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Relación de

causalidad

Derecho
Privado VIII
(Daños)

1
La relación de
causalidad
Relación de causalidad

Definición. Diferencias entre causa, condición y


ocasión
La relación de causalidad es la necesaria conexión fáctica que
debe existir entre la acción humana y el resultado dañoso producido.
La relación de causalidad es el nexo que vincula materialmente y de
manera directa al incumplimiento obligacional o al acto ilícito con el
daño, y en forma sucedánea e indirecta, a éste con el factor de
atribución (Pizarro & Vallespinos, 2014, p.137)

La relación de causalidad nos permite determinar si un resultado dañoso


puede ser atribuido materialmente a una persona. De igual modo, respecto
de la función preventiva del daño, nos permite establecer un vínculo
razonable y necesario entre una amenaza de daño y el hecho generador.

La relación de causalidad se refiere a la causalidad jurídica y difiere de la


casualidad de las ciencias naturales. La relación de causalidad jurídica indaga
la responsabilidad civil o penal que surge de una conducta humana. Tal como
bien ha sostenido Llambías, “la casualidad jurídicamente relevante no apunta
a un mecanicismo material, sino al hombre como artífice y protagonista de
los procesos y de las situaciones a través de sus actos”4 .

El juicio que supone la relación de causalidad es neutro, ya que no valora la


justicia o injusticia de la acción, sino que se refiere a una cuestión meramente
fáctica y objetiva: si existe un enlace entre un hecho antecedente (causa) y el
resultado (efecto).

No deben ser confundidas la causa, la condición y la ocasión. La


condición es un mero antecedente del resultado que se produce. El derecho
no le atribuye la autoría del daño a un sujeto por el sólo hecho haber
aportado una condición, aun en el caso de que ésta haya contribuido. Sólo
en el caso de que dicha condición asuma especial entidad, por ser adecuada

4 Llambias, JJ. (s.f.), "El derecho no es una física de las acciones humanas", LL 107-1018.
para producir ese resultado, se la eleva a categoría de causa jurídica
generadora del daño. De ese modo, podemos decir que una causa es una
condición, pero calificada como idónea para generar el detrimento.

Otro tipo de condición es la ocasión, que torna viable o favorece la


producción del resultado dañoso. En nuestro ordenamiento jurídico, por regla,
no se responde por el mero hecho de aportar la ocasión del evento dañoso. Sin
perjuicio de ello, puede haber casos en los cuales la ocasión deviene
jurídicamente relevante para que el ordenamiento jurídico la coloque en
posición de causa. Para ampliar estos conceptos, se recomienda el estudio de
la bibliografía obligatoria.

La doble función de la relación causal en la


responsabilidad por daños: autoría del daño y extensión
del resarcimiento
La relación de causalidad tiene una doble importancia:

1. Determinar la autoría. La relación de causalidad permite determinar,


con rigor científico, cuándo un daño es pasible de ser atribuido
materialmente a la conducta de un sujeto determinado. Esto se conoce
como imputatio facti. Esta operación nos revela la autoría del daño, lo
cual permite determinar quién responderá por el daño causado.

2. Adecuación. Provee, asimismo, los parámetros objetivos para


determinar la extensión del resarcimiento mediante un régimen
predeterminado de imputación de consecuencias (arts. 1726 y 1727 del
CCC). De tal modo, se determina hasta qué punto debe responder
el autor material por el daño causado.
Causalidad y culpabilidad
Tabla 1: Culpabilidad y Causalidad

Causalidad Culpabilidad
- Se orienta a determinar si las - Tiende a dilucidar si se puede formular un
consecuencias dañosas de un hecho reproche subjetivo en el comportamiento
pueden ser atribuidas materialmente a antijurídico del autor material del hecho.
la conducta de un sujeto, lo cual
determina la autoría del daño. -Se asienta en la noción de previsibilidad,
valorada en concreto desde el punto de
-Se determina previamente al juicio de vista interior del sujeto y atendiendo al
culpabilidad. comportamiento exteriorizado frente al
hecho producido.
-Se asienta en la noción de
previsibilidad, valorada en abstracto, -La previsibilidad agravada es extraña a la
con prescindencia de lo sucedido en el culpabilidad.
caso concreto, ex post facto, y de
acuerdo a lo que sucede conforme el
curso normal y ordinario de las cosas.

-La previsibilidad es objetiva; sin


embargo, puede agravase en ciertos
casos. En efecto, el primer párrafo del
art. 1725 del CCC dispone: “Cuanto
mayor sea el deber de obrar con
prudencia y pleno conocimiento de las
cosas, mayor es la diligencia exigible al
agente y la valoración de la
previsibilidad de las consecuencias”5.
Fuente: Anterior SAM

Distintas teorías sobre la relación de causalidad. La


teoría de la causalidad adecuada y su recepción por el
Código Civil y Comercial. Articulo 1726
Elegir el criterio que determina cuál es la causa jurídica de un daño muchas
veces constituye una tarea compleja. Muchas teorías se han formulado
tendientes a dilucidar cuál de los antecedentes materiales es apto para

5 Art. 1725 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
provocar el resultado dañoso. En concreto, podemos referirnos a cuatro teorías
que han sido receptadas en el derecho privado.

