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Josk k Zarnora (ed.

Estudios y materiales

Consejo Superior de Investigaciones Cientificas


Escuela Espíola de Historia y Arqueologia en Roma
LOS HOMBRES FENICIOS pológico a Ia psicología socid o a la historia
J. A. ZAMORA de las mentalidades'.

INTRODUCCIÓN LOS ESTUDIOS FENICIOS

En las últimas dtcadas del siglo pasado, Por desgracia, difícilmente podían los
unas cuantas obras, de titulo ya elocuente, hombres fenicios figurar entre los elegidos.
hicieron popular luna aproximación caracte- Hasta casi aquellos años, la investigación so-
sístia cuyo txito se extiende hasta nuestros bre el pasado fenicio, que podia presumir de
días. Diferentes entre si pero fruto de una más de tres siglos de antigüedad entre estu-
misma y larga corriente, hachn del hombre diosos de diversas materias" no comenzó a
o los hombres de una determinada tpoca e configurarse como una verdadera especiali-
cultura el objeto principal de su estudio, me- dad, consciente de su especificidad y abierta
diante Ia psesentacion de diferentes perfiles, a nuevos caminos. Una especialidad peculiar,
tipos o personajes. El juego de la mayor o en la que se veía implicada una larga varie-
menor representatividad y abstraccibn invi- dad de investigadores, en obligada corres-
taba can facilidad, ademh, a la reflexidn de pondencia con la gran diversidad presentada
mttodo. Se profundizaba asi en el conaci- por las fuentes, textuales o arqueol6gicas, se-
miento general de cada especialidad, pero miticas o d&sicas,extendidas desde el Orien-
tambitn se trascendía la mera discusión par- re mediterráneo hasta el Atlsntico a lo largo
ticular llevando el debate desde la metodolo- de m& de un milenio. Este d c t e r , que ex-
gia del trabajo histórico hasta la misma esen- plica la antigua dispersión de los estudios y a
cia de su objem de estudio. menudo pone a6n en duda su propia enti-
Zos hombres (esto es, los seres humanos) dad, s6l0 pudo salvarse mediante el acera-
de numerosos periodos y civilizaciones se miento interdiscipIinar. La interdisciplinarie-
presentaron al lector en libros que, ¿e la for- dad se plasma en reuniones y congresos in-
ma expuesta o de alguna similar, incorpora- ternacionales de nuevo cufio" origen de
ban también al estudio mdtodos o aproxima- obras a las que pronto acompañarían nuevas
ciones que iban desde el mero corte antro- publicaciones, individuales e colectivas, mo-

' Son quizá los publiados en la editorial Latema los mis cercanos a[ modelo descrito. Cf p. ej. los dedicados a la antigüedad: A.
Giardina (cd.), Licorno romano, Roma - Bari 1989; S. Donadoni (rd,), L'wmo egizsiano, Roma - Rari 1990: J.-T? Vernant (ed),Licorno
g m o . Roma - Bar; 15191. Libros algo diversos, pero que sicúan igualmente en primer rirmino al hombre -o su reIaci6n directa w n un
tema o problema más abstract* abundan concemporincamcnte, e incluso con anterioridad, cn otras editoriales, como la francesa Ha-
rhñw. cuya serie "le temps et les hornrnes habla por s i misma. (En esta sede, de nueva entre las obm dedicadas a la Hisroria Antigua,
sc puhlicd el inff uyente M. Mesli n, L'homme rumain: des origincs au ler riklc de notre h.Essui Janrhrapologie, h r i s 1978, en el que el
papel dc la anrropalogía, de forma casi etnol6gica. se separaba de los esnrdios sobre vida cotidiana para orientatse decididamente hacia
la Iiisroria dc las mcnralidades). Es rambiCn norabie la proliferaciSn de versiones y traducciones de todos estos rrabaios (4p. ej. para Ec-
p d a la serie "El hornbrc curopco" dc la editorial AZianza),
Suele tornarse la Geographin Sntrn de S. Brochart [Cadomi 1646, cuya segunda parrc se titulaba Chnmm,seir De coloniis a $enno-
m Phmimm) como el punto de partida de la Larga maduracidn de los estudios, 4 p. ej. E. Lipikki, "!hudes phknico-puniques", in
DCPP, p. 164.
' El ler Congwrro lntmuzionuk di S d i Fmici e &ni& se celebró en Roma en el año 1979, consolidándose con la celebfaciOn del
II (igualmente cn Roma, 19871, LII (Túnez, 1991), IV (CAdiz. 1995) y, recientemente, Y (Marsala-Palerma. 2000). Sus actas (Cf:
ACIFP I, 11, III y IVJ son fiel reflejo de este ambiente. Tambitn a principios de los ochenta se inician los co!oquios del Gmupe de con-
ract intrr-rcnimitairc d"P& phhiriennes es püniqncs, que dieron lugar a la serie S d i a Phentcia (1-2, 1983; 3, 1985; 4, 1386; 5,
1987, etc., hasta la actualidad). Obras como CI. Baurain - C. Bonnet -V. Kring (e&.), Phoinikein Grrimmara. Liw cr mitr m Midite
rmnPe, Namur 1991 nacieron tamhidn de encuentros dentro del mismo ambiente.
nogrdficas y periódicas4. De igual modo, ai- los estudias fenicios a un tipo de trabajo
gunas grandes exposiciones internacionales y fructifero y todavía vigente, aunque no fácil-
muchas otras locales popularizaron la culm- mente aplicable dentro de una especialidad
ra fenicia entre el público, subrayando su con las caracteristicas de la fenicio-pbnica.
