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OCTUBRE 2015

CENTRO DE ESTUDIOS PSICOANALÍTICOS SIGMUND FREUD


SEMINARIO TALLER CLÍNICO
Por:
Lic. Teitelman, Bárbara
Lic. Castellano, Vélez Magdalena
Lic. Balzarini, Marco Máximo

TRABAJO DE INTEGRACIÓN TEÓRICO –PRÁCTICA: CASO KARINA

El caso elegido sugiere variadas reflexiones. Invita a escribir y compartir acerca de lo específico del
Psicoanálisis y la psicoterapia psicoanalítica. Desde aquí concebimos el síntoma determinado por el
inconsciente, y la neurosis como resultado del conflicto que se juega entre el Ello y el Yo. Karina,
transitará diferentes caminos, sintiendo dolor, sufrimiento, amor, fantasía, conflicto, deseo y
desajustes pulsionales.

El síntoma, representa siempre un enigma, un interrogante que abre el proceso psicoterapéutico por
el malestar que causa al paciente. Mostrará su significado en el proceso transferencial y contra-
transferencial. En la escucha psicoanalítica, como se verá en el caso, buscamos su dimensión
subjetiva, recuperando su sentido, el grado de responsabilidad desconocida y su lugar en la historia
personal de la paciente.

Si desde Bleichmar concebimos al aparato psíquico como un sistema abierto siempre a lo real,
entonces el diálogo analítico y el proceso de la cura analítica pueden ser concebidos como un lugar
privilegiado de constante re-simbolización. “Como un lugar de re-engendramiento a partir de que lo
traumático no es lo vivido en general, sino aquello que no pudo encontrar, en el momento de su
inscripción y fijación, de su caída en el aparato, posibilidades metabólicas de simbolización
productiva” (apuntes tomados en el curso de Postgrado- “El pensamiento de Silvia Bleichmar”-2013).

Con el transcurrir de las entrevistas se abrió la posibilidad a la paciente de introducir en el proceso


de simbolización aquello que mantenía apartado, por su componente traumático y doloroso, y así
poder darle estatuto de palabra. Podría ejemplificarse del siguiente modo: “(Mientras llora…) Me lo
guardé siempre. Lo tenía súper enterrado. Lo esquivé. Se me borró. Miedo a que mi hija le pase lo
que me pasó. Cuando se fue a Rio Primero. Si me pide ir a Rio Primero, donde yo nací, me vuelve
esto. Fue entre los 11 y 12 años míos. Mis sobrinas más todavía. Dormía ahí. Una noche… mi cuñado,
me despertó… (Llora intensamente)… a mí me gustaba que me acaricien la espalda. Me levantó la
remera, me tocó, y me pasó su barba, y después la lengua, yo sentía su barba y su lengua en mi
espalda. No fui más a dormir de mi hermana. No recuerdo si pasó de nuevo. Mi papá… y otra vez mi
cuñado me entró yo estaba en toalla y me pasó una crema empezando desde la pierna y fue subiendo
y la cara que puse lo ahuyentó y se fue. Él se escapaba para venir. No sé qué quería de mí.” (Caso
Karina, 2015). Se ve cómo la paciente lucha por pararse de otro modo hoy ante este recuerdo penoso.

En el mismo sentido, la paciente en la segunda entrevista refiere: “La semana pasada te conté que
me pasó la lengua, pero no era en la espalda, yo estaba boca arriba. No lo conté por miedo a que no
me crean. Era su palabra contra la mía. Yo me confundía. No sabía si estaba bien. (…) Sí, es que
después le tomé seriedad. Me dio culpa por no contar eso en ese momento. Fue a los 11 o 12 años.
Soy muy reservada. Estoy ahora con mucha bronca con él.” (Caso Karina, 2015). Pareciera que
empieza a cualificar los sentimientos que determinan su actual tristeza.

Respecto al fragmento de la primera entrevista en la cual Karina relata: “Me siento media rara. Tengo
miedo, como que me moría. Mis hijas, pensaba en ellas. Hace rato tengo problema en una mama.
Ese fue mi primer miedo. Yo trabajo en salud, soy radióloga. Y tengo miedo al cáncer. Por mis hijas.
Venía con varias cosas. Me creo los síntomas y los llevo a mayores. Esta semana fue medio alterada.
Se me borró la vista. Empecé a ver nublado, a esa mujer. A todo lo que sea malo. Todo lo exagero.
Tengo miedo a que me vengan. Hasta que en las vacaciones exploté. Me recomendaron que venga.
(…) Me da miedo tener algo en mi mama. Siempre mi miedo fue la mama. Miedo a morir, a no estar.
Constantemente pensando si tengo algo.”(Caso Karina, 2015) Se podría pensar, “como si” su cuerpo,
realmente hubiese estado sin vida, muerto…. (en la etapa de la pubertad, cuando se produce el abuso).

