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Resumen: Es objeto del presente trabajo el análisis de una película clásica en el cine jurídico y que
tiene precisamente el mérito de inaugurar dicho género, cual es 12 hombres sin piedad dirigida por
Sydney Lumet en 1957. La película versa sobre un tema de indiscutible actualidad y debate jurídico, así
la institución del Jurado de corte anglosajón existente en Estados Unidos y a partir de 1995 en España.
Concretamente la película da desarrollo al trámite de la deliberación del Jurado, cuyas reglas operan de
modo diferente en la legislación norteamericana y en la nuestra; por este motivo el argumento de la
película conforme la regulación de la Ley del Jurado española daría lugar a un resultado muy diferente
del que aquí se plantea.
Palabras clave: Jurado – jurados – veredicto – regla de la unanimidad – regla de la mayoría –
motivación del veredicto
SUMARIO
I. INTRODUCCIÓN
II. EL ARGUMENTO DE 12 HOMBRES SIN PIEDAD
III. EL VEREDICTO EN ESPAÑA
A) La regla de la mayoría
B) El requisito de la «motivación» del veredicto
IV. A MODO DE CONCLUSIÓN
I. INTRODUCCIÓN
La película 12 hombres sin piedad1 trata uno de los principales trámites a desarrollar en los
* El presente trabajo es resultado de la ponencia presentada «A different argument for “12 angry men” from the Spanish
perspectiva: the rule of the majority for the verdict», en la reunión anual celebrada por la Law and Society Association
en Berlín los días 25 a 28 de julio de 2007 dentro de una mesa redonda dedicada a dicha película con motivo de la
conmemoración de su 50 aniversario y el resultado de cuyas intervenciones dió lugar a un número monográfico
editado por Nancy Marder bajo el título Symposium: the 50th anniversary of 12 angry men, 82 Chicago-Kent Law
Review (2007) n. 2. Desde aquí mi mayor agradecimiento a Luisa Alonso González por su labor de traducción del
presente texto desde el original en lengua inglesa.
1. En versión original, 12 Angry Men (de Producciones Orion-Nova en 1957). En España el título de la película se ha
traducido como 12 hombres sin piedad. Sin embargo se ha argumentado sobre esta traducción y la traducción literal
de la película 12 hombres cabreados (argot). Vid. J.L. GÓMEZ-COLOMER, El Perfil del Jurado en el Cine (Valencia: Tirant
lo Blanch, 2005) esp. p. 36.
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juicios por Jurado, cual es el proceso de deliberación. No sólo tiene en cuenta las dificultades que
conlleva el llegar a un veredicto unánime bajo la regulación imperante en Estados Unidos, sino
que destaca otras debilidades del sistema judicial, en particular, bajo mi punto de vista, el prejuicio
o parcialidad del jurado hacia el imputado así como la indiferencia de las personas que desempe-
ñan su tarea como miembros del Jurado o jurados. El título 12 hombres sin piedad parece más realista
que el título que pudiera parecer más obvio de 12 jurados imparciales.2 Los miembros del Jurado
no se muestran imparciales en la película sino todo lo contrario; incluso algunos de ellos muestran
que son incapaces de cumplir sus responsabilidades como miembros del Jurado.
Por su parte España ha adoptado el sistema clásico de juicio por Jurado, a diferencia del
modelo europeo que consiste en un tribunal mixto compuesto por miembros profesionales y legos
en Derecho (escabinado)3. Las disposiciones constitucionales en materia de participación popular
adoptadas bajo el artículo 125 no fueron desarrolladas hasta casi veinte años después de la aproba-
ción del texto constitucional dando lugar a la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado 5/1995 (LOTJ)
denominada Ley de Jurado4. Sin embargo, el sistema de Jurado existente en España es hasta cierto
punto único, particularmente en lo que respecta a la fase del veredicto: en primer lugar, bajo la
legislación española, el veredicto es decidido por mayoría5; en segundo lugar y quizá menos usual,
el veredicto debe ser «motivado» de forma similar a la propia decisión judicial, aunque sea expre-
sado en lenguaje de una persona lega en Derecho6. Si la película 12 hombres sin piedad hubiera
tenido lugar en el contexto de una sala de justicia española, estos dos requisitos hubieran cambiado
radicalmente el argumento de la película.
Ambos aspectos específicos del procedimiento de deliberación del veredicto del Jurado espa-
ñol constituyen si acaso la diferencia más significativa del sistema de Jurado en España en compara-
ción con el juicio por Jurado desarrollado en el Reino Unido y que ulteriormente se ha trasladado
a los Estados Unidos7. Mientras que el modelo de Jurado clásico anglosajón requiere la unanimidad
2. Vid. NANCY S. MARDER, «Why 12 Angry Men? (1957): the Transformative Power of Jury Deliberation», en in R.Strickland,
T.E. Foster y T.L. Banks, eds, Screening Justice– the cinema of Law (Buffalo, New York: William S. Hein & Company
2005) pp. 1-13, esp. p. 1.
3. Vid. M. JIMENO-BULNES, «Lay Participation in Spain: The Jury System», 14 International Criminal Justice Review (2004)
pp. 164-185, esp. p. 170 [más adelante JIMENO BULNES, Lay Participation]; así también, M. JIMENO BULNES, La Participa-
ción Popular en la Administración de Justicia Mediante el Jurado (C.E. art. 12)», 2 Documentos penales y criminológi-
cos (2004) pp. 297-357. También, para una visión sobre el Jurado en España así como en Rusia, S.C. THAMAN,
«Europés New Jury Systems: The Cases of Spain and Russia», 62 Law and contemporary problems (1999) n. 2, pp.
233-259, esp. p. 237 [más adelante THAMAN, Europés New Jury Systems]. Un trabajo más amplio sobre el Jurado en
España por el mismo autor, S.C.THAMAN, «Spain Returns to Trial by Jury», 21 Hastings International and Comparative
Law Review (1998) n. 2, pp. 241-537 at p. 250. [más adelante THAMAN, Spain Returns].
4. Ley Orgánica 5/1995 del Tribunal del Jurado publicada en el BOE del día 23 de mayo de 1995, n. 122 [más adelante
LOTJ]. La LOTJ ha estado en vigencia desde el 24 de noviembre de 1995 y ha sido enmendada en dos ocasiones
por las Leyes Orgánicas 8/1995, de 16 de noviembre, y 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. Juan Alberto
BELLOCH, Ministro de Justicia e Interior en el Gobierno Socialista de Felipe González, consideró el modelo clásico de
Jurado como un desafío personal en contraste a los partidarios de un modelo de tribunal mixto, como los prestigiosos
profesores V. FAIRÉN GUILLÉN, V. GIMENO SENDRA, J. MARTÍN OSTOS, E. PEDRAZ PENALVA (quién en realidad no es partidario
del Jurado ni Escabinado en absoluto), y A. PÉREZ CRUZ. Para un listado bibliográfico vid. JIMENO-BULNES, Lay Participa-
tion, supra nota 3, en pp. 181-185. Por su parte THAMAN, Spain Return, supra nota 3, esp. p. 253, considera el tribunal
mixto como la mejor solución para España.
