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El Imperio Ruso y su acercamiento a la danza

española pasando por la danza clásica

Trabajo final de la asignatura


Repertorio IV (Bloque II)

Laura García Alcolea

Año lectivo 2017/2018

Grado en Artes Visuales y Danza

Instituto Universitario de Danza Alicia Alonso

Universidad Rey Juan Carlos


1. INTRODUCCIÓN

El siguiente trabajo consta de una investigación partiendo de la situación que vivía el


Imperio Ruso durante los siglos XIX y XX para desarrollar la llegada de la danza española en
Rusia y su importancia, desde Marius Petipa, pasando por José Méndez y continuando con
Francisco Miralles, desarrollándose dos vías de investigación, una basada en los Teatros
Imperiales, centrándose en el Bolshoi, y otra en los espectáculos privados que eran aclamados
por los Zares.

El objetivo principal de este proyecto es desarrollar la etapa del comienzo de los Ballets
Imperiales para situar la época y analizar y conectar a las diferentes figuras que hicieron llegar
la danza española a Rusia, reflejando las dos vertientes que se estaban desarrollando en
aquellos años a nivel teatral.

2. LA DANZA EN RUSIA DURANTE LOS SIGLOS XIX Y XX

Partiendo de la situación que se vivía en París hacia mediados y finales del siglo XIX, nos
encontramos con la decadencia del Ballet Romántico en Europa, el ballet deja de tener
importancia para la sociedad parisina debido al agotamiento de fórmulas y a la ausencia del
bailarín en escena.

Hasta entonces el ballet romántico se había desarrollado principalmente en París y en


Copenhague, llegando a Rusia el Ballet Imperial con capital en San Petersburgo, a mediados y
finales del siglo XIX, y con Marius Petipa como figura principal.

La llegada tardía del ballet a Rusia se debió a la época que vivía la sociedad rusa, con un
régimen autoritario que se encontraba al margen del resto de los países Europeos. Con la
llegada de la europeización que inició Pedro el Grande y continuó Catalina la Grande se
configuró la capital del Imperio Ruso, San Petersburgo. Esta europeización se logró gracias a
la llegada de nuevos arquitectos y artistas, franceses e italianos, que introdujeron los
conceptos europeos, entre ellos, hicieron llegar nuevas artes cortesanas, entre ellas, la danza,
consiguiendo los bailarines situarse en un rango social equiparable al del servicio militar en
aquel entonces.

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El ballet romántico había llegado a Rusia en todo su esplendor de la mano de maestros,
coreógrafos y bailarines italianos, franceses y daneses muy importantes para la formación de
futuros bailarines rusos.

E aquí un punto de inflexión a destacar, ¿y no llegó ningún artista español que hiciese
destacar al Imperio Ruso al igual que otros grandes de otras nacionalidades?

3. LLEGADA DE LA DANZA ESPAÑOLA AL IMPERIO RUSO

La llegada de Marius Petipa marcó un antes y un después en la historia de la danza en


Rusia. Llegó a Rusia tras su paso por España (1844-1847), donde aprendió la danza española,
y de ahí su admiración por la misma, dando vida a sus nuevas obras de ballet con temática
española. Fue invitado por los Teatros Imperiales en Rusia explotando así las cualidades de
los bailarines del Ballet del Bolshoi, Moscú, porque tenían una técnica con movimientos más
acrobáticos que los bailarines de San Petersburgo, eligiendo una obra colorista y espectacular
con la temática de la danza española. Más adelante, será nombrado maestro de ballet en San
Petersburgo y montará obras para la compañía del Maryinsky, quedando el Ballet del Bolshoi
en manos de de coreógrafos extranjeros y rusos que no conseguían adaptarse a la novedad de
San Petersburgo.

Por otro lado, cuando Petipa abandonó el Ballet del Bolshoi, más adelante este quedó a
cargo de un español, José Méndez, desde 1889 hasta 1898. Fue una época complicada para el
Teatro debido al auge de Marius Petipa en San Petersburgo. El Teatro del Bolshoi se
caracterizaba más por danzas de carácter con un enfoque más centrado en la actuación teatral
y en la pantomima de ballet, por lo que no se desarrollaba lo que se conocía como el ballet en
Occidente y en Rusia. A su vez la situación social era diferente a la de San Petersburgo, en
Moscú el ballet era considerado algo más ordinario, de segunda categoría y le concedían
menos ayudas y presupuestos para obras, bailarines, maestros y coreógrafos.

José Méndez, nació en Madrid y poco se sabe de su recorrido artístico, dirigió una
compañía de ballet en El Cairo y poco después fue invitado a Rusia, donde en su llegada era
conocido como “maestro de ballet de Varsovia”, por lo que estuvo también vinculado con
dicha ciudad. Méndez tuvo la oportunidad de conocer y trabajar con Paolo Taglioni, teniendo
así la oportunidad de conocer bien las obras montadas por este maestro de ballet para poder

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remontarlas en el Teatro del Bolshoi. Llegó a Rusia un año antes de su incorporación al
Bolshoi, comenzando en el teatro privado de Mijail Lentovsky y a continuación con la
compañía de Virginia Zucchi, poniendo en este último en escena diversos ballets que
aparecieron reflejados en favorables críticas de importantes periódicos, en uno de ellos
nombrando su majestuosidad con una cita dirigida a Alexei Bogdanov, quien dirigía en ese
momento la compañía del teatro Bolshoi. Un año más tarde, la compañía firmó un contrato
con Méndez con el que se comprometía a llevar a escena diversos ballets y a su vez como
maestro de la Escuela.

