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UNIVERSIDAD MARIANO GALVEZ DE GUATEMALA

MAZATENANGO, SUCHITEPÉQUEZ

LICENCIATURA EN ADMINISTRACIÓN EDCUATIVA CON ESPECIALIDAD EN


GERENCIA DE CALIDAD
LIC. CELSO GONZÁLES

MERCADOTECNIA

LA SOCIEDAD DEL CONSUMO EN EDUCACIÓN

ESTUDIANTES

MATILDE GUADALUPE TUPUL REYNOSO


MARIA FERNANDA PEREZ ARAUZ
SANDRA VERÓNICA JAIVAL SUY
MARIA ELENA SANTAY GUARCHE

ABRIL DE 2018
Introducción

Conociendo la manera en que el ser humano siempre ha sido consumidor; pero


mientras en otras épocas procuraba consumir de acuerdo con sus necesidades
naturales, en la actualidad las personas tienden a crear una serie de hábitos y
modos de vida que llevan a consumir por el mero placer de consumir. Surge, de
esta manera, la sociedad consumista de la cual tocaremos fondo.

A lo largo de la investigación comprobaremos que, si bien es cierto que los medios


influyen en las conductas de los individuos, tanto positiva como negativamente, no
hay que olvidar que los medios masivos de comunicación están hechos por
hombres, y que muchas veces los intereses económicos sobrepasan a los morales,
sin importarles a quienes tienen el poder monopólico las consecuencias que pueden
ocasionar en su entorno. Así, pues daremos solución a la formulación del problema
y observaremos que podemos hacer nosotros como estudiantes para no ser parte
de esta sociedad de consumo, que nos hace veletas de la creciente globalización.
Justificación

La televisión, la radio, los periódicos, e incluso en nuestros buzones. Son


numerosos los medios por lo que nos llega la publicidad. Todas las empresas saben
que con una buena imagen y un buen eslogan se puede lograr mucho para una
marca y luchan diariamente para conseguir hacerse un hueco entre las grandes
marcas.

Son muchos los productos que compramos a diario y la mayoría de ellos son
consumidos por lo jóvenes. Éstos son uno de los grupos más importantes de
consumidores, ya que el consumo que ellos realicen de los productos son los que
marcan a los mercados y a los productos que nos ofrecen.

Y aquí es donde entra la educación. La educación para el consumo ha sido durante


todos estos años uno de los contenidos trasversales tanto en enseñanza primaria
como en secundaria. Y es que todos los contenidos trasversales son necesarios e
indispensables para el correcto desarrollo integral del alumnado.

El consumo responsable, el conocimiento sobre los derechos como consumidor así


como sus deberes, y el atender a criterios más allá de lo estéticamente perfecto o
el dejarse llevar por la publicidad son algunos de los temas con los que se ha de
tener especial cuidado y por lo que es necesario tener una educación para el
consumo en las escuelas.

Debido a la gran variedad de productos que podemos encontrar en el mercado, las


empresas se han visto obligadas a crear publicidad de necesidad, es decir, hacer
creer al consumidor que necesita aquello que le estamos vendiendo, utilizando
estímulos externos para crear esa sensación en el consumidor.

La educación para el consumo tiene como principal objetivo fomentar las


habilidades, actitudes y los conocimientos necesarios para que los jóvenes se
acaben convirtiendo en consumidores responsables y que sean capaces de actuar
de manera crítica con aquello que se le present
Sociedad de consumo en Educación

El mundo en el que estudiar y enseñar | O cómo nos “educa” el mundo…

El consumismo se ha convertido en una


cultura mundial. La difusión del mercado
de consumo ha llegado a casi todos los
puntos del globo y, en especial, aquellas
sociedades que tienen gran influencia
económica y política. Esto ocurre más
allá de las características regionales y
las particularidades que podemos
encontrar en diferentes lugares, a pesar
de los restos de las culturas y formas de
ser locales. Por supuesto, la situación
económica en los diversos sectores sociales impide cierto tipo de hábitos de
consumo. Sin embargo, incluso para aquellos que están excluidos del mercado, la
economía de mercado y la dinámica del mundo de los negocios afecta a su vida
cotidiana y la construcción de la cultura, incluso

más de lo que pueden reconocer.