Para una selección de bibliografía tanto española como latinoamericana véase la obra colectiva editada por J.B.J.
MAIER y otros Juicio por Jurados en el proceso penal (Buenos Aires: Ad Hoc 2000) con contribuciones de PEDRAZ
PENALVA en pp. 239-333 y PÉREZ CRUZ en pp. 335-388.
5. Art. 59.1 LOTJ.
6. Art. 61.1.d) LOTJ, textualmente, «una sucinta explicación de las razones por las que han declarado o rechazado
declarar determinados hechos como probados», ser uno de los contenidos del formulario del veredicto. Un tratamiento
de la legislación española y la estadounidense a este respecto se realiza por E. VÉLEZ RODRÍGUEZ, La motivación y
racionalidad del veredicto en el Derecho español y en el Derecho norteamericano (San Sebastián: Instituto Vasco de
Derecho Procesal 2006).
7. Para un punto de vista general sobre el Jurado en países sujetos al sistema del Common Law, vid. N. VIDMAR,
Foreword: The Common Law Jury, 62 Law and contemporary problems (1999), supra, note 3. Entre la bibliografía
clásica para el Reino Unido J. GOBERT, Justice, democracy and the jury (Aldershot: Ashgate 1997), H. HARMAN and J.
GRIFFITH, Justice deserted: the subversion of the jury (London: National Council for civil liberties 1979), S. ENRIGHT and
S. MORTON, Taking liberties: the Criminal Jury in the 1990s (London: Weidenfeld and Nicolson 1990), J. JACKSON and
S. DORAN, Judge without jury (Oxford: University Press 1995)...; en español, M. JIMENO-BULNES, ‘La institución del Jurado
en el Reino Unido y el régimen especial de Irlanda del Norte’, Revista de Derecho Procesal (2001) n. 1-3, pp. 343-
404. Se hace referencia al Jurado inglés porque los Jurados en Escocia tienen distintas reglas y sistemas. Vid. P.
DUFF, «The Scottish Criminal Jury: A Vid.y Peculiar Institution», 62 Law and contemporary problems (1999) n. 2, pp.
173-201.
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Para un debate reciente de sistema de Jurado de los Estados Unidos de América, puede consultarse N.S. MARDER,
ed., Symposium: the jury at a crossroad: the American experience, 78 Chicago-Kent Law Review (2003) n. 3 así
como The jury process (New York: foundation Press 2005) por la misma autora. En España, por ejemplo, además
de la traducción de las obras clásicas tales como R. HASTIE, S.D. PENROD and N. PENNINGTON, La institución del Jurado
en los Estados Unidos: sus intimidades (Madrid: Civitas 1986), véase específicamente I. ESPARZA LEIBAR, «El Jurado
en los Estados Unidos de Norteamérica: problemática general. El procedimiento de selección», Revista de Derecho
Procesal (1995) n. 1, pp. 295-311; así también E. VÉLEZ RODRÍGUEZ, supra, nota 6, pp. 85-130.
8. Federal Rules Civil Procedure 48 and Federal Rules Criminal Procedure 31; vid. N.S. MARDER, supra, nota 7, 2005,
pp. 164-171. En cuanto a la actuación de los jurados y el Jurado, particularmente en procedimientos civiles, V.P.
HANS, Business on trial: the civil jury and corporate responsibility (New Haven and London: Yale University Press
2000).
9. Criminal Justice Act 1967, sección 13.
10. Vid. I. ESPARZA LEIBAR, «Algunas cuestiones sobre el veredicto en la Ley del Jurado», Revista Tribunales de Justicia
(2000) n. 4, pp. 451-46; así también en Juicio por Jurados en el proceso penal, supra, nota 4, pp. 389-398.
11. Vid., por ejemplo, B. RIVAYA and P. DE CIMA, Derecho y cine en 100 películas: una guía básica (Valencia: Tirant lo
Blanch 2004) pp. 199-207; también F. SOTO NIETO y F.J. FERNÁNDEZ, Imágenes y justicia: el Derecho a través del cine
(Madrid: La Ley 2004) pp. 59-76. También para un comentario específico sobre 12 hombres sin piedad y películas
sobre Jurados en general, GÓMEZ COLOMER, supra nota 1, pp. 52-55.
12. Vid. MARDER, supra nota 2,esp. p.3. Se presenta la deliberación o «veredicto-dirigido» («verdict-driven») en oposición
a deliberación «evidencia-dirigida» («evidence-driven»), en cuanto dos métodos de proceder al alcance del veredicto
dependiendo de si la votación se lleva a cabo antes o después de cualquier debate respectivamente. Para un
examen más amplio de los dos estilos de deliberación, véase Marder, supra nota 7, pp. 154-160.
13. Vid. MARDER, supra nota 7, p. 153.
14. La única identificación de los miembros del Jurado es mediante la posición que ocupan en la mesa redonda, empe-
zando por el portavoz o jurado nº 1. Sobre la composición del Jurado se ha dicho que «incluso en los años 50
hubiera sido poco probable encontrar un Jurado compuesto por hombres solamente, y todos ellos blancos», así
como «la actuación poco apropiada del jurado nº 8 como abogado defensor» y «las relaciones agresivas que se
observan entre algunos miembros del Jurado se aprecia como demasiado exageradas». Vid. estos y otros comenta-
rios en FilmSite.org, 12 Angry Men (1957), http://www.filmsidte.org/twelve.html (última visita a 17 de abril de 2007).
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mantienen en el anonimato y no se mencionan sus nombres hasta la escena final que se desarrolla
fuera del Palacio de Justicia, esto es, cuando el protagonista, el jurado nº 8 –Henry Fonda– se
presenta como Davis en respuesta a la pregunta formulada por el jurado nº 9, quien se introduce
a sí mismo como Sr. McCardle. Forman un grupo representativo de la sociedad que incluye un
entrenador de instituto, un empresario, un trabajador de banca, un corredor de bolsa, un joven
procedente de un barrio deprimido, un pintor de fachadas, un relojero, el dueño de un taller
mecánico, un representante, un ejecutivo publicitario, un empresario y el protagonista, un arqui-
tecto, papel representado por Henry Fonda. Por consiguiente, el Jurado incluye varios miembros
de clase media, uno de los cuales destaca del resto como la persona más formada del equipo, quien
contrasta fuertemente con la grosera ignorancia demostrada por el jurado nº 3 (Lee Jo. Cobb) así
como con la simpleza e irresponsabilidad del jurado nº 7 (Jack Warden)15.
