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1) El capitalismo:
Es la forma económica predominante del mundo actual consistente en el empleo del dinero, bienes y otros
elementos de producción, con el exclusivo fin de crear y acumular riquezas. Esto es consecuencia del gran
avance experimentado por la ciencia y la técnica que, al promover los nuevos inventos, como la máquina
de vapor, telar mecánico, etc., impulsaron, enormemente, el desarrollo industrial, la producción en masa y
buscaron nuevos mercados de consumo. Todo ello hizo necesario el acopio y concentración de capitales
(entendiéndose como tal no solo al dinero, sino a todo aquello que es susceptible de producir riqueza) que,
en definitiva, otorgaron la característica económica del siglo XIX, XX y lo que va corrido del presente. Una
expresión del Capitalismo es el Imperialismo Económico, que consiste en el predominio o imperio que
ejerce un país capitalista y altamente industrializado sobre otro u otros países poco desarrollados
(subdesarrollados) que le abastecen de materias primas.
a) Concepto:
El capitalismo es un sistema o ideología político, social y económico en el que grandes empresas y un
pequeño grupo de personas acaudaladas controlan las propiedades, incluyendo los activos capitales
(terrenos, fábricas, dinero, acciones de la bolsa, bonos). El capitalismo se diferencia del feudalismo,
porque se paga un salario a cabio de un trabajo realizado, y no por la mano de obra directa ya sea
como concepto de costumbre, tarea u obligación (parecido a la esclavitud) en el feudalismo.
Se diferencia del socialismo en que la mayor parte de las propiedades son privadas, y no como el
Socialismo donde la propiedad pertenece mayoritariamente al Estado. En el capitalismo el mecanismo
de precios se utiliza como supuesta señal que asigna recursos entre usos distintos. Las distintas
formas del capitalismo dependen de, entre otros, el grado al cual se utilice el mecanismo de precios, el
grado de competitividad de los mercados y el nivel de participación gubernamental en la economía.
b) Orígenes:
El Capitalismo tiene su inicio en Europa. Sus características aparecen desde la Baja Edad Media (del
siglo XI al XV) con la transferencia del centro de vida económica social y política de los feudos (centros
rurales) hacia las ciudades. El feudalismo paso por una grave crisis derivada de la catástrofe
demográfica causada por la Peste Negra que disminuyo el 40% de la población europea y por la
hambruna que asolo las regiones europeas. Sin embargo, la elevada tasa de natalidad permitió el
aumento progresivo de la población que, en el año 1500 d.c., era de aproximadamente 70 millones de
habitantes en toda Europa, lo que significaba que se debía recuperar los niveles anteriores a la Peste
Negra (llamada también Peste bubónica).
2) El Capitalismo Industrial.
La revolución industrial, que venía gestándose desde el siglo XVI, pero alcanzó su plenitud hasta el siglo
XVIII, transformó los procesos productivos, transfiriéndolos del hogar o el taller artesano a la fábrica y
convirtiendo el trabajo manual en mecánico, y exigió la aportación laboral de un número cada vez más
elevado de obreros. Este capitalismo industrial inicial era altamente competitivo, porque las empresas, de
propiedad individual, eran pequeñas y numerosas en cada sector y, por tanto, ninguna de ellas tenía por sí
sola poder suficiente para intervenir decisivamente en el mercado. Sin embargo, la rápida acumulación de
capital, unida a los frutos inmediatos de la revolución tecnológica que se había operado, hizo que el
proceso de crecimiento de las unidades económicas fuese cada vez más acelerado. La consiguiente
concentración se tradujo en aumento tanto del tamaño de las empresas como de los capitales depositados
en las instituciones bancarias y en las grandes sociedades anónimas. La consecuencia fue una sensible
disminución del nivel de competencia y la aparición en distintos sectores de mercados oligopolistas y
monopolistas dominados por pocas empresas o por una sola, las cuales podían de esta manera aumentar
sus beneficios recurriendo a diversos métodos como adopción y control de patentes, reparto de territorios
en exclusiva fijación arbitraria de precios, etc. En suma todo cooperó a hacer que sufriera un gran bajón el
nivel de competencia típico del primitivo capitalismo industrial.