El mercado mundial establece su propio sistema y escala de valores. Por otro lado
los valores expresados rara vez coinciden con el comportamiento real de las
personas. Mientras se declaran justicia, amor, solidaridad, se estimulan por otro lado
ciertas actitudes y conductas necesarias para que el mercado funcione:
competencia, ambición, egoísmo o soberbia y hasta la misma envidia. Esas formas
de comportamiento económico es lo que podríamos llamar el consumismo. El
sistema se vendría abajo si estas fallaran.

En este punto podemos entrar en un debate político y económico sin fin. Pero, como
persona de fe, prefiero postergar ese tipo de problemas hasta que examinemos las
dimensiones espirituales y antropológicas. Así voy a considerar aquí sólo un par de
aspectos de esta sociedad de consumo, ya que un análisis más amplio llevaría a
escribir un libro y ya hay muchos sobre ellos. Primero vamos a centrarnos en este
tema desde el lado del consumidor y luego desde el costado de la dinámica de los
agentes del mercado. Ambos son necesariamente interdependientes, por lo que
cualquiera que sea nuestro punto de partida supondrá el otro.

El Consumidor del Mercado

El consumismo diferencia del consumo en el hecho, entre otros, que el consumo es


parte de las necesidades de preservar la vida y el consumismo es provocado por
mecanismos de mercado que estimulan la insatisfacción. Los seres humanos, como
cualquier ser vivo, necesitamos algunos elementos básicos y las condiciones para
mantenernos con vida, entre los cuales un cierto consumo de bienes (alimentos,
ropa, protección contra las amenazas climáticas o naturales, etc.) es inevitable. En
las complejas sociedades en las que vivimos hoy en día, otras necesidades, como
cierta cantidad de energía, instalaciones sanitarias, educación superior y similar,
también están en orden. Sin embargo, esto no es “consumismo”, y esto no implica
el tipo de mercado global que
experimentamos hoy.

Lo que llamamos “consumismo”


viene de un cambio en el concepto
de la necesidad de la “sensación”
de insatisfacción. “Los mercados
de consumo” se crean, no para
satisfacer las necesidades de
la población, sino para provocar
una sensación de insatisfacción permanente. El lema principal de los consumidores
es el tema clásico del rock “I can get no satisfaction” (No puedo obtener ninguna
satisfacción). La dinámica del mercado, que tiene un crecimiento sin fin y ganancias
ilimitadas como objetivos, desaparecerían si las personas se sienten satisfechos
con lo que tienen.
El consumidor del mercado capitalista siempre debe tener un sentido de
insatisfacción personal que sólo pueda ser satisfecho con nuevos productos. Eso
crea una forma de deseo que termina en el egoísmo. No tiene ninguna importancia
si esos productos son reales o virtuales, siempre y cuando sean objeto de
transacción comercial. La vida abundante se confunde con las posesiones infinitas.
Para crear esa insatisfacción se impone una invasión permanente de la publicidad,
noticias e información sobre los productos. La sociedad debe estar saturada de
oferta directa o indirecta de los productos y las novedades que, lejos de satisfacer
las necesidades de la población, provocan cierta ansiedad de posesión y, al mismo
tiempo, un deseo para la próxima innovación.

Incluso las relaciones humanas están bajo la misma lógica, la lógica de la posesión
y el descarte, un sentimiento de insatisfacción, que, en última instancia, impide el
verdadero amor. Cabe reflexionar las consecuencias de esto para las relaciones
humanas en el ámbito educativo.

Así que la pregunta es hasta qué punto el sistema de valores del mercado, es decir,
las formas y hábitos de consumo, es coherente con el testimonio de la fe cristiana.
Es la pregunta que muchos de nosotros estamos haciendo, especialmente allí
donde abunda la pobreza y la exclusión social, donde la brecha entre ricos y pobres
se está ampliando, donde surgen los brotes de violencia. ¿Los valores de mercado
ayudan a superar estos dilemas humanos, o, por el contrario, los aumentan

El proveedor del mercado de consumo

Desde el otro lado también los proveedores del mercado tienen un sentido de
insatisfacción, el malestar creado por el deseo insaciable de ganancias. En una
economía basada en el dinero, nunca se tiene suficiente. Si el objeto de todos los
negocios, la industria, la transacción o del trabajo es la búsqueda de ganancias,
esto crea un cierto modo de ser que afectará a todos y cada acción, que influye en
nuestra forma de considerar nuestras propias capacidades creativas, nuestra
construcción de nosotros mismos como seres humanos. Si no hay ningún beneficio
personal, no hay ganancia, la motivación se ve disminuida. El éxito tiene que ver
con dinero. Ciertamente, hay acciones humanas que no son movidas por el lucro,
pero toman un segundo lugar.

