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EL LIBRO LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL.

Breve análisis al pensamiento de Francisco Ignacio Madero


La sucesión presidencial 1910 el partido nacional democrático.
Sobre el análisis del libro la sucesión presidencial escrito por Francisco Ignacio Madero, se
retoman algunos fragmentos de la obra, para confrontarla tanto con la situación actual; como
con respecto a algunos términos e ideas revolucionarias a lo largo de la historia.
En la página ocho de la citada obra, Francisco Ignacio Madero se expresaba en los siguientes
términos de aquellos hombres que fueron participes directos de la política implementada
durante el Porfiriato “…no se han podido dar a conocer más prohombres que los que rodean
al Gral. Díaz, y esos no pueden ser grandes políticos, ni mucho menos políticos
independientes; tienen que ser forzosamente hombres de administración…”.
Habla de la autocracia que se vivía en México, en donde tan solo algunos tenían la verdad,
mientras la clase política en su conjunto, solo estaba dedicada a aplaudir las decisiones
tomadas por Porfirio Díaz y su selecto grupo de colaboradores; pero además habría que notar
de forma más que intuitiva, el hecho de aludir a esos hombres de administración, por parte
de Madero, como una suerte de gestación de esos tecnócratas al servicio del poder y que, al
final, solo considerarían a la administración como su mayor fuente ideológica y moral frente
a la realidad del país.
Hay un tema fundamental y que hay que colocar en el análisis, aun en el país más democrático
del mundo, el pueblo no ejerce de modo directo el poder, sino que sus representantes lo
aplican en su nombre; lo que equivale a una necesidad básica de hacer de la selección, una
verdadera muestra de ejercicio democrático; toda vez que esta serie de grupos de escogidos
o elegidos, tienen la responsabilidad de gobernar a la población; en el México del Porfiriato,
el grupo que detentaba el poder (compartido con el presidente Díaz), no solo negaba su
responsabilidad frente a la masa, sino que además, su mentalidad se encontraba alejada de
esa sociedad a la que pretendía gobernar, constituyendo como bien dice Cossio Villegas, “una
elite en el sentido primitivo, aristócrata, de la palabra” y que por desgracia, sobre todo en la
provincia de nuestro país, prevalece hasta nuestros días.
En la página siguiente, Madero dejaba muestra plausible no solo de su propia manera de
comportarse frente a la situación de la república, sino a la forma de conducirse por parte de
los ciudadanos en el terreno social, “…Sin embargo, el problema para encontrar el modo de
reconquistar nuestros derechos, se presentaba de dificilísima solución, sobre todo para el que,
satisfecho de la vida, encerrado en su egoísmo y contento con que se le respetaran sus
derechos materiales, no se preocupaba grandemente en estudiarlo.”
Ya Madero apreciaba, aun para sí, una apremiante necesidad del yo como único objeto de
análisis social, contentándose solo con la necesidad de cubrir sus necesidades materiales, aún
a costa de su propia humanidad; dicha forma social prevalece hasta nuestros días; cuando
somos continuamente bombardeados con mensajes cubiertos de egoísmo y hedonismo, que
no nos sorprenda ver en estas nuevas generaciones tan poco interés por el bien común. Todas
estas continuas manifestaciones hedónicas, en la actualidad, también se ven apoyadas con la
grave crisis económica a la que se enfrenta la gran mayoría de la ciudadanía en el país y la
constante competencia en la que se le obliga a coexistir al individuo en el terreno laboral,
social y personal, conminándolo a confrontar como enemigo directo a sus semejantes en
términos de status social.
Madero, más adelante, declararía que los terribles acontecimientos del 2 de abril de 1903 en
la Ciudad de Monterrey, significaría un despertar de su conciencia respecto a la terrible
realidad que enfrentaba México: “…cuando nos llegaron noticias del infame atentado de que
fueron víctimas los oposicionistas al verificar una demostración pacifica, que había resultado
grandiosa…”.
En estas líneas el autor, hace referencia a los hechos lamentables ocurridos durante la
manifestación pacífica y finalmente reprimida violentamente, perdiendo la vida algunos de
los manifestantes en monterrey el 2 de abril de 1903, referente a este hecho, el mismo Madero
hablaría de un indiferentismo criminal, que lo había perseguido hasta ese día; Madero, al ser
descendiente de potentados terratenientes, había vivido bajo una realidad distinta, a la que se
confrontaba la mayoría de los mexicanos, solo asociándose en su pensamiento, la falta de
libertad democrática que como ciudadanos, enfrentaba la sociedad en todo el territorio
nacional; eso al final, también se reflejaría en las contradicciones que enfrentaba el
pensamiento de Madero con el de otros revolucionarios de la época.
