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Introducción a la Filosofía. Principios y Técnicas de Investigación filosófica II.

Profesora: Dra Ana


María Martínez de la Escalera. Alumna: Alejandra Mayté Ibáñez González. Grupo: 9051

En algún apartado rincón del universo, desperdigado de innumerables y centelleantes sistemas


solares, hubo una vez un astro en el que animales astutos inventaron el conocer. Fue el minuto más
soberbio y más falaz de la Historia Universal pero a fin de cuentas solo un minuto1

F, Nietzsche

Ninguna Razón legitimadora sabría volver a dar consigo misma en una realidad cuyo orden y
configuración derrota cualquier pretensión de la Razón2

T Adorno

El método y la teoría crítica

Soberbio y falaz, de hecho, pero dentro de la historia humana no ha sido sólo un minuto. Ese deseo
humano de conocer, de encontrar un sentido, le lleva a la consideración de que la “verdad” puede
ser aprehendida a través de los mecanismos de lo racional, como si mundo y logos fueran
correspondientes y estables, como si efectivamente pudiésemos hablar de una verdad, un sentido
pleno del mundo, la existencia una realidad inmóvil y universal. Pues de no existir este punto de
anclaje, se encontraría perdido ante un mundo fluctuante donde lo que tiene es sólo interpretación,
devenir, pero nunca la estabilidad, y a pesar de su búsqueda, o en ella, se da cuenta que toda
estabilidad proclamada, todo conocimiento, es solo interpretación, construcción humana que no es
el mundo, pero constituye sus mundos.

La razón como autoridad de lo verdadero y objetivo ha ocupado un lugar privilegiado, no sólo en


las ciencias sino en diferentes posturas filosóficas. El logocentrismo no sólo pretende develar la
realidad oculta a través de su método sino que ha servido para establecer la posición dominante del
ser humano sobre las demás especies así como los rangos de superioridad en la misma comunidad
humana, le afirma y le dota pues de un sentido y lugar.

Cuando Descartes se cuestiona, en el Discurso del Método la “verdad” de los diferentes


conocimientos que se manejan en su momento, realiza un acto de suma importancia: Duda. Duda de
la forma en que tal conocimiento ha sido alcanzado, duda de esa realidad construida a partir de esos
postulados, y parte de lo único que puede partir, de sí.

“E incluso no quise empezar a deshacerme por completo de ninguna de las opiniones que pudieron
antaño deslizarse en mi creencia sin haber sido introducidas por la razón, hasta después de pasar

1
Nietzsche F. (1873) Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. La caverna de Platón.com, p. 3
2
Adorno T (1973). La actualidad de la filosofía Ediciones Altaya. Barcelona ,p.73
buen tiempo dedicado al proyecto de la obra que iba a emprender, buscando el verdadero método
para llegar al conocimiento de todas las cosas de que mi espíritu fuera capaz”3.

Sin embargo existe en él, la pretensión de que a través de la razón es posible llegar al conocimiento
de lo verdadero, que efectivamente puede existir un método para la construcción de un
conocimiento fiable, una verdad necesaria inmutable a pesar del paso del tiempo. Así apunta,
respecto a los principios de este método:

“… no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es;..no
comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu,
que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda”.

“… dividir cada una de las dificultades que examinare en cuantas partes fuere posible y en cuantas
requiriese su mejor solución”.

“… conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más
fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los
más compuestos”

“ hacer en todos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar
seguro de no omitir nada”.4

Parte así, lo quiera o no, de un acto de fe que se constituye en la conciencia pensante del “yo” donde
la ratio autónoma puede efectivamente conocer aquello que es. Mismo acto de fe que se reflejó y
aún ahora se ve reflejado en diferentes áreas del conocimiento humano, no sólo aquel que responde
a las diversas ciencias, o al idealismo filosófico, aunque quizá sea en estos ejemplos (de una forma
muy general) donde se observa de manera más evidente.

Así, el establecimiento de un método que permita sostener el conocimiento alcanzado, de conseguir


un grado de universalidad a partir de los rasgos particulares ha llevado a establecer pautas que
permitan confirmar este conocimiento, renunciando en varias ocasiones (sobre todo en lo tocante a
las disciplinas científicas) al cuestionamiento mismo de la construcción de estas pautas.

