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Hablar del descubrimiento de elementos antes de Juan Dalton (1766-1844) resultaría contradictorio, pues
sólo después de los trabajos de este hombre de ciencia comenzó a definirse dicho concepto. Sin embargo
hoy se tienen por tales muchas de las sustancias que ya eran conocidas antes del advenimiento de Cristo.
Los metales sólidos, como el oro, la plata, el hierro, el estaño, el cinc, el cobre y el plomo, por ejemplo, ya
fueron refinados por los pueblos de antaño, que apreciaban su utilidad o su valor decorativo.
El carbono (en forma de carbón de piedra), el azufre y el metal líquido mercurio también eran usados en
aquellas épocas, aunque sin saber que eran elementos, es decir, sustancias básicas de que está hecho el
universo. Cuando se contemplaban desde el punto de vista químico, sólo se los consideraba como meros
ejemplos de la numerosa cantidad de sustancias que los alquimistas podían utilizar en sus experimentos.
Es cierto que el oro poseía un valor excepcional y gran parte del trabajo de los antiguos investigadores
consistía en fútiles esfuerzos por obtenerlo a partir de otros metales más baratos. Pero no se tenía el concepto
de cuál era su colocación en el cuadro general, porque ni aun remotamente se tenía idea de que tal cuadro
existiese.
El primer elemento descubierto en los tiempos antiguos fue el arsénico. Aunque los griegos ya conocían
varios compuestos de éste, probablemente fue Alberto Magno, en el siglo xm, el primero en afirmar que
contenía una sustancia de tipo metálico. Químicos posteriores lo consideraron algo así como un metal
“bastardo” o semimetal y le aplicaron el nombre de Arsenicum Rex.
En 1604 aparecieron ciertos trabajos, atribuidos a un monje benedictino llamado Basilio Valentine, en los que
se describía el antimonio. Se decía que Valentine los había escrito alrededor de 1470, pero la obra fue
“editada” por Tholde, un fabricante de sal de La Haya, y hay dudas acerca de si Valentine fue escritor.
Las obras que se le atribuyen también mencionan el bismuto, y si aceptamos que puede haberlas escrito,
podríamos considerarlo su descubridor. Sin embargo, en 1556, medio siglo antes de su publicación, el
bismuto había sido descripto por un médico alemán, Jorge Agrícola, en un libro sobre metales.
El aumento de la actividad química a partir del siglo XVIII produjo, como era de esperar, rápido progreso en
el descubrimiento de nuevas sustancias. Puede explicarse en parte la falta de progreso antes de esa época
por la enorme influencia del filósofo griego Aristóteles.
Durante más de mil años su errónea teoría acerca de la existencia de cuatro “elementos” (tierra, aire, fuego
y agua) había detenido toda posibilidad de progreso en la química. Si bien en muchos campos del
conocimiento dicho filósofo dejó importantes contribuciones, su influencia en la química, durante tanto tiempo
indiscutida, resultó ser un grave impedimento para su adelanto.
OTROS DESCUBRIMIENTOS
El fósforo fue el siguiente elemento descubierto. Se le debe al alemán Henning Brand (1669). Medio siglo
después, Jorge Brandt, un sueco, descubrió el cobalto. Esta conquista anunció la llegada de la Edad de Oro
del descubrimiento de elementos.
En el mismo año (1735) Ulloa descubrió el platino. En los cincuenta años subsiguientes se registraron no
menos de diez elementos, entre los cuales cabe mencionar: el níquel (Cronstedt), el hidrógeno (Enrique
Cavendish), el flúor (Scheele), el nitrógeno (Daniel Ruthenford), el cloro (Scheele), el molibdeno (Hjelm), el
telurio (Von Reichenstein) y el tungsteno (d’Elhujar).
Es interesante recordar la historia del descubrimiento del oxígeno, aunque sólo sea para ilustrar la forma a
veces imprevista en que progresa la ciencia. José Priestley, científico notable en muchos campos, consiguió
aislar oxígeno calentando óxido rojo de mercurio y demostró que una vela ardía en él con gran brillo y que
un ratón podía vivir respirándolo. Hasta aquí sus observaciones eran correctas; pero cuando trató de aplicar
estos nuevos hechos a la teoría tradicional de la combustión, se encontró con serias dificultades.
De acuerdo con el pensamiento corriente en aquella época, se suponía que una vela que ardía producía una
sustancia denominada flogisto. El aire común, se decía, contenía cierta cantidad de flogisto y podía absorber
más de él; luego ya no podía contribuir a la combustión. Priestley llamó a este gas “aire deflogisticado” porque
en él la combustión era más violenta y duraba más tiempo que en el aire y porque debía deducirse que, al
comenzar, no contenía nada de flogisto.
