuos que acumulan el capital, Deas tiene una visión más transversal y analiza tanto al
arrendatario como al colono y al tenedor. Bergquist, por su parte, enfoca su análisis hacia los trabajadores de la tierra. La escala
de análisis también es distinta: mientras Arango y Bergquist apuestan por analizar la formación de una economía o un
movimiento de trabajadores nacional, Deas se concentra en una hacienda específica.

Вам также может понравиться