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La muerte de Steve Jobs dejó huérfano de padre a la mayor de sus creaciones,

Apple, una compañía que moldeó acorde con sus sueños tecnológicos y que
ahora se enfrenta al reto de sobrevivir a la ausencia de su visionario líder. A
pesar del golpe de efecto que supone esta pérdida, Apple encara la era post
Jobs siendo la segunda empresa más valiosa de EE. UU., desde la tranquilidad
de ver cómo sus beneficios se duplican de año en año y sus productos marcan
la pauta a seguir en el sector. La mano de Jobs se encuentra detrás de los
ordenadores Mac, cuyas ventas gozan de buena salud mientras los PC se
desinflan, ideó el teléfono inteligente más popular, el iPhone, y emprendió el
lucrativo negocio de las tabletas informáticas con el iPad, absoluto rey del
floreciente mercado. Fue Jobs quien pensó en el iPod cuando el mundo había
empezado a hacer su transición del "walkman" y el "discman" a los reproductores
portátiles de música en mp3. Más allá de los aparatos físicos, clave en esa
expansión del universo "i" fue el soporte de aplicaciones y de servicios creadas
al amparo de la tienda audiovisual iTunes. La Academia de la Grabación de EE.
UU., la misma que otorga los premios Grammy, reconoció en su mensaje de
condolencias hoy que Steve Jobs había revolucionado la forma de escuchar
música; mientras que el presidente estadounidense, Barack Obama, aseguró
desde la red en internet Twitter que el genio de Apple había transformado la
manera de trabajar. Un legado que parece irrepetible y que podría jugar en contra
de la compañía tecnológica en los años venideros. A partir de ahora cualquier
cosa que produzca Apple se comparará irremediablemente con los tiempos de
Steve Jobs, quien para muchos fue más que un gran ejecutivo: fue un gurú que
asoció la imagen de su empresa a una filosofía de calidad y diseño que atrajo a
millones de adeptos dispuestos a comprar cualquier cosa con el símbolo de la
manzana mordida. Un número de fieles que fue creciendo a medida que Apple
ampliaba su red de tiendas por todo el mundo y abarataba sus productos al
sacarle partido a las economías de escala y la externalización de su fabricación
en masa a China. Jobs, además, convirtió los lanzamientos de la empresa
californiana en espectáculos y sabía manejar bien los tiempos para generar
expectativas. Le gustaba guardarse un as en la manga, el factor sorpresa, que
solía desvelar cuando parecía que no quedaba nada más que decir y precedía
con su habitual "una cosa más". De hecho, Jobs no ha dicho su última palabra
en términos de productos y se prevé que en los dos o tres próximos años la
estrategia de Apple esté aún fuertemente asociada a los planes de su creador,
cuya desaparición este miércoles fue consecuencia de un paulatino deterioro de
salud que comenzó cuando se le detectó un cáncer de páncreas. Durante este
año Apple se fue poco a poco preparando para su vida sin Jobs, quien estuvo de
baja médica desde enero y finalmente renunció a su cargo de consejero
delegado el 24 de agosto. Fue Jobs quien aconsejó como su sucesor al frente
de la compañía a Tim Cook, jefe de operaciones hasta entonces y ahora cabeza
visible de Apple. Tras su nombramiento Cook se apresuró en afirmar que la
empresa "no iba a cambiar", si bien las bolsas opinaron diferente y castigaron el
traspaso de poderes con una caída del 5 % del valor de los activos de la
compañía. La primera prueba de fuego para Cook y su equipo fue el debut del
nuevo iPhone, el iPhone 4S, que fue desvelado el pasado martes sin la
comparecencia de Jobs y fue recibido con tibieza por los analistas que se
esperaban lo imprevisible: esa "cosa más" tan propia de Steve Jobs. ¿Quiénes
toman las riendas de Apple? Jobs contaba con un poderoso grupo de ejecutivos
que trabaja para Apple Inc., desde hace más de 12 años, un equipo inusual para
una empresa del panorama cambiante de la tecnología. Estos son algunos