Tabla 2: Teorías sobre la relación de causalidad

Teoría de la Teoría de la causa Teorías de la condición Teoría de la causalidad


equivalencia de las próxima preponderante y de la adecuada
condiciones condición eficiente
-Atribuida a Stuart -Atribuida a Francis -Estas dos teorías se - Es la teoría de mayor
Mill, quien considera Bacon, busca una encuentran muy ligadas predicamento en la
que la causa es el condición entre todas entre sí. actualidad.
resultado de todas las a fin de elevarla a la
condiciones positivas y categoría de causa.
-La teoría de la condición -Atribuida a Luis von Bar y
negativas que en Considera que es tal,
preponderante sostiene desarrollada por von
conjunto contribuyen la condición más
que es causa del daño Kries.
a producir el daño. próxima al resultado
aquella condición que
en orden cronológico.
rompe con el equilibro
-La adecuación de la
-Toda condición que entre los factores
causa está ligada a la idea
contribuye a producir -Ha recibido diversas considerados favorables y
de regularidad, a lo que
el daño tiene igual críticas, ya que, si adversos para su
normalmente
valor. bien es frecuente que producción, influyendo
acostumbra a suceder.
la última condición de modo preponderante
sea la causa, esto no en el resultado.
-Ha sido objeto de
siempre es cierto. -El juicio de probabilidad
justas críticas, porque
es realizado ex post facto
amplía la -La teoría de la causa
y en abstracto.
responsabilidad hasta eficiente no difiere
el infinito; se podría mayormente de la
pensar en cuáles son anterior, considerando la -Atiende a lo que sucede
las causas de las causa a aquella condición conforme al curso normal
causas. que tenga mayor poder y ordinario de las cosas.
intrínseco de causación
del fenómeno. -El juicio de probabilidad
se realiza en abstracto.
-Se les critica a ambas Sin embargo, la misma
teorías la imposibilidad puede ser agravada
de escindir cuando la previsibilidad
materialmente un del agente sea superior
resultado para atribuir a (derogado art. 902 del CC
una condición per se un y actual art. 1722, primer
poder causal decisivo. párrafo, del CCC).
Fuente: Anterior SAM
El CCC sigue los criterios más consolidados sobre el principio de la causalidad
adecuada y la extensión y simplificación de la responsabilidad a las
consecuencias inmediatas y mediatas.

Reza el art. 1726: "Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas
que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del daño.
Excepto disposición legal en contrario, se indemnizan las consecuencias
inmediatas y las mediatas previsibles"6.

Y el art. 17277:

Tipos de consecuencias. Las consecuencias de un hecho que


acostumbran a suceder según el curso natural y ordinario de las
cosas, se llaman en este Código "consecuencias inmediatas". Las
consecuencias que resultan solamente de la conexión de un
hecho con un acontecimiento distinto, se llaman consecuencias
"mediatas". Las consecuencias mediatas que no pueden
preverse se llaman "consecuencias casuales".8

En síntesis: en materia de relación causal, el Código Civil y Comercial adopta


como principio general la teoría de la causalidad adecuada (art. 1726), que se
funda en un parámetro objetivo de comparación: hay que establecer, en cada
caso, si era previsible que cierto hecho generara determinado resultado, de
acuerdo a lo que habría previsto un hombre medio en el momento del hecho.

Causas concurrentes. Causalidad conjunta o


común, concurrente o alternativa o disyuntiva
Existe causalidad concurrente cuando varias causas confluyen para producir un
resultado. Son causas conjuntas o comunes cuando ambas son necesarias para
producir el resultado. Por ejemplo, si un peatón cruza en forma distraída por
el medio de la calle, y el automovilista (también distraído) atropella al
peatón, es probable que se determine que ambos han sido causantes del
daño al peatón, es decir que han concurrido en forma conjunta. Sin embargo,
podría suceder que una de las dos causas sea la que produce el resultado, y que
la existencia de una excluyera la de la otra. Supongamos ahora que un

6 Art. 1726 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
7 Dicen los fundamentos del anteproyecto elaborado por la comisión redactora: “En cuanto a la
relación causal se ha seguido el Art. 1557 del Proyecto de 1992, que ha mantenido la
clasificación de las consecuencias que existía en el Código Civil según la reforma de la ley
17711. Tanto en el ámbito contractual como extracontractual es necesario hacer precisiones
sobre la causalidad a nivel de autoría, así como en la extensión del daño resarcible, para lo cual
este sistema ha demostrado su eficacia en el derecho argentino” (Lorenzetti, Highton de Nolasco
& Kemelmajer de Carlucci, 2012, http://goo.gl/K8bpzE ).
8 Art. 1727 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
paciente muere en un hospital y se intenta determinar la causa de su
muerte. Una de ellas podría ser que el médico anestesista realizó una mala
praxis (por ejemplo, que suministró una dosis excesiva de anestesia), y otra,
que en el nosocomio adquirió una infección intrahospitalaria. Si bien ambas
causas concurren, quizás una sola es la causante de la muerte del paciente,
excluyendo la relevancia causal de la otra.

Las llamadas presunciones de causalidad.


Análisis
La prueba de la relación de causalidad adecuada pesa sobre quien pretende la
reparación del daño, conforme el art. 1736 del CCC. Ésta es una derivación
lógica de los principios que rigen la carga de la prueba en materia procesal y
que indica que quien alega la existencia de un derecho tiene a cargo la
demostración de los extremos de su pretensión.

Pese a que ciertos autores consideran que, en materia de responsabilidad


objetiva derivada de la intervenciones de cosas y de ciertas actividades (arts.
1757, 1758 y 1759 CCC), la ley presume la relación de causalidad, es nuestra
opinión que esto no es así. Por el contrario, el actor debe siempre probar
la conexión causal entre un determinado hecho y el resultado. La causalidad
no se presume, lo que puede presumirse es el carácter adecuado de la
condición.

En el nuevo Código Civil y Comercial, la prueba de los factores de atribución, de


las eximentes y de la relación de causalidad, salvo las excepciones, incumbe a
quien alega (arts. 1734, 1736), receptándose las cargas probatorias dinámicas
(art. 17345). También la prueba del daño incumbe a quién lo alega, salvo
presunción o que sea presumida (art. 1744).