Pero también, los acontecimientos ocurridos en la ciudad de Monterrey y descritos por
Francisco I. Madero, nos permite apreciar otro fenómeno histórico en la revolución
mexicana, que ésta no solo tenía que ver con la manera tiránica de ejercer el poder por parte
de Porfirio Díaz y la necesidad de derrocarlo, sino también con la necesidad de destruir la
autoridad central, ejercida desde la ciudad, además de combatir esa autoridad (subordinada
al presidente) por parte del gobernador del Estado que también se ejercía desde las ciudades
capitales hacia las provincias; “fue un movimiento del campo contra la ciudad, del elemento
menos favorecido por el gobierno de Díaz contra el más favorecido”, diría Cossio Villegas.
Aun en nuestros días, la idea de una federación integrada por Estados libres y soberanos,
retomada de los constituyentes de Filadelfia y constatada en nuestra carta magna, no
corresponde a la dependencia real que guardan los Estados respecto del gobierno federal y
de los gobernadores respecto del presidente, como deja de testimonio Pablo González
Casanova en su obra la democracia en México.
Lo cierto es que, los regímenes posrevolucionarios también le han apostado a este trasiego
de la pobreza e ignorancia en provincia, no en balde el famoso voto verde les resulta de vital
trascendencia; aun a riesgo de reconocer que el abandono del campo, constantemente genera
crisis de rebeldía violenta, que pese a despertarse por un agitador del campo mismo,
difícilmente termina ligado a intereses rurales, o ligados a verdaderos detonantes de
desarrollo para el campo.
Este despertar, significaría también la necesidad de analizar el grave daño que causaba el
Porfiriato al desarrollo no solo de los procesos democráticos, sino además del grave deterioro
que sufría el individuo en su formación particular, “También la nación está acostumbrada a
obedecer sin discutir las órdenes que recibe de su actual mandatario”.
En México, por desgracia existe una inoculación social, vertida, claro está, de muchas
variantes, entre ellas, la pobreza, la mala alimentación y las jornadas laborales extenuantes;
pero también cubierta de una cultura de individualización y hedonismo, bombardeada por los
medios masivos de comunicación, condenando al individuo a ser parte de una masificación
presta a hacer lo que se le mandata, sin chistar ni contestar.
Si por un lado había que analizar el comportamiento de la sociedad frente al régimen
implementado por Porfirio Díaz, desde luego que era fundamental analizar el
comportamiento del mismo dictador: “El general Díaz, acostumbrado a mandar, difícilmente
se resolverá a dejar de hacerlo”.
Lo que vivía la sociedad mexicana de los albores del siglo XX en materia política, era vivir
a la sombra de una clase oligárquica, soterrada en sí misma y ensimismada en su propia
burbuja de realidad, es decir, totalmente alejada de la problemática que la sociedad en
conjunto enfrentaba.
Sobre lo antes dicho, hay que señalar, que la realidad que enfrentamos actualmente, es
diametralmente distinta. Mientras el Gral. Díaz, gobernaba con sus científicos, reservándose
las decisiones en la conducción del país, la clase política actual, se ha hecho en número más
robusta, dividida en partidos de distinta nomenclatura, compitiendo electoralmente, pero no
alejados de un principio básico: el ejercicio de poder, conminando, sin embargo, a la sociedad
ayer como hoy, a mineralizarse en solo ejercer su voto como ejercicio democrático.
Francisco Ignacio Madero, incluyo dentro del libro dieciséis conclusiones como resultado de
su análisis, aunque todas fundamentales, resulta determinante revisar solo algunas de ellas
para complementar una visión crítica de la obra la sucesión presidencial:
6.- que todo hace creer que si las cosas siguen en tal estado, el general Díaz, ya sea por
convicción o por condescender con sus amigos, nombrara como sucesor a alguno de estos;
el que mejor pueda seguir su misma política, con lo cual quedara establecido de un modo
definitivo el régimen de poder absoluto.