directivos que se quedaron al frente de Apple luego que Jobs presentara su
renuncia como presidente ejecutivo de la empresa en agosto Tim Cook: sucesor
de Jobs como presidente ejecutivo y quien era el director operativo de la
empresa, quien además sustituyó a Jobs durante tres ausencias médicas. El
directivo ingresó a la Apple Inc., en 1998, cuando fue nombrado vicepresidente
de operaciones mundiales y se le ha dado crédito por haber arreglado los
procesos de fabricación de Apple y resolver las demoras crónicas de los
productos, así como los problemas de distribución. Al ser la persona que
mantenía funcionando la empresa desde el anonimato, Cook nunca ha
participado mucho en la presentación de nuevos productos. Antes de trabajar
para la Apple, Cook trabajó como gerente de distribución en cadena para
Compaq Computer, que ahora forma parte de la Hewlett-Packard Co., así como
para la IBM Corporation. Cook posee una Maestría de Negocios de la
Universidad de Duke. Peter Oppenheimer: es el director financiero de Apple, un
puesto que en muchas otras empresas es la antesala al cargo de presidente
ejecutivo. Sin embargo, en Apple, lo financiero parece pasar a un segundo
término detrás de la tecnología y el diseño. Oppenheimer ni siquiera fue
mencionado en las suposiciones sobre quién ocuparía el cargo de presidente
ejecutivo después de Jobs y antes de que quedara claro que Cook era el príncipe
heredero. Oppenheimer llegó a trabajar a la Apple en 1996 y posee una maestría
de negocios de la Universidad de Santa Clara. Philip Schiller: es el director de
mercadeo de productos y a menudo participa en los lanzamientos de productos,
característica principal de la Apple. Sin embargo, siempre trabajó a la sombra de
Jobs, quien siempre fue la cabeza visible de la empresa y siempre estuvo
íntimamente involucrado en el mercadeo y presentación de los productos de la
empresa. Jobs incluso era conocido por responder a los correos electrónicos de
los clientes. Sin embargo, la carrera de Schiller siguió una trayectoria parecida a
la de Jobs: comenzó a trabajar en la compañía en la década de los ochenta, se
fue para trabajar en otras compañías y regresó en 1997 cuando Jobs también
volvió. Es egresado de Boston College con una licenciatura en biología. Jonathan
Ive: encabeza al equipo de diseño industrial de Apple y es responsable de la
imagen y el desempeño del hardware de los productos desde 1996. Esto significa
que él llegó antes que Jobs regresara a la compañía en 1997. Ive ha guiado el
diseño de productos icónicos de la marca como la iMac original, el iPod y el
iPhone. Ha sido ganador de varios premios de diseño. En el 2007, en una
entrevista con el Museo del Diseño en Gran Bretaña, indicó que el proceso de
diseño en Apple se caracteriza por "el cuidado fanático por las cosas que van
más allá de lo obvio: la atención obsesiva en los detalles que en ocasiones son
desatendidas, como cables y adaptadores de luz". Scott Forstall: encabeza el
desarrollo del software para productos como el iPhone y el iPad de Apple y ayuda
a presentar sus ventajas en los lanzamientos de producto. Trabajó para Jobs en
Next, la empresa que fundó Jobs después de dejar a la Apple en los ochenta y
se integró a Apple después de que compró a Next en 1997. Forstall es uno de
los arquitectos del actual sistema operativo de las computadoras Mac, el sistema
OS X. Tiene una licenciatura y una maestría de la Universidad de Stanford.
https://www.xataka.com/especiales/el-apple-de-jobs-contra-el-apple-de-tim-
cook-un-analisis-con-todos-los-datos
Apple pasa sus días bajo las sombras de un prodigioso pasado donde
revolucionó el mercado tecnológico en más de una ocasión, donde cada
presentación era aguardada con ahínco, donde la innovación se convirtió en
constante, en imperativo.
Debido a sus épicas conquistas de antaño, los actuales esfuerzos de la
compañía lucen insuficientes, acaso decepcionantes. La ausencia de Steve Jobs
es palpable. Cabe recordar que, en 2007, cuando Jobs anunció el iPhone,