Sin embargo, la introducción al sistema normativo de la responsabilidad


anónima y colectiva (arts.1761, 1761 y 1762) puede generar alguna cuestión
controvertida sobre la presunción de la autoría o la presunción de la relación de
causalidad entre el daño y los sujetos del grupo que actúan como agentes del
daño.

Ampliaremos más adelante, al tratar la prueba en la relación de causalidad.

La causación y la no evitación del daño


En virtud del principio de no dañar a otro, existe una obligación genérica de no
causar daños a terceros en su persona o en sus cosas (art. 1716 del CCC). Sin
perjuicio de ello, habrá situaciones en las cuales el ordenamiento jurídico no
sólo espera la no causación del daño, sino que pone en cabeza de ciertas
personas físicas o jurídicas la obligación de evitar el daño, pudiendo
generarse responsabilidad en caso de que el agente no evitase el daño.
Por ejemplo, en cuestiones ambientales, reviste gran importancia la
prevención del mismo, y es un ámbito en el cual pueden prosperar normas
que obliguen a determinadas personas a tomar medidas para evitar la
causación del daño, y la responsabilidad civil subsidiaria en caso de no
cumplimiento.

Esta obligación de prevención, conforme vimos en la unidad 1, en el Código


Civil y Comercial está expresamente prevista como el deber de prevención. En
efecto, la Sección 2º dedica cuatro artículos a la función preventiva (arts. 1710,
1711, 1712 y 1713). Se establece el deber general de prevenir el daño (art.
1710), se regulan la acción preventiva (art. 1711), la legitimación (art. 1712) y el
alcance de la sentencia preventiva (art. 1713).

Establece el art. 1710

Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en


cuanto de ella dependa, de: a) evitar causar un daño no
justificado; b) adoptar, de buena fe y conforme a las
circunstancias, las medidas razonables para evitar que se
produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas
evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un tercero
sería responsable, tiene derecho a que éste le reembolse el valor
de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del
enriquecimiento sin causa; c) no agravar el daño, si ya se
produjo.9

El artículo siguiente dispone que la acción preventiva "procede cuando una


acción u omisión antijurídica hace previsible la producción de un daño, su
continuación o agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún factor
de atribución"10. Entre las notas sobresalientes, mencionamos que se sienta
específicamente el deber de evitar causar o producir a las personas o a las
cosas un daño no justificado y se consagra el deber general de diligencia de
actuar, es decir, de obrar adoptando las conductas positivas o de acción, tanto
para evitar la producción de un daño probable como para disminuir su
magnitud o impedir su agravamiento. Todo esto sobre la base del principio de
buena fe y de razonabilidad que atienda a las singularidades de cada caso,
conforme el art. 1710, correlacionado con la pauta general de valoración de
conducta que establece el art. 1725: "cuanto mayor sea el deber de cobrar con

9Art. 1710 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
10Art. 1711 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la diligencia exigible al
agente y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias"11, en
congruencia con la directiva de ejercer los derechos de buena fe (arts. 9, 10 y
11 del Título Preliminar, Cap. 3). En definitiva, el deber general de acción u
omisión se centra en evitar o impedir el daño futuro, hacer cesar el daño actual,
disminuir la magnitud y disminuir la extensión de las consecuencias del daño
que comenzó a producirse. La magnitud del daño se relaciona con el aspecto
cualitativo (la entidad o medida del perjuicio) y la extensión al tiempo o a su
prolongación, por lo que se advierte que la tutela comprende todas las etapas y
supuestos posibles de evitación de la dañosidad (Galdós, 2012).

6.2. La recepción de la teoría de la


causalidad adecuada en el Código Civil y
Comercial
La doctrina y jurisprudencia de nuestro país expresan que la teoría que mejor
se adaptaba al Código Civil derogado era la teoría de la causalidad adecuada,
inspirado en esta materia en el Código de Prusia de 1794.

Tal como vimos antes, el CCC recepta expresamente esta teoría.

Así lo dispone el art. 1726. "Relación causal. Son reparables las consecuencias
dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del
daño. Excepto disposición legal en contrario, se indemnizan las consecuencias
inmediatas y las mediatas previsibles"12.

Conforme lo expuesto –reiteramos-, el nuevo Código recepta la teoría de la


causalidad adecuada a los fines de este presupuesto. De lo cual deriva que en el
nuevo Código –en materia de responsabilidad civil- podemos observar los
siguientes supuestos:

a) Responsabilidad por el hecho propio o responsabilidad directa. En


estos casos, las connotaciones son similares a las que rigen el derecho
penal, ya que se observa la conexión establecida entre la acción del
agente y el daño (art. 1749 del CCC). Por ejemplo, quien, con un golpe
de puño, causa un daño a la víctima. En este caso, la relación de
causalidad es muy simple y vincula directamente al agente con el daño.