identidad propia5. Exponiamos anteriormente Ia diversidad de
Nacieron, también, grupos de trabajo las hentes, cuya amplitud espaciai y tempo-
con respaldo institucional, reflejo del desa- ral, sus lagunas y dificultades, su fuerte con-
rrollo de la investigación e impulsores de dicionamiento, su naturaleza ampliamente
ella. Algunos, que habían sido pioneros, se indirecta, marcaban las investigaciones.
convirtieron en centros de referencia, como Frente a la madurez de otras estudios, pro-
el Istt'mto per Id Civil& Fenicia e Punica de blemas y retrasos dificultaban la participa-
Roma" En otros centros de investigación ci6n de los especialistas en nuevas corrientes
ya consolidados fueron surgiendo con el y métodos inrerprerativos. Una obra cerrada
tiempo grupos o llneas de trabajo selaciona- y homogénea, cuyas categorías fueran ex-
das con la fenicística, o acercamientos a la puestas de forma acabada y completa, a r r i a
especialidad que enriquecieron otros estu- el riesgo de resultar, o bien exageradamente
dios. vaga, o bien excesivamente hipotética.
Sin embargo, anteponiendo la utilidad a
la simple irnitacidn de los precedentes, el in-
ELORIGEN Y PROPÓSTTODEL LIBRO tento podía mereces la pena. L a incorpora-
ción de una nueva merodologia (algo siern-
Dentro de esta última y saludable ten- pre difícil en especialidades con previos pro-
dencia quiete nacer este libro. La Esmela Es- blemas documentales) podía servir para se-
pafiuld dc Historia y Arqueologrú rn Roma fialar, y en +nos rnos q u i d superar, los
(CSIC), que ya habfa organizado algunos se- limites existentes. La mera propuesta podría
minarios sobre la materia (precisamente en constituir un ejercicio heuristico fecundo.
colaboración con d Ishtuto per la Civiltd Fe- Con este objetivo se decidid reunir una am-
nicia) quiso también incluir en su serie ar- plia lista de contribuciones que, de formas
queoldgica un volumen con el que contri- diversas, de acuerdo a las posibilidades del
buir a la investigaci6n sobre el mundo feni- trabajo, acometieran el estudio de una serie
cio y púnico. Un volumen que, además, re- de figuras caracterisricas del mundo fenicio-
flejara uno de los más importantes objetivos pUnico. Una serie de estudios que constxu-
de la Esnrtdu: facilitar la colaboracidn inter- yeran -o proporcionaran la información ne-
nacional, entre investigadores espafioles e cesaria para construir- Ea serie de tipos o
italianos, y entre &tos y el resto de la comu- personajes que, a su vez, permitiera al lector
nidad científica. fabricarse una nueva imagen de ((el hombre
Surgió así la idea de intentar incorporar fenicio».

De esta misma tpom o poco posteriores son obras que marcaron puntos de infiexidn en s u campo (4 p. ej. M. E. A u h , Kroy
lar coloniarfinicia h Ocri&te, Barcelona 1987), aIgunas slntesis y manuales muy wnocidos ($ p. ej. M. Gras - P Rouillard - J . Tei-
xidor, LZnivenphPnicicn, Paris 1989 o C.Baurain - C. Bonnec, Lc3 P h k i c i m ~ :mnrinr &S trois ronti~mrr,Paris 1992) y algunas obras
Dictionmiw d .&I riui(;sationph&irimne crpuni-
de referencia (cf p. ej. los dos diccionarios t e m i t i c o s m& comunes, E. Lípikki (A),
que (= DCPP), Turnhout 1992 y M. 6.h a d a s i G u m - C . Bonner - S. M. Cecdiini - I? Xella, Dizionario della siuildfenicia
(=DCF,J, Roma 1992). En esos aíos naci6 también el proyecto de V. Krings (ed.),La civilisation phinicimne a puniquc. Manuel $e r e
ckerrke (=CPPMR),publimdo finaimcnte en Leiden en 1995. Sobre las revistas, Ef: i n f i .
' La exposici6n s i n duda más famosa d e entre las organizadas e n aquellos años fue la celebrada e n Venecia en 1988 (c$ el cadlogu
original: S. Moscati (ed.),I Emici, Milano 1988, a su va, muy influyente). No Fue sin embargo la única (4ya Ln PhPnirimr er Ir monde
miditerrnndrn, 1986, catálogo de ta exposici6n del mismo nombre).
" Perteneciente al Consiglio Nuzionaledelle Ricmhe (CNR).Madi6 a su nombre, en w última etapa, el de su impulsor, Sabatina
Moscati. Hoy es parte del Istimm dr S d i sallc CiuiIki Italichc E Al Mcditmneo Antico (dirigido por el pmf. Fnncesm RoncaIli). El
instituto edita, desde 1972, la R i v h di S d i Fmici. además d e sus series rnonog&cas. De modo similar, el nacimiento posterior de
otros centros afiadi6 nueras publicaciones peri6dica.s (as[ p. ej. el Cmiw d'&& ph8niricnnrs-puniqwm ct dcr antiguitk lilryqirrs edita en
Túnez desde principios de los años ochenta la revista MPPAL).
