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Las tablillas sumerias nos hablan de Tiamat, una diosa serpiente, principio femenino del mar,
representación de las potencialidades del caos prístino. Monstruo hembra, maléfico en las
leyendas babilónicas, del agua salada que en unión con Apsu (agua dulce) dieron nacimiento a
otros dioses, empezando con Lahmu (Marte) y Lahamu (Venus), pero al poco tiempo de
crearlos, estos los molestaron con su ruido, el dios de la magia, Ea, logró someter a Apsu,
dejándolo en un largo sopor (por eso el agua dulce está quieta) pero no pudo hacer nada
contra Tiamat quien muy enfurecida por la muerte de su esposo creó una legión de demonios
liderados por Kingu, que era uno de sus hijos. Esta leyenda es paralela a las de Vritrá en la
mitología hindú, Cipactli de la religión Azteca y Tifón en la mitología griega.
En el Antiguo Egipto, por ejemplo, nos encontramos con Uadyet, la "Señora del Cielo",
simbolizaba el calor ardiente del Sol, y la llama del fuego. Era la diosa protectora del delta del
Nilo y del faraón. Se representaba con la cobra y como Uraeus presente en la corona del Bajo
Egipto que estaba siempre presente en la frente de las coronas, máscaras y nemes de los
gobernadores. En la Grecia clásica sería conocida como Leto, o Latona, perdiendo ya su forma
de serpiente y convirtiéndose en una antropomorfa protectora contra esta. La trasliteración de
su nombre es “papiro de color verde” o “la verde” y se asociaba con la fertilidad del suelo.
Para los egipcios la serpiente también era Apep, o Apophis, y simbolizaba el demonio mayor,
que luchaba cada noche contra Ra y su barca, en la salida de la luz del día, o recorrido por la
Duat, donde cada puerta estaba custodiada por serpientes que eran derrotadas con los
conjuros contenidos en el Libro de los Muertos.
En Australia encontramos pinturas rupestres con más de 5 mil años que nos muestran a la
serpiente arcoíris, que no era un dios ya que en la cosmogonía aborigen de estos pobladores
no hay dioses sino seres sagrados que forman parte de un grupo de historias que dan origen a
la vida. Rn palabras de Mircea Eliade: “desplegaron su acción creadora y dieron lugar a
hombres, animales, plantas y todo cuanto existe, incluidas las manifestaciones terrenales de
ellos mismos y la materialización de su virtud creadora en el culto”.
La Serpiente Irisada o Serpiente Arco Iris es esencia del agua, “causa primera de la creación y la
fecundidad”, continúa Eliade. Tras la salida del sol y el comienzo de la ensoñación, la serpiente
dio lugar a los wondjinas, seres celestiales con forma humana, sin boca y con la cabeza en
forma de casco de astronauta, muy populares en las pinturas rupestres. Estos jugaron un papel
parecido al de los seres sobrenaturales de los aranda, dando forma al paisaje y otorgándole la
vida a los seres humanos. Luego, volvieron a la serpiente Arco Iris, que sigue viva en los pozos
de agua del desierto, en los nubarrones de lluvia y en los hijos que esperan la ocasión de
encarnarse en el seno de las embarazadas. La espiritualidad moderna quiere ver también el
espíritu de la serpiente en los arcos iris, en el reflejo de la luz en el agua, en las cascadas o en
minerales como el cuarzo y la madreperla.
Para la mitología maya era Kukulkán, cuyo culto es uno de los más relevantes en Mesoamérica
y está relacionada con el viento, el agua y Venus. Kukulkán es un nombre en maya yucateco
que se puede traducir como Serpiente de Plumas. Los chontales de Tabasco lo llaman Mukú-
leh-chan, y es conocido como Gucumatz en la mitología quiché. Para algunos investigadores
este dios es el mismo Quetzalcóatl de los aztecas y proviene de la cultura tolteca, para otros
proviene de la cultura olmeca. En todo caso su origen es muy anterior a los mayas de la
Península de Yucatán y a los Itzáes, fundadores de Chichén-Itzá en el siglo VI, en donde se le
erigió una pirámide para señalar su descenso en el ciclo agronómico y político de los mayas
peninsulares. La presencia de la serpiente emplumada como símbolo deífico es omnipresente
en toda Mesoamérica. Aparece como una de las divinidades creadoras bajo el nombre de
Gucumatz en el Popol Vuh, libro considerado como la biblia de los mayas k'iche's, también
aparece como deidad de los vientos con el nombre de Ehécatl en la estela de Ceibal.
