Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Historia de
América Andina
Volumen 2
FORMACIÓN Y APOGEO
DEL SISTEMA COLONIAL
qS > = < 5 j)
Historia de
Am érica Andina
UNIVERSIDAD ANDINA SIMÓN BOLIVAR
Historia de
América Andina
Volumen 2
FORMACIÓN Y APOGEO
DEL SISTEMA COLONIAL
(SIGLOS XVI-XVII)
Manuel Burga
E D IT O R
UNIYfRSiOU} ANDINA
SIMON lOlIVAK
Ecuidor
□
HKTORIA DE AMÉRICA ANDINA
Coordinador General
Enrique Avala Mora
Comité Editorial
Gennán Carrera Damas (Venezuela), Jorge Orlando Meló (Colombia),
Juan Maiguashca (Ecuador-Canadá), Luis Lumbreras (Perú), Rene Arze (Bolivia),
Carmen Korambuena (Chile), Malcolm Deas (Gran Bretaña),
Yves Saint-Geours (Francia), David Bushnell (Estados Unidos),
Nicolás Sánchez Albornoz, Juan Marchena Fernández (España).
Diseño y diagramación
Isabel Naranjo, Marcela Naranjo, Belén Naranjo Vega
Cubierta
Isabel Naranjo Vega
Supervisión editorial
Jainie Peña Novoa y Estuardo Vallejo Aguirre
Coordinación de edición
Rosemarie Terán Najas
LIBRESA
Murgeón 364, entre Jorge Juan y Ulloa
RO. Box: 17-01-356. E-mail: Iibresa@interactive.net.ee
Teléfonos: (593-2)230925, 525581. Fax: (593-2)502992
CJuito-Ecuador
Sota editorial: Inicialmente, la edición de este volumen estuvo a cargo del Prof.
Manuel Burga, quien recibió de los autores los diversos capítulos, los revisó v redac
tó la Introducción. Posteriormente el Prof. Burga suspendió sus labores como editor,
que fueron asumidas por la Prof. Rosemarie Terán, de la Universidad Andina Simón
Bolívar. Ella se encargó de las tareas editoriales posteriores: selección de gráficos,
ilustraciones y recuadros, así como de una revisión final de los textos.
CO N TEN ID O
Pag.
IN T R O D U C C IÓ N AL VOLUMEiN 9
M jnud Burga
I. LAS S O C IE D A D E S IN D ÍG E N A S Y LO S
C O N Q U IS T A D O R E S . APUS Y SUPAYS 17
Cjrmen Gómez Péfez y Kun Marcheru femindez
1. VIEIAS Y NUEVAS PALA8R.AS 20
2. HIERRO Y SANGRE POR ORO Y PLATA; LA CONQUISTA DEL PERÚ 20
3. DE LA COSTA A LAS SABANAS. EL CAMINO DEL NORTE 27
4. UN VERGEL TRAS EL DESIERTO. LA GUERRA DEL FIN DEL M UN DO 38
5. SEÑORES DE LATIERRA Y SEÑORES DE LA CUERR.^ 41
6. CODA: LOS HI)OS DE LA GUERRA. LA HERENCIA KACIA EL FUTURO 57
i.
» 1
■ ■ > * - - '"i _' ‘^
. <5 = ,. .- j -
ú->^. : h . ' ‘ ^- ’" ■■--•5",
^ <: ■-■' , ,1. ;: 'f-> ■J'_
. . r
.- . t ?*. i ■■j: í% r^ Jc r.^ É ff,
1_-^- . -
' ■ t : ■'
-> i-
• ■' ■? ? i ' ■
C"i . '■
r -
'-i
■• 'T -
A --.
t'^--
<S=r,
’ -•>
l*2
V
V - ' ■
En este volum en se estudia cóm o los nuevos elem entos im
puestos por la conquista española, a partir del siglo XVI, com en zaron a
organizar y a integrar las sociedades y los territorios andinos dentro de
esquemas u organigram as políticos, culturales, religiosos, económ icos
y administrativos com unes. Esquem as y orgarügramasjLaído^s, jín_su
casi totalidad, de Europa -m e d ie v ^ y r ^ c e n H s t a - e im plantados a
través de la rudeza del conquistador o a través de la eficiencia y frial
dad de los primeros burócratas estatales. Sin embargo, estas m ism as
instituciones hispánicas, el virreynato, la audiencia, el corregim iento, la
hacienda, la mina, el obraje, la ciudad, la fiesta urbaiia y la santidad re
ligiosa, « revisten de_ m atices particulares de acuerdo a las realidades
de cada una de las regiones andinas, n
Aunque debem os admitir que por encima de estos m atices re
gionales es posible encontrar la presencia de una cronología general
uniformizadora de las diferentes regiones, que va de la conquista, en el
XVI, a la instalación definitiva del sistema colonial en el XVII, pasando
por la derrota de las sociedades indígenas y por el colapso acelerado de
multitud de vidas y esp>eranzas. Esas sociedades indígenas que tuvie
ron su propio tiempo histórico, su propia cotidianeidad, sus retos ori
ginales y también respuestas singulares, ingresan violentam ente a de
pender, como socios o subordinados, de las vanguardias militares o bu
rocráticas de la m onarquía española que se empeñaba en conquistar el
mundo en nombre d e Dios, por m andato del Papa y p ara la grandeza
de la corona real.
La conquista española de los territorios andinos se realizó de
acuerdo a las diversas realidades regionales: Pedro de H eredia, Gonza
lo Jiménez de Q uesada y Sebastián de Benalcázar, por ejemplo, actua
ron de acuerdo a esquem as similares y utilizaron a la hueste conquista
dora y la estrategia d e entradas, trasladando las experiencias del Cari
be y de Panamá a tierras sudamericanas. Había que com batir sodeda-
des indígenas dispersas, heterógeneas y escasamente centralizadas., En
cambio, más al sur, en los territorios del Tahuantinsuyo, la conquista se
desarrolló de otra m anera, muy rápidamente, con una violencia simi
lar, pero con éxitos estables y definitivos, g ^ b je tiv o era tom ar e l^ u s-
co, domesticar a la vieja nobleza inca y ponerla al servicio de los con
quistadores. La resistencia en los Andes centrales fue im portante entre
1536 y 1572, pero con la ejecución de Tupac Am aru 1, en este último
año, los territorios y sociedades del viejo Tahuantinsuyo fueron pues-
12 • H IS T O R IA DE A M E R IC A ANODINA
ter de las econom ías andinas, en consecuencia, parece más bien contra
decir su dependencia y articulación de las econom ías europeas y nos
invita -co n trariam en te- a pensar que los nuevos territorios y socieda
des aj^m oj^reencontraban sus_viejas autonom ías y sus caminos pro-
pios.
¿Qué es lo que este proceso podía significar en el largo plazo
que conduce a la emergencia de las m odernas naciones andinas? No
podem os decir nada definitivo al respecto, pero sí adelantar que así co
m o se inventa una nueva economía, las viejas élites indígenas, los des
cendientes de los incas, empobrecidos y trashumantes, aquellos que ha
bían sido socios de los conquistadores, viviendo de sus recuerdos y hu
yendo de las realidades -d en tro de este contexto de crisis, de reordena
mientos y de ilegalidades-, inician la crítica al sistema y comienzan a
reivindicar lo propio como una probabl^ alternativa para la construc
ción de una historia y futuros singulares. Una alternativa que podía pa
recer, entonces, com o un horizonte utópico, com o una autonomía inal
canzable, pero que progresivamente -e n los siglos siguientes-, por la
fuerza de las m ayorías y la astucia de sus dirigentes, irá construyendo
su propia verosimilitud y posibilidad de realización. /
PR IM ER A PARTE
Indígenas conquistados y
conquistadores derrotados
I. Las sociedades indígenas
y los conquistadores.
Apus y Supays
CA R iW EN G Ó M E Z PÉREZ
JUAN M A R C H E N A F E R N Á N D E Z
CO N TEN ID O
Les arrebataron todos sus bienes, les arrinconaron, ios llevaron más
arriba, pero, ahí donde quedaban, estos indios fueron capaces de seguir
c a ta n d o , de seguir creando, y por eso pudieron resistir como lo han he-
( ^ , porque la capacidad creadora del mundo andino es extraordinaria.’
Los autores agradecen la inspiración recibida del escritor cusqueño Luis Nieio Degre-
gori (Señores destos reinos, Lirta, 1994) para la realización de e«e trabajo.
Rodrigo, Montoya, 'Antropología y política', en losé hAaria Arguedjs veinte años des
pués: huelbs y horizonte, I969-/9Í9, Lima, 1991, p.24 U ,c ita de josé María Argue
das es de una de sus clases en San Marcos en 1963, recogida por Montoya en el mis-
rño'trabajo.
2 0 • H I S T O R I A DE A M E R I C A ANiD ISlA
María Rostwofowski de Diez Canseco, Historia del Tánintinsuyu, Lima, 1988, p.98.
Información de Hernando de Soto, en I.Hemming, La conquista de los incas, p.21. El
término 'C usco ' fue empleado por los españoles para referirse a Huayna, "Cusco el Vie
jo’ , y a Huáscar, 'Cusco el KA-en'. Seguramente, como comenta Hcmming, los grupos
locales hicieron una similar utilización durante la guerra civil de Huástar y Atahualpa.
De ahí, su utilización por los españoles.
2 2 • H I S T O R I A DE A M E R I C A ANDINIA
Vicente Póllt Montes de Oca, "Conquista del Perú, Quito y descubrimiento del río Ama
zonas", en Nueva Historia del Ecuador, vol. 3, Quito, 1990, p.72.
Mucho se ha escrito sobre los acuerdos suscritos en Panamá entre Pizarro, Almagro y
Luque. Sin entrar en este tema, por otra parte nada relevante, sí merece la pena desta
car la participación económica en la empresa del Perú de los Espinosa, empresarios im
portantes en la conquista de Cuba, Panamá y ^^xico. Al parecer, su sola preseñciá’ en
reñáítiá fue suficiente para que Pizarro obtuviera todos los créditos necesarios. Efraín
Trelles, "Perfil de la conquista, Cajamarca revisitada", en 500 años después... ¿el fin de
la historial Lima, 1992, pp.37-38.
L A S S O C I E D A D E S IMDÍGEN:AS LOS C O N Q C IIST A D O R ES • 2 5
’ Raúl Porras Barrenechea, Ceduiario del Perú, 1.1, 1948, pp.l 7-24.
2 4 • H I S T O R I A D E A M E R I C A ANiDINA
Eíraín Trelles, op. c/t., p.27. En el artículo se critica con buena pluma y, sobre todo, con
gran conocimiento del tema, las abundantes versiones de la conquista del Perú, inclu
so algunos escritos recientes de autores peruanos, donde Pizarro y su gente aparecen
como los indiscutibles y merecidos triunfadores.
L A S SO C IED A D E S l\ D ÍG E V \ S Y LO S C O V Q L II S T A D O R E S • 25
’ Ibidem., pp.23-24.
La leyenda de la divinidad de los invasores surgió después, cuando algunos cronistas
observaron la similitud entre los mitos incas de los orígenes y sus propias historias bí
blicas. Pedro Cieza de León se sorprendía ante el hecho de que los nativos llamaran a
los espafioles "Viracocha". Al parecer, los primeros en identificar a los blancos con el
Dios de la creación fueron los seguidores de Huáscar "para quienes los conquistadores
aparecían como bajados del cielo para librarlos de los quiteños". J Hemming, op. cil.,
p.112.
2 6 • H I S T O R I A D E A M E R I C A A M D IN A
Com o él no vio a ninguna persona, dio una voz y dijo, ¿Dónde es
tán éstos? Entonces salió del aposento del dicho gobernador Pizarro el pa
dre Fray Vicente de Valverde, de la orden de los Predicadores, y con él
Martín, lengua. Y fue con una cruz en la mano y con su biblia en la otra y
entró por la gente hasta donde Atahualpa estaba."
... Daría de oro una sala que tiene veintidós piés de largo y diecisiete
de ancho llena hasta una raya blanca que está a la mitad del aíto de la sa
la, y dijo que hasta allí llenaría la sala de diversas piezas de oro, cántaros,
y de plata daría todo aquel bohío dos veces lleno, y que esto cumpliría den
tro de dos m eses.“
Francisco de jérez, Verdadera relación de la conquista del Perú y provincia del Cuzco,
Sevilla, 1934, p.332.
Otros testigos aumentan el número de muertos a siete u ocho mil, conx) Mena, Ruiz de
Arce o Diego de Trujillo, entre otros.
Francisco de )érez, op. c it, p.335.
LA S S O C I E D A D E S l \ D f C E \ A 5 Y L O S C O N Q U I S T A D O R E S • 2 7
Las notidas de pueblos ricos en oro nos facen estar a todos fuera desentido.
■' Texto citado por numerosos cronistas como Estete y Francisco de leréz, entre otros, v
por el propio Hernando Pizarro. Ver J.Hemming, op. d t „ pp. 68-69.
2 8 • H I S T O R I A DE A M E R I C A A K D I M A
” Pedro Cieza de León, U Crónica del Perú, 3ra. ed., Madrid, 1962, p.64.
L A S S O C IE D A D E S IN D ÍG EN A S LOS C O N Q U IS T A D O R E S • 35
Q uesada, quien poco después fue nom brado como Teniente de Gober
nador p ara realizar una entrada por el río Grande de la M agdalena.
Q uesada, mal equipado y con mínimos recursos, llevaba unas Instruc
ciones bien precisas;
... Cam inar en paz por entre los poblados indígenas que se encontra
sen, pero pedirles oro por la gran necesidad que había, así para la paga de
los na\nos com o para la comida de los cristianos *
)uan Friede, ios chibdus bi/o k dominación española, Santafé de Bogotá, 1974, p .l 92.
5 8 • H IS T O R I A DE A M E R IC A A N D IN A
cientos hombres, en 1537, una tercera jom ada, pero tanto se introdujo
en el territorio que llegó hasta la sabana de Bogotá a través de la ruta
de los llanos. Ya eran tres en discordia.
U na vez fundada Santa Fe de Bogotá y constituido su prim er
cabildo, los tres conquistadores decidieron marchar a España para diri
mir ante Carlos V la posición legal de cada uno de ellos en la nueva
provincia. M onum ental fue el pleito entablado por la propiedad del go
bierno del N uevo Reino, pues hasta el gobernador de C artagena, Pedro
de Heredia, se creyó con m éritos para intervenir, alegando un eventual
derecho de descubrimiento. Un episodio más de las frecuentes dispu
tas entre los viejos conquistadores y entre éstos y la C orona por el po
der en cada territorio ocupado. El fallo real no benefició a ninguno de
los tres, pues el favorecido fue Alonso Luis de Lugo, flamante goberna
dor de Santa M arta, "un nuevo", aunque hijo de conquistador. No solo
se esgrim ió la prim aría de la provinría costeña en la "entrada" al N ue
vo Reino; la decisión real parece integrarse en el proceso de sustitución
de los viejos conquistadores por una nueva generación de recién llega
dos, con intereses diferentes y poco dispuestos a reconocer los méritos
de aquellos barbudos andariegos que les precedieron.
O tros hombres serían, pues, los actores de la com pleta y defi
nitiva ocupación del N uevo Reino; Lebrón, Lugo, Díaz de Arm endáriz,
Vadillo, U rsua, Heredia, Robledo, Tafur, Pueyes, C ésped es... Entre to
dos llevaron la frontera colonial m ás allá de la zona de los altiplanos,
reduciendo paulatinam ente a los grupos tradicionalmente hostiles a la
I dom inación muisca: m uzos, panches, coyaimas, pijaos...^Su efectiva
sumisión fue mucho más lenta que la de los chibchas, y solo pudo rea
lizarse tras una continua guerra fronteriza que se prolongó hasta las
l prim eras décadas del siglo X V II./
Mario Oellana Rodríguez, ñ-e6/s<0f/a etno/ogía de Oii/e, Santiago de Qiile, 1994,p .l14.
4 0 • H I S T O R I A DE A M E R IC A A N D IN A
ayuntándose más todos los indios del valle de M apocho, y otros que
llaman los picones, que son los que ahora se dicen pormocaes, que eran to
dos diez y seis m il indios."
5. SEÑORES DE U T I E R R A Y SEÑORES DE
LA GUERRA
Eran todos muy nobles en sangre y famosos en arm as, pues ganaron
aquel riquísimo imperio.
Inca Gardlaso
Este principio era tan fuerte que los apodos de "el m o zo " o "el
viejo", se establedan no por la edad, sino por la fecha en la que se h a
bían hallado en la conquista de la tierra.^ De acuerdo con Lockhart, es
ta tendencia social dictada por el prestigio de los que habían sido p ri
meros conquistadores marcó el universo de la sociedad colonial hasta
por lo menos la época ^ Cañete en el P en i,” y un p oco antes en M éxi
co, cuando la presencia de una nobleza cortesana, netam ente de sangre,
y la dislocación en todos los órdenes que produjeron las gu erras civiles
y los alzamientos de caudillos -precisam ente en el seno de este g ru p o -,
transformaron las pautas hasta entonces seguidas. A los pocos años, en
la medida que el tiempo y las circunstancias difum inaban los recu er
dos, y dada la importancia que este factor tenía sobre la preem inencia
social, hu^2g alg u n o s de los "segundos conquistadores" que em pezaron
a decirse "jg ^ e los primeros", con el fin de obtener m a v o res b m e fid o s
en los repartos y mejorar su posidón se d al; 3 e aquí devino un d e rto ¡
desdén de éstos para con aquellos, y el que se realizasen con la m a y o r !
escrupulosidad listas completas de los unos y los otros; o el que, en m u - '
chos testimonios de autos o pleitos dviles, aparezcan frases com o "no
era conquistador", demérito evidente ante uno que sí lo era.^
La práctica de este prindpio marcó verdaderam ente(la estru c-
tura so d a ljco l(^ a l de esta primera época. Lockhart señala que aun en
el Perú de 1559, durante las exequias por la m uerte de C arlos V, se es-
tabledó que portaran la insignia real seis de los "m ás selectos caballe
ros"; no se tuvo en cuenta en esta selecdón criterios de sangre y noble
za, sino, una vez m ás, la a n tig ü ^ a d en la conquista d e la tierra; entre
estos seis hubo noblesliuténticos, hidalgos y plebeyos.^' El m ism o cri-
...pues es menester ganar más tien as para repartir a los que lleguen,
por cuanto a la fama de la riqueza, habían acudido muchos españoles, y
que con lo ganado aún no había para los primeros conquistadores; y para
que así no estuviesen, incitados de la envidia de ver tan grandes reparti
mientos como los que se daban a los primeros conquistadores.®
Ibidem., p.30.
James Lockfwrt, op. c it , p.64.
)uan Marchena F., 'Los hijos de la guerra, modefo para armar” , en Actás del Congreso
del descubrimiento, vol. III, Madrid, 1992, p.324. '
Ibidem., p.202.
4 6 • H IS T O R IA D E A M E R IC A A V D IN A
Ibidem., p.206,
C. Gómez P., y F. Marchena F., 'Los señores de la guerra en la conquista', en Anuario
de Estudios Americanos, XLII, Sevilla, 1985, p .l6 6 . Estudio de un colectivo de 3.500
conquistadores en México, Perú, Chile y Colombia. Véase también el trabajo de: lames
Lockhart, The Men of Cajamarca, Texas, 1972,
Inca Garcilaso de la Vega, op. c/t., p.235.
L A S S O C I E D A D E S IN i D ÍG E V A S Y L O S C O S ' Q U I S T A D O R E S • 4 7
« lbidem .,p.797.
“ líxdem.. p.800.
« ;bídem„ p.529.
“ Ibidem., vol. I, p.87.
4 8 • H I S T O R I A DE A M E R I C A A N D I M A
afilarán sus aceros con nuevo brío y denuedo para im itar las pisadas
de sus m ayores... no degenerando de su nobilísima prosapia y alcurnia,
antes llevando adelante el buen nombre de su linaje, que parece traer su
origen del cielo.®
Ibidem , p.82h
“ Ibidem., pp.7 y 9.
" P. Gómez, y F. Marchena, op. c il , p.70.
“ Thomas Cage, Viajes en I3 Nueva España, La Habana, 1980, p.64.
L A S S O C I E D A D E S INDÍGEM AS Y LOS C O N Q U I S T A D O R E S • 4 9
Pero Chile era una frontera, y como tal los hombres que tuvie
ron que vivir en ella desarrollarían nuevos o viejos m odos de vida, en
cualquier caso diferentes a los experimentados en las regiones más nu
cleares. H ubo una vida de frontera, pero ni fue única, ni fácilmente ca-
talogable.
N otables especialistas de la historia de Chile suponen que ha
cia 1580 los últimos protagonistas de la entrada de Valdivia práctica
m ente habían desaparecido. Es posible, por una simple cuestión bioló
gica; pero no sus hijos, ni sus nietos, ni los que virúeron después con los
otros gobernadores a continuar la conquista. En Chile, los viejos y los
nuevos o menos viejos se unirian no por solidaridad, que no la había,
sino ante el empuje de una guerra que amenazaba con destruir sus se
guram ente únicas posiciones. Pedro Cortés de Monroy, soldado de in
fantería enviado a Chile a finales de la década de los cincuenta, se ca
saría con Doña Elena de Tovar, hija de Pedro de Cisternas, uno de los
com pañeros de Valdivia; Alonso de Alvarado, en Chile con la expedi
ción del gobernador Garría de Mendoza, desposado con la viuda de
uno de los hombres de Valdivia, fue regidor, encom endero, con dife
rentes cargos públicos, y con varios hijos legítimos, naturales y m esti
zos; o G aspar de la Barrera, soldado también de la exp edidón de Don
G arría, corregidor de Angol y familiar del Santo Ofirío, con varias hi
jas, todas casadas con encomenderos y soldados del A rauco. El com
portam iento de todos ellos, de sus hijos y parientes, no tenía que envi
diar al del m ás antiguo conquistador; encomiendas, casa poblada, m a
trimonios entre los grupos de élite y, desde luego, activos soldados en
la guerra al sur del Bío-Bío.
Pero la frontera posibilitaría también otros modos de vida ajenos
al implantado por los viejos conquistadores o por los encomenderos-es-
tanríeros. Militares profesionales, indios amigos, indios de guerra, malo
queros, vagabundos, trajinantes, mercaderes, mujeres -algim as de muy
dudosa reputaríón pero de una experimentada vida-, negodantes de
m ercanrías, tratantes de indios, buhoneros... Todo un sinfín de persona
jes, probablemente bien ajenos, los más de ellos, a la guerra ofidal, de la
que trataban, sin duda, de obtener los mejores benefidos.
LAS SO CIED A D ES INlOfCESiAS Y LOS C O M Q U ISTA D O R ES • 57
Ibidem., p.43.
^ LAS SO CIEDA DES l\ D ÍG E \ A S V LOS CO N Q U ISTA D O R ES • 59
'Relación de los servicios en Indias de Don Juan Ruiz de Arce, conquistador del Perú",
en Boletín de /a Academia de h Historia. Nro.102, Madrid, 1933.
60 • H IST O R IA DE AM ERICA ANDINA
Nombrar por sus nombres, parentela y p atria... Serán prem iados con
honor y loor, premio digno de sola la virtud ... los clarísimos conquistado
res del Nuevo Orbe, que son gozo de la Corona de Espafia, madre de la no
bleza y señora del poder y haberes del mundo, la cual, juntam ente, será
engrandecida y ensalzada, como ama de tales, tantos y tan grandes hijos.
” Este texto y los que siguen del mismo autor, extraídos de la Presentación a la segunda
parte de los Comentarios Reales, pp.12 y ss.
“ Juan Marchena F., op. cit., p.391.
•' Citado po r). Duran, op. c it , vol. II, p.78.
LAS S O C IE D A D ES INDÍGENAS Y LOS CO N Q U ISTA D O R ES • 61
“ Inca Carcüaso de la Vega, op. cit., p. 536. Véase también la extensa oración laudatoria
a su padre que ei Inca incluyó en su obra, Ibidem., pp. 819 y ss.
“ Ibidem., p.857.
62 • H IST O R IA DE AM ERICA AMOISíA
le, exclam ó: "No tiene este hombre talle de haber hecho lo que de él m e
han dicho", haciéndole muchas m ercedes y quedando libre de caium -
n i a s C o m e n t a también cómo sus relaciones con todo el grupo con
quistador, con todos y cada uno de ellos, y de sus hijos entre sí, no p o
día ser m ás estrecha, e insistía en que su maldad no era tal. Al m ás te
rrible enem igo y más odiado traidor y tirano, Gonzalo Pizano, com o
era visto en España, no duda en presentarlo como el m ás hum ano de
los líderes del Perú;
Y concluye:
Mi madre y señora, ilustre y excelente por las aguas del santo bautis
mo y por la sangre real de tantos Incas y Reyes peruanos... y haberme caí
do en suerte ser de la familia y sangre de los Incas que reinaron en aque
llos reinos antes del felicísimo Imperio d e Vuestra Sacra M ajestad; que mi
madre, la Palla Doña Isabel, fue hija del Inca Huallpa Tópac, uno de los hi
jos de Tópac Inca Yupanqui y de la Palla M am a O lio, su legítima mujer, pa
dres de Huayna Cápac Inca, último Rey que fue del Perú. Digo esto, sobe
rano monarca y señor nuestro, no por vanagloria mía, sino para mayor ma
jestad vuestra, porque se vea que tenemos en más ser ahora vuestros vasa
llos que lo que entonces fuimos, dominando a otros, porque aquella liber
tad y señorío era sin la luz de la doctrina evangélica, y ésta virtud y vasa
llaje es con ella.
En las cuales visitas siempre sus más ordinarias pláticas eran tratar del
origen de sus reyes, de la majestad dellos, de la grandeza de su imperio, de
sus conquistas y hazañas, del gobierno que en paz y en guerra te n ía a de
las leyes que tan en provecho y favor de sus vasallos ordenaban... De las
grandezas y frosperidades pasadas venían a las cosas presentes: lloraban
sus Ttyes muertos, enhenado su imperio y acabada su repú blica... Y con la
memoria del bien perdido siempre acababan su conversación en lágrim as
y llanto, diciendo: trocósenos el reinar en vasallaje. En estas pláticas yo, co
mo muchacho, entraba y salía m udias veces donde ellos estaban, y m e hol
gaba de las oir, como huelgan los tales de oír fábulas.^
■
- Ibidem.. Primera parte, cap.XV.
66 • H ISTO R IA DE A M ERICA AMDIMA
Porque han informado a S.M. que [los hijos de la tierra] son incapaces,
y que en ellos no hay virtud ni cristiandad ni bondad... S a a a Majestad, de
todo hay, y también hay hombres que tienen tantas partes y valor por su
persona, dem ás que las que por parte de sus padres tienen.'*
” Ibidem., p.847.
■' Ibidem., p.385.
Ibidem., p.30b.
”• Guillermo Céspedes del Castillo, op. c/f., p .l96 .
” Sobre este tema ha realizado importanles investigaciones el Dr. Paulino Castañeda,
quien nos ha brindado la posibilidad de acceder a materiales de su trabajo.
p
LA S SO CIED A D ES IM DÍCESAS Y LOS CO N Q U IST A D O R ES • 67
Los que nacen entre el rumor de trompetas y atambores; los que ca
si desde las mantillas visten malla, y los que, ofrédendo sus vidas por el
aumento de la fe, procuran defender su patria y sujetarla a su Rey, ha-
dendo muralla de sus cuerpos en amparo de lo que menos habitan, que
son sus casas; y finalmente, son los que, llevando el peso de aquella gue
rra, muestran el valor que ignora nuestra España."
tierra tan fértil, de ricos minerales y metales preciosos que era razón
que en ella se criase vena de sangre generosa y m inas de entendimientos
despiertos pera todas artes y facultades, para las cuales no falta habilidad
los indios naturales y sobra capacidad a los mestizos, hijos de indias y es
pañoles o de españolas e indios, y a ios criollos, oriundos de acá, nacidos
y connaturalizados allá, a los cuales todos, como herm anos y amigos, pa
rientes y señores míos, ruego y suplico se animen y adelanten en el ejerci
cio de virtud, estudio y m ilicia... Y de camino es bien que entienda el mun
do viejo y político que el nuevo (a su parecer bárbaro) no lo es ni ha sido
sino por falta de cultura. Y de las armas peruanas, más dignas de loar que
las griegas y troyanas, haré breve relación... cifrando las hazañas y proe
zas de algunos de sus Héctores y Aquiles. Y baste por testimonio de sus
hierzas y esftjerzo lo que han dado en qué entender a los invencibles cas
tellanos, vencedores de ambos mundos, amén de sus agudos y sutiles in
genios, hábiles para todo género de letras.”
La idea no es solo suya, sino que también formó parte del ideal de sus padres en su afán
de separar y diferenciar las tierras por ellos conquistadas del resto de los reinos penin
sulares. Una forma de marcar "su" territorio.
Inca Garcilaso de la Vega, o p .d t., Prólogo, p.9.
Ibidem., p .l2 .
Ibidem., pp.9-10.
LAS SO CIED A D ES 1 \D ÍG E \A S Y LOS C O SiQ U ISTA D O R ES * 69
Ibidem., p .I7 .
II. Guerras civiles,
desestructuración indígena
y transición al sistema colonia
(1537-1569)
T E O D O R O H M A P E A \A R T ÍN E Z
_r
ii-- -
s«i.. .7:^ ^ - V . y > - í,'»V^fí¿::i^,■ ^ :¡;
p ; 'V . >>5,
-"■- ^ ^ '-T-- ..• ' j' f
--
\’
J. %
,1. M
- ^ ^=í/ i.
ir t; ; H ; ¥ , ; ^ p í - _ ^ V , : ; - ; ,
fcí‘ =
C O N TEN ID O
' John Hetnming, 7T)econques?tfie incas, NewNtnk, Harcourt BracefcivencAich, 1970, c a p .ll.
74 • H IST O R IA DE AM ERICA AMDINA
otros delitos. El juicio resultó prontam ente liquidado por orden de H er
nando, haciendo que Almagro fuera estrangulado en su propia celda, y
después m an d ó exponer su cadáver en la plaza mayor, donde se le cor
tó la cabeza.
Los de Chile, como se dieron en llamar los seguidores del jefe
ejecutado, decidieron tomarse venganza por sus propias manos, rece
lando de la justicia con que pudiera actuar el licenciado Cristóbal Vaca
de Castro, a quien la Corona había despachado para averiguar el ori
gen de las revueltas sucedidas en el Perú y castigar a los culpables. El
26 de junio de 1541 una docena de exaltados alm agristas penetraron en
la residencia del gobernador Pizarro en Lima, con la intención de m a
tarlo. El viejo militar apenas tuvo tiem po para cefürse las arm as y pre
parar su defensa, acom pañado de algunos cortesanos y criados. En m e
dio del forcejeo de espadas, una estocada lo hizo caer al piso y facilitó
la cruel ultim ación del m arqués-gobernador.’