El ambiente es opresivo –de ahí el título 12 hombres sin piedad– en la sala del Jurado. Sidney
Lumet, el director de la película, tiene interés en crear una atmósfera claustrofóbica16, complicada
con la obligación de alcanzar un veredicto por unanimidad. Todos los participantes parece que
expresan su desacuerdo e incluso disgusto por haber sido elegidos como miembros del Jurado y
quieren terminar cuanto antes; no les interesa cumplir con sus responsabilidades como miembros
del Jurado sino que por el contrario tienen prisa en avanzar la solución del caso. Todo ello revela
uno de los grandes puntos débiles del sistema judicial17: la indiferencia de la sociedad ante las
responsabilidades derivadas de la función como miembro de un Jurado. Pero este no es el único
punto débil; hay también otro punto esencial que concierne a la misma institución del Jurado y es
la necesidad que tienen los jurados de alcanzar unanimidad. No obstante, la película también trata
otros aspectos, así: el papel de la defensa letrada de oficio, la pena de muerte, la vigencia de los
principios de presunción de inocencia e in dubio pro reo, la falta de solidez de la prueba testifical.18
La película todavía está vigente a la fecha de hoy dada la importancia de estos temas también en la
actualidad, aun cuando date de hace cincuenta años y en algunos aspectos pueda resultar anticuada
(filmada en blanco y negro, escenario y vestuario correspondiente a los años 50, etc.).
En calidad de profesora de Derecho, elegí exhibir la película ante estudiantes universitarios
desde el año 2005 en adelante en la Facultad de Derecho de la Universidad de Burgos, como parte
de la asignatura de libre configuración Derecho y Cine. Valorando el grado de aceptación de la
película puedo decir que inicialmente los estudiantes muestran diferentes reacciones de sorpresa
y hasta desinterés, pero según avanza el metraje de la película19, cada vez se involucran en la trama
y disfrutan de su final, lo cual se refleja en sus trabajos escritos. Los estudiantes sólo tienen que
entregar un trabajo por evaluación20 y así, dentro de un amplio elenco de películas de gran actuali-
dad que datan de estos últimos años, muchos de ellos eligen presentar su trabajo sobre ésta, lo
cual demuestra el interés por la misma. Aparte de la excelente interpretación de los actores, les
gusta particularmente el guión. El argumento es una buena excusa para introducir en la clase un
debate sobre el sistema de juicio por Jurado, en contraposición al sistema de Justicia técnica o
profesional que es el habitual en el sistema judicial español.
En cambio los estudiantes muestran menos entusiasmo por el sistema de Jurado español. No
me refiero sólo a las opiniones que expresan después de ver la película en la discusión informal
que sucede a su exhibición, sino a los puntos de vista y opiniones que expresan en sus trabajos.
Los estudiantes son bastante críticos con la esencia del procedimiento ante Tribunal del Jurado
que actualmente opera en España21. También se debe tener en cuenta que sus puntos de vista no
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Sin duda, el sistema español se distingue por los requisitos legales relativos a la adopción del
veredicto. Dos de los puntos principales son el veredicto por mayoría y la necesidad del Jurado de
exponer sus razonamientos o «explicaciones» al emitir un veredicto de «culpabilidad» o «inocen-
cia». Si se hubieran aplicado estos dos requisitos al argumento de la película, la historia hubiera
sido muy diferente. En realidad no hubiera habido argumento en absoluto, ya que la película
habría finalizado tras la primera votación logrando el veredicto de «culpable» por mayoría y de-
biendo enfrentarse el acusado a la pena de muerte. Para demostrar que el argumento de la película
165; así también PÉREZ GIL, «Private interests seeking punishment: Prosecution brought by private individuals and
groups in Spain», 25 Law & Policy (2003) n. 2, pp. 151-171.
22. Mikel Mirena Otegi Unanue fue absuelto del asesinato de dos policías vascos bajo la eximente de «enajenación
mental temporal» después del desarrollo de un procedimiento ante Tribunal del Jurado en el País Vasco. Tras la
interposición del respectivo recurso de apelación por el Ministerio Fiscal, el veredicto y consiguiente sentencia de
10 de marzo de 1997 fueron objeto de anulacion mediante sentencia dictada por el TSJ del País Vasco de fecha
de 9 de diciembre de 1997, ordenando la celebración de un nuevo juicio. Tal decisión fue confirmada por el Tribunal
Supremo en fecha de 12 de marzo 1998 (STS 364/1998 [RJ 1998, 2355]) desestimando el recurso de casación
interpuesto por la defensa y la cual fue confirmada de nuevo por el Tribunal Constitucional mediante STC 246/2004
de 20 de diciembre. Sin embargo el nuevo juicio no se pudo celebrar porque el acusado escapó y la legislación
penal española requiere como regla general la presencia del acusado en procesos penales, excepto cuando la pena
sea inferior –hoy día– a dos años en prisión (art. 786.1 LECrim)
El veredicto de absolución pronunciado en este caso por el Tribunal del Jurado fue objeto de duras críticas ya que
se pensó que el Jurado había pronunciado su veredicto por temor a posibles represalias procedentes de la banda
terrorista ETA, con la que el acusado supuestamente tenía vínculos. Otras opiniones contrarias también se expresa-
ron, como por ejemplo la del abogado defensor Miguel CASTELLS. Vid. E. Forest ¿Proceso al jurado? Conversaciones
con Miguel Castells (Hondarribia: Argitaletxe, 1997) aasí como J. Igartúa Salaverria, «El Jurado y la motivación de
su veredicto (a propósito de la STS sobre el «caso Otegi»)», Revista Vasca de Administración Pública (1998) n. 51,
pp. 215-235. El caso fue también comentado entre la literatura anglosajona y así S.C. Thaman, supra, nota 3, 1999,
p. 255 and 1998, pp. 405-411.