A fines del siglo XIX, las grandes potencias industriales, movidas por el deseo de conquistar mercados y
fuentes de primeras materias cada vez más amplios, se repartieron los territorios de África, haciendo de
este continente un sistema colonial. En esa misma época fue también notoria la expansión de Gran
Bretaña en Extremo y Medio Oriente y, junto con Alemania, en China, Alemania por su parte, proyectó sus
intereses sobre el Este europeo, mientras que EUA prevalecía en Ibero América y en el pacífico. De esta
manera las grandes metrópolis llegaron a regir económica y aún políticamente la mayor parte del mundo.
El capitalismo en el siglo XX: Las sucesivas crisis económicas del sistema capitalista, en lo particular de:
“La Gran Depresión” de los 30s, y las dos guerras mundiales de 1914-18 y 1939-45 comprometieron el
desarrollo del capitalismo y contribuyeron a que el Estado fuera aumentando cada vez más su intervención
y sus mecanismos de control en la vida económica de las grandes naciones capitalistas. Esto dio lugar,
por un lado, a que ciertos métodos, como la planificación que por limitar la autonomía de decisión de la
empresa privada parecían propios sólo del socialismo, fueran introducidos en muchos países capitalistas,
y, por otro lado, a que aparecieran en estos mismos países fenómenos de vinculación y colusión entre la
administración pública y los sectores dominantes del capitalismo privado, característicos de lo que se ha
dado en llamar capitalismo monopolista de Estado, que a fines de la década de los 80s entró en crisis y
acabó por desaparecer en lo que constituía el bloque Soviético y por transformarse profundamente en
China.
3) La Revolución Industria en Inglaterra.
a) La Revolución Industrial.
Con las revoluciones liberales la burguesía ha conseguido el poder político, no es una casualidad ni un
capricho, lo necesita para llevar a cabo una serie de transformaciones económicas que cambiarán
radicalmente la vida de la humanidad y que no hubieran sido posibles con el poder absoluto del rey.
Las transformaciones son, en esencia, el paso del trabajo manual a la producción en la fábrica. La
revolución industrial, que es como se llama este proceso, se inicia en Gran Bretaña, país que tiene
unas condiciones idóneas para ello: ha realizado la revolución agrícola, es un sistema parlamentario,
tiene capitales, mano de obra, fuentes de energía, innovaciones mecánicas, ingenieros, transportes
desarrollados.
Las consecuencias de la revolución industrial fueron enormes, afectaron a todos los ámbitos de la vida
y no sólo al económico, por sus consecuencias sino también al hombre de la Edad de Piedra por el
descubrimiento de la agricultura y la ganadería. Su importancia es tal que la Industria textil del siglo XIX
marca toda la política de los países en los siglos XIX y XX.
Disponibilidad de Fuentes de Energía: Son dos condiciones básicas que debe cumplir un país
para que se produzca la industrialización. Recordemos que industria es el proceso por el cual una
materia prima en estado bruto se transforma en un producto elaborado y apto para el consumo
mediante un proceso en el que intervienen máquinas. Inglaterra dispone de una materia prima
abundante para su industria textil, el algodón, algodón que obtiene de sus colonias o bien lo compra
en otros países; para el caso de la industria siderúrgica (transformación del hierro) dispone de hierro
que obtiene en su propio suelo y en el exterior (País Vasco). Pero las máquinas no se mueven
solas, al principio son movidas por las turbinas que se situaban en los saltos de agua, esto hacía
que las primeras industrias se situarán en los cursos altos de los ríos, pero con la aparición de la
máquina de vapor (de la que hablaremos después) sólo se necesita carbón y Gran Bretaña dispone
de unas reservas importantes de hulla, este hecho va a favorecer el desarrollo de la industria.
