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POLÍTICA
CEA-CONICET, CÓRDOBA
23 y 24 de septiembre de 2010
Sofía Soria
CONICET-CEA-UNC
Desde el punto de vista teórico, opté por ese camino que Stuart Hall llama de una teoría sin
garantías, al recordarnos que: «la única teoría que vale la pena tener es aquella con la que uno
tiene que luchar, no aquella de la que uno habla con una fluidez profunda» (Hall, 1992).
Contando con esta idea, y teniendo en mente algunas preguntas de investigación iniciales,
emprendí este proceso con una certeza provisoria: que la complejidad y la perplejidad podían
ser dos modos de abordar la relación entre «teoría» y «realidad», si es que es posible
sostener una separación entre esas dos categorías. Entonces, complejidad y perplejidad son
un modo de enfrentarnos a una «realidad» como punto de inicio de problematización de
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una situación histórica determinada, asumiendo que en su configuración participan
múltiples y complejos procesos, cuyo contenido, especificidad, orientación y formas de
articulación sólo pueden ser reconstruidos a partir de una trayectoria analítica «abierta a la
sorpresa», ya que, de otro modo, ella no sería más que una anticipación: una garantía. Desde
allí, trabajé con ciertas categorías que orientaron la trayectoria. Entre ellas:
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los que se libra la lucha hegemónica en relación a ciertos temas, valores y prácticas. Más
específicamente, construir a la interculturalidad como herramienta analítica permite
emprender el análisis en ciertos espacios y reconstruir un campo de relaciones, ya que no se
trata de estudiar todo lo relacionado a los “otros en tanto que otros” —en este caso los
«indios»—, sino de analizar cómo en un espacio-tiempo se resuelven y encauzan procesos
de alterización, etnización, diferenciación, culturalización y/o racialización, qué implican
esos procesos, qué actores e instancias institucionales entran en juego, qué lenguajes y
significados se generalizan como los más relevantes para el “diálogo social”, qué temas
quedan afuera, cuáles se solapan, etc.
En efecto, el trabajo de campo buscó observar las mediaciones que emergían en los procesos
de construcción de diferencia, identidad y relación entre sujetos enmarcados como
diferentes, de modo tal que tales mediaciones —resultado de categorías emergentes del
trabajo de campo— abrieran nuevos caminos para pensar teóricamente. Y esto bajo el
convencimiento de que aquello que llamamos «teoría» resulta en «una producción
constante, que debe ser recomenzada en cada investigación» (Saltalamacchia, 1994: 54).
Luego del trabajo de campo y el análisis hecho sobre el material empírico, traigo aquí
algunas conclusiones para la discusión:
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históricamente constituidas desde las cuales esos “otros” pueden ser significados. Esta
observación responde al hecho de que las distintas formas de alterización —los recursos
con los cuales se nombra y significa al «otro»— funciona como «juego de distancias»: de
cuán lejos o cuán cerca estén esos «otros» con los que se entra en relación dependerá lo que
se diga de «ellos» y el modo de relación que se imagine con ellos. De allí que, en nuestro
contexto singular, se den dinámicas tan paradójicas como estas: «se puede parecer indio
pero no serlo» o «se puede parecer argentino pero no serlo» Algo así como la configuración
de una barbarie de mil caras.
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4. Asimismo, estos procesos suponen una espacialización del tiempo y una
temporalización del espacio. En cuanto a lo primero, la significación de los «indios»
como parte de un tiempo pasado constituye, al mismo tiempo, su inscripción en una
topografía: el más atrás. En el segundo, su ubicación en un espacio más cercano a lo rural, la
naturaleza, haría de ellos también un tiempo: habitantes de un «hábitat» y un «ritmo
cultural» despojados del devenir histórico: una especie de lugar a-temporal.
En suma, aun desde el carácter preliminar de estas observaciones, es posible decir que
espacio y tiempo pueden estar operando como mediaciones, es decir, como formas a partir de
las cuales pensar procesos de construcción de identidad. Espacio y tiempo como categorías
articuladoras de un «otro indígena» que, por ese mismo proceso, puede constituir uno de
los registros del modo hegemónicamente posible de imaginar la interculturalidad en nuestro
contexto, en tanto todo ello daría cuenta de formas de construir la diversidad en diferencia,
del modo en que una fractura se vuelve sobre sí misma para reaparecer bajo la máscara de
la convivencia multicultural.
Referencias bibliográficas