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cia, aun cuando es cierto que, hacia fines del s. XV, había a nadie, grande ni pequeño. A todos, en un mismo cú­
tenido sus orígenes en Italia, en donde había comenzado mulo y por igual, hizo el humanismo objeto de sus dia­
como un ataque de los primeros humanistas, todavía no tribas. Se trataba de una descalificación en bloque de toda
imbuidos de intereses principalmente jurídicos. Habiendo la jurisprudencia medieval, es decir, de aquella de los cua­
después pasado la corriente humanista a Francia fue en­ tro siglos precedentes a la época humanista.

== cuando maduró. como un movimiento también jurí­

1 Pero conozcamos ahora a los personajes intervinientes,
dico, y, en consecuencia, cuando las acusaciones en contra y, en primer lugar, a aquellos en contra de quienes tales
del .mos italicus alcanzaron su máxima virulencia y po­ ataques estaban dirigidos: los glosadores y los comenta­
tencia. ristas.

Esta polémica es ilustradora. Nos muestra dos puntos

de vista para concebir lo jurídico; dos posiciones antagóni­

cas, que son las que intentaremos ahora describir. II. LOS GLOSADORES

2. Primero veamos las manifestaciones externas relativas 3. En el s. XI se produce en Italia un fenómeno histórico

a la p o l é m í c a . . Nada mejor para ello que recurrir a un de largas proyecciones: el redescubrimiento del derecho ro­

defensor del mas italicus, Alberico Gentili, quien, en el año mano justinianeo, conservado en los libros compilatorios

1582, publicó una_ obra titulada De ¡uris interpretibus dia­ que en el s. VI el emperador Justiniano había mandado

logi sex. Comenzando el sexto diálogo, así resume Gentili componer. Como es sabido, tales libros eran: los Digesta,

los ataques lanzados en contra de los· cultivadores del mos una antología de escritos de la jurisprudencia romana clá­

italicus: . . . "los antiguos intérpretes son plebeyos, funestos, sica; el Coclex Iustiniani, una colección de constituciones

ineptos, sofistas, bárbaros; alimento de cerdos, ignorantes imperiales a partir de Adriano, pero mayormente desde la

de todas las buenas artes, sórdidos -y serviles tratadistas de época de los Severos hasta el mismo Justiniano; las Iusti­

nuestras disciplinas, dispuestos a la pendencia por cual­ níaní Institutiones, un libro de estudio para el primer año

quier fruslería, sicofantas, picapleitos, pestes de los inge­ de la carrera de derecho modeladas sobre la base de las

nios, huecos, escorias repugoantes, torturadores, verdugos Institutiones de Gayo. A todo esto uníase un conjunto de

de los estudiosos, rábulas, impostores, nacidos para el ara­ constituciones imperiales de Justiniano, dictadas con pos­

do, no bien constituidos de mente, y todo lo demás con terioridad al Coclex, que se conocen con el nombre de
1•
que los modernos suelen fulminarlos . . . - Novellae fostiníani.

Esto puede tener valor anecdótico; pero es necesario Este cúmulo de libros había sido conocido, al menos

recordar que tales insultos estaban dirigidos a figuras como en Italia, ya en tiempos del mismo Justiniano. Pero, en los

Azo y Acursio, entre los glosadores, y Baldo y Bartola, en­ siglos sucesores, bajo la dominación longobarda y franca,

tre los comentaristas. _ La polémica humanista no ·respetó hubieron de olvidarse en sus redacciones originales. De

hecho, toda la alta edadmedía italiana sólo conoció el de­

l . . . sint veteres · interpretes plebei, nocui, inepti, - sophístae, bar­ recho romano justinianeo a través de epítomes o resúmenes,

barl, suum cíbus, benarum omnium ' artium imperiti, · servlliter, principalmente del Codex y de las Institutíones. Los Di­
sordide nostram tractantes disciplinam, ríxantes de lana caprina, gesta, es decir, la parte más importante de la compilación,
sycophantae, vitiligatores, pestes ingenionun, lacunae, sentinae
permanecieron casi del todo ignorados. Como se compren­
foedissimae, tortores, · corníñces. studiosorum, rabulae, praestigia­
derá, esta depresión de la cultura jurídica clásica no fue
tores, ad aratrum nati; non bene de ·mente ccnstitutí, cum reliquis

omnibus, quae in illos novitii solent detonare . . ." más que una expresión particular de la generalizada depre-
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