ran arqueol6gicas, epigrdficas o textuales)
fuera el núcleo fundamental de cada traba-
Se asumib que, tanto en la lista de capí- jo. La base documental debla quedar recogi-
tulos como dentro de cada contríbución, da y subrayada. De tal modo, -frente a la
serían inevitables elecciones y renuncias. asumida heterogeneidad formal y estrucru-
Conscientes de los problemas citados ante- ral de los trabajos-, a la comunión de obje-
riormente, se dio a los autores la máxima li- tivos se unía la pretensibn de máxima utili-
bertad posible sobre la forma de estructu- dad. Unos y otros artículos debían hacerse
rar, articular y presentar cada contribuci6n. referencia útil para el posterior avance de las
En general, se abrían dos posibilidades bhsi- investigacionei, ya encausaran su esfuerzo a
cas: Por un lado, la presentacidn ((personali- la definición del-tipo, ya a la exposición del
zadarr de Ia síntesis documental; esto es, la estado de la cuestión necesario para acome-
construccibn directa de la figura o figuras terlo. De ailí el subtítulo del Iibro: estudios
(arquetipicas o incluso reales) objeto de es- y materiales.
tudio, que intentase responder a las pre- Para subrayar e1 valor de uso del libre, se
guntas básicas que tal (re)consrrucci6n pidid adernh a los autores que seleccionaran
planteara o se limitase a presentar las res- una breve bibliografía sobre su tema, para
puestas que la documenraci6n proporciona- ser añadida al final del volumen. Con el mis-
ra. Por otro lado, la exposición tradicionaI mo objetivo, y en aras de Ia claridad, se opr6
(uindirecta.) de los datos que, de forma por un sistema tradicional de cita en nota
mAs o menos abstracta, sirviera al mismo que permitiera a los participantes incluir en
efecto, o que permitiera al menos definir el su redacción otras referencias, si asi lo creye-
marco y condiciones de existencia, o la ran necesario, sin necesidad de duplicar o
existencia misma, de los hombres estudia- alargar las listas bibliogdficas.
dos. Dentro de cada opcihn, a su vez, las El libro se presenta así, en su conjunto,
posibilidades eran múltípl~s.En un extre- mAs cercano a una obra de investigadores
mo, el discurso upersonalizado» podia, en para investigadores que a los libros que le
beneficio de un mejor dibujo de los perso- sirvieron de inspiraci6n. Pero quiere abrirse,
najes tratados, cobrar formas m$s o menos como se apreciad en el tono de muchas de
literarias, incluso en primera persona. EI las contribuciones, a especialistas, y lectores
discurso ((indirecto))podía, por su parte, en general, no necesariamente implicados en
acometer la síntesis con una mayor o me- la investigacibn fenicia y púnica.
nor distancia formal -reflejo de la habitual
e inevitable distancia metodológica-, con
diferentes grados de abstracción que, en el LOSTIPOS O FIGURAS
extremo opuesto a la construcción narrati-
va, podia ceñirse rigurosamente a la exposi- El elenco a estudiar incorporó en inicio
cidn de los argumentos abstractos, preten- algunos personajes habituales (e imprescin-
diendo dejar al lector en condiciones de ir dibles) en esta dase de obras, incluso si las
más lejos por si mismo. dificuItades de su ~onstmccióneran obvias:
A cambio, se pidi6 a los autores que ini- el sacerdote, el rey, el magistrado ... En
ciaran sus r a t o s con una pequeha reflexi6n cuanto a los criterios de definicibn de los di-
sobre los condicionantes, metodol6gicos o ferentes personajes, correspondia a los auto-
documentdes, a los que se enfrentaba la in- res discutir en cada caso lo apropiado de las
vestigación en cada caso. Condicionantes distinciones y su mejor delimitación dentro
que, así mismo, determinaban la orientaci6n de la civilizacihn fenicia y púnica (en la cre-
de sus trabajos. encia, además, de que la combinaci6n de las
Una peticidn se superpuso a la amplia li- tipologias antiguas y modernas es, además
bertad de acción propuesta: que la referen- de un sano ejercicio de aceptación de lími-
cia directa a las fuentes disponibles (ya fue- tes, un útil instrumenro de indagacidn hist6-
rica7). Por lo general, se ampliaba asf d es- tenía. S. F. Bondl hace lo propio con el ma-
pectro personal recogido bajo cada epigrafe. gistrado: aí esrudio de sus derechos y debe-
En algunos casos, el titulo mismo 10 acab6 res, de su marco de actuacihn, anade el de su
advirtiendo: mAs que de hombres con defi- estatus. Senda, como anticipAbamos, fa ex-
nici6n concreta, se hacía necesario hablar, trema variedad de situaciones a afronrar. Las
más bien, de la reIacidn de tales hombres acomete mediante la consideración separada
con condicionanres fundamentales de su del Oriente fenicio y de su expansión occi-
propia naturaleza (corno la necesidad de di- dental. Separación tambitn dibujada con ni-
mentarse) o de su cultura (como p. ej. el tidez por Xella, enraizando con la vieja dis-
protagonismo constante del mar o la gue- cusi6n sobre la monarquía occidental (que
rra). Ademds, a tal punto, los criterios de de- retornad, desde otra perspectiva, tambidn V.
finicidn no podian limitarse, corno es obvio, Krings). XeIla adelanta una idea de fondo:
a los meramente hnciondes. Tampoco res- los colonos fenicios se dieron una ordena-
ponder a definiciones exduyentes estableci- ci6n de poderes, unos regirnenes institucio-
das a un mismo nivel. Por ello, pronto se nales, más ágiles y adaptables que los que
añadieron figuras que remitían a Ambitos mantuvieron loa fenicios en Oriente (donde,
imprescindibles: la mujer, el niíio, el muer- como senda Bondi, Ia monarquía condicio-
to.. . Con posterioridad, durante el desarro- naba todas las relaciones de poder), pero no
llo de los trabajos, se establecieron tambi6n menos dirigidos al control del entero meca-
algunas subdivisiones (respondiendo sobre nismo que, como concluye Bondl, adquirid
todo a los condicionanres documentales). Se en Cartago la coherencia que mejor servia al
aííadieron asf mismo, según lo previsto, al- número limitado de ciucladanos que gober-
gunas contribuciones específicas (destinadas naban el sistema. El rey yfo el magistrado fe-
a cubrir aspectos especialmente relevantes nicio son así paste indisociable de las socie-
del mundo fenicio y púnico). dades fenicias en cualquiera de sus situacio-
nes, pues son parte esencial del control de las
relaciones de poder.