A continuación Diego de Alm agro, el M ozo, hijo mestizo del
difunto m ariscal, fue proclam ado gobernador del Perú; nombramiento
que representaba un desacato a las disposiciones de la monarquía, pues
en la C orte se había señalado que el juez visitador tendría la facultad
de reunir en su persona ambas gobernaciones, de Nueva Castilla y
N ueva Toledo, en caso de la m uerte de Pizarro. Debido a la formación
de un ejército realista en las provincias del norte (ya que Vaca de C as
tro se hallaba en Quito), el joven dirigente optó por evacuar la ciudad
de Lima, junto con sus tropas y tom ar la ruta de Huamanga.
Fue en las lomas de Chupas (cerca de la actual Ayacucho) don
de el 16 de setiembre de 1542 ocurrió el enfrentamiento de ambos con
juntos m ilitares; se califica a esta batalla com o la más sangrienta de
cuantas hubo en las guerras civiles de los conquistadores. Aunque el
m aestre de cam po realista Perálvarez Holguín cayó m uerto en la lid, el
ataque de sus soldados fue sagazm ente dirigido por el sargento m ayor
Francisco de Carbajal, un veterano de las guerras de Italia. En cambio,
el mestizo Alm agro se vio perjudicado por la traición del jefe de su ar
tillería, Pedro de Candia, que precipitó la derrota de los rebeldes. El go
bernante usurpador hie procesado sum ariam ente y degollado ensegui
da en la vieja capital del Tahuantinsuyu.
Limiie de «idi«ncia
Limite de CJpiunia
VVreinuio de
Nueva España
m Posesionen portufuesaj
Carlos Sempat Assadourian, Transiciones hácia el Sistema colonial andino, Lima / México
D.F., Instituto de Estudios Peruanos / Colegio de México, 1994.
c.f. Teodoro Hampe Martínez, “ La división gubernativa, hacendística y judicial en el
Virreinato del Perú ( siglos XVI-XVIl)", en Revista de Indias, NP 182-183, Madrid, pp.59-85.
G U ER RA S C I\'ILE5 , DESESTRUCTU RACIÓM 1 \ D ÍG E S A _ • 77
íj-.
netes, teniendo co m o capitán general a Pedro de Hinojosa. Escasa opo
sición podrían intentar los secuaces del tirano G onzalo P izarro ante el
poderío avasallador de tales rivales, quienes ad em ás se beneficiaban
con el inmenso prestigio de la bandera del rey. M ás que batalla, en ton
ces, el encuentro definitivo del valle de Jaquijahuana (9 d e abril d e
1548) resultó una sim ple desbandada de las tropas pizarrístas, y a que
en el cam po de lucha quedó escasamente una veintena de m u erto s. Los
principales dirigentes del bando sedicioso, entre ellos Gonzalo, fueron so
metidos allí mismo a juicio sumario y condenados a la pena de muerte.
Tras la victoria militar; la expectativa de los colonos se cen tró
en la distribución d e premios que debía efectuar el pacificador, espe
cialmente en cuanto a repartimientos de indios. L a Gasea se retiró al lu-
garejo serrano de G uaynarim a para fijar la distribución de m ercedes,
delicada tarea en la cual fue asesorado por el dom inico fray Jerónim o
de Loaysa, prim er arzobispo de Lima.’ En agosto d e 1548 q ued ó por
fin acordado el conjim to d e recompensas: com o asp ecto prim ordial,
unas 215 encom iendas cedidas a los principales benem éritos, con una
renta global de m ás de un millón de pesos anuales, y com o asp ecto sub
sidiario, una bolsa d e "pensiones" por valor de 135.000 pesos, im pues
tas sobre las rentas d e los encomenderos, con el propósito de beneficiar
a individuos de m éritos considerados medianos.
Los térm inos del reparto de Guaynarim a d em u estran que el
clérigo pacificador, im buido de una mentalidad netam ente señorial,
pensaba establecer en el Perú una aristocracia de encom enderos, en tor
no a la cual debería form arse una clientela de colonizadores d e segun
do rango. C alcúlase que unos dos lerdos de los soldados realistas que
daron excluidos de premio. Tan pronto com o se publicó la lista d e be
neficiarios, los sujetos ignorados en el reparto em pezaron a p rom over
motines, reclam ando contra la injusticia de haberse d ado prioridad a
quienes -4iabiendo abrazadlo primero la causa de P iz a rro - se pasaron al
bando "lealista" en el transcurso de la rebelión. Uno d e los pretendien
tes más exaltados, A lonso de Medina, cuestionaba en una m isiva: "¿Es
posible que ande al revés el mundo y la berra? ¿Es posible que la jus
ticia ande tan baja que n o se dé a nadie, sino a los que tienen dineros y
favor?"*
Peter BakeweII, Miners ot the red mountain. Indian labor in Potosí (15-45-1650I, Allxi-
querque NJkl. Universiry oí ihe New México Press, 1984, pp.36-40.
82 • H IS T O R IA DE AM ERICA ANDINA
C.f. )osé Busto Duthurburu, Historia General del Perú. Descubrimeinto y conquista,
Lima, Librería Studium, 1978, pp.321 y ss.
G U ER RA S C IV ILE S, D ESESTR U CTLIR A CIÓ V IN;DÍGEN;A„. • 85
miento de rebeldía contra los invasores blancos, hasta tal punto que re-
scU ió orgaiúzar un gran levantam iento, destinado a la eventual resu
rrección del Tahuantinsuyu. Al enterarse de estos planes, Juan Pizarro
(que estaba encargado del gobierno de la com arca cuzqueña) lo hizo re
cluir en una habitación oscura, con una cadena al cuello, alegando el in
cum plim iento de sus prom esas de alianza. También el Villac U m u o su
prem o sacerdote, jefe de la organización eclesiástica dedicada al culto
del Sol, estaba firmemente persuadido de la necesidad de arrojar a los
conquistadores, acción que -p e n sa b a - debería llevarse a cabo lo m ás
pronto posible.^
Entonces, viendo la ambición de los españoles por recaudar
oro. M anco Inca tram ó la forma apropiada para huir de su cautiverio.
Pidió a los herm anos Juan y H ernando Pizarro que lo dejaran m archar
al pueblo de Calca con el fin de traer unas estatuas doradas de los an
tiguos soberanos quechuas, y obtuvo d e los hidalgos extremeños el res
pectivo f>ermiso, sin que éstos se imaginaran que ello daría origen al
m agno proceso de resistencia autóctona. Lo derto es que el valle de Yu-
cay sirvió com o reducto del ejército incaico, desde el cual se lanzó en
m ayo de 1536 una gran ofensiva sobre la ciudad del Cuzco: eran unos
cien mil hombres de guerra, encabezados px)r el venerable Villac U m u,
que pretendían apoderarse de la población. Surgió de inmediato una
furiosa lucha, sobre la cual refieren leyendas quinientistas que más de
una vez se pudo observar a la Virgen M aría y al apóstol Santiago favo
reciendo en el forcejeo a los ibéricos.
Los súbditos de M anco Inca se mantuvieron en actitud ofensi
va a lo largo de casi todo el año 1536; pero los hermanos Pizarro logra
ron coi\servar sus posiciones alrededor de la plaza m ayor y su dom inio
sobre la fortaleza de Sacsahuam án. Ya resuelto el conflicto con ventaja
para los europeos, salieron éstos a realizar expediciones de castigo con
tra los núcleos de resistencia incaica, aunque no pudieron tomar en sus
manos al caudiHo rebelde."
Al m ism o tiempo que esos eventos ocurrían en el corazón de la
sierra, un astuto com andante de las tropas quechuas llamado Quizu
Yupanqui decidió m archar con sus guerreros a imponer un cerco en la
propia capital de Nueva Castilla, o sea Lima. En agosto de 1536 unos
C.f. )uan José Vega, Los Incas frente a España. Las guerras de la resistencia (1531 -1544),
lim a, Peisa, 1992.
” Thomas Flickema, “The siege of C uzco ', en Revista de Historia de América, NP 92,
México D.F., 1981, pp.17-47.
84 • H IST O R IA DE AM ERICA ANDINA
•>v ■
^• acontecim iento, que culminó con el bautizo, tanto del príncipe co m o de
¡a.
su esposa, la coya Cusi Huarcay.
Tras la súbita desaparición de Sayri Túpac (asesinad o tal vez
por un indio cañari), fue su hermano Titu Cusi Yupanqui quien asum ió
la conducción del moximiento quechua, declarándose en segu id a
"■i
opuesto al dominio de los ibéricos. Organizó varias exp ediciones h os
tiles en la zona serrana ciram dante a Vilcabamba, al m ism o tiem p o que
m anifestaba intenciones de convertirse a la fe católica, d espachan d o
con este pretexto mensajeros al gobernador Lope G ard a de C astro. De
tal m odo se originó la capitulación de Acobamba, del 24 d e agosto de
1566, que suscribieron el príncipe vernáculo y delegados del gobierno
lim eño y por la cual se establecía la paz y se perdonaban los delitos co
m etidos por los indios rebeldes, bajo la condición de perm itir el asen
tam iento de un corregidor y de frailes doctrineros (de la orden de San
A gustín) en el territorio que administraba Titu Cusi.
En aparente combinación con el foco de resistencia incaica de
Vilcabamba se desarrolló, en los años 1560, el movimiento festivo-reli-
gioso del Taki Onqoy. Este fenómeno se originó entre las com u n id ades
de Seras, Lucanas y Chocorbos y tom ó un cierto carácter m esiánico,
propugnando una resxmección de las huacas o divinidades nativas,
con la idea de que sus poderes sobrenaturales podrían errad icar a los
blancos invasores de la tierra. No presidía al movimiento la intención
de establecer nuevamente el Tahuantinsuyu, sino de crear un m undo
orientado por dos lugares s a a o s; Pachacam ac y el lago Titicaca.**
Pero aquella capitulación firmada por Titu Cusi Yupanqui fue
causa de m alestar entre diversos jefes de la etnia quechua, que prefe
rían m antener una posición "dura" de resistencia, y esto vino a precipi
tar el alevoso asesinato de dicho caudillo. Al príncipe Túpac A m aru,
otro de los vástagos de Manco Inca, le tocó por lo tanto em p u ñ ar el ce
tro im perial desde comienzos de 1571. Su actitud ofensiva se con trap u
so a las gestiones de un negociador diplomático enviado en represen
tación del virrey Toledo, dando así origen a una nueva declaración de
guerra contra las fuerzas incaicas, en la Semana Santa de 1572, y a la
form ación de un ejército com andado por el general Martin H u rtad o de
Arbieto.
Steve Stem, 'El Taki Ougo y La sociedad andina: Huamanga. siglo XVI', en Allpinchis, 19,
G js c o , 1 9 8 2 . También; Luis Millones, (comp.). El entorno de (as hu3C3S, estudios y docu-
mentos sobre e l Taki Or>goy ¡siglo XVI), Lima, Instituto de Estudios Peoianos, 1990.
86 • H I5 T 0 R IA DE AM ERICA ANIDIKA
Manuel Burga, Nacimiento de una utopía. Muerte y resurrección de ios incas, Lima,
instituto de Apoyo Agrario, 1988, pp.117-120.
Silvio Zavala, El mundo americano en la época colonial, México, D.F., editorial Porrúa, cap.2.
GUERRAS C IV IL E S , DESESTRUCTURACIÓN ; IN D ÍG E N A - • 87
4 . LA D ES E m iU C rU R A C IÓ N DE LAS SOCIEDADES
ANDINAS
Nicolás Sánchez Albornoz, Lá población de A m éría Laliru, desde los tiempos pre
colombinos al año 2000, Madrid, Alianza Editorial, 1973, pp,76-77.
H IST O R IA DE A M ERICA AMDIMA
Teodoro Hampe Martínez, 'Continuidad en el mundo andino: los indígenas del Perú
frente a la legislación colonial (siglo XVI)", en América Andina, N’ 4, México D.F., 1985,
pp.357-389,
Nathan Wachtel, La visión des vaincus. Les Indiens du Peróu devant la conquéte espagnole
H530-I5/0), Paris, Callimard, 1971.
I
G U ER R A S CIVILES, DESESTRUCTLIRACIÓNJ K D ÍG Eí< A ... • 89
Noble David Cook, Demographic colhpíe. Iridian Perú, 1520-1620, Cambridge, Cam
bridge L'niversity Press, 1981.
“ C.f. Carlos Díaz Rementeria, El cacique en el virreinato del Perú. Estudio histológico-
¡uridico, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1977, pp. 31-35.
9 0 * H IST O R IA DE AM ERICA ANDINA
Pierre Duviols, La lutte contre les religions autochtones dans le Pérou colonial.
‘ L‘ extirpation de /' idoláthe’ entre 1532 eí 1660, F^risdima, Instituí Francois d'
Etudes Andines, 1971.
G U ER RA S C IV ILE S, D ESESTR U C TU R A C IO S' INIDÍGENIA- • 91
ron los curacas, por su cercanía al grupo dom inante, quienes adoptaron
con más facilidad - y gracias a licencia oficial- los rasgos de la civiliza
ción ibérica; en cuanto a estos aspectos, no sorprende que la acultura-
d ón prendiese con m ayor fuerza en lo material que en lo espiritual,
cam po éste siem pre reacio al cambio \iolento; y, hablando p o r regiones,
la acogida se dio preferentemente en las com arcas norteñas del país. No
fue, pues, bien lograda la difusión de la cultura occidental, ya que los
naturales se aferraron a la conservación de su am biente com o una for
m a de resistencia pasiva y de esperanza en la instauración (o reinstau
ración) de un m undo más justo.
Silvio Zavala, El servicio personal de los indios en el Peni. Extractos del siglo XV7, México
D.F., El Colegio de México, 1978, p.20.
92 • H IS T O R IA DE AM ERICA AN DINA
G UERRA S C IV IL E S , DESESTRLICTURACIÓM IN O fC E S lA - • 95
Ismael Sánchez Bella, 'E l gobierno del Perú, 1556-1564', en Anuario de Estudios
Américjnof. N® 17, Sevilla, pp.407-524. También; Alvaro jara, Tnbajo y w/ar/o indige-
na, sigto XVI, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, pp. 95 y ss.
losé Busto Duthurburu, El conde de Nieva. Virrey d el Perú, (lera parte), Lima, Instituto
Riva-Agüero. 1 % }.
94 • H ISTO R IA DE AM ERICA ANDINA
Cuillermo Lohmann Villena, Juan de Maúenzo, autor del ‘ Cobiemo del Perú'’. Su per
sonalidad y su obra, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano- Americanos,! 966, pp.13-14.
GUERRAS C IV ILE S, D ESESTR U CTU RA ClÓ Si l\ D ÍG E \ A „ . • 95
dio entre ambas causasen juego, aconsejaban hacer una tripartición del
conjunto de enconúendas peruleras: un tercio se otorgaría perp etu a
m ente a los beneméritos, aunque sin goce de jurisdicción; otro tercio se
concedería por una soU vida, a fin de recom pensar los servicios de va
sallos leales a la monarquía; y el últim o tercio quedaría en p od er d e la
Corona. Sin embargo, los dirigentes metropolitanos nunca se anim aron
a brindar el disfrute ilimitado de aquellas rentas tributarias, p ues te
m ían la formación de una aristoCTada indiana bien consolidada, cap az
de socavar su d om inio*
No están bien dilucidadas las drcunstandas d e la m uerte del
virrey Nieva, sujeto afidonado a las conquistas mujeriles, que falledó
el 19 de febrero de 1564. Ya previamente se había despachado sin em
b argo la provisión que nombraba com o presidente de la A u d ien d a li
m eña al licendado Lope Garría de Castro, jurisconsulto d e la escuela
salm antiiu y ministro del Consejo de Indias. Su designadón m erece in
terpretarse com o un ensayo en busca de perfecdonar el sistem a adm i
nistrativo del territorio peruano, ya que Garría de Castro se em b arca
ba sin título de virrey, pero investido de amplias facultades gubernati
vas; concretamente, llevaba la tarea de poner orden m ediante la instau-
ra d ó n de nuevos organismos políticos y el castigo de todos los delin
cuentes. El nuevo presidente hizo su ingreso a Lima, callado y noctur
no, en octubre de 1564.
El carácter provisional y ensayístico d e dicho régim en guarda
vinculadón con el establednniento de nuevas audiendas en Charcas,
Q uito y Chile, a través de las cuales se pretendía descentralizar el mi
nisterio judiríal y descargar de trabajo a los m agistrados residentes en
la metrópoli del R ím ac Ideada ya una década atrás p o r el p ad fícad or
La C asca, en vista de la riqueza económ ica y dem ográfica de las pro-
v in d as del Alto Perú, la instaladón de la Audienda de Charcas tu vo lu
gar en setiembre de 1561, siendo designado com o su prim er regente el
licendado Ramírez d e Quüiones. Aunque al com ienzo hubo d u d as en
to m o a los límites que debía poseer esta flamante jurisdicción, se resol
vió finalmente que el Cuzco seguiría pertenedendo al distrito lim eño y
que la meseta del Collao se integraría a la zona charqueña. La erecd ón
de tribunales semejantes en Quito y en Concepdón (Chile) fue decreta-
Marvin Coldwert, ' La lucha por la perpetuidad de las encomiendas en el Perú virreinal
(1550-1600)', en Revisa Hislórics, Lima, 1955-1958, N» 32, pp. 336-360, NP23, pp.
207-245.
96 • H ISTO R IA DE A M ER IC A ANDIN^A
c.f. Josep Barnadas, Charcas, 1535-1565. Orígenes históricos de una sociedad colonial,
La Paz, Centro de Investigación y Promoción del Campesinado, 1973, pp.518-525. Tam
bién: Javier Barrientes, "La Real Audiencia de Concepción (1565-1575)", en Revista de
Estudios Histórico-luridicos, N'' 15, Valparaíso, 1992, pp. 131-178.
“ Guillermo Lohman Villena, El corregidor de indios en el Perú bajo los Austries, Madrid,
Ediciones Cultura Hispánica, 1957, pp.55-58.
GUERRAS C IV IL E S , D E S E S T R U C T U R A C IÓ \ INDÍCES'A... • 97
Petef BakeweII, 'La maduración del gobierno del Perú en la década de 1560", en His-
lo rij M e x ia n í, México D.F., 1989, p.67.
III. Las reformas de la época
Toledana (1569-1581):
economía, sociedad, política,
cultura y mentalidades
D IA N A B O N N E T T V É L E Z
CO N TEN ID O
Peter Bakewell, “La maduración del gobierno del Perú en la década de 1560“, en His
toria mexicana. 39, num.l 53 (julio-septiembre,!989), pp.41-70.
LAS REFORM AS DE LA EPOCA T O L E D A \ A _ • 103
Carlos Sempat Assadourian, “La crisis demográlca del siglo XVI", en Población y mano de
obra en América Latina, compilados por Nicolás Sánchez Albornoz, Madrid, Editorial
Alianza-América, 1985, p.84.
LAS REFORMAS DE L \ EPOCA T O L E D A \ A _ . • 105
DOMffiAHaSOMTI)
LÍ20 SEMV R ÍO EHCASTÍLLA
Las inform aciones tom adas
en tiempo de Toledo, a partir
de los interrogatorios a los qui-
pucam ayocs en distintas regio
nes del territorio -C u zco , Jau
ja, Yucay, V ilcas-, fueron la ba
se para afirm ar la moralidad
de la conquista española y rea
firmar el Patronato: "Los incas
ganaron su reino por fuerza de
arm as o por presiones de des
bordamiento", por lo tanto no
eran señores verdaderos del
Perú.’ Habían usurpado muy
recientemente el poder a los
verdaderos señores, asentán
dose a partir de la guerra y la
violencia. Por ello se justifica
Lámina 11, El virrey Toledo.
ba la presencia civilizadora de
España, restándole validez a la doctrina de Vitoria, cuando afirmaba
que los incas eran los dueños verdaderos del Perú.
Roberto Levilller, Los Incas, Sevilla, Escuela de Estudios Americanos, 1956, p.52.
F la s REFOR^ÍAS d e la épo ca T 0 L E D A \ A ._ • 107
'NAemorial que Don Francisco de Toledo dio al Rev Nuestro Señor del estado en que
dejó las cosas del Perú después de haber sido virrey y capitán general por trece años,
que comenzaron en 1569", en Lawis Hanke, Los virreyes españoles... vol. 280, p.128.
Raúl Poras Barrenechea, Fuentes históricas peruanas, Lima, UnKersidad Mayor de San
Marcos, 1% 3, p.152.
lUíS • H ISTO R IA DE A M ERICA ASIDINA
í
El \irrey Toledo mantuvo con los miembros de la Audienda de Li
h; ma reladones tirantes. Los celos de poder y las pugnas de intereses indta-
ijj ron a los oidores a realizar acdones enojosas para con el primer mandata-
i jí I rio, como la revocadón de sus disposidones y el indiscreto manejo de sus
, ? asuntos. La oposidón a las actuadones de Toledo se manifestó a través de
'' escritos acusatorios dirigidos al Consejo de Indias. Como era de esperar, las
quejas llegaron hasta la propia autoridad monárquica.
Toledo recordaba al rey que expresamente le había encareddo
que "no permitiera que fueran desautorizados actos suyos por cai'gos de
terceros u oidores, sin antes pedirle él sus descargos".^ El problema en el
fondo radicaba en la actitud de desconfianza que partía de la cúspide del
poder hada abajo. Cada fundonario de la Corona mantenía una actitud
de recelo —cuando no de compliddad— con su dependiente inmediato y
el mismo Toledo se encontraba atrapado en esta mentalidad.
Por otra parte, el Consejo de Indias mantenía el criterio de impe
dir el fortalecimiento del poder del virrey en detrimento de la Audienda.
Toledo, desde los tiempos de su nombramiento, no contaba con la apro-
badón del Consejo y pxir ello estuvo imposibilitado para sacudir defini
tivamente el poder de los oidores, porque sabía que de oponerse radical
mente a sus acdones, estarían contados sus días en el Reino del Perú.
Como medida para equilibrar su poder y disminuir el de los
oidores, propuso suprimir algunas de las A udiendas, particularmente
Roberto Levillier, Don Francisco de Toledo supremo orgar)izador del Perú, 1515-1582.
Años de ar\danzas y de guerras, Madrid, Espasa Calpe, 1935, p.113.
Ibid., p.80.
I-
■i
LAS REFORM AS DE LA EPOCA T O L E D A N A .. • 111
Raúl Vargas Ugarte, Historia del Perú (1551-15901, Lima, Instituto hislórico dei Perú y
Academia ccxrespondiente de la Real Española de la Lengua, 1942, p.139.
Pira comprender mejor la diíícil tarea de los curacas durante los tiempos coloniales
véase Franklin F^ase, Curacas, reciprocidad y riqueza, Lima, Pontificia Universidad
Católica del Perú, 1992.
i >12-HISTORIA DE AMERICA ANDINA
los curas doctrineros y de los párrocos. Esta disputa entre los d o s pode
res generó, de parte de los eclesiásticos, u iu resistencia a las disposicio
nes del \irrey que fue aprovechada por particulares, com erciantes y en
comenderos, para establecer alianzas con los religiosos y sacar p rove
cho de la situación.
Tratando de evitar una confrontación abierta con los represen
tantes de la Iglesia, Toledo som etió a su consideración el plan de refor
m as de su gobierno para neutralizar las posibles fuerzas ad versas y co
mo forma de com prom eterles a colaborar en las acciones em prendidas.
Sin embargo, las quejas y desacuerdos llegaron directamente al Conse
jo de Indias y a Felipe II. José de Acosta, por ejemplo, se refería al rey
en una carta de 1577, quejándose sobre las tasas tributarias im pu estas
y por la exigencias de su entrega en metálico.” En otra carta los pro\in-
ciales de las distintas congregaciones religiosas se quejaban ante la Co
rona por tener que rendir cuentas al presidaite de la audiencia y al vi
rrey sobre los nom bram ientos y elecciones de los oficios religiosos.^
Eran formas de protesta p or el endurecimiento de la poUtica del p atro
nato en que se había em peñado el virrey.
Sin embargo, la reorganización de la sociedad indígena en las
reducciones implicaba la participación de las comunidades religiosas
en el plan de instrucción en la fe, como en la promoción social de los in
dígenas, que se am pliaba m ás allá de la enseñanzas de los principios
evangélicos a cam pos com o la instrucción en las actividades agrícolas
y la introducción del indígena en la vida en "poliría". Toledo sabía que
gran parte del éxito de su acción dependía de la labor del clero y obró
con cautela.
Pese al objetivo de hispanización iinlígena presente en la obra
toledana, el virrey m antuvo la política de exigir a los religiosos el cono
cimiento de la lengua general indígena. Ese fue el motivo por el cual,
en el nuevo plan universitario, incluyó la cátedra de lengua general. La
ordenación de los clérigos y la provisión de curatos y beneficios ecle
siásticos, en buena parte dependía de su conocimiento de la lengua
quechua. Por ese m otivo, los bachilleres y licenciados no podían adqui-
“ Carta del padre José de Acosta a Felipe II, 7 de marzo de 1577, en Roberto Levillier,
Orginizaciór) de l i iglesiá y órdenes religiosas en el virreinato del Perú en el siglo XVI,
1 parte, Madrid, Sucesoreí de Rivadeneira. 1919, p.116.
íi Carta de los prelados haciendo algunas observaciones sobre algunos puntos de la Real
Cédula tocante al patronato real, notificada a ellos por Francisco de Toledo, en ibtd.,
pp.119-124.
116 • H IS T O R IA DE A M ERICA ANIDIMA
;i
¡i fundar y form ar nuevos lugares y poblaciones conviniere".® Ya en tiem-
i'i pos de G ard a de Castro se habían hecho las diligencias necesarias para
establecer las reducciones de indios, pero fueron vanos los intentos debi
do a la fuerte oposición que maiüfestó la población "aferrados duramen-
: te a sus huacas y pacarinas".^' Igualmente, el segundo concilio limeño ce-
- lebrado entre 1567 y 1568 patrocinó la creación de las reducciones,
fj Debido a los fracasos anteriores, a Toledo le correspondió im-
!■ pulsar el program a de reducciones. Desde su desem barco en Panam á,
I ésta fue una de sus preocupaciones. Con su implantación buscaba un
m ayor rendimiento en la actividad indígena como principal fuerza de
la vida económ ica, un mejor control sobre la población tributaria y el
intento de la aplicación de un aparato de gobierno a nivel de las com u
nidades indígenas, del cual sería su cabeza el corregidor. Del triunfo
que lograra cosechar con las reducciones dependía, en gran medida, la
introducción definitiva de la com unidad indígena dentro de la jurisdic
ción de las autoridades españolas.
Reacom odados en sus nuevas poblaciones, instalados los co
rregidores en una amplia extensión del virreinato -ab arcan d o las au
diencias de C harcas y Q u ito - y censada la población, pensaba el virrey
que poseería el m ás amplio control político, económico y espiritual so
bre el grupo dom inado. Por otra parte, el reacom odo d e la población
permitió "la expansión de la agricultura y ganadería españolas sobre
nuevas tierras, todo ello detrás de la fachada de una hueca retórica ofi
cial destinada al consum o público".^
Cada reducción poseía norm alm ente de 400 a 500 tributarios y
sus tierras de com unidad abarcaban una extensión de una legua a la re
donda.” Con estas transform aciones, el control político e ideológico
que se logró sobre la población redundaría en el propósito fundam en
tal del Estado colonial; el aprovecham iento impresionante de la m ano
de obra indígena, a partir de la explotación m ediante el sistem a de tra
bajo com pulsivo en las minas potosinas y la "racionalización de la tasa
colectiva de extracción de excedentes comunales por la vía del tributo
Luis Miguel Clax-e, 'La crisis genefal del siglo XVir, en Las crisis económicas en I3 his
toria del Perú, compilados pof Heraclio Bonilla, Lima, 2a.ed. Centro Latinoamericano
de historia económica y social. Fundación Friedrich Ebert, p.97.
Carlos Sempat Assadourian, ‘ La despoblación indígena en el Perú y Nueva España
durante el siglo XVI y la formación de la economía colonial de América Latina Colo
nial’ , en Leauras de historia mexicana, 8, Colegio de México, 1992, p.70.
122 • H IST O R IA DE AM ERICA ANDINA
Peter BakeweII, Mineros de la montaña roja, Madrid, Alianza América, 1989, p.75.
LAS REFORVtAS DE LA EPOCA T O L E D A \A ._ • 123
Para responder a esta pregunta hay que tener en cuenta una vez
m á s las intenciones raitísticas de la Corona. Efectivamente, era más renta
ble la extracción de la plata y el mercurio, que la producción de coca. A d e
más, este producto cumplía una función tradicional dentro de la comuni
dad que no era muy significante dentro del nue\'o orden establecido. Sin
embargo, no se puede dejar de lado que la disposición de Toledo combatía,
a la vez, las fuertes exigencias de los productores y comerdalizadores de la
h<^ de coca en relación con el tr a b ^ indígena.
Toledo visitó personalmente la zona minera de Potosí en di
ciem bre de 1572. Mediante el reclutamiento de indígenas de encom ien
das que recorrió hasta su llegada, puso en funcionamiento la em presa
m inera con cerca de 9.500 hombres, distribuidos entre los socavones,
las refinerías, las obras de construcción de n uevas galerías subterráneas
y los ofídos adicionales como el acarreo y el purificado del metal. Pos
teriorm ente, a su regreso de La Plata hacia Lim a, comprobó los resulta
dos económ icos de la organización y continuó perfeccionándola hasta
Ibid., p.79.
López de Caravantes, S o ticU General del Perú, T.l, Discurso II, Biblioteca de Autores
Españoles, vol.292, Madrid, Atlas, 1985, p.106.
Assadourian, La crisis demogrática...p.8'i.
P;.
LAS REFORKÍAS DE LA ÉPOCA T O L E D A \A ... • 125
Magnus Morner, La corona española y los foráneos en los pueblos de mdios de Améri
ca, Estocolmo, Instituto de estudios iberoamericanos, 1970, p.63.
Richard Konetzke, Colección de documentos para la formación social de His
panoamérica 1493-1810, T. 1, Madrid, Cofisejo Superior de Investigaciones Científicas,
1953, pp.436-437,
“Instrucción al virrey Francisco de Toledo", en Lewis Hanke, Los virreyes españoles... p. 79.
Dice así Solórzano: "...y padecen el defecto que en ellos es ordinario de ser iiegítinnos,
espurios o adulterinos, porque así me lo dan a entender las palabras de la cédula reíeri-
da: que ningún mulato, ni mestizo, ni hombre que no fuese legítimo, pudiese tener
indios", Solórzano, Política Indiana, T il, Libro 3, cap.6, N o.16, Madrid, Real Academia
Española, 1972, p.57.
