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CONQUISTADORES ESPAÑOLES

EN AMERICA

28 JUL

En la historia hispanoamericana, se alude principalmente a los


españoles que llevaron a cabo las labores de descubrimiento,
conquista y colonización de la Nueva España , el término de
CONQUISTADOR.
Los hechos, las crónicas y los documentos de la época, muestran la
diversa personalidad de esos hombres que debieron, adaptarse a
diferentes circunstancias.
Procedían, en su mayoría, de las tierras de Andalucía, Extremadura y
Castilla, y pertenecían a todos los estratos sociales, predominando los
hidalgos y escuderos, sin que faltaran los artesanos, mercaderes y
algunos labradores.
Fueron, como señaló Hernán Cortés, “hombres de diversos oficios y
pecados”. Su formación cultural, de acuerdo con la tónica general de
la época, fue más bien escasa, lo mismo que su formación guerrera.
A pesar del carácter esencialmente militar de la conquista, muy pocos
de sus protagonistas eran soldados de profesión o contaban con una
experiencia previa en la guerra.
Las acciones de los conquistadores españoles en América han sido
enjuiciadas desde enfoques muy distintos. A la imagen del
conquistador, que algunos historiadores españoles quisieron propagar,
de fiel soldado, patriota y defensor de la doctrina cristiana en las
nuevas tierras, se opone la visión del conquistador como hombre
ambicioso, sin escrúpulos, ávido de oro, mujeres y tierras, cruel y
sanguinario con los indios, que las denuncias de Bartolomé de Las
Casas y la denominada leyenda negra contribuyeron a difundir.

El conquistador español fue un hombre de su tiempo, moldeado por


unas circunstancias históricas concretas, al que hay que valorar dentro
de los cánones morales de su época y no desde los principios éticos
actuales. El estudio de la Europa de aquel momento demuestra que lo
que hoy consideraríamos crueldad e intolerancia religiosa, así como
desprecio por los derechos humanos, eran características presentes en
todo el continente.
Algunos historiadores han insistido en un lema que recoge las tres
preocupaciones fundamentales o impulsos básicos del conquistador
del Nuevo Mundo: “oro, gloria y Evangelio”. El aprecio por el oro,
símbolo máximo de la riqueza, es innegable.
Para Bernal Díaz del Castillo, él mismo participante en la conquista de
la Nueva España y cronista de aquellos hechos, los conquistadores
iban a América “por servir a Dios, a su Majestad y dar luz a los que
estaban en tinieblas, y también por haber riquezas, que todos los
hombres comúnmente buscamos”.
La codicia por el oro y otras riquezas fue, a la vez, aliciente para
superar peligros y adversidades y causa de gran parte de la violencia y
de las crueldades de los conquistadores. Pero el oro se ambicionaba no
tanto como un fin en sí mismo, sino como un medio para conseguir
poder y prestigio.
Las tierras de América permitían a un hombre de baja condición social
obtener riquezas, poder y reconocimiento de los demás. El
conquistador anhelaba obtener un buen botín o una buena encomienda
que le diera tranquilidad y bienestar para el resto de sus días, pero las
aspiraciones de oro y riquezas no siempre se lograban, ni
compensaban los grandísimos esfuerzos que las campañas requerían.
No faltaron los conquistadores que perdieron su fortuna recién
adquirida en la financiación de una desgraciada campaña, que podía
acabar también con su vida. Por otra parte, los distintos monarcas
estuvieron siempre en guardia y no permitieron que se consolidaran
los sueños feudales de los conquistadores, cuya máxima aspiración era
la obtención de extensas tierras en señorío. El mayor beneficio que les
concedieron fue la encomienda, pero por tiempo y con poderes
limitados.
Anhelaron un título de la nobleza de Castilla como reconocimiento
por sus acciones, pero no les fue concedido. La antigua nobleza
castellana no estaba dispuesta a aceptar en su seno a estos hombres de
baja y oscura condición, nuevos ricos, arrogantes y altivos, que
solicitaban honores y títulos.
Difundir el catolicismo y atraer a los indios a la doctrina cristiana (la
denominada evangelización de América) fue un objetivo prioritario de
la conquista, porque la legitimaba. Aunque resulte difícil reconciliar la
guerra, los saqueos y los abusos perpetrados contra los indios con el
deseo de propagar la religión cristiana, no debe olvidarse que el
conquistador español estaba convencido de que se servía a Dios
expulsando a los infieles de su tierra —como había sucedido con los
musulmanes de la península Ibérica durante la Reconquista— o
convirtiendo a los indios al cristianismo por la fuerza.
Muchos son los nombres de quienes han recibido la calificación de
conquistadores españoles de los territorios americanos, pero cabría
destacar a los que a continuación se reseña. En lo que respecta al área
que habría de constituir el virreinato de Nueva España, es decir, a la
zona mexicana, pero también a la que en la actualidad ocupan buena
parte del sur de Estados Unidos y las distintas repúblicas
centroamericanas y caribeñas, los personajes más destacados son, al
margen del ya mencionado Hernán Cortés: Pedro de Alvarado,
compañero de éste y fundador de la actual ciudad de Guatemala
(1525); Pedro Arias Dávila, gobernador de Castilla del Oro y fundador
de la ciudad de Panamá (1519); Juan Vázquez de Coronado,
conquistador y gobernador de Costa Rica (1561-1564); Francisco
Vázquez de Coronado, hermano del anterior y explorador del territorio
del actual estado de Kansas (1541-1542); Francisco de Ibarra,
conquistador de Nueva Vizcaya (1562), en el norte del virreinato
novohispano; Pánfilo de Narváez, conquistador y primer gobernador
de Florida (1528); Cristóbal de Oñate y su hijo Juan, gobernadores de
Nueva Galicia (1536-1544, aproximadamente) y de Nuevo México
(1598-1607), respectivamente; Diego de Nicuesa, Alonso de Ojeda y
el descubridor del océano Pacífico (1513), Vasco Núñez de Balboa,
los tres destacados exploradores y conquistadores del área
centroamericana durante la primera década del siglo XVI; a quienes
cabría añadir Diego Velázquez de Cuéllar, gobernador de Cuba y
fundador de La Habana (1514); Juan de Esquivel, conquistador de
Jamaica (1509-1513); y Juan Ponce de León, gobernador de Puerto
Rico (1508-1511). Las principales figuras de la conquista española de
Sudamérica fueron: Francisco Pizarro y sus hermanos Gonzalo y
Hernando, así como Diego de Almagro y Sebastián de Belalcázar, en
lo que se refiere al territorio que habría de conformar el virreinato del
Perú, establecido en 1542; Diego de Ordás y Diego de Losada, el
primer europeo que remontó el río Orinoco (1531) y el fundador de la
actual ciudad de Caracas (1567), respectivamente; Pedro de Mendoza,
fundador de la primigenia Buenos Aires (1536); Domingo Martínez de
Irala, gobernador del Río de la Plata (1552-1556); Juan de Garay,
refundador de la definitiva ciudad de Buenos Aires (1580); y Pedro de
Valdivia, quien comenzó la conquista de Chile y fundó la actual
ciudad de Santiago (1541); sin olvidar al conquistador de las islas
Filipinas y fundador de Manila (1571), Miguel López de Legazpi.

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