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Todos somos como bombillas porque las personas transmiten; bombillas con patas
porque nos vamos moviendo por la vida. Hay personas que van por la vida a treinta
mil watios y hay personas que van fundidas, porque es verdad que todo el mundo
transmite, pero la diferencia es relevante. Estamos rodeados de personas que son
serias, correctas y profesionales y aparte hay otras que aparte de muy serias, de
muy correctas y muy profesionales, generan esta sensación de alegría ,es verdad
que no hay y es que hay mucha gente, pobrecita, que está desanimada,
desbordada, desquiciada. Hay una crisis espectacular de estado de ánimo.
Que si vas en bicicleta, “la vida es como ir en bici que si te paras caes”, ¿cuántas
veces lo hemos oído? y hay que reivindicar, o sea, la pausa; hay que reivindicar el
parar porque uno para y repara y no es verdad que uno no puede parar en bicicleta,
hay que parar porque si no igual te equivocas de camino y porque en la bicicleta a
veces hay que ajustar cosas, pero vamos acelerados como pollo sin cabeza.
La vida tiene dramas, y cuando uno no tiene dramas, no tiene problemas, tiene
circunstancias a resolver y cuando uno tiene circunstancias a resolver, no tiene
derecho a perder la alegría, es un problema de justicia, no tiene derecho a perder
la alegría; y segundo, ponerse ilusiones, los seres humanos funcionamos con
ilusión. El problema es que cuando alguien no tiene ilusiones está muerto y si uno
no tiene ilusiones se las tiene que poner, uno tiene que intentar.
Uno tiene que entender que en la vida, nos guste o no, las cosas son como son, las
cosas son como son, no como nos gustaría que fueran, nosotros no tenemos la
baraja, Dios baraja y reparte y a nosotros nos cae; sí, pero nosotros jugamos, y la
grandeza se demuestra jugando, eso es lo que separa a los grandes de los
mediocres.
Nunca, nunca, nunca, podremos hacer nada para cambiar las circunstancias.
Uno tiene que entender que en la vida, nos guste o no, las cosas son como son, las
cosas son como son, no como nos gustaría que fueran, nosotros no tenemos la
baraja, Dios baraja y reparte y a nosotros nos cae; sí, pero nosotros jugamos, y la
grandeza se demuestra jugando, eso es lo que separa a los grandes de los
mediocres.
Nunca, nunca, nunca, podremos hacer nada para cambiar las circunstancias.
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