LAS REFORM AS DE LA EPOCA T O L E D A \ A _ • 129
Inca Garcilaso de ia Vega, Comenlarios reales de los Incas, T il, Libro IX, Capítulo XXXI,
Buenos Aires, Emecé editores, 1943, p.278.
“Memorial que don Francisco de Toledo dio al Rey Nuestro Señor del estado en que
dejó las cosas del Perú después de haber sido virrey y capitán general por trece años,
que comenzaron en 1569*, en Lewis Hanke, Los virreyes españoles... p.129.
130 • H IST O R IA DE A M ERICA AN DINA
azotado la región, las condiciones de acceso fueron fáciles para los en
viados del virrey, quienes encontraron varío el lugar. Finalmente pren
dieron a Tupac Amarú I, descendiente de Titu Cusi y a otros prindpales.
Tupac Am aru I fue ajusticiado en la plaza del C uzco ante la
presenría de toda la población. Su ejecudón después de un juicio sum a
rio causó g ran conm oción entre los indígenas y su significado era la de
rrota de todas las esperanzas de reconstrucdón de las sod edad es andi
nas autóctonas. Con este acto quedaba sellado una vez más el poderío
del pueblo conquistador y la acd ó n hispanizadora de Toledo. Las posi
bilidades en los Andes para retom ar a sus antiguas tradidones estaban
cad a vez m ás distantes de efectuarse, socavadas por la acd ó n violenta
del grupo invasor. Para Fierre Duviols la captura del inca significó un
golpe definitivo "al doble poder político e idolátrico de la dinastía in
caica, de la que Tupac A m aru era instrumento y símbolo viviente".* Po
líticamente, tuvo consecuendas tanto dentro de los mismos españoles,
com o entre los indígenas. Entre los primeros causó severas crídcas con
siderándola com o una equivocadón política de Toledo. Los jesuitas,
que haría m uy poco habían llegado al reino del Perú, la juzgaron com o
u na acd ó n violenta, un crimen que iba en contra de los derechos del in
dio proclam ados por Fray Bartolom é de las Casas. Es posible que los
posteriores malestares sucedidos entre el virrey y los jesuitas tuvieran
sus orígenes en la desaprobadón de este acto. Entre los naturales la
m uerte del Inca causó una gran pesadumbre. Era una nueva derrota y
otra puerta que se cerraba en la esperanza de un despertar mesiánico
sin la presenría de los dom inadores. Al mismo tiempo, redundó en la
idealizadón y sublimaríón de su dirigente que quedaria inm ortalizado
m ediante el m ito de Inkarri."
En la mentalidad de las autoridades españolas, la destru cd ón
del señorío inca de Vilcabamba significaba tanto un triunfo f)olítico co
m o un triunfo de la religión católica contra la gentilidad. La oposidón
de los naturales al dominio español era un obstáculo para la difusión
del evangelio y en las condidones en que se encontraba la p obladón in
dígena, era una am enaza constante de la que podía brotar una nueva
insurrecdón.
h SE G U N D A PAKTE
■ r '-^ i :.
. -.tV.'C _'
f
.í- a-H l_'^'
-4- -
r-i '
- ^ -í. V. : . « = ^ '7 ; y i:^ ¿
:- ■> , -rvffcJc í V : ‘ v.
■ - .-i- < - ■ - - - ^ !, 1 ' > , .
- —•* 'Cjífí i- ^ "
* ‘v -^d - i -A
-- -I
’j f l , " T - - ^ - = ’ ■- ’j J ’ ^ -
■'*4.' f£ , -.-í’ k- ; jr ,; “ ’ í
. ■ "?■ - ' W S í ^ t e
■ n l W ? M f e - í f :’ # í - ’ * '
i-'^'
v-T>!
.;?!■ -
íi»j-
-f'
- i ’JS
.'í -
•V #. "i ■
ia .
^ 4 -í
*'y
.1.
C O N T EN ID O
IV. O R IG E N , F O R M A C IÓ N Y D E SA R R O L L O DE LAS
E C O N O M ÍA S M IN ERA S (1570-1630): N U E V O S ESPACIOS
E C O N Ó M IC O S Y C IR C U IT O S M E R C A N T IL E S
1. LA ECONOM ÍA DEL O RO (NORTE), DEL MERCURIO (CENTRO) Y
DE LA PLATA (SUR)
2. LA TECN O LO GÍA
3. LAS MODALIDADES DE TRABA)0
4. LAS CIFRAS
5. LAS NUEVAS ESPEa^LIZAaONES PRO DUaiVAS, LA CONFORMACIÓN
DE NUEVOS ESPACIOS ECONÓMICOS Y LA NATURALEZA DE LOS
NUEVOS CIRCUITOS MERCANTILES: LAS REALIDADES Y LAS
FICCIONES
6. EL INFLUJO DE LA MINERÍA EN LA SOCIEDAD LOCAL
Digo que es tan necesario moralmente hablando, a ver minas en estos
Re\TK)S, que si nos las hu\iese, ni abría rey ni Dios, porque, quitados los
quintos reales y almoxarifasgos que cesarían cesando el oro y plata, por
que se acavaría la contratación y no abría rey que quisiese serlo.
lean Berthelot, 'L'exploitation des métaux précieux aux temps des Incas", en Annales
ESC. année 33, n». 5-6, 1978, pp.948-966.
138 • H ISTO R IA DE AM ERICA ANDIMA
minera en la época prehispánica, las minas del Inca y las minas de las
com unidades o ayllus. Las del Inca eran montañas que encerraban en
su interior yacimientos auríferos. Las de las com unidades se encontra
ban situadas en las laderas de los ríos o en zonas de difícil acceso. Las
m inas-m ontañas del Inca eran consideradas com o huacas y eran adora
das y veneradas como tales. Por lo tanto, proponem os que los españo
les se dieron cuenta muy rápidamente de la coincidencia entre huaca y
mina y utilizaron las huacas como una forma de cateo para descubrir
los grandes yacimientos mineros prehispánicos. Así, pensamos que al
conseguir informaciones sobre las huacas fueron descubriendo yaci
mientos auríferos y argentíferos. Por ejemplo, hacia el sur del territorio
peruano, descubrieron las minas de oro de Vilcabamba, de Carabaya y
de Chuquiabo, todas ellas consideradas com o huacas en la época pre
hispánica. Hacia el sureste fue así que descubrieron los yacimientos ar
gentíferos que constituyen lo que se ha llam ado la ruta de La Plata, Por-
co y Potosí, consideradas también com o huacas en tiempos prehispáni
cos. De este modo tenemos que desde el inicio de la em presa minera,
los españoles utilizaron conceptos, conocim ientos o creencias prehispá-
nicas con fínes no solo religiosos sino también económ icos y "científi-
cos".-
A1 descubrimiento de los yacim ientos del Cerro Rico de Potosí
siguió, en el siglo XVI, el de muchas otras minas de plata entre las cua
les podem os citar, por ejemplo, el de las minas de Castrovirreyna en el
Perú central en 1555 y el de Berenguela, cerca de Cochabamba, que co
menzó a ser explotada en el mismo año. Otros hallazgos se hicieron en
el Alto Perú, principalmente en la provincia de los Lipes, al suroeste de
Potosí. Pero la explotación argentífera no hubiera cobrado la importan
cia que tuvo sin el descubrimiento, en el Perú, de las minas de m ercu
rio, elem ento indispensable en el beneficio de los minerales de plata.
Los yacim ientos de Santa Bárbara fueron descubiertos en 1563 y pro
porcionaron, prácticamente, todo el mercurio requerido por Potosí du
rante sus años de explotación. Potosí y Huancavelica constituyeron los
pilares sobre los cuales reposó la econom ía colonial, y en palabras del
virrey Toledo : "los exes donde andan las ruedas de todo lo deste Rey-
no y la hazienda que vuestra magestad en el tiene".’
‘ Peter Bakewell, Mineros de la m on tíñ j roj¿, Madrid, Alianza América, 1984, p.45.
’ Frédérique Langue, Carmen Salazar-Soier, Diccionario de términos mineros para la
América española (siglos XVI-XtX). Pitís, Ed. Recherche sur les Civilisations. 1993 (cita
do en adelante corno Diccionario...}.
140 • H IS T O R IA DE AM ERICA ANDIMA
2. LA TECNOLOGÍA
■
■ Alvaro Jara, Trabajo y salario indigem, siglo XVI, Santiago de Chile, Editorial Universi
taria, 1987, p.65.
o r i g e n ; f o r m a l IOM y d e s a r r o l l o d e l a s e c o n o m ía s m in e r a s • 141
Las ricas minas de aquella provincia del Collao están más allá de es
te lago que se llama Q iuquiabo. Están las minas en la caja de un río, a la
mitad de la altura, hecho a modo de cueva, a cuya boca entran a escar-
var con cuernos de sier\’o y la sacan fuera con ciertos cueros cocidos en
forma de sacos o de odres de pieles de ovejas’ .“
10 deTupac Yupanqui poseía una en Apofoma. Ésta fue abandonada por los españoles a
causa de la faha de ventilación y la imposibilidad consecuente de prender velas, la Vi
sita de Carabaya de 1628 seríala también en Aporoma una mina de siete galerías 'que
los antiguos habían cesado de trabajar* rv isita que Alonso del Moral Archivo Na
cional de Solivia, Minas 123, ms. 1093f. 455r).cit. por Berthelot, Idem., p.956.
R e ix ió n de lo sucedido en la conquista del Perú... por Pedro Sancho, Colección de Li
bros y Documentos reterentes a la Historia del Perú, tomo V, Lima, pp.197-198.
Ver Ceorg Petersen C ., "Minería y metalurgia en el antiguo Perú", en Arqueológicas, 12,
1970, quien señala que se han encontrado herramientas de este tipo fabricadas de pie
dras, madera dura, astas, bronce y cobre.
j 144 • H IS T O R IA DE A M E R IC A ANJDINA
ras eran hornos de forma de cono invertido, de aproxim adam ente unos
dos m etros de altura y de 75 centímetros de diám etro en la parte suf>e-
rior, cuyas paredes estaban perforadas con huecos por donde entraba
el viento y aireaba el combustible. Éstos eran colocados en las colinas
' de los cerros donde el aire soplaba con fuerza. Según Bakewell, existie-
' ron guairas de por lo menos tres formas.
García de Llanos, Diccionano y manera de hablar que se usan en las minas y sus latx>-
res en los ingenios y beneficios de metales. La Paz, IFEA-CEDES (1609), 198b, p.57.
146 • H ISTO R IA DE AM ERICA ANDINiA
josé María López Piñelro, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y
XVII, Barcelona, Labor, 1979, p. 263. Ver Diccionario ....
O R IG E X FORM ACIÓN V DESARROLLO DE LA S ECO N O M ÍA S MIMERA5 • 149
El tratam iento era rudim entario. Las v asijas en que se calcin aba
el m ineral cinábrico, consistían en recipientes, uno inferior, redondo,
y el que se encajaba sobre éste, que era m ás an g osto por la boca su
perior. El envase superior se introduría hasta e l cu ello en la tierra; el
superior se llenaba de cinabrio pulverizado y se obturaba la ab ertu
ra con ceniza. Luego se acoplaban am bos recep tácu lo s, recubriénd o
se cuidad osam ente las junturas con barro. H echo un cerco de piedra,
se extend ía una tongada de la materia com bu stible, cuidán dose que
no tocara los crisoles, para no resquebrajarlos. Ai practicarse la co
chura el azogu e evaporad o se condensaba en la v asija superior, de la
cual se extraía para conservarlo en botijas v id riad as o en baldeses,
llam ados maytos.
Al principio estos hornos eran alim entados con leña, pero de
bido a la escasez de este elemento fue reem plazado por la gram ínea
ichu, gracias al descubrimiento de Rodrigo Torres de N avarra.”
En 1581, Enrique Garcés introduce una modificación en los
hornos de beneficio del azogue. Su invención consistió en introducir
determ inadas m odificaciones en las disposiciones de los hornos, "cons
truyéndolos de suerte que, caldeando los laterales, actuaran éstos sobre
el central de reverberación"."El procedimiento estaba inspirado en el
modelo de los hornos de amalgam ar plata, en los cuales se aprovecha
ba la reverberación de los buitrones para la hornilla superior". Loh-
marm Villena dice que se puede considerar así a G arcés com o el precur
sor de los hornos de reverberación aplicados al azogue. Segxin este au-
Cuillermo Lohmann Villena, Las minás de H u jn cavelicj en los siglos XVI y XVII, Sevi
lla, EEHA, 1949, p . l B .
150 • HISTORIA DE AMERICA ANDIMA
■
■
■ Guillermo Lohmann Villena, Idem., p .l 13.
Guillermo Lohmann Villena, Idem., pp.l 13, 302. Ver Diccionario...
O RIGEV, FORMACIÓN! >' D ESA RRO LLO DE LAS EC0M 0M ÍA5 M IN ER A S • 131
Luis Capoche, Relación general de la Ví/la imperial de Potosí, ed. Luis Hanke, Madrid,
BAE. 1953,vol.122, p.117.
* Banolomé Arzans de Orsúa, Historia de la villa imperial de Potosí(1737), Rhode Island,
Brown L'niversiry Press, 1962, ed. L. Hanke, T. I, p.169.
‘‘ Carlos Sempal Assadourian, Idem.: se basa en la Relación de Potosíde 1603, publica
da por liménez de la Espada, en las Relaciones geográficas de las Indias, Madrid, BA£,
1968, T. II, pp.132-134.
154 • H IST O R IA DE AM ERICA ANDINA
arroyo que se originaba en el macizo Kari-Kari y que, adem ás, fue el eje
alrededor del cual se organizó la ciudad de Potosí. El año de 1573 m ar
ca el inicio de la construcción de presas. En algunos casos, dice Bake-
well, ya existían lagos en los valles glaciares del macizo, y las presas sir
vieron sim plem ente para aumentar el volumen del agua en reserva. Se
gún C apoche, sabemos que en 1585 habían siete presas que abasterían
de agua a los ingenios durante seis o siete meses en los años húm edos,
lo cual significaba un avance notable en el alm acenam iento de agua, ya
que en la época anterior a la construcción de estas represas, la corrien
te proporcionaba agua suficiente tan solo durante tres a cuatro meses.
La construcción de represas continuó y en 1621, 32 abasterían a los in
genios de Potosí con el agua necesaria.^
En la preocupación por obtener el agua necesaria para el fun-
ríonam iento de los ingenios, a la construcción de las represas se agregó
la modificación del curso de la corriente que atravesaba Potosí. Según
W. Rudolph, se había canalizado una sección del curso de cinco kilóme
tros de largo, con m uros de piedras unidas con argam asa de barro. El
canal tem'a ocho metros de ancho. A partir de éste, partían acueductos
hacia las refinerías, y el agua, después de pasar sobre las ruedas que
movían la m aquinaria trituradora del mineral en un molino, retom aba
al canal para su empleo en la siguiente en un nivel más bajo.“ Se trata
ba efecfivam ente de una verdadera obra de ingeniería hidráulica. La
corriente canalizada y los ingenios a lo largo de ella form aban la Ribe
ra de Potosí: "una línea de actividad industrial que transformaba el mi
neral del cerro en plata pura".’*
Peter BakeweII, Mineros 1984, p.22 y 28; Capoche, op. dt... p.l 17, citack) por Bakeweil.
Peter Bakeweil, M i n e r o s 1984, p.28; W. Rudolph, “The lakes o í Potosí", Thegeograp-
hical Review, 36, 1936, p.529, citado por Bakeweil.
Peter Bakeweil, Mineros..., 1984, pp.28-29.
ORIGEM, F O R \ U C IO \ Y DESARRO LLO DE LAS ECONOM ÍAS Ktl'vERAS • 155
Bakewell cita la Visita que el licenciado don Martín de Arrióla tomó del ingenio de
Nuestra Señora de Guadalupe en 1634 (ANB, Minas tomo 131, item 2) en el que se di
ce que en este ingenio el beneticiador era un indio de Porco llamado Pedro Hachata.
>■ Peter Bakewell, 1984, p.146.
O R IG E X FORMACIÓN Y D ESA RRO LLO DE LAS ECO SO M ÍA5 M IS E R A S • 157
“ Peter BakeweII,/dbm.,1984.
Peter BakeweII, idem .,]964.
160 • H IST O R IA DE A\\ERICA ANDINA
este núm ero aumentó a diez mil hacia 1617-1618. Según la docum enta
ción colonial, Oruro atrajo a muchos de los trabajadores que normal
mente estaban destinados a Potosí. Esto, al parecer, por varias razones:
Oruro se encontraba directamente sobre la ruta principal que la m ayo
ría de mitayos seguían para ir a Potosí; adem ás los mitayos preferían
esconderse en Oruro para evitar la mita de Potosí, apareciendo luego
para conseguir en el prim er centro minero trabajos con mejores pagas
en minas que tenían la fama de ser más nuevas y menos profundas que
las de Potosí. La atracción de Oruro se desvaneció después del decenio
de 1620, cuando su producción de plata em pezó a decaer."
Si nos desplazamos hacia el norte vem os que la actividad mi
nera predom inó en Nueva Granada desde los inicios del siglo XVI. Es
tuvo fundada, en gran parte, en los proyectos mercantilistas de la Co
rona española. La explotación del oro se desplazó en fronteras sucesi
vas en el N uevo Reino y en la gobernación de Popayán, fronteras aso
ladas por los ataques de los paeces y pijaos. Esta suma movilidad ex
plica la concentración de la riqueza minera en regiones aisladas unas
de otras y la falta de nexos entre las regiones productivas. Los prim e
ros distritos mineros surgieron com o avanzadas de las regiones más fa
vorecidas con población indígena. La encom ienda no solo sirvió de ba
se de sustentación agrícola a los yacim ientos, sino que originó los capi
tales para su explotación así como la m ano de obra. Indios de enco
mienda trabajaron en las minas de Popayán, en los filones de Cartago,
Arm a y Anserma, Pamplona, en los aluviones del río M agdalena, des
de las cercanías de Ibagué hasta la ciudad de los Remedios. Después de
1580, los hallazgos de G aspar de Rodas en San Jerónimo, Cáceres y Za
ragoza no solo dieron un nuevo impulso a la producción de oro, sino
que su riqueza permitió el empleo sistem ático de esclavos negros. A los
habitantes de Tunja y Santa Fe se les debieron así la fundación de Iba-
gué, San Jerónimo, Buriticá, Guamocó, Tocaima, Victoria y Remedios; a
Pam plona la explotación de los yacim ientos del Río del Oro, Vetas y
M ontuosa; a Cartago, Arma y Anserma la explotación de los filones de
M arm ato, Quiebralomo y Supía; a Popayán las avanzadas de Alma-
guer y Caloto. Ningún centro minero logró perdurar independiente
mente de estas ciudades fundadoras. La decadencia de la producción
aurífera a partir de 1610 se presenta, sin em bargo, com o un fenómeno
coyuntural ligado a la estructura de la producción (límites técnicos,
•* Ver Diccionario...
1 6 6 • H I S T O R I A DE A M E R I C A A N D K A
“ Citado por Javier Ortiz De La Tabla, Los encomenderos de Quito. 1534-1660. Origen y
evolución de una élite colonial, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1993,
p.190.
" iavier Ortiz, Idem., p.l91. Peter Bakeweii, Idem., p. 247. Archivo Histórico Nacional de
Colonnbia (en adelante AHNC) Reales Cédulas y Órdenes, 3; Caciques e Indios, 26.
^ ORIGES!, F0RV1ACIÓ\ Y D ESARRO LLO DE LAS EC O \O S (ÍA 5 M IN ER A S • 167
C
por los colonos espaiwles. La mayoría de ellos fueron de origen in d íge-
I na (tupia, zambullido). Solamente h ad a 1620 se intentó introducir en
^ las minas de Anserma el procedimiento de am algam ación con azo g u e,
' pero resultó muy costoso para unas minas entonces decaídas. H asta los
' filones se explotaban con técnicas rudimentarias: con tajos ab iertos o
mediante socavones de tiros inclinados, técnica indígena utilizada en
Buriticá y Mariquita (sin reforzar las galerías con adem es de m ad era).
Los socavones profundos se tenían que abandonar con m otivo d e los
riesgos inherentes a este tipo de explotación. Se considera que los ciclos
mineros neogranadinos proceden, en parte, de esta incapacidad de los
mineros locales de superar prc^lem as de tipo técnico: l o s llam ados m i
neros eran en realidad capataces a sueldo de un señor de cuadrilla, de
un encomendero o un funcionario ausentista, y estaban en cargad os de
supervigilar el trabajo de indígenas y esclavos”.”
El régimen de trabajo en la minería de oro se caracteriza p o r la
paulatina substitución de la m ano de obra indígena por las cu adrillas
de esclavos. En el siglo XVI domina la encomienda: en P am p loru , se re
gistran cuadrillas hasta de cien indios traídos de la provincia de Tunja
(1551). En la gobernación de Popayán, el em pleo de los indios en las
minas fue generalizado, y desde 1554 los vecinos de Popayán, Cali,
C artago y Anserma se resistían a la aplicación de las Leyes N uevas. En
los años 1570, las ordenanzas del virrey Toledo y las de la A udiencia d e
Santa Fe sancionan una situación de hecho, al permitir que los indíge
nas trabajaran en las minas "voluntariamente" y m ediante la p aga d e
un jornal. De tal manera que el trabajo indígena se prolongó hasta el
siglo XVII, especialmente en la provincia de Popayán. En Santa Fe p re
dom inaba la mita para la explotación de las m inas de plata d e M a ri
quita (siglo XVII, hasta los años 1720). La decisión de em plear esclavos
negros no obedeció a una voluntad deliberada de proteger a los indíge
nas, sino m ás bien de
Í
En lo que concierne a Chile, Hernando de Santillán redactó en
el siglo XVI una tasa para el trabajo de los indios ya que en todos estos
I tipos de trabajos (agrícolas, g an ad ero s, servicios de casa y d e lavade-
i|; ros de oro) se establece una suerte de mita... Pero lo novedoso de la ta-
II' sa de Santillán está en el tipo de rem uneración que debían recibir los
R aborígenes por su concurso en las faenas productivas. Desde luego, el
cacique debía tener quipocam ayo, y el minero encargado de la cuadrilla
por el encomendero, cuenta y razón, y el oro debía ser llevado a la fun
dición real cada dos meses, para efectuar allí la división. El encom en
dero, "por razón de la com ida y herram ienta y por salario de mineros y
criados" y por su obligación de doctrinar a los indios, debía llevar los
cinco sextos del oro extraído y nada más, ni por concepto de tributo ni
de servicio. En cambio, la otra sexta parte debía ser "para los dichos in
dios que lo sacaren y haya por su trabajo". De esta di\isión en sextos
nació la expresión -e n boga en la é p o ca - de los sesmos.^
r Hasta aquí no había novedad en la rem uneración establecida
para los indígenas, salvo el que en lugar de tributar en especie o en di-
M ñero, tasado a tanto {X)r cada tributario, debían hacerlo en servicio per-
gyf sonal, en una determ inada proporción por cada pueblo. Pero el legisla
dor contemplaba la idea de que el servicio personal de una parte de los
indios de cada pueblo o com unidad indígena, de la mita fijada, sirvie-
se para hacer un pago social o colectivo del tributo debido p o r toda la
encomienda y, en seguida, que en forma obligatoria este se rv id o perso
nal se transformara en la palanca civilizadora de todo el grupo afecta
do por la noción de tributación. Para este fin se estipulaba que el sesm o
"se emplee en ropa y en ovejas o en lo que fuere más útil y provechoso
para ellos, conforme a la orden que sobre la distribución dello se dará".
Si el producto del sesmo se invertía en ganado, debía ser entregado en
tutela al encomendero "debajo de escritura pública y obligación de dar
cuenta dellos y de los multiplicos". La lana y otros aprovecham ientos
debían repartirse entre los que habían trabajado, con parecer del fraile
que hubiese en la doctrina. E n este caso, no hay dirección com ún de la
empresa, sino un representante del encomendero, el minero encargado
de la cuadrilla es quien dirige los trabajos de extracción del m etal. La
primera mención que encontram os de la vigencia de la tasa de Santillán
aparece en las Actas del Cabildo de Santiago y corresponde a la sesión
del 12 de agosto de 1558. La actividad legislativa del resto del siglo XVI
4. LAS CIFRAS
Equivalente en marcos
Pesos
Región de plata
(1 peso- 272 maravedís)
(1 marco-2.380 maravedís)
Fuente: BakeweII, 1987, datos de Haring, C.H. ■American gold and siiver production tn the
first hait oí the sixteenth century*, Quaterly joumsl of Economía, 29 (1915), 433-479.
Alvaro )ara, ’La curva de producción de metales monetarios en el Perú del siglo XVT,
en Tres ensavos sobre economía minera hispanoamericana, Santiago de Chile, 1966. pp.
93-118.
174 • H IST O R IA DE AM ERICA ANIDIVA
Historia de Iberoamérica, tomo II, Historia moderna, Madrid, Cátedra, 1990, pp.478-
479, 485. Chanta! Caillavet, 'Les rouages économiques d'une société miniére: échan-
ges el crédit. Loja: 1550-1630', Bo/efm del Instituto francés de Estudios Andinos, 1984,
fi-
Xlll, pp.31-63.
C.H. Haring, en Peter Bakeweil. Idem., p.239.
1 7 8 • H I S T O R I A DE A M E R I C A A N D I N A
Carlos Assadourian, op. c it , p .l9 I, quien cita a Manuel Ballesteros Cabrois, "Notas so
bre el trabajo minero en los Andes, con especial referencia a Potosí (siglo XVI y siguien
tes)", en A a a s del Congreso Inlerracional de Minería, León, 1970, t.l, p.541.
Carlos. Assadourian, op. c/'f., p.220, cita el documento del Archivo Nacional de Chile.
Colección notarial de Arica, vol. 5, sin foliar.
1 8 2 • H I S T O R I A DE A M E R I C A ANODINA
Carlos Contreras, La dudad del mercurio: Huancavelica 1570-1700, Lima, lEP, 1982, p.80.
" Carlos Contreras, op.cit., p.81.
o r i g e n :, FORMACIÓN' V D ESA RRO LLO DE LAS ECONiOMÍAS M IS E R A S • 185
“ Carmen Bemand y Sefge Cruzinski, Hisioire du Nouveau Monde, Paríi, Fayard, tomo 2,
1993.
188 • H IST O R IA DE AM ERICA AN DINA
" Ignacio González Casanovas, “La minería andina en la época colonial. Tendencias y
aportaciones de la historiografía actual (1966-1987)“, en Revista de Indias, 1988, vol.
XLVIII, núms. 182-183, pp.613-663
Peter BakeweII, “Mining", 1987.
DRICEN , FORMACIÓN V D ESA R R O LLO DE LAS ECONO^IÍAS M IN ER AS • 189
Vicente ResJrepo, Estudios sobre lis minas de oro y p lit i de C o h m b ii, Bogotá, Banco
de la República-Archivo de la Economía Nacional, 1952, vol.7, pp.2SO-231.
David Brading, "Colonial Silver Mining: México and Peoi", en HAHR, vol. LXI, n'4, nov.
1972, pp.545-579.
190 • H IST O R IA DE AM ERICA ANDINiA
Por esta razón, la minería americana - y sobre todo en cu anto "eje arti-
culador", la función dinam izadora de! esp ado andino y de los procesos
históricos que se dieron en el área tanto en lo económ ico com o en lo so
cial y p olítico- adquirió una estructura y funcionó según m odalidades
radicalmente distintas a las que prevalecieron en el Viejo M undo (esca
la productiva, modalidades de refinación), lo que nos lleva también a
relativizar esta "modernización", fundada en alto grado en la incorpo
ración de técnicas y procedim ientos nativos (véase el arte de la fundi
ción tal com o lo practicaban los muiscas según H um boldt) y en la con
siguiente adaptación de las técnicas im portadas a las condiciones loca
les (riqueza y composición distinta de los minerales de plata; hay que
recordar que al igual que en la Nueva España, la transferencia de tec
nología m inera de Europa a los Andes no siempre contó con los bene
ficios esperados). Entre las consecuencias "negativas", por lo menos
desde el punto de vista historiográfico, figura, sin lugar a dudas, el sis
tema com pulsivo de la mita. Ahora bien, se insiste también en el hecho
de que se ha sobrevalorado la im portancia del amplio porcentaje de tra
bajadores voluntarios registrado en el mismo tiempo y que esta situa
ción ha im pedido en adelante percibir la "combinación de form as que
caracterizan las relaciones laborales".® Pero entre las tradiciones que
sustentaron el auge m inero andino, la mita significó, tanto por el apor
te en m ano de obra y la redención en metálico del servicio, un "im por
tante subsidio de la econom ía indígena campesina a la econonüa mine
ra".*
En este sentido, la minería andina contribuyó de m anera signi-
ficafiva a la llamada "econom ía-m undo" tal com o la entendía 1. Waller-
stein. Tampoco habría que olvidar el papel decisivo que desem peñaron
algunos centros mineros y en particular Potosí, en tanto crisol de trans
formaciones sociales y punto de partida de un mesHzaje cultural toda
vía por estudiarse.
2. LA ENCOMIENDA
rán, prim er encom endero de Lam bayeque y teniente y com padre de Pi-
zarro, hizo su testamento en 1539, dejó más de 180 puercos y 500 ov e
jas. Su hijo Pedro, quien h eredó la encomienda a la muerte de su padre,
continuó con la crianza de puercos, cabras, ovejas, cam eros, v acas, po
tros, novillos y asnos con la ayuda de varios mayordomos, entre ellos
Alonso de Mingolla. Antes de 1600, Mingolla logró acum ular gran d es
rebaños y murió después de 1608 rico y respetado. La ganadería, así,
benefició a los encom enderos, prim ero y, a través de los años, a sus so
cios también.*
O tros españoles pobres también criaron ganado im portado,
por el poco capital y m ano de obra que se necesitaba para em p ezar a
operar. Les favoreda la dem anda constante por cabras, ovejas, caballos,
vacas, muías y puercos que se multiplicaron muy bien en los pastos co
m unes de los cam pos abiertos de los Andes. Además, no requerían de
grandes reservas para el transporte de los productos al m ercado, p o r
que los animales podían cam inar a las minas y las ciudades para su sa
crificio y beneficio.
Los encom enderos también fueron favorecidos en la p ro d u c
ción de productos exóticos para el mercado colonial incipiente. Tenían
experiencia. Algimos habían financiado la importación de productos
de Tierra Firme, M éxico, y España, así que conodan las preferencias del
m ercado europeo: vino de Castilla, trigo para pan y aceite de oliva. Y
con el excedente de los productos que produrían sus encom endados ya
abasterían el m ercado urbano local con productos de subsistencia. A d e
m ás, tenían acceso a todos los factores de producción necesarios; m ano
de obra, capital y contactos para obtener lo requerido -tanto semillas
com o herram ientas- para em pezar a producir, primero en las huertas
suburbanas que rodeaban las villas y ciudades donde vivían. C uando
estas huertas ya no eran suficientes para sembrar las cantidades que
deseaban, m uchos de ellos o conorían a los gobernantes o tenían cargos
Domingo Angulo, "Cartulario de los conquistadores del Perú: El Capitán )uan de Barbarán",
en Revista del Archivo Nacional del Perú, IV, No.2, (1926), pp.197-198 y 200-201.
