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En el tercer año comerás de tu viña

«Ésta será una señal de lo que va a suceder: este año y el siguiente comerán ustedes el
trigo que nace por sí solo, pero al tercer año podrán sembrar y cosechar, plantar viñedos
y comer de sus frutos» Isaías 37.30

ANTESCEDENTE HISTORICO Y CONTEXTO


 Fue en el año décimo cuarto del reinado de Ezequías cuando Senaquerib hijo de
Sargón II de Asiria “subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y procedió a
apoderarse de ellas” (durante dos años el reino del sur fue sitiado).
 Ezequías quiso evitar el desastre y pagó al cruel asirio 300 talentos de plata, casi dos
millones de dólares; y 30 talentos de oro, unos once millones de dólares (2ª Reyes
18.13-16) con tal de que se alejara del país.
 Pero esto sirvió sólo para detener momentáneamente la conquista, Senaquerib
quería poseer Jerusalén a toda costa.
 Fue así que envió un gran ejército para sitiar la Ciudad y con ellos iba un vocero cuyo
propósito era entregarle un mensaje a Ezequías, mensaje de burla contra Jehová y
de amenaza contra el rey.
 Senaquerib quería amedrentar al pueblo, a los ministros de gobierno y los residentes
de palacio, ¡y lo consiguió! El vocero asirio gritó a todo pulmón que la derrota de los
judíos estaba cerca (2ª Reyes 18.13-35; 2ª Crónicas 32.9-15; Isaías 36.2-20).
 El rey Ezequías fue informado de esto lo que causó en él gran angustia, “fue entonces
al templo de Dios donde rasgó sus vestiduras, extendió la carta de amenaza que
Senaquerib le había enviado, leyó el oficio delante de la presencia de Jehová y oró”
(2ª Reyes 19.8-34; Isaías 37.8-15).
 Corría el año 732 a.C.

 Fue después de esta oración donde Jehová el Señor le respondió a Ezequías


diciéndole que no se preocupara, que Senaquerib iba a morir y que su ejército se
retiraría de Jerusalén, cosa que ocurrió según los registros bíblicos de Isaías 37.36-
38 y 2ª Crónicas 32.21, aunque para esto debieron pasar algunos años.

 En la respuesta que Dios le dio a Ezequías por medio del profeta Isaías hay un pasaje
que llamó mi atención, me refiero al “rhema” que recibí y del cual les hablé en
párrafos anteriores, me refiero a Isaías 37.30

La exégesis bíblica es la ciencia que intenta descifrar lo que los autores sagrados
quisieron decir en el tiempo y contexto que plasmaron sus escritos. La exégesis es una
disciplina fiel, vale decir, expone tal cual lo que el autor dijo, no interpreta el mensaje –
–eso corresponde a la hermenéutica––.

Con esta breve explicación expongo entonces lo que Isaías escribió en la cita
mencionada (37:30): “Se trata de una profecía donde Dios le dice a Ezequías que los
judíos sobrevivirían al sitio que Senaquerib les había impuesto, el cual duraría dos años
pero que en el tercero verían la gloria de Él. Recién el tercer año serían liberados de la
opresión asiria, si bien los dos primeros años pasarían angustias en el tercero
disfrutarían de paz, prosperidad, abundancia…, ¡y así fue!”

Mi RHEMA

Cuando investigué en detalle la historia del pasaje, la cual he expuesto muy brevemente
a fin de no cansarles con datos históricos, biográficos y demás, mi corazón se estremeció
porque entendí muy bien lo que estaba ocurriendo conmigo: ¡ESTABA SITIADO! (el sitio
es una estrategia militar de tiempos antiguos que consiste en bloquear todos los puntos
de acceso de una ciudad, nada entra y nada sale, es “rodear para matar de hambre,
desespero y angustia a sus habitantes”).

Entendí que todo proyecto por más bueno que sea tiene enemigos, y que al igual que
los judíos cuyo adversario fue Senaquerib, a mí se me oponía “un enemigo formidable”.
Entendí que mis pensamientos negativos, mis palabras de auto-derrota y algunas malas
gestiones hicieron que yo mismo me pusiera en un estado de sitio del cual no podía salir
(me estaba matando de hambre, angustia, desespero).

Entendí que si bien este sitio era desesperante ––no habían resultados, las cosas no
salían, no tenía dinero y yo me culpaba en demasía––, era parte del guión de la vida, que
nada nuevo ocurría debajo del sol, es decir, que lo mismo que yo estaba viviendo ya
otros emprendedores lo habían vivido y quizá muchos de los que me están leyendo lo
están viviendo aún. ¡Todo proyecto para ver la gloria debe pasar por un estado de sitio!
Entendí que los dos años en que “sólo comí el trigo que brotaba naturalmente en el
campo” eran mis escasos resultados (pocas ventas, pocas invitaciones a dar seminarios,
escasísimos contactos, yo era muy poco conocido y no creía en mí); pero que aún así
estos raquíticos resultados me sirvieron para no morirme de hambre y sostener a mi
familia. Entonces agradecí por ese “escaso trigo”, porque sin él el sitio nos habría
derrotado.

Entendí también que Dios me estaba dando una palabra de alivio, una palabra de
consuelo para mi alma afligida: “pero al tercer año podrán sembrar y cosechar, plantar
viñedos y comer de sus frutos”. El Señor me decía que el sitio llegaría a su fin, que la
recompensa no tardaría en llegar y que después del esfuerzo viene el fruto…,
¡comeríamos de nuestra propia viña! O sea, que todo lo sembrado brotaría y que
disfrutaríamos los beneficios de nuestra perseverancia…, ¡así es la vida!

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