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Pulsión y ficción
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COLECCIÓN TERRITORIOS
Director
Juan Carlos Cosentino
Consejo Asesor
Anna Carolina Lo Bianco, psicoanalista,
Universidad Federal, Río de Janeiro.
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Françoise Samson
Pulsión y ficción
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Traducción: Graciela Schvartz
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Índice
3. La angustia ..................................................................... 59
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Presentación
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recuperación de aliento que sigue -no hay acto sin deseo- no queda
nada más que inventar".
A continuación, en Ida y vuelta o los colores de la pulsión,
Francoise Samson ubica en el análisis del pequeño Hans lo que
más tarde será formalizado en los grandes textos de la
Metapsicología, examinando, en particular en Pulsiones y desti-
nos de pulsión pero también en Inhibición, síntoma y angustia,
las herramientas para volver mejor, con "una lectura en futuro
anterior", al pequeño Hans y al cuarto destino de la pulsión, la
sublimación.
En su texto sobre La angustia se apoya, igual que Lacan (que
antes de ser lacaniano fue freudiano), en la primera parte de la 32a
Conferencia, escrita en 1932: "el último estado -comenta- de la
posición de Freud en cuanto a la angustia". Donde se advierte que
al final de cuentas, para Freud, la distinción interior-exterior queda
abolida sobre una modalidad moebiana, y sólo permanecen las
relaciones del sujeto con el Otro. Lo que le permite abrir la
conexión con el Seminario "La angustia", de 1962-1963: "En la
angustia el sujeto es afectado por el deseo del Otro". Un poco
después, las dos caras del objeto a donde se desliza la angustia como
das Unheimliche, la inquietante familiaridad, cuando el sujeto ya
no se reconoce en absoluto en su imagen especular, constituyen
nuevos puntos de encuentro entre Freud y Lacan.
En Los bastoncitos de la identificación, la autora recuerda que
Freud distinguió tres identificaciones y se pregunta acerca de "la
enorme dificultad para comprender la diferencia entre la segunda
y la tercera forma de identificación". Y entonces, nos ofrece un
hallazgo: nos invita a leer que Lacan, en la se-
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Presentación • 11
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I
¿Qué será de la pulsión
al final de la cura?1
Supongamos...
Sí: a manera de variación modal sobre el tema del supuesto que
nos es tan habitual, supongamos a alguien que haya terminado su
análisis. Suposición ficticia, desde luego, puesto que subtendida,
no de la figura de un caso sino de un mosaico de casos.
Entonces, este alguien, ¿cómo podría manejarse con esto que,
desde Freud, se llama la pulsión?
Como siempre, lo que nos sirve a manera de conceptos
fundamentales es, en el origen, una palabra de la lengua común
que Freud utiliza, aquí Trieb que, para decirlo rápido, es energía,
movimiento y empuje. Pero incluso Freud necesitó cierto tiempo
antes de que este concepto tomara la forma acabada de la que
nosotros nos servimos pasando por sus
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¿Qué será de la pulsión al final de la cura? • 19
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ciente y articulado esta vez porque era más tardío, cuyo nú-
cleo estaba constituido por dos elementos "tomados en prés-
tamo" respectivamente del primero y segundo acontecimiento.
El nudo terminó por resumirse en un significante que resul-
taba ser igualmente uno de los fonemas del nombre propio
(nom), del nombre del padre del analizante. Así, es decir re-
ligando poco a poco estos elementos disjuntos "dentro de
un contexto más grande" pudo emerger la representación pul-
sional inconciliable que, al ser reconocida como tal, no tenía
más necesidad de estar afectada de horror y, en efecto, fue
completamente desafectada.
Dando vueltas, entonces, la pregunta de nuestro personaje
ficticio va a cambiar. El "Te demando quién soy yo" de los
principios del análisis va a transformarse en "Te demando qué
es Yo (Je)"5. Frase que rubrica que el objeto a está en cons-
trucción y que uno se aproxima a la versión más depurada
del sujeto, es decir, el intervalo entre dos significantes. El ana-
lista, del Otro que era, se transforma en representante de la
representación, transformación que va a llevar al analizante
hacia la salida.