Christiana Borchart de Moreno, "La tenencia de la tierra en el valle de Machachi a fines
del siglo XVII", en Antropología ecuatoriana, 3:3 (1983-84), pp.153-154; y “Composi
ciones de tierras en la Audiencia de Quito: El Vale de Tumbaco a finales del Siglo XVII",
en lahrbuch fur Ceschichte von Staat, Wirtschah und Ceselischañ lateinamerikas, XVII,
(1980), p .l27; Susan E.Ramírez, "Of Fishermen and Farmers: A Local History of the Peo-
pies of the Chicama Valley Before 1565", s.f.; Carmen Izquierdo Menéndez, "La
explotación", p. 170 y 190; Luis Miguel Clave y María Isabel Remy, Estructura agraria
y vida rural en una región andina: OllantaYtambo entre los siglos XVI-XIX, Cuzco, Cen
tro de Estudios Rurales Andinos "Bartolomé de las Casas", 1983, p.80.
LA H A C I E N D A S E Ñ O R I A L . LA P L A S T A C l O M E S C L A \ ' I S T A . . . • 1 9 9
Robert). Ferry, The Colonial Elite o í Early Caracas: Formation and Crisis, 1567-1767,
Berkeley, University of California Press, 1989, p.3; y Susan E. Ramírez, Provincial
Patriarchs: Land Tenure and ihe Economics o í Power in Colonial Perú, Madison, Univer
sity ofWisconsIn Press, 1986, especialmente pp.82-83.
)uan Guillermo Muñoz Correa, "San Antonio de Petrel: Tenencia, producción y trabajo
en una hacienda costera de Chile Central, siglos XVII y XVIH", en Historia Santiago de
Chile, XVIII, 1983, pp.l74, 177, y 179; Clave y Remy, Estruaura agraria ..., p.l97; y
Rolando Mellafe, "Latifundio y poder rural en Chile de los siglos XVII y SVIII," Cuader
nos de Historia, I, (1987), p.101.
LA H A C I E N D A SENJORIAL, LA PLANTACIÓN: ESCLAV ISTA... • 201
En Chile se prestaba tierras entre indio y español y entre españoles mismos, Carmen
Izquierdo Menéndez, “La explotación", pp.l 73-177 y 183; y Guillermo Muñoz Correa,
■San Antonio de Petrel...,' p.152.
Consejo Provincial deTrujillo, Acusde/Cab//do derru/í/to, 1566-157!, 2 tomos, Lima,
Talleres Gráficos RL. Villanueva, S.A., (1%9), II, pp.3-6.
202 • H IST O R IA DE AM ERICA AMDINA
4. LA TRANSFORMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN
DEL ESCENARIO RURAL
Miguel Glave y María Isabel Remy, Estructura agraria ..., p.87; Orlando Fals Borda, El
hombre ..., p.71; Eduardo Arroyo, La hacienda costeña en el Perú: Mala-Cañete, 1532-
1968, Lima, 1981, especialmente p.65; y Burga, D e la encomienda ..., p.97.
" Miguel Glave y María Isabel Remy, Estructura agrariif, p.91. Dicen que fue estafa para
la Hacienda Real, tal vez porque no recibió el máximo rendimiento.
LA H A C I E N D A S E Ñ O R I A L , LA P L A N T A C I Ó N E S C L A V I S T A . » • 2 0 3
Los dueños también aumentaron el tamaño de sus haciendas para eliminar la compe
tencia de otros hacendados y privar a los naturales de tierra para obligarlos a trabajar
para ellos. Algunos lo hicieron con el objeto de fundar mayorazgos, más por ambi
ciones aristocráticas que económicas. Reinhard Liehr, “Orígenes", p.538.
Roben Ferry, The Colonial f/ife, pp.25-26; Christiana Borchart de Moreno, "Composi
ciones de tierras", pp.127-128, y 136: y Susan Ramírez, Provincial Pstriarchs, especial
mente p.135.
Christiana Borchart de .Moreno, "La tenencia", p.158: y Carmen Izquierdo Menéndez,
"La explotación", p.l72.
204 • H IST O R IA DE AM ERICA AMDIKA
En Cumbicus el modo más corriente fue entrar a las tierras de los na
turales de modo padfico y com partir los recursos. Poco tiempo después el
español o mestizo obtem'a una provisión del gobierno sobre aquellas tie
rras, las cuales no exigía de inmediato. Dejaba pasar un tiempo determi
nado, luego acusaba a los indios de estar de intrusos en sus tierras y les
com pelía a abandonarlas. Los indios acudían a la justicia y allí "legalmen
te" eran despojados de sus tierras.'*
” Roben Ferry, The Colonial Elite..., p.l6; y Ramírez, Provincial Patriarchs..., pp.147-154.).
Tord y C.Lazo, "Economía y sociedad en el Perú colonial (Movimiento social).
" Juan Mejía Baca, Historia del Penj colonial, Barcelona, 4a ed., 1982, t. V, p.71, citado
por Milagros Martínez, ‘Comunidad indígena y haciendas españolas en Piura: El caso de
San Francisco de Cumbicus (1645-1720)", en Histórica, XIV:1, 1990 p.115. Ver tam
bién p.l25.
> Juan Guillermo Muñoz Correa, "San Antonio de Petrel...', p.l 39.
LA HACIES'DA SEÑORIAL, LA PLA N ¡TA CIÓ \ E S C L A V IS T A .. * - 0 5
vino a llamarse la estancia.™ Criar ganado era, tal vez, la m anera más
fácil de empezar, com o se anotó anteriormente. Requería un m ínim o de
capital para com p rar animales y un mínimo de herram ientas. También,
pocos pastores podían cuidar grandes rebaños de ganado. O sea, se
gastaba relativamente poco para mano d e obra. A dem ás, los animales
podían caminar al m ercado, salvo cuando iban a algún destino lejano,
ahorrando el costo alto de transporte por tierra o por mar. El hecho de
que los pastos, m ontes y aguas fueran com unes, dio oportunidad a eu-
rofjeos hum ildes y sin recursos, sin sabiduría ni contactos personales o
políticos, a obtener una merced.
En la costa norte del Perú, las mercedes, cuando existían com o
base de un negocio de crianza de ganado, fueron por muy p ocas fane
gas de tierra, las suficientes para construir una choza o casita y para
uno o más corrales. Estos se denominaban "hatos" y luego "estancias".
Estas "estancias", en d erto sentido, eran ficticias, porque no tenían más
deredio a las tien as que el que les daba la m erced inicial. El hecho de
que en la jurisprudencia española se distinguiera entre la propiedad de
las tierras y los pastos que credan en aquellas, dio lugar a que una per
sona, institudón o com unidad pudiera ser dueña de las tierras, pero
cualquiera podía dejar que sus animales pastaran en los pastos que ere-
rían en esas m ismas tierras. N o se vendió el derecho a los pastos hasta
el siglo XVin cuando reden la Corona española, com o siem pre necesi
tada de dinero, lo autorizó. Entonces, los estanderos, los criadores de
ganados, los com praron y redbieron título por ellos. En algunos luga
res, una misma persona o comunidad se quedó con tierras y pastos. En
otros lugares, una persona tema derecho a las tierras y otra a los pastos,
dando lugar a m últiples conflictos y hasta m otines y rebeliones al fin
del siglo XVIIl, cuando determinados dueños trataron de quitarles a
d ertas com unidades la costumbre tradidonal de pastar sus animales en
tierras de la hadenda.*'
Pese a no tener derecho a mucha o ninguna tierra, estos hatos
y estandas, algunas veces, se industrializaron, llegando a ser n eg o d o s
im portantes que compraban insumos de m uchas personas y com uni-
Cerca de Caracas, Ferry dice que lo que en el Perú hubiera sido una hacienda de trigo
allí se llamaba una estancia de trigo. Ver Robert Ferry, The ColonUI Elite..., especial
mente p.3.
Susan Ramírez, "La resistencia indígena a la producción racionalizada y a las rentas en
dinero en el norte del Perú, 1780-1821’ , en Ei Norte en la historia regional, Scarlet
O'Phelan Codoy, ed., Lima, Instituto Francés de Estudios Americanos, s f.
206 * H IST O R IA DE AM ERICA ANDINA
i
comuneros de lUimo, Túcume y Jayanca llegaban allí para trabajar com o
i mitayos o jornaleros abriendo acequias, haciendo corrales; cortando ca-
í ña; hadendo jabón, trayendo leña; herrando las ovejas y cabras; guardan-
E do el ganado; y a>nidando a matar ganado, a pilar y encostalar sebo.^
{ Tales complejos continuaron la expansióa creciendo en ta m a
ño y aumentando en complejidad y actividad hasta m ediados del siglo
XVII. Algunas de las estancias de O d ie central, com o San A ntonio de
Petrel, fabricaban cueros, cíiarqui, suelas y sebo que se com ercializaban
en La Frontera, el presidio de Valdivia, Santiago, Lima, Potosí y otros
sectores mineros. Otros también exportaron cordobanes y b adanas. En
el siglo XVII, los cordobanes eran de especial importancia, pues fueron
producidos para el uso de los artesanos especiaÜzados, tales com o za
pateros, guanteros, petaqueros, talabarteros y otros.“
Donde había m ercado para granos y panllevar, las heredades
se cultivaban para producir los productos que los vecinos, habitantes y
moradores de las villas, ciudades y las minas compraban. Así, los favo
recidos con m ercedes las cultivaban y criaban gaiudo, d and o lugar a
unas em presas diversificadas y mixtas. En algunos lugares, en tierra
cercana a los corrales de un hato, em pezó a plantarse panllevar y así las
estancias se convertían en haciendas si continuaban tam bién criando
ganado. Las haciendas, en sentido espedfico, requirieron de m ás capi
tal que para criar ganado, porque el cultivo activo de la tierra requería
m is mano de obra y m is herram ientas que la cria de aiúm ales. Adicio
nalmente, los propietarios necesitaban capital para llevar los productos
al mercado. Los chilenos que vivían cerca de Santiago exportaron la
producción de sus haciendas a mercados lejos, como a Lim a o, después
de 1645, a la guarnición de 500 soldados en Valdivia, que dependían
para harina y otras provisiones de dichas empresas. Del m ism o m odo,
los caraqueños m andaban su trigo, tabaco y cueros a Cartagena.®
La historia de Picsi es un ejemplo de estancia que prim ero au
mentó en tam año y capacidad y después cambió de función pasando a
ser una hacienda. Era propiedad de Alonso de MingoUa, quien, com o
se mencionó m ás arriba, comenzó com o mayordomo de un encom en-
^ ART/CoO, 24-1-15%.
« ASFL, Reg, 9, No. 2, Ms. 26, 1647, 55; ASDL, Censos, Libro I. No.12, 106v; ART/CoO.
24-1-15%; )uan Guillermo Muñoz Correa, "San Antonio de Prtrel", pp. 163y 172; Car
men Izquierdo Menéndez, "La explotación", p.l81.
” Carmen Izquierdo Mer)éndez, ’La explotación ...,’ p.l80; y Roben Ferry, The Colonial
Elite..., p.3.
208 • H ISTO R IA DE AM ERICA AN DINA
Miguel Clave y María Isabel Remy, Estructura ¿g n rii..., pp.70, 77 y 146; y Roben Ferrv,
The Coloniil Elite..., pp.22-23.
Aunque sí se refiere posteriormente a plantaciones de monocultivos tropicales (de coca,
por ejemplo). Mellafe, *Lalitundio y poder...," p.89; Susan Ramírez, P rcn in d jI
Patriarchs.... p>p. 172-173; y Liehr, "Origenes p.528.
Miguel Clave y María Isabel Remy, Estructura agraria.... p.124.
2 1 0 - H I S T O R I A DE A M E R I C A A S i D l S J A
’• ACMyi642.
212 • H IS T O R IA DE AM ERICA AN DINA
Roben Ferry, The Colonial Elite..., pp.3, y 48-51; )uan Guillermo Muñoz Correa, "San
Antonio del Petrel...”, p.l87; y Martínez, "Comunidad indígena pp.l 16 y 119.
Bauer, "lesuit Enterprise", pp.101-103; y Kay, "The Latin American Hacienda System",
pp.372-377.
L.\ HACIEN DA SENIORlAL. LA P L A \ T A C IO \ ESCLAX ’ISTA... • 215
" Lieht, "Oígenes pp.550 y 566; Bauer, ')esuil Enterprise pp.100-103; y Mellase,
"Latitundio p.97.
* Kian Guillermo Muñoz Correa, "San Antonio del Petrel...“, p.l 45: Susan Ramírez, Ptov/ncú/
fM archs. especialmente pp.116y 173: y Burga, De lá encomienda .... pp.115-116.
21Ó • H IST O R IA DE AM ERICA ANDINA
el norte del Perú dio lugar a litigios que duraron décadas. M ejor su er
te tuvieron las com unidades aisladas que, sin la presión del m ercado,
subrevivieron con su vida y costum bres más intactas.^
Los dueños de estas haciendas, estancias, trapiches, ingenios y
molinos formaron una élite o una suerte de aristocracia de la sociedad
colonial. M udios de ellos, adem ás de ser dueños de tierras y p rod ucto
res de pan llevar, azúcar, cacao, \ino, harina, y cordobanes eran m ine
ros, comerciantes y oficiales reales, com o el Capitán y Alguacil M ayor
Juan Vásquez de Saavedra m encionado anteriormente. Hay cierta v e r
dad, aunque Burga la juzga exagerada, en la frase de G. Feliu C ruz,
cuando dice que "el encom endero americano, y sobre todo chileno, se
transforma de soldado en agricultor, después en em presario y final
mente en exportador". Mi estudio de m ás de 900 hacendados de L am -
bayeque, al que pertenece Vásquez de Saavedra, durante toda la época
colonial, demuestra que su evolución sería de soldado,® a estanciero, a
agricultor-em presario-exportador, a político, a soldado y minero. En el
altiplano podría ser la secuencia: soldado, a m inero-em presario, a es
tanciero y a agricultor. M udios tenían varios roles a la vez.“
Estos roles y su posición en la estructura agraria les daba control
de la economía local, com o productores, importadores, exportadores y
fuente de empleo. También arrendaron pastos y tierras a pequeños pro
ductores o ganaderos. En Chile central, Muñoz Correa encontró arrien
dos contratados por propietarios de potreros y para la cría de cabras pa
ra cordobanes de exportación. Ellos aceptaron yanaconas en sus tierras;
empleaban comuneros, obreros libres y artesanos, y nombraban a adm i
nistradores. Las cuentas de una "estancia de trigo" en los alrededores de
Caracas nos permiten saber que el dueño pagaba a abogados, médico,
curandero, carpintero, albañil, sacerdotes, arrieros, herrero, cazad or de
esclavos y que compró artículos e insumos a varios mercaderes.*®
6. CONCLUSIONES
' Jorge Hardoy y Carmen Aranovich, "Urban Scales and Functions in Spanish America To-
ward tbe year 160CT, en Latín American Research Review, 5,3 (1970) pp.57-92. Para una
completa bibliografía sobre el tema ver Fred Bronner, ‘ Urban Society in Colonial Spanish
América: Research TrerKJs", Lafm American Research Review, 21:1(1986) pp.7-72.
224 • H IS T O R IA DE AM ERICA AMDIKA
lean Paul Deler, Ecuador. Del espacio al estado nacional, Quito, Banco Central del
Ecuador, 1987, p.341.
Francisco de Solano (coordinador). Historia y futuro de la ciudad iberoamericana, Ma
drid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 198fa, p,183. Solano ha sido el
principal impulsor de la historia urbana americana en España.
Luis Miguel Clave, Tra;/nanfes, caminos indígenas en la sociedad colonial. Siglos XVI-
XVII, Lima, Instituto de Apoyo Agrario, 1989, p.461.
EL N A C IM IE M O DE LAS CIU D A D ES A \ D 1 \ A S • 225
Italo Calvino, Las ciudades invisibles, Madrid, Ed. Siruela, 1990, p.17]
226 • H IST O R IA DE A M ERICA ANDINA
fóul Ricoeur, T a realidad del pasado hlslórico", en Historia y gralíj, 4 (19951, pp.183-210.
228 * H IST O R IA DE AM ERICA ANDINIA
sur andino. A parecerán, como otras com pañeras, en alguna de las his
torias que siguen, en donde desarrollamos este tema en breves presen
taciones, con aspectos relevantes de sus peculiaridades políticas, cultu
rales y de identidad, de algunas de las más im portantes ciudades que
tejieron el nuevo espacio andino.
tes de la bahía por donde desemboca el río Piura, bajo un m onte de are
na llamado "la silla de arena", los españoles encontraron el mejor pun
to desembarcable de la costa del extrem o norte, que se convirtió en el
p-
poblado de Paita, la puerta del Perú. Es el confín de la corriente fría que
viene de sur a norte, que hace el viaje velero hacia Lima lento y p en o
so, por lo que las naves se detienen a desem barcar y abastecerse. El área
vecina de Guayaquil y la gran isla de la Puna, definía un sistem a d e pe
queños puertos en los territorios tropicales, con que se iniciaba el d om i
nio peruano colonial, sistema al que pertenedan geográfica y cu ltu ral
mente los poblados y lugares de las costas desérticas regadas p o r los
ríos Tumbes, Chira y Piura; en todo ese territorio clave de entrada y sa
lida, de vínculo con la metrópoli, fue Paita el mejor punto p ortuario.
Vázquez de Espinoza en su descripción del Perú"' hace un de
licioso com entario sobre al aspecto de la zona portuaria a los ojos d e los
españoles recién arribados a Lim a desde España, que pasaban p o r es
tos parajes. En los corazones y las mentes de los "chapetones", la única
representación de los reinos que conocerían eran sus riquezas. Calles
em pedradas de lingotes de plata, caciques bañados en jX)lvo de oro,
placeres de perlas, reinaban en los sueños de la codicia que moWa a to
dos los migrantes. Tan pronto las naves se acercaban al puerto, un are
nal se divisaba y en medio del calor, pisaban tierra en un poblado de
barracas del que solo arena resplandeciente bajo el sol p ared a despren
derse. Cuenta el cronista carm elita cóm o un baquiano, al percibir la
frustración de un español amigo suyo, le dijo: "no se aflija VM que és
ta es la m q o r tierra que Dios tiene creada en el mundo, ve Viví esas ca
ñas caídas y sus canutos que al parecer valen nada, pues todas son de
oro y plata, vaya VM y vealo que no lo engaño", palabras con que lo
consoló diciéndole que era uso de la tierra, que ella no requería m ás y
que, era la m ejor y m ás ríca del m undo.
Desde el inicio, la región tan aparentemente hostil al fx)bla-
miento, se reveló como estratégica y promisoria. Cuando se definían las
hegemoiu'as políticas en 1347, hje en Paita donde se estableció el co n
trol militar, económico y político del bando de los encomenderos. Era
esta zona com o la garganta de todo el espacio, por donde respiraba el
sistema político. El control d e Paita y Tumbes era esencial para G onza
lo Pizarro y su teniente allí era el encom endero de Tumbes, B artolom é
■
' Antonio Vázquez de Espinoza, Compendio y descripción de las Indias occidentales.
Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1969, p.278.
234 • H IST O R IA DE AM ERICA ANDIMA
‘‘ Alfredo Lozano Castro, Quito ciudad milenaria: iorma v símbolo, Quito, Ed. Ab>a-Yala,
1991,p.262.
■’ )orge Salvador Lara, Quito. Madrid, Colección ciudades iberoamericanas, Ed. Mapire,
1992, p.404.
236 • H IST O R IA DE A M ERICA ANDINA
Bernard Lavallé, Quito et la crise de L'Akabala (1580-1600), París, CNRS, 1992, p.213.
También, ”La rebelión de las alcabalas (Quito, julio de 1592-abriI de 1593). Ensayo de
interpretación", en Revista de Indias, 173, (1984), pp.141-202.
RosemarieTerán, "La ciudad colonial y sus símbolos. Una aproximación a la historia de
Quito en el siglo XVII", en Eduardo Kingman (Comp.), Ciudades de los Andes. Visión
histórica y contemfxjránea, Quito, Ciudad, 1992, pp. 153-171.
EL N ACIM IENTO DE LAS C IU D A D E S AN D IN A S • 237
m uerto m u ch os por las pjestes. A fines del XVI la zona tenía poco más
de 40.000 indios, cuando ya las estancias de la sabana eran la fuente de
la principal actividad regional.”
M ás al oriente, el proceso fundacional tuvo las mismas caracte
rísticas. U n mestizo, Francisco Fajardo, hijo de una cacica guayqueri de
isla M argarita y de un español, conocedor de la lengua de los indios de
la costa central, entró en 1555, cambiando joyas y víveres en medio de
un regocijo general. Pero luego, con el conocimiento adquirido, procu
ró la conquista, que no fue tan sencilla. La atracción era, cóm o no, el mi
to del oro. En una de las m ás cruentas y dilatadas cam pañas, los espa
ñoles iniciaron la conquista de los torom aynas, mariches, charagatos y
taques. Buscando oro, con esclavos expertos en minería, llegaban los
prim eros españoles, enfrentados entre ellos, en un territorio hostil. Ahí
vino a llegar el temible Lope de Aguirre, con sus "m arañones”, la esco
ria del Perú. La guerra entre indios y españoles fue cruenta. Los mara
ñones vinieron a ser soldados de nuevas conquistas.^
R ecién en 1567, un capitán, con espada y estandarte, Diego de
Losada, vino a fundar Caracas. Enfrentando indios, 136 pobladores die
ron balbuceante inicio al em plazam iento de Caracas. La provincia de
Venezuela fue un inestable em plazam iento dirigido por el sueño del
D orado que no cristalizó sino en los placeres de perlas y el comercio,
junto con la defensa de los ataques piráticos, ya en el siglo XVII. Con
700 habitantes, Caracas esperaba fines del siglo XVIII para llegar a
20.000, entre los que naciera Simón Bolívar. Com ercio, mar, riquezas
efímeras d e los inicios, esp>eraban otra época para construir su imagen
y sus sueños.
En un escenario definido por esa historia larga, llena de aven
tura y de parajes de misterio, fue la literatura neogranadina tal vez la
m ás im portante de las formas de expresión de una identidad. Al cronis
ta, padre fray Pedro Simón, hay que sum arle obras de m ucha trascen
dencia. Una m ezcla de a ó n ica con novela, elaboración de varios siglos
d e tradición santafereña, es la llamada El C am ero, atribuida a alguien
que se llamó Juan Rodríguez Freyle, posteriorm ente identificado como
un ganadero de las estepas cundiboyacenses. Una real muestra de iden-
" Fabio Puyo, Bogotá, Madrid, Colección de ciudades iberoamericanas, Ed. Mapfre,
1992, p.339.
Emilia Troconis de Veracoechea, Caracas, Madrid, Colección de ciudades iberoameri
canas, Ed. M apfre,I992, p.349.
EL v a l im ie n t o de LAS CIU D A D ES AN D IN A S • 241
Mario Cárdenas, "Demografía del pueblo de Santiago del Cercado", en Revista del Ar
chivo Ceneral de la Nación. 8, (1985), pp.79-110. Paul Charney, "El indio urbano: un
análisis económico y social de la población de Lima en 1613“, en Histórica, XII/1,
(1988), pp.5-33.
EL n;a c i m i e \ t o d e l a s c iu d a d e s A \ D I \ A S • 247
La ciudad barroca
" Guillermo Lohmann Villena, El arte dramático en Lima durante el virreinato, Sevilla, Es
cuela de Estudios Hispano Americanos, 1945.
" César Pacheco Vélez, Memoria y utopía de la vieja Lima, Lima, Universidad del Pacífi
co, 1985,
losé Antonio del Busto, San Martin de Porras, Lima, PUCP, 1992.
EL V \ C IM IE \ T O DE LAS CIL1DADE5 A N D ID A S • 251
Para la época de la prim era parte del siglo XVII tenemos, sin fechar,
otros aspirantes a la santidad, reconocida por el pueblo en su m om en
to. Venerables fueron; Fray Andrés Corso, Fray Juan Góm ez, Juan Se
bastián de la Parra S.J., Diego Martínez S.J., Sierv'os de Dios fueron:
Fray Gonzalo Díaz d e A m arante y P. Juan de Alloza -n u estro cronista
patriota. Amén de otros personajes que w i e r o n en m edio del conjun
to de formas que debían encaminarlos a la santidad, de cuya fam a go
zaron o fueron d otad os por sus adláteres, como el venerable Francisco
del Castillo S.J., alum no de Alloza, adm irador de los ilum inados y asi
duo de la Corte del virrey. Casi venerable también, el herm ano cocine
ro de San Francisco, negro de Guinea que asistió en su co d n a por cua
renta años sin salir ni ver la calle, tan sier\'o de Dios, Francisco D ona
do, fue adm irado p or el piadoso Conde de Lemos, quien lo hizo su
compadre espiritual.
El caso del sastre Nicolás Ayllón revela la p>enetración de las
fornws culturales y religiosas en todos los niveles sociales del m edio
urbano colonial. Su figura siguió el proceso interesado de las au torida
des por ponerlo en la devoción oficial. Desde su m uerte, se inició el
proceso de llevarlo a los altares. Los propios reyes de España insistie
ron ante su em bajador en Roma, Duque de Medinacelli, acerca de la ca
nonización de N icolás d e Dios, de nación indio, en 1689-1690.“ En 1695,
el rey destaca los inform es del arzobispado de Lima, donde el pueblo
lo había com enzado a venerar. En 1690, los agustinos escribieron al rey:
"Cada puntada de su aguja era mortal herida al com ún enemigo" alu
diendo a su oficio, destacando su lucha contra la perdición en el peca
do. Su acción m ás llam ativa fue la fundación de un recogim iento de
doncellas llamado Jesús, María y José. Se destaca la devoción a la vir
gen y que esa d evoción la extendió al pueblo de Lima. También infor
man los franciscanos, los jesuítas, el Cabildo m etropolitano. Los "indios
del cercado" le escriben también al rey al respecto. Todas las corpora-
dor»es tenían una notable familiaridad con los procesos de santifica
ción.
Si estas figuras nos acercan a la práctica popular de las formas
de la piedad cristiana, atadas a un sentimiento barroco que se iba ha
ciendo más teatral y extendido, algunas devociones Rieron todavía más
E
í de 13.000 se desplazaban anualmente de diecisiete p ro v in cias- prem u-
i nidos esos jefes nobles de sus espadas y dagas a usanza esp añola y
j montando corceles de puna, bajo capa orlada de bayetas nativas, d ecla-
1 raban que iban a luchar contra la entraña del cerro, por m ejor servir al
\ rey y a Oios. El principal centro productor de plata del m u n do, red b ía
^ anualmente varias decenas de miles de trabajadores, entre forzados y
; voluntarios. El cerro de la m uerte y de la riqueza, en cu yas faldas se po-
i bló la más abigarrada y rica mudiedum bre de hombres y m ujeres lle
gados de los más diversos confines. Ciudad símbolo: de la riqueza, del
poder, de la muerte, de los intersticios entre el poder de Dios, del rey y
de los Apus. Donde día a día se procesó una sorda lucha por la su per
vivencia, material y cultural, de españoles, mestizos, criollos, indios de
las m ás variadas etnias, portugueses, europeos, judíos... Todos intercam
biaron recuerdos, crearon otros. Más se difundió el qviechua, ruiia simi,
|X)r el intercambio cultural entre los indios en Potosí, de lo que el pro
pio Inca logró imponer en su era de esplendor, varias provincias aym a-
ras del sur andino perdieron su idioma y se "quechuizaron". Los n atu
rales de los reinos provinciales andinos se transform aron en indios en
m ucho por su interacción en Potosí.
Descubierto el "cerro rico" como por fábula, com enzó a explo
tarse en abril de 1545. La ciudad más importante del conjunto andino,
el ”ner\io y m otor del reino", no tuvo Rindación solemne, co m o otros
pueblos que no sobrevivieron o fueron solo un solitario refugio de ca
balleros marginales. Poblada por la fuerza de las circunstancias, "pie
dra sobre piedra y adobe sobre adobe", diría su cronista insigne, Barto
lomé de A rzáns Orzua y Vela, con "calles tan angostas que sólo se les
podía dar nombre de callejones". No tuvo planta urbana por decenios.
Fue durante la administración de Toledo que se pusieron las form as u r
banas básicas: edificios públicos, una ribera por donde pasaba el agua
para los molinos y fundiciones, obra de ingeniería tan im portante co
mo perdurable; desde entonces, indios y "españoles" se separaron en el
espacio, una segregación que en nada reflejaba la confluencia perpetua
de intereses y enfrentamientos entre ellos, pero que graficaba un espí-
rítu altivo de identificación y de pervivencia. Ciudad minera, se diría
en una tipología, f>ero la villa y su cerro eran mucho más.
Arrabales étnicamente diferenciados, parroquias específicas
para cada grupo indio de los cuatro confines. Todas las órdenes religio
sas y parroquias servidas por curas, con bibliotecas de 4.000 volúm enes
254 • H ISTO R IA DE A M ERICA AVDINiA
Mario Chacón Torres, Arte virreinal en Potosí, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano Ame
ricanos, 1973, p.329 II.
EL NIACIVUENTO DE LAS C IU D A D ES A S D IN A S • 255
gente suelta, sin ubicación en el tejido social que se transform aba, los
desajustes económicos y psicológicos que ellos acarreaban en poblados,
caminos y ciudades, tomaron cuerpo en una historia de novela y en un
drama que tuvo todaWa una reedición en la década de los 1660.®
La historia de Potosí de A rzáns de Orzua y Vela nos gu iará por
los confusos callejones de la ya entonces Villa Imperial. C rón ica que
avanza desde 1545 hasta 1736, la de A rzáns es un m onum ento del pen
samiento andino que escapa a lo p oco que aquí vamos a relatar de ella.