La máquina de vapor se aplicará además de a las máquinas a la navegación, así Robert Fulton
inventa la navegación a vapor, los barcos ya no dependerán del viento para su desplazamiento.
Robert Stephenson aplica la máquina de vapor a una vagoneta montada sobre unos raíles de hierro
que tradicionalmente se habían usado para sacar el carbón de las minas, surge así el ferrocarril que
revolucionará el panorama industrial inglés. El tren será básico para el transporte de productos
debido a su gran capacidad de carga, las vías de hierro son duraderas y además pondrá
rápidamente en contacto regiones alejadas, con este invento cambian la industria y el comercio de
los países. En Inglaterra se inicia la construcción de vías férreas y se llegará a construir una tupida
red de ferrocarriles. El resto de la Europa Occidental irá con un cierto retraso, y en España el retraso
será mucho mayor y la densidad del trazado mucho menor.
Todo se transforma: trabajo, mentalidades, grupos sociales. No es un proceso súbito, como el de una
revolución política, sino un proceso duradero. Tampoco es, simplemente, un proceso de industrialización,
ya que se producen cambios paralelos en la agricultura y en la sociedad. Se trata de un conjunto de
fenómenos. Esta revolución es la base del mundo contemporáneo. Cualquier acontecimiento importante
ocurrido en el mundo desde mediados del siglo XVIII guarda una relación, más o menos directa con esta
transformación.
Como ya hemos visto, hacia 1760/1780 se desarrolló en Inglaterra la primera fase de la Revolución
Industrial, consolidándose una nueva forma de producción, el capitalismo, que provocó la interacción entre
dos clase sociales: la burguesía (dueños del capital, maquinarias, instalaciones) y el proletariado
(trabajadores que en las fábricas ofrecían su fuerza de trabajo a cambio de un salario). A mediados del
siglo XIX otras potencias se sumaron al despegue industrial, dando lugar a la segunda fase del proceso.
En esta etapa el ferrocarril ocupó un lugar de privilegio, aumentando a niveles inesperados el aumento de
las exportaciones a los países no industrializados, en un nuevo sistema económico. La industria del
ferrocarril requería de fuertes inversiones, realizadas por integrantes de la clase alta y media inglesa,
viudas beneficiadas con pensiones y comerciantes que se vieron tentados por futuras ganancias. Tamaño
flujo de capitales exigió la creación de un marco legal apropiado para la emisión y cotización de acciones.
El ferrocarril creo miles de puestos de trabajo y a su vez estimuló el crecimiento de otras industrias, ya
que se multiplicó la demanda de hierro, carbón, madera y cueros entre otros materiales. La economía
británica surtió de locomotoras, maquinarias, rieles, carbón, hierro y tecnología al resto del continente
europeo, América y muchas de sus colonias. La hegemonía británica lograda a partir del desarrollo textil
se conservó y se multiplicó en esta nueva etapa. Otros de los avances característicos de esta nueva etapa
fueron: la sustitución del hierro por el acero, la aparición de la electricidad como nueva fuente de
energía (multiplicando una nueva serie de inventos), y el desarrollo del motor de combustión interna
que dio lugar a la aparición del automóvil y del aeroplano.
Evolución de la Banca Inglesa: La expansión capitalista industrial hubiera sido imposible sin la
participación de la banca inglesa. Hasta mediados del siglo XVIII el sistema bancario inglés se conformaba
principalmente con el Banco de Inglaterra y otras 400 entidades, que podían emitir billetes pero limitados a
determinados territorios. Los bancos estaban obligados a tener reservas en oro equivalentes a los
depósitos de los particulares. Esta restricción terminó a fines del siglo, cuando el gobierno británico liberó
al Banco de Inglaterra de esta obligación, declarando a los billetes de aceptación obligatoria para cualquier
operación. Así, la banca estuvo en condiciones de financiar crediticiamente a la industria inglesa en
expansión.