cambió los paradigmas otrora regentes de la telefonía móvil. En 2010, rediseñó
la tableta y configuró una nueva tendencia de consumo. Ad portas del nuevo
siglo, redefinió el computador personal, antaño una mera herramienta sin
encanto estético que, desde el lanzamiento del iMac, en 1998, se transformó en
una pieza de obligada belleza. Y cómo pasar por alto al iPod, un aparato que
cambió nuestra aproximación a la música.
Pero la era de Steve Jobs, un hombre altanero y de rabiosa pasión, un líder
devoto a la innovación, terminó el 5 de octubre de 2011. Hoy se cumplen cinco
años de su prematura muerte. Con el deceso del genio, llegaron vaticinios
apocalípticos para Apple. Para propios y extraños, Jobs era un artista sin cuyo
pincel, la manzana no volvería a brillar como en sus años mozos.
Tim Cook, el hombre que sucedió en el trono a Jobs, implantó una nueva cultura
corporativa. Las reuniones internas de Apple cambiaron de cariz. La disciplina
financiera se transformó en el foco de los debates empresariales. Cook es una
personalidad fría, calculadora, cuya genialidad se expresa a través de
estrategias de venta, de optimización de la logística y de dominio de la cadena
de suministro.
El dominio de la cadena de suministros es uno de los factores subyacentes más
relevantes en el éxito de Apple. La empresa compra más semiconductores que
ninguna otra y mantiene una relación cercana, y benéfica, con más de 150
proveedores de componentes, de manufactura o de ensamblaje. Ello redunda en
descuentos significativos que se traducen en un menor costo de fabricación de
los productos de la firma (tales como el iPhone o el iPad). Los márgenes de
ganancia de Apple no los obtiene ningún otra compañía del sector.
El manejo magistral del negocio ha reportado ganancias exorbitantes para Apple
después de la muerte de Steve Jobs. Si hablamos de dinero, la compañía de la
manzana se ha fortalecido. Bajo la batuta de Cook, Apple se convirtió en la
empresa más valiosa del planeta. En la actualidad, su capitalización de mercado
se valora en 612.000 millones de dólares. En su momento cumbre, en febrero de
2015, llegó a 775.000 millones. Ha batido récords. Este año reportaron los
mejores resultados trimestrales de la historia de una corporación. Durante el
periodo de octubre a diciembre de 2015, alcanzaron beneficios por 18.400
millones de dólares.
Pero, desde 2012, con el lanzamiento del iPhone 5, Apple parece haber perdido
hambre de innovación. Los productos siguen gozando de calidad, pero en
términos de novedades, la manzana ha pasado de ser líder a seguir la estela de
la competencia. A refinar lo establecido y no arriesgarse con nuevos conceptos.
En palabras de Thimoty Chu, profesor de Stanford, Apple ha entrado en una
etapa de madurez que la ha convertido en adversa al riesgo: "Deben proteger
sus finanzas y garantizar que trimestre tras trimestre superan las expectativas
de Wall Street. Se han hecho tan grandes que superarse a sí mismos se ha
convertido en una tarea titánica. Ello ha derivado en una actitud conservadora".

Apple, en efecto, parece haber privilegiado un modelo diseñado para sacar


máximo provecho de los beneficios generados por sus principales líneas de
producto, sin apostar por otras opciones. De ahí que los últimos lanzamientos
hayan sido conservadores. El iPhone, su aparato estrella, ha gozado de mejoras
menores en los últimos años, la mayoría inspiradas en sus rivales. Ya no se
respiran aires revolucionarios en los lanzamientos, ya no hay un hombre
furibundo, obsesionado con cambiar el mundo en sus pasillos.

Se sienten aires de conformismo no solo en Apple, sino en el resto de la industria.


Se extraña Jobs porque era una figura no solo visionaria sino arriesgada e
inspiradora para su empresa y para su competencia. ¿En qué momento la firma
que portaba la bandera de la innovación se convirtió en seguidora y dejó de ser
líder?

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