Además, ¿no ha salido entonces de la espiral demoníaca de
la desdicha? Aliviado de los objetos viscosos de goce, ¿la vida
no le parece más ligera? En la misma medida en que habrá sa-
bido, podido construir el objeto, es decir, consentir el vacío de
este lugar, en la misma medida sabrá qué hacer con la cons-
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Lentes/lentejas
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10. Jacques Lacan, "La méprise du sujet supposé savoir", Scilicet 1, p. 36.
["La equivocación del sujeto supuesto saber", en Momentos cruciales de la expe-
riencia analítica, Buenos Aires, Manantial, 1987, p. 30, nota 1].
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de esta abertura; es, dice Lacan, su solución más elegante. Por haber
pasado por allí, por haber experimentado que la captura del deseo
no es nada más que un des-ser, por haber reconocido esta abertura
como propia, uno por eso queda marcado; y cada vez que esta
marca vuelve, se produce una especie de aspiración de vacío, de
pequeño síncope. Es por eso que, en la recuperación de aliento
que sigue, no queda nada más que inventar. No hay acto sin
deseo, ¿no es cierto?
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Object-
Associationer
/r~\
acust.
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cede en tres etapas: eclosión precoz hasta los cinco años, in-
terrupción enérgica y re-eclosión pubescente con re-anuda-
miento a los inicios. Este desarrollo debe ponerse en relación
con la historia de la humanidad: la interrupción enérgica del
desarrollo sexual, suerte de precipitado histórico, corres-
pondería al período glacial. Las exigencias pulsionales de la
sexualidad infantil son tratadas por el Ich como peligros de
los cuales es necesario defenderse, aunque las mociones se-
xuales de la pubertad corren el riesgo de experimentar la atrac-
ción de los modelos infantiles y de continuarlos en la repre-
sión. Allí está la etiología más directa de las neurosis y extra-
ñamente, dice Freud, el Ich reacciona de la misma manera
frente al contacto precoz de las exigencias de la sexualidad
como frente al contacto prematuro con el mundo exterior.
El tercer factor, puramente psicológico, debe imputarse
en la cuenta de la imperfección (Unvollkommenheit) de nues-
tro aparato psíquico que se ocupa de mantener su diferen-
ciación en un Ich y un Es, necesitada por la influencia del
mundo exterior. A causa de la realidad exterior, el Ich está obli-
gado a tratar ciertas reivindicaciones pulsionales como si fue-
ran peligros, y a defenderse de ellas. Sólo que le resulta más
difícil defenderse de los peligros pulsionales interiores que
de un fragmento de la realidad que le es extraño porque está
íntimamente ligado al Es y porque el único medio a su dis-
posición es una limitación de su propia organización y la
formación de síntoma que es un ersatz del perjuicio que le
causa así a la pulsión.
Éste es el diseño que Freud nos entrega después de treinta
años de trabajo. Se observará que los tres factores están anu-
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4. Auf die kleine (o grosse) Seite gehen, expresión familiar austríaca corres-
pondiente a la expresión francesa aller au petit coin: ir al baño, sin nombrarlo.
Seite quiere decir, entre otras muchas cosas, costado, lado; proviene del ger-
mánico sidon "das Herabhángende", lo que cuelga, y del alemán alto antiguo,
sito, "schlafl", blando. Auf die Seite entra también en otras expresiones familia-
res: jemanden auf die Seite schajfen, que significa asesinar a alguien, y etwas auf
die Seite schaffen, que significa desembarazarse secretamente de algo. Auf die
Seite treten, figuradamente, quiere decir orinar.
5 La etimología de esta palabra remite al sentido "schlaff berabhangend"
como la etimología de Seite. (Ver nota 4).