23. Rocío Wanninkhof, una chica de 19 años, fue asesinada el 19 de octubre de 1999 en la provincia de Málaga. Una
amiga de la madre de la víctima, Dolores Vázquez, fue declarada culpable por siete votos favorables y dos en
contra, en cumplimiento de la regla de la mayoría establecida en la legislación española. Tanto el veredicto como
la sentencia pronunciada por la Audiencia Provincial de Málaga el 25 de septiembre de 2001, fueron anuladas
después de un recurso de apelación ante el TSJ de Andalucía en 1 de febrero de 2002 por «falta de motivación»
del veredicto como se requiere en el art. 61.1 d) LOTJ y un nuevo juicio fue ordenado bajo un nuevo Jurado. Este
pronunciamiento fue ratificado en casación por STS 279/2003 de 12 de marzo (RJ 2003, 2576). Por su parte la
acusada Dolores Vázquez había permanecido 17 meses en prisión provisional.
Pero el aspecto sin duda más extraordinario de este caso tuvo lugar después de practicado un test de ADN como
diligencia sumarial en otro caso de asesinato en la persona de Tony acusado del asesinato que ocurrió en Coín
(Málaga) de una joven llamada Sonia Carabantes. En el segundo juicio de Wanninkhof, concluído en diciembre de
2006, el veredicto del Jurado pronunciado el 13 de diciembre fue unánime en declarar a Tony King culpable del
asesinato de Rocío Wanninkhof. Hay numerosos artículos acerca del caso en la prensa española, así por ejemplo
en el diario El País, http://www.elpais.com (buscar «Wanninkhof») (última visita 24 de abril de 2009). Entre la litera-
tura, J. IGARTÚA SALAVERRIA, «El caso Wanninkhof: ¿Tiro de gracia al jurado?», Jueces para la Democracia (2004) n.
50, pp. 63-74, debatiendo si la responsabilidad de este error judicial la tiene el magistrado-presidente del tribunal.
También comentarios de C. Sanchis Crespo, «El jurado y la presunción de inocencia. A propósito de la película
‘Veredicto final’», XXV Estudios penales y criminológicos (2005) pp. 311-329, esp. pp. 325-329, cuestionando la
credibilidad de la misma institución del Jurado y siendo su principal tema la versión española de Final verdict («Vere-
dicto final»).
Precisamente a causa de la gran discusión producida a raíz de semejante caso, poniendo en evidencia las debilida-
des de la institución del Jurado, la Asociación Pro-Jurado hizo una declaración pública con respecto al caso Wannink-
hof, a través de su presidente Miguel Cid Cebrián, en nombre de los juicios con Jurado. Vid. M Cid Cebrián, «Nota
de prensa sobre el Caso Wanninkhof», Asociación Pro-Jurado, 23 de Septiembre de 2003, disponible en http://
www.estudiojuridicomiguelcid.com.
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no puede adaptarse al sistema de juicio por Jurado en España24, se analizan sendos requisitos
legales a continuación.
A) La regla de la mayoría
Bajo la Ley del Jurado española, se requieren cinco votos para declarar un hecho «favorable»
al acusado, pero en cambio se exigen siete votos para declarar el mismo hecho «desfavorable»25. A
diferencia del veredicto inicial y general de culpable o inocente que establece la culpabilidad del
acusado en el sistema tradicional anglosajón, la Ley española requiere en primer término que el
Jurado delibere cada punto particular del escrito del veredicto, o más exactamente, en el «objeto
del veredicto» para el cual existe también regulación legal26. El escrito se entrega al Jurado junto
con las habituales «instrucciones al Jurado» dictadas por el juez (en España, el magistrado-presi-
dente de la Audiencia Provincial, quien preside dicho Tribunal del Jurado), y el «resumen del
debate»27 al final del juicio por Jurado. Así, la deliberación en el sistema español comienza con
una votación detallada en una lista de «propuestas expresadas en secuencia», a diferencia del
veredicto anglosajón28 de simple «culpabilidad/inocencia» que se estipula en otros sistemas de
Common Law y en algunos de los cuales ni siquiera requieren tampoco un veredicto por unanimi-
dad29. A continuación, conforme al sistema español, el Jurado vota por segunda vez sobre la culpa-
bilidad o inocencia del acusado para cada hecho delictivo y donde de nuevo es aplicada la regla
24. Las referencias respecto de la ineficacia del Jurado se realizan, por supuesto, en relación a la diversidad de reglas
en torno al Jurado y los veredictos pronunciados en España y no en relación con la película ahora comentada, la
cual es una excelente representación de las deliberaciones del Jurado.
25. Art. 59.1 LOTJ.
26. Vid. JIMENO-BULNES, Lay Participation, supra nota 3, ICJR, p. 178; THAMAN, Spain Returns, supra nota 3, pp. 321-323.
Por su parte el art. 52.1 LOTJ estipula que el escrito del veredicto debe ser revisado por el magistrado-presidente
del Tribunal del Jurado, siendo él o ella quien proceda a la redacción «en párrafos separados y numerados los
hechos alegados por las partes y que el Jurado deberá declarar probados o no, diferenciando entre los que fueren
contrarios al acusado y los que resultaren favorables». Sobre este tema en la literatura, J.M. BERMÚDEZ REQUENA, El
objeto del veredicto en la Ley del Tribunal del Jurado (Granada: Comares 2004); así también D. de ALFONSO LASO,
‘La determinación del objeto del veredicto. Problemas prácticos y reales que se pueden llegar a plantear’, La Ley
Penal (2005) pp. 27-44, donde además se encuentran ejemplos prácticos y modelos de formularios para la elabora-
ción del veredicto.
27. Vid. JIMENO BULNES, supra nota 7, pp. 373-377. Los arts. 54.1 y 2 LOTJ estipulan que el magistrado-presidente del
Tribunal del Jurado procederá a hacer entrega a los jurados del escrito con el objeto del veredicto y «al mismo
tiempo, les instruirá sobre el contenido de la función que tienen conferida, reglas que rigen su deliberación y votación
y la forma en que deben reflejar su veredicto» así como «la naturaleza de los hechos sobre los que haya versado
la discusión, determinando las circunstancias constitutivas del delito imputado a los acusados, y las que se refieran
a supuestos de exención o modificación de la responsabilidad». Al respecto, M.A. PÉREZ CEBADERA, Las instrucciones
al Jurado (Valencia: Tirant lo Blanch 2003) en tratamiento del tema también respecto del sistema norteamericano.
Desde otro punto de vista, J.M. de PAÚL VELASCO, ‘Instrucciones al Jurado: Observaciones prácticas con alguna
incursión teórica’, en Consejo General del Poder Judicial, Problemas del juicio oral con Jurado (Madrid: Cuadernos
de Derecho Judicial 1995) pp. 203-269. Para un enfoque general y más reciente con incorporación de propuestas
de futuro, N.S. MARDER, «Bringing jury instructions into the twenty-first century», 81 Notre dame Law Review (2006)
n. 2, pp. 449-511.