11 Art. 1725 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.
12 Art. 1726 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.
b) Responsabilidades reflejas. La responsabilidad por el hecho de terceros
es el caso establecido en la Sección 6ª "Responsabilidad por el hecho de
terceros" (arts. 1753 a 1756 del CCC). Se engloban las hipótesis de
responsabilidad civil por el hecho de otros: por el actuar de
subordinados, hijos, delegados en el ejercicio de la responsabilidad
parental, tutelados, curados y personas internadas. Para la
responsabilidad refleja, se utiliza de ejemplo la responsabilidad de los
padres por los daños causados por sus hijos menores de edad (art.
1754 del CCC); se considera que ellos son los autores mediatos del daño
causado por los últimos. En consecuencia, se considera que la causa
inmediata es la acción del menor, mientras que la causa mediata es la
negligencia en la vigilancia por parte de los progenitores. El juicio de
relación de causalidad opera del siguiente modo: en primer lugar, se
debe determinar si efectivamente fue el menor quien causó el daño;
una vez determinado este extremo, la relación de causalidad adecuada
entre la acción u omisión culpable de los padres y el acto ilícito
cometido por el menor es presumida, salvo que se pruebe lo contrario.

c) Responsabilidad objetiva por el hecho de un tercero. En estos casos (v.


g., responsabilidad del principal por el hecho del dependiente, art.
1753 CCC), la relación de causalidad debe ser indagada en relación a
la acción del dependiente y el daño. Si se acredita la misma, ésta se
traslada directamente al principal. Éste último no es un autor
mediato, sino un garante de la actuación del dependiente.

d) Responsabilidad por daños derivados de la intervención de cosas y de


ciertas actividades. En estos supuestos, la ley dispone que responden
frente a la víctima del daño tanto el guardián como el dueño de la cosa
(art. 1758 CCC). Lo que primero debe cuestionarse es si el daño fue
provocado por el riesgo o vicio de la cosa (art.1757). Si se comprueba
ese hecho, la ley presume la relación de causalidad entre el daño y el
riesgo creado por el dueño o el guardián de la cosa. La única forma en
que pueden liberarse estos últimos es por la acreditación de la
ruptura del nexo causal, tal como veremos más adelante, cuando
estudiemos las eximentes.

e) La responsabilidad colectiva y anónima. Conforme enseñan Tanzi, Silvia y


Casazza (2015) el nuevo Código establece una sección específica –la
octava- con tres artículos destinados a regular estos supuestos. El
primero de ellos –art.1760- resuelve el supuesto de las cosas caídas o
arrojadas de un edificio. La norma responsabiliza solidariamente a los
dueños y ocupantes de la parte de donde cayó o fue arrojada la cosa y
sólo se libera quien demuestre que no participó en la producción del
daño. Las autoras señaladas indican que “ello significa el
establecimiento de una presunción en favor de la víctima que ha sufrido
el daño por la caída de una cosa desde un edificio, de que los autores
son los ocupantes y que los dueños deben responder de manera
solidaria con aquéllos. Esa presunción se extingue si el determinado
autor prueba que no participó en la producción del daño” (Tanzi, Silvia y
Casazza, 2015).

El segundo de los artículos –1761- norma un claro supuesto: el daño es


cometido por un autor anónimo que pertenece a un grupo identificado.
El grupo está identificado pero no el sujeto. En este caso responden
solidariamente todos los integrantes, lo cual es razonable en tanto no
está identificado el agente. Pero regula una excepción, para quien
demuestre que no ha contribuido a la producción del daño. Se trata de
una responsabilidad instituida a favor de la víctima sobre la base de una
relación causal que sólo permite llegar al grupo de autores probables,
pero no admite llegar al autor concreto. La responsabilidad es objetiva y
se exime de responder quien demuestre que no contribuyó en la
producción del daño. Obviamente, si el autor es identificable, sólo éste
responderá, en tanto ya no hay anonimato que justifique
responsabilizar al grupo (Tanzi, Silvia y Casazza, 2015).

Finalmente, se incorpora en el art.1762 un supuesto trabajado en la


doctrina por Matilde Zavala de González y es el del grupo que realiza
una actividad peligrosa (Tanzi, Silvia Y.- Casazza 2015). Claro ejemplo de
ello es la barra brava del fútbol. En este caso, la responsabilidad
también es solidaria de todos los integrantes y sólo se libera quien
demuestra que no integraba el grupo. El presupuesto fáctico de la
norma es la realización de una actividad riesgosa por parte de un grupo
de personas. La causalidad que presupone la norma es la actuación
conjunta o en común del grupo. Es decir, el daño debe derivar de una
actividad peligrosa desarrollada en conjunto. La responsabilidad de
todos los miembros del grupo es solidaria y sólo se eximirá quien
demuestre que no integraba el grupo. Así, sería imposible considerar
causante del perjuicio, por falta de autoría, a quien pruebe que no se
encontró vinculado de manera relevante a las circunstancias de tiempo
y espacio en las que se produjo el resultado dañoso.

En estos tres casos de la relación de causalidad, tratándose de una


responsabilidad grupal, existe una presunción de causalidad a nivel de
autoría, por lo que se tendrían que probar, para la eximición total o
parcial, algunas de las causales de eximición descriptas en los arts. 1729,
o 1730, o 1731 del CCC. Al encontrarnos frente a una presunción de
causalidad a nivel de autoría, encuadraría en el art. 1736 del CCC, que
exime de la carga probatoria en caso de que la "ley la impute o la
presuma" (Messina de Estrella Gutiérrez, 2015, p. 66).
Clasificación de las consecuencias
Nuestro Código Civil y Comercial –en forma similar al Código derogado-
clasifica las consecuencias de los hechos en inmediatas, mediatas y
causales.

Dice el art. 1727.

Tipos de consecuencias. Las consecuencias de un hecho que


acostumbran a suceder según el curso natural y ordinario de las
cosas, se llaman en este Código "consecuencias inmediatas". Las
consecuencias que resultan solamente de la conexión de un
hecho con un acontecimiento distinto, se llaman consecuencias
"mediatas". Las consecuencias mediatas que no pueden
preverse se llaman "consecuencias casuales".13

La clasificación mencionada tiene gran relevancia teórica y práctica, tal como


veremos a continuación, ya que, de acuerdo a las mismas, los jueces
podrán ponderar objetivamente si una conducta ha tenido aptitud para generar
un determinado resultado dañoso.