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vara que Freud no dice de su cuerpo sino de su Ich. Por cierto, él aún
no ha establecido lo que más tarde va a llamar la primacía del
falo, pero allí ya está sobre su huella. "Hans es homosexual,
como todos los niños pueden serlo, completamente de acuerdo
con el hecho de que uno no puede dejar de ver, a saber, que no
conoce más que una clase de partes genitales, partes genitales
como las suyas"9. Indica, por otra parte, que su interés pulsional
por el Wiwimacher (órgano) le permite hacer la diferencia entre
los seres animados y los seres no animados y hace posible la serie:
animales grandes, padres, hermanita.
Extrae de eso, primero, una satisfacción masturbatoria, auto-
erótica, "pone los dedos ahí", dice la expresión en alemán; lo
subrayo porque vuelve a encontrarse ligada con el objeto fóbico,
el caballo: "Pero los caballos blancos muerden; en Gmunden hay un
caballo blanco que muerde. Cuando uno tiende los dedos, él
muerde. (Que diga los dedos en lugar de la mano me llama la
atención)"10. Este interés pronunciado por la zona genital hace de
Hans, dice Freud en la Epikrise, un chico completamente bien
constituido en su actividad sexual. No es un perverso. Este
placer de las zonas erógenas se obtiene gracias a otra persona, la
madre, y es así como el niño puede pasar del auto-erotismo al
amor de objeto. (Que
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10. Ibidem, séance du 3 juillet 1963 [Ibidem, lección del 3 de julio de 1963].
11. Ibidem, séance du29mai 1963 [Ibidem, lección del 29 de mayo de 1963].
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IV
Los bastoncitos de la identificación1
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Otro supuesto. Uno capta allí por qué la angustia nos viene
de lejos. Pero el Otro no es un sujeto, es un lugar al cual,
dice Lacan, uno se esfuerza por transferir los poderes (varian-
tes: el saber) del sujeto12. Donde uno capta también que eso,
el gran malentendido de la existencia humana, empieza muy
temprano.
Bien, "dicho esto, si la huella [es] borrada, el sujeto rodea
su lugar con un cerco -algo que, desde ese momento, lo con-
cierne a él: la marca del lugar donde encontró la huella- y bien,
ahí tienen ustedes el nacimiento del significante"13. Por ejem-
plo, es la tos que eligió Dora: hubiera podido elegir otro rasgo.
Dicho de otro modo: a cada uno, sus significantes que él ha-
brá cercado, aislado, recortado en las huellas que habrá bo-
rrado: a cada uno, sus relaciones con el Otro. Es así como se
escriben las cartas (lettres) de su destino sobre el pergamino
viviente que él es. Y es por eso que el significante no es un signo
que representa algo para alguien sino que es eso que representa
al sujeto para otro significante. Lo que el trazo sobre la costi-
lla de antílope borra es la cosa que representa, lo que la muesca
primera borra. Es la Cosa, das Ding, la del Proyecto de Freud.
Los diversos "borramientos"14 de la Cosa que hacen nacer el
significante son la marca del sujeto. "El sello, como ya lo han
comprendido, lo encontré en los textos, es precisamente esto:
una huella, si podemos decirlo. Es verdad que en la naturaleza
hay abundancia de ellas pero eso no puede volverse un signi-
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18. Ibidem, 2 de mayo de 1962. "Su propio deseo [del niño], deberá ante
todo constituirlo en tanto respuesta, en tanto aceptación o rechazo de tomar
el lugar que el inconsciente del Otro le designa." Notemos que el Otro, aquí,
está encarnado por la madre que, por lo tanto, ¡tiene un inconsciente!
19. Ibidem, 14 de marzo de 1962. [En francés, en el original, de ?nonje(u):
de mi yo y de mi juego. [N. de T.]
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V
Del fantasma a la pulsión
hacia un lazo de escuela1
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3. En el texto Pulsiones y destinos de pulsión Freud emplea para los dos prime-
ros modos de defensa: Me Verkehrung ins Gegenteil (la inversión en lo contrario)
y die Wendunggegen die einige Person (la vuelta hacia la propia persona)]. Q.C.C.]
