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Capítulo 1. VIEJISMO.

LOS PREJUICIOS CONTRA LA VEJEZ


LAS DOS TEORÍAS

El estudio de la vejez ha focalizado su estudio desde dos teorías centrales:

-La teoría del desapego: esta teoría fue propuesta a partir de la publicación del libro “Growing old:
the process of disengagement” por Cummings y Henry, donde se plantea que al llegar a la vejez,
el hombre de forma natural va alejándose del interés en las actividades, se aleja de su círculo
social, tiene un nivel energético más bajo y tiende en general a alejarse, ensimismarse en su
propio proceso de envejecimiento. Esta idea parte de la premisa de que las cogniciones y el
funcionamiento físico también decrementan, y por lo tanto, este desapego surge como un proceso
preparatorio para la muerte (dando paso a las nuevas generaciones).

Otros puntos centrales de esta teoría, es que la vejez cumple con tres características:

1) Es Universal (le ocurre a todos)


2) Es Inevitable ( determinado por proceso psicobiológicos)
3) Es Intrínseca (no está condicionado por una variable social)

Esta teoría ha tenido diversas críticas, pero se concentran en tres principales: la crítica teórica (es
una prototeoría), la empírica (su evidencia es incierta) y la práctica (causa segregación e
indiferencia a los ancianos).

Otros autores, partieron del mismo libro y en vez de proponerlo como una teoría, dijeron que era
parte del proceso de envejecimiento, y que en realidad, no puede ser generalizable. Llegaron a eta
conclusión, ya que se dieron cuenta de que la apatía ante la actividad dependía más del tipo de
ambiente en el que se desenvolvían, más que del proceso de envejecimiento en sí.

Otras críticas se enfocan en que la naturaleza social del hombre lo marcará de por vida, siendo
importante el contacto con los demás para darle sentido a la propia existencia, y que por lo tanto
no era muy lógico que el mismo anciano (por voluntad) busque aislarse y desentenderse de lo que
le rodea.

-La teoría del apego: es la contraparte a la teoría anterior. Ésta propone que la vejez debe ser una
etapa que busque mantener la actividad el mayor tiempo posible. Que la persona dignifique su
vida por medio de aquellas actividades que disfruta, y que se adecúen dichas actividades según su
posibilidad para continuar haciéndolas.

PREJUICIOS CONTRA LA VEJEZ

Muchas culturas (sino es que todas) poseen una idea generalmente negativa acerca de la vejez.

Butler (1973), propuso el término de “viejismo” (traducido al español) para designar al conjunto
de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se le atribuyen a una persona por el simple
hecho de tener cierta edad. Un término similar, pero que no se refiere a lo mismo , es el de
gerontofobia, que es menos común y que implica un miedo u odio irracional por las personas de
edad.

Como el resto de los prejuicios, los de la edad se van formando a partir de la infancia y se van
fortaleciendo a partir de las experiencias al crecer.

Uno de los aspectos relevantes para el trabajo en psicogerontología (y en cualquier profesión que
implique trabajar con adultos mayores) es el de ser conscientes de cuáles son los prejuicios
propios que se tienen respecto a esta etapa de vida. Estas ideologías normalmente son
inconscientes, pero pueden tener un impacto importante en nuestra forma de tratar con los
adultos mayores, y por lo tanto es relevante hacer un análisis de su origen.

En el trabajo clínico, se ha visto que a los terapeutas, médicos y sobre todo, a los psiquiatras, les
cuesta trabajo tratar con ancianos (les aburren, los ven como casos sin sentido ya que la muerte
está cercana, prefieren medicarlos, les muestran menos interés, etc.). La pregunta es ¿por qué? Y
la respuesta es que tratar con personas viejas crea una resistencia interna a aceptar el propio
proceso de envejecimiento. Es el miedo el que frena el interés, el que crea una distancia y es la
ignorancia lo que lo mantiene.

La vejez, entonces, puede resultar una idea muy abstracta para quien trabaja en este ámbito,
porque el profesional (desde su experiencia) no sabe qué es ser viejo, y por ello, tratar a uno
resulta un trabajo complicado.

En conclusión, es necesario entender que cada día (independientemente de la edad) estamos


envejeciendo y por lo tanto, no tendríamos que hacer una distinción tan clara entre que “nosotros
somos los jóvenes y ellos son los viejos”, pues ambos somos parte de un continuo de vida y de
desarrollo.

PREJUICIO MÁS COMÚN CONTRA LA VEJEZ

Este prejuicio es: “Los viejos son todos enfermos o discapacitados”.

Este prejuicio toma como sinónimo a la vejez de la enfermedad, cuando en realidad la vejez no es
esto. Hay algunos datos epidemiológicos que constatan que en realidad muchos adultos mayores
llegan a esta etapa con una buena salud. No todos los ancianos pasan la mayor parte de su tiempo
en cama, ni inactivos, ni aislados, ni inútiles. Todo esto, es parte del prejuicio e idea errónea que
se tiene de ellos.

La salud de los viejos se describe generalmente de dos formas:

1) En función de la presencia o ausencia de la enfermedad


2) En función de cuán satisfactorio es su funcionamiento en lo físico, lo mental y lo social (los
componentes que se incluyen en la definición de salud según la OMS)
La primera manera de entender la salud del anciano tiene que ver con el “Modelo médico de
la perspectiva de salud (de Maddox)”, que se refiere a la definición de la salud en función de
la enfermedad y que se deriva de estudios médicos y en general, métodos más científicos.

La segunda manera (la funcional) es más subjetiva, y tiene que ver con el ajuste que la persona
tiene en su medio: qué tan satisfecha se encuentra, qué tan capaz es aún de hacer actividades
y de valerse por sí mismo. Y si bien, analizar la salud de los ancianos desde este enfoque puede
ser benéfico en cuanto que se no se centra la atención en lo que no puede hacer y en lo
negativo, hay que tener cuidado de los discursos de subestimación de síntomas o en la
hipocondría.

Finalmente, hay diversos estudios (en porcentajes de población) que demuestran que la vejez
no implica enfermedad, que son muchos los ancianos activos, creativos y productivos. Y que si
bien es verdad que con la edad aumentan las probabilidades de padecer enfermedades
crónicas o de sufrir accidentes, esto no es una ley y tampoco existe una diferencia tan grande
con poblaciones de edades medianas y jóvenes.

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