El miedo a los chequeos realizados, ¿podría relacionarse con que reavivasen o pusieran en
movimiento y al mismo tiempo develaran las “marcas” de lo sucedido con su cuñado? Temor, que
también se percibe en transferencia, ya que por medio de la misma ella expresa al principio de la
segunda entrevista: “Estoy bien. Salí mal el viernes pasado. No quería venir acá para evitar esto.”
(Caso Karina, 2015)

Parece que el síntoma en esta paciente se ha escrito en el cuerpo, operando como una segunda escena,
que “despierta un desprendimiento sexual que se traspone en angustia” (Freud, 1895: 401). Es que
Freud (1895) nos enseña que un síntoma es producto de una asociación inconsciente de dos momentos
de la vida del sujeto que se encuentran ligados por una relación de sentido. El primero de los cuales
llamamos la primera escena, no se ha podido significar/comprender en el momento en el que se vivió
y ha permanecido sin tramitación, siendo el segundo momento que llamamos la segunda escena va a
despertar aquella primera escena por reunir condiciones similares suficientes para que el aparato
psíquico haga sus intentos mediante la simbolización de significar esa experiencia que fue traumática
por el desprendimiento de tensión que generó que en su momento fue intolerable para el aparato, y
reprimida por carecer de los recursos para elaborarlo. La particularidad es que la primera escena
guarda siempre un carácter sexual.

La angustia, expresada en el cuerpo, “Tengo miedo, como que me moría (…) Me siento media rara
(…) Hace rato tengo problema en una mama” (Caso Karina, 2015) ha encontrado la asignación por
primera vez de un nuevo sentido para aquella impresión que estaba allí pero permanecía excluida de
la posibilidad de ser recuperada (Faimberg, 2011). Por eso nos interrogamos si en esta paciente la
recuperación de este recuerdo ha tenido una nueva o única significación. Lo que suponemos claro es
que esto marcaría el comienzo del análisis, pues se empieza a responsabilizar al sujeto en la búsqueda
de aquello que le hace sufrir.

Lo que se deja ver en el síntoma es la cuestión sexual pero no el contenido traumático. Aquí ha
funcionado la defensa patológica de la que Freud (1895) nos alerta. En Karina “es reprimido un
recuerdo que sólo con efecto retardado ha devenido trauma” (Freud, 1895: 403). Así coincidimos con
Freud (1895) en que los histéricos son personas que han sido excitables sexualmente de manera
prematura, elevando la energía psíquica cuantitativa del aparato. Prematura porque hasta el momento
en que se recibió la excitación no había una organización genital que permita disfrutar de lo sexual.
Lo traumático es ese recuerdo sexual prematuro.

Sabemos que para la constitución del aparato psíquico es esencial la experiencia fundante de una
función materna en que la madre debería actuar como soporte afectivo y continente. Éste es el
requisito previo para que el niño realice la investidura narcisista del propio Yo a través de un acto
psíquico en el cual tiene lugar el efecto de ligadura que permite la identificación primaria con el otro.
Freud (1914), expresa que la energía de las pulsiones sexuales comienza por investir al Yo y sólo más
tarde una parte es cedida a los objetos. Durante la adolescencia la libido se retrae al Yo y toma al
cuerpo como objeto. En el caso Karina, ¿qué cuerpo invistió en esa etapa (adolescencia)? ¿Habrá sido
un cuerpo despedazado acompañado de sentimiento de extrañamiento?
Pareciera que la etapa por la cual transitan sus hijas (infancia) despierta en ella su propio periodo
infantil y con esto el encuentro primero con las condiciones bajo las cuales se entiende la sexualidad.
Tal como enseña Freud (1907) en la pubertad hay una metamorfosis en la que se reviven estas
condiciones de amor infantiles, desde las cuales el sujeto ha hecho la interpretación de lo que significa
y ocupa su ser para el deseo del otro. Desde este planteamiento, nos interrogamos ¿qué noción de
cuerpo se configuró en la infancia?

La paciente se presenta a consulta manifestando fundamentalmente que siente miedo de morirse,


dice: "Me siento media rara, como que me moría. Mis hijas, pensaba en ellas." (Caso Karina,
2015). Esto conduce a preguntarse ¿estamos ante la expresión de angustia? La angustia, dice Freud
(1925) es en primer término, algo sentido. Es angustia ante algo. La llamamos estado afectivo (…)
tiene un carácter displacentero. "La angustia es entonces por una parte, expectativa del trauma, y por
la otra, una repetición amenguada de él" (Freud, 1925: 155). “Su vínculo con la expectativa atañe a
la situación de peligro; su indeterminación y ausencia de objeto, a la situación traumática de
desvalimiento que es anticipada en la situación de peligro." (Freud, 1925: 155/156).