Primero conviene ubicar a su autor. Bartolomé A rzáns O rzua y Vela
nació en Potosí en 1676 y vivió 60 años. Decidió escribir su historia ha
cia 1700, había vivido su juventud y aprendido a conocer el m u n d o en
pleno fin del XVII, tenía los ojos del barroco indiano, de Potosí alicaído
y fantástico. Empezó a escribir en 1705. La parte correspondiente a 1657
de la historia fue escrita en 1708. Era un autodidacta, que no inform a
sobre su obra y no quiere darla a la imprenta, aunque escribe pensan
do en sus lectores, en agradarlos con cosas espectaculares que privile
gia; es como su propia realización p erso n al informándose y creando,
sin influencias de los centros culturales, aislado. Era un hom bre del ba
rroco andino, aunque la era b arroca pasara mientras vivía, no en vano
la influencia m ás fuerte de A rzáns es la de Calancha. También influye
en él la literatura picaresca que circula abundantemente en Potosí. Tra
sunta el genio colectivo potosino en toda su obra. Era piadoso y n o le
faltaba un afán moralizante en relación con la vida cotidiana, p o r lo que
desliza juicios frecuentes. Escribe de tal forma que parece com o si no
quisiera terminar la obra, aunque expresa su ansiedad por hacerlo en el
texto; sus historias circulan entre la gente, se hacen parte de la tradi
ción. Tema un compadre espiritual, Pablo Huancani, que había salvado
milagrosamente en la mina por obra d e la Candelaria de San Pedro. Te
nía el autor aprecio y cercanía con los indios. La mujer ocupa un lugar
preferente en su prosa im aginativa, no habla bien de ellas pero son los
personajes más llamativos de su obra; de su mujer, sin em bargo, solo
dice que era buena, se casó con ella cuando tenía 24 años y ella ya 40,
tuvieron solo un hijo. Era m uy aficionado a los toros. O rador en cere-
Bartokxné Arzáns de O su a y Vda, Historia de la Villa Imperial de Potosí, edit. por Cun-
nar Mendoza y Lewis Hanke, 3 vols., Providence, Brown University Press, t965. La obra
que mejof se detiene en las guerras específicamente es la de Alberto Crespo, La guerra
entre vicuñas y vascortgados. Potosí 1622-1625, La 1% 9, p.202. Consultar también
Lewis Hanke (ed). Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la casa de
Austria, Peni, Madrid, Biblioteca de Autores Espaiioles,! 978.
256 • H IS T O R IA DE AM ERICA AN DINA
El sistema colonial
clásico y la nueva
resistencia indígena
VII. La población
del mundo andino
1520-1700
N O BLE D A V ID C O O K
CO N TEN ID O
v i l . LA P O B U C I Ó N DEL M U N D O A N D I N O
1. EL M UN DO ANDINO
2. CAUSAS DEL COLAPSO DEMOGRÁFICO DE LA AMÉRICA ANDINA
3. LA INMIGRACIÓN EUROPEA
4. LA INM IGRACIÓN AFRICANA
5. EL IM P A a O DEL MESTIZAJE
6. LAS M IGRACIONES ANDINAS
7. RESUMEN, 1520-1700
Texto traducido del inglés por Mari-Félik Cuboas, de Pittsburgh, enero de 19%.
i
1. EL MUNDO ANDINO
sarticulada en 1537, más tarde a causa de las guerras d\Tks entre los cx)n-
quistadores, con la batalla de Salinas (1538), el asesinato de Francisco Piza-
rro a manos de los almagristas (1541), la batalla de Chupas (1542), la revuel
ta de los OKomenderos encabezada por Gonzalo Pizarro contra la autori
dad real y las Nuevas Leyes, \Tniendo en rápida sucesión a i los últimos
arios de la década de 1540, las batallas de Anaquito, Huarina, y finalmente
Jaquijahuana. Así pues, los censos, usados para servir como base para el tri
buto exigido por el sistema de la encomienda, no se llev^aron a cabo hasta
después de mediados del siglo XVI, una generación o más después del pri
mer contacto entre los pueblos del mundo andino y los extranjeros del Vie
jo Mundo. No obstante, a pesar de los censos de algunos lugares, los re
cuentos fiables de las poblaciones andinas se demoraron décadas e incluso
siglos (Cocdc, 1982). Los araucanos de una gran sección de Qiile al sur del
río Bío Bío, fueron independientes de los españoles hasta finales del perío
do colonial Los chiriguanos del Q iaco boliviano no fueron censados, va
rias entidades étnicas a lo largo de la "ceja de la selva" oriental en dirección
norte hada Nue^'a Granada, grupos de la cuenca del Atrato y otros de los
mangles de la costa padfica de lo que hoy día es Colombia permanederon
fuera del control efectivo de los europeos.
Para la mayor parte de las áreas de la América andina solo tene
mos cálculos a nivel de distrito o de tribu, pero n o de audienda. En la
secdón de Colombia, Tunja vio disminuida su pobladón de los 232.407
estimados (1537) a 168.440 (1564), a finalmente 44.691 (1636), lo cual su
pone una pérdida total del 81 por dentó en un período de den años (Sán
chez-Albornoz, 1994). Pero esto no iiKluye la mortalidad anterior a 1536,
un período que puede haber presendado la primera epidemia de virue
la y sarampión. En Pamplona, la pobladón se redujo en un 73 por d entó
desde 155^1602 (Colmenares, 1969); en Vélez disminuyó un 56 por d e n
tó desde 1572-1617 (Fajardo, 1969). Ruiz Rivera (1975) estima que el nú
mero de tributarios en los repartimientos reales de Tunja cayó un 69 por
dentó entre 1602-1690; en el mismo período los de Santa Fe de Bogotá ex
perimentaron una reducdón más modesta de un 47 por dentó. Santa Fe
atraía inmigrantes de distritos alejados limitando, de esta manera, la pér
dida de pobladón en los alrededores inmediatos del centro administrati
vo. En la costa del norte del Perú, Burga (19 7 6 :6 3 ) calculó que el total de
la pobladón nativa del valle del jequetepeque pasó de contar 30.260 en
1530 a solo 3.120 en 1609, una pérdida aproxim ada del 90 por dentó. Sin
embargo, algunas secdones del valle experimentaron una pérdida me
264 • H IST O R IA DE AM ERICA ANDINA
nos acelerada que otras. San Pedro de Lloc, por ejemplo, solo pasó de te
ner 17.920 a 2.400 en el m ism o período. Si calculamos solamente el perío
do de 1572-1609, en el que los datos son excelentes, el resultado es una
pérdida del 58.4 por ciento, m uy sinülar a lo que encontró Fajardo para
Vélez, en Colombia (un 56 por ciento de pérdida entre 1572-1617). En el
sur de los Andes, en la Audiencia de Q iarcas, la población de tributarios
en el m om ento del recuento del virrey Toledo, cayó de 91.579 (1573) a
49.971 (1684) cuando fueron censados por el virrey Palata.
La mayoría de las autoridades modernas sugieren actualm en
te que la población nativa del m undo andino en el m om ento del con
tacto inicial era relativamente densa y que ésta cayó vertiginosam ente.
William Denevan (1992), en una síntesis revisada reciente evaluó los
cálculos de las poblaciones aborígenes del Nuevo M undo; su recopila
ción ajustada proporciona una aproxim ación razonablemente cercana a
lo que pueden haber sido las auténticas cifras previas al contacto.
I
It
|i¡ vasores del Viejo Mundo, debido a sus recursos hum anos, agrícolas y
minerales. A grupados y apiñados densamente en estrechos valles, los
pueblos nativos Rieron sometidos rápidamente y víctimas del inminen
te desastre dem ográfico (Burga, 1976). No obstante, en los valles por
encim a de los 3.000 metros de altitud, en el flanco oriental de la cordi
llera, donde la gente tendía a vivir en pequeñas aldeas, con frecuencia
integradas por miembros del mismo ayllu o por un grupo de ayllus, que
oscilaban entre cinco y veinticinco núcleos residenciales, la población
se encontraba dispersa y el contacto entre europeos y andinos era limi
tado. A quí la caída de las poblaciones fue más bien un continuo decli
ve a lo largo de un siglo y medio, que un colapso total e inmediato. En
los valles de m ayor altitud, desde lo que es actualm ente Colombia
avanzando hacia el sur hasta el norte de Argentina y Chile, los pueblos
andinos persistieron, a pesar de la conquista, la explotación colonial y
el azote de las enfermedades foráneas.
alrededor de
1520 \-iruelas
1530-31 viruelas (bubas)
1531-33 sarampión
1531 verruga peruaiu, entre tropas pizarristas
1537 epidemia, Q iibcha
1539 viruelas, tifus de Popayán
1544-48 sam a entre ganado
1546 peste pneumónica o tifus, Perú hasta Colombia
1557-59 viruelas, saram pióa influenza
1559-60 \iruelas, Pamplona
1560-61 peste en Potosí
1562 viruelas en Cuenca
1566 viruelas en Almaguer
1582 viruelas (?) en Cuenca
1585-91 viruelas, sarampión, paperas, empezando en Cuzco;
tifus empezando en Cartagena
1589 influenza en Potosí
1597 sarampión y "dolores del costado" en Lima
1604 epidemia en Quito
1606 sarampión, viruelas, Perú; difteria, garrotiilo, Q uito
1609 epidemia en Ecuador
1611-12 sarampión y tifus en Quito, escarlatina
1612 escarlatina con sarampión y tifus, Quito y Cuzco
1614 tifus y difteria en Quito
274 • H IS T O R IA DE AM ERICA ANiDINA
3. LA IN M IG RACIÓ N EUROPEA
4. u IN M IG RA CIÓ N AFRICANA
REGIÓN TOTAL
Senegambia y Guinea-Bissau
Bran 849
Biafra 594
Bañol 316 .
Mandinga 284
Folupo 237
Bioho 180
Jolofo 128
Nalu 103
Otras 217
Total regional 2.908
Otras de África Occidental
Zape 214
Terranova 143
Otras 278
Total regional 635
África Central-Meridional
Angola 1.355
Congo 267
Otras 113
Total regional 1.735
TOTAL 5.278
Lám ira 27, Origen tk los esclavos africanos traídos a Perú, 1560-1650.
i
Provincia Población total Indios % de indios
i
i Lima cercado 61910 9.744 16
• Qiancay 13.945 7.510 54
}i lea 20.576 6.607 32
l
Cañete 11616 7.025 56
7. RESUMEN, 1 5 2 0 -1 7 0 0
‘ Cf. )ohn Lynch, LosAustrias (1598-1700), Barcelona, 1992, cap. 1. Véase también l>i.A.
Thompson y Bartolomé Vun Casalílla (eds.l, The Castilian Crisis o í the Seventeenth Cen-
lury: New Perspeaives on the Economic and Social History o( Seventeenth-Century
Spain, Cambridge, 1994, especialmente el artículo de Angel García Sanz, "Castile 1580-
1630: Economic Crisis and the Poiicy of Retorm'', pp.l 3-31.
' Cf. Enrique Llopis Agelán, “Castilian Agriculture in the Seventeenth Century: Depres-
sion, or 'Readjustment and Adap«ationT, Ignacio Atienza Hemíndez, 'Refeudalization'
in Castile during the Seventeenth Century: a Cliché?" y Bartolomé Yun Casalilla, T h e
Castilian Aristocracy in the Seventeenth Century: Crisis, Refeudalization, or Political Ot-
fensiver, en Thompson y Casalilla (ed.), The Castilian Crisis..., cap. 4 ,1 2 y 13, respec
tivamente.
‘ Véase Modesto Ulloa. La haciertda real de Castilla en el reinado de Felipe II. Madrid,
1986, pp. 687 y ss. La literatura sobre los efectos de los tesoros americanos en la eco
nomía española y europea, en general, es vasta. Cf. Earl Hamilton, El tesoro americano
Y la revolución de k x precios en España, 1502-1650, Barcelona, 1975; Fierre Vilar, Cre
cimiento Y desarrollo, Barcelona, 1974: Michele Morineau, IncroYables gazettes et la-
294 • H IS T O R IA DE A M ERICA ANDINA
2. EL M O D ELO TRADICIONAL
buleux métaux: les retours des trésors américains d'apres les gazettes hollandaises
(16eme-18eme siecles), Londres-París,1985. Véase también Immanuel Wallerstein, El
moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía mun
do europea en el siglo XVI, 1600-1750, Madrid, 1979.
LA ' c r i s i s d e l s ig l o X X '!!' ENJ LA REGIÓN! A \ D I \ A • 295
y 1630, y fue seguido por una caída espectacular de las rem esas am eri
canas de tal m odo que, hacia 1650, las exportaciones fueron sim ilares a
las del período pre-toledano. Del mismo m odo, las cifras d e C haunu
sobre m ovim iento comercial arrojaron que, luego de un continuo creci
miento en el período de 1579-1592, se pasó a un estan cam iento entre
1593-1622, para hundirse luego de 1 6 5 0 / De acuerdo a estas cifras, el
virreinato del Perú logró mantener, mejor que M éxico, sus exp o rtacio
nes y su flujo comercial, tanto en términos porcentuales com o en cifras
absolutas; sin embargo, igualmente cayó.
_____
■n" E sgUMsasssMS&sss l
.WTa.BSsSilüüSSgSSSESSEiSIII
Véase E. Hamilton, El tesoro americano . . . , pp. 45-48; Fierre y Huguetle Chaunu, Sevi-
lle et L'Atlantique. 1504-1650, 8 vol. París, 1955-1959 y Sevilla y América, siglos XV I y
XW;, Sevilla, 1983, pág. 322.
296 • H IST O R IA DE A M ERICA ANDINA
Ruggiero Romano, "Tra XVI e XVII secolo. Una crisa económica: 1619-1622“, en Rivis-
ta Stohca Italiana, vol. LXXIV (1962), parte III; y ■Encoré la crise de 1619-1622“, Anna-
les E.C.S., N o .l (1964). En Coyunturas opuestas... pág. 26, ei autor reconoce que expre
só "con demasiada facilidad...que la crisis europea se había transmitido con rapidez al
continente americano".
Véase por ejemplo Marie Helmer, "Le Callao, 1615-1618", en ¡arbuch für Ceschichte
van Staat, Wirtschañ, und Ceselischañ Lateinamerikas, 4 (1965): 399-409; Carmen Bán-
cora "Las remesas de metales preciosos desde el Callao a España en la primera mitad
del siglo XVII", Revista de Indias, XIX/ 75 (1959): 35-88.
Cf. por ejemplo Stanley y Barbara Stein, La herencia colonial de América Latina, Méxi
co, 1974, pág. 33 y pássim: cf. Alberto Flores Calindo, Aristocracia y plebe. Lima, 1760-
1830, Lima, 1984, pp. 54 y 72, para quien la economía peruana solo se reestructuró en
el siglo XVIII, "después de la prolongada depresión que recorrió casi todo el siglo XVH".
LA ‘ C R IS IS DEL SIGLO X V l T E \ LA R EG IÓ S’ A V D I^ A • 297
W. Borah, New ^ i n ' s Century o f Depression, Berkeley, 1951. F. Chevalier, Land and
Society in Colonial México, Berkeley, 1966. Excelentes balances se pueden encontrar
en Magnus Momer, "la hacienda hispanoamericana: examen de las investigaciones y
debates recientes*, en Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina, Méxi
co, 1975; D. Brading, Haciendas and Ranchos in the M exican Bajio: León, 1700-1860,
Cambridge, 1978, especialmente la Introducción; (osé Cuello, "El mito de la hacienda
colonial en el none de México", en A. Ouwened y C. Torales Pacheco (comps.), E xp ré
sanos, indios y estado. Perfil de la economía mexicana (siglo XVIII), Amsterdam, 1988.
Cf. NoWe David Cook, "la población indígena en el Perú colonial", en Anuario del !r\s-
tituto de Investigaciones Históricas 8 (J965):73-110: T h e Indian Population of Perú,
1570-1620", PhD dissertation, University of Texas, 1973; y [Denmgraphic Coliapse. In-
dian Perv, 1520-1620, Cambridge, 1981. Nicolás Sánchez Albornoz, La población de
América Latina, Madrid, 1973. Al hablar sobre la esolución de las ciudades, Sánchez
Albornoz atlrmaba que "el repliegue económico producido de 1620 en adelante, en vez
de provocar el desbande, en general ...favoreció [a las ciudades). Como las aaividades
agropecuarias y mineras habían dejado de ofrecer buenas perspectivas económicas,
muciws prefirieron las rentas y los empleos seguros que brindaba la administración...El
fenómerx) reproduce, a este lado del Atlántico, lo que a sazón experimentó Europa, vic
tima de crisis semejante. En lugar de desaparecer, los centros que florecieron por impul
so de la prosperidad del sigb XVI se consolidaron" (pp. 106-107).
298 • H IST O R IA DE A M ERICA ANDINA
Véase Guillermo Lohmann Villena, Las minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII,
Madrid, 1949. Las cifras de Lamberto Sierra, oficial real de fines del XVIII, fueron usa
das hasta que Peter BakeweII elaboró una serie construida meticulosamente a partir de
la documentación del Archivo de la Casa de la Moneda de Potosí y el Archivo General
de Indias; cf. Burzio (ed ), Maniñesto de la plata extraída d el ceno de Potosí (1556-
1800), Buenos Aires, 1971 y M . Moreyra Paz Soldán,‘ En torno a dos valiosos documen
tos sobre Potosí", en La moneda colonial en el Perú, Lima, 1980, pp. 229 y ss.; y P. Ba-
kewell, “Registered Silver Produaion in the Potosí District, 1550-1735”, Jahrtiuch für
Ceschichte von Staat, Wirtschañ und Ceselischañ Lateinamerikas, 12 (1975): 67-103.
Véase Burga, “La sociedad colonial (1580-1780)", en Nueva historia general del Perú,
Lima, 1979, pp.70 a 80; y De la encomienda a la hacienda capitalista. El valle de le-
quetepeque del siglo XVI al XX, Lima, 1976, pp. 80, 101-102 y pássim. En este último
trabajo, sin embargo, el autor pone más énfasis en la caída demográfica que en la cri
sis minera. Una discusión sobre el problema del "feudalismo-capitalismo" en América
se encuentra en Assadourian (et. al). Modos de producción en América Latina, Buenos
Aires, 1974. Rara un análisis sobre la particularidad del "feudalismo" andino cf. ftbio
Macera, "Feudalismo colonial americano: el caso de las haciendas peruanas" en Traba
jos de Historia, Lima, 1977, 3: 139-227. Interpretaciones extremas del "carácter feudal"
de la economía colonial se pueden encontrar en Marcello Carmagnani, Formación y cri
sis de un sistema feudal, México, 1976; R. Romano, Consideraciones, Lima, 1992, es
pecialmente cap. I y I I ;). Tord y C. Lazo, Hacienda, comercio, fiscalidad y luchas socia
les, Lima, 1981.
LA ‘ c r i s i s d e l s ig l o X V I i ' EN LA REGIÓS; A \D IN ;A • 299
i 3. LA AUTONOMÍA AMERICANA
Cí. Cuillenno Lohmann Villena, *6anca y crédito en la América española. Notas sobre
hipótesis de trabajo y fuentes informativas*, en Historia, Santiago de Chile, 8(1969):289-
307. Véase tannbién Brian R. Hamnett, “Church Weaith in Perú: Estates and Loans in the
Archidiocese of Lima in the Seventeenth Century", Jarbuch für Cesdiichte von Staat
W n sch íft und Ceselischañ Lateinamerikas, 10 (1973):113-132, y P. Macera, Traba
jos..., 2:139-213. Este últirr» examina la postura de la Iglesia frente a las actividades
económicas en e) siglo XVIII. Cf. tarriién el reciente trabajo de Alfonso Quiroz, Deu
das olvidadas: instrumentos de crédito en la economía colonial peruana, 1750-1820,
Lima, 1993, quien afirma que el crédito eclesiástico, dominante hasta 1750, tenia co
mo finalidad compensar la escasez estructural de moneda.
Véase )ohn Lynch, Los Austrias..., y Bourbon Spain, 1700-1808, Oxford, 1989; loseph
Fontana, "Auge y decadencia de la economía del Imperio español en los siglos XVII y
XVIII: una propuesta interpfetativa", en Revista Ecuatoriana de Historia Económica, 3
(19881:83-109; Herbert Klein, Las finanzas americanas del imperio español, México,
199-4; )ohn Tepaske, “The Fiscal Structure of Upper Perú and the Financing « Empire*,
3 0 0 • H ISTO R IA DE AM ERICA ANDINA
en K. Spalding (ed.), Essays in the Political, Economic and Social History o f Colonial La
tín America, Delaware, 1982, pp.69-94; Peter Bakewell, Miners o f the Red Mountain,
New México, 1984. ftra el debate en torno a la crisis americana véase). Tepaske y H.
Klein, 'The Seventeenth-Century Crisis in New Spain: Myth of Reallty?, Past and Present,
90 (1981):116-135; Henry Kamen y otros, 'Debate. The Seventeenth Century Crisis in
New Spain", en Píst and Present, 97 (1982):!44-161; )onathan Israel, 'M éxico y la cri
sis general del siglo XVII", en Enrique Florescano (comp.). Ensayos sobre el desarrollo
económico de M éxico y América Latina, 1500-1975, México, 1979: pp.128-153; Im-
manuel Wallerstein, El moderno sistema mundial II. El mercantilismo y la consolidación
de la economía-mundo europea, 1600-1750, Madrid, 1984, pp.203 y ss.
LA 'C R IS IS DEL SIGLO X V l T E \ LA REGIÓN' A \D IS :A • 301
MS !•«) tWS tfciO I tM£ Maá W O ItTS Ito >«e 1 M UA 1 ^ 1^0 171$
Ct. jeffrey Colé, The Potosí Mita, 1573-1'OO. Compulsory Indiin Labor in the Andes, Ca
lifornia, 1985. pp. 44-45, 148-149; J. Lynch, Los Austrias..., pp. 295 y ss.; Enrique Tan-
deter. Coacción y mercado. La minería de plata en el Potosí colonial, 1692-1826, Cus
co, 1992, pág. 24. Véase también Luis Miguel Clave, "El virreinato peruano y la llama
da 'crisis general' del siglo XVII", en Trajinantes. Caminos indígenas en la sociedad co
lonial, siglos XVI/XVII, Lima, 1989, pp. 179-230.
302 • H ISTO R IA DE AM ERICA ANDIN!A
'• Cf. Peter Bakewell, "Registered silver,..", en Miners o f the Red Mountain..., cap.1 y 6;
“Mining in Colonial Spanish America", The Cambridge History o f Latín America, Colo
nial Latin America, 11:110-151; “Los deterníiinantes de la producción minera en Charcas
y Nueva España en el siglo XVll", en HISLA, VIII (1986):3-9; y Plata y empresa en el Po
tosí del siglo XVll. La vida y época de Antonio López de Quiroga, Pontevedra, 1988.
LA 'C R IS IS DEL SIG LO X V I l ' EN LA REGIÓN! ANJDINJA • 503
P. Bakewell, "Registered silver...", pp.83-84; David Brading y Harry Cross, "Colonial Sil-
ver Mining: México and Perú", en Hispanic American Historical Review, Lll (1972):
545-579.
B.H. Slicher van Bath, Real hacienda y economía en Hispanoamérica, 1541-1820, Am s-.
terdam, 1989, p .l2 4 .
3 04 • H IS T O R IA DE AM ERICA ANDIMA
Cí. R. Romano, Coyunturas opuestas..., pp.41-53. Según los datos de Rosenblatt, la po
blación blanca del Alto Perú pasó de 25.000 almas en 1570 a 70.000 en 1650: en Li
ma subtó de 10.000 a 15.000; cf. La población indígena y el mestizaje en Am érica, Bue
nos Aires, 1954,1:59-145. En Chile hubo un aumento similar de la población europea.
Cí. Nicolás SárKhez Albornoz, "Mano de obra indígena en los Ancles coloniales", en Re
vista (cuatoriana de Historia Económica, 3 (1988): 6 7 -S l; y “The Population ot Colonial
Spanish America", en The Cambridge History o í Latín America. Colonial Latin America,
Cambridge, 1984, 11:3-35; N.D. Cook, Demographic Collapse..., 119 y ss.; R.B. Tyrer,
Historia demográfica y económica de la Audiencia de Quito. Población indígena e in
dustria textil, >600-1300. Quilo, 1988, cap. 1.
Cí. Sánchez Albornoz, "Mano de obra indígena...", pp. 70 y ss. Véase también Indios y
tributos en el Alto Perú, Lima, 1978, pp.19-34.
306 • H IST O R IA DE A M ER IC A ANDINA
Cf. Lynch, io s Austrías..., 11:286; Magnus Morner, “The Rural Economy and Society of
Colonial Spanish South America", en The Cambridge History o f Latín America, Colonial
Latin America, II, pág. 192 y pássim. Cf. También Robert Keith, Conquest and Agrarian
Change: The Emergence o f the Hacienda System on the Peruvian Coast, Cambridge,
1976; Susan Ramírez, Pátriarcas provinciales. La tenencia de la tierra y la economía del
poder en el Perú colonial, Madrid, 1991, especialmente cap. 5.; y C.S. Assadourian, El
s/stema..., pp. 141 y ss.
Véase S. Ramírez, Patriarcas provinciales..., p p .l7 7 y ss.
Cf. Sergio Villalobos (et. al.). Historia de Chile, pp. 157 y ss.; y A. Flores Galindo, Aris
tocracia y..., pp.21 y ss; y S. Ramírez, Patriarcas provinciales..., p.231, n .l.
Para un análisis de la producción jesuíta de vino y azúcar cf. Nicholas Cushner, Lords
o f the Land. Sugar, Wine and ¡esuit Estates of Coastal Perú, 1600-1767, New York, 1980,
pp. 28-29. Arequipa, gran productora de vinos en el XVI, sucumbió frente a la compe
tencia de lea en el siglo XVII, cf. Keith Davies, T h e Rural Domain of the city of Arequi
pa, 1540-1665" (PhD dissertation, University of Connecticut, 1974); y Kendall Brown,
Bourbons and Brandy. Imperial Reform in Eighteenth-Century Arequipa (Albuquerque,
1986, pp.40 y ss.
Véase Zacarías Moutoukias, Contrabando y control colonial en el sigh XVII, Buenos Aires, 1988,
pp. 50 y ss. cuyas conclusiones cuestionan las de C. S. Assadourian, El sistema de la..., pp.18-55.
LA ‘ C R IS IS DEL SIGLO X V l T Es: LA R EG IÓ N A \ D K A • 307
” Cf. Tyrer, Historia demográñci y económica..., pp.l 44-146. Véase también Rocío Rue
da Novoa, El obraje de San Joseph de fíeguchi. Quito, 1988. Según Jamara Estupiñán,
la economía quiteña se vinculó al Peni y Bogotá recién durante el siglo XVII. En el si
glo precedente, el espacio quitefto habría tenido cierta ’ autosut'iciencia" que se demos
traría por la articulación directa de la producción minera de Zaruma con el mercaclo in
ternacional, “Observaciones sobre el movimiento de los precios en el mercado legal
quiteño, 1566-1663" (manuscrito inédito), pp.lO y ss.
“ Véase, Miriam Salas, "Crisis en desfase en el centro- sur-este del virreinato peruano: mi
nería y manufactura textil*, en H. Bonilla (comp.), Las crisis económicas en la historia
del Peni, Lima, 1986, p .l48 .
“ Véase Romano, Coyunturas..., pp. 87-88; y A.C. van Oss, ’ Architectural Monuments in
Perú* (manuscrito), citado en Slicher van Bath, Real hacienda..., pp.3-4, 142.
* Véase Lawrence A. Clavton, Cauikers and Carpenters in a S e w World: The Sbipyards o í
Colonial Guayaquil, Ohio, 1980, p p .l41 y ss.
*' Cf. L. Claylon, "Trade and Navigation in the Seventeenth-Century Viceroyalty ot Perú",
Icmmal o f Latin American Studies, 7(1975): 1-21; y T h e Maritime Trade ot Perú in the
Seventeenth Century*, en The Mariner's Mirror, 72(1986): 159-177.
“ Cf. Lynch, Los Austrias..., 11:301-303; María Encarnación Rodríguez Vicente, El tribunal
del Consulado de Lima, Madrid, 1963, pp.244-252.
308 • H IST O R IA DE AM ERICA ANDINA
fras de acuñación de las cecas de Lima y Potosí indican que desde 1626
a 1700 la producción de monedas acufiadas fue aum entando en el
transcurso del siglo, con cantidades que van desde 1 a 5 millones de pe
sos en la prim era mitad del siglo, a montos que oscilan entre los 2 y los
9 millones entre 1650 y 1700.* Asimismo, en la prim era mitad del siglo
XVII surgió el fenómeno bancario. Sin duda, la Iglesia y las diversas de
pendencias religiosas estuvieron envueltas en operaciones crediticias
(tanto a nivel privado como institucional) y esto fue lo que llevó a m u
chos historiadores a decir que constituyeron el "banco" del período co
lonial. Sin em bargo, tal com o afirma Bauer, esta aseveración resulta
exag erad a," y mientras no se examine con detenimiento la naturaleza y
proporción de los diferentes censos no se podrá saber con exactitud
cuál fue el rol crediticio jugado por la Iglesia. Sabemos que las órdenes
femeninas limeñas sí tuvieron un papel im portante en el habilitamien-
to de capitales, colocando préstam os "frescos" por medio de arreglos
directos, o a través de censos situados sobre propiedades urbanas y ru
rales. Los beneficiados fueron miembros de la élite limeña, desde fun
cionarios reales hasta hacendados y clérigos.*' Pero el a é d ito eclesiásti
co era m uy selectivo. Si los grandes terratenientes ¡xxiían encontrar rá
pidam ente en las arcas eclesiásticas el dinero para cubrir sus necesida
des, no sucedía lo mismo con los otros sectores de la sociedad. Los m i
neros, m ercaderes, dueños de recuas, navieros y corregidores no po
dían esperar el lento trám ite que suponía un préstam o de la Iglesia y,
en la m ayoría de los casos, no eran ni siquiera aptos para conseguirlo.
Sin duda, siem pre existieron redes crediticias distintas a las religiosas
para satisfacer a aquellos sectores con fuertes e inmediatas demandas
Véase Carlos Lazo García, Economía colonial y régimen monetario. Peni: siglos XVI-
XIX, Lima, 1992,11:343. Aquí suponemos que las cifras incluyen la acuñación de "mo
neda mayor* o barras de plata. En caso contrario, habría que hacer un examen más de
tenido, puesto que el incremento de la amonedación de pesos de a ocho en la segun
da mitad del siglo obedeció a un bando dictado por el duque de la Palata para evitar el
tráfico ilegal de la plata en barras. No obstante, existen múltiples evidencias de que la
exportación de barras continuó siendo muy importante hasta las primeras décadas del
XVIll.
Según Bauer, el problema básico ha sido confundir la naturaleza de las cargas en favor
de la Iglesia, pensando que en el origen de todas estas cargas había un préstamo con
interés lo cual, obviamente, no es correcto. Cf. "La Iglesia en la economía de América
Latina, siglos XVI al XIX", en Bauer (comp.). La Iglesia en la economía de América Lati
na, siglos XVI al XIX, México, 1986, pp.l 3-57,
Véase Margarita Suárez, "El poder de los velos: monasterios y finanzas en Lima, siglo
XVH", en P. Portocarrero, Estrategias de desarrollo: intentando cambiar la vida, Lima,
1993, pp, 165-174.