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1. Un niño es pegado.
2. Yo soy pegado por el padre.
3. Niños son pegados por un representante del padre.
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4. Se observará que Freud, aquí, no dice "yo" o "el médico" como tiene
por costumbre hacerlo en sus textos. Se hace representar por "la investigación",
su objeto de trabajo puesto en lugar de sujeto.
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S. Siendo la tercera frase del fantasma "Niños que me representan son pe-
gados por un representante del padre", sería necesario allí desplegar la proble-
mática fálica en el fantasma y, por supuesto, la cuestión del padre.
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sar por otros, conseguir que nos presten atención. Hay que
escuchar aquí la palabra atención, no como la tradicional fórmula
de gentileza sino en el sentido del funcionamiento del aparato
psíquico tal como Freud lo describe en el Proyecto. Poco importa
que uno sea verdaderamente escuchado o leído, se trata de un
préstamo ficticio que en suma funciona como portavoz o como
porta-plumas. En este hueco de soledad donde todo es un cada
uno cuando está en el trabajo de desenmarañar los atolladeros de
la vida psíquica, la presencia de estos "algunos otros"12 lo
acompaña ya que es a ellos a quienes se dirige, incluso en su
ausencia. De este modo, este "ustedes" colectivo que ellos
entonces representan, tomado como objeto para ocupar de
nuevo el papel del sujeto, permite a este "yo" (Je) individual
dejarse trabajar por un objeto del psicoanálisis y dejarse de nuevo
dividir por él para permanecer en vilo cuando él ocupa el lugar
de semblante de objeto para otros. Entonces, un grupo que,
entre presencia y ausencia, se dejara hilvanar de este modo por la
a-gramaticalidad, ¿es todavía un grupo? ¿O bien sería una
comunidad inconfesable por no tener como jefe más que a un
jefe acéfalo?
Pero ¿no sería necesario que, en esta comunidad, cada uno haya
cercado, bebido hasta las heces, experimentado13, entendiendo esto
en los dos sentidos de la palabra, su propia a-gramaticalidad?
¿Mira ideal? Ideal, por cierto, pero necesa-
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14. Jacques Lacan, "La Troisiéme" en Lettres de /' École freudienne de París,
N° 16,1975 ["La tercera", en Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial,
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1993, p. 87. "Lo curioso en todo esto es que el analista, en los próximos años,
dependa de lo real y no lo contrario. El advenimiento de lo real no depende
para nada del analista. Su misión, la del analista, es hacerle la contra. Al fin y
al cabo, lo real puede muy bien desbocarse, sobre todo desde que tiene el
apoyo del discurso científico"].
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VI
Hacer semblante de objeto o1
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es muy necesario que sea manifiesto, que sea llevado tal como la
máscara del teatro antiguo8. Detrás de la máscara, hay un actor
que dice, interpreta el texto de otro, y no su texto, el propio de
él, el actor. "El analista debe ser opaco para el analizado y, como la
superficie de un espejo, no mostrar nada distinto de lo que le es
mostrado", dice Freud. La mirada, por lo tanto, otra vez. ¿Sería
por eso que Freud inventó, para su uso y para el nuestro, el
dispositivo diván-sillón? Este dispositivo no está simplemente
destinado a la comodidad del analista, como dicen algunas malas
lenguas, tiene "[...] como meta y resultado evitar la imperceptible
mezcla de la transferencia con las asociaciones del paciente, aislar
la transferencia y, en el momento presente, hacerla destacar con
un relieve nítido como resistencia"9. El paciente, constata, vive eso
como una privación, sobre todo cuando la pulsión escó-pica
(voyerismo) juega un papel significativo en su neurosis y él se
eriza en contra (straubt sich). Cuando es cuestión de castración, es
ese verbo el que utiliza Freud. ¿Por qué vive eso como una
privación? Es que no quiere perder de vista al analista, no soltarlo
de la mirada pero, también, no ser soltado de la mirada por el
analista. De este modo, la suspensión de la mirada del Otro y al
Otro aisla a éste como objeto del que el analista se hace, por eso, el
portador. Extraño portador puesto que, debido a esta suspensión,
lleva la máscara de una ausencia, de un hueco, de una pérdida.