“Han olvidado que sus propias constataciones están inextricablemente anudadas en cada uno de sus
supuestos con los problemas históricos y con la historia del problema y que no pueden resolverse
con independencia de ellos5”

De esta manera, respaldado en los mecanismos de la razón y los datos “cuantificables” obtenidos
por ésta, se cree apuntar al conocimiento objetivo de lo “real” inmutable y universal, de forma que
las pruebas y resultados pueden ser extrapolados a diferentes situaciones y suponer así que la
realidad puede ser comprobable en los diferentes tiempos y espacios.

En la construcción de éste método, se ha establecido un lenguaje especializado, que a su vez se


encarga de legitimar el conocimiento, excluyendo y negando la misma transformación y

3
Descartes R. Biblioteca de Grandes Pensadores. Edit Gredos. Madrid, p.113
4
Descartes. R. Op. Cit, p. 114
5
Adorno T. Op. Cit, p 74
movimiento que el juego del lenguaje implica. Así, el uso de este lenguaje crea la ilusión de estar
más próximo a la verdad, aporta una credibilidad a los datos, en tanto su inaccesibilidad y validez
por las instituciones legitimadoras del saber.

“¿qué sucede con esas convenciones del lenguaje? ¿Son quizá productos del conocimiento, del
sentido de la verdad? ¿Concuerdan las designaciones y las cosas? ¿Es el lenguaje la expresión
adecuada de todas las realidades?”6

Las preguntas que Nietzsche plantea cuestionan precisamente esa fiabilidad que le damos a la
palabra, donde pareciera que las cosas y palabras son correspondientes por alguna cualidad esencial,
así la realidad se legitima a través del lenguaje, utilizándolo como un instrumento objetivo
atemporal que puede dar cuenta de esa “realidad única”.

Pero como bien apunta el filósofo realmente lo que tenemos son interpretaciones de
interpretaciones, metáforas de metáforas, de los sentidos a la razón y de ahí a la expresión por la
palabra, y quizá ni siquiera esto. La palabras establecen una relación con los hablantes y no con las
cosas, por eso en ellas se lee más que la denotación del “objeto exterior”, siendo así ¿Cómo
podríamos creer en esta inmutabilidad que en los conceptos pretende dotar de un único sentido y
dirección a lo “real”? ¿Cómo creer que podemos acercarnos a la “verdad” a través de un constructo
artificial y mutable?

El derrumbe de la pretensión de la universalidad, esa crisis del idealismo que apunta Adorno se
hace patente en su alejamiento con aquello que precisamente trata de aprehender. La filosofía,
apunta Adorno desde la teoría crítica, si quiere ser actual debe dejar de perseguir tales cuestiones,
cuando lo que se tiene es un texto fragmentado e interconectado, múltiple, diversificado más no
ramificado, no se puede proceder en la búsqueda de una intención última que dote sentido a lo real.

La universalidad tiende a descartar las implicaciones del contexto, el movimiento. De esta manera
la teoría crítica apuesta por una interpretación de esos fragmentos, misma que no se detiene como
un proyecto acabado sino que está sujeto siempre de una nueva mirada en tanto construcción
constante. “Pues el espíritu no es capaz de producir o captar la totalidad de lo real, pero sí de
irrumpir en lo pequeño, de hacer saltar en lo pequeño las medidas de lo meramente existente”7

La postura de la teoría crítica abre así las posibilidades no sólo de lectura del mundo sino de su
interpretación a través del lenguaje, en este sentido Adorno considera una diferencia puntual entre
el pensamiento científico y filosófico, pues el primero acepta “sus hallazgos más últimos y
fundamentales como algo ulteriormente insoluble que descansa sobre sí mismo, en tanto la filosofía
concibe ya el primer hallazgo…como un signo que está obligada a descifrar…el ideal de la ciencia
es la investigación, el de la filosofía, la interpretación”8. Pareciera efectivamente la ciencia se
encuentra encerrada en la incapacidad de ver las implicaciones del contexto, sin embargo, como se
abordara a continuación, no solamente será la filosofía la que se cuestione esas pretensiones de la
verdad, en este momento también la ciencia ha ido modificando su postura de infalibilidad
justamente a partir del camino al que le ha llevado su método.