El problema no es el mercado como mecanismo


de las transacciones humanas, sino el mercado
global, que pretende resolver todas las
situaciones humanas y las necesidades a través
del mismo y único sistema, y para controlar y
gobernar a toda la Creación. Todos los recursos
de la naturaleza, sobre todo los necesarios para la vida humana y todos los
productos de la mente humana han de ser poseídos, administrados y se convierten
en un objeto de comercio, de búsqueda de ganancias. “El mundo y los que en él
habitan” (Salmo 24:1) se ven, no como criaturas de Dios, sino como un mercado.
Esto, inevitablemente, crea una cierta subjetividad humana, que considera que el
amor, la solidaridad, la compasión, no son el centro de las actitudes que nos hacen
humanos, sino buenas intenciones que incluso pueden llegar a ser una desventaja
para un empresario calificado. La ambición, el orgullo, la capacidad de imponer a
los demás, el individualismo, son las conductas que se esperan de un “ganador”. El
ansia de ganancia añadida a ese tipo de actitudes pone la codicia en la parte
superior de la lista, no de vicios, sino de virtudes.

La humanidad, entonces, se divide en “ganadores” y “perdedores”. La palabra


“perdedor” se ha convertido en una palabra despectiva, un insulto. Pero el mundo
está lleno de perdedores en este sistema económico. De hecho, el 80 por ciento de
la población mundial está perdiendo en este sistema de mercado y los ganadores
se están apropiando de todo lo necesario para la vida. A nivel mundial, no es el
problema de los derechos de las minorías, ya que se observa sobre todo en las
zonas más prósperas, sino los derechos de la mayoría de la población.
Mis preguntas, entonces, tratando de mantenerse dentro de los límites del tema
teológico, son, en primer lugar, si es consistente con nuestra herencia cristiana este
consumismo, esta compulsión a acumular bienes, para convertirse en “ganadores”
y poner a los “perdedores” en una categoría casi sub-humana. En segundo lugar,
qué tipo de actitudes tienen los “ganadores” hacia los “perdedores”, ¿cómo funciona
el conjunto de actitudes y conductas producidas por esta “mentalidad de mercado
del consumidor” hacia el prójimo, sus dolores y sufrimientos, sus realidades y
necesidades?

Sólo por mencionar una línea más: Esta forma de ver el mundo como un lugar
abierto para el consumo en la actitud del consumidor, trae un daño ecológico
irreparable, que está poniendo en peligro el futuro de toda la humanidad y la
naturaleza juntos. Para decirlo en pocas palabras, una nueva pregunta: ¿será
suficiente la conciencia del daño ecológico para cambiar y crear relaciones más
sostenibles y menos agresivas con la naturaleza? ¿Los hábitos de consumo que se
forman en los países dominantes se pueden modificar tomando en cuenta las
necesidades de los más pobres, sin alterar los bienes de la naturaleza?

Educar En Una Sociedad De Consumo

El consumo es y ha sido un
pilar esencial en la
estructura de la mayoría de
las sociedades del mundo.
En la nuestra, desde sus
orígenes, es el elemento
que media entre los seres
humanos y la satisfacción
de muchas de sus
necesidades. Pero hoy,
además, se ha erigido como fuente de una relevante problemática social: el
consumismo compulsivo.

Adquirir vestido, calzado, alimentos... es necesario para poder subsistir, pero


muchos otros productos se han convertido, por acción de la publicidad, en "falsos
artículos de primera necesidad". El desarrollo económico de los países
occidentalizados favorece que, sobre o no dinero una vez cubiertas las necesidades
básicas, los ciudadanos sigan consumiendo.

La sociedad de consumo se encarga de presentar múltiples y variadas


oportunidades de gastar "para tener". Surge el marketing "del tener para ser alguien
importante". De ahí la urgencia de aprender a discriminar entre las distintas
opciones, de saber consumir en función de las necesidades reales y de conocer los
mecanismos que incitan a entrar en la dinámica del consumismo descontrolado,
signo de insatisfacciones en esferas íntimas del ser.