28. Los cargos en este caso deben realizarse para cada delito y respecto de cada acusado, debiendo en este sentido
incluir el escrito del objeto del veredicto conforme el art. 52.1 LOTJ: (1) los hechos que prueban la comisión del
crimen (corpus delicti) y la identidad del acusado como el perpetrador; (2) las alegaciones de la defensa; (3) los
hechos que eximir completamente la responsabilidad penal; (4) una narración de los hechos que determinan el
grado de ejecución o participación en el delito, así como circunstancias agravantes o atenuantes; y (5) el concreto
acto penal por el cual se debe declarar culpable o inocente al acusado... Vid. THAMAN, Spain Returns, supra nota 3,
p. 322.
29. Por ejemplo, en el Reino Unido, the Juries Act 1974, de 9 de julio, en su capítulo 23, sección 17 (1), vigente en
Inglaterra y Gales se establece que «el veredicto de un Jurado en la Crown Court o High Court, no necesita ser
unánime: (a) en el caso de que haya al menos once jurados, diez de los cuales tienen que coincidir en el veredicto;
y (b) en el caso de que haya diez jurados, de los cuales nueve tienen que coincidir con el veredicto». De esta
manera se admite la regla de mayoría cualificada. Vid. JIMENO BULNES, supra, nota 7, ICJR, pp. 379-81, donde se cita
bibliografía y ejemplos en este sentido.
También la regla de mayoría se aplica en los Jurados penales de Escocia según la Jurors Act 1825; en este caso,
una mayoría simple requiere ocho votos en aquellos Jurados de quince personas que es el número establecido para
Escocia. Pero realmente el aspecto más peculiar de esta Ley de Jurado es la posibilidad de pronunciamiento de
tres tipos de veredictos, así: i) culpable, ii) no probado, e iii) inocente. Sin embargo, en la práctica el veredicto de
«no probado» opera como una absolución y así como si se tratara de un veredicto de inocencia; la diferencia si
acaso estriba en que no es una declaración positiva de inocencia, sino que implica que la culpabilidad del acusado
no ha sido demostrada de forma concluyente. Vid. DUFF, supra nota 7, pp. 190-197.
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30. De nuevo se recuerda que se requieren siete votos para declarar al acusado «culpable» y solo cinco votos para
manifestar su «inocencia» conforme el art. 60.2 LOTJ. Vid. J. LÓPEZ SÁNCHEZ, “El veredicto de culpabilidad del Jurado”,
Revista Tribunales de Justicia (1999) n.12, pp. 1159-1187 y, de forma general, A.M. LORCA NAVARRETE, ‘La delibera-
ción del Jurado en la declaración del hecho probado y proclamación de la culpabilidad o inculpabilidad del acusado
en la doctrina y en la reciente jurisprudencia’, Diario La Ley (2003), 11 de marzo, pp. 1-5
31. Así entre otros G.P. FLETCHER, Las víctimas ante el Jurado (Valencia: Tirant lo Blanch 1997) pp. 246-256.
32. Art. 2.1 LOTJ. Sin embargo existen en España precedentes legales previos, especialmente en la Ley de Jurado de
1888, aprobada en fecha de 20 de abril 1888 y conocida como la Ley Pacheco, la cual establecía un panel de doce
jurados presidido por tres jueces profesionales. Ello deriva de la influencia francesa a favor de un primer paso hacia
la derivación de un tribunal mixto o escabinado que sería instaurado más adelante. El veredicto en esta época era
únicamente de culpabilidad o inocencia.
33. Arts. 2-4 LOTJ. La Ley del Jurado contempla la participación de ciudadanos legos en Derecho como jurados a modo
de, simultáneamente, «deber» y «derecho», de una forma muy particular, como se establece en el art. 6 LOTJ.
Puesto que se trata de un derecho, la ley garantiza una remuneración para los miembros del Jurado: la Resolución
del 21 de septiembre 2006, de la Subsecretaría del Ministerio de la Presidencia determina un pago diario de 67.00
€ a todos los jurados y 33.50 € a jurados suplentes, así como el pago de dietas de desplazamiento (0.19 €/Km.),
alojamiento (65.97 € con desayuno incluido) y 18.70 € otros gastos (comida y cena). Un mayor comentario respecto
de las funciones de los miembros del jurado así como la selección del Jurado se realiza en JIMENO-BULNES, Lay
Participation, supra nota 3, ICJR, pp. 173 y 177 de JIMENO BULNES.
34. Conforme al art. 56 LOTJ el Jurado deberá deliberar «a puerta cerrada» debiendo operar el régimen de incomunica-
ción hasta que se haya emitido el veredicto; lógicamente si la deliberación durase tanto tiempo que fuera necesario
el descanso, el magistrado-presidente lo autorizará manteniendo la incomunicación. Así mismo, si fuera necesario
organizar comidas o alojamiento en restaurantes y hoteles, será siempre y en todo caso en aquellos que proporcione
la administración de Justicia.
35. Art. 58 LOTJ. Se establece una sanción legal de 450.76 €. Si la abstención persiste, contará como un voto favorable
al acusado.
36. Preámbulo LOTJ, aptdo.V: El Veredicto, n. 3: Deliberación y votación. Vid. también MARDER, supra, nota 7, 2005, p.
172 en definición del concepto de hung jury.
37. Por supuesto la LOTJ contempla la disolución del Jurado si no alcanza las mayorías establecidas legalmente para
ambos supuestos de culpabilidad o inocencia, dando lugar a la convocatoria de nuevo juicio y Jurado (art. 65 LOTJ).
Otra posibilidad es la disolución anticipada del Jurado a petición de la defensa, o en su caso, de oficio por el
magistrado-presidente, si se estima la inexistencia de prueba de cargo suficiente para fundar la acusación (art. 49
LOTJ) o bien cuando la defensa llega a un acuerdo con el Ministerio Público (similar al plea-bargaining en los
Estados Unidos) siendo en este caso dictada sentencia de conformidad (art. 50 LOTJ).
