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El Libro de los Salmos es una recopilación de composiciones poéticas y musicales, compuestas

para ser utilizadas en la liturgia de la religión de Israel. Estas composiciones abarcan todos los
temas que hacen a la relación del hombre con Dios y se pueden encontrar referencias a todas
las enseñanzas de la Toráh, a los relatos de los Profetas y a los acontecimientos históricos que
aparecen a lo largo de todo el Pentateuco.

Estas composiciones no nacen de una estructura inédita sino que reconocen influencias
Babilónicas –en algunos estilos y formas musicales; Egipcias –por el formato de algunos
Salmos; y Cananeas –por el uso de expresiones particulares.

Siendo composiciones elaboradas para el uso litúrgico o del culto, en clima de oración, los
Salmos poseen una reflexión implícita sobre el encuentro con Dios. Celebran la relación entre
Dios y el hombre entendida como ‘Hesed’.

Este término aparece más de 100 veces en los Salmos y que se interpreta como ‘amistad’,
‘fidelidad’, ‘confianza’, ‘intimidad’. Todos estos significados hablan del tipo de relación que
Dios establece con el hombre y que el hombre quiere mantener con su Dios. Tener presente
esta relación –y comprenderla con esta diversidad de significados- es la actitud fundamental
que la Alianza entre Dios y el hombre espera que se mantenga constante. Acordarse de Dios y
su Alianza es sinónimo de ‘creer’ en el Dios de la Alianza: el recuerdo de Yahvé es la profesión
de fe que actualiza la acción de salvación, por eso es frecuente la invitación a recordar las
maravillas del pasado, recordar el nombre de Dios.

El hombre, no como individuo sino como una comunidad con quien Yahvé ha hecho Alianza
(“Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios), es el otro protagonista de los Salmos. Es quien
asume el compromiso de respetar la Ley, como el camino a seguir, como el camino recto, la
conducta justa, que mantiene vivo el vínculo con Dios. Apartarse de la Ley, ser infiel a la
Alianza, equivale a perder la vida para el hombre: el pecado equivale a la esclavitud y vivir
como esclavos es como no vivir.

Otra presencia que también se expresa en los Salmos, y que aparece como el principal
obstáculo o amenaza para la relación entre el hombre y Dios, es el Mal. La descripción del mal
aparece asociada a imágenes bélicas y a desastres naturales. Se asocia a las consecuencias de
ruptura de la relación significados en dos imágenes: el silencio de Dios (ausencia) y el pecado
del hombre (trasgresión de la Ley).

A lo largo de todo el Libro de los Salmos, las referencias de Espacio y Tiempo son especiales.

El Espacio: es siempre una referencia al lugar de encuentro con Dios. En este sentido, para la
tradición de Israel, el sitio privilegiado donde entrar en contacto con Dios es la Ciudad Santa de
Jerusalén –particularmente el Templo.

En torno a este espacio, un segundo círculo de encuentro con Dios es el Pueblo Elegido: Israel
mismo, en comunidad, es donde se percibe la Presencia de Aquél que ha hecho elección y
alianza con Israel.

Un tercer espacio en donde encontrarse con Dios es el de la Creación, ya que el mundo y su


esplendor es signo de la realeza trascendente de Dios.

El Tiempo. La valoración de los tiempos en los que Israel se relaciona con Dios y con la historia
reconoce un Pasado (de lo que ya fue) y un Futuro (aquello que vendrá) intemporales, no
puntuales ni cronológicos. Por su parte, la valoración del Presente es una tensión constante en
relación a la fidelidad a Dios –en lucha con las tentaciones o inclinaciones del Mal.

Pasado: se vive con nostalgia de un tiempo perdido. Es el recuerdo del Paraíso del que fuimos
despojados por desobediencia y al que se quisiera regresar como una Edad Dorada de
bendición y plenitud.

Futuro: se anhela con esperanza por lo que vendrá. Es la expectativa permanente de alcanzar
la Promesa en el Día de Yaveh, el triunfo de Dios y su Reino.

Presente: es siempre un tiempo de lucha, de crisis, de tensión. Es la aspiración a mantenerse


fieles a Dios en medio de las dificultades de la vida y de los obstáculos del Mal.

Clasificación Temática de Salmos

Salmos de Alabanza: (también llamados ‘Himnos’). Refleja la actitud interior fundamental de la


alabanza. Es la profesión de fe en la salvación que derrama Yahvé en la historia y en la
creación. Es contemplación espontánea de Dios al que se le da gracias por el hecho de existir.

Salmos de Súplica: son composiciones que reflejan la confianza depositada en Yahvé frente a la
necesidad, toda necesidad. Se busca y llama a Dios para describirle la situación de angustia en
la que se encuentra el hombre. Frecuentemente se hace referencia al Mal como amenaza
grave a la vida (tanto la enfermedad, la violencia como el pecado)

Salmos de Confianza/Agradecimiento: refiere la confianza puesta en Dios para cimentar en Él


la vida. Se alaba también a Dios por un don específico y se abre al reconocimiento de la
bondad divina. Puede hacer referencia al pasado doloroso y a un presente liberado de este
mal, exhortando al oyente para que se sumen al agradecimiento con un ánimo festivo.

Salmos Litúrgicos: si bien todos los Salmos se componen para ser parte del culto divino, estos
se refieren específicamente a las condiciones necesarias para participar de las ceremonias y
celebraciones.

Salmos Sapienciales: reflejan algunas enseñanzas prácticas para distintos campos de la vida, no
sólo en la relación con Dios sino sobre todo referidos al prójimo y a lo cotidiano. Los temas que
abarca son variados y van desde consejos para la educación de los hijos, para gobernar o regir,
para conservar la salud o evitar el pecado.

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