Consecuencias inmediatas

Son consecuencias inmediatas aquellas que acostumbran suceder según el


curso normal y ordinario de las cosas (art. 1727 del CC). La previsibilidad está
implícita en ellas, ya que existe un principio de regularidad del cual surge que
una persona se representa necesariamente dicha consecuencia al momento
de desplegar determinada conducta. Por ejemplo, en el caso de una mala
praxis médica, el suministro de excesiva cantidad de anestesia, la causa
inmediata es la muerte de un paciente. Otro ejemplo, que dan Pizarro y
Vallespinos (2013), es el de la transfusión de sangre portadora del virus de HIV;
la consecuencia inmediata en tal caso será el contagio del paciente del
mencionado virus.

Consecuencias mediatas

Son consecuencias mediatas las que resultan solamente de la conexión de un


hecho con un acontecimiento distinto (art. 1727 del CCC). El vínculo no es
directo en este caso, sino que debe interferir otro hecho que coadyuva a la
generación del resultado dañoso. En el caso de mala praxis médica con
contagio de HIV del paciente, la consecuencia inmediata será el contagio de

13Art. 1727 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.
HIV del paciente y la consecuencia mediata el contagio –a s u vez- de la esposa
del paciente por vía sexual (suponiendo contacto sexual entre ambos esposos).
Se trata de dos consecuencias diferentes que tienen adecuada relación de
causalidad entre el hecho (transfusión de sangre) y el daño a las víctimas, con
una diferencia causal en las consecuencias: el HIV del esposo es una
consecuencia inmediata de la transfusión, el HIV de la esposa es una
consecuencia mediata. Estas consecuencias son imputables al autor del
hecho cuando las hubiere podido prever o cuando, empleando debida
atención, hubiera podido evitarlas. Dicha previsibilidad debe ser apreciada
en abstracto.

Consecuencias casuales

Son consecuencias casuales las consecuencias mediatas que no pueden


preverse (art. 1727 del CCC). Dado que corresponden a hechos que operan de
modo inesperado o sobreviniente en el proceso causal, interrumpen su
desarrollo. Son producidas por un hecho fortuito y, por lo tanto, imprevisibles.
En el caso brindado por Pizarro y Vallespinos (2013), será una consecuencia
casual el suicidio del hijo del paciente infectado con HIV en virtud de la grave
depresión de su padre a causa de la enfermedad.

Dada la imposibilidad de preverlas, normalmente no son imputables al autor,


salvo cuando el mismo las hubiera previsto de manera concreta, en función de
las circunstancias del caso, y las hubiera tenido en miras al actuar (art. 1727 del
CCC y 905 del derogado CC).

Consecuencias remotas

Son consecuencias remotas las consecuencias casuales que se hallan tan


alejadas del hecho que en ningún caso son imputables, decía el art. 906 del CC,
hoy derogado.

El actual Código no establece este tipo de consecuencias.

Consecuencias indemnizables en la
responsabilidad extracontractual
Tal como habíamos comentado en las unidades anteriores, en el CCC se unificó
la extensión del resarcimiento. En virtud del art. 1726 se declaran resarcibles
las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles, lo cual es aplicable
tanto a la responsabilidad extracontractual como a la derivada del
incumplimiento de obligaciones.

Pero debe advertirse que cuando se trate de responsabilidad contractual, para


los “contratos celebrados de manera paritaria –lo que excluye a los contratos
de consumo” (Picasso, 2014) - la ley se aparta de ese principio general y
establece un parámetro distinto: el deudor incumplidor responde por las
consecuencias que las partes (y no un hombre medio) previeron o pudieron
haber previsto al momento de su celebración (y no al momento del hecho),
según el art. 1728.

Los fundamentos del anteproyecto aclaran que aquella limitación tampoco se


aplica a los contratos de consumo, lo que es lógico porque, en este último caso,
el esquema de riesgos y beneficios no habrá sido negociado por las partes, sino
que, por lo general, habrá sido impuesto al consumidor mediante condiciones
negociales predispuestas por el proveedor.

Al respecto, dicen los fundamentos del anteproyecto:

En un sistema que unifica la responsabilidad contractual y


extracontractual, es necesario regular claramente la
previsibilidad en materia contractual. Esta regla, con distintas
variantes, es la que se admite mayoritariamente. Ha comenzado
con un texto de Paulo (19.I.21,3) que limitaba el resarcimiento
obligacional, siguiendo por un enorme caudal de reglas
casuísticas del Medioevo, hasta llegar a la obra de Molineo que
estableció una fórmula única para decir que hay un límite en la
responsabilidad obligacional derivado justamente de la
obligación preexistente. El Código Civil francés (artículo 1150),
dispone que "el deudor responde por los daños que ha previsto
o podido prever al celebrarse el contrato”. En el derecho
anglosajón, la regla surge con el precedente “Hadley vs.
Baxendale” que toma en cuenta lo que ha sido previsible al
momento de contratar. Una regla similar es receptada en
diversos textos internacionales como la Convención sobre
Compraventa Internacional de Mercaderías. En la doctrina
internacional, puede señalarse que los Principios de Unidroit
disponen: “Artículo 4.4.- (Previsibilidad del daño): La parte
incumplidora es responsable solamente del daño previsto o que
razonablemente podría haber previsto al momento de la
celebración del contrato como consecuencia probable de su
incumplimiento”. En la legislación argentina, la norma de
resarcibilidad de las consecuencias inmediatas y necesarias está
emparentada con esta antigua regla, ya que Vélez la fundaba en
Pothier citado en la nota al artículo 521. El texto proyectado
tiene las siguientes características: a) su ámbito de aplicación
son los contratos, a diferencia de la redacción original del Código
Civil, que la establecía “para los daños e intereses de las
obligaciones que no tienen por objeto sumas de dinero” (Título
III, artículo 520). Ello generó litigios sobre el grado de extensión
de esta limitación, que ahora es restringido sólo a los contratos.
b) Esta es una regla que se aplica cuando las partes negocian el
precio y, para fijarlo, necesitan conocer los riesgos que asumen;
cuanto mayor información y seguridad exista en ese momento,
menor será el precio, con claro beneficio para el conjunto de la
sociedad. c) Se hace excepción al caso en que exista dolo, como
es tradición. d) No se aplica a los contratos de consumo.
(Lorenzetti, Highton de Nolasco & Kemelmajer de Carlucci, 2012,
http://goo.gl/K8bpzE ).