Años más tarde, Lavoisier explicó la verdadera naturaleza del proceso de la combustión y el papel que en
ella desempeña el oxígeno. Al mismo tiempo que Priestley trabajaba en Inglaterra, Carlos Scheele efectuaba
experimentos similares en Suecia.
Aunque descubrieron el oxígeno casi al mismo tiempo, un retraso de tres años en la publicación de sus
trabajos hizo que Priestley se llevara la mayor parte del éxito. En realidad, la situación es aún más
complicada: Juan Mayow, de la Real Sociedad, parece que había obtenido los mismos resultados un siglo
antes, aunque rara vez se lo menciona.
La lista que acompaña este artículo nos da una cronología de los elementos y los nombres de sus
descubridores. (Para simplificar sólo se indica el nombre del descubridor más generalmente aceptado,
aunque en muchos casos tanto éste, como la fecha, están sujetos a discusión.)
NOTAS SOBRE LOS ELEMENTOS: Se llama elemento químico al componente que se encuentra en todas
las sustancias simples. Por ejemplo, el componente de la sustancia simple denominada azufre, es el
elemento azufre. Un elemento no puede descomponerse en otro. Asi, del azufre, no se obtiene más que
azufre. *Si se combinan dos elementos simples, como el azufre y el hierro, obtenemos, al calentarlos, un
compuesto qoe se llama sulfuro de hierro. *Los nombres de los elementos suelea tomarse de sus
propiedades u orígenes: así hidrógeno, significa engendrador de agua; cloro quiere decir de color verdoso;
fosfora significa portador de luz; el germanio designóse así en honor de Alemania; el galio por Francia; el
magnesio por una región de Tesalia; el uranio por el planeta Urano; telurio por la Tierra, y helio por el Sol.
También decía que los átomos de un determinado elemento son idénticos entre sí y de forma diferente a los
de otros elementos. Finalmente afirmó que la combinación química es la unión de átomos en cierta proporción
establecida. El trabajo de este hombre de ciencia constituye la primera explicación comprensible acerca de
qué son los elementos y cómo se comportan. Durante los siglos XIX y XX fueron descubriéndose nuevos
elementos.
Un grupo especialmente interesante, el de los gases inertes —que no se combinan químicamente con otros—
fue descubierto hace unos sesenta años. Guillermo Ramsay, un químico escocés, ayudó a individualizar el
neón, criptón, xen helio y argón. Por la misma época, en 1898, Pedro y Marie Curie consiguieron aislar el
radio y el polonio, ambos elementos intensamente radiactivos, con lo que se abrió el camino a la investigación
actual en física nuclear. Sólo alrededor de 90 de los elementos químicos que han sido descubiertos se
encuentran la naturaleza.
Por lo general son sólidos en temperatura ambiente, excepto el mercurio, que es líquido.
Tienen apariencia lustrosa y brillante.
Son buenos conductores de calor y electricidad.
Tienen un alto punto de ebullición y derretimiento.
Tienen alta densidad y son pesados para su tamaño.
Son maleables.
Son sonoros.
Propiedades químicas:
Tienen 1-3 electrones en el núcleo de cada átomo.
Se corroen con facilidad.
Pierden electrones fácilmente.
Forman óxidos que son básicos en naturaleza.
Tienen baja electronegatividad.
Son buenos agentes reductores.
No metales
Aquí se incluye el carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, sulfuro, selenio y los gases nobles.
Propiedades físicas:
No son lustrosos. Tienen una apariencia opaca.
Son malos conductores de calor y electricidad.
Son sólidos no dúctiles.
Pueden presentarse en estado sólido, líquido o gaseoso a temperatura ambiente.
No son sonoros.
Propiedades químicas:
• Metaloides. Son los que comparten algunas de las características de los metales pero sin llegar a serlo.
Esta regla establece que todos los elementos tenderán a adquirir una configuración electrónica, semejante a
la de los gases nobles, con ocho electrones en el último nivel de energía.
Los gases nobles son los elementos más estables que se conocen, se considera esto porque sus átomos
tienen todos sus orbitales completos. Por esta razón se cree que los demás elementos se unen entre sí, para
adquirir los electrones necesarios, para sus átomos y sean tan estables como los de los gases nobles; esto
se logra cuando en el último nivel tengan ocho electrones.