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MIERCOLES DE CENIZA

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración,


penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del
corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:


 “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a
la vida”

 “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"

 “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.


Origen de la costumbre

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún


sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de
conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de
la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban
ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad
de convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los
cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al
iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de
Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se
reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el
Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a
morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material
que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma
nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos
aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer
mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los
adultos.
Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma

La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos


antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos
tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los
productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino
también leche, huevo, etc.)

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al


miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían
todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.

Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto


para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los
cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y
desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como
sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en
Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El ayuno y la abstinencia

El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La


abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El
ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer
carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que
queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oración

La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios
para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos
convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma
de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos
el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la
atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible.
Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para
podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir
oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él;
nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no
necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo
profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

El sacrificio

Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos


hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos
lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el
que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando
ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que
los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú
cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que
ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te
recompensará. “ (Mt 6,6)”

Conclusión

Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello
tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de
penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma,
para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el
Domingo de Resurrección.

Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de


analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos
los seres que nos rodean.

En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en


adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y
acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también
llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos
con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos
seguirle adecuadamente.

Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de


nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.

El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido
(como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las
debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.
La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí
mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a
nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la
confesión.

La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el
sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la
oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que
manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes
satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.

Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el


seguimiento a Jesús.

Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo


de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún
daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón,
recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin
meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes
tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.

Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos


escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida,
siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su
mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

Significado simbólico de la Ceniza


La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy
fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido
trasladado, de humildad y penitencia. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la
conversión de los habitantes de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra:
"en verdad soy polvo y ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27. El Miércoles de Ceniza,
el anterior al primer domingo de Cuaresma (muchos lo entenderán mejor diciendo que
es le que sigue al carnaval), realizamos el gesto simbólico de la imposición de ceniza
en la frente (fruto de la cremación de las palmas del año pasado). Se hace como
respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del
ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza
con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe
quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la
vida pascual de Cristo.
Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente:
"Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y "Acuérdate de que eres polvo y al
polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un signo y unas palabras que expresan muy bien
nuestra caducidad, nuestra conversión y aceptación del Evangelio, o sea, la novedad
de vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua.
¿Por qué miércoles?

En el siglo IV se fijó la duración de la Cuaresma en 40 días, ésta comenzaba 6


semanas antes de la Pascua (para calcular la fecha de la Pascua se usaba
el Computus), en domingo, el llamado domingo de "cuadragésima". Pero en los siglos
VI-VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal. Entonces surgió un
inconveniente: desde los orígenes de la liturgia cristiana nunca se ayunó en día
domingo por ser "día de fiesta", la celebración del día del Señor. Entonces, se movió el
comienzo de la Cuaresma al miércoles previo al primer sábado del mes.

DOMINGO DE RAMOS

Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos
traer un burrito y lo montó. Antes de entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos
por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso, tal como
acostumbraban saludar a los reyes.

Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban:

"¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!"

Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su


nación, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como a un rey
con palmas y ramos gritándole “hosanna” que significa “Viva”. La gente de la ciudad
preguntaba ¿quién es éste? y les respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de
Galilea”. Esta fue su entrada triunfal.

La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres, mujeres y niños, cada
uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y malas, y con el mismo interés
de seguir a Jesús. Algunas de estas personas habían estado presentes en los
milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas. Esto los llevó a alabarlo con
palmas en las manos cuando entró en Jerusalén.
Fueron muchos los que siguieron a Cristo en este momento de triunfo, pero fueron
pocos los que lo acompañaron en su pasión y muerte.

Mientras esto sucedía, los sacerdotes judíos buscaban pretextos para meterlo en la
cárcel, pues les dio miedo al ver cómo la gente lo amaba cada vez más y como lo
habían aclamado al entrar a Jerusalén.

¿Qué significado tiene esto en nuestras vidas?

Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas.
Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Cristo.
Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey...” Es un día en el que le podemos decir a
Cristo que nosotros también queremos seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir
por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra
patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos
de nuestra vida.

Explicación de la Misa del Domingo de Ramos

La Misa se inicia con la procesión de las palmas. Nosotros recibimos las palmas y
decimos o cantamos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. El sacerdote
bendice las palmas y dirige la procesión. Luego se comienza la Misa. Se lee el
Evangelio de la Pasión de Cristo.

Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a nuestro hogar. Se acostumbra
colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Esto nos debe recordar que Jesús
es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en nuestro hogar. Es
importante no hacer de esta costumbre una superstición pensando que por tener
nuestra palma, no van a entrar ladrones a nuestros hogares y que nos vamos a librar
de la mala suerte.

El Domingo de Ramos da comienzo a la Semana Santa, este día rememora la Entrada


de Jesús en Jerusalén.

Este día marca el comienzo de la Semana Santa, festividad que varía en fechas ya
que depende del Equinoccio de Primavera y la primera noche de luna llena.
El inicio de esta festividad viene marcada por la primera Luna Llena posterior al
Equinoccio de Primavera. El Domingo de Ramos es el domingo anterior a dicha Luna,
por eso, todos los años la fechas varían... si en el 2007, el Domingo de Ramos fue el 1
de Abril...en el 2008 caerá el 16 de marzo.

La mitología judeo-cristiana dice que diez siglos antes había entrado en la ciudad
construida por David su hijo Salomón montado en un borrico. Las gentes de la ciudad
aclamaron al hijo de David con gritos de hossana, (que significaba:¡viva!). Por otra
parte la profecía de Zacarías dice que el Rey de Israel entraría en la ciudad del monte
Sión sobre el lomo de un pollino como rey de paz y como símbolo de los nuevos
tiempos (un pollino en lugar de su madre). La borrica simboliza al antiguo Israel, el
pueblo de la Antigua Alianza. El pollino aún no montado por nadie es la montura real y
mansa del rey de la nueva alianza. Era costumbre entre las gentes reunidas para la
Pascua recibir con gritos y cánticos a los nuevos grupos que llegaban. Los Reyes eran
recibidos además echando mantos, ramos de olivo y palmas a los pies de las
monturas reales, alfombrando el suelo para que estos pisaran sobre ellos.

Las celebraciones de este día son muy parecidas en todas las comunidades, la
bendición de los ramos de olivo es la imagen más típica que veremos.
De todo este simbolismo parte toda la tradición cristiana, ya que en recuerdo a ello se
celebra la bendición de las palmas y las ramas de olivo.

A lo largo de los distintos países de tradición católica, y al margen de las


celebraciones litúrgicas, diversas manifestaciones populares conmemoran la Entrada
en Jerusalén y, en muchos casos, dan comienzo a las procesiones de Semana Santa,
son muy conocidas las procesiones de la Borriquita o de la Pollinica en algunas
comunidades, que aluden a la montura de Cristo representada en las tallas que
procesionan.
En la Iglesia Ortodoxa del este, por ejemplo, el Domingo de Ramos a menudo se
llama La Entrada en Jerusalén.

En un principio, la iglesia católica llamó a este domingo el Segundo Domingo de la


Pasión; en 1970 la designación formal fue cambiada. Junto a este cambio, también se
decidió que la semana anterior a que fuera Pascua fue denominada como la Semana
de la Pasión (antes llamada "Semana Santa" oficialmente, y todavía designada así por
el público en general). De ahí que a veces podamos ver que se refieren a ella como la
Semana de Pasión, pero es lo mismo, denominaciones a parte la Semana Santa se
celebra desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección.

Para la tradición cristiana es un día en el que se conmemora un triunfo, la entrada de


Cristo en Jerusalén con el reconocimiento de un rey. A lo largo de la semana el tono
es distinto ya que rememora la Pasión y Muerte pata finalizar con la Resurrección.
El Domingo de Ramos es uno de los días más celebrados de la Semana Santa, no
todos los días de las fiestas son celebrados de igual manera, los más importantes, o
mejor dicho, los que más fieles siguen son el Domingo de Ramos, Jueves Santo,
Viernes Santo y Domingo de Resurrección.
En este día la celebración de la misa comienza con la bendición de las palmas y
ramos de olivo que llevan los asistentes y una vez comienza el oficio se realiza la
lectura del relato completo de la Pasión, que en algunos templos es dramatizado y es
leído entre tres personas para enfatizarlo más.