En nuestro caso esta paciente expresa haber vivido una situación de desvalimiento a los 12 años de
edad, al menos como lo recuerda, dice así: "Me lo guardé siempre. Lo tenía super enterrado Fue
entre los 11 y 12 años míos. Una noche mi cuñado me despertó. Me levantó la remera, me tocó, y me
pasó su barba y después la lengua, (…)" (Caso Karina, 2015) y por tanto nos conduce a pensar en
una situación traumática vivida por la misma.

El fragmento de la entrevista nos hace pensar el cuerpo como algo excedido en sensaciones, hoy
como dolores, la mama, la visión nublada, el colon, etc. y antes, lugar de sensaciones de lo erótico
despertado a los 11-12 años, excediendo la capacidad del aparato psíquico de tolerar, de tramitar esto,
con todas las características y efecto de lo traumático.

El abuso como lo traumático, lo que no se pudo inscribir (carta 52) y que aparece como una
compulsión a la repetición, porque no tuvo representación, lo desligado reapareciendo en el cuerpo,
lo que escapa al conflicto psíquico, la pulsión de muerte. La angustia, es la angustia traumática, esto
que la paciente trae como "miedo a la muerte". La reelaboracion es la posibilidad de reconstruir lo
que sucedió, de ligarlo, de ubicarlo en el conflicto psíquico traducirlo a representación, que por el
exceso de lo traumático no lo podía recordar; al poder contárselo al terapeuta, y al poder hacerlo con
la hermana y con el marido sobreviene el alivio.
REFLEXIONES FINALES

Durante el proceso de elaboración del trabajo para el Ateneo nos fueron surgiendo dudas e
interrogantes tales como:

-¿cómo sería lo sexual invasivo en un cuerpo de una púber-adolescente, un cuerpo que está
floreciendo, madurando sexualmente? Podemos hipotetizar que es un cuerpo que siente placer y ello
nos conduce a pensar en un posible sentimiento de culpa ante esto. Así aparece lo que suele
acompañar a ello, la necesidad de castigo y en Karina esto tal vez podría verse en relación a su miedo
a enfermar de cáncer y miedo a morir ¿en este caso el cáncer de mama sería el castigo que
inconscientemente se hace merecer? Considerado así, pensaríamos en una estructura determinada por
el conflicto, es decir neurótica.

-Si abordamos el concepto de lo traumático desde el “apres coup” tal como lo plantea Freud ¿cuál
sería la segunda escena a posterioridad en el caso aquí trabajado? ¿Se podría pensar que el segundo
tiempo fue cuando ella mantiene relaciones sexuales por primera vez? ¿O cuando ella puede nominar
y comprender el acto sexual? ¿Cuándo siente en su cuerpo sensaciones que aparecen como malestares
corporales?

- ¿Cómo se debe pensar el abuso en una púber? Cómo algo que sobrepasa en cargas excitatorias al
aparato anímico, de allí lo traumático y que esto no puede ser tramitado y por tanto queda sin
representación palabra? ¿Entonces hablaríamos más del orden de lo desligado, por tanto de un más
allá del principio del placer? ¿Esto pujaría por tanto en aparecer? ¿Y se manifestaría en esto que la
paciente trae como dolencias y temores de padecimientos físicos?

- Lo desarrollado en el ítem anterior nos llevaría a pensar este caso ¿desde lo que no se inscribió en
lugar de pensarlo desde el síntoma? El síntoma alude al fracaso de la represión, a una formación de
compromiso entre dos o más instancias, pero en Karina ¿hubo represión de este suceso?

Estas y otras cuestiones nos complejizaron el análisis del caso, lo cual nos conduce a seguir
investigando, leyendo e hilvanando ideas, pensamientos e hipótesis; generando en nosotros un
movimiento constante de la teoría al ejercicio clínico y viceversa.

“Cuando el caminante canta en la oscuridad, desmiente su estado de angustia, mas no por ello ve más
claro” (Freud. “Inhibición, síntoma y angustia (1926 [1925])” Tomo XX. Pag 92. Ed Am.)
BIBLIOGRAFÍA

FAIMBERG, Haydée (2011). Revista de Psicoanálisis. Tomo 68. Nº 2/3. Cap. “Alegato en favor de
la ampliación del concepto de Nachträglichkeit”. PP. 347-364. Bs. As.

FREUD, S. (1895). “Proton seudos histérica”, en Proyecto de Psicología para neurólogos. Tomo I.
Buenos Aires, Amorrortu.

FREUD, S. (1907). “Tres ensayos de teoría sexual”, Tomo VII. Buenos Aires, Amorrortu.

FREUD, S. (1914). Introducción del narcisismo. Tomo XIV. Buenos Aires, Amorrortu.

FREUD, S. (1925). Inhibición, síntoma y angustia. Tomo XX. Buenos Aires, Amorrortu.

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