8. Ibidem [Ibidem].
9. Sigmund Freud, Zur Einleitung der Behandlung, 1913, Studienausgabe,
Engánzungsband, Frankfurt, Fischer Verlag, 1982, pp. 193-194 [Sobre la ini
ciación del tratamiento, AE, XII, p. 135].
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12. Sigmund Freud, Ratschldge fur den Arzt bei der psychoanalytischen
Behandlung, 1912, Studienausgabe, Ergánzungsband, Frankfiirt, Fischer
Verlag, 1982, pp. 175-176 [Consejos al médico sobre el tratamiento psicoana-
lítico,AE,XII,p. 115].
13. Ibidem, p. 176 [Ibidem, p. 115].
14. El verbo decantar viene del latín de los alquimistas, de canthus, "pico
de cántaro"; significa depósito de elementos después de separación y es sinó
nimo de depurar.
15. Jacques Lacan, Le Séminaire, livre XXI, Les Non-Dupes errent, séance
du 8 janvier 1974, inédit [El Seminario, libro XXI, Los no incautos yerran-Los
Nombres del Padre (fónicamente, en francés, ambas expresiones son idénticas),
lección del 8 de enero de 1974, inédito].
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Una palabra aún, para concluir, una palabra de Freud: "No sólo
la constitución del yo (mot) del paciente sino también el carácter
particular del analista deben ubicarse entre los factores que
influyen sobre las perspectivas de la cura analítica y aportan
dificultades según la forma de resistencia"29. Lo que aquí se
traduce como "carácter particular" evidentemente no tiene nada que
ver con el carácter del analista, la palabra de Freud es Eigenart.
Artes el modo, el arte y la manera, Eigen, particular, en sentido
propio: la manera de hacer con esto, el saber hacer con eso propio
del analista. Traduciré esta palabra por estilo que no es otra cosa
más que saber hacer con Mengua y con lo que de ella se ha
depositado en su propio texto. Este saber hacer con ella lo habrá
adquirido por haber podido reducir su texto, por decantación, al
dibujo acabado del síntoma. Es desde allí de donde podrá, en esta
proximidad de lo real, de este sentido blanco, dibujarse la arista
descarnada de la necesidad absoluta de un lazo social, la del de-
sierto de antes, pero también la del discurso analítico, discurso
que respeta el Eigenart^, el estilo, de aquéllos que padecen por su
síntoma. Respetar el estilo del analizante es una de las últimas
recomendaciones de Freud. Si no lo hi-
29. Sigmund Freud, Die endlkhe und die unendliche Analyse, 1937,
Studienausgabe, Ergánzungsband, Fischer Verlag, 1982, p. 387 [Análisis ter-
minable e interminable, AE, XXIII, pp. 249-250].
30. Sigmund Freud, "VI. Die psychoanalytische Technik", ausAbriJ] der
Psychoanalyse, 1937, Studienausgabe, Ergánzungsband, Frankfurt, Fischer
Velag, 1982, p. 414. ["VI. La técnica psicoanalítica", en Esquema del psicoaná
lisis, AE, XXIII, p. 176: "Es que el analista debe... respetar die Eigenart del
paciente"].
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Vil
La metamorfosis o el despertar1
AG.S.
A partir de cierto punto,
no hay más retorno posible.
Hasta ese punto hay que llegar2.
Más que otros, entre los que me resultan familiares, los textos de
Franz Kafka empujan al comentario, a la lectura de las palabras
debajo de las palabras. Más que otros héroes de la literatura, los
de Kafka llevarían a la confusión con su autor. Confusión, sin
duda, inducida por la gran proximidad del hombre y de su obra:
participan en ella la extrema franqueza del hombre y el rigor del
escritor. Pero incluso esta
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La metamorfosis o el despertar • 127
Desde la ventana
9. Das Urteil, esta palabra quiere decir también juicio; palabra por palabra:
partición originaria. En un trabajo anterior, yo había propuesto "traducir" el
título de esta historia de Kafka por "La parte del padre". El final del relato
podría, por el contrario, tener por título "Verurteilung", juicio condenatorio.