Madero nos permite ver el grave déficit en materia democrática que existía en el país, además
del rechazo social, sobre todo reflejado en las clases bajas y medias del país, frente al régimen
totalitario del General Díaz, que ahora amenazaba en convertirse en absolutismo al velar la
posibilidad de heredar por decir de algún modo, no solo el poder, sino las reglas y la política
con la que era llevada la administración en México, condenando a las clases bajas a seguir
viviendo en la zozobra de la pobreza y a los estratos medios en la incógnita frente a su futuro
económico y a las esferas más pudientes, pero alejadas de la cúpula de poder a no tener la
posibilidad de participar de los cambios políticos en el país.
Lo cierto es que en México, existe por desgracia, una suerte de sucesión enmascarada, o
como Vargas Llosa tuvo a bien denominar dictadura perfecta. Tratando de sintetizar la
historia respecto al presidencialismo en el país, es necesario reconocer que los gobiernos
posrevolucionarios se vieron opacados en materia democrática, si consideramos a la
democracia desde la visión de Max Weber: “…el impedir que se desarrolle un grupo cerrado
de funcionarios oficiales para que exista la posibilidad universal de acceder a los cargos
públicos…”. Primero por el afán continuista de Álvaro Obregón quien (cosa curiosa
reformaría las leyes que evitaban la reelección), lo que le permitiría gobernar para el periodo
presidencial de 1928, si antes no se le atraviesa una bala; de inmediato el país se vio de frente
con el periodo histórico conocido como el Maximato, con un general Calles que después de
acordar con los jefes políticos y militares la creación del Partido Nacional Revolucionario
PNR (abuelo del PRI), lo que le permitió durante el periodo comprendido de 1928 a 1934
tener el verdadero poder administrativo en el país, pese a no ser el presidente electo; periodo
que finalmente se rompe con la administración del Gral. Lázaro Cárdenas.
Ya para la segunda mitad del siglo XX terminaría la era de los generales y comenzaría la era
presidencial civil; este periodo, al ya no requerir de los blasones revolucionarios y las
condecoraciones castrenses, como método selectivo, permite a la clase política existente,
comenzar una carrera administrativa direccionada a los espacios de elección popular,
condenando al ejercicio político a hallarse aun más alejado de las plazas públicas y de los
grandes debates; para, ahora de manera más clara, encumbrar las formas políticas con las que
se rige la clase política actualmente, donde lo que importa es privilegiar los cuchicheos y la
insinuación, por sobre las ideas; en donde lo decisivo es la conversación directa entre el
aspirante y el que detenta el poder; al final de lo que se trata es de cortejar al presidente vuelto
el único ciudadano soberano de la república, antes de llamar la atención del pueblo.
Así, queda evidenciado, que pese a existir mas de cien años de diferencia entre la obra de
Madero y su solicitud de democracia en favor del pueblo, las clases políticas ya existentes se
reafirman, mientras las emergentes y las generadas por los tecnócratas comienzan su ascenso,
de donde difícilmente habrían de descender y en donde continuamente chocaran con las
clases sociales; imponiendo regímenes en donde solo la interlocución este privilegiada para
ellos mismos.
7.- que buscar un cambio por medio de las armas, seria agravar nuestra situación interior,
prolongar la era del militarismo, y atraernos graves complicaciones internacionales.
Sobre este pequeño párrafo, se pueden observar dos ejes básicos y fundamentales en la obra
de Madero, la necesidad de una pacificación en el territorio nacional a la par de alcanzar
formas democráticas incluyentes que permitan que ésta se sostenga de manera constante y la
necesidad de soberanía que se veía fuertemente trastocada por el Porfiriato, en donde la
mayoría de las empresas eran controladas desde el extranjero, lo que impedía un verdadero
crecimiento al interior del país, aunque hacia el exterior pareciera un país en desarrollo y de
sana economía.
Es fundamental considerar que para un pueblo lacerado una y otra vez por las armas, pero
además, con guerras intestinas en donde el pueblo era siempre el gran derrotado, resulta no
solo necesario, sino fundamental evadir el conflicto armado y la provocación, considerando
que estas solo agravan el problema y permiten el regreso del militarismo y la brutal represión;
además que reconociendo las palabras de Lenin, toda revolución, que solo triunfa en las
armas, pero no avanza en el proceso social y revolucionario, tiende a ser derrotado. Prueba
de ello, es el conflicto armado de 1910 en nuestro país, en donde, pese a derrotar a un
gobierno tiránico como el ejercido por Porfirio Díaz, al no sentar las bases teórico-
económicas y sociales para la transformación de la sociedad, ésta solo permitió el cambio de
aristócratas, sin tocar en lo mínimo la estructura oligárquica y los estratos políticos que
gobernaban antes de dicho conflicto.