Algunos riesgos de consumir en una sociedad consumista

El riesgo más acuciante es dejarse llevar por las campañas de marketing que
acompañan a todos los productos del mercado. La publicidad se ha especializado
en crear necesidades que no tenemos y otorgarles una prioridad inmediata. Un
ejemplo de esto son los anuncios que concluyen con un "Llame ahora" o "¿A qué
espera?". En ellos se aprecia el sentido de pérdida de la oportunidad de tener algo
más...
La presión social es otro de los factores a considerar. El hombre necesita sentirse
aceptado y vinculado a su grupo social y cultural. En muchas ocasiones para ser
aceptado en el grupo de iguales es necesario cumplir unos requisitos: un
determinado nivel de vida, una manera concreta de vestir, etc. Esta circunstancia
se acentúa en las etapas infantil y juvenil, en las que llevar o no un pantalón de
marca puede suponer la diferencia entre integrarse o ser rechazado dentro del
grupo de pares.

¿A qué debe aspirarse?


Sopesando riesgos y consecuencias, la educación que la familia y la escuela
proporcionan al niño (consumidor en el presente y en el futuro) podría proponerse:

 Crear personas críticas con las influencias de la publicidad y con las del
entorno social cercano

 Lograr un equilibrio entre el consumo de productos necesarios y productos


accesorios.

 En general, promover un consumo consciente, responsable y reflexivo.

Aprendiendo a consumir

La importancia de saber cómo se educa para el consumo en los Establecimientos


educativos radica en la necesaria continuidad que este trabajo debe tener en el
entorno familiar para que sea fructífero.

"La educación para el consumidor" conforma uno de los llamados "Temas


transversales", es decir, aspectos que se tratan de forma globalizada en lugar de
constituir unidades concretas de una materia. Con ello se pretende impregnar a la
actividad educativa en su conjunto de estos contenidos.
Alguno de los temas relacionados con el consumo que se abordan en las diferentes
áreas son: La publicidad (Ciencias sociales), La alimentación (Conocimiento del
medio), La compra (Matemáticas), El juego o cómo jugar sin juguetes (Educación
Física).

Aprendiendo a consumir en familia

Del mismo modo que la escuela, la familia tiene que optar por integrar la "educación
para el consumo" en todas las dimensiones del proceso educativo de sus miembros.
Con ánimo de mostrar la íntima relación que, en este sentido, hay entre la teoría y
la práctica educativa propondremos las siguientes pautas:

 Compartir con los hijos preocupaciones, deseos y posibles aspiraciones


sobre aspectos funcionales y organizativos del hogar.

 Dar a conocer los ingresos y los gastos de mantenimiento y funcionamiento


de la casa para tomar conciencia de la realidad y de la situación económica
familiar para poder plantear soluciones y alternativas que contribuyan a la
resolución de problemas cuando éstos se produzcan

 Analizar los gastos, ingresos, deseos..., procurando que niños y jóvenes sean
protagonistas en la dinámica familiar.
 Hacer con ellos el presupuesto mensual, la lista de la compra y analizar las
necesidades reales y prioritarias

 Descubrir la utilidad de las cosas, el servicio que pueden prestar a otros y la


variedad de usos que se le puede dar a los objetos.

 Permitir a los niños y jóvenes que tomen parte en las decisiones familiares,
sin decidir por ellos, dando razones que les ayuden a afrontar la presión
constante de los medios de comunicación y de la sociedad

Para llevar a cabo estas propuestas es imprescindible un clima familiar abierto y


comunicativo, coherente con la educación que queremos dar.

Todo esto se puede acompañar de actividades familiares que pueden resultar más
divertidas e igualmente enriquecedoras, como por ejemplo, observar los anuncios
televisivos y dialogar sobre ellos con la intención de descubrir la sintaxis de la
imagen, la manipulación del lenguaje o el atractivo que añade la música.

¿Por qué impartir educación del consumidor?

Vivimos en una sociedad basada en el consumo, que se ha convertido en un


elemento importante de nuestra vida cotidiana y emplea una parte considerable de
nuestro dinero y tiempo.

No obstante, para algunos la educación del consumidor tiene un matiz negativo:


fomenta un mayor consumo. Todo lo contrario. La educación del consumidor trata
de mostrar y comprender las estructuras y sistemas que imperan en el mercado.
Las pruebas demuestran que muchos adultos no solo no son conscientes de cómo
afectan sus hábitos de consumo individual a la economía, el medio ambiente y la
sociedad, sino que muchos de ellos no disponen de un equipamiento adecuado para
participar en el mercado de manera efectiva. La educación del consumidor
proporciona el conocimiento necesario para convertir a los ciudadanos en
consumidores con un comportamiento responsable e inteligente.