LA ESTRUCTURA DE LA OBRA El capftulo de M, E. Amadasi Guzzo so-
bre el sacerdote, que sirve para representar
Finalmente, las contribuciones se agrupa- una parte del universo religioso fenicio
ron en grandes secciones. Aluden, grosso mo- (esencialmente, el. que corresponde a la esfe-
do, a diferentes esferas culturales, con no ra cultual) no podía quedar lejos de las con-
mis propdsito que vertebrar mejor el volu- tribuciones anteriores, como el lector apre-
men. Muchas de las contribuciones podrian, ciad al leer unas y otra: como nos recuerda
en verdad, situarse en varios de los aparta- Amadasi, el sacerdote por antonomasia, si-
dos, o con propiedad en ninguno. Sin em- guiendo una vieja tradicidn oriental, es el
bargo, hacen el conjunto, o asf se espera, rey. Donde no lo hay, como en Cartago, las
mis estructurado y manejable. autoridades ciudadanas parecen ejercer tam-
Abren la obra el rey y el magistrado, am- bitn 10s rnhimos cargos sacerdotales. La es-
bos buenas personificaciones del poder en la fera polftica y la religiosa se entrecruzan. De
cultura fenicia y púnica (y en las mtílriples nuevo, buena parte del esfuerzo de Amadasi
divisiones en las que la base ciudadana orde- debe dedicarse a rastrear en las diversas fuen-
naba este poder: el rey fenicio, mAs aún los tes los muchos y diversos sacerdotes que en
magistrados, es ran plural como 10 fueron las el mundo fenicio y gbnico formaban la dase
ciudades fenicias). P. Xella se encarga del ligada a1 culto. Funciones, organización,
monarca, del que estudia sus prerrogativas y práctica, se presentan de forma desigual en
obligaciones junto a la ideología que las sos- las variadas situaciones tantas veces señala-

' Cf J. Le Goff Icd.), Elhornbm m e d i d , Madrid 1990 (11 ed., Licorno mcdievak, Roma - Bari 19&7),pp. 23-24.

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das. Y, sin embargo, concIuye la autora, se Crouzet) una figura a la posrre imprescindi-
observa una nomble continuidad.. ble. Una figura tarnbitn muItiforme pues,
Tradicionalmente ligado a los drcdos de como nos explica la autora, si bien Ios mer-
poder, en el universo fenicio, tbpicarnente, cenarios fueron una constante entre los pú-
no puede faltar quien domina la escritura. La nico~,su origen varió mucho, y las fuentes
mensidn de1 uso del alfabeto, la ruptura del (que, como subraya la autora, son mayorita-
estricto elitismo de la clase letrada de finales riamente externas) variaron tambitn en la
de la Edad dd Bronce, no implica, como nos forma de considerarlos. Crouzet nos describe
presenta en su estudio C. Bonnet, que Pa fi- el uso de los mercenarios en la cultura púni-
gura del escriba no emerja de las hentes co- a,su variado reclutamiento, su preparacidn
mo una realidad socid caracteristica (o como y, con singular importancia, su difícil inte-
una serie de ellas, todas ligadas a la escritura). gracidn (en una sociedad de la que, en cam-
Del escriba presenta Bonnet su improbable bio, formaban ya parte indisoluble). En rela-
pertenencia a una casta, pero también sus ción cercana, se nos presenta el general, el
evidentes posibilidades de poder y prestigio; caudillo guerrero, figura de primer orden en-
su aprendizaje intenso, pero potencial y rela- tre los púnicos. V. Krings repasa sus posibles
tivamente breve; su especializacihn y jerar- antecedentes y sus seguros exponentes, la
quizacibn, pero tambit5n su vasto Arnbito de trascendencia de los Bárguidas, la figura, a la
competencia; en fin, su posible carácter for- vez única y emblernática, de Anibal. La au-
mal, ledista, conservador, y su probabIe res- tora muestra en su trabajo cuánto de lo
ponsabilidad en la custodia no sólo de docu- aceptado sobre casi cada uno de estos perso-
mentos y archivos, si no también de tradicio- najes, y sobre Ia figura en tamo que tal, de-
nes.. . casi Ia personificaci6n, o el agente pri- pende de la construcci6n histdrica, antigua y
vilegiado, de una buscada continuidad. moderna, bajo la que resulta dificil visIurn-
Tambilén caracterlsricas del mundo feni- brar el verdadero danre de los gandes jefes
cio, y más propiamente del púnico, son las de Ba guerra cartagineses.
figuras del mercenario (S. Crouzet) y del DespuCs -en una sucesión que podría Ile-
caudillo guerrero (V. Mrings), que junto al var de la produccibn y consumo de bienes
soldado U. P. Vita} presentan las relaciones bhicos a los procesos de transformación y de
del hombre fenicio con la esfera de la guerra. intercambi* tres secciones agrupan, en
Como nos cuenta Vira, la guerra era un esra- cualquier caso, contribuciones variadas. En
do familiar al hombre fenicio. Casi obligada- el apartado que hemos llamado "Los fenicios
mente, el estatus de soldado debid implicar y el sustento" se recoge la contribucidn de S.