Dado que éste es el hecho principal que se celebra en este día las procesiones más
conocidas aluden a él, sin embargo, al ser el comienzo de todos los festejos también
nos es posible encontrar diferentes hermandades que procesionan en este día y
representan otros pasajes distintos de la Pasión.
Otra curiosidad de este día que en algunos hogares se ha hecho popular es ese dicho
de:"¡Domingo de Ramos! Quien no estrena, no tiene manos". En ese día mucha gente
tiene la costumbre de estrenar algo, normalmente una prenda de vestir, lo cual dentro
de la superstición popular significa que se tendrá buena suerte hasta el próximo año.

El Jueves Santo es una fiesta cristiana que se celebra el jueves anterior al Domingo
de Resurrección, dentro de la Semana Santa, y que abre el Triduo Pascual. En este
día la Iglesia católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena y
el lavatorio de los pies realizado por Jesús.

Liturgia del Jueves Santo

El Jueves Santo se conmemora la Institución de la Eucaristía en la celebración de los


Santos Oficios. Una vez que éstos han terminado, se rememora la agonía y oración de
Jesús en el huerto de los olivos (Getsemaní), la traición de Judas y el prendimiento de
Jesús. .

Misa Crismal

El Jueves Santo por la mañana, tiene lugar la llamada Misa crismal, que es presidida
por el Obispo diocesano y concelebrada por su presbiterio. En ella se consagra el
Santo Crisma y se bendicen los demás óleos, que se emplearán en la administración
de los principales sacramentos. Junto con ello, los sacerdotes renuevan sus promesas
realizadas el día de su ordenación. Es una manifestación de la comunión existente
entre el obispo y sus presbíteros en el sacerdocio y ministerio de Cristo. Es
recomendable litúrgicamente y es de práctica común celebrarla en la catedral de cada
diócesis.

Misa Vespertina de la Cena del Señor


Introducción al Triduo Pascual. Los oficios de Semana Santa llegan el Jueves Santo a
su máxima relevancia litúrgica. En esta tarde se da comienzo al Triduo Pascual que
culminará en la vigilia que conmemora, en la noche del Sábado Santo al Domingo de
Pascua, la Resurrección de Jesucristo.

Los Santos Oficios del Jueves Santo se celebran en una misa vespertina al caer la
tarde de dicho día, a partir de la hora nona (las tres de la tarde aproximadamente),
que es la hora a la que termina el tiempo de Cuaresma. El Jueves Santo es tiempo de
Cuaresma hasta la hora nona, es decir, toda la mañana hasta las tres de la tarde. A
partir de ahí comienza el Triduo Pascual, que durará desde la tarde del Jueves Santo
hasta el Domingo de Resurrección. En la celebración participa, junto a los sacerdotes
celebrantes, un seglar, que será el que nos irá informando de lo que se va a ir
celebrando a lo largo de estos oficios.

Al comienzo de la celebración, el sagrario debe presentarse vacío con la puerta


abierta. El altar mayor, donde se celebrará la Santa Misa, se adorna con cirios,
manteles y sin flores hasta la Resurrección.

Se inicia con la entrada procesional, encabezada por los acólitos, seguida por los
ministros sagrados (diáconos, concelebrantes si los hay) y finalizada por el celebrante
principal, un Sacerdote u Obispo. Mientras tanto, el coro acompaña con cantos, pues
ya ha terminado la Cuaresma y se va a celebrar uno de los momentos más
importantes del año litúrgico, la Institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor.
Los cantos de esta celebración están enfocados a la celebración de la institución de
la Eucaristía. El color de esta celebración es el blanco eucarístico, sustituyendo al
morado cuaresmal.

En esta celebración se canta de nuevo el "Gloria" a la vez que se tocan las campanas,
y cuando éste termina, las campanas dejan de sonar y no volverán a hacerlo hasta
la Vigilia Pascual en la Noche Santa.