En cuanto a sus diferencias con respecto a Quetzalcóatl, parece que muchas de ellas se debían
a las diferencias climáticas entre ambas regiones. Para los Aztecas, Quetzalcóatl no sólo era el
Señor del Sol, sino el propio Dios-Sol del país. Kukulcán tiene los atributos de un Dios-Trueno y
para los mayas era un hombre venido del Oeste, en el siglo XI de nuestra era que se convirtió
en caudillo y fundador de su civilización.
Según el mito Coatlicue era madre de los cuatrocientos surianos, dioses de las estrellas del sur,
así como de la diosa Coyolxauhqui, que regía a sus hermanos. Estaba viviendo en el cerro de
Coatepec, donde hacía penitencia; tenía a su cargo barrer. Una vez, mientras barría, cayó del
cielo un hermoso plumaje, que ella recogió y colocó en su seno. Cuando terminó de barrer,
buscó la pluma que había guardado, pero no la encontró. En ese momento, quedó embarazada
del dios Huitzilopochtli. Ese embarazo misterioso ofendió a sus otros cuatrocientos hijos (los
Centzon Huitznáhuac) que, instigados por su hermana Coyolxauhqui, decidieron matar a su
deshonrada madre, pero Huitzilopochtli nació armado y acabó con sus hermanos y hermanas
estrellas. Cortó la cabeza de su hermana Coyolxauhqui, que quedo en la cima del cerro,
mientras el cuerpo desmembrado rodó hacia el pie del cerro. Ese relato quedó representado
en el Templo Mayor del recinto ceremonial de Tenochtitlan. La gran pirámide coronada con el
templo de Huitzilopochtli representaba el Coatepec (se hallaba constelada de cabezas de
serpiente en piedra), y a su pie yacía el monolito de la Coyolxauhqui desmembrada. Los
sacrificios humanos que se realizaban en la cima de la pirámide hacían referencia al antiguo
mito ya que los cuerpos de las víctimas debían rodar hacia abajo igual que el cuerpo de la diosa
Coyolxauhqui.
En la cultura Inca encontramos a Amaru (serpiente o culebra de gran tamaño en quechua y en
aimara). Así como a Katari, una deidad representada como una serpiente alada, con ojos
cristalinos, hocico rojizo, cabeza de llama, y una cola de pez. En la época incaica era tótem de
la sabiduría, motivo por el cual en los frontispicios de las Casas del Saber se colocaba la imagen
de dicho ser totémico. Es una deidad que se relaciona con la economía de las aguas que riegan
las tierras agrícolas, simbolizando la vitalidad del agua que permite la existencia del pueblo
aimara. Además se dice que todo lo que compone la vida está escrito en las escamas del
Amaru. Su fiesta, se realiza en el mes de agosto, cuando se produce la limpieza de los canales
de irrigación; siendo el jefe de familia quién oficia de celebrante.
En la tradición de los navajo, la serpiente, de género masculino, es una de las cuatro criaturas,
junto con el oso, el sapo y la tortuga que emprenden la aventura de buscar una esposa para sí
misma. Y así encuentran a una mujer llamada Glisma, que se siente encantada con la preciosa
serpiente, la cual cambia tomando un cuerpo de hombre con ropa de color arco iris. En medio
de la subsiguiente huida y captura por parte de la serpiente, Glisma aprende a hacer pinturas
con arena que pueden curar a la gente, y los cantos Hozoni que acompañan a esta forma única
de curación. El encuentro de Glisma con la serpiente y su pueblo es muy celebrado como
fuente y origen del estilo de curación de los navajo.
El la tradición del pueblo nativo-americano Hopi, durante el Primer Mundo, Tokpela (Espacio
Infinito), tenían a una figura llamada káto’ya, que era una serpiente de cabeza grande.
Se cree que el gran Túmulo de la Serpiente cerca de Louden, Ohio, haya sido construido por los
antepasados hopis. Siendo la imagen más grande de una serpiente en el mundo, con casi
cuatrocientos metros de largo, seis metros de ancho y metro y medio de alto. Se trata de
Tókchi’i, la serpiente guardián del este.
La Danza de la Serpiente de los Hopi es una ceremonia sagrada hacia los dioses y a la
Naturaleza para que les provean de lluvias. En la misma, cada danzarín lleva una serpiente
(viva) entre sus dientes y baila invocando a los dioses.