LA ‘ c r i s i s d e l s ig l o X V l l ' EN LA REGIÓN! AM D IN A • 309
" Cf. M. Suárez, “Banca y crédito en Lima, siglo XVlI", ponencia presentada en el / Co/o-
quk) de Historii de Lim¿, Lima, 1994; véase también "Crédito eclesiástico y crédito
mercantil: apuntes para un debate sobre los mecanismos financieros en el Perú colo
nial’ , Historia y Cultura, 22(19931:257-263; •Morwpolio, comercio directo y fraude: la
élite mercantil de Lima en la primera mitad del siglo XVIP, en Rev/sü Andina, 11 (1993);
494 y Comercio y fraude en el Peni colonial. Las estrategias mercantiles de un banque
ro, Lima, 1995, p. 39.
*’ Conocer la evolución de los precios y salarios sería otra herramienta útil. Sin embargo, toda
vía no hay series elaboradas que nos permitan usar precios reales en lugar de precios corrien
tes, salvo algurxK datos dispersos que han sido interpretados de diferentes maneras. Cf. Her-
bert Klein y Stanley Engerman, "Methods and Meanings in Price History", en Lyman Johnson
y Enrique Tandeter ícomp.), Crcwé) and Irrtegntion in the Atlantic Trade: Essays on ihe Pnce
History o f Eighteenth-Century Latin America. Albuquerque, 1990, pp.9-20. Un análisis con
los datos disponibles para el siglo XVII, que señalarían un crecimiento de la ecorKxnía, se pue
de encontrar en R. Romano, Coyunturas..., pp.l03 y ss.
310 • H IS T O R IA DE AM ERICA A \D IN A
SALIDA DE BARCOS
Salidas de Francia (al Peni)
Salidas de España b toda Amérícal
F Flotas
4. CONCLUSIONES
r
* la mañana, monedas que valían 25 por ciento menos, y que d urante va-
> rios años las piezas amonedadas fueran vistas con desconfianza. La
j arremetida de los piratas y los terrem otos ocasionaron daños im previs-
! tos, económicos y psicológicos. Y los seculares problemas m ineros, fi-
I nalmente, redujeron la producción. La región andina había sido, duran-
I te los siglos XVI y XVII, el foco am ericano más activo. Pero a fines del
XVn y principios del XVIII la minería andina entró en crisis y, si bien
logró recuperarse en la segunda mitad del X V m , su papel d entro de la
economía imperial será de segundo orden, m uy por debajo de aquel ju
gado por México. La historia de este traslado está aún por escribirse,
como también aquella que nos explique de qué m anera una m inería en
crisis pudo tener com o contrapartida semejantes exportaciones de m e
tales.
Pero estas obser\’aciones no contradicen el planteam iento ori
ginal de que durante el siglo XVII se produjo un proceso de autonom ía
de la economía andina y una crisis en la capacidad m etropolitana de
controlar a sus colonias. Más aún, la autonom ía am ericana fue m ás allá
del plano económico. En el siglo XVII los sectores nativos de la pobla
ción española fueron adquiriendo un poder que, en la práctica, la s a u
toridades no pudieron obviar. Ya sea f>or enlaces m atrim oniales o p»or
vínculos económicos, los funcionarios reales entretejieron redes de in
tereses comunes con los sectores nativos. Asimismo, la política im perial
de vender títulos y cargos públicos para cubrir las emergencias del era
rio abrieron a los criollos las puertas para el acceso directo a la tom a de
decisiones. Finalmente, es evidente que la más alta esfera de gobierno
tuvo que pactar con la élite local para evitar una ruptura del equilibrio
pob'tico. La reforma del pacto colonial en el siglo XVII fue, pues, el re
sultado de la autonom ía americana y de la presión de un grupo de crio
llos que hasta observaban los cielos para explicar cómo el clima y las es
trellas australes harían de sus habitantes personas notables y virtuosas.
IX. Noblezas indígenas
y actitudes anticoloniales
A U N U EL BURGA
C O N TEN ID O
' David, Brading, Orbe indiano de k monarquíi citó tici a la república criolla. U 9 2-
1867, México, FCE, 1991, p.373.
3 2 2 • H I S T O R I A DE A M E R I C A A S I D I N A
ba sin ien d o como vitales intermediarios entre las masas del cam p o y el
régimen colonial.^
^ Desde el último cuarto del siglo XVI hasta el último del XVII, el tone-
I laje de los buques que harían la carrera entre España e Indias bajó aproxi-
r madamente en un y en el último período citado el com ercio había pa-
J sado virtualmente a manos de extranjeros, que suministraban "las 5 /6 par-
^ tes de los cargamentos de las flotas de altura" (...) La construcción de bu-
i ques cesó virtualmente en España, pese a los intentos de Felipe IV y de
I Carlos II para estim ular la restauración de la marina.’
!
Este autor agrega otros signos im portantes de esta crisis: des-
i censo de la ganadería, despoblación rural, creciente dependencia de
í los m ercados extranjeros y la despoblación urbana. En este m ism o si
t glo XVll, entre los años 1600 y 1675 aproxim adam ente, según José A n
tonio M aravall predom inó el b arroco y los elem entos esenciales de es-
te siglo fueron -seg ú n el m ism o M arav all- los siguientes: el catolicis-
! mo tridentino, el m onarquism o civil, el absolutism o pontificio y la en-
Ahora bien; la manera que se juzgaba conx) más eficaz en todas partes de
afianzar definitivamente ese orden de la sociedad era atribuir a la sangre las
determinaciones estamentales. Toda Europa se apoya entonces en ese principio
que en nuestro barroco se enuncia una y otra vez como principio constitutivo
del orden social. A través de la sangre actüa la naturaleza y, por detrás de ésta.
Dios. Las sociedades jerarquizadas de Europa barroca se apoyan en esta escala."
losé Antonio Maravall, Li cultura del barroco. Análisis de una estructura histórica, Ariel,
1986, p.55.
Maravall, La cultura 1986..., p.128.
Maravall, La cultura 1986..., p.282.
SO B LEZA S IV D ÍG EV AS Y A C T IT U D ES A M T IC O L O M A L E 5 • 325
racismo oiianf la lettre para expulsar a la gente radalm ente d iferente. To
das las sociedades aristocráticas del mundo, incluidas las del m undo
andino prehispánico, se apoyaron en un principio similar, p a ra evitar el
ascenso o descenso de los miembros que conformaban los d iferentes es
tamentos de sus rígidas estructuras sociales.
Ahora sabemos, por otro lado, que la decadencia q u e afectó a
España en este siglo no la podem os ni debemos trasladar ni al resto de
Europa ni al N uevo M undo americano. Además, las aristocracias, por
todas partes, ingresaban ya a su época crepuscular. Contrariamente, en
la economía de los Países Bajos, mientras se p ro d u cá la d esco m p o si
ción del m undo hispano, sobre todo durante los gobiernos de Felipe III
(1598-1621) y Felipe IV (162M 665), podemos observar un g ran d esarro
llo naviero y m ercantil de H olanda que se lanza, en com p eten cia con
Inglaterra y Francia, a la conquista de los mercados del N u ev o M undo
a través del contrabando y del comercio ilícito.’ En consecuencia, pode
mos decir que, de m anera general, se observa una recom posición de las
economías europeas; m ientras unas caminan hacia la m odernidad capi
talista (a través del com ercio a distancia y la industria), o tras se que
dan atrapadas -co m o la esp añola- en el tradicional m ercantilism o y en
sus viejas estructuras terratenientes de carácter medieval.
¿Qué sucede realmente en los territorios am ericanos y, en par-
hcular, en los andinos, durante este siglo XVII? ¿La crisis, o el barroco,
o las mentalidades o el tipo de sociedad de la época, se pueden trans
ferir tan fácil o m ecánicam ente a otros territorios y a otras realidades?
Nuestra prim era respuesta es que no conocemos bien lo que sucedía a
nivel de las actividades económ icas y mercantiles. M udios opinan hoy
que la crisis no pudo ser inducida, sino que m ás bien las dificultades
españolas dejaron el terreno libre al comercio de contrabando practica
do por holandeses, franceses e ingleses. Lo que, de alguna m anera, pro
baría -p o r la capacidad de com prar y vender- la vitalidad de las eco
nomías am ericanas. En segundo lugar, tam poco se puede transferir
una cultura y las m entalidades de una época, pero tampoco podem os
olvidar que los territorios andinos estaban bajo la normatividad legal
que provenía d e España y, en este caso, tenemos que situam os en una
sociedad jurídicam ente organizada desde la normatividad m etropolita
na; muchas instituciones com o el vinreynato, la audiencia, el corregi-
Mark Burkholder y A.S. Chandler, De la impotencia a la autoridad, México, FCE, 1984, p.30
Ibidem.
N O B L E Z A S 1N;DÍGEn;/\S Y A C T IT U D E S A N J T IC O L O M A L E S • 327
Yoset Hayim Yerusshaimi, De la cour d ' fspagne au gftefío itjiien. Isaac Cardoso et le
marranismeau XVII sísele, PSris, Fayard, 1987.
328 • H IS T O R U DE AM ERICA ANDINA
La tradición
oral familiar y local
constituyó una de
las principales fuen
tes de información:
esto lo convierte en
una auténtica voz
collagua.
El tercer ele
mento q u e q u i s i é
r a m o s destacar, su
crítica a H uáscar,
nos parece de gran
im portancia para re
conocer su autentici
dad y singularidad
collagua. Lo acusa
de bastardía; luego,
Lámina 38, Cosmología de Santacruz Pachacuti. en un tono m ás acu-
Juan de Santacruz F^chacuti Yanqui, "Relación de las antigüedades desde reyno del Perú",
en Tres relaciones de antigüedades peruanas, Madrid, 1879, p.232.
Santacruz, "Relación...', p.238.
W B L E Z A S 1 \D ÍG E\A S Y A C TITU D ES A S T IC O L O M A L E S • 555
* Raúl ftxras Bafrenechea, El cronisti indio Huaman fbma de Aya/a, Lima, 1948, pp. 10-12.
334 • H IS T O R IA DE AM ERICA ANDINA
Felipe Guarnan Poraa de Ayala, El primer nueva corónicj y buen gobierno, México, tomo
III, Ed. Siglo XXI, 1980, p.lO IS.
s:C B LE2A S 1 \D ÍG £ \A S Y A C T IT U D E S A S ;T IC 0 L 0 M A L E S * 535
en dos partes. La prim era, la historia de los incas desde la cre a d ó n bí
blica hasta el reino de HuajTia Capac, y la segunda desde la llegada de
los españoles hasta el fin de las G uerras Civiles. La segunda parte, Bven
g ov ierw , 741 páginas, donde escribe com o testigo presencial, es la na
rración de los acontecim ientos de la vida cotidiana y donde inserta su
crítica y propuesta de un reordenamiento pob'tico y ad m inistrativo del
gobierno colonial. En m uchos pasajes, el autor declara haber g astad o 30
años en esta obra: "¿Que cristiano hara esto, dexar hijos y h azienda, va
lor de ve)Tite mil, y desnudarse, meterse con los pobres treynta años. ”
De acuerdo a su relato, donde alternan indudablem ente ficción y reali
dad, Guarnan Pom a dejó su pueblo a la edad de 50 años y luego regre
sa a los 80 para encontrar a sus hijos en la miseria, desnudos de bienes
materiales y el gobierno étnico en manos de caciques bastardos. Él se
fue al mundo, com o buen cristiano, para conocer la condición de sus
hermanos, para ser\nr al rey, como ftw uentem ente h arían los nobles in
dígenas de la época. ¿Y qué encontró a su regreso?;
Esta N ueva Coránica y Bven govierno transmite las tres voces del
autor. La prim era, la voz íntima de su propio sufrimiento, de sus an
gustias, de sus delirios, por lo que su supuesto linaje había perdido y
^ podía pretender recuperar a
través del diálogo con el rey.
La segunda voz, que recogía la
tradición oral ayacuchana, co
rresponde a aquella que expre
sa los intereses, los sentimien
tos y los puntos de vista de las
noblezas locales sometidas por
los incas. Pero la tercera voz
que transmite Guam an Poma,
que aparece furtivamente y con
una cierta timidez, corresponde
probablemente a la versión de
las noblezas cusqueñas, des
cendientes directas de los in
cas. Esta voz, que se entrem ez
cla con las anteriores hasta te
jer una peculiar tram a, la en
contram os cuando el ao n ista
elogia la organización inca, re
conoce la sabiduría de sus go
Lámina 39, Guaman Poma de Ayala frente
bernantes y adm inistradores y,
al monarca español.
sobre todo, cu and o expresa
una sensación de vacío por la desaparición del Inca. Tenemos que leer
esta CTÓiüca tratando de reconocer estas tres voces en su simultaneidad
y paralelismo: la prim era com o autobiografía aneglada para decorar
los m éritos de un linaje, la segunda com o recolección de la tradición
oral chinchaysuyo, que fomenta un regreso hacia la idílica edad Auca
Runa y, finalmente, la tercera, la voz cusqueña com o un relato que co
mienza a m itificar el gobierno de los incas. La tradición oral, recogida
por G uam an Pom a, tiene ya los ingredientes fundamentales para una
utopía andina más globalizante y m oderna: rechazo a lo español, idea
lización de la historia pasada, orgullo de la identidad india y propues
ta de una restitución de ese orden perdido o suprimido.
MOBLEZAS I\DÍGEN:A5 V A C T IT U D ES A N ITIC O LO M A LES • 337
1600-1620
jen en las galeras. Casi todas las provdndas del extenso arzobispado d e L i
ma fueron visitadas por jesuitas en la mayoría de los casos. E ste prim er
período adquiere un gran dinamismo entre los años 1610 y 1619 y las ci
fras que nos han quedado son impresionantes: 20.893 acusados de idola
tría y luego absueltos; 1.618 sacerdotes castigados; 1.779 ídolos principa
les destruidos; 7.288 conopas y 1.365 rmllcfuis (momias) quem ados.
1645-1680
1720-1730
del A lférez R eal realizadas cada año entre 1721 y 1820 y la información
es sorprendentem ente rica y novedosa. Estas á o c e casas reales yngas se
ordenaban aparentem ente de acuerdo a su antigüedad:
1. M anco C apac; 2) Sinchi Roca; 3) Lloque Yupanqui; 4) C apac Ynga Yu-
panqui; 5) M ayta C apac; 6) Ynga Roca; 7) Yahuar H uacac; 8) Viracocha
Y nga; 9) Pachacuti Y nga; 10) Gran Tupac Yupanqui; 11) Tupa Ynga Yu
panqui; y 12) H uayna C apac o del ayllu Tomebamba.
La décim a casa aparece algo tardíam ente y es la única ambi
güedad en esta organización aristoCTática. C ada una, generalm ente, te-
rüa tres m iem bros inscritos y dos de ellos pasaban a form ar parte del
C abildo Indio de los veinticuatro, quienes, al m ism o tiempo, elegían al A l
fé rez R eal cada año. Este cargo lo ocupaban, de manera rotativa, los
m iem bros de las diferentes casas reales, existiendo algunos que ocupa
ban el cargo varias v e c e s , con intervalos de uno o dos años. El Alférez
R eal indio, junto al Alférez Real esp añol desfilaban -el día del apóstol
Santiago (25 de ju lio)- en la plaza principal del C usco (H aucaypata) pa
ra exp resar público reconocimiento, obediencia y fidelidad al monarca
español. Con esta ocasión el Alférez Real indio era acom pañado por los
m iem bros de las once casas reales restantes que desfilaban en orden de
antigüedad, los más antiguos adelante, exhibiendo sus símbolos, herál
dica propia y sus miembros caminando en persona frente a todo el pú
blico asistente. La burocracia española, de esta manera, podía com pro
bar la fidelidad de estos nobles indígenas y la población indígena, al
m ism o tiempo, podía reconocerlos por sus símbolos, heráldica y ubica
ción en los desfiles. Estos desfiles públicos del A lférez Real y las demás
casas nobles incas se volvía a repetir con ocasión del Corpus Christi; fies
ta donde al parecer se produce una identificación entre las Casas Reales
y las parroquias de la ciudad del Cusco. A dem ás, cada una de estas no
blezas, a diferencia de lo que sucedería después con la invención del
sistem a de cargos (responsabilidad rotativa de asum ir los costos de la ce
lebración de una fiesta), se encargaba de organizar la fiesta religiosa y
secular en cada una de las parroquias. Era una real competencia, lógi
cam ente, entre todas las casas reales yngas p ara elevar la calidad y be
lleza del Corpus cusqueño.
Deberíamos indicar que esta institución de las doce casas reales
yngas, reconocidas por las autorídades españolas, se legalizaba a través
del cum plim iento de estos tres principios fundam entales para ganar y
conservar la nobleza en cualquier aristocracia del m undo de entonces:
M O B L E Z A S 1 \ D ÍG E \ A S Y A C T IT U D ES A S T IC O LO M IA LES *3 4 7
Los caracteres que definen la pintura andina soru decorativismo con uso
del sobredorado, arcaísmo, formas repetitivas, falta de interés por la f>ers-
pectiva, falta de interés por los juegos de luz y sombra, rechazo al realismo,
idealización y persistencia de la estética manierista.=
Caroline Dean, ftinted images oi Cusco’s Corpus Christi. Social contlict and cultural strate-
gy in viceregal, Perú, Tesis presented íor PHD, University of California, Los Angeles, 1990,
p.Xll.
N OBLEZAS lV D fG E \A S Y A C T IT U D E S A N T IC O L O N IA L E S ' 351
"Ninguno de los testigos en el proceso contra don Alonso Inga p o ^ en lela de juicio su
ascendencia real incaica, y en efecto, su genealogía es verídica. Él fue bisnieto por línea
materna de don Alonso Tltu Atauchi, quien a su vez era nieto de Huavna Capac y sotxirxj
de Huáscar y Atahualpa*. Kathleen Klumpp, 'El retomo det Inga: una expresión ecuatoriana
de la ideología andina', en en Cciademos de Historia y Arqueología. vol.XXIV, N.40,
Guayaquil, 1974, pp.99-135.
352 • H ISTO R IA DE A M ERICA AN DINA
... vinieron dichos indios de ensima del cerro que cae a la plaza con
banderas y pututos dando alaridos y gritos y disiendo españoles veos
(sic, ¿idos?) de nuestra tierra que esta tierra es de nuestro rey inca...'*
X. LA C O N Q U IS T A ESPIRITUAL
1. LA CONQUISTA ESPIRITUAL
2. E S T R U a U R A S ECLESIALES: OBISPADOS
3. EL TRABAJO MISIONAL DE LAS ÓRDENES
La franciscanos (OEM)
Los dominicos (OP)
Los mercedarios
Los agustinos-eremitos (OSA)
Los jesuítas (Societas lesu)
4. PROBLEMAS CENTRALES DE LA ÉTICA CRISTIANA
Discusiones sobre la condición humana de los indígenas
La discusión sobre los títulos jurídicos de la conquista
La discusión sobre el trabajo obligatorio de los indios
Sobre la esclavitud y la trata de los negros
1. LA CONQUISTA ESPIRITUAL
Dom losé Dammert Bellido, ■Evangeliíáo nos Concilios timensis", en Revista Edesiásti-
ca Brasiliera 47 (1987), 75-«2, p.76.
Ver, Hans Kirgen Prien, La Historia del Cristianismo en Am&ica Latina. Salamanca Sao
Leopoldo, Ediciones Sigueme/Editora Sinodial, 1983, p 72. Regio Patronato, vea Alber
to de la Hera, Iglesia y Corona en América española. Madrid, 1992. Vea también la ob
servación crítica de Vidal Abril Castelló, ‘ ExperierKias e\-angelizadoras en los Andes en
el siglo XVI: ¿Quien pagó las consecuencias?": Catolicismo y extirpación de idolatrías.
Siglos XVI-XVIll Charcas Chile, M éxico, Perú. Gabriela Ranxw.'Henrique Urbano
(comp.). Cuzco, Centro de Estudios Regionales ArxJinos, 1993,69-88, p 86: "Muchas de
las polémicas de antaño y de hogaño sobre la acción española en el Nuevo .Mundo na
cen de su carácter teotógico-polttico (católicoi, de su apoyatura institucional (imperio
pluricontinental) y de la estrategia proselitista que se adoptó para llevar a cabo la em
presa (evangelización asistida o reforzadai. El problema de la eficacia misionera, y de
su rentabilidad social y política, se convirtió en el epicentro de divergencias y enfren
tamientos”.
360 • H IST O R IA DE A M ERICA AK’DIXA
Ver Manuel Marzal SI. "Kulturantropologie und Missioo’, en Conquista und Evangelisation,
239-312, p. 308.
'• V er/6.,p . 138.
” Ver )osé de Acosta, De Procuranda indonim Salute. vol. 1; Pacii'icación y Colonización,
por L. Pereña, V. Abril, C. Baceíro, A. García. D. Ram os,). Barrientes y f Maseda, Ma
drid, 1984; vol. 2, Educación y Evangelización, Madrid, 1987 (Corpus Hispanorum de
Pace. Elaborado bajo la dirección de Luciano Pereña, vols. XXII y XXIV), vol. I, pp. 3-46
(Esftjdk) preliminar) - vol. 1, Lib. I, cap. 2. pp. 82 y ss.
* Ib., Lib. II, cap. 5, p. 282 y ss. Pero Acosta advierte frente a falsas conclusiones: 'Más
quien quisiera colegir de aquí que es lícito arrebatar a los bárijaros el poder que ya po
seen, con esa misma razón concluirá que donde reine una mujer o un adolescente se
le puede quitar por la fuerza el poder..." en general d . Lewis Hanke, Aristotle and the
American Indians. A study in race prejudice in the Modern World, Bloomington, Lon-
don (1959), Indiana University Press, 1970.
Ib., Lib. II, cap. 5, 5, p.292.
Ib., Lib. I, cap. 8 pp. 148 y ss. "Ac generaliter sane si quis contempletur, in humano in
genio longe plus efficit educatio quam nativas". "Hablando en general, hace mucho más
en la capacidad natural del hombre la educación que el nacimiento. .. más importancia
tiene en todos los aspeaos una educación programada a los ejemplos que entrando por
los sentidos se van grabando desde la misma infancia en el alma aún sin pulimento y
tierna".
362 • H IST O R IA DE AM ERICA ANiDIMA
la del gran banquete (Luc. 1 4 ,1 5 -2 4 , com pare vers. 23, Cogite en trare)^
A diferencia de B. de Las Casas, él ve en el sistema de encomienda y ser
vicio personal solamente aspectos positivos." Si bien elogia el antiguo
método ajX)Stólico de la predicación absolutamente parifica, aplicada en
la Antigüedad a los griegos y rom anos y en sus momentos a los persas, a
los hindúes, los chinos y los japoneses, sin embargo para el Nuevo Mun
do considera que no puede ser tom ado com o válido, pues sus pueblos ca
recen de la razón, por lo que los misioneros no deberían entregarse a la
arbitrariedad de ellos. Acosta finaliza con una comparación dudosa;
"Pues, conociendo la falta de juicio y la imprudencia de los puercos y los
perros hem os de pensar que también nos es m andado por Cristo no arro
jar en vano las preciosas margaritas delante de ellos para que la pisen, y
revolviéndose contra nosotros nos destrocen".^ Por eso recomienda dos
m étodos de misión; 1) Ir a los pueblos ya "sometidos a los príncipes cris
tianos justa o injustamente"; 2) Ir a nuevos pueblos para predicar Cristo
"pero con tropas e protección de soldados para defender sus vidas".*
Ib., LIb. I cap. 7,3 p .l4 5 . Cf. 7,4 p .l4 7 «...principalmente a los pueblos de Etiopía y de
las Indias Occidentales (a los negros y a los indios de este Nuevo Mundo) hay que edu
carlos al estilo del pueblo hebreo y carnal, de manera que se mantengan alejados de to
da ociosidad y desentreno de las pasiones mediante una saludable carga de ocupacio
nes continuas y queden refrenados en el cumplimiento del deber infundiéndoles temor».
"Ver Lib. III, cap. 17 Seníicios personales de los indios, pp. 306 y ss.; cap .l8 El traba
jo en minas, pp. 526 y ss. La nueva edición no censurada de De Procuradanda indorum
Salute demuestra de manera más clara la crítica de Acosta a la conquista y a los abusos
en el sistema de la encomienda y al servicio personal que disminuye la credibilidad del
mensaje cristiano, pero al mismo tiempo también indica que Acosta no rechaza total
mente estas instituciones coloniales. Monique Mustapha, "L'aprés lascasisme au Perou
chez les péres de la Compagnie de Jesús": en: Acosta IBERO-AMERIKAKtSCHES AR-
C H IV NF, )g. 11, Berlín, 1985, pp. 267-281, subraya que Acosta asume una actitud neu
tral con su crítica frente a los abusos en comparación con Las Casas aunque en el uso
del topos "destrucción de las indias" hay una gran coincidencia.
Michael Sievernich, S), Lateinamerikanische Missionstheologie - Bartholomé de Las Ca
sas und ¡osé de Acosta, Bruno Schlegelberger/Mario Delgado (comp.) Ihre Armut macht
uns reich: zur Ceschichte und Gegenwart des Christentums in Lateinamerika, Berlin,
1922, 27-46 pinta una imagen demasiado positiva de su hermano jesuítico Acosta, de
manera tal que no indica afirmaciones críticas y queda callado respecto a la adaptación
de su teología misionera al sistema colonial.
Pacificación y Colonización, Lib. II, cap. 8, p. 3111 - cf. Mt. 7,6.
Ib., Lib. II, cap. 8 pp. 302 y ss. Paulino Castañeda Delgado, Los memoriales del Padre
Silva sobre la predicación pacifica y los repartimientos ( Consejo Superior de Investiga
ciones Científicas, Instituto 'Gonzalo Fernández de Oviedo') Madrid, 1983, p. 64 obser
va: "En consecuencia, para Acosta son legítimos cuantos medios sean necesarios para
la propia guarda y defensa..." Al igual que el mismo Acosta (cf. ib., II, cap. 8, p.307) se
ñala la catástrofe de Florida a donde llegó en 1549 fray Luis Cáncer acompañado de un
grupo de monjes para predicar el evangelio en el espíritu de Las Casas "sin armas, sin
escolta ni medio alguno de defensa", lo que todos los participantes pagaron con sus vidas.
LA CO N Q U ISTA E S P IR IT U A L • 363
Marzal, op. citadi. p.309, deja a lado una cita importante: "H j\ que ir poco a poco im
buyendo a los indios en las costumbres cristianas y nuestra torma de \ ivir. Y hav que
cortar paso a paso los ritos supersticiosos y sacrilegios y los hábitos de bárbara fiereza.
Pero en los puntos en que sus costumbres no se oponen a la religión o a la justicia, no
creo que deba cambiar así porque así. Hay que conservar sus costumbres patrias v tra
dicionales que no vayan contra la justicia, v organizarles jurídicamente coniorme a
ellas, tal y como ordenan las disposiciones del Consejo de Indias." - Lib. III, cap. 24, p. 587.
Norman Meiklejohn, "Una experiencia de evangelización en los Andes. Los (esuitas de
)uli (PenjI. Siglos XVII-XVIII", en Cuadernos p jra la hiíloria de evangelización en .Amé
rica Latina. 1986, no 1 iCuzco), 109-185, pp 137 y ss.
564 • H ISTO R IA DE AM ERICA ANDINA
U rbano subraya:
En cambio,
“ \b., p.24, cf. D e procuranda indorum salule, Lib. V, cap. 9, 11, p. 257. "De esta peste
odiosísima de la idolatría están llenos los montes..." = "Hac idolatriae infestisissima lúe
pleni sunt m ontes...", ib., p.256.
"■ Cf. Urbano ib., pp.23 y ss. Cf. también Armas Medina, Cristianización, cap. XIX, 7, pp.
593 y ss. "¿Sincretismo religioso?”
■ Eliza Luzque Alcaide, "La Inquisición”, en: P. Borges led.) Historia de la iglesia en His
panoamérica y Filipinas (Siglos XV-XIX¡, vol. I, Madrid BAC, 1992, 299-319, pp. 301y
ss. quien escribe p. 315; "Después de 1517 I control real sobre la ortodoxia de los in
dios volvió a las oficinas del obispado o del arzobispado y fue confiado al provisor o vi
cario general de la diócesis... Se investigó sobre los delitos contra la fe de los indios has
ta la segunda decena del siglo X IX ... Entre 1620 y 1700 se centró la atención sobre la
evaluación de la actividad contra las continuas práaicas paganas y el sincretismo reli
gioso o religión yuxtapuesta. Se encargaron informes a religiosos de diversas órdenes,
que reflejan bien... el temor de inquisidores y de los ordinarios en cuanto a la extensión
del paganismo". En cuanto al Tribunal de Lima cf. especialmente Paulino Castañeda Del
gado y Pilar Hernández Aparicio, La Inquisición de Lima, I (1570-1635) Madrid, Edito
rial DEIMOS, 1989; II (1635-1695) 1995. Respecto a los métodos de la inquisición cf.
los estudios clásicos: )ohann Specker SMB, "Die Missionsmethode in Spanisch-Amerika"
im 16. lahrhundert mit besonderer Berücksichtigung der Konzilien und Synoden, Schó-
neck-Beckenried, Administration der Neuen Zeitschrift tur Missionswissenschaft (NZM)
1953 y Pedro Borges, Métodos misionales en la cristianización de América: siglo XVI,
Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Departamento de Misiologia
Española. 1960; cf. además Parte II "La Iglesia Misional", P Borges (ed.) Historia de la
Iglesia I. pp. 423-630 e ib., loseph-Ignasi Saranyana, .Méodos de catequización, pp. 549-571.
LA C O \ ' Q U I S T A E S P I R I T U A L • 3 ü 7
OBISPADO TITULAR
F. Aliaga Rojas, "La evangelización en el Perú: Perú Solivia y Ecuador", coordinador Ict-
frey Klaibers, Historia CenersI de lá Iglesia en A m éfia Latina iCEHILA), vol. VII, Sala
manca, 1987, 15-39, p.33.
368 • H ISTO R IA DE AM ERICA AN D ID A
luan Villegas S|, Aplicación del Concilio de Tremo en Hispjnoamérica I S 64-1600 pro
vincia del Perú, Montevideo, Instituto Teológico del Uruguay, 1975.
Ib., p 71. Las resoluciones del Concilio delrenio fueron recibidas por el II Concilio Pro
vincial de Lima (1567-1568). El III Concilio Provincial de Lima (1582-1583) convocado
por el arzobispo Toribio de Mogrovejo (1581 -1606) tuvo la misma importancia para Su-
damérica que Trento, debido a los esfuerzos realizados para dar solución a los proble
mas de la misión y de la reorganización de la Iglesia. Cf. Rubén Vargas Ligarte S), Con
cilios Limenses (1551-1772), vols. 1-3, Lima 1951-1954. Elisa Luque Alcaide y loseph-
Ignasi Saranyana, La Iglesia Católica y América, Madrid Editorial MAPFRE, 1992 divi
den correctamente su estudio en "El impulso evan^elizador de la jerarquía annericana
hasta la promulgación de Trento" (pp. 157 y ss.) y 'El impulso evangelizador de la je
rarquía americana después de la promulgación de Trento" (pp.189 y ss.) en donde el III
Concilio Provincial de Lima constituye un corte para Sudamérica.