8.- que el único medio de evitar que la república vaya a ese abismo, es hacer un esfuerzo
entre todos los buenos mexicanos para organizarnos en partidos políticos, a fin de que la
voluntad nacional este debidamente representada y pueda hacerse representar en la próxima
contienda electoral.
La necesidad de democracia como término acuñado para la solución a todos los problemas,
ayer como hoy, persiste en la figura de una representación legislativa plural y en donde se
apersone a todas las corrientes de pensamiento y minorías existentes a lo largo del territorio
nacional. Resulta evidente que a partir de este razonamiento, lo lógico es la organización de
partidos políticos organizados por ciudadanos de buena voluntad, que sin embargo entran en
conflicto sobre el trato y el análisis de los temas nacionales a discusión; esta sería una base
fundamental de modelo representativo democrático, sin embargo, se necesita de la voluntad
del partido mayoritario para permitir la pluralidad y no verse tentado a avasallar a la
oposición, (sea esta de la filia política que sea) y de una oposición seria y dispuesta a no solo
servir como engranaje de una maquinaria en supuesta transformación. México sin embargo
vive una de sus crisis más serias en materia electoral, en donde los partidos en su conjunto
han perdido credibilidad frente a los ciudadanos para los que parece cada vez más clara la
existencia de una contradicción entre la necesidad de partidos políticos y la necesidad de
democracia.
Lo cual no significa que la vía del pluripartidismo este agotada, sino que debe ser
reconsiderada, evaluada y reconfigurada, no solo por la clase política como suele suceder
(brindando un espectáculo de juez y partealgunas veces hasta ridículo), sino por la sociedad
en su conjunto, que brinde una salida pacífica a los conflictos enfrentados por la dinámica de
la sociedad y la realidad a la que se enfrenta nuestro país.
13.- que esta lucha despertara al país y sus resultados serán asegurar en un futuro no lejano,
la reivindicación de nuestros derechos.
Sin lugar a dudas y pese a no ser la primera opción para los revolucionarios ortodoxos; el
reformismo y la aportación de Madero en este sentido, de la izquierda institucional en México
a lo largo de la historia y de las grandes movilizaciones en el país durante el último siglo y
lo que va de este, ha permitido, si bien no fincar una democracia en términos formales, si
sentar las bases para implementar medidas en beneficio de las minorías y grupos
desprotegidos en la sociedad. Aquí resultaría oportuno retomar las palabras del
revolucionario ruso Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), “…sería absolutamente erróneo pensar
que la lucha inmediata por la revolución socialista significa que podemos o debemos
abandonar la lucha por las reformas…debemos apoyar toda mejora, toda verdadera mejora
de la situación de las masas…la diferencia entre nosotros y los reformistas, no consiste en
que nosotros nos oponemos y ellos las apoyan, nada de eso, sino que ellos se limitan a las
reformas…”.
Lo cierto es que la necesidad de demandar justicia y democracia no es finita; pero además
que es necesario improvisar la esperanza como justicia primaria rumbo a la democratización
del país con un pueblo participativo.
La patria está en peligro constante, desde la perspectiva de soberanía, Madero evito la
confrontación con el poder, esperanzado en poder incluir una plataforma nacional que
confluyera en la pacificación del territorio y la inclusión de ciudadanos en la cúpula de poder
cada vez más estrecha.
Quise dejar el apartado número once de las conclusiones del libro la sucesión presidencial al
final de este análisis, porque me parece oportuno señalar que este numeral es el que presenta
la mayor contradicción entre la ideología de Madero y el pensamiento de izquierda, no solo
en México, sino a nivel internacional:
11.- que cuando el Partido Nacional Democrático este vigorosamente organizado, será muy
conveniente que procure una transacción con el general Díaz, para hacer una fusión de las
candidaturas, según la cual el general Díaz podría seguir de presidente, pero el vice-
presidente y parte de las cámaras y de los Gobernadores de los Estados, serian del partido
nacional democrático. Sobre todo se estipulara que en lo sucesivo haya libertad de sufragio
y si es posible, desde luego se podrá convenir en reformar la constitución en el sentido de
no-reelección.