38. Por ejemplo, la exclusión de los llamados delitos de «bagatela», como es el caso de las amenazas o allanamiento
de morada, así como la introducción de otros delitos socialmente relevantes –así delitos contra la libertad sexual y
detención ilegal– a pesar de la exclusión intencional de las primeras del texto final de la ley del Jurado por la
excesiva alarma social que este tipo de delitos provoca. Vid. J.M. GONZÁLEZ GARCÍA, ‘Constitución de 1978 y justicia
popular: siete años de tribunal de jurado’, en Centro de Estudios Políticos ed., La Constitución española de 1978
en su XXV aniversario (Barcelona: Bosch 2003), pp. 933-940, esp. p. 940 y G. LÓPEZ-MUÑOZ y LARRAZ, ‘Don Quixote
y Sancho en el Jurado: la reforma’, XVII Revista Vasca de Derecho Procesal y Arbitraje (2005), número monográfico
relativo al ‘Décimo aniversario de la Ley del Jurado (1995-2005) pp. 41-71, esp. pp. 59-62 disponible en http://
www.pacientes.org/quixote.htm. Por su parte Gustavo LÓPEZ MUÑOZ y LARRAZ es uno de los máximos defensores de
la institución del Jurado en España y fue el primer Presidente de la Asociación Pro-Jurado durante varios años, en
583
De esta manera, España junto con otros países como el Reino Unido desde 1967, se muestra
a favor de la regla de la mayoría por razones de «eficacia»39. En contraposición y a fin de facilitar
el proceso deliberativo, las reglas de los Estados Unidos han arbitrado Jurados con menor número
de miembros para determinados juicios federales o estatales (seis u ocho miembros del Jurado en
lugar de doce), especialmente en el proceso civil; aun así, el veredicto tiene que ser alcanzado por
unanimidad, al menos en la jurisdicción federal, por cuanto un número cada vez mayor de tribuna-
les estatales también aplican la regla de la mayoría para procedimientos civiles40. Estos cambios de
la legislación norteamericana y, especialmente, la reducción del número de miembros del Jurado,
institucionalmente aceptado desde el precedente judicial Williams v. Florida,41 dio lugar en su día
y en concreto durante los años 70 a importantes debates doctrinales entre los partidarios, por una
parte de los Jurados compuestos por un número de doce personas42 como, por otra, de los defenso-
res de una composición más reducida y así, en concreto, de seis miembros43, con no pocos argu-
mentos a favor de una y otra postura. Ejemplos de argumentos propuestos por ambas posiciones
doctrinales son así la necesidad de una representación más justa de la sociedad por oposición a la
necesidad de abreviar el tiempo de deliberación para alcanzar el veredicto por parte del Jurado44.
Está claro que las modificaciones relativas a la reducción del número de miembros del Jurado así
como a la atenuación de la regla de la unanimidad se adoptaron a fin de contrarrestar la compleji-
dad de las deliberaciones en el seno del Jurado45; así la preferencia de la legislación española a
favor de un Jurado compuesto por nueve miembros y la regla de la mayoría para la formación del
veredicto.
concreto desde 1982 hasta el restablecimiento de la institución en España en 1995. Su página web personal esta
disponible en Bufete del Letrado Dr. Gustavo LÓPEZ MUÑOZ y LARRAZ, http://www.jurylaw.net (última visita el 24 de
abril de 2009). Para una discusión más extensa sobre el futuro del Jurado, véase G. QUINTERO OLIVARES, “El Tribunal
del Jurado y sus competencias: perspectivas de futuro”, en J.A. MARTÍN PALLÍN y otros, La Ley del Jurado en su X
aniversario (Madrid: Thomson&Aranzadi 2006) pp. 41-63.
Una propuesta de reforma en materia de Ley del Jurado se realiza por la Fiscalía General del Estado en 2001; así
puede consultarse en la Memoría de esta institución correspondiente al año 2005 (Madrid 2006) p. 659. Otra pro-
puesta de reforma sugiere la inclusión por ejemplo de una regulación en materia de responsabilidad penal de los
jurados y la previsión de un delito específico por su parte en cumplimiento de función jurisdiccional, cual es la
«perversión del curso de la justicia». Vid. J.A. MARTÍN PALLÍN, «La Ley del Jurado», supra, esta nota, pp. 17-40, esp.
p. 22. Así también F.J. ALVAREZ GARCÍA y F.M. PEREIRA GONZÁLEZ, «La prevaricación judicial y el Tribunal del Jurado»,
Diario La Ley (2006), de febrero, n. 6423, pp. 1-4 y, en general, A. LLABRÉS FUSTER y C. TOMÁS-VALIENTE LANUZA, La
responsabilidad penal del miembro del jurado (Barcelona: Cedecs 1998).
39. Vid. supra nota 9.
40. Vid. MARDER, supra, nota 7, 2005, pp. 166-167.
41. 399 U.S. 78 (1970). Una lista del régimen existente en diferentes estados de los Estados Unidos con Jurados de
doce, ocho y seis personas se contiene en R. ARCE & J. SOBRAL, «Tamaño del Jurado y regla resolutoria», in J.
SOBRAL y R. ARCE, eds., La psicología social en la sala de justicia (Barcelona: Paidós 1990) pp. 49-57 at pp. 54-55.
Sobre la relación entre el número de jurados y el funcionamiento del Jurado en sus deliberaciones, véase HASTIE,
PENROD y PENNINGTON, supra, nota 7, pp. 64-71.
42. Vid. H. ZEISEL, «Twelve is just», Trial Magazine (1974), Noviembre/diciembre, pp. 13 y 15.
43. Vid. E. THOMPSON, «Six will do!», Trial Magazine (1974), Noviembre/diciembre, pp. 12 y 14.
44. Algunas veces se requiere la deliberación durante un período de tiempo mínimo, por ejemplo en el Reino Unido,
conforme la Instrucción práctica de 11 de mayo de 1970 dictada por el Juez PARKER, perteneciente a la sección
penal del Tribunal de Apelación (Lord Chief of Justice), según la cual «cualquier veredicto mayoritario de un Jurado
no será aceptado hasta que hayan transcurrido dos horas y diez minutos desde que el último miembro del Jurado
haya abandonado la tribuna del Jurado para ir a la sala destinada a la deliberación del Jurado y hasta que sea
planteado al Jurado la primera de las preguntas preparadas en el art. 3 de la Instrucción práctica 51 de las Reglas
del Tribunal de Apelación. Por su parte el art. 3 de esta Instrucción práctica de 30 de Julio 1967 contiene un
cuestionario que el juez entregará al Jurado a fin de conocer si el veredicto ha sido por unanimidad o por mayoría.
Vid. Ministerio de Justicia del Reino Unido, Dirección de Práctica Criminal consolidada § IV.46, disponible en http://
justice.gov.uk/criminal/procrules—fin/contents/practice—direction/pd—consolidated.htm.
45. VID. GOBERT, supra, nota 7, pp. 90-92 en relación con la «dialéctica de la deliberación»; así también R. ARCE, J. SOBRAL
y F. FARIÑA, «Análisis de la deliberación del Jurado», en SOBRAL y ARCE, supra, nota 41, pp. 77-85, argumentando que
la mayoría de los estudios realizados sobre procesos de toma de decisiones del Jurado, se concentran en el factor
tiempo.
