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Finanzas
Nombres:
Belén Chuquimarca
Aula: 23
PARADIGMA DEL SECTOR FINANCIERO EN EL BUEN VIVIR
El presente es una segunda edición del texto “Ecuador: Economía y finanzas populares y
solidarias para el buen vivir”, publicado en noviembre de 2012 por el entonces denominado
Programa Nacional de Finanzas Populares, Emprendimiento y Economía Solidaria.
La mejor manera de que la oferta de servicios financieros pueda contribuir al desarrollo
económico, especialmente de las microempresas, es a través del fomento y
fortalecimiento de las finanzas populares que armonicen criterios de rentabilidad
económica con rentabilidad social”.
Contextualiza y conceptúa el nuevo derrotero de desarrollo que ha emprendido el país,
condensado en la construcción del buen vivir, que tiene como actor destacado al sector
de la economía popular y solidaria y a las finanzas populares y solidarias, referente válido
en tiempos de crisis y para el desarrollo territorial, y sistematiza la gestión de la
Corporación Nacional de Finanzas Populares y Solidarias como entidad financiera de
derecho público al servicio de la economía popular y solidaria y su sector financiero.
Las finanzas populares y solidarias son parte del nuevo sistema económico social y
solidario, en el que se diseña una arquitectura financiera al servicio de la sociedad. Hay
que dejar de hablar y pensar en micro-finanzas para asumir la categoría finanzas populares
y solidarias, dentro de la cual, el alcance, la profundidad y la calidad de los servicios
financieros, orientados al desarrollo local y territorial, son de trascendental importancia.
Para ello, es necesario abordar la categoría de economía popular y solidaria, pues ambas
son parte de las nuevas formas de organización de la sociedad y de la economía.
La construcción de las finanzas populares y solidarias requiere de la suma de muchos
actores públicos, privados, populares y solidarios, así como de la participación del Estado
que debe apoyar su desarrollo, partiendo del reconocimiento de su gran diversidad y su
rol en el desarrollo local, en donde intervienen y de donde surgen, no como un medio de
concentración de riqueza y mayor pobreza sino como un instrumento virtuoso para el
desarrollo de las comunidades rurales y urbano-populares.
Consecuentemente, hay que reconocer y apreciar el ahorro local y la reinversión en las
mismas localidades, así como también las capacidades locales y sus recursos para el
desarrollo, sobre todo para la creación de empleo, producción y productividad. Se debe
apoyar a la consolidación de mercados locales de bienes y servicios; a la creación de
oportunidades para la población tradicionalmente excluida, como jóvenes, mujeres,
grupos étnicos, etc., y emprender nuevos servicios financieros en función de las demandas
productivas locales.
Tal definición nos permite incorporar tanto los efectos negativos como los positivos. La
correcta utilización de esta categoría económica servirá también, especialmente, a la hora
de hacer un balance adecuado de las necesidades reales (explícitas e implícitas, directas
e indirectas) que ocasiona el consumo de determinados bienes.
De esta manera, se critican los valores y racionalidades que la lógica mercantil ha
impregnado al consumo, determinando la existencia de una sociedad básicamente
consumista de un conjunto cada vez mayor de bienes y servicios.
Una socio- economía solidaria, por su lado, intenta superar este estilo de consumo, de
forma que el consumo se vuelva no consumista: en múltiples experiencias de la economía
popular y solidaria se observa, en tal sentido, una mayor valoración por un consumo
crítico, mayor austeridad y satisfacción del complejo integral de las necesidades
humanas.”
Uno de los principales problemas en relación al financiamiento local es el de la hipertrofia
y centralización del Estado en América Latina. Más recursos estarían disponibles para
promover la auto-dependencia de los espacios locales si se llevaran a cabo, en muchos
de los países de la región, reformas a los sistemas tributarios, monetarios y financieros.
Esto, a fin de permitir que tanto los recursos públicos como los privados estén más
directamente vinculados a las necesidades locales y a los grupos más desprotegidos de la
población. La discusión en torno a la disyuntiva entre descentralización y centralización
se sitúa así en el centro de la problemática del desarrollo a escala humana.
Con ello, se replantea el papel del Estado como el ente que asigna recursos para favorecer
el desarrollo orientado al fortalecimiento de los espacios locales.