periddicamente a una buena parte de la po- Cecchini sobre el campesino, pero también
blaci6n ciudadana (mientras que sólo unos la de L. Campanella sobre la alimentaciltin
pocos engrosarian el núcleo mínimo de pro- de los hombres fenicios, intimamente ligada
fesionales militares especializados). Nos a la precedente. S. Cechini reparte también
muestra el autor corno la escasa capacidad su mirada de forma independiente entre los
guerrera de las ciudades fenicias orientales fenicios de Oriente y los ptínicos occidenta-
no nace (coma a veces se ha presentado) de les, de nuevo sobre todo no tanto por dife-
ninguna idilica tendencia pacifista del hom- rencias intrínsecas, si no por motivos docu-
bre fenicio, tan belicoso, preparado para la mentales (para Canago, aunque las Fuentes
guerra y capaz de atrocidades como cual- bAsicas son, como para Oriente, exteriores,
quier otro pueblo de la antigüedad ly, en las noticias son mayores, y conceden ademis
triste continuidad, del presente). El modo a los agcinomos cartagineses una atencilón y
efectivo en el que llevaron la guerra al mar lo prestigio notable). La autora, que repasa
confirma. EI recurso a los mercenarios incor- también los condicionantes fisicos del hábi-
porh a la civilización fenicia, especidmenre tat de fenicios y ptínicos, sefíala en cualquier
en el occidente phnico (sobre el que se cen- caso la preferencia de antiguos y modernos
tra con preferencia la centribucidn de S. por la agricultura o sus productos antes que
por los protagonistas de la actividad (que de- lisis comparado de los sistemas productivos,
bieron incluir figuras bien diferentes entre se construye la figura del artesano, que otra
si). Por ello, da& la necesidad de apoyarse vez nos esconde un abanico de personajes
abiertamente en la imaginaci6n para acercar- aplicados a diversas labores, de formas diver-
nos a aquellos protagonistas, la autora esgri- sas, con diversa preparación, consideración y
me y no oculta este hecho haciendo uso de estatus. El estudio de los comitentes, de la
uno de los recursos posibles: la construcci6n orgánizacidn del trabajo (en la que qui& se
de un relato, bello y sugerente, cuyo sostdn advierte cierta conciencia de clase), de1 papel
documental se presenta adernds sOlido y cer- (importantísime) del artesano en la coloni-
cano. Por su parte L. Campanella, que se ea- zacibn occidental, en el mundo púnico (y
carga de las básicas ~Iacionesde subsistencia hasta e1 estudio de la divinidad artesana
que unian al hombre con la materia de la KT~), sirve a los autores para reflejar con su
que se alimentaba, senda la trascendencia del justa complejidad al artesano fenicio que se
estudio del hombre corno horno e&, dadas esconde en ella.
las complejas connotaciones que se esconden Una contribución especifica, dedicada a
bajo los alimentos y las formas de consumir- Ia relacidn del hombre fenicio con la activi-
los, rambidn para el hombre fenicio. De entre dad metalúrgica, a carga de A. G o n d e z
las fuentes, que repasa y d o r a , presta espe- Prats y M. Renzi, queda justificada por la im-
cid atenci6n a las proporcionadas por la ar- portancia de la obtencihn, trabajo, uso y co-
queología, por la doble novedad de muchos mercio del metal en muchos periodos y h-
hallazgos (recientes o redescubiertos corno bitos de la historia fenicia. Los autores nos
objeto de atenciljn) y de los m6todos con los proporcionan el conjunto de informacidn
que han sido estudiados (especialmente iinte- necesario que aiíadir, para el caso especifico
resante es la inforrnaci6n que la autora logra de los implicados en la producciljn de m d
extraer de los recipientes cerámicas comu- y productos metAicos, a cuanto se habia ya
nes). Concluye Campanella llamando la dicho sobre los artesanos fenicios.
atención sobre el papel extraordinario inter- De modo parecido, l? Bartoloni nos pro-
pretado por los fenicios en la difusidn de al- porciona el material imprescindible para
gunos alimentos hoy considerados la base de comprender Ios diferentes hombres fenicios
la alimentacidn mediterránea y de alguna que volcaban su vida al mar. La selacidn de
forma caracteristica de cocinarlos, elementos los fenicios con el mar es presentada por el
cuiturales de primera importancia que mues- autor con especial dedicaci6n a los saberes
tran la larga y difusa extensión de alguna de tdcnicos, por lo que de nuevo se erige en
sus esencias. complemento necesario de los capidos pre-
En el apartado dedicado a las artes y ttc- cedentes. Abre además la puerta al estudio de
nicas, el protagenismo corresponde al artesa- nuwas figuras, que se perciben bajo sus pd-
no (trabajo a cargo de M. Botto e 1. Oggia- r&s: e1 navegante, el marino especializado y
no). De nuevo indican los autores el gran emprendedor; el marinero, el ttcnico del
contraste existente entre nuestros conoci- mar; el pescador, algo así wrno el canpeino
mientos sobre la artesania fenicia (sus pro- de las aguas; el marino en la guerra, el gue-
ductos, su extensidn, su valor y fama) y rrero en el mar; el gran armador o el cons-
nuestro desconocimiento de los hombres tructor de naves, el artesano de1 mar.. .
que la producian. Y de nuevo acometiendo El mercader, capitulo a cargo de M. E.