Con su llegada al Teatro, puso en práctica una renovación llevando las nuevas tendencias
para hacer resurgir al teatro de la crisis que estaba sufriendo, a pesar de que no todas fueron
bien acogidas por la sociedad moscovita. El primer ballet que llevó a escena fue India en el
que le dio gran importancia al cuerpo de baile, quedándose escasa la aparición de bailarines
solistas y debido al bajo presupuesto no logró configurar escenas pantomímicas de calidad,
por lo que no fue un éxito rotundo, salvo por las figuras y movimientos conjuntos que
realizaba el cuerpo de baile. A continuación le encargaron reponer las obras de Coppelia y
Esmeralda, pero se decantó por reponer el ballet compuesto por Paolo Taglioni, Las
aventuras de Flik y Flok, ballet que triunfó en Europa. La adaptación la realizó en base a lo
que el público ruso aclamaba en aquel entonces, ampliando los episodios bailados, quitando
escenas teatrales e introduciendo efectos especiales, consiguiendo un éxito garantizado por
Karl Waltz. Sin embargo, durante las primeras representaciones el público acogió el ballet
quedando maravillado, pero en comparación con la duración de la temporada en Europa y las
funciones realizadas del ballet, en Rusia

Sin llegar a cumplir las expectativas de recaudación con este ballet, ni con los que a
continuación repuso llegando a cambiar la opinión de la prensa de manera desfavorable hacia
él. Desde Moscú se plantearon la continuidad del maestro frente al Teatro, recibiendo Méndez
una carta de despido la cual no se procedió porque logró conseguir los apoyos suficientes para
mantenerse en el puesto durante cuatro años más.

El siguiente montaje fue el ballet Daita para el que no se escatimó ni tiempo ni dinero.
Como en su otro intento de éxito, el ballet buscaba ser una gran obra gracias a los efectos
especiales y en esta ocasión, con lujosos vestuarios y decoraciones con motivo de la
coronación de Nicolás II. El libreto de Karl F. Waltz está basado en una leyenda japonesa. El
ballet se representó por primera el día de la coronación, y siguió representándose junto con

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otras obras en programa porque no obtuvo el éxito que esperaba. El público y la prensa acogió
la música, la puesta en escena, vestuarios y escenografía lujosos, pero la danza se quedaba en
un tercer plano.

Después de este estreno, logró una segunda ampliación de contrato durante dos años más,
montando un ballet de carácter en un solo acto La gitana que no tuvo éxito alguno. Le pasó lo
mismo con el ballet Brahma, sin embargo logró mantener en repertorio un ballet antes de su
retirada durante mucho tiempo La muñeca hada. Antes de su retirada, pocas eran las
reposiciones que hacía, y las ´´ultimas fueron un fracaso de las que no quedan críticas serias.
Antes de su despedida intentó prolongar su contrato un año más por el tema de la pensión
pero se le denegó.

José Méndez trabajó en el Teatro Bolshoi y en escuelas moscovitas durante ocho años y
medio, montando nueve ballets, repuso siete obras y coreografió danzas para óperas. Muchos
de los nuevos ballets puestos en escena por Méndez se mantuvieron en el repertorio del teatro
y han pasado a las “reservas de oro” del ballet moscovita. La estancia de Méndez en Moscú
dejo un resultado muy positivo gracias a su técnica como pedagogo ya que había tenido la
oportunidad de asimilar la metodología de Carlo Blasis y aplicarla a las exigencias de su
época, desarrollando la técnica de sus alumnos de la mejor forma conocida hasta entonces.

El sucesor a José Méndez en el Teatro Bolshoi fue Alexander Gorsky, bailarín, maestro y
corógrafo ruso, alumno de Petipa. En 1899, a los diez años de ser graduado en el Teatro
Mariinsky, fue enviado a Moscú para realizar el montaje de La Bella Durmiente, de Marius
Petipa, en el Teatro Bolshoi, justo en el momento en el que Méndez abandonaba el Teatro,
trasladándose un año después definitivamente al convertirse en primer bailarín y repetidor del
Bolshoi, siendo nombrado en 1902 director, ocupando el cargo hasta su fallecimiento en
1924. Sus objetivos fueron renovar la compañía desde dentro, modernizando sus
producciones y revitalizando a la compañía dándoles un nuevo aire dramático, creando así
nuevos ballets. A su vez revisó numerosos ballets y produjo su propia versión de Don Quijote,
con la que Petipa no estaba de acuerdo. Gorsky puso en marcha un gran cambio que se vería
reflejado después de la revolución de 1917 convirtiéndose Moscú en la capital del país y el
Bolshoi en la insignia de la Rusia soviética.