Uktena es una enorme serpiente cornuda que aparece en las leyendas de los Cheraki
(Cherokee) cuya apariencia es similar a un dragón. Era un ser terrorífico que aparece en
repetidas ocasiones a través de la tradición oral transmitida por los nativos de los bosques del
sureste y los Grandes Lagos. El antropólogo James Mooney (1862-1921) la describió así:
"Los que saben, dicen que Uktena es una gran serpiente como el tronco de un árbol, con
cuernos sobre la cabeza y una cresta brillante como con un diamante en la frente, las escalas
semejan chispas de fuego. Dispone de anillos o manchas de color a lo largo de toda su
longitud, no puede ser herida salvo en el séptimo anillo de su cabeza donde está su corazón. El
diamante es llamado Ulun'suti ("Transparente"), y obtenerlo posibilita la mayor maravilla para
la tribu. Su luz brillante enceguece a quien se acerca, haciéndolo correr hacia a ella en lugar de
escapar, además su aliento es tan pesado que ninguna criatura viviente puede sobrevivir en
caso de inhalarlo. Verla dormir también es causa de muerte, en este caso no para el cazador en
sí mismo, sino para su familia"
Según la tradición fue un chamán Shawnee (vecinos y eventualmente enemigos de los Cheraki
-Cherokee) quien la destruyó. Aganunítsí para salvar su vida prometió a los Cheraki (Cherokee)
que mataría a la serpiente y les llevaría el mágico cristal incrustado en su cráneo para que
sanase a los enfermos, llenara los ríos de peces e hiciera crecer el maíz.
El shawnee atravesó el corazón de Uktena disparando una flecha a la séptima banda de color
que rodeaba su cabeza. Llamó a todos los pájaros para que fueran a alimentarse de su carne
durante siete días. Después de encontrar el mágico cristal entre los huesos volvió a la aldea
Cherokee quienes prosperaron con dicha posesión. El chamán fue menos afortunado, una gota
de sangre de la Gran Serpiente lo había tocado, creciéndole en la cabeza una culebra con los
ojos inyectados en sangre; se convirtió en esclavo de ella y del mágico cristal, debiendo matar
para alimentarlas. Otras versiones indican a Tlanuwa, el mítico halcón como el responsable de
su muerte.
Durante mucho tiempo la gente ha estado diciendo que una serpiente de cascabel gigante
tiene su guarida algún lugar cerca de Soldier's Creek. Se supone que tiene un total de doce pies
de largo y es muy vieja. Nadie la ha visto durante años, pero algunas personas la han olido y
escucharon su gigante cascabel. Huele a algo poderoso, dicen.
Los sioux creemos que las serpientes de cascabel son nuestras primas. Siempre avisan antes de
atacar, como si quisieran decir: "Tío, no me pises y entonces nos llevaremos bien".
Hace mucho tiempo, tanto tiempo como nuestro invierno más antiguo, había cuatro
hermanos, todos jóvenes y buenos cazadores, que salieron a buscar búfalos. No habían cazado
mucho antes de que vieran a un búfalo solitario y lo mataran con sus flechas.
De repente oyeron la voz del búfalo hablando a los humanos: "Tomen la carne para
alimentarse, pero junten la piel, los cascos y la cola, poniendo cada parte en su lugar. Hagan
esto por seguridad".
El hermano menor exclamó: "Hagamos lo que la voz nos dijo". Pero los otros tres no querían
molestarse. "Esa fue una voz estúpida", dijeron, "tal vez no hubo tal voz y sólo lo imaginamos.
Nos llevaremos la piel a casa, y será una fina bata de invierno". El hermano menor discutió
largo y tendido y finalmente tomó la piel ofreciéndose a luchar contra ellos por ella - antes que
dejar de hacer lo que la voz había ordenado.
Mientras los otros tres se daban un festín con la joroba de búfalo y se acostaban para
descansar un poco, el hermano menor fue a la cima de una colina y extendió la piel, el cráneo,
los cascos y la cola, tal como la voz les había dicho. Él dijo una oración al búfalo que había dado
la carne para que su gente pudiera vivir.
Mientras rezaba, todas las partes del búfalo se juntaron ante sus ojos y volvieron a la vida,
formando un animal entero una vez más. Era un búfalo fino y fuerte, que gritó en voz alta y
luego se alejó lentamente para desaparecer en las colinas. El hermano menor miró al búfalo
mientras que sus ojos pudieran seguirlo. Solo entonces se unió a los otros alrededor del fuego.