Madero fincaría su Waterloo político en este apartado, en donde, pese a infundir a lo largo
de más de trescientas cincuenta páginas, la necesidad de democratización en el país y la caída
del modelo Porfirista, termina contradiciendo los términos revolucionarios y el pensamiento
de izquierda, al solicitar la transacción con el general Díaz de la presidencia a cambio de la
vice presidencia, escaños en el congreso y algunas gubernaturas. Lo cierto es que Madero
nunca negó sus ideas de inclusión, el problema es que la contradicción histórica entre la clase
que detenta el poder y los desposeídos, resulta ser una brecha hasta el momento insalvable,
esta misma contradicción lo acompañaría incluso durante su breve periodo como presidente
de México, en donde al final se vería acorralado por los líderes revolucionarios quienes lo
acusarían de traidor y de la ingratitud de esa clase política a la que intento proteger y que
terminaría entregándolo al General Calles, quien lo mandaría a asesinar junto al
vicepresidente José María Pino Suarez, cuando era trasladado a la penitenciaria de
Lecumberri, durante los hechos conocidos como la decena trágica.
No soy ferviente admirador de Francisco Ignacio Madero, tampoco concilio su obra como la
panacea para la implementación de la democracia, sobre ésta (la democracia), también señalo
que no resulta la solución a los problemas, conflictos y contradicciones sociales, sino mas
bien representala estructura y la base sobre la que podrían descansar las instituciones, las
leyes y los reglamentos que bien pudieran fungir como facilitadores de solución a tales
conflictos; desde esta óptica comparto con Madero la necesidad de democracia como vía
pacífica a la solución de los conflictos, comparto esa necesidad de soberanía, que bien podría
ser detonador económico y de identidad nacional.
El tiempo en el que vivió Madero era aciago y lleno de contradicciones y odio, en donde lo
que reinaba era el escepticismo hacia la solución legal a los conflictos y el constante deseo
de buscar la solución de hecho, que resolviera el problema al momento, la república vivía
tiempos de descontento generalizado y de conflicto entre autoridades y sociedad, además de
un marcado alejamiento de ambas partes; permitiendo que la ley se razonara como una
solución ad hoc a los conflictos y generalmente alejada de la razón, confiriéndole la
posibilidad de juez a aquel que fuera más fuerte dentro del territorio conflictuado.
Habría que hacer notar además, que el movimiento armado de 1910, no se caracterizo por ser
profundamente ideológico; los líderes revolucionarios, salvo Zapata y Villa, eran de estratos
sociales medios, con estudios no demasiado amplios, que difícilmente pasarían por
intelectuales, mientras estos (los intelectuales), para su desgracia estaban sumamente
alejados de las decisiones y del conflicto en sí, el mismo Díaz, estaba bastante retirado de la
vena intelectual, situación que trato de corregir durante sus últimos quince años de gobierno
induciendo a los autodenominados científicos, a los que por cierto, el pueblo termino
aborreciendo más que al mismo Díaz.
Toda esta mezcolanza de conflictos e intereses, tampoco sirvió de campo fértil para las ideas
moderadas y fuertemente conciliadoras con las que se identificaba Francisco I. Madero; sin
embargo, la idea central de evitar el continuismo y el testimonio de uno de los principales
actores de la historia del México de las primeras décadas del siglo XX hace sugerente la
lectura de su libro; ya tendrá el lector la posibilidad de juzgar el valor ideológico que la obra
le ofrece…

Epilogo: Se incluye la redacción original de la dedicatoria del libro La sucesión


presidencial de Francisco I. Madero, para que el lector tenga un acercamiento al texto de
forma directa. En donde podemos apreciar, más que el razonamiento político e histórico del
México de la primera década del siglo XX, el sentimiento y el alto grado de descontento que
existía frente al centralismo como método de gobierno, al que se enfrentaba la ciudadanía
frente a la clase política, que junto a Porfirio Díaz dictaminaba la vida social del territorio
mexicano.
Dedicatoria.
A los héroes de nuestra patria;
A los periodistas independientes;
A los buenos mexicanos.