Consecuencias indemnizables en la responsabilidad por


incumplimiento obligacional. Régimen legal: la
previsibilidad contractual. Exclusión en relaciones de
consumo
Conforme analizáramos al inicio de esta unidad, para ingresar al estudio de las
consecuencias del incumplimiento de la obligación por parte del deudor,
repasamos la idea de mora del deudor (arts. 886 a 888 del CCC) y el
incumplimiento absoluto de las obligaciones mediante los modos extintivos.
Ahora abordaremos la responsabilidad por daños regulada a partir de los arts.
1708 y siguientes del CCC.

Podemos decir que el art. 1726 del CCC declara resarcibles las consecuencias
inmediatas y las mediatas previsibles, lo cual es aplicable tanto a la
responsabilidad extracontractual como a la derivada del incumplimiento de
obligaciones.

Esto es así pues, conforme pudimos ver, en materia de relación causal, el


Código Civil y Comercial adopta como principio general la teoría de la
causalidad adecuada (art. 1726 del CCC), que se funda en un parámetro
objetivo de comparación. Tal como enseña Picasso (2014) y fuera referenciado
supra, para el caso de contratos celebrados de manera paritaria el deudor
incumplidor responde por las consecuencias que las partes previeron o
pudieron haber previsto al momento de su celebración
Distinción entre el valor de la prestación y los
mayores daños
Conforme venimos viendo, el incumplimiento de una obligación no sólo da
lugar a la reparación del daño causado, sino que también genera el derecho del
acreedor a exigir la ejecución forzada de lo debido, conforme el art. 730 del CC.
Son dos supuestos diferenciables con presupuestos distintos. Para lograr la
ejecución forzada, basta al acreedor con alegar el incumplimiento, sin que nada
tengan que ver los elementos o presupuestos de la responsabilidad civil
(existencia de un daño, relación de causalidad, factor de atribución y
antijuridicidad). Conforme el art. 894 del CCC, la prueba del pago está a cargo
de quien lo invoca, que generalmente y por regla es el deudor, salvo en el
supuesto de las obligaciones de no hacer, cuestiones ya analizadas en la
materia obligaciones.

En lo que en responsabilidad civil interesa, la reparación del daño causado por


el incumplimiento también forma parte de las opciones del acreedor. En ese
sentido, la cuestión es debatida cuando la prestación se ha vuelto de imposible
cumplimiento por una causa imputable al deudor. En ese caso, el obligado debe
una suma de dinero equivalente al valor de la prestación más la reparación de
las restantes consecuencias dañosas –o "mayores daños"- derivadas del
incumplimiento. En este sentido enseña Picasso que:

A diferencia de lo que sucede en la responsabilidad


extracontractual, el incumplimiento de una obligación no
solo da lugar a la reparación del daño causado, sino que
también genera el derecho del acreedor a exigir la ejecución
forzada de lo debido (art. 730). Es claro que se trata de
remedios diferentes, cada uno de los cuales tiene sus
presupuestos propios: para lograr la ejecución forzada, basta
al acreedor con alegar el incumplimiento, sin necesidad de
probar la concurrencia de los presupuestos de la
responsabilidad civil, y en particular la existencia de un daño.
En ese caso, es aplicable el art. 894, que pone la prueba del
pago a cargo de quien lo invoca (por regla general, el
deudor), salvo en el supuesto de las obligaciones de no hacer.

La cuestión es más compleja —y debatida- cuando la


prestación se ha vuelto de imposible cumplimiento por una
causa imputable al deudor. En ese caso -previsto por el art.
955-, el obligado debe una suma de dinero equivalente al
valor de la prestación (aestimatio rei) más la reparación de
las restantes consecuencias dañosas —o "mayores daños"-
derivadas del incumplimiento (id quod interest). Sin
embargo, la doctrina se encuentra dividida acerca de la
naturaleza jurídica de esos conceptos; mientras que algunos
entienden que en ese caso tanto el valor de la prestación
como los mayores daños forman una única suma que tiene el
carácter de indemnización (tesis de la unidad), otros
entienden que el valor de la prestación no es un daño, sino
un sucedáneo de la obligación original, que subsiste pero con
una modificación en su objeto (que se traslada entonces a la
aestimatio rei), con lo cual el pago del mencionado valor se
regiría por las reglas del cumplimiento forzado, y no de la
responsabilidad (tesis de la autonomía). En cambio —siempre
de acuerdo a esta última postura-, la obligación de resarcir
los mayores daños nace a partir del incumplimiento, y
requiere para su configuración de la reunión de todos los
elementos de la responsabilidad civil, entre los que se
encuentra, naturalmente, la prueba del daño (23).

En los fundamentos del anteproyecto que dio lugar al nuevo


código se mencionan estas posturas y se señala que se ha
tratado de dar una solución práctica al problema, mediante la
distinción de la problemática del incumplimiento y su
ejecución, regulada en el campo de las obligaciones y los
contratos, y los aspectos que atañen a la responsabilidad por
daños. También se lee en los fundamentos que es preciso
diferenciar al valor de la prestación originalmente pactada de
los otros perjuicios que sufre el acreedor.