de frente los muchos problemas documenta- Aubet, merece seccidn propia. No en vano es
les, Bono y Oggiano recurren a la compara- uno de los personajes mis arquetípicamente
ci6n de lo percibido para la cultura fenicio- ernblemáticos de la civilizacidn fenicia y ph-
púnica con las mejor conocidas culturas con nica. La autora afronta los recurrentes pro-
las que interactuaron fenicios y piinicos (di- bIernas documenrdes (la escasez, la parciali-
vidido de nuevo en dos, a efectos prácticos, dad, el condicionarnienro) tomando en con-
el drnbito de investipcidn). A través del aná- sideraci6n las fuentes del Bronce Fin$ -que
con frecuencia muestran a los comerciantes arqueolbgicas y textuales o epigrdficas, del 11
con altos niveles de woder e influencia- e in-
I
y del 1 rnilenio a. C., etc. La wracterizacidn
tegdndolas en las informaciones posteriores que del niño fenicio realiza la autora resulta,
-que confirman de diversas maneras la posi- de paso, una interesante pintura de buena
bilidad de tal estatus. Aubet muestra tam- parte de lo que danzamos a saber de las re-
bitn la complejidad de una figura que, a laciones familiares, o de la ideología y reli-
nuestros ojos, podría pareces tanto un co- gi6n popular -donde la preucupaci6n por la
merciante como un prestamista, tanto un fecundidad y la sdud tiene un espetado pro-
empresario como un recaudador, tanto un tagonismo.
político, corno un diplomdtico o un proba- Por su evidente importancia en innume-
ble espía. Adernds del estudio de las formas rables aspectos de la sociedad y cultura de
de organizaci6n de los comerciantes, espe- los pueblos de la dpoca, y por tanto tambidn
cialmente interesante resulta el esrudio de la de los fenicios, tiene tmbien asi mismo sec-
autora sobre la actividad exterior del tipo. cidn a parte el esclavo, de quien se ocupa A.
Ernerge con claridad un hecho: e1 mercader Lernaire. En el esclavo parecen poco intere-
o comerciante fenicio es la imagen del feni- sadas incluso las fuentes externas a la cultu-
cio en el exterior y el protaganisra funda- ra fenicia (tantas veces las únicas disponi-
mental de su primera interacción con los bles), y entre los problemas metodológicos
otros. No es extraño que Aubet dedique al ya conocidos se hacen especialmente difíci-
decisiva papel del comerciante en las colo- les los de definicidn de la propia esctavitud.
nias occidentales la parte final de su trabajo. A pesar de ello, Lemaire construye lo que
El ámbito familiar queda representado considera una presenracidn preliminar y
por los artfculos sobre la mujer de M. G. provisional del -esclavo fenicio, pero
Lancellotti, y sobre el niño de M. C. Marin permite ya conocer formas de dependencia,
Ceballos. Lancellotti subraya c6mo la esca- modos de entrada en ella, condiciones de
sez, heterogeneidad y parcialidad de la docu- vida, derechos.. . La vincdacidn de una par-
mentación disponible para el estudio de los te relevante de la actividad comercial fenicia
miembros de la sociedad fenicia se exacerban a la consecuci6n y trata de esclavos no pare-
en e1 caso de sus miembros femeninos, cuya ce ser una simple tendenciosidad de Ias
existencia silenciosa tiende a quedar sin re- hentes, como tampoco la importancia nu-
flejo en las fuenres. Tanto es así que la autora mkrica de los esclavos en las ciudades feni-
exprime al rndximo fuentes de variada natu- cias orientales y, cdmo no, en Cartago. Se-
raleza y procedencia para construir un cua- ñala Lemaire cómo en el ambiente púnico
dro que, comedido en Io hipotdtico, no re- los esclavos parecen tener un importante pa-
sulta falsamente cerrado u orghico. Nos de- pel en el ejército, haciendo de la guerra ulte-
ja advertir con claridad el importante papel rior fuente de prisioneros, pero tambitn
social, econ6mico e ideol6gico de las rnuje- mecanismo de manumisiones (aunque no d
res fenicias. Tambitn se advierte a lo largo bnico). El esclavo fenicio esconde una vez
del trabajo de la autora c6mo a los condicio- mcIs muchos esclavos: públicos o privados,
narnientos ya conocidos, las fuentes super- capturados o endeudados, trabajadores ma-
ponen otros, en los que muchas veces pesa nuales o especializados, erc., sin que a pesar
mis el carácter femenino de la mujer fenicia de todo parezca poder distinguirse un carac-
que su propia ((fenicidadn. En cuanto al ni- teristico esclavo fenicio del omnipresente es-
ño, M. C. Marin Cebdlos repasa, de nuevo, clavo de la tpoca.
el problema de la escasez de fuentes, en este En un apartado especial se estudian dos
caso igualmente doble y superpuesta: escasez upos básicos de relación de los fenicios con
habitual para el estudio del dmbito familiar «los otros». Por un lado, M. F. BasIez estudia
y escasez general para el estudio del h b i t o el emigrante, la figura del fenicio en tierra
fenicio. Tambitfn recurre al aprovechamiento ajena. No del fenicio establecido Iejos de su
combinado de fuentes: directas e indirectas, patria en una repetici6n -bien que especial-
de su propia cultura, Como pudiera ser el ca- lonial fenicio del MediterrAneo centrd y oc-
so del mundo colonial, sino el fenicio presen- cidental, prefiriendo un estudio abstracto
te, integrado o no, en otra realidad culmral. que resuelva la indudable variedad de tipos
La autora recalca la entidad de la «Diáspora» que, en este caso, ya hubieran debido ser, de
fenicia, por desgracia poco documentable de otro modo, el punto de partida del estudio.