Las lecturas de este día son muy especiales, la primera es del libro
del Éxodo (Prescripciones sobre la cena pascual), la segunda lectura es de la primera
carta del apóstol San Pablo a los Corintios (Cada vez que coméis de este pan y
bebéis de este vino , proclamáis la muerte del Señor) y el salmo responsorial El Cáliz
que bendecimos, es la comunión con la sangre de Cristo. El Evangelio es el momento
del lavatorio de pies a los discípulos, que adquiere un destacado simbolismo dentro de
los oficios del día, ya que posteriormente se realiza por el sacerdote lavando los pies a
doce varones a modo de los doce apóstoles y en el que recuerda el gesto que
realizara Jesús antes de la Última Cena con sus discípulos, efectuándose en esta
ocasión entre la Homilía y el Ofertorio, omitiendo el Credo. Durante el lavatorio de los
pies se entona un cántico relacionado con el Mandamiento Nuevo del Amor entregado
por Jesucristo en esta noche santa, destacando frases del texto del discurso de Jesús
en la última cena, recogido por el Evangelio de San Juan.

La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran


solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la
Eucaristía y de tristeza por lo que ocurrirá a partir de esa misma tarde de Jueves
Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús.

En el momento de la Plegaria Eucarística, se prefiere la recitación del Canon Romano


o Plegaria I, pues el texto prevé algunos párrafos directamente relacionados con lo
que se celebra en este día (Communicantes, Memento y relato de la institución ["en
esta noche..."]).

Una vez se ha repartido la Comunión como de costumbre, el Santísimo


Sacramento se traslada desde el Altar donde se ha celebrado la Misa en procesión
por el interior de la iglesia, al llamado "Altar de la reserva" o "Monumento", un altar
efímero que se coloca ex-profeso para esta celebración, que debe estar fuera del
presbiterio y de la nave central, debido a que en la celebración del Viernes Santo no
se celebra la Eucaristía. Si el Sagrario no se encuentra en el presbiterio, se puede
usar para esto el sagrario habitual ubicado en una capilla lateral. Llegada la procesión
al lugar del Monumento, mientras se entona algún himno eucarístico como el Pange
Lingua, el sacerdote deposita el copón con el Santísimo, debidamente cubierto por
el conopeo, dentro del sagrario de la reserva, y puesto de rodillas, lo inciensa. No da
la bendición con el Santísimo ni reza las alabanzas, sino más bien se queda unos
instantes orando en silencio. Antes de retirarse, cierra la puerta del sagrario de
reserva, hace genuflexión y se retira a la sacristía en silencio acompañado de acólitos
y ministros.

Automáticamente, una vez se ha reservado al Santísimo, los oficios finalizan de un


modo tajante, ya que el sacerdote no imparte la bendición, pues la celebración
continuará al día siguiente y es el seglar el que nos informa que la celebración ha
terminado y se nos invita a conmemorar al día siguiente la muerte del Señor.

En algunas iglesias se celebra a continuación un sencillo acto de demudación de los


altares, en el que los sacerdotes y ministros revestidos exclusivamente con
la estola morada, retiran candeleros y manteles de todos los altares de la iglesia, y en
algunos casos los lavan estrujando racimos de uva.

Durante la noche se mantiene la adoración del Santísimo en el "Monumento",


celebrándose la llamada "Hora Santa" en torno a la medianoche, quedando el
Santísimo allí hasta la celebración del Viernes Santo. Esta reserva recuerda la agonía
y oración en Getsemaní y el encarcelamiento de Jesús, y por eso los sacerdotes
celebrantes de los oficios piden que velen y oren con Él, como Jesús pidió a sus
apóstoles en el huerto de Getsemaní. Una vez han terminado los oficios, se rememora
la oración y agonía de Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y el
prendimiento de Jesús, que se suele celebrar con procesiones en la tarde-noche del
Jueves Santo.

En algunos lugares, existe la tradición de visitar siete monumentos en distintos


Templos de una misma ciudad, para recordar a modo de "estaciones", los distintos
momentos de la agonía de Jesús en el Huerto y su posterior arresto.

Desde hace unos años, la Iglesia Católica celebra el Jueves Santo, el llamado Día del
Amor Fraterno.

Historia

El Jueves Santo Jesús cenó la Pascua con sus apóstoles o discípulos, siguiendo la
tradición judía, ya que según esta se debía cenar un cordero puro y del año; con la
sangre de este se debía rociar la puerta en señal de purificación, puesto que si no se
hacía así, el ángel exterminador entraría en la casa y mataría al primogénito de esa
familia (décima plaga), según lo relatado en el libro del Éxodo.