En consonancia con estos postulados —y pese a la


subsistencia de algunas normas con una redacción confusa
(como los arts. 730 inc. "c" y 955)-, la distinción entre el valor
de la prestación y los mayores daños sufridos por el acreedor
aparece expresamente en el texto del flamante código. Así, el
art. 781, para el caso de imposibilidad de cumplimiento de la
obligación alternativa regular, prevé que el deudor debe
entregar el valor de la prestación; el art. 838 establece que si
el cumplimiento de la obligación solidaria se hace imposible
por causas atribuibles a un codeudor "los demás responden
por el equivalente de la prestación debida y por los daños y
perjuicios"; el art. 1114, que regula la imposibilidad de
restituir en los casos de resolución o rescisión del contrato,
establece que si ella es imputable al deudor este debe el
valor de mercado de la prestación; el art. 1420 dice que si la
restitución de los títulos valores por el banco resulta de
cumplimiento imposible, aquel "debe cancelar la obligación
con el pago de una suma de dinero equivalente al valor de los
títulos al momento en que debe hacerse la devolución"; el
art. 1653 faculta al donatario a liberarse del cumplimiento de
los cargos "restituyendo la cosa donada, o su valor si ello es
imposible", y, finalmente, el art. 1747 dispone que "el
resarcimiento del daño moratorio es acumulable al del daño
compensatorio, o al valor de la prestación...", con lo que
diferencia expresamente ambos conceptos.

En el Código Civil y Comercial existe, entonces, un régimen


diferenciado para el reclamo del valor de la prestación, o
aestimatio rei (que se rige por las normas del cumplimiento
forzado), y el de los mayores daños sufridos al margen de
aquel (id quod interest). Por consiguiente, la acción para
reclamar el valor de la prestación prescribe —al igual que la
pretensión de cumplimiento forzado específico- en el plazo
genérico de cinco años del art. 2560, mientras que la dirigida
a la indemnización de los mayores daños se rige por el art.
2561, y prescribe, por ende, a los tres años. Por otra parte, no
es necesario probar haber sufrido un perjuicio para pedir el
valor de la prestación, pero sí cuando el reclamo recae sobre
daños adicionales, como el lucro cesante, el daño emergente
o el daño extrapatrimonial (art. 1744). Asimismo, la facultad
para morigerar la indemnización que el art. 1742 otorga a los
jueces únicamente puede ejercerse respecto de los mayores
daños, mas no del valor de la prestación (pues ello importaría
alterar la economía del contrato). También es importante
señalar que, mientras que la obligación de resarcir los daños
derivados del incumplimiento es solidaria —o concurrente,
según los casos- (art. 1751), la de pagar la aestimatio rei es
simplemente mancomunada, salvo que se haya pactado la
solidaridad (art. 828). Finalmente, en caso de resolución
contractual por incumplimiento el deudor incumplidor debe
reparar los daños sufridos por el acreedor (art. 1082), pero
no debe el valor de la prestación, dado que la obligación de
cumplirla se ha extinguido por efecto de la resolución (arts.
1079 y 1080)” (Picasso 2014)

El nuevo texto legal distingue entre el valor de la prestación y los “mayores


daños” sufridos por el acreedor, pues, por ejemplo, el art. 1747 del CCC dispone
que "el resarcimiento del daño moratorio es acumulable al del daño
compensatorio, o al valor de la prestación"14, con lo que diferencia
expresamente ambos conceptos. En el Código Civil y Comercial existe un

14Art. 1747 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.
régimen diferenciado para el reclamo del valor de la prestación, que se rige por
las normas del cumplimiento forzado y el de los mayores daños sufridos. No es
necesario probar haber sufrido un perjuicio para pedir el valor de la prestación,
pero sí cuando el reclamo recae sobre daños adicionales, como el lucro
cesante, el daño emergente o el daño extrapatrimonial, conforme el texto del
art. 1744 del CCC.

Cuestión procesal: i) prueba de la adecuación


causal. ii) facultades judiciales
El CCC aclara, sobre la cuestión de la imposición de la carga de la prueba de la
relación de causalidad, como así también de sus eximentes, que corresponde a
quien los alega, excepto que la ley los impute o los presuma (art. 1736). En
todos los casos, deberá acreditar la victima la relación de causalidad entre el
agente y el daño, salvo que la misma esté presumida. Así por ejemplo,
tratándose de una responsabilidad grupal, existe una presunción de causalidad
a nivel de autoría, por lo que se tendría que probar, para eximirse total o
parcialmente, algunas de las causales de eximición descriptas en los arts. 1729,
o 1730, o 1731 CCC. Según el criterio de Messina de Estrella Gutiérrez (2015),
nos encontramos frente a una presunción de causalidad a nivel de autoría; ella
encuadraría en el art. 1736 del CCC, que exime de la carga probatoria en caso
que la ley la impute o la presuma.

La otra cara de la moneda la constituye la prueba del eximente tendiente a la


ruptura del nexo de causalidad, que, conforme la norma citada, es carga
procesal del agente o dañador acreditarla.

En síntesis: la norma pone en cabeza del actor la prueba de la relación de


causalidad y en cabeza del demandado la ruptura del vínculo causal, salvo que
la ley se los impute o presuma.

Sin perjuicio de lo expuesto, el art. 1736 debe ser interpretado a la luz del art.
1735, que establece una atribución a favor de los jueces, quienes pueden
efectuar una modificación en las reglas de la carga de la prueba.