Comió algo de lo que sus hermanos habían dejado. Pero habían tomado la mejor carne, la
lengua y la grasa de la espalda, y se burlaron de él por habérselo perdido. Dijeron: "Ahora
vamos a subir la colina para recuperar la piel, te guste o no". Pero la piel y las otras partes
habían desaparecido, y no creyeron al hermano menor cuando les contara lo que había
sucedido. "Estás tratando de engañarnos", dijeron. "Lo enterraste todo en algún lado".
Después de eso, los cuatro hermanos se echaron para dormir. En medio de la noche, el mayor
se despertó y dijo: "¿Qué es ese ruido que escucho cada vez que me muevo?" Fue un sonido
de traqueteo que salió de sus pies. Miró hacia abajo y, a la tenue luz del fuego moribundo, vio
que sus pies se habían convertido en cascabeles. Llamó a los demás: "¡Ayuda! ¡Le ha pasado
algo a mis pies!"
Pero solo el hermano menor fue a mirar; los otros lo intentaron pero no pudieron. "Algo es lo
que pasa con mis piernas también", gritó el segundo mayor, cuyos pies se habían pegado para
no separarse. "¡Y mira los míos!" gritó el tercer hermano. Sus piernas no solo estaban unidas
sino redondeadas, como la cola de una serpiente. "Creo que estamos siendo castigados", dijo
el hermano mayor, "¡por no haber obedecido esa voz!"
Mientras hablaban, la mutación subió hasta las caderas. "Ahora sé que estamos siendo
castigados", dijo el segundo hermano. "Nos están convirtiendo en serpientes". "¡Mi cuerpo ya
está cubierto de escamas!" gritó el tercer hermano. Para entonces, el cambio se había llegado
hasta sus cuellos.
"No te preocupes, Misunkala, hermano menor", dijeron los otros tres. "Aunque somos
serpientes, seguimos siendo tus hermanos. Siempre cuidaremos de nuestro pueblo y nuestra
gente. ¿Ves esa colina de allí? Tiene un gran agujero: es la entrada a la casa de las serpientes.
Entraremos allí, pero cada vez que necesites ayuda, permanece afuera y llámanos. Ven a
nosotros solo primero y con toda la gente por segunda vez. Ahora debemos dejarte". No
podían decir más, porque sus cabezas se transformaban en cabezas de serpiente y solo podían
silbar.
"Hermanos mayores", dijo el más joven, llorando. "Vuestro destino era convertiros en
serpientes. Creo que esto estaba destinado a suceder, que el Gran Espíritu lo planeó así.
Regresaré como me lo habéis indicado, primero solo, luego con el resto de la gente. Adiós. "
Vio que sus hermanos serpientes tenían problemas para reptar como serpientes, aún tenían
que aprender cómo hacerlo. Aunque eran grandes y pesados, los arrastró uno por uno hasta
el agujero en la ladera. Cuando estaban en la entrada de la casa de las serpientes, comenzaron
a tambalearse. El hermano menor los vio arrastrarse y desaparecer, uno tras otro. Los oyó
traquetear, y luego el sonido de sus cascabeles se volvió más débil y finalmente se detuvo. Se
secó las lágrimas y recogió la carne de búfalo para llevar a la gente. Después de todo, eso era
lo que había venido a hacer.
Cuando llegó a las cabañas de su pueblo, les dijo: "Me ven que vuelvo solo. Mis tres hermanos
mayores se han ido, pero no lloren por ellos. Todavía están vivos, aunque se han convertido en
serpientes, como el Gran espíritu ha querido. Ahora viven dentro de la colina que es la casa de
las serpientes, y allí los encontrarán algún día".
Cuatro veces cuatro días más tarde, el hermano menor se preparó para ir con un grupo de
guerra contra los Pahani en una incursión de robo de caballos. Se pintó la cara de negro para la
guerra. Luego tomó su mejor pony y cabalgó hacia la colina donde había dejado a sus
hermanos. De pie ante el agujero al pie de la colina, llamó: "Hermanos mayores, he venido
solo, como dijeron, y necesito su ayuda".