46. Vid.Consejo General del Poder Judicial, Memoria anual 2006, disponible en el servidor oficial de dicha institución
(http://www.poderjudicial.es)
584
Ciertamente el aspecto más destacable del sistema español es el requisito de dar una explica-
ción razonada del veredicto, lo cual puede asombrar a cualquiera que esté familiarizado con los
sistemas de Jurados tradicionales48. El elemento característico por excelencia del sistema clásico de
Jurado anglosajón es, precisamente, la ausencia de cualquier clase de explicación; no en vano, por
naturaleza el veredicto es espontáneo49. Parece ser que, al menos en defensa de la postura contraria
–y en este caso, española– existe un precedente legal en Derecho Comparado; así la sección 331
(e) del Código Procesal Penal Austriaco, a tenor de la cual es permitido al Jurado fundamentar
las razones de su veredicto50. El requisito expuesto en la LOTJ conforme al cual el veredicto tiene
que ser motivado se deriva de la aplicación de reglas constitucionales, especialmente aquella que
se refiere a la exigida motivación de la sentencia, como viene reflejado en el artículo 120.3 de la
Constitución Española51.
Especialmente, el artículo 61.1 d) de la LOTJ estipula que el veredicto debe incluir «una
sucinta explicación de las razones por las que [los miembros del Jurado] han declarado o recha-
zado declarar determinados hechos como probados»52. El asunto principal se refiere a si el formato
del veredicto cumple con los requisitos de dar una «sucinta explicación de las razones»53. La prác-
tica judicial aborda este tema de forma casuística, a través de la interposición de recursos de
apelación a los Tribunales Superiores de Justicia, como parte de la revisión judicial legalmente
admitida respecto de sentencias dictadas por los Tribunales de Jurado54; ulteriormente, si la defensa
recurre, cabe la vía de la interposición de recurso de amparo en sede constitucional por violación
de derechos fundamentales (en este caso, el derecho a la tutela judicial efectiva garantizado en
585
el artículo 24.1 de la Constitución Española)55 objeto de conocimiento por parte del Tribunal
Constitucional.
Desde un punto de vista general y en conformidad con la interpretación judicial otorgada por
parte de la jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo, se presentan tres tesis alternativas res-
pecto de la suficiencia de la motivación del veredicto legalmente exigida56. Estas posiciones varían
desde la interpretación más estricta (la «tesis maximalista»), que requiere una descripción detallada
de todo el proceso de deliberación, concluyendo con la declaración de qué o cuáles hechos han
sido o no probados, hasta la interpretación más flexible (la «tesis minimalista»), que permite refe-
rencias generales a la actividad probatoria, sin mayores especificaciones. La posición intermedia
por la que muestra preferencia del Tribunal Supremo57 parece ser la más indicada, en tanto en
cuanto se traduce en la exposición de todos los puntos relevantes en relación con la actividad
probatoria reflejada en el juicio, sin ser en cambio necesaria la exactitud específica de la motivación
judicial (en cualquier caso ésta será presentada por el magistrado-presidente cuando redacte la
sentencia). En este contexto se debe recordar que los miembros del Jurado son ciudadanos legos
en Derecho y no jueces profesionales. La experiencia judicial demuestra que una explicación de
por qué los hechos son considerados probados debe ser tanto más precisa cuanto se basa en
actividad probatoria de carácter indiciario en contraposición a actividad probatoria de carácter
directo58; aun en mayor medida cuando el veredicto resulta ser condenatorio y no absolutorio59.
55. Recuérdese que el art. 53.2 CE prevé con carácter general la posibilidad de interponer recurso de amparo con
motivo de la violación de los derechos fundamentales contenidos en los arts. 14-29 y 30.2 CE toda vez agotada la
vía ordinaria.
56. Vid. STS 894/2005 de 7 de julio FJ 4 (RJ 2005, 894). Vid GARCÍA MORENO, supra, nota 51, p. 2. Para una visión crítica
de la práctica judicial llevada a cabo por el Tribunal Supremo véase J. VEGAS TORRES, «La motivación del veredicto
en la jurisprudencia del Tribunal Supremo», en J.A. MARTÍN PALLÍN y otros, supra, nota 38, pp. 85-11; así también,
desde una perspectiva general, J. CANO BARRERO, La Ley del Jurado. Jurisprudencia comentada (Diez años de la
aplicación de la Ley del Jurado) (Madrid: Thomson&Aranzadi 2007) pp. 122-161.
57. Así por ejemplo, SSTS 786/2005, de 13 de junio (RJ 2005, 6007), 1046/2005, 13 de septiembre (RJ 2005, 8658),
1193/2005, de 18 de octubre (RJ 2005, 7659), 1371/2005, 16 de noviembre (RJ 2006, 116)... A pesar de haber
admitido este tipo de veredicto, en ocasiones el Tribunal Supremo ha declarado que el mismo puede ser mejorado,
por ejemplo, en STS 682/2005, de 1 de junio (RJ 2005, 5892). En otros casos el Tribunal Supremo recurre a la
posición minimalista, declarando que basta la referencia superficial a la prueba presentada debido al principio de
inmediación siendo además la autoría «obvia»; por ejemplo, STS 455/2005, de 8 de abril (RJ 2005, 4975).
La misma tendencia se manifiesta en la jurisprudencia dictada por las Audiencias Provinciales en el dictado de las
sentencias contenedoras de veredictos; por ejemplo SAP de Guipuzcoa 54/2005, de 29 de marzo (JUR 2005,
192947) a favor de un veredicto de culpa razonable.
58. Por ejemplo STS 455/200, de 8 de abril (RJ 2005, 4975), donde la prueba de cargo se basa en el arma utilizada
para cometer el asesinato presentada en el juicio a través de la prueba científica de que la muerte fue causada por
la misma arma (una navaja). En contraposición, STS 132/2005, de 16 de febrero (RJ 2005, 4759) en la que la
prueba fue meramente indiciaria en la medida en que únicamente consistía en la declaración de un testigo, la cual
sin embargo no fue considerada por el Jurado en la motivación del veredicto. Por esta razón el veredicto y consi-
guiente sentencia dictada por el magistrado-presidente fueron anulados mediante sentencia del TSJ de Andalucía
(Granada), susceptible de posterior recurso de casación ante el TS. Otro ejemplo es STS 339/2005, 24 de febrero
(RJ 2005, 2719), en la que tanto el TSJ como TS consideraron que la motivación fue suficiente para emitir un
veredicto de culpabilidad basado en prueba indiciaria. Más ampliamente, VEGAS TORRES, supra, nota 56, pp. 100-10;
también CANO BARRERO, supra nota 56, pp. 156-59.
