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El pasado sábado 13 de mayo, fui invitado por Percy Valladares a caminar por
las Lomas del Cerro Campana. pero la invitación venia de un amigo que desde
que tiene uso de razón camina bajo el amparo del Apu Campana, además el
Cerro Campana es uno de los Apus del Valle Moche que por sus
características topográficas es un hábitat por excelencia de la biodiversidad de
las “Lomas Costeras”, el equipo estaría dirigido por el Bibliotecario Percy
Valladares y el Biólogo Carlos Quiroz.
Nuestro amigo Paul Córdoba nos daría un empujón en su poderosa 4X4 para
luego continuar a pie. Al sur oeste, a nuestras espaldas, se iba alejando el
litoral de Huanchaco – y con el - su templo colonial. Frente a nosotros el Apu se
divisaba entre las nubes desveladas por el viento marino. Al primer kilometro y
después de la introducción magistral de Carlos se dibujaría ante nosotros un
manto de “Achupallas” (Tillandsia latifolia). Carlos nos ilustraría las
características de esta especie y de otras que habitan sobre los 150 m.s.n.m.
Las gotas del rocío se resbalan por las hojas, formando bebederos naturales
para las lagartijas y otros animalitos. Cada diez metros el telón natural se abre
para mostrarnos más bellezas; huellas diminutas de reptiles, aves, mamíferos,
insectos y arácnidos van apareciendo.
- A ver, si deja huella de uña es de perro o zorro, sino es de puma. Nos explica
Percy
- ¿Entonces hay pumas aun por estas Lomas? Pregunto emocionado.
- Así es, ya en otras ocasiones hemos registrado huellas de felinos que por sus
dimensiones indican que son de Puma. Exclama Carlos, que a medida que
preguntamos él se apasiona mas.
De esta manera vamos aprendiendo a diferenciar las huellas de la mastofauna.
A medida que avanzamos afloran sobre la arena fragmentos de cerámica que
por sus características se asocian a las Civilizaciones que emergieron de la
arena.
El GPS señala que estamos a 176 m.s.n.m. y sobre una colina se divisan
figuras esquemáticas que llaman nuestra atención.Estamos ya cerca a los 300
m.s.n.m. y llegamos al “atrapa niebla”, curiosa herramienta elaborada por
Carlos Quiroz. Esta permite monitorear la humedad que después de un
sofisticado proceso el agua cae gota a gota un recipiente. El tiempo y
probablemente algún individuo, han dañado este “atrapa niebla”. Alzamos la
mirada, el viento desvela al Apu y este se muestra en todo su esplendor
mientras que dos águilas sobrevuelan, nos saludan y se retiran. Bajamos las
miradas y una gran hoyada de unos cien metros de profundidad agudiza las
sensaciones. Pareciera que en otro tiempo la cuneta natural fue bloqueada
intencionalmente para formar una especie de “represa”, el tiempo y la arena lo
han ha cubierto, formando una gigantesca barrera de arena. Impresionado por
el paisaje, imagino el lugar con senderos interpretativos y personas caminando,
aprendiendo de la sabiduría de la naturaleza, de las Lomas Costeras.
Carlos y Percy nos llevan a ver el lecho seco de una caída de agua, a la cual
han bautizado con el nombre de “el candelabro”. La pasión de Carlos por las
manifestaciones culturales de nuestros antepasados lo lleva a inferir que es un
gran petroglifo de la misma forma del “candelabro” ubicado en la península de
la Reserva Nacional de Paracas. Lo curioso es que en la parte inferior de este
“candelabro” existe una estructura en piedra tallada. Esta estructura esta
adosada a una gran roca orientada hacia el norte y que conecta en línea recta
el lecho vertical de la caída de agua. Por sus características estructurales
denota su función ritual asociada al agua, pero lamentablemente el lugar ha
sido víctima del saqueo. Restos de osamentas, de cerámica y restos de
envases de conservas de atún se encuentran esparcidos por el área
arquitectónica. Con indignación registramos el recinto y nos apoyamos sobre la
roca madre para ingerir nuestra sabrosa lonchera de desierto.
Sobre nosotros la neblina empieza a cubrir al Apu de las Lomas. El viento nos
refresca, tomamos un camino curvo y bordeado paredes de granito que nos
conduce hasta la “laguna seca”. Seguramente la lluvia en épocas del “Niño”
debe haber llenado esta área formando una represa natural. Un oasis en medio
de dunas de arena, ¡Que placer!
Frente a nosotros divisamos galpones para pollos, un poco más al sur emerge
entre el horizonte de las “achupallas” el tempo colonial de Huanchaco. Atrás de
nosotros las nubes cubren el gran Apu. El viento hace bailar las sombras de las
“achupallas”.
¡Hemos caminado 20 km! La visita fue productiva, el haber conocido lo que
este cerro cobija y gracias a las explicaciones de dos personas involucradas en
su protección, me impulsa escribir esta crónica de viaje. Un primer gesto para
compartir pero también para exhortar a los organismos competentes en agilizar
la protección de las “Lomas costeras” del cerro Campana. Pero para amar hay
que conocer por lo que urge que la población, estudiantes y profesionales de
diferentes disciplinas se involucren en la investigación y difusión de la
importancia ecológica de este relicto ubicado a solo 6 Km. del Distrito de
Huanchaco.