De inmediato, la gran cabeza de una serpiente de cascabel gigante salió del agujero. Su lengua
parpadea dentro y fuera como si saludara. El joven sabía que era su hermano mayor. Luego
aparecieron dos cabezas de serpientes más grandes, y pudo sentir que estos eran sus otros
hermanos. Se arrastraron hacia él, poniendo sus cabezas sobre sus brazos y hombros,
siseándole y mirándolo con sus ojos amarillos.
"Hermanos, necesito su ayuda", dijo. "Voy a asestar un golpe contra los Pahani".
Muchas más serpientes salieron del agujero y crearon un poderoso traqueteo que hizo temblar
la tierra. Una de las serpientes más grandes, el hermano mayor, regresó al agujero y
reapareció empujando un paquete de medicinas delante de él.
"Hermano mayor", dijo el más joven, "sé que me estás trayendo medicina de serpiente. Me
dará velocidad y me permitirá salir de las malas situaciones. Me hará ser temido por el
enemigo y atacar rápidamente como un arma mortal. Gracias, mis hermanos".
Fue como él había dicho. En la guerra atacó rápidamente, con la velocidad de una serpiente de
cascabel. Sus enemigos le tenían miedo. Asestó muchos golpes y regresó ileso con una
multitud de caballos Pahani. La gente estaba feliz y él les dijo: "Ahora debemos dar gracias a
mis hermanos mayores".
Entonces toda la gente fue con él a la colina que era la casa de las serpientes. Hizo un
llamamiento para que sus hermanos mayores se mostraran, y aparecieron con mucho siseo y
traqueteo. La gente les hizo ofrendas de tabaco y buena carne, y los hermanos serpiente
estaban contentos. A partir de ese momento, protegieron a la gente con poderosas medicinas
de serpiente cada vez que tenían que ir a la guerra.
Y a partir de ese momento, su gente tuvo éxito en todo lo que emprendió. Si los hermanos
serpientes de cascabel no han muerto, todavía nos seguirán ayudando hoy. Es por eso que
nunca matamos serpientes de cascabel.
Leyenda contada por Lame Ciervo de Invierno, en la Reserva India de Rosebud de Dakota del
Sur en 1969 y recordada por Richard Erdoes.
DAMBALLA
INVOCACIÓN DAMBALLA
Adi dui Dembela ¡Dame el poder te lo suplico! (Ade Due Damballa ¡Dame el poder te lo
suplico!)
Lavú megsi du bua xailot (Leveau mercier du bois chaloitte)
Sacuse entien mua pua de mogte (Secoise entienne mais pois de norte)
Mogtism le de vocue vecorg de mo voxet (Morteisma lieu de vocuier de mieu vochette)
Andelé pog de buaset Dembela (X3)(Endelieu pour du boisette Damballa)
Damballa es una deidad primitiva que se remonta a los orígenes del vudú en África. Según la
creencia popular se suele mover lentamente y con gracia, pero siempre con dignidad, pero
puede reaccionar con inusitada rapidez si es necesario. Es difícil comunicarse con Damballah, y
ofrece su sabiduría a través de metáforas y acertijos. Aquellos montados por él actúan como
serpientes, arrastrándose por el suelo, siseando y subiéndose a los árboles. Damballah
raramente habla en una lengua humana. El día sagrado de Damballa es el jueves.
Probablemente la palabra "Zombi" derive de la palabra "nzambi", y que significa dios, en
referencia a Damballa.
Algunas de sus canciones rituales indican que él "transporta los antepasados", en su vuelta al
Ginen (casa espiritual del Loa). Como un loa de la nación Rada está asociado con el color
blanco. Las ofrendas que se le entregan son sencillas, por ejemplo un huevo en un monte de
harina, licor de anís y xarope de milho. Él no habla cuando se presenta en su posesión, pero se
contonea, silba y sisea. En la mayoría de las casas, él es sincretizado con una de las imágenes
católicas de Moisés o St. Patrick. Siendo esto curioso ya que es a St. Patrick a quien se le
adjudica el dudoso honor de expulsar a las serpientes de Irlanda, aunque es bien sabido que en
Irlanda no hay serpientes desde la última gran glaciación y que esas serpientes no son sino una
metáfora de las religiones paganas precristianas.
Damballah es reconocido como la figura del padre sabio que guía a todos. Un dios de la
creación y de los ritos misteriosos que nunca explicó incluso a sus seguidores, es un portavoz
de los muertos y una figura que inspira respeto incluso de los más exaltados de los guerreros,
él ejerce poderes desconocidos de sanación y bendición; y almacena los recuerdos de todo en
el panteón de su mente insondable.