6
Nietzsche F. Op Cit p. 6
7
Adorno T.Op. Cit, p 102
8
Adorno. Op Cit, p 87
Uno de estos ejemplos recae justamente en la idea occidental del progreso que se constituye a partir
de la razón como un avance lineal. Si para Adorno y Benjamín esta idea del “progreso” conlleva,
parafraseando a Benjamín, un huracán que nos empuja hacia el futuro mientras acumula montones
de ruinas, pareciera que en la ciencia esta idea es justo la línea direccional, que se mueve de manera
constante, progresiva.

Sin embargo dentro de la misma ciencia, se dará también la crítica hacia estos supuestos que
sustentan el concepto del progreso, a partir de su equiparación con el concepto de evolución. Así en
la postura de Jay Gould en su ensayo “Escalas y conos: La evolución limitada por el uso de iconos
canónicos” podríamos hacer un ligue con el pensamiento de la teoría crítica.

Jay Gould hace notar la forma en que en la ciencia parte de esta equiparación para una justificación
que en realidad poco tendría que ver con el fin de la investigación que persigue. “Así pues, la
errónea equiparación de evolución y progreso denota una tendencia sociocultural más que una
conclusión biológica, y no hace falta mucha perspicacia para localizar el origen de esta tendencia en
el anhelo del ser humano a situarse en el vértice de la historia de la vida, como dueño y señor de la
Tierra, por derecho propio y necesidad biológica.”9

En este caso el uso del lenguaje sirve no sólo para determinar cierta forma de desarrollo de los
organismos sino que contribuye al establecimiento de la supremacía del ser humano y de paso
reafirma a la razón como aquello que permite esta supremacía.

Este concepto una vez propio sólo del ámbito científico se exponencia y mueve a otros campos
promoviendo íconos que son aprovechados en gran medida por la cultura de masas como
justificación de la mejoría en sus productos. Al respecto Jay Gould nos advierte que uno podría
pensar que esto no se da en la comunidad científica, sin embargo al analizarle detenidamente se
observa que la ciencia está poblada de íconos que conllevan un gran peso en la forma de
interpretación de contenidos.

El ejemplo de J Gould se ve sustentado por la iconografía de este proceso evolutivo, donde se


reafirma la superioridad humana, y la constancia del progreso ascendente y ramificado a través de
otro de los más poderosos lenguajes: la imagen, a partir de una serie de omisiones, haciendo de esta
un instrumento de aparente “objetivación” del conocimiento.

Ahora bien, ¿De qué manera esto se enlaza con lo mencionado por Adorno y Benjamín? En primer
lugar J. Gould cuestiona los supuestos sobre los que se erigen algunos de los postulados científicos,
como el lenguaje sirve como un soporte de construcción del mundo sin que realmente se pueda
confiar en el como un instrumento objetivo, pues se muestra atravesado por intereses sociales.

En otra parte y esto quizá incluso pueda unirse al planteamiento rizomático de Deleuze y Guattari,
hace notar que esta evolución planteada como progreso no es algo que atienda a una estructura
arbórea ni lineal pues se extiende e interconecta, lo que va leyendo la ciencia son sólo pequeños
fragmentos, pues esta visión total no atiende al movimiento de la vida y a la mutación que salta sin
que pueda haber eso que desde la objetividad se plantea como un avance progresivo.

9
Sacks O.(1995) Historia de la ciencia y el olvido. Editorial Siruela. España p. 130
Si bien la crítica de Gould se centra en este caso al concepto de lo evolutivo, es destacable que en
muchas ciencias los postulados fundamentales han sido cuestionados, y parafraseando al Dr Saúl
Ramos S. cuando se habla de los resultados obtenidos en las interacciones cuánticas “los resultados
que se obtienen no nos dicen como es la realidad, sino la realidad que nosotros creamos a partir de
nuestros experimentos”.

Bibliografía:
 Adorno T (1973). La actualidad de la filosofía Ediciones Altaya. Barcelona
 Descartes R. Biblioteca de Grandes Pensadores. Edit Gredos. Madrid
 Nietzsche F. (1873) Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. La caverna de Platón.com.
 Sacks O.(1995) Historia de la ciencia y el olvido. Editorial Siruela. España

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