59. Este argumento diferencia claramente entre condena y absolución, permitiendo arbitrar una interpretación diferente
respecto de los requisitos que debe reunir el veredicto para ser considerado como «razonado»; en esta línea, STS
310/2005, de 23 de febrero (RJ 2005, 7469). En este caso se encontraron dudas razonables acerca de los factores
alegados en la acusación y por esta razón la presunción de inocencia no pudo ser desvirtuada. Otro ejemplo es la
mencionada STS 1046/2005, supra, note 53. El mismo argumento se empleó por parte del TSJ de Castilla y León
(Burgos) en sentencias de 20 de octubre 2005 (ARP 2005, 706) y 13 de febrero 2005 (JUR 2006, 105372), desesti-
mando los recursos de apelación interpuestos contra sentencias absolutorias dictadas con base a sendos veredictos
de inocencia.
586
587
no al veredicto en sí otorgado por personas legas en Derecho. Por otra parte, el legislador español
ciertamente podría haber optado por un modelo de tribunal o Jurado mixto como se ha discutido
en los últimos años69. Además, la jurisprudencia española ha tenido serios problemas cuando ha
aplicado la LOTJ en relación con este requisito en varias ocasiones y así la sugerencia en favor de
su derogación70. Según las estadísticas judiciales disponibles a este respecto, más de un cincuenta
por ciento de la totalidad de veredictos se consideran defectuosos o incorrectamente motivados71.
Llegados a este punto y toda vez examinados los elementos más característicos del veredicto y
sistema de Jurado español, el lector entenderá por qué el argumento de la película 12 hombres sin
piedad habría sido totalmente diferente si hubiera tenido lugar en el contexto legal de la LOTJ
española a partir de 1995. Nunca se hubieran producido las deliberaciones que se presentan en la
película y Henry Fonda (jurado nº 8) no hubiera podido desarrollar un papel merecedor de un
Oscar, aunque no fuera nominado por ello en tal ocasión. Al igual que muchos defienden72, la
película se ocupa de resaltar que la regla de la unanimidad en el veredicto conduce a la producción
de un debate más riguroso que el que se realiza en el Palacio de Justicia cuando se aplica la regla
de la mayoría. En este último caso, la discusión no es siquiera necesaria si se alcanza el consenso por
mayoría desde el principio. De esta manera, el sorprendente requisito de la legislación española de
motivar el veredicto puede en suma representar una alternativa a la regla de la unanimidad ya que
obliga a los miembros del Jurado a participar en todo tipo de debate o al menos hace que reflexio-
nen con más cuidado su postura.
También es cierto, sin embargo y así ha sido expuesto73, que el tipo de escena que se repre-
senta en 12 hombres sin piedad tampoco es frecuente en el panorama judicial. En un proceso de
deliberación normal el miembro del Jurado disidente, como es el miembro del Jurado nº 8 en la
película, sería absorbido por la mayoría. Este caso de ficción no es particularmente usual (ni
siquiera en Estados Unidos) debido a que, si desde el inicio de la deliberación se presenta un solo
jurado disidente, es a él a quien trataría de persuadir el resto de los jurados, quienes están impa-
cientes por terminar tan rápido como les sea posible su tarea de jurado. Casualmente y en concreto,
los ciudadanos españoles buscan a menudo la manera de excusarse para no formar parte de un
Jurado a través de los motivos que ampara la ley a este respecto74. La descalificación en virtud de
69. Esta fue también una de las cláusulas implícitamente contenidas en el Pacto de Estado para la Reforma de la
Justicia, firmado el 28 de mayo 2001, entre los grupos políticos mayoritarios de nuestro país, PP y PSOE. Así la
cláusula 17(i) contempla la «readaptación del sistema de jurado a la luz de la experiencia observada en su funciona-
miento» durante el tiempo de vigencia de la Ley del Jurado. Sin embargo, esta postura favorable a la instauración
de un modelo de escabinado ya fue manifestada en fecha previa a la promulgación de la Ley de Jurado; así GIMENO
SENDRA, supra nota 51, p. 426.
70. Esta opinión se defiende siquiera de forma indirecta por M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, La institución del Jurado: la experiencia
española (Madrid: La Ley 2006) p. 335 y especialmente por LOZANO-HIGUERO PINTO, supra, nota 67, pp. 122 y 128.
La misma problemática se examina en «Respuestas a la encuesta», La Ley del Jurado en su X aniversario, supra,
nota 38, pp. 117-187, esp. pp. 144-146.
71. Vid. M. SERRA DOMÍNGUEZ, «El Jurado: éxito o fracaso», en J. PICÓ JUNOY, ed., Problemas actuales de la Justicia penal
(Barcelona: Bosch 2001) pp. 59-65, esp. p. 62. El autor es defensor de la alternativa del modelo de Jurado mixto o
escabinado.
72. De nuevo MARDER, supra, nota 5, 2005, pp. 164-165, así como HASTIE, PENROD y PENNINGTON, supra, nota 5, esp. p.
177; en España también ARCE y SOBRAL, supra, nota 38, p. 51.
73. La misma autora, MARDER, supra, nota 7, 2005, p. 156 con cita textual de las palabras de V.P. HANS and N. VIDMAR,
Judging the jury (New York: Plenum Press 1986) p. 11, reconociendo así que la trama de 12 hombres sin piedad
«casi nunca ocurre en la vida real».
74. La LOTJ establece un complicado sistema de calificación y descalificación de los miembros del Jurado, que se
contempla bajo la forma del estatuto jurídico del jurado; así y brevemente, además de los requisitos de capacidad
(art. 8 LOTJ), existen cuatro categorías de descalificación bajo las rúbricas de incapacidades (art. 9 LOTJ) incompati-
bilidades (art. 10 LOTJ), prohibiciones (art. 11 LOTJ) y excusas (art. 12 LOTJ), preceptos que contemplan un cúmulo
variopinto de circunstancias personales y profesionales. Al respecto, JIMENO-BULNES, supra, nota 3, ICJR, pp. 174-
175; también, en particular, J.L. GÓMEZ-COLOMER, «Aproximación al estatuto jurídico de los juices legos en el proyecto
de Ley del Jurado», Actualidad Jurídica Aranzadi (1995) 13 de abril, n. 193, pp. 1-5.
Sobre este mismo tema y con defensa de una regulación uniforme de tales causas de descalificación, GONZÁLEZ
GARCÍA, supra, nota 38, p. 939.
588
75. En la única decisión al respecto, cual es la STC 216/1999 del 29 de noviembre, el Tribunal Constitucional entendió
que era «prematuro» para pronunciarse y apreciar la posible violación del derecho fundamental de objeción de