Dedico este libro a los héroes que con su sangre conquistaron la independencia de nuestra
patria; que con su heroísmo y su magnanimidad, escribieron las hojas más brillantes de
nuestra historia; que con su abnegación, constancia y luces nos legaron un código de leyes
tan sabias, que constituyen uno de nuestros más legítimos timbres de gloria, y que nos han
de servir para trabajar, todos unidos, siguiendo el grandioso principio de fraternidad, para
obtener, por medio de la libertad, la realización del magnífico ideal democrático de la
igualdad ante la ley.
He dedicado en primer lugar mi libro a esos héroes, porque se me ha enseñado a venerarlos
desde mi más tierna infancia; porque para escribirlo me he inspirado en su acendrado
patriotismo y porque en su glorioso ejemplo he encontrado la fuerza suficiente para
emprender la difícil tarea que entraña este trabajo.
Solo en el estudio de su historia he podido fortificar mi alma, porque encuentro que ella nos
hace respirar otro ambiente que el que hoy se respira en la República de uno a otro confín: el
ambiente de la libertad, saturado de los perfumes que exhalan las plantas que solo se
desarrollan en ese medio. Esa historia nos hace tener una idea más elevada de nosotros
mismos; al enseñarnos que los grandes hombres cuyas hazañas admiramos, nacieron en el
mismo suelo que nosotros, y que, en su inmenso amor a la patria, que es la misma nuestra,
encontraron la fuerza necesaria para salvarla de los más grandes peligros, para lo cual no
vacilaron en sacrificar por ella su bienestar, su hacienda y su vida.
En segundo lugar, dedico este libro a la prensa independiente de la República, que con rara
abnegación ha sostenido una lucha desigual por más de 30 años contra el poder omnímodo
que ha centralizado en sus manos un solo hombre; a esa prensa que, tremolando la bandera
constitucional, ha protestado contra todos los abusos del poder y defendido nuestros derechos
ultrajados, nuestra constitución encarnecida, nuestras leyes burladas.
Muchas veces, en tan larga lucha le ha llegado a faltar aliento a ha estado próxima a sucumbir;
pero nuestra patria posee gran vitalidad, debido a las hazañas de nuestros antepasados, y esa
vitalidad reanimo las fuerzas de sus abnegados servidores y les dio nuevo vigor para seguir
luchando, al grado que ahora presenciamos una vigorosa reacción de la Prensa Independiente,
que ha hecho a un lado las antiguas rencillas que la dividían en dos bandos, para no formar
sino una masa compacta que lucha con energía y con fe por la realización del grandioso ideal
democrático consistente en la reivindicación de nuestros derechos, a fin de dignificar al
ciudadano mexicano, elevarlo de nivel, hacerle ascender de la categoría de súbdito a que
prácticamente esta reducido, a la de hombre libre; a fin de transformar a los mercaderes y
viles aduladores, en hombres útiles a la patria y en celosos defensores de su integridad y de
sus instituciones.
Por este motivo quiero presentar un homenaje de respeto a esos modestos luchadores, a
quienes no han arredrado las persecuciones, la prisión, los sarcasmos, los insultos y las
privaciones de todas clases; a quienes no han podido seducir el ofrecimiento de brillantes
posiciones oficiales, pues han preferido vivir pobres, pero con la frente muy alta;
perseguidos, pero con la noble satisfacción de que servían a su patria; oprimidos, pero
alentando siempre en su corazón el ideal de libertad.
A estos valientes paladines, la patria sabrá premiar sus servicios; pero entre tanto, sepan que
sus esfuerzos no han sido estériles, que la semilla que pusieron en el surco y con perseverante
celo han protegido contra el vendaval, ha germinado ya, y que el árbol de la libertad crece
lozano y vigoroso, para muy pronto protegernos con su sombra bienhechora.
Por último, dedico este libro a todos los mexicanos en quienes no haya muerto la noción de
Patria y que noblemente enlazan esta idea con la de libertad, y de abnegación, a esa pléyade
de valientes defensores que nunca han faltado a la nación en sus días de peligro y que ahora
permanecen ocultos por su modestia, esperando el momento de la lucha en que asombraran
al mundo con su vigorosa y enérgica actitud; a esos valientes paladines de la libertad que
ansiosos aguardan el momento de la lucha; a esos estoicos ciudadanos que muy pronto se
revelaran al mundo por su entereza y energía; a todos aquellos que sientan vibrar alguna de
las fibras de su alma al leer este libro, en el cual me esforzare por hablar el lenguaje de la
Patria.

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