Al respecto, dice el artículo 1735:

No obstante, el juez puede distribuir la carga de la prueba de la


culpa o de haber actuado con la diligencia debida, ponderando
cuál de las partes se halla en mejor situación para aportarla. Si el
juez lo considera pertinente, durante el proceso comunicará a
las partes que aplicará este criterio, de modo de permitir a los
litigantes ofrecer y producir los elementos de convicción que
hagan a su defensa.15

En relación a la inclusión de estas normas en el Código Civil y Comercial, en los


fundamentos del Anteproyecto se dice que

En el Proyecto de 1998 se incluyen normas relativas a la carga de


la prueba en materia de responsabilidad, lo que ha sido recibido
positivamente por la doctrina, ya que disminuye la litigiosidad y
confiere seguridad en este tema. Este tipo de normas no es
procesal, sino que son directivas sustantivas dirigidas al juez a fin
del dictado de la sentencia en ausencia de pruebas concretas
sobre el tema a decidir. En tales casos, se establece cómo debe
distribuir ese riesgo probatorio y a quién adjudicarlo. En tales
condiciones, la prueba es una carga cuyo incumplimiento
acarrea la pérdida de un beneficio, que en este caso significa que
el hecho no está probado y el juez debe decidir en consonancia.
En materia de factores de atribución de la responsabilidad y las
eximentes, la carga de probar le incumbe a quien los alega,
conforme a lo expresado reiteradamente por la jurisprudencia y
la doctrina, siendo la solución del Proyecto de 1998 (artículo
1619). Esta regla puede resultar rígida en algunos casos en los
que existen dificultades en el acceso a los medios de prueba o en
la presentación de la misma, y es por eso que se habilita una
corrección para mitigar estos efectos. En particular, con relación
a la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia
debida, el juez puede ponderar cuál de las partes se halla en
mejor situación para aportarla. Existe entonces una regla general
legal que adjudica la carga probatoria a quien invoca el factor de
atribución o la eximente. (Lorenzetti, Highton de Nolasco &
Kemelmajer de Carlucci, 2012, http://goo.gl/K8bpzE ).

Claramente, la norma y los fundamentos aportados por la comisión redactora


aluden al factor de atribución; la pregunta es si esta facultad judicial puede
aplicarse también para la relación de causalidad.

Al respecto, dice la doctrina:

Puede suceder que lo imposible de probar sea las características


concretas del origen causal. Sin embargo, el art. 1735 sólo se
refiere a una acreditación sobre culpa o, a la inversa, a propósito
de haber actuado con la diligencia debida; pero también debiera

15Art. 1735 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.
aplicarse, prioritariamente, a la prueba sobre la relación causal,
en tanto asunto previo a la indagación de cualquier factor de
atribución, subjetivo u objetivo. El art. 1735 se inserta a
continuación del 1734, que regula la prueba sobre factores de
atribución y las eximentes, y pretende correlacionarse
únicamente con esta disposición (“No obstante…”). No obstante,
insistimos, también la demostración causal (art. 1736) puede, y
con frecuencia debe, subordinarse a cargas dinámicas, pues
constituye inexorable antecedente de la culpa u otros factores
para atribuir responsabilidad. En su virtud, no compartimos el
criterio interpretativo de que el Código acota la aplicación de
cargas dinámicas sólo a la prueba del factor de atribución.
Aunque esa haya sido la intención legislativa, la causalidad no
queda fuera del dinamismo probatorio; máxime en tantas
hipótesis donde es idéntica la prueba tendiente a evidenciar que
alguien fue autor de un daño y culpable y, por eso, la
acreditación de culpabilidad con frecuencia absorbe una
conclusión afirmativa sobre causalidad. (Zavala de González &
González Zavala, 2015, p. 341).

Eximentes en materia de relación de


causalidad. La interrupción del nexo
causal

Remisión
Conforme venimos analizando, el daño cuya reparación se pretende debe estar
en relación causal adecuada con el hecho de la persona o de la cosa a las cuales
se atribuye su producción. Es necesaria la existencia de ese nexo de causalidad,
pues de otro modo se estaría atribuyendo a una persona el daño causado por
otro o por la cosa de otro; la "conexión causal" apunta al enlace material entre
un hecho antecedente y un hecho consecuente, la falta de ese nexo puede
provenir de la conducta de la propia víctima, de terceros, o bien del caso
fortuito. En este entendimiento aparecen las llamadas eximentes de
responsabilidad civil, que pueden identificarse como aquellas circunstancias
que operan enervando la relación de causalidad y que pueden aminorar o
eximir la responsabilidad por daño al sindicado como responsable.

El CCC regula las tres eximentes en la relación de causalidad.


El hecho del damnificado es regulado en el art. 1729, que establece que

La responsabilidad puede ser excluida o limitada por la


incidencia del hecho del damnificado en la producción del daño,
excepto que la ley o el contrato dispongan que debe tratarse de
su culpa, de su dolo, o de cualquier otra circunstancia especial.16

También se regula, en el art 1730, el caso fortuito o fuerza mayor,


estableciendo que

Se considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no ha


podido ser previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido
ser evitado. El caso fortuito o fuerza mayor exime de
responsabilidad, excepto disposición en contrario. Este Código
emplea los términos “caso fortuito” y “fuerza mayor” como
sinónimos.17

El Código también se encarga de regular la imposiblidad de cumplimiento, que


es un casus en materia contractual (art. 1733 del CCC).

También regula, en el art. 1731, el hecho de un tercero, diciendo que “Para


eximir de responsabilidad, total o parcialmente, el hecho de un tercero por
quien no se debe responder debe reunir los caracteres del caso fortuito”18 . Las
normas descriptas serán analizadas en detalle y comparativamente con el
Código de Vélez en la unidad 8.

16 Art. 1729 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación


Argentina.
17 Art. 1730 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.
18 Art. 1731 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación

Argentina.
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