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Para el avance de las corporaciones sobre la educación han sido particularmente significativos el
retiro de los Estados Unidos de la UNESCO en 1984; el Consenso de Washington, en 1989; el
Acuerdo General de Comercio de Servicios de la OMC de 1995 (cuyo apartado IV establece la
“liberación progresiva” de la educación por parte de los países miembros), la inclusión de la
educación superior en la lista de bienes transables por parte de la OMC en 1999; el Acuerdo de
Bolonia de 1999. El mercado avanzó sobre los consensos internacionales derivados de la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en los cuales la educación
había quedado establecida como un derecho. Desde el punto de vista del negocio de la educación,
la tecnología es vista como una posibilidad de sustituir a la escuela y a los maestros por diversos
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Doctora en Pedagogía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ex Diputada de la Nación
(2007-2015). Ha escrito libros de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana, Política Educativa y
Pedagogía de amplia difusión en nuestras Universidades Nacionales.
programas que ya venden masivamente empresas, ONG y fundaciones a nivel internacional. La
flexibilización laboral de la contratación docente se impuso como prioridad para grandes
inversores en el nuevo mercado mundial del rubro educación, que mueve más de 5 billones de
dólares anuales. El negocio de la educación está creciendo de manera exponencial en el mundo.
Tan sólo la educación superior privada concentra cerca de cien millones de estudiantes. Según
distintos cálculos de algunos investigadores, partiendo de un arancel mínimo de 1000 US$ anuales
por cada uno (que es muy bajo) el aporte de la educación superior privada al mercado global
alcanzaría los 31.500 millones de dólares por año.
Ya desde fines de los años 80, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, así como
el Club de París y los más importantes bancos privados europeos, se introdujeron en el campo de
la educación latinoamericana con préstamos acompañados de directivas formuladas de manera
taxativa en relación a la reforma de los sistemas escolares y las universidades. Eficiencia, eficacia,
equidad, accountability, management, arancelamiento, tercerización, evaluación, fueron algunos
de los términos que sustituyeron a la “educación común”, la igualdad de derechos, la democracia
educativa, la educación pública.
En los Estados Unidos, educadores, periodistas de los principales diarios y los dos grandes
sindicatos de educadores, la National Education Association (NEA) y la American Federation of
Teachers (AFT), miembros de la Internacional de la Educación, denunciaron el uso de la educación
como un instrumento para el sometimiento cultural; asimismo rechazaron las escuelas “charter”(
son las estatales privatizadas), los vouchers (bonos individuales que sustituyen el presupuesto
educativo) y las diversas formas de privatización de la educación pública explícitas o encubiertas.
Los actuales tratados de libre comercio incluyen a la educación con la finalidad práctica de
comprar y vender. Los medios de comunicación dominados por la publicidad usan los vínculos
entre madre e hijos reducidos a la mancha de tinta en la remera que arregla con el nuevo
quitamanchas, la nueva figura del padre que se hace presente cocinando puré sintético, la escena
donde la mayonesa light une a la familia, el grupo de adolescentes deleitados por las papas fritas y
unidos por litros de cerveza. Es muy raro que en esos avisos aparezca un maestro o maestra. La
televisión e Internet están plagados de publicidades de empresas de autoeducación en múltiples
rubros. Generalmente son presentadas por un educador sonriente con perfil del empleado del año
de Mc Donald.
En nuestro país, la situación, que hasta hace pocos años era vista solo por los especialistas y los
gremios como un peligro futuro, se manifiesta desde que asumió el gobierno Mauricio Macri sin
reparos, como una compleja trama de inversiones privadas, normativas locales y nacionales,
tratados internacionales, arreglos entre fundaciones privadas y establecimientos públicos, y
situaciones de hecho de privatización que se presentan como experiencias pedagógicas. El
shopping de educación que veíamos en la época de Menem como intentos en algunos colegios, se
ha generalizado cobrando dimensiones inéditas. En los medios se ha instalado una maquinaria de
reelaboración del discurso educativo que va destruyendo los soportes simbólicos de la educación
moderna. Los intereses de Microsoft, Pearson, Banco Santander, Google, entre otras, actúan de
manera directa en el país a través del Ministerio de Educación y Deportes. Desde el arco oficial no
hay disimulo al respecto, porque consideran que es lo adecuado. Paralelamente, se suman cada
vez más fundaciones y empresas destinadas a vender servicios educativos, tales como GEM, Junior
Achievement, Eidos o programas como Teach for America, Educar y Crecer, entre otras.
Por ejemplo, este último programa tiene como donantes a la Fundación Benito Roggio, Chevron
Argentina y Johnson & Johnson. Usan un modelo de “franquicia social” destinado a promover que
diversos actores sociales se deciquen a la educación. Les facilita material didáctico, capacitación y
asesoramiento. Sin mucho esfuerzo de imaginación leemos este programa acompañándolo como
música de fondo con el tintineo de la frase múltiples veces repetida por conductores de programas
televisivos, redactores de editoriales de diarios liberales y economistas devenidos en pedagogos:
“¡La Escuela Pública está en decadencia!”.