10. La condena fue escrito en septiembre de 1912. La Metamorfosis, en
noviembre-diciembre de 1912.
11. Según la pequeña nota biográfica de la madre de Kafka, Georg es el
sobrenombre de un hermano de Franz, dos años más joven que él, que murió
de sarampión cuando tenía dos años, por lo tanto cuando Franz tenía alrede
dor de cuatro. En la Carta al padre [Carta al padre, traducción y prólogo de
Carlos Correas, Buenos Aires, Editorial Leviatán, 2003], Kafka evoca a este
hermano muerto así como al segundo hermano muerto, también de muy poca
edad, subrayando que la desaparición de ambos lo había dejado a él, el mayor,
solo frente a la tiranía de su padre. Deberíamos observar, por supuesto, que
Gregor es el anagrama de Georg.
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La metamorfosis o el despertar • 129
Todos sus esfuerzos son vanos, y Gregor cierra los ojos para
no seguir viendo cómo sus patas se mueven desesperada-
mente. Le aparece entonces un dolor en el costado, ligero,
sordo, nunca experimentado hasta ese momento (finen noch
nie erfühlten, leichten, dumpfen Schmerz). ¿Sería éste, en la
posición de desamparo en que se encuentra, el descubri-
miento del dolor de existir, die Noí14 des Lebens?
El cuarto párrafo, el que sigue inmediatamente a la evo-
cación de este dolor, trae dos temas. Primero, el del
Reisender, el viajante (de comercio): "¡Dios, qué profesión
oprimente he elegido! Día tras día viajando", exclama
Gregor. El viajero15 está en la literatura, especialmente en el
romanticismo alemán, una metáfora del ser humano captu-
rado en los desfiladeros del significante, sometido sin tregua
al deslizamiento del significante sobre el significado, desde
antes de su nacimiento hasta el punto de detención que será
su muerte. Gregor se queja de eso en estos términos: " [...]
und aufierdem ist mir noch diese Plage des Reisens auferlegt, [...]
ein inmmer wechselnder, nie andauernder, nie herzlich wer-
dender menschlicher Verkehr. Der Teufel solí das alies holen! (y
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De una feminización
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18. Se podría evocar aquí otro texto de Kafka, Der Nachbar, "El vecino",
donde el personaje que dice Yo (Je) ha hesitado -hesitación cargada de con
secuencias para él- en alquilar el departamento contiguo porque había una
cocina con la que no sabría qué hacer. Es otro hombre joven, su doble, llama
do Harras, quien tomará este departamento. La cocina (Küche) es tradicional-
mente un lugar de actividad femenina. (Ver también las tres K. de la ideolo
gía nazi). El anverso de Harras es Sarah, die Vrmutter, la madre del origen. Al
vecino Harras, por lo tanto, el anverso femenino del que dice Yo (Je), le será
atribuida en el relato la pérdida, la destrucción del narrador que, por otra
parte, compara a Harras con la cola de una rata (wie der Schwans einer Ratte).
Observemos que, en alemán, la palabra rata es femenina ["El vecino", en
Relatos Completos, ob.cit., p. 499].
19. Se sabe que Kafka sufría terribles insomnios.
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132 • Pulsión y ficción
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De un fantasma
Siguen notas sobre su genealogía únicamente por el lado materno y una espe-
cie de fantasma: tirarse por la ventana haciendo volar los vidrios en pedazos
[Diarios (1910-1913) y Diarios (1914-1923), ob. cit.].