LA COVQLltSTA E S P IR IT U A L • 369
‘ Ver losé Comblin, "Situai;áo histórica do catolicismo no Brasil", en; Revista Eclesiástica
Brasileira 26 (1966), 5740601, p.581.
Ver lavier González Echenique, "Los obispos de Indias como funcionarios de la Coro
na", en: Revista Chilena de Historia del Derecho 6 (1970), pp. 143-151,
■
“ Ver D. Vicente Rodríguez Valencia, Pbro,, Santo Toribio de Mogro\e¡o. Organizador y
Apóstol de Sur-América, Madrid, Instituto Sanio Toribio de Mogrovejo (Biblioteca 'Mis-
sionalia Hispanica' vol. XI) tomos l-ll, 1956-1957.
“ Ver en general Enrique Dussel, El Obispado latinoamericano y la liberación de los po
bres 1504-1620, México D.F., Centro de Reflexión Teológica, 1979.
LA CO N Q U ISTA E S P IR IT U A L • 571
Ver Federico R. Aznar G il, "El Clero Diocesano", en: P. Borges (ed.) Historia de la Igle
sia!. 193-208, p.194.
Ver.Vmas Medina, "Formación del Clero Peruano", en: Cristianización, pp.339-374.
H.-). Prien, La Historia, pp. 240 ss.; R. Aznar G il, El Clero diocesano, op.cit. p. 199; ade
más Bernard Lavallé, La criollización del Clero, en: P. Borges (ed.) Historia de la Iglesia,
I, pp. 281-297.
372 • H IST O R IA DE A M ERICA A N D I\A
Ver Antolín Abad Pérez, Los Franciscanos en América, Madrid Editorial MAPFRE, 1992,
pp.191 y ss.
*" Ver Rubén Vargas Ugarte SJ, Historia de la iglesia en el Perú, vol. I, Lima 1953, p .l 04 y
210 y ss. Acerca de Venezuela, cf. Lino Gómez Cañedo O fM , ‘ La Provincia Francisca
na de Santa Cruz de Caracas” , en: Memoria del primer Congreso Venezolano de Histo
ria Eclesiástica, Maracaibo, 5 al 8 Noviembre de 1969, Caracas, 1970, pp.144-225. En
tre 1563/1565 se elevaron a Santa Fe de Bogotá, Quito y Chile como provincias autó
nomas.
Abad Pérez, Los franciscanos, p .l94. 1665 la provincia peruana contó con 848 frailes
en 28 casas. Para los detalles del trabajo misionero cf. Julián Heras OFM, Aporte de los
franciscanos a la evangelización del Perú, Lima Provincia Misionera de San Francisco
Solano, Convento de los Descalzos, Rímac, 1992.
Ver Fanchón Royer, Sí. Francis Solanus. Apostie lo America, Paterson N .j., St. Anthony
Cuild Press, 1955,
LA C O V Q U ISTA E S P IR IT U A L ■377
sora del indígena". M ientras los pueblos nativos los recibían con am a
bilidad, los españoles se m ostraron hostiles frente a ellos, "que veían a
los frailes com o firmes oponentes en materia de aprovecham iento in
justo, trato cruel o esclavización de los naturales". La consecuencia del
enfrentam iento fue que "p o r las acusaciones de los conquistadores"
O rtiz tuvo que abandonar ese territorio. En 1533 com enzaron los domi
nicos a trabajar en los alrededores de Cartagena. "L as dificultades pro
pias de la tierra y del carácter de los indígenas se veían ampliadas por
las indiscrim inadas expediciones esclavistas, que solían cebarse en
aquellos pueblos donde los religiosos ya habían com enzado su trabajo
de evangelización y pacificación "." En 1540, dominicos de Santa M ar
ta em pezaron sus tareas evangelizadoras de la nación chibcha y más
tarde de la nación de los panches. Después de que, en 1567, llegara la
m ás grande expedición con 3 6 dominicos a C artagena, se dieron las
condiciones personales para la fundación de la Provincia de San Anto
nio, llevada a cabo en 1567.“
A la sierra central*' llegaron los seis prim eros dominicos en
1530, acom pañando a Francisco Pizarro. En 1531 se sum aron a ellos
B em adino M inaya con otros dos dominicos, provenientes de Nicara
gua junto con Sebastián Belalcázar.“ En su viaje a Roma, Minaya consi
guió del Papa Pablo III emiriera en 1537 la bula Sublimis Deus, median
te la cual se confirm ó la condición humana de los indígenas y dispom'a
la protección de sus derechos hum anos." Minaya recibió en Nicaragua
la "Real Provisión contra la esclavitud de los indios," fechada en Ma
drid el 2 d e agosto de 1530. "C ontra la decisión de Pizarro de enviar en
venta a Panam á un grupo de esclavos, los dominicos levantaron un
frente com ún en defensa de la Provisión". Como Pizarro no cediera, los
dom inicos regresaron a Panam á.'” "Sólo Vicente de Valverde, desechan
do la decisión de la com unidad, se quedó en compañía de su primo Pi
zarro, quien le animó a ir a Perú en calidad de asesor y capellán mili
t a r " E n Cajam arca, "d u ran te 10 meses, Valverde se ocupará de conso-
Ver Miguel Angel Medina OP, Los dominicos en América, Madrid, Editorial MAPFRE,
1992, pp.170 y ss.
Ver ib. pp.174 y ss. y l8 2 y ss
Ver Andrés Millé, Itenerario de la orden dominicana en la conquista del Perú, Chile y el
Tucumán y su convento antiguo Buenos Aires, Buenos Aires, Emecé Ediciones, 1964.
Ver ib., pp. 219 y ss.
Ver H.-). Prien, “Sublimis Deus", en Evangelisches Kirchenlexikon. Internationale theo-
logische Enzykiopádie, 3^ edición, IV, 1996, pp.538-539.
Ver Medina, Los dominicos, p. 220.
f^blo Nguyen Thai Hop OP, "Los dominicos en la defensa del hombre andino", en
Evangelización en el Perú, Lima, Instituto Bartolomé de Las Casas, 1991, pp.l 7-47, p. 20.
LA C O \Q U IS T A E S P IR IT U A L • 379
Ver Louis B. Wright, Coid, Clory and the Cospel, New York 1970, p.229. “Mientras que
otros conquistadores afirmaban que ellos lideraban expediciones para convertir a los
paganos, Pizarro no manifieste estas pretensiones". Cada vez que "un sacerdote quería
convencerlo para que hiciera más para cristianizar indígenas del Perú, él replicaba: 'Yo
no he venido por estas razones. Yo vine para llevarme su oro'". Citado por Lewis Han-
ke, en Bjrtolomé de las Casas: An Interpretation o (H is Life and Writings, Den Haag (The
Hague) 1951, p.8.
Ver Wright, ib., p. 251.
Thai Hop OP, Los dominicos, pp.20 y ss.
Ver Rubén Vargas Ligarte S), Historia de la Iglesia en el Perú, vol. II (1570-1640), Bur
gos, 1959, p. 6.
LA CO N Q U ISTA E S P IR IT U A L • 381
...que los religiosos gozan de plena autonomía. Son también los que
gobienun los pueblos indígenas; nombran los cargos interm edios, con
preferencia recurriendo a caciques y curacas; eran jueces en los pleitos
entre los naturales y los que hadan cum plir las penas. En suma, fueron
los religiosos los formadores de estas com unidades a ni\’el religioso y ci-
n l. Esta situación anómala dio lugar a abusos de ejercicio de esta autori
dad político-religiosa de los frailes'."
Los mercedaríos
'■ Ver Germán García-Suárez, 'Tarea evangeiizadora de La Merced entre los indígenas de
América: Motivaciones, métodos, vitalidad (siglo X V I)'; Presencia de La M erced en
América. Actas del I Congreso Internacional Madrid, 30 de abril-2 de mayo de 1991.
Edición dirigida por Luis Vázquez Fernández, 0. de M ., Revista Estudios, Madrid 1991,
vols. 1-11,1, 83-118, p. 90.
•' Ver Gumersindo Placer O de M., Fuentes y Bibliografía de la presencia de la M erced en
el Nuevo Mundo: vol. 1, 57-66, p. 58. Cf. también Joaquín Millán Rubio, 0. de M., ios
Primeros Siglos de la Merced en América. Siete Preguntas, ib. 67-82 , p. 68. Severo Apa
ricio Quispe, “ Los Mercedarios en la evangelización del Perú", en Evangelización y Teo
logía, 71-101, escribe p. 79: "Los primeros mercedarios aparecen generalmente acom
pañando a los conquistadores en calidad de capellanes. A s i... Fr. Francisco de Bobadi-
lla con Pedrarias Dávila en Panamá y Nicaragua, Fr. Hernando de Granada con Benal-
cázar en Quito, Fr. Antonio de Almanza y Fr. Antonio de Solís con Diego Almagro en
Chile, Fr. )uan de Salazar y Fr. )uan de Almasia con Pedro de Mendoza en el Río de la
Plata y con )uan de Aydas en el Paraguay". El aquí citado Quispe, no saca ninguna con
clusión crítica respecto a la mentalidad del compromiso que muestran sus antepasados
religiosos como capellán militar.
García-Suárez, Tarea evangeiizadora. p. 112, indica que los mercedarios en 1570 tenían
26 conventos en el virreinato de Perú, a los cuales pertenecían los misioneros. “Los mi
sioneros de las doctrinas salían y volvían a los referidos conventos".
'' VerV'argas Ugarte, Historia, 1, p. 26 y en general respecto al papel de los religiosos de la
Orden en el Peni: Laurenz Kilger O.S.B., Die Mission in Perú um 1600 nach der Bilderch-
ronik des Phelipe Cuaman Poma de Ayala, Schóneck'Beckenried, 1948, pp. 14-17.
Placer, Fuentes, p. 59. Placer menciona, p. 58 , que el íray Martín de Murúa, autor de
la Historia de los Incas... habría sido el primer mercedario que llegó hasta el lagoTiti-
r
I LA COSJQUISTA E SP IR IT U A L • 383
“ Ver Egaña, Historia, p. 353. La afirmación de Egaña, que los mercedarios no hicieron
una misión verdadera nos parece exagerada.
” Ver Millán Rubio, Los primeros siglos, p. 74, quien escribe equivocadamente en 1519 y
se olvida de mencionar que Ponce emprendió esta expedición 'en compañía del con
quistador don Diego Vaca de Vega", ver Egaña, Historii, p.461. Además habla Millán de
un 'ejército de cincuenta hombres', y Egaña de 'unos cien hombres’ .
* Quispe, Los mercedarios, p. 73
Carcía-Suárez, Tarea evangelizadora, pp.108 y ss. Nos indica al respecto un informe de
cerca de cien testigos - C f. V. M. Barriga, Los mercedarios en el Perú, en el siglo XVI.
Documentos inéditos del Archivo General de Indias, l-IV 1933-1953, vol. IV Arequipa
1953. No es seguro, si se puede decir te mismo para la región central del Perú en la épo
ca cdo nial tardía, aquello que Zubillaga constata para México: 'N o compartieron con
las órdenes misioneras las duras fatigas de un apostolado fecundo sí, pero ingrato. De
sempeñaron ordinariamente ministerios, aunque ciertamente fructuosos, pero también
fáciles, en iglesias y colegios. Con sus magníficos templos y sobre todo con sus conven
tos suntuosos, en los que se admiraban primorosos claustros pétreos de ornamentación
afiligranada, dieron sensación de orden rica'. León Lopetegui SS/Félix Zubillaga 5), ib.,
México. América Central. Antillas, Madrid, 1965, p. 735.
* Así Millán Rubio menciona. Los primeros siglos, p. 77, citando también a fray Alonso
Morales, La arderá de La Merced en la evangelización de América. f>p. 76-79: "El padre
luán de Almazán motivó la liberación de quinientos indios por parte del gobernador
Sancho Clavijo en Pánamá el año 1550: el padre Bartolomé de Montesinos defendió a
los indios que trabajaban en las minas de ftjtosí en 1551; el padre Alonso de Ávila se
dirigió desde t^namá a Felipe II en 1576 para reclanríar sobre los abusos de los enco
menderos porque explotaban a los indios hasta hacer morir a muchos de ellos en las mi
nas y pesquerías; el padre )uan Meneses en Caracas, el año 1689, estaba enfrentado con
el gobernador y el obispo por delatar 'la falla de justicia, mucha ambición y codicia,
gran rigor con los pobres y miserables y en particular de los indios ".
386 • H IST O R IA DE A M ER ICA ANDINiA
” Ver Vargas Ugarte, Historia, 1, p. 27. Carcía-Suárez, Tarea evangelizadora, p .l1 6 re
cuerda que existieron colegios para la educación de novicios en ciudades importantes
como Lima, Cuzco, Santiago de Chile y que, por ejemplo, soldados o capitanes de la
conquista como Antonio Correa, Diego de Forres, Gonzalo Díaz de Amarante se volvie
ron misioneros o grandes predicadores, profesores, etc. Con respecto a las situaciones
de precariedad eventuales. García Suárez nos remite iib.) a la visitación que empren
diera el padre Cuevas, simpatizante de Bartolomé de Las Casas, con un grupo de reli
giosos en 1544, motivado por el provincial de Castilla, padre Enríquez. 'Pero el visita
dor pronto se convence de la inocencia de los misioneros y de la importancia de las mi
siones, que tenían. De aquí que ni se limita el número de misioneros para América, ni
se reducen a cinco los conventos". Quispe, por su parte, admite en Los mercedarios p.
73, 'Las guerras civiles y otras causas contribuyeron no poco a mellar la disciplina en
algunos institutos religiosos. Respecto a los mercedarios hubo acusaciones e informes,
fundadas seguramente algunas de ellas, pero también otras sin fundamento y hasta mal
intencionadas...'
Ver Joaquin Carcia OSA, "Las agustinos y la evangelización en el Perú", en Evangeliza
ción, 103-129, p. 105.
Ver Rubén Vargas Ligarte S), Concilios limenses (1551-1772), Lima, vols. I-III, 1951-
1954, I, pp. 5-93.
García, Los agustinos, p. 105.
LA CO VQ U ISTA E S P IR IT U A L • 387
■
“ V e r * ., p. 112 y 55.
Ver Vargas Ugarte, Historia, II, pp. 27 y ss.
“ Ver el folleto Nuestra Señora de Copacabana y su Santuario, sin autor. La Paz, 1943.
■" Ver Vargas Ugarte, Historia, II, p. 30 y ss.
Ver Vargas Ugarte Ib ., II, p. 34 y ss.
388 • H ISTO R IA DE A M ERICA A\'DIMA
Am érica. Esto se lee en una carta, dirigida desde Lima por fray Juan de
S. Pedro, el 20 de enero de 1569, a fray Diego Gutiérrez:
"Esta casa de los Reyes va muy adelante. Acábase el quarto alto y bajo
ques lo m ejor que aora hay acá. Ay diez novicios que en los dem ás mo
nasterios no tienen tantos. Ay mucha oración, mucho recogimiento, mu
cha penitencia, m ucha humildad. Todos del mayor al m enor se visten de
cañamazo muy ruin. Cierto es para alabar a Dios. Nunca a estado esta
Provincia como aora, fuera de los cuatro o cinco años primeros, de mane
ra que a más de doce años que nunca tan buena, tan recogida y tan quie
ta a estado."
Vargas Ligarte, ib,, II, p,31 (A. de 1. Lima 312). García, Los agustinos pp. 113 y ss.; "En
sólo cincuenta años los agustinos fundaron un total de 54 conventos en las distintas ciu
dades del entonces Virreinato del Pem ... numerosos santuarios marianos...” 'Fueron
además los primeros que trajeron al Perú a las monjas de vida contemplativa, fundan
do el Monasterio de la Encarnación de Lima, el de Nuestra Señora de los Remedios de
Chuquisaca en Alto Perú y el "convento de las agustinas en Santiago de Chile". Lamen
tablemente no podemos tratar el problema de las religiosas por límites de espacio.
García, Los agustinos, p, 114 y ss. Félix Carmena Moreno OSA, Fray Luis López de So-
lis, OSA, Madrid, Editorial Revista Agustiana,1993, escribe p. 59, que Solis (a partir de
1594 obispo de Quitol no tenía ambiciones personales ni colectivas. “Esto, unido a un
deseo de mantener a la provincia y a cada uno de sus miembros libres de intereses ma
teriales en lo que debía ser campo de evangelización y formación desinteresada del in
dio, le llevó a renunciar a 25 doctrinas de las más ricas durante el segundo período de
su Provincialato (1584-87). Todo esto lo hizo de acuerdo con los consejeros y después
de haber consultado con el virrey, don Francisco de Toledo, y con el arzobispo, Santo
Toribio de Mogrovejo, para entregarles al cuidado de sacerdotes seculares ... Se quedó
la Provincia con algunas cerca de los conventos para atenderlas sin menoscabo de la
observancia religiosa” .
LA C O \Q U IS T A E S P IR IT U A L • 389
Vea Richard Koneuke, Süd- und Mittelamerika 1: Die Indiánerkulturen Altamerikas und
die spanisch-portugiesische Kolonijlhefrscbañ, Frankfurt a. M „ (fischer V\'eltgeschichte
22), 1965, pp. 257 y ss.
Meiklejohn, Uná expcriencij, p. 137 con muchas pruebas.
Ib., p. 137.
3 9 0 • H I S T O R I A DE A M E R I C A ANDI MA
aceptar a título de limosnas los sueldos que el rey les ofreda en com
pensación por sus servidos, pero con la obligadón de utilizarlos con par
quedad y entregar el sobrante a sus feligreses, entregaban a los necesita
dos de las parroquias los donativos en espede (camarico) que los parro
quianos les ofrerían. También las ofrendas espontáneas o estipendios que
los feligreses daban a los jesuitas para que celebraran misas, fueron al
prindpio rechazadas, pero luego aceptadas con el fin de distribuirlas
también entre los necesitados. Así se destacaron los jesuitas sobre todos
los españoles que habían conoddo los indígenas hasta entonces. El men
saje era claro. Los indígenas no tenían nada que codidasen ios jesuítas."*
Aliaga Rojas, op. c;t., p. 36. Cf, también Norman Meikiejohn, op. cit., p. 122: ‘ Las ta
reas preferidas por los jesuitas eran los colegios, residencias y misiones'. Había misio
nes volantes (misiones vivas) entre la populación cristiana y misiones entre los paganos
que "suponía una dedicación por tiempo indetmido para poder evangelizar a los no-
cristianos y, en el contexto del virreinato del Penj, para ayudar a los nativos americanos
a hacer la transición del nomadismo, o bien de la etapa de pescadores, cazadores y re-
coleaores, a la de la agricultura sedentaria y el almacenamiento*.
Santiago en el Cercado.
" Meikiejohn. Una experiencia, p. 123. Meikiejohn observa p. 148. “Aunque no estaban
totalmente convencidos de que las doctrinas jesuíticas fueran viables, recuperaron la
benevolencia del virrey Toledo, aceptando hacerse cargo de las doctrinas de Juli por al
gunos años".
Meikiejohn, Una experiencia, p. 125.
LA C O S i Q U I S T A E S P I R I T U A L • 391
En realidad se podría casi decir que los jesuítas de Juli fueron un ca
so anóm alo. Sus cuatro'^' doctrinas de Juli no tuvieron parangón en el Pe
n i. Aun con toda la buena voluntad del mundo, les habría sido difícil a
los sacerdotes diocesanos tratar de im itarlos, por mas que otros religio
sos podrían haberlo hecho. La razón evidente por la que los superiores
jesuitas nunca aceptaron otras doctrinas de indios ni aun por breve tiem
po, era porque los indígenas se encontraban excesivamente dispersos en
una gran comarca, como para poder garantizar la inversión de personal
que habían realizado en Juli. Otra razón plausible era que Juli resultaba
im posible de copiar. Pero, después del siglo XVII, hasta Juli parece haber
sucum bido ante lo que Bataillon con tanto acierto ha denominado acrio-
llam iento".“
'' Cf. H.-). Prien, 'Las Bulas Alejatxirinas de 1493', en B. Schróter y K. Schüilef (comp ),
Tordesillás Y sus consecuencias, Frankfurt a. M ., Vervuert, 1995, pp.l 1-28.
Cl. Benno Biermann OP, 'Zur Auseinandersetzung um die Menschetvechie der India-
nef. Fray Bernadino de Minaya OP und sein Werk", en; NZM -N ouvelk R e w e de Scien
ce missionaire 24 (1968), pp. 179-189: Helen-Rand Parish, Primera Parte; Una Historia
Desconocida; Helen-Rand PSrish y Harold E. Weidmann, L is Casas en M éxico. Histo-
r ij y obra desconocidas, México 1992; Texto latino y traducción de la carta de Garcés
en; A. Lobato Casado, 'E l obispo Garcés O.P. y la Bula Sublimis Deus'; en Dominicos
(19861, pp. 739-796.
3 9 4 • H I S T O R I A DE A M E R I C A A ND IN A
Vef G. CutiéiTez, Dios o el oro en üs Indias, Lima Instituto B. de Las Casas, 1989, cap. 2
Ver G. Gutiérrez, Con oder das Cotó (versión alemana), Freiburg etc, Herder, 1990, cap.
3, pp. 122 y ss.
■
■■Cí. ib., p. 124 y 55.
Noé Zevallos, El Padre losé de Acosté, p. 180.
396 • H IST O R IA DE A M ER ICA ANDINA
las com posiciones).'^ Recién mediante las reducciones, en las cuales de-
benan vivir un mínimo de 500 vecinos indígenas, se posibilitó la incau
tación de los tributos y el repartimiento de los indios para el trabajo
mediante los corregidores.'* Por cerca de 60 años, las reducciones obra
ron en el proceso de asimilación cultural y lingüística. La organización
de las reducciones tenía com o fin impedir la m ovilidad social del indí
gena. Las reducciones constituyeron, simultáneamente, la fuente de
m ano de obra para la mita obligatoria, que es una form a de reparti
miento. Si bien los orígenes de la mita se remontan a la época incaica,
fue increm entada considerablemente por los españoles. C ada pueblo o
reducción tenía que enviar la séptima parte de su población masculina
entre 18 y 50 años, por cuatro meses al año a las minas de Potosí y Por-
co. Originalm ente, la Corona deseaba llevar a cabo el trabajo en las mi
nas de m anera voluntaria, pero eso no se pudo realizar. La retribución
-por m iserable que haya sido- se había impuesto com o servicio perso
nal obligatorio por otros sectores de la economía.'^
La m ita devino, desde los primeros años, en un objeto de deba
te ético.
'*■ Cf. Laura Hurtado Calw in, As redu<;oes no planalto peruano (11570-11580), E. Hoor-
naert (organizador), Das redugóes Latino-Americanas as Lulas Indígenas Atuais, CEHI-
LA, Sáo Paulo, Edigóes Paulinas, 1982, 22-49, p. 24 y ss.
Cf. ib., p. 31.
' * Cf. ib., pp. 34, 37.
Ct. Pedro Borges, "La Iglesia Americana y los Problemas del Indio”, P Borges (ed.), His
toria de la Iglesia I, 649-670, pp.661 y ss. Vidal Abril Castelló, “Experiencias evangeli-
zadoras en los .Andes en el siglo XVI: ¿(3uien pagó las consecuencias?", en Catolicismo
y extirpación de idolatrías, 1993, 69-88, p. 88 observa: 'unos inquisidores y un virrey
(Toledo) que, por el precio de enviar almas de indios al cielo un poco como quien en
vía remesas de ganado o de mercancías perecederas, se creyeron autorizados para sa
car de la tierra (en beneficio de su patria y al servicio de una política concreta) todo el
LA CO SKJUISTA E S P IR IT U A L * 397
"Los que así actuaron, pecaron mortalmente y por ello están obliga
dos a indemnizar los daños causados y a devolver a los caciques sus se
ñoríos, antes de ser absueltos". "Cualquiera que impida la evangeliza-
oro habido y por haber. También se creyeron autorizados para sacar de los hombres ser
vicios, servidumbres, serviciahdades y servilismos incompatibles con la dignidad y la li
bertad de las personas y de los pueblos, y todavía más irKompatibles con la dignidad y
la libertad que implica el evangelio para los que viven evangélicamente v lo anuncian
y propagan gratuita y pacííicamente".
’ Ct. una investigación amplia de la ética y trabajo obligatorio de Paulino Castañeda Del
gado, Los M em oriíleí. .. pp. 81 y ss.
' (uan Friede, Vida y luchjs d e Don luán del Valle, Primer Obispo de Popiyán v Protec
tor de Indios, Popayán 1% 1, p. 108.
398 • H IS T O R IA DE AM ERICA ANDIMA
d o n de los indios, tanto con hechos como por negligencia, peca mortal
m ente y toma oficio de d em onio... Pero si persiste en ello, debe ser cas
tigado ... como instrumento de herejía".
Ni al rey ni a las autoridades asiste el derecho de encomendar los in
dios a los españoles, pues "tal encomienda es contraria al bien universal
de las repúblicas y contraria a la intención del Papa que hizo la conce
sió n ", puesto que la institución de la encomienda ha sido y es perjudi
cial para la propagación del evangelio y ocasiona la material destrucción
de la población aborigen... Siendo las encomiendas ilegales, nada pue
de percibir el encomendero con buena conciencia si el tributo no está ta
sado, entonces tiene que restituirlo "com o cosa ajena que tiene contra la
voluntad de su dueño".
^ " Sandoval, el mayor de los dos, nació en Sevilla, criado en Linia y arribó en 1605 a Carta
gena, donde permaneció hasta su muerte, se dedicó entre 1607-1617 exclusivamente a la
pastoral de esclavos negros. Fue reemptizado en 1617 p a el joven catalán Pedro Claver,
quien escribió durante su estadía en Lima (1617-1620) un libro sobre los negros, primero
í procurador y más tarde rector, se dedicaba siempre y cuando le permitía su tiempo al tra-
I bajo con los negros, cf. Kian-Manuel F^dieco, 'El maestro de Claver: P. Alonso de Sando-
t val", Revista M ^ íana, Nr. 207 (Aug. 1954), pp. 146-156.
í '“ 1* ed. Sevilla 1627, solamente la primera parte fue reeditado por segunda vez, Madrid,
1647 - d . Marie-Cécile Benassy-Berling, Alonso de Sandoval, l « jésuites et la descendan-
i ce de Cham, Séminiire ¡nteruniversitaire sur l'Amérique Espagnole Coloniale, I, Études sur
i L'lmpxt Culture! du Nouveau Monde, (^ris, Editions L’Harmattan, 1981, pp. 49-60.
' '?■.•■ V " ^ ‘ - Á - ’■■,-. * o ; r -.
> ü - 1}
‘ V-
</
tf /
<"• t r '"
’ " j ;? '
y • % ;;
..
* ..V»' -
- -s
y' . V
ir*,. — - %z '’T:>*' - *:
-p ' i-
V l A
¿ ,
í /
'- ■ — ■^ f
■■ ' -» -.v ‘ ' h ■
v :y :m
> ♦■ >-i*
^ *«•/ ^
* %. 4*1,
*«■» i»
•V i- f -i-'
'A , . . - - t - M W : -
■: &
r T ^ *
M -
r - '". f :
íf>^.-émCsy íni
i- .( .
i í . l‘ í : t: ‘ í í .
i X ,
.■ >.
■! f ■ r J. '
' í
i i r
M
' .
\ r ^ r
BIBLIOGRAFÍA*
Esta bibliografía fue organizada uniendo las referencias presentadas por cada uno de los
contribuyentes. El editor organizó las referencias según un único formato, aun cuando
no fue posible completar todas las citas dentro del mismo padrón de informaciones
requeridas. En materiales escritos o publicados antes del s.XX, la fecha de llamada es la
del año de elaboración del escrito o de la edición más antigua conocida; en tanto que
la fecha de publicación accesible o consultada aparece al final, al lado de la editorial
que publicó (cuando es un facsímil o reimpresión, se consigna entre paréntesis el afm
de la edición original de donde se copia el texto).
402 • H IST O R IA DE A M ERICA ANDINA
1891-97 Relaciones Geográficas de las Indias, Marcos Jiménez de la Espada ed., BAE,
Madrid,1968.
Aristizábal, Luis H.
1987 "La Tunja de Inés de Hinqosa y de Juan de Castellanos", Boletín Cultutal y Bibliográ
fico, X)ÜV, 3, Banco de la República.
Armas Medina, Femando
s.f "Formación del Qero Peraano", Cristianizaaón del Perú <1532-1600), LXXV, Publica
ciones de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, Siglo XVIII, Sevil
la.
1953 Cristianización de! Perú (1532-1600), LXXV, Publicaciones de la Escuela de Estudios
Hispanoamericanos de Sevilla, siglo XVIII, Sevilla.
Arriaga, P. J. de
1992 Eure Gotter werden getótet, Wissenschaftliche Buchgesellschaft.
Arroyo, Eduardo
1981 La hacienda costeña en el Perú: Mala Cañete, 1532-1968, Lima.
Arroyo, Luis
1956 Los Franciscanos y lafimáación de Chiclayo, Lima.
Arzans de Orsüa, Bartolomé
1%2 (1737) Historia de la Villa Imperial de Potosí, (1737), Lewis Hanke ed., Brown Univer-
sity Press, Rhode Island.
Assadourian, Carlos Sempat
1974 Modos de producción en América Latina, Buenos Aires.
1977 "La producción de la mercanda dinero en la formación del mercado interno colo
nial. El caso del espado peruano en el siglo XVI", Revista de Ciencias Sociales, 1, 34,
pp: 223-292.
1982 El sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones y espacio económico. Lima.
1983 El sistema de ¡a economía colonial. El mercado interior, regiones y espacio económico. Edi
torial Nueva Imagen, México.
1985 "La crisis demográfica del siglo XVI", Población y mano de obra en América Latina,
Nicolás Sánchez Albornoz comp., Editorial Alianza-América, Madrid.
1985 "La crisis demográfica del siglo XVI y la transidón del Tawantinsuyu al sistema
mercantil colonial", en Sánchez-AIbomoz, 1985.
1992a "La despobiadón indígeiu en el Perú y Nueva España durante el siglo XVI y la for-
madón de la economía colonial de América Latina Colonial, Lecturas de Historia
Mexicana, 8, Colegio de México, México.
1992b The colonial economy: the transfer oí the european sistem of production to New
Spain and Perú”, ¡oumal o/Latin American Studies, Quincentenary Suplement, 24.
1994 Transiciones hacia el sistema colonial andino, Lima-México, DF: Instituto de estudios
Peruanos y El Colegio de México.