forma directa. El peso de la epigrda en este Examinan asf, por heas, el problema de los
contexto, y la singular importancia de las ins- primeros contactos, de la participacidn de
cripciones fenicias (y no fenicias, pero hechas los indigenas en los asentamientos coloniaIes
por fenicios) en contexto griego, dirigen a la (cuya presencia y estatus constituye un inre-
autora a éste ámbito. En él encuentra comu- resante objeto de estudio) o de su a c d m -
nidades e individuos que muestsan su condi- ción, campos todos ellos con fuerte debate
ci6n fenicia directa e indirectamente: incluso actual. Del conjunto surge sin sorprender
cuando el grado de aculturaci6n se revela al- una diversidad de situaciones que, sin em-
ro, cuando parece patente el uso vivo de hC bargo, ayudan a comprender tante a los va-
bitos griegos, de la misma lengua griega, e1 riados hombres indígenas estudiados como a
carkter fenicio se descubre sin esfuerzo: las no menos diversos hombres fenicios con
mantienen en realidad gran parte de sus cos- los que trataron.
tumbres y el uso de su propia lengua. Baslez Por Ultimo, cedemos a la justificada ten-
va en cualquier case más lejos, distinguiendo taci6n de cerrar el volumen con d capitulo
dos fases en la evolución de la condición y dedicado a "el muerton, a cap de S. Ribi-
mentalidad del emigrante fenicio: una pri- chini, tambitn con sección propia. Ribichini
mera, en Ea que el emigrante se quiere rem- opta, siempre en la necesidad de vencer las
poral y reafirma su afenicidad~)en tierra ex- dificultades rnetodológicas y documentales,
traña, en la que es protagonista de procesos por una aproximación original en Ia que el
de acuituraci6n e integracihn elementales; discurso directo, el lenguaje personal, pre-
una segunda, radia, en la que la sedentariza- tende acercas y resaltar la mentalidad del
ci6n da paso a formas de integración más in- hombre fenicio frente a la muerte. Como
tensas, en las que pesviven sin embargo for- afirma el autor, la docurnentacidn (que dis-
mas de agrupaci6n, de cierta endogarnia, de tingue y destaca) justifica la elección, y el
práctia religiosa corniln, de contacto con la lector podrá apreciar el modo en que las va-
metrdpoii, que manrienen al emigrante Iiga- riadas fuentes se integran en el discurso. E-
¿o a su cultura de origen. Hasta é p o a muy bichini repasa así Ias ideas fenicias sobre el
tardfa, el emigrante fenicio era ante todo un morir y el estar muerto, los hAbitos &era-
hombre fenicio. rios, el cuidado del muerto y su rumba, las
Como complemento, M. Almagro, A. preocupaciones sobre el más allá. Desde el
Mederos y M. Torres se ocupan de algo cer- principio advierte el autor de la variedad de
cano al extremo opuesto. Existen testirna- ritos y costumbres que se suceden o coexis-
nios que permitirían tratar de forma inde- ten en la diversidad de tiempos y espacios. Y
pendiente a los extranjeros presentes en las de la pluralidad de los {(muertosfenicios»
viejas rnetrdpolis y territorios fenicios y pú- frente a la realidad unificadora de la muerte.
nims (la contribuci6n de S. Crouzet hace ya
frente directo a abundantes fuentes al res-
pecto), pero la parte del le6n de Ea interac- EL HOMBRE Y LOS HOMBRES
ci6n del fenicio con «el otrofi, el individuo
cIave a comprender en su cercanía y posible Al. final, de la uni6n de trabajos seleccio-
integracidn en el mundo fénicio, es "el indi- nados, de la sucesi6n de personajes conside-
gena", es decir, el habitante de los territorios rados, de las diversas formas que se siguen de
en los que los fenicios se asentaron y con los presentar las fuentes en busca de un tipo o
que necesariamente entraron en reIaci6n in- un perfil, surgirá una visi6n de conjunto. A
tensa. L o s autores se centran en el marco co- pesar del número y diversidad de las contri-
buciones, =da una a su vez bregando trans- este libro, parece exacerbarse en el caso feni-
versalmente con la multiplicidad escondida cio-phnico hasta más alId de los prop6sitos
bajo su objetiva, surgirá inevitablemente una de este volumen. Y, sin embargo, ni los pro-
imagen del hombre fenicio. La misma consi- blemas de definicidn de <<lofenicio», ni la
deracidn de su existencia, la aceptacidn de su cuesti6n siempre abierta de la propia o exter-
culnira, el reconocimiento de su identidad na caracterizaci6n cultural (por otra parte,
definida -sigo, como veiamos, reasumido también mutable) han impedido la forma-
por nuestra propia cdtwra desde hace al me- ción de una s6lida realidad historiogdfica
nos tres siglos- implica ya la asignación in- (que, como veíamos, ha acabado por dar, in-
consciente de una antropología, de una ca- cluso, una cierta identidad común a sus es-
racterizacidn humana, abstracta, literalmente nidiosos). Quizás el modesto objetivo pdcti-
ideal y por tanto limitada y condicionada. co de esta obra permita tarnbitn comprender
Tanto rnh condicionada cuanto que la mis- este hecho. En la medida en que somos ca-
ma consideracidn de lo fenicio en la propia paces de reconocer Caracteres culturales co-
antigüedad -consideración que heredamos, munes en la pluralidad expuesta, la imagen
cubriendo parcialmente el vacio provocado singular del hombre fenicio, bien que abs-
por la discontinuidad histdrica- resultaba tracta o idedizada, representará la extensi611
tópica y mediatizada. Y difusa, o al menos y la profundidad de una antropología co-
dislocada frenre al arquetipo externo, para miin, examinada en la riqueza y complejidad
los fenicios mismos, cuya {{autorepresenta- en la que evolucionaba. Como construcción
ción)) nos es, de todas formas, todavía mal unificadora, abstracta, nacida de la seIecci6n
conocida. Tanto más limitada cuanto que lo y el descarte, ser5 ideal, limitada y parcial. A
fenicio se presenta, casi desde el comienzo cambio ser& al menos en parte, consciente.