Significado de la celebración

El Jueves Santo se celebra:


 La Última Cena.
 El Lavatorio de los pies,
 La institución de la Eucaristía y del Sacerdocio
 La oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní.

En la mañana de este día, en todas las catedrales de cada diócesis, el obispo reúne a
los sacerdotes en torno al altar y, en una Misa solemne, se consagran los Santos
Óleos que se usan en los Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal
y Unción de los Enfermos.

En la Misa vespertina, antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y
una bandeja con agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de
Jesús con sus apóstoles en la Última Cena.
a) Lecturas bíblicas:

Libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14; Primera carta del apóstol San Pablo a los corintios 11,
23-26; Evangelio según San Juan 13, 1-15.

b) La Eucaristía

Este es el día en que se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre


de Cristo bajo las especies de pan y vino. Cristo tuvo la Última Cena con sus
apóstoles y por el gran amor que nos tiene, se quedó con nosotros en la Eucaristía,
para guiarnos en el camino de la salvación.
Todos estamos invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Esta noche santa,
Cristo nos deja su Cuerpo y su Sangre. Revivamos este gran don y
comprometámonos a servir a nuestros hermanos.

c) El lavatorio de los pies

Jesús en este pasaje del Evangelio nos enseña a servir con humildad y de corazón a
los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrarle nuestra fe
en Él. Recordar que esta no es la única vez que Jesús nos habla acerca del servicio.
Debemos procurar esta virtud para nuestra vida de todos los días. Vivir como
servidores unos de otros.

d) La noche en el huerto de los Olivos

Lectura del Evangelio según San Marcos14, 32-42.:

Reflexionemos con Jesús en lo que sentía en estos momentos: su miedo, la angustia


ante la muerte, la tristeza por ser traicionado, su soledad, su compromiso por cumplir
la voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él. Las virtudes que
nos enseña Jesús este día, entre otras, son la obediencia, la generosidad y la
humildad.

Los monumentos y la visita de las siete iglesias

Se acostumbra, después de la Misa vespertina, hacer un monumento para resaltar la


Eucaristía y exponerla de una manera solemne para la adoración de los fieles.
La Iglesia pide dedicar un momento de adoración y de agradecimiento a Jesús, un
acompañar a Jesús en la oración del huerto. Es por esta razón que las Iglesias
preparan sus monumentos. Este es un día solemne.

En la visita de las siete iglesias o siete templos, se acostumbra llevar a cabo una
breve oración en la que se dan gracias al Señor por todo su amor al quedarse con
nosotros. Esto se hace en siete templos diferentes y simboliza el ir y venir de Jesús en
la noche de la traición. Es a lo que refieren cuando dicen “traerte de Herodes a
Pilatos”

TRIDUO PASCUAL

Los Santos Oficios

Jueves Santo. Oficios de LA CENA DEL SEÑOR

La celebración del Jueves Santo está centrada en la institución de la Eucaristía en la


que la Iglesia descubre y celebra la actitud de amor de Cristo.

Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía en la Última Cena, cuando nos mandó


"hacer eso en memoria suya": La Eucaristía es tradición recibida del propio Cristo. No
se trata de una celebración individual donde cada uno hace lo que quiere, sino de una
tradición recibida del Señor a través de la Iglesia que convoca a todos sus hijos a
reunirse alrededor del Maestro, quien preside la celebración. Este camino de la
tradición del Señor a través de las generaciones cristianas es el que hace posible la
renovación de la Cena y la Pasión del Señor en todos los momentos de la historia. Es
un camino de ida en la historia hacia el final de los tiempos y que hace posible la
vuelta: el recuerdo vivo y presente del sacrificio del Señor.

La Eucaristía es sacrificio memorial. Es sacrificio, pues la sangre es símbolo de la


Nueva Alianza entre Dios y los hombres realizada en la cruz del Señor. Es también
memorial, no simple recuerdo: La acción litúrgica realiza verdaderamente la
salvación. El pasado (la cruz del Señor) se hace accesible en el presente (la vida de la
Iglesia) por medio de la celebración. La Eucaristía nos da el ejemplo de la entrega de
Cristo para hacerlo realidad en nuestra vida. Finalmente la Eucaristía es anuncio de la
muerte del Señor hasta que vuelva. El Señor presente en la Eucaristía es ya un
anticipo ante el mundo de lo que será la culminación de la obra salvadora de Dios.
El lavatorio de pies...