Assadourian, Carlos Sempat, y otros
1980 Minería y espado en los Andes, siglos XVII- XIX, lEP, Lima.
1977
Aston, Trevor
1983 Crisis en Europa, 1560-1660, Madrid.
Atierua Hernández, Ignacio
1994 "Refeudalization in Castile During the Seventeenth Century: a Qiché?, The Castilian
Crisis the Seventeenth Century. New Perspectives on the Ecorumiic and Social History
ofthe ^mteenth Century Spain, Cambridge.
B IB LIO G R A FIA • 403
Browa Kendal
1986 Bourbons and Brandy. Imperial Reform in Eighieertth Century Arequipa, Albuquerque.
Burga, Manuel
1977 De ¡a encomienda a ta haáendi capitáista. El valle de jequetepeque del siglo X V I al XX,
Instituto de Estudios Peruanos, Lima.
1979 "La sociedad colonial (1580-1780), Nueva Historia Ceneral del Perú, Lima.
1988 Saamiento de una utopía. Instituto de Apoyo Agrario, Lima.
Burkholder Mark y Chandlei; S-V
1984 De la impotencia a la autoridad, México, FCE.
Busto Duthurburu, José Antonio del
1963 El conde de Sima, virrey dd Peni (Ira parte). Lima; Instituto Riva-Agüero.
1978 Historia general del Peni. Descubrimiento y conquista. Lima: Librería Studium.
1992 San Martin de Ponas, PUQ’, Lima.
Caillavet Chantal
1984 T es rouages économiques d'une sodeté miniére; échanges et crédit. Loja 1550-
1630", Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinas, XIII, 3-4.
Calvino, Italo
1990 Las ciudades invisibles. Editorial Símela, Madrid.
Camf>s, Amulf
1992 "Begegnung mit Indianidchen Religionen. Wahmehmung und Beurteilung in der
Kolonialzeit', Conquista und Evangelisation. SOO¡ahre orden in Latanamerika, Michael
Sie\’enich % comp., Mainz.
Castañeda, Paulino y Marchena, Juan
S.f. "Las órdenes religiosas en América: propiedades, diezmos, exendones y prÍN-ilegios",
Anuario de Estudios AmakanK, XXXV, Sevilla.
Castañeda Delgado, Paulino y Hernández Aparicio, Pilar
1995 La Inquisición de Urna 1570-1635, L DELMOS, Madrid.
Capoche, Luis
1953 Relación general de la Villa Imperial de Potosí Luis Hanke ed., BAE Madrid.
Cárdenas, Mario
1985 "Demografía del pniebk) de Santiago del Cercado", Rensta del Aráizv General de la
Nación, 8.
Carmagnani, Marcello
1976 Formación y crisis de un sistemafeudal, México.
Cannona MoretK), Félix
1993 Fray Luis López de Solís, Editorial Revista Agustiniana, Madrid.
Carracido, José R.
1899 El P. José de Acosta y su importancia en la literatura científica española. Madrid.
Castañeda Delgado, Paulino
1983 Los memoriales del Padre Silva sobre la predicación pacifica y los Repartimientos, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.
Castañeda Delgado, Paulino y HemiiKlez, Pilar
1989 La Inquisición de Urna, 1570-1635,1, DELMOS, Madrid.
Céspedes del Castillo, Guillermo
1983 América Hispánica, Madrid.
1986 Textos y documentos de la América Hispánica (U9S-W8), Madrid.
Chacón Torres, Mario
1973 Arte virreinal en Potosí, Escuela de Estudios Hispano Americanos, Sevilla.
4 0 6 • H ISTO R IA DE A M ER ICA AMDINIA
Chamey, Paul
1988 "El indio urbano, un análisis económico y social de la población de Lima en 1613",
Histórica. Xll, 1.
Chaunu, Fierre y Huguette
1953 "Economie atlantique, économie-monde(l504-1650), Cahiers d' Histoire Mondiales, II.
1955-59 Seville et L atlantique, 1504-1650, París.
1983 Sevilla y América, siglos XVI y XVII, Universidad de Sevilla, Sevilla.
Qievalier, F.
1966 Land and Society in Colonial México, Berkele)'.
Cieza de León, Pedro de
1962 Crónica del Perú, Madrid.
Qayton, Lawrence
1975 "Trade and Navigation in the Seventeenth Century Viceroyalty of Perú", jourrmi of
Latin American Studies, 7.
1980 Caulkers and Carpenters in a New World: the Shipyards of Colonial Guayaíjuil, Ohio.
1986 "The Maritime Trade of Perú in the Seventeenth Century", The Mariner's Mirror, TI.
Colé, Jeffrey
1985 The Potosi Mita, 1573-1700. Compulsen/ Indian labor in the Andes, California.
Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento,
1966 conquista y organización de las antiguas posesiones de América y Oceanía, XXVIII, (187,4,).
Colmenares, Germán
1969 Encominda y población en la provincia de Pamplona (1549-1650), Bogotá.
1979 Historia económica y social en Colombia. Popayán: una sociedad esclavista 1680-1800,
tomo II, Bogotá.
1983 Cali: terratenientes, mineros y comerciantes. Siglo XV///, Universidad del Valle, Cali.
Collet, Giancarlo,
1992 "Wir abes schatzen das Leben und die Seele eines Indianers holer einals alies fold
und silber" (Nosostros damos las vida y el alam de un indio una mayor estimación
más que lodo el oro y la plata). Conquista und evangelisation. 500 ¡ahre Orden in
Lateinamerika, Michael Sievemich ed., Mairxz.
Comblin, José
1966 "Situaíao Histórica do Catolicismo no Brasil", Revista Eclesiástica Brasileira, 26.
Consejo Provincial de Trujillo
1969 Actas del Cabildo de Tru/illo, 1566-1571, Lima.
Contreras, Carlos
1982 La ciudad del mercurio. Huancavelica 1570-1700, lEP, Lima.
Cook, Noble David
1968 Padrón de los indios de Lima en 1613, Lima.
1965 "La población indígena en el Perú Colonial", Anuario del Instituto de Investigaciones
Históricas, 8.
1973 "The Indian Population of Perú, 1570-1620", Ph. D dissertation, University of Texas.
1981 Demographic Collapse. Indian Perú, 1520-1620, Cambridge: Cambridge University
Press.
1982a People of the Coica Valley: A Population Study. Boulder
1982b "Population Data for indian Perú; sixteenth and seventeenth centuries". Hispanic
American Historical Review, 62.
Cook, Noble David y W. George Lovell, eds.
1991 The Secrets ¡udgments of Cod: Oíd World Disease in Colonial Spanish America, Norman.
B IB LIO G R A F IA * 407
CHissel, Enrique
1979 El Obispado Latinoamericano y la liberación de los pobres 1504-1620, Centro de Reflexión
Teológica, México.
1982 "Francisco Solano”, Testigos de Fe en América Latina, Editorial Verbo Divino.
Duviols, Fierre
1971 La lutte contre les religions aulochtones dans le Pérou colmial. “L'extirpation de Vidolatrie’
entre 1532 et 1660. Paris/Lima; Instifut Francais d'Efudes Andines,
1977 La destrucción de las religiones andinas, Universidad Autónoma de México, México.
Egaña, Antonio de
1966 Historia de la Iglesia en la América Española desde el Descubrimiento hasta comienzos del
siglo XIX, Hemisferio Sur, Madrid.
Espinoza Soriano, Waldemar
1960 "El alcalde mayor indígena'. Anuario de Estudios Americanos, XVII, Sevilla.
1981 La destrucción del imperio de los incas, Lima.
Escobedo Mansilla, Rotuld
1979 El tributo indígena en el Perú, siglos XVI y X V II Pamplona: Universidad de Navarra.
Estupiñán, Tamara
1986 "Observaciones sobre el movimiento de los precios en el mercado legal quiteño,
1566-1665".
Evans, Brian M.
1991 "Dcath in Amaya of Upper Perú, 1580-1623", en Cook y Lovell, 1991.
Fais Borda, Orlando
1973 El hombre y la tierra en Boyaca'. Desarrollo histórico de una sociedad minifundista. Punta
de Lanza, Bogotá.
Fajardo, D.
1969 El régimen de la encomienda en la provincia de Vélez. Población indígena y economía,
Bogotá.
Feliu Cruz, Guillermo y Monge Alfaro, Carlos
1941 Las encomiendas según las tasas y ordenanzas. Talleres S.A. Jacobo Peuser, Buenos
Aires.
Ferry, Robert J.
1989 The Colonial Elite of Early Caracas. Formation and Crisis, 1567-1767, University of Cal
ifornia Press, Barkeley.
Flickema, Thomas
1981 "The siege of Cuzco". Revista de Historia de América (México, DF), 91
Flores Galindo, Alberto
s.f. Buscando un Inca
1984 Aristocracia y plebe. Lima 1760-1830, Lima.
Fontana, Joseph
1988 "Auge y decadencia de la econorm'a del Imperio español en los siglos XVII y XVIIl:
una propuesta interpretativa", Revista Ecuatoriana de Historia Económica, 3.
Freitas, María Carmelita
s.f "Die Ceistlidie Eroberung Zwei Wege der Evangelisierung", Conquista und Evangelisa-
tion, pp:36-58.
Friede, Juan
1%1 Vida y luchas de don juan del valle. Primer Obispo de Popaydn y protector de Indios,
Popayán.
1974 Los chibchas bajo la dominación española, Santafé de Bogotá.
BI& LIO G RA FIA • 409
Gage, Thomas
1980 Viaja en le Sueva España, La Habana.
Galmés, L<»enzo
1982 "Hagiografía Hispanoamericana", Historia de ¡a Iglesia, 1, P. Borges ed.
Garda Fuentes, Lutgardo
1980 £/ aimerdc español con América, 1650-1700, Sevilla.
García Osa, Joaquín
1991 "Los agustinos y la evangelizadón en el Perú", Evangátación en el Perú. Luces y som
bras en el siglo XVI, Instituto Bartolomé de las Casas, Lima
Carda Sanz. An¿d
1994 "Castile 1580-1650; Econcmic Crisis and the Policy of Reform", The CastUian Crisis oj
Ihe Seventeaith Century. New Perspectipa on the Eamomic and Social History the Sev-
enteenth Century Spain, Cambridge.
Garda Suárez, Gennin
1991 Tarea Evangetizadora de La Merced entre los indígei«s de América; nwtivaciones,
métodos, vitalidad (Sigk) XVI). Presencia de La Merced en América", Actas del /
Congreso Internacional, 30-IV - 2-V, Madrid.
Garda de Llanos
1966 Diccionario y manera de hablar que usan en las minas y sus labores en los ingenios y ben-
efkvs metales, IFEA-CEDES, La Paz.
Gardlaso de la Vega, Inca
1985(1609) Comentarios Reales, Anuario de Estudios Americanos, XLIL Sevilla.
Gil Fernández, Juan
S. f. "Los franciscanos y Colón", Archivo Iheroanericem, XLVX 79-110.
Gisbert Teresa
1980 ¡conogr^ y mitos indígenas en el arte, La Paz.
Gtave, Luis Miguel
1989 Tr^htantes, caminos indígenas en la sociedad colonial. Siglos XVI-XVII, Instituto de
Apoyo Agrario, Linu.
s i "La crisis general del siglo XVII", Las crisis económicas en la Historia del Perú, Heraclío
Bonilla comp. Centro Latinoamericano de Historia Económica y Sodal, Fundación
Friedrich Ebett, Lima.
Glave, Luis Miguel y Remy, María Isabel
1983 Estructura Agraria y vida rural en una región andina: CHlantaytambo entre los siglos XVI-
XIX, Centro de Estudios Rurales Andinos, Cuzco
1989 "El Virreinato peruano y la llamada crisis general del siglo XVll", Trajinantes.
Caminos indígenas en la sociedad colonial, siglos XVI-XVH. Lima.
GoWwert, Marvin
1955/ 58 "La lucha por la perpetuidad de las encomiendas en el Perú virreirul (1550-
1600)'. Revista Histórica (Lima); 32:336-360, y 23.
Gdte, Jurgen
1980 Repartos y Rebeliones. Tupac Amaru y las contradicciones de la economía colonial, Lima.
Gómez Cañedo, Lino
1969 "La provincia írandscana de Santa Cruz de Caracas", Memoria del Primer Congreso
Venezolano de Historia Eclesiástica, Maracaibo 5-8 nov-69.
Gómez P, C. y Marchena F, Juan
1985 'Los señores de la guerra en la conquista".
410 * H IS T O R IA DE A M ER ICA ANDIÍsA
Klein. Herbert S.
1986 African Slavery in Latín America and the Carihean, New York.
Klein, Herbert y Tepaske, John
1981 The Seventeenth Century Crisis in New Spain; Myth or Reality?", Past and Present,
90.
Klein, Herbert y Engerman, Stanley
1990 "Methods and Meanings in Price History", GrowA and Integration in the Atlantic
Trade. Essays on the Púa History of Eighteenth Century Latín America, Albuquerque.
s.f Las finanzas americanas.
Klumpp, Kathleen
1974 "El retomo del Inca: una expresión ecuatoriana de la ideología andina". Cuadernos de
Historia y Arqueología, vol XXIV, # 40, Guayaquil.
Konetzke, Richard
1953 Colección de documentos para laformación social de Hispanoamérica 1493-1810,1, Conse
jo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.
1%5 Sud und Mitlelamerika 1: Die Indianerkulturen Altamerikas und die spanish- portugiesis-
che Kolonialherrschaft, FrarJcfurt.
La Cruz, Aimón
1986 "Apuntes sobre la Provincia de San Juan Bautista del Perú", II Encuentro de Histon-
adores Dominicos, Los Dominicos en America. Colección Cuarto Centenerio, Chile.
Langue, Fréderique y Salazar-Solcr, Carmen
1993 Diccionario de Términos Mineros para ¡a América Española (siglos XVI-XIX), Recherdie
sur les Civilisations, París.
Lazo García, Carlos
1986 "La Iglesia en la economía de América Latina, siglos XVI-XIX", La Iglesia en ¡a
economía de América Latina, siglos XVI-XIX, México.
1992 Economía colonial y régimen monetario. Perú, siglos XVI-XIX, Lima.
Lavallé, Bemard
s.f "La criollización del clero". Historia de la Iglesia, I, P Borges ed.
1984 "La rebelión de las alcabalas, Quito, julio de 1592-abriI 1593", Revista de Indias, 173,
pp: 141-202.
1992 Quito et la crise de L 'Alcabala (1580-1600), CNRS, París.
1993 Las promesas ambiguas. Criollismo colonial en los Andes, Pontificia Universidad Católi
ca del Perú, Lima.
Levillier, Roberto
1919 Chganización de la Iglesia y órdenes religiosas en el Virreinato del Perú en el sigb XVI, I,
Sucesores de Rivadeneira, Madrid.
1921 Gobernadores del Perú, cartas y papeles del s. XVL Espasa, Madrid.
1935 Don Francisco de Toledo supremo organizador del Perú, 1515-1582. Años de andanzas y de
guerras. Espasa Calpe, Madrid.
1956 Los Incas, Escuela de Estudios Americanos, Sevilla.
Liehr, Reinhard
1976 "Orígenes, evolución y estructura socioeconómica de la hacienda hispanoameri
cana", Anuario de Estudios Americanos, 33.
Llopis Agelán, Enrique
s.f "Castilian Agriculture in the Seventeenth Century. Depression or Readjustment and
Adaptation?", The Castilian Crisis qfthe Seventeenth Century. New Perspectives on the
Economic and Social History ofthe Seventeenth Century Spain, Cambridge.
B IB LIO G R A FIA • 413
Lockhart, James
1968 Spanish Perú, University of Wisconsin Press 1532-1560, Madison.
1972 The Men of Qtjamarca, Texas.
1982 El Mundo Hispanoperuano,
Lohmann Vtllena, CuiUermo
1945 El Arte Dramático en Lima durante el Virreinato, Escuela de Estudios Hispanoameri
canos, Sevilla.
1949 Las minas de Huancavelica en los siglos XVJ y XVII, EEHA, Sevilla.
1957 El corregidor de indios en el Perú bajo los Austrias, Ediciones Cultura Hispánica,
Madrid.
1966 Juan de Matienzo, autor del "Gobierno del Perú". Su personalidad y su obra, Sevilla,
Escuela de Estudios Hispano-Americanos.
1%9 "BarKa y crédito en la América Española. Notas sobre hipótesis de trabajo y fuentes
informativas". Historia, 8, Qüle.
1971 Manifiesto de la plata extraída del cerro Patosi (1556-lSOO"), Buenos Aires.
1977 Las ideas jurídico políticas en la rebelión de Gonzalo Pizarra, Valladolid.
s.f. "La restitución por conquistadores y encomenderos: un aspecto de la incidencia las-
casiana en el Perú", Anuario de Estudios Americanos, XXIIl.
1985 "Estudio preliminar a Francisco López de Caravantes", Noticia General del Perú, Bib
lioteca de Autores Españoles, Madrid.
López de Caravantes,
1985 Noticia General del Perú, Bibliotecas de autores españoles, 29Z Atlas, Madrid.
López de Gomara, Francisco
s. f. Historia General de las Indias y de la conquista de México.
López Martínez, Héctor
1970 Diego Centeno y la rebelión de los encomenderos, Lima, P L Villanueva.
López Piñeiro, José Maria
19^ Ciencia y técnica en la soáedad española de los siglos XVl y XVII, Labor, Barcelona.
Lozano Castro, Alfredo
1991 Quito. Ciudad milenaria: forma y símbolo, Abya Yala, Quito.
Lublinskaya, A.D.
1979 La crisis del siglo XVU y la sociedad del Absolutismo, Madrid.
Luzque Alcaide, Eliza
1992 "La inquisición". Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, siglos XV-XIX, I, P
Borges ed., Madrid.
Luzque Alcaide, Eliza y Saranyana, Ignasi
1992 La Iglesia Católica y Am&ica, M.APFRE, Madrid.
Lynch, John
1989 Bourbon Spain, 1700-1808, Oxford.
1992 Los Austrias (1598-1700), Barcelona.
Macera, Pablo
s.f Instrucciones para el manejo de ¡as haciendas jesuítas del Perú (siglos XVII-XVII).
1977 "Feudalismo colonial americano: el caso de las haciendas peruanas", Trabajos de His
toria, Lima.
MacLeod, Murdo
1973 Spanish Central America. A Socioeconomic History, 1520-1720, Berkeley.
1984 "Spain and America: the Atlantic Trade, 1492-1720", The Cambridge History of Latín
America, Bambridge.
414 • H IST O R IA DE AM ERICA A N D I\ A
Malamud, C.
1982 "España, Francia y el comercio directo con el espado peruano, 1685-1730”, La
economía española al final del Antiguo Régimen, lll, Comerio y colonias, Joseph Fontana
comp., Madrid.
1986 Cádiz y Saint Malo en el comercio colonial peruano, 1698-1725, Cádiz.
Manual de Historia de Cdombia, 1.
s.f
Maravall, José Antonio.
1987 La cultura del barroco, análisis de una estructura histórica. Anal, s.c.
Marchena F., Juan
1992 "Los hijos de la guerra, modelo para armar". Actas del Congreso del Descubrimiento,
ni, Madrid.
Martínez Gamica, Armando
1992 Legitimidad y proyectos políticos en los orígenes del gobierno del Nuevo Reino de Granada,
Santafé de Bogotá.
Martínez, Milagros
s.f "Comunidad indígena y haciendas españolas en Piura. El caso de San Francisco de
Cumbicus (1645-1720)", Histórica, XIV.
Marzal, Manuel
s.f "Kulturantropologie und Mission", Conquista und evangelisation.
Medina, Miguel Angel
1992 Los dominicos en América, MAPFRE, Madrid.
Meikiejohn, Norman
1986 "Una experiencia de evangelización en los Andes. Los Jesuítas de Juii (Perú) siglos
XVlI-XVll", Cuadernos para la Historia de evangelización en América Latina, Cuzco.
Mellafe, Rolando
1987 "Latifundio y poder rural en Chile, siglos XVII y XVIII", Cuadernos de Historia.
Mena (p:157)
Mendiburo, Manuel de
1874-90 Diccionario Históricobiográfico del Perú, 8 tomos, Lima.
Matienzo, Juan
1967 Gobierno del Perú <1567), Lima.
Metzler, J., Ingoli
1969 "Franceso Ingoli und die indianerweihen", Nouvelle Revue de Science Missionaire, 25.
Milán Rubio, Joaquín
s.f Los primeros siglos de La Merced en América. Siete Preguntas.
Millé, Andrés
1964 Itinerario de la Orden Dominicana en la Conquista del Perú, Chile y el Tucumdn y s ü con
vento Antiguo Buenos Aires, Emecé Ediciones, Buenos Aires.
Millones, Luis (comp.)
1990 El retorno de las huacas, estudios y documentos sobre el Taki Ongoy (siglo XVI), Lima,
Instituto de Estudios Peruanos & Sociedad Peruana de Psicoanálisis.
Mira, Guillermo
1994 "Cambio tecnológico y cambio social en la producción de plata americana 1550-
1900", CXLIX, 586-587, Ann Arbor
Molina, Cristóbal de
1968 "Relación de muchas cosas acaecidas en el Perú", Crónicas peruanas de interés indíge
na, Francisco Steve Barba ed.. Biblioteca de Autores Españoles, Madrid.
B IB LIO G R A FIA • 415
Montoya, Rodrigo
1991 "Antropología y Política", José María Arguedas veinte años después: huellas y horizonte,
1969-1989, Lima.
Morales, Alonso
s.f La Orden de k Merced en la Evangelización de América.
Moreno Yánez, Segundo
1980 Traspaso de la propiedad agrícola indígena a la hacienda colonial: el caso de
Saquisiir, ¡ahrbuch fur Geschichte von Staal Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas,
xvn.
Moreyra Paz Soldáa M. y Lohman Villena, Guillermo
1980 "En tomo a dos valiosos documentos sobre Potosf, La moneda colonial en el Perú,
Lima.
Morineau, Michele
1985 Incroyables gazzeties et fabuleux mátaux: ¡es retours des trésors américains d'apres les
gazettes hollandaises (I6eme-Í8eme siecles), Londres-Paris.
Momer, Magnus
s.f. "The Rural Economy and Sodety of Colonial Spanish South America", The Cambridge
History of Ltttin America, Colonial Latin America, II.
1970 La corona española y los foráneos en los pueblos de indios en América, Instituto de Estu
dios Iberoamericanos, Estocolmo.
1975 "La hacienda hispanoamericana: examen de las investigaciones y debates recientes".
Haciendas, latifundios y plantacumes en América Latina, México.
Morse, Richard
1987 "Urban Development", Colonial Spanish America. Cambridge History of Latin America,
Leslie Bethel ed., Cambridge University Press, pp: 165-201
Moutaukias, Zacarías
1988 Contrabando y control colonial en el siglo XVII, Buenos Aires.
Munda, Salvatore
1985 El asesinato de Francisco Pizarra. Investigación esgrimistica, Lima, Servicios de Artes
Gráficas.
Muñoz Correa, Juan Guillermo
s.f "San Antonio de Petrel: tenencia, producción y trabajo en una hacienda costera de
Chile Central. Siglos XVII y XVIII", Historia, Santiago de Chile.
Muñía, Martín de
s.f La historia de los Incas
Murra, Jhon V.
1975 Formaciones económicas y políticas del mundo andino, Lima.
Mustapha, Monique
1985 Ibero-Amerikanisches Archiv, Berlín.
Newson, Linda E.
1995 Ufé and Death in Early Colonial Ecuador, Norman.
Nguyea Pablo
1991 "Los dominicos en la defensa del hombre andino", Evangelización en el Perú, Institu
to Bartolomé de las Casas, Lima.
Nieto Degregori, Luis
1994 Señores destos Reinos, Lima.
Nolasco Pérez, Pedro
1923 Religiosos de la Merced que pasaron a la América española, Sevilla.
416 • H IST O R IA DE A M E R IC A ANDINA
1994 "Banca y crédito en Lima, siglo XVII", f)onencia presentada en el Cohtjuio de Historia
de Lima, Lima.
1995 Comercio y fraude en el Perú colonial. Las estrategias mercantiles de un banquero, Lima.
Tandeter, Enrique
1981 "Mineros de Week-end: los ladrones de minas de Potosf, Todo es Historia, 174,
Buenos Aires.
1992 Coacción y mercado. La minería de la plata en Potosí colonial, 1692 -1826, Editorial
Sudamericana, Buenos Aires.
Tepaske, John
1982 "The Fiscal Structure of Upper Perú and the Finandng of Empire", Essays m the Polit-
ical, Economic and Social Histor^ of Colonial Latin America, Delaware.
Teráa Rosemarie
1992 "La ciudad colonial y sus símbolos. Una aproximación a la Historia de Quito en el
siglo XVn", Ciudades de ¡os Andes. Visión histórica contemporánea, Eduardo Kingman
comp.. Ciudad, Quito.
Thompson, I.A. y Yun Gisadilla, Bartolomé
1994 The Castilian Crisis of the Seventeenth Century. New Perspectives on the Economic and
Social History Seventeenth Century Spain, Cambridge.
Toledo, Francisco de
1921 "Despacho de 27 de noviembre de 1579", Gobernadores del Perú. Cartas y papeles del
siglo XVI, Espasa, VI, Madrid.
Tord, J. y Lazo, C.
1982 " Econonua y sociedad en el Peni colonial (movimiento social)". Historia del Perú
Colonial, Barcelona.
Toscano, J.
1907 El primitivo Obispado del Tucuma'n y la Iglesia de Salta, Imprenta de Biedma e Hijo,
Buenos Aires.
Trelles Arestegui, Eíraín
1982 Lucas Martínez Vegoso: funcionaminte de una encomienda peruana inicial, Lima.
1992 "Perfil de la conquista, Cajamarca revisitada", 500 años después...¿E/yin de la Histo
ria?, Lima.
Troconis de Veracoechea, Emilia
1992 Caracas, Colección de Ciudades Iberoamericanas, MAPFRE, Madrid.
Tyrer, Robson
1988 Historia Demográfica y Eamómica de la Audiencia de Quito. Población indígena e indus
tria textil, 1600-1800, Banco Central del Ecuador, Quito.
Ulloa, Modesto
1986 La Hacienda Real de Castilla en el reinado de Felipe II, Madrid.
Urrutia, Jaime
1985 Huamanga, región e historia, 1536-1770, UNSCH, Huamanga.
Urbano, Henrique
1993 "Idolos, figuras, imágenes. La representación como discurso ideológico". Catolicismo
y extirpación de idolatrías, siglos XVl-XVIII, Charcas, Chile, México, Perú, Gabriela
Ramos y Henrique Urbano comp.. Centro de Estudios Regioruiles Andinos, Cuzco.
Valencia, Alor\so
1991 Resistencia indígena en la coloni:uición española. Cali, Ed. Universidad del Valle.
Vargas, José María
1986 Historia de la Provincia Dominicana del Ecuador, siglos XVI-XVll Quito.
B IB LICX IR A FIA • 421
Zevallos, Noé
1991 El padre José Acosta. Evangelización en el Perú. Luces y sombras en el siglo XVI, Institu
to Bartolomé de las Casas, Lima.
Zumárraga, Juan de
1533 "Carta de don fray Juan de Zumárraga al Emperador, Valladolid 1533", Donfray Juan
de Zumárraga, I-IV, R. Aguayo Séncer y A. Castro Leal ed., México, 1947,
s i Conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias del
Paraguay, Paraná, Ururuy, y Tape.
L A M IN A S •4 2 3
LAMINAS
N® Pág.
FOTOGRAFÍAS
EN B U N C O Y N E G R O
N® Pág.
EN C O LO R
Ref.
a) Santa Rosa de Lima, anónimo, s. XVII, Museo Banco Central, Quito. Fuente:
Arte ecu atorian o, Salvat Editores.
b) Tupac Amaru, Museo de Antropología e Historia, Lima. Fuente: C rónicas d el
D escu brim ien to, Editorial Planeta.
c) Ángel arcabucero, anónimo del s. XVII, Museo Nacional del Arte, La Paz.
Fuente; Santiago Sebastián, El B arroco Iberoam erican o.
d) Procesión del Corpus ChristI en el Cuzco, anónimo, s. XVII, Museo Arzobispal
del Cuzco. Fuente: G.M . Viñuales, Iberoam érica s. XVI-XVIll.
e) Virgen del Cerro, anónimo, s. XVII, Casa de la Moneda, Potosí.
f) Bartolomé de las Casas, colección Bartolomé de las Casas.
g) Caciques negros de Esmeraldas, pintura de Andrés Sánchez Callque, s. XVI,
Museo de las Américas, Madrid. Fuente: Arte ecu atoriano, Salvat Editores.
h) Trinidad trifacial. Museo Nacional de Arte, Lima. Fuente: G.M. Viñuales,
Ibero am érica s. XVI-XVIl.
•_ * '
"l^
.' h '
it,
;^ - + -
í
S v -'
I- '|T _■
1- 7*-<' -J'f' 'V/'l
’-Ftíi ■
‘■-5fí
.■^1
' V; . . . K - - , - v ; ' =
**. -■
^r-C
V-í"
í>- ■^>1
Este segundo volumen de ta Historia de América Andina, ana
liza cómo los eleníientos impuestos por los conquistadores es
pañoles, a partir del s. XVI, comenzaron a organizare integrar las
sociedades y los territorios andinos dentro de esquemas polfticos,
culturales, religiosos, económicos y administrativos comunes,
que constituyeron finalmente el orden colonial. Dicho proceso se
inicia con la conquista y evoluciona hacia la instalación definiti
va del sistema colonial en el s. XVII. El volumen busca configurar
una visión de conjunto que subraye tanto los aspectos comunes
de las sociedades que emergen en este proceso, como de los as
pectos particulares vinculadas a la pluralidad de espacios que
componen la América Andina.
En esta perspectiva, en una primera parte, se analiza ta diná-
miounistórica que llevó tanto a la conquista de las sociedades
abbrígenes, como a la derrota de los conquistadores a manos de
ja Corona española. En una segunda parte, el volumen cubre
desde la emergencia del sistema colonial at triunfo dél estado ab
solutista. Aquí se estudia el desarrollo de las econon^as mineras,
el régimen agrario y de posesión de la tierra y el nacimiento de
las ciudades. Finalmente, en una tercera parte, se da cuenta de la
evolución poblacional, la denominada "crisis del s. XVII", la in a
teracción entre noblezas indígenas y orden colonial, y el impor
tante tema de la evangelización y su relación con la sociedad co
lonial.
Este volumen tiene entre sus colaboradores a Manuel Burga,
Gimien Gómez, Juan Marchena, Teodoro Hampe, Diana
nett, Fréderique Langue, Carmen Salazar-Soler, Susan Ramírez, n
Luis Clave, Noble Cook, Margarita Suárez y Hans-Jürgen Prien. i
UMVERSHMO ANDINA
SIMON B d lV A B
Ecuador