de su defrnicidn como objeto de estudio his- Como tal, esperamos que sea fructlfera.
tdrico, especialmente plural. Reconocemos Puesto que es construida a travds de la plura-
hombres fenicios (con nombre que les era Iidad de tipos expuesta, mediante aproxirna-
ajeno) desde principios del 1 milenio a. C., si ciones diversas y con constantes saivedades,
no antes. Tomando lo púnico corno una ma- deseamos que sea, además, rica y compleja.
nifestacibn particular de una misma identi- Esperamos que resulte al lector, en definiti-
dad de conjunto, seiíalamos a sus sucesores va, útil e instructiva, y que del mejor conoci-
como legitimas hasta bien entrada nuestra miento de los fenicios, hombres ante todo,
era. Consideramos a los que habitaban una nazca una mejor comprensi6n del hombre
estrecha franja costera del Levante medite- que somos.
rráneo (que otros lIamaron Fenicia) tan feni-
cios como a los que vivian en las costas
opuestas del mismo mar, e incluso más lejos,
en las orillas atlánticas. Ante este panorama,
tal imagen de1 hombre fenicio se dirfa ilegiti- Lus autores han hecho frente, desde la li-
ma. No parece concebible la construcci6n de bertad de sus diferentes puntos de vista, a los
un hipotdtico y singular hombre fenicio, de- numerosos problemas generales ya expuestos
finido y monolftico, siempre igual a si mis- y a no menos problemas particulares que el
mo, a lo largo y ancho del espacio y el tiern- lector descubrir9 en cada caso. Su esfuerzo
po considerados. Más bien pasecesia inevita- debe ser agradecido desde el comienzo, tanto
ble que, frente al abstracto ((hombrefenicio» más cuanto que a la dificultad del trabajo se
que da título ai volumen, se impusieran los aiíadia el habitud apremio de plazos de las
plurales rthombres feniciasi, que titulan esta obras colectivas, aún m& estricto en este ca-
introducci6n7 convencionalmente reunidos so por razones editoriales. Vaya para ellos,
bajo un trabajado criterio externo. por tanto, el primero de Los agradecimientos.
Este problema, que ocupri no pocas pAgi- Tambitn para aquellos especialistas que, en
nas en las obras que sirven de inspiración a un momento u otro del desarrollo del tsaba-
jo, ayudaron generosamente a su progreso, ma {CSIC) la iniciativa ¿e este Iibro y el
independientemente de si se encargaban o apoyo para llevarlo a cabo. De nuevo, los
no de alguno de Ios capituIos del libro. motivos de agradecimiento a los miembros
Un agradecimiento especial va dedicado de la escuela, con su director, el prof. Ma-
a los cornpaiíeros del que fuera Ss&twopm h nuel Espadas, a la cabeza, incluyen el apoyo
Ciuilth h i c i a e Punica dabatina Morcati*, y colaboracidn en los años de investigación
con su último director, P. Bartoloni, al fren- en Roma del que esto escribe. MenciOn es-
te. El autor de estas Elneas debe agradecerles, pecial debe hacerse a Xavier Duprk, vicedi-
además de su ayuda en la elahioraci6n del li- rectos y responsabIe de la investigacidn ar-
bro, las facilidades dadas para el desarrollo queol6gica de Ia Escuela. A 41, que colabord
general de sus investigaciones en Italia. Sirva activamente en la organizacidn de los en-
también esta obra como muestra de agrade- cuentros y seminarios celebrados en Ia Escuc-
cimiento por tres afios de grato y frucrifero Irs sobre el mundo fenicio y púnicoa, se debe
trabajo. El prof. Paolo Xella se encargó de también la idea de dedicar este volumen de
guiarlo. Tampoco esta obra hubiera podido la serie arqueoldgica a la investigación sobre
ser llevada a término sin su ayuda e ideas, este campo. A tl agradezco así mismo la con-
desde e1 nacimiento mismo del proyecto. Su fianza de habtrmelo encomendado. Que d
resgonsabilidad no se extiende, por supues- estimulo de los estudios fenicios y púnicos
to, a mis errores, entre los que no figura re- pueda continuar, y que la cooperación entre
conocer aqui una deuda de gratitud que va investigadores espafioles, italianos y de cual-
mucho m& alld del simple trabajo. quier otra nacionalidad pueda encontrar
Por último, cumple agradeces a la Esme- siempre en la Esmeh ESpfioh& Histo~ay
la Espaíáoh & Historia y Arqueología en Ro- Arqueologfa m R o m un buen apoyo.

C$ ahora la reciente ~ubticaci6nde las Actas del Seminario E p i p j n e ReIigionc: Dal &cslmento rpip$ro uiprobhu storico-wli-
@oso en SEL 20 (2003)(= Epigrufia c s t u k dcfkmfigionC Verona 2003).

20
Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma

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