Es un gesto propio de los oficios del Jueves Santo, que conmemora el momento en el
que Jesús lavó los pies a sus discípulos, justo al principio de la Última Cena. En él
tenemos el resumen de todo lo que significa el Jueves Santo. Con la narración del
lavatorio de los pies y su realización la liturgia nos transmite el sentido más profundo
de la Eucaristía: AMOR Y SERVICIO

Hemos visto como la celebración del Jueves Santo está centrada en el amor de Cristo
que se entrega por sus hermanos. La conclusión práctica de esta celebración debe ser
el amor y el servicio de los cristianos hacia sus hermanos. El Jueves Santo es día del
amor fraterno. El sacrificio de Cristo debe comprometernos a amarnos. Es un día para
examinarnos en el amor a la luz de Cristo. No se trata de buenas palabras, sino de
hechos.

Orden sacerdotal...

También en este día celebramos la institución del Sacramento del Orden Sacerdotal.
En los ministros ordenados (diáconos, presbíteros y obispos), Cristo quiere seguir
presente en medio de su comunidad como el que parte el pan y lava los pies de los
discípulos.

Viernes Santo. CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

El Viernes Santo la Iglesia celebra la muerte victoriosa de Jesús. En la cruz vemos al


Señor y en Él descubrimos la posibilidad de colmar todas las ansiedades de nuestro
mundo. La cruz es la revelación de nuestro destino: el triunfo de Cristo es la victoria de
todos.

ADORACIÓN DE LA CRUZ...

En la celebración de los oficios del Viernes Santo


destaca el rito de la Adoración de la Cruz que es
presentada a la Iglesia y a la que todos los
presentes nos dirigimos para besarla. Besar la cruz
significa estar dispuesto a aceptarla. Aceptar la cruz
del Señor, su camino de entrega por los demás que
le llevó a la muerte y aceptar la propia cruz, el
camino que cada uno de nosotros tenemos para
unirnos al que nos llama desde el Calvario. Este rito
es el testimonio de nuestro deseo de poner nuestra
vida en manos de Dios, como Jesús, para bien del mundo.

Sábado Santo.VIGILIA PASCUAL

En la Vigilia Pascual celebramos la resurrección del Señor. En la oscuridad de la


noche surge una luz nueva, Cristo, en cuya resurrección, buena noticia definitiva para
el mundo, participamos por el Bautismo y la Eucaristía.

¡CRISTO HA RESUCITADO!

¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ¡HA RESUCITADO!.
(Lc 24, 5-6)

En la Vigilia Pascual celebramos dos cosas fundamentales: Que Jesús vive y que
nosotros vivimos su vida. La misma celebración es una realidad sagrada, un
acontecimiento con fuerza salvadora. Escuchamos la proclamación en las lecturas de
las maravillas que Dios ha ido haciendo a lo largo de la historia (Creación, paso del
mar Rojo etc.) que culminan en la resurrección de Jesús. La celebración es el
cumplimiento de la salvación. La celebración de la Vigilia Pascual constituye un
nacimiento de la nueva vida en la Iglesia. El tema fundamental, pues, de la Vigilia
Pascual, es la novedad de vida que manifiestan las lecturas que nos hablan de las
acciones de Dios en el mundo y que se realiza por la renovación del Bautismo y la
participación en la Eucaristía.

En nuestra fiesta acogemos a Cristo como luz del mundo representado en el cirio
pascual del que encendemos nuestras velas. Cristo, la luz definitiva, es también
nuestra luz. Por el Bautismo, que renovamos en nuestra celebración, en la parte de
la Liturgia Bautismal, hemos pasado a formar parte de su Cuerpo, la Iglesia, hemos
muerto y resucitado con él. Por la Eucaristía seguimos participando siempre de la
presencia de su vida entre nosotros. La Vigilia Pascual, en su celebración, es para el
creyente la ocasión sagrada de renovar sacramentalmente su configuración con
Cristo.

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