4. FRANCISCO MIRALLES EN RUSIA

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Francisco Miralles, conocido como “El bailarín de los zares”, tuvo un largo recorrido como
bailarín por toda Europa. Entre muchos países en los que estuvo podemos destacar Francia,
Italia, Finlandia, Alemania o España, su país de origen. Miralles no se quedaba durante
muchos años en un mismo lugar, debido a que estuvo en diversas compañías que realizaban
numerosas giras por Europa, motivo por el cual su carrera artística se expandió por Europa
hasta principios del siglo XX, que se instaló definitivamente en París.

Otro de los países, en el que pasó una larga etapa de su vida, realizando numerosos viajes
durante más de diez años fue Rusia. Por primera vez llegó a San Petersburgo en 1899 al
Aquarium Theatre con La troupe de María la Bella. Con esta compañía realizó numerosas
giras por Europa, trabajando en numerosas ocasiones en San Petersburgo, Moscú y Tiflis,
ciudades del Imperio Ruso, siendo la ciudad de Tiflis uno de los centros culturales más
importante en aquella época. Durante su estancia en Tiflis se comienza a apreciar la
admiración de los zares hacia Miralles, debido al obsequio que obtuvo por parte de la reina
Olga de Gracia, bisabuela de la reina Sofía de España, familia de los zares Nicolás II y
Alejandra, un lujoso alfiler de corbata que luciría en numerosas ocasiones durante el resto de
su vida. A su vez, el baile español, concretamente el bolero, era el que más gustaba en la corte
zarista.

Hacia 1902 Miralles tuvo una lesión por la que estuvo parado durante un par de meses y en
su reincorporación dejaría un poco apartada La troupe de María la Bella, comenzando a bailar
con otras parejas como Edith Lambelle Langerfeld, bailarina estadounidense, conocida como
La Sylphe o Carmen Lorenza que fue la primera pareja de baile del bailarín tras separarse de
La troupe de María la Bella, decisión que tomó en 1904. El bailarín siguió con numerosas
giras por Europa y por el Imperio Ruso hasta 1911, última fecha que permitió verificar su
estancia en San Petersburgo. En 1905, durante la Revolución Rusa y con una nueva pareja de
baile, Pilar García, abandonó el país pasando por Finlandia y Londres hasta 1906 que viajó a
Italia donde se unió a la compañía de Belle Kerro, con la que triunfó durante sus últimos años
en el Imperio Ruso, obteniendo su último éxito en Villa Rode Varieté de San Petersburgo.

Con el tiempo Francisco Miralles sería nombrado Caballero Cubierto ante los Reyes y
Zares de Rusia, distinción que se otorgaba a aquellas personas que había destacado en un
ámbito social en función de sus ocupaciones, permitiéndoles conservar un cargo ante las
altezas de la corte rusa.

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5. CONCLUSIÓN

Durante la época que vivió Francisco Miralles en Rusia se diferencias dos líneas paralelas
en la danza, una a nivel teatral en los Teatros Imperiales, y otra de espectáculos privados, la
primera de ellas de la mano de Petipa, enfocada en el Teatro Bolshoi y la segunda con
Francisco Miralles.

Miralles, “el bailarín de los zares” llegó a ganarse el apodo gracias a los pequeños
espectáculos privados que los zares demandaban al finalizar las obras en los Teatros
Imperiales, siendo muy aclamado entre el público de la corte del Imperio, generando la
situación un mayor acercamiento a los zares gobernantes en aquella época.

A su vez, los primeros años del bailarín en Rusia coincidieron con el encargo ofrecido por
Igor Vzevoloshky a Petipa de realizar la obra La bella durmiente, 1889, obra en la que
aparecerá Cecchetti, como coreógrafo y bailarín, y en sus últimos años coincidió con la
formación de los Ballets Russes de Diaguilev,1909, en los que Cecchetti será reclamado como
maestro, por lo que Miralles no tuvo la oportunidad de trabajar con él de primera mano en uno
de sus retornos a San Petersburgo para aprender la base sólida de la danza clásica pero si hubo
contacto directo durante una de sus estancias en París.

6. REFENCIAS

https://www.theguardian.com/stage/2010/jul/20/bolshoi-ballet-guide-dance

http://www.oxfordreference.com/view/10.1093/oi/authority.20110803095901470

https://ebuah.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/20123/Jos%C3%A9_Souritz_CAIRO
N_1997_N3.pdf?sequence=1

http://www.danza.es/multimedia/biografias/marius-petipa

https://www.danzaballet.com/rosario-rodriguez-llorens-y-la-figura-de-francisco-
miralles/?print=print

http://www.levante-emv.com/cultura/2010/05/31/bailarin-zares/710049.html

7. BIBLIOGRAFÍA

Abad Carlés, A. (2004). Historia del ballet y de la danza moderna. Madrid: Alianza editorial.

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Rodríguez Lloréns, R. (2015). Francisco Miralles. Pasos de baile para una leyenda.
Valencia: L'Eixam Edicions.

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