Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Narrador
Cid
Narrador
Cid
-¡Albricias, Álvar Fáñez, que echados somos de tierra!
Narrador
Burgaleses
Nadie da hospedaje al Cid por temor al Rey. Sólo una niña de nueve años pide al Cid que se
vaya. El Cid acampa en la glera del río Arlanzón
Narrador
Niña
Narrador
Martín Antolínez
Narrador
Cid
Narrador
Encuentro y trato con Raquel y Vidas y conclusión del trato en la tienda del Cid
Martín Antolínez
¿Dónde estáis, Raquel y Vidas, los míos amigos caros?
En puridad hablar querría con ambos.
Narrador
Martín Antolínez
Narrador
Raquel y Vidas
Narrador
Repuso Martín Antolínez a guisa de membrado:
Martín Antolínez
Narrador
Raquel y Vidas
Martín Antolínez
Narrador
Raquel y Vidas
Narrador
Martín Antolínez
Yo de eso me pago.
Ambos venid al Campeador contado
Y nos os ayudaremos que así es aguisado
Para traer las arcas y meterlas en vuestro salvo;
Que no lo sepan moros ni cristianos.
Narrador
Raquel y Vidas
Narrador
Cid
Narrador
Narrador
Raquel y Vidas se despiden del Cid. Martín Antolínez les acompaña para recoger los
marcos
Raquel
Cid
Pláceme
Narrador
dijo el Cid,
Cid
desde aquí sea mandada
Si os la trajera de allá; si no, contadla sobre las arcas.
Narrador
Martín Antolínez
Martín Antolínez pide una recompensa a Raquel y Vidas, y baja a la glera junto al Cid
Narrador
Raquel y Vidas
Narrador
Agradeciolo don Martín y recibió los marcos;
Plugo salir de la posada y despidiose de ambos.
Ha salido de Burgos y el Arlanzón ha pasado;
Vino para la tienda del Campeador contado.
Recibiolo el Cid abiertos ambos los brazos:
Cid
Martín Antolínez
Narrador
Cid
Narrador
Martín Antolínez
Narrador
Narrador
Don Sancho
Narrador
Don Sancho
Narrador
Dijo el Cid:
Cid
Narrador
Jimena
Narrador
Cid
Narrador
El Cid acoge a los nuevos caballeros y dispone la partida de San Pedro de Cardeña
Cid
Narrador
Cid
Narrador
Jimena
Narrador
Cid
Narrador
Minaya
Cid, ¿do son vuestros esfuerzos? ¡En buena hora nacisteis de madre!
Pensemos seguir nuestra vía, esto se ha de dejar;
Aun todos estos duelos en gozo se tornarán;
Dios, que nos dio las almas, consejo nos dará.
Narrador
Minaya
Narrador
Soltaron las riendas, piensan en andar;
Cerca está el plazo para el reino dejar.
Vino mío Cid a yacer a Espinaz de Can;
Otro día de mañana, piensa en cabalgar.
Muchas gentes se le acogen esa noche de todas partes.
Saliéndose va del reino el Campeador leal;
De siniestro, San Esteban, una buena ciudad;
De diestro, allí son las torres que moros las han.
Pasó por Alcubilla, que de Castilla fin es ya;
La calzada de Quinea íbala a traspasar;
Sobre Navapalos el Duero va a pasar;
A La Figueruela, mío Cid iba a posar.
Vánsele acogiendo gentes de todas partes.
Ángel
Narrador
El Cid invade las tierras del rey de Toledo, tributario del rey don Alfonso
Cid
Narrador
Minaya
Cid
Narrador
Cid
Minaya
Mucho os lo agradezco, Campeador contado.
De esta quinta, que me habéis mandado,
Se pagaría de ella Alfonso el castellano.
Yo os la dejo y tenedlo por librado.
A Dios lo prometo, a Aquel que está en alto,
Hasta que yo me pague sobre mi buen caballo,
Lidiando con moros en el campo,
Que emplee la lanza y a la espada meta mano,
Y por el codo abajo la sangre destellando,
Ante Ruy Díaz, el lidiador contado,
No tomaré de vos cuanto vale un dinero malo;
Hasta que por mí ganaréis cuanto que sea algo,
Todo lo otro helo en vuestra mano.
Reparto del botín y venta del quinto del Cid a los moros
Narrador
El Cid abandona a Castejón y se dirige a las tierras del valle del Jalón
Narrador
Conquista de Alcocer
Habitantes de Alcocer
Narrador
Habitantes de Alcocer
Narrador
Cid
Narrador
Revueltos luchan con ellos en medio de la plaza.
¡Dios, qué bueno es el gozo por esta mañana!
Mío Cid y Álvar Fáñez adelante aguijaban;
Tienen buenos caballos, sabed, a su guisa les andan;
Entre ellos y el castillo, entonces entraban.
Los vasallos de mío Cid sin piedad les daban;
En una hora y un poco de lugar trescientos moros matan.
Dando grandes alaridos, los que están en la celada,
Dejándolos van delante, para el castillo se tornaban;
Las espadas desnudas, en la puerta se paraban.
Luego llegaban los suyos, pues la batalla es ganada.
Mío Cid ganó a Alcocer, sabed, por esta maña.