Inversión en nuestro futuro

Impartir educación del consumidor


es invertir en nuestro futuro:
significa proteger, ofrecer
confianza y mejorar la
responsabilidad de los
consumidores del mañana. Los
numerosos temas sobre la
educación del consumidor se
pueden abordar con prácticamente
todas las materias de enseñanza y planes de estudio tradicionales. Por lo tanto, los
profesores son el estamento más adecuado para impartir la educación del
consumidor y para ayudar a educar a los futuros consumidores.
En un mundo cada vez más globalizado, ser consciente de los derechos que uno
tiene como consumidor es crucial para garantizar la protección, confianza y
responsabilidad social a la hora de consumir. Debido al rápido desarrollo de Internet,
las redes sociales y las redes en línea, los adolescentes son los que más
probabilidades tienen de sufrir esta falta de concienciación.

Conclusiones

El consumo es algo necesario para la vida del hombre y su subsistencia. Además,


una fuente generadora de empleos; pero el hecho de consumir más de lo que
realmente necesitamos, con el objetivo de llenar nuestro vacios espirituales o
mantenernos a tono con el desarrollo, avances y tecnología que mueven al mundo
nos ha hecho caer en el "consumismo", con la colaboración de la publicidad de los
medios que siempre nos sugieren ir por algo más.

El consumismo aumenta las diferencias existentes entre los países desarrollados y


los países del tercer mundo, dentro de los propios países se acentúan las
diferencias entre las personas, generando bolsas de pobreza. También cabe notar,
que agota las reservas naturales y aumenta la cantidad de residuos produciendo un
deterioro en el medio ambiente.

Las personas atrapadas por el círculo consumista pierden su propia identidad, al


confundir lo que son con lo que poseen; estas se sienten desgraciadas al no
comprar el objeto o la experiencia deseada. En suma el consumo no es la manera
más adecuada o inteligente si así se piensa, de alcanzar la felicidad.
El consumo no depende del dinero de que disponga el individuo, sino más bien
de su predisposición a comprar. Es decir, tanto en épocas de florecimiento
económico como en épocas de recesión, los individuos y las familias tienden a
mantener un nivel de consumo constante, lo cual les permite ahorrar en algunas
ocasiones y les obliga a endeudarse en otras.

Los productos tienen un significado efímero: nada está hecho para durar.La
aparición de nuevos materiales y nuevas tecnologías, así como la rapidez en el
cambio de la moda, traen como consecuencia que las cosas duren cada vez menos,
lo que supone un gran negocio, para los fabricantes.

Entre la publicidad y el sistema económico capitalista basado en el consumo, se


da una relación muy estrecha. La producción masiva de bienes de consumo exige
una venta también masiva de esos productos; ésta venta sólo puede realizarse con
la ayuda de la publicidad.

Recomendaciones

-Integrar las bases del consumo sostenible en la enseñanza desde los más jóvenes
hasta la formación profesional

-Concebir campañas de sensibilización que tomen en cuenta los comportamientos


de los consumidores

-Sensibilizar a los individuos en los momentos claves de la vida en los que son más
receptivos a los aspectos del consumo sostenible

-Jugar sobre el efecto de entrenamiento inherente a los enfoques colectivos


-Dirigirse prioritariamente a los grupos pioneros, con el fin de difundir la cultura del
consumo sostenible.

-Clarificar las prácticas de la responsabilidad social de las empresas e integrarlas


en las estrategias comerciales

-Mejorar la transparencia de los impactos sociales y medioambientales de los


productos de ahorro y animar a la inversión socialmente responsable

-Integrar a los medios de comunicación a la política de consumo sostenible

-Regular la profusión de etiquetas asociadas con el desarrollo sostenible

E-GRAFIA
https://www.consumerclassroom.eu/es/por-qu%C3%A9-impartir-
educaci%C3%B3n-del-consumidor.html

http://valoras.uc.cl/images/centro-
recursos/familias/ValoresEticaYDesarrolloSocioemocional/Fichas/Educar-en-
valores-en-la-sociedad-de-consumo.pdf

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