21. Cf. Nota de Kafka: "Esponsales de mi hermana Valli. [...] Amor entre
hermano y hermana -repetición del amor entre el padre y la madre", Diarios,
15 de septiembre de 1912. Se sabe el amor que Kafka tenía por su hermana
Ottla, junto a la cual encontraba reposo y consuelo. Junto a sus hermanas,
anota él en su Diario, se sentía un hombre diferente que con otra gente y
habría deseado poder ser con esas personas como era con ellas [Diarios (1910-
1913) y Diarios (1914-1923), ob. cit.].
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134 • Pulsión y ficción
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De la letra
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136 • Pulsión y ficción
De la historia a la ficción
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"Y, por otra parte, ¿no puedo hacer lo que hacía cuando era
niño, lo que hacía siempre en los asuntos peligrosos? Ni si-
quiera tengo necesidad de ir yo mismo al campo, no es nece-
sario. Mando allí mi cuerpo vestido. Si al cruzar el umbral de
mi cuarto vacila, no es miedo lo que muestra sino su nulidad.
No es que tropiece en la escalera por nerviosismo, cuando se
va al campo entre sollozos y allí come llorando. Porque yo,
yo mientras tanto, estoy acostado en mi cama [...]. Acostado
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138 • Pulsión y ficción
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La metamorfosis o el despertar • 139
25. Uno no puede evitar pensar en estas frases del Diario de Kafka, fecha
das el 24 de noviembre de 1911: "Pero cuando llegué a la altura de Bergstein,
el pensamiento de mi futuro lejano se presentó a su vez. ¿Cómo haría para
soportarlo con este cuerpo pedido a préstamo en un desván? El mismo
Talmud lo dice: "Un hombre sin mujer no es una criatura humana" [Diarios
(1910-1913) y Diarios (1914-1923), ob. cit.].
26. Cf. El relato de F. Kafka Der Hungerkünstkr [El artista del hambre, en
Relatos Completos, ob. cit., p. 263].
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140 • Pulsión y ficción
De la escritura
27. F. Kafka, Carta al padre: "Por otra parte, en eso [se trata de la severidad
del padre] he heredado mucho de ti y la herencia está demasiado bien adminis
trada sin tener, para decir la verdad, los contrapesos necesarios en mi ser, ¿como
tú, acaso tú los tienes?)" [Carta al padre, Buenos Aires, ob. cit., 2003].
28. Cf. el adverbio de tiempo recientemente que Kafka ha deslizado en la
frase donde la cuestión es la imagen de la pequeña Dama.
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29. En el Diario, con fecha del 20 de agosto de 1913, es decir, una sema
na después de este encuentro.
30. Kafka tiene cierta predilección por describir las narices y, como su
Diario lo testimonia, parece haberse sentido atraído por mujeres más bien
feas [Diarios (1910-1913) y Diarios (1914-1923), ob. cit.].
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34. Puede pensarse que "el pueblo de los ratones" representa también, y
entre otras cosas, para Kafka, al pueblo judío enfrentado con el antisemitis
mo. ¿Art Spiegelman, autor del comic Maus (ratón) e hijo de un sobrevivien
te, se habrá inspirado quizás en este texto de Kafka?
35. Kafka significa corneja, chova en checo (kavka) y el dibujo de este
pájaro servía como logo comercial al padre de Kafka. ¿Podríamos arriesgar
nos a decir entonces que piepsen, la voz del artista, es el anverso real del nom
bre, del emblema del padre?
36. Jahrbuch Arkadia, revista literaria dirigida por Max Brod y editada en
Leipzig por Kurt Wolff.
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146 • Pulsión y ficción
De la escritura a la Historia
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(España, editorial Herder, 1999) y otros. No olvidemos tampoco que las tres
hermanas de Kafka, como las de Freud, como Milena Jesenská, murieron en
los campos de concentración.
42. Franz Kafka, Troisiéme Cahier, diciembre 1917 [Cuadernos en octava,
Buenos Aires, López Crespo editor, 1977].
43. Expresión que se ha impuesto, ver P. Lacoue-Labarthe y Dan Diner.
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VIII
Su nombre de Venecia
en Calcuta desierta
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3. Rainer Maria Rilke, Les cahkrs de Malte Laurids Brigge, Editions Émile-
PaulFréres, 1941, p. 355. [Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, Buenos Aires,
Editorial Losada, 1993].
4. Marguerite Duras, "Son nom de Venise dans Calcutta désert", recopila
ción de textos de y sobre M.D., Editions Albatros, París, 1979, p. 93.
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sencia de algo que no llamaré a toda prisa la muerte pero sin duda
un prójimo para nosotros privilegiado, alrededor del cual giran
nuestras preocupaciones mayores y que no es, sin embargo, sin
inquietarnos (nous embarrasse)"16.
¿Sería entonces un azar que Rilke haya insertado en la
escena veneciana un poema que empieza por Tú {Du) y que es
cantado por una mujer extranjera?
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IX
Ficciones, o de la novela al poema
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lí. Sigmund Freud, Der Wahn unddie Trawme in W.Jensens, 'Gradiva', ob. cit.,
p. 82 [El delirio y los sueños en la "Gradiva" de W.Jensen, ob. cit., p. 76]. 12.
Ibidem, p. 82 [Ibidem, p. 76].
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13. Este término debe entenderse tal como Freud lo dice: la continuación
en el próximo número, pero también en su sentido popular.
14. Jacques Lacan, "Préface á Pédition anglaise du Séminaire XI", enAutres
écrits, París, Seuil, 2001, p. 572. ["Prefacio a la edición inglesa del Seminario
XI", en Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, 1993, p. 61].
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Ficciones, o de la novela al poema • 171
tan falso. Algunas de sus frases, de sus palabras (paroles), ¿no son
acaso de una belleza que corta el aliento? Que conmueve lo real,
como Orfeo conmoviendo con su lira a las potencias inferiores.
Pero el párrafo donde se encuentra esta declaración se inicia así:
"¿Qué jerarquía podría confirmarle que es analista, darle ese
sello?" y en la frase siguiente pone en duda que se pueda ser
analista de nacimiento. "Lo que un Cht me decía es que yo lo era,
de nacimiento." Enigma: Cht, ¿qué sería? ¿Una abreviatura?
¿Una onomatopeya?
Un poema es una ficción, se escribe bajo el dictado del
inconsciente del sujeto que lo lleva a lo escrito, se escribe con
eso que el sujeto sabe sin saberlo y todo lo que no sabe que no
sabe, se escribe con el vacío entre las palabras (mots) que es, de
algún modo, el resorte, la causa de todas las figuras de retórica.
Pensemos solamente en el oxímoron, de una terrible dulzura, tan
querido para los místicos y que aquí Jacques Le Brun ha
evocado recientemente a propósito de la expresión de Lacan, "mi
público".
Pero para ser un poema, uno no es un poema de nacimiento
como no es un analista de nacimiento; ha sido necesario pasar por
este saber del vacío entre las palabras (mots), dicho de otro modo,
ha sido necesario llevar a cuestas primero el lento despliegue de la
novela-folletín que, en el fondo, no es más que el relleno de aquel
vacío; después, el vértigo que causa el franqueamiento del límite
impuesto por las reglas habituales del relato15 no sería sino bajo la
forma de la
15. Con respecto a poner patas para arriba las reglas habituales del relato,
ver "Su nombre de Venecia en Calcuta desierta", en este volumen, pp. 147-161.
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16. Thomas Mann, La mort a Venise, traducido del alemán por F. Bertaux
y C. Sigwalt, París, Fayard, Le Libre de Poche, 1971, p. 91 [La muerte en
Venecia, Chile, Andrés Bello, 2001].
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Ficciones, o de la novela al poema • 173
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En la diagramación se utilizaron las fuentes
Gil Sans y JansonText.
El interior se imprimió sobre bookcei ahuesado
de 80 gramos y para la tapa se usó
cartulina de 300 gramos.
Impreso en Las Cuarenta, Avda. Asamblea 327
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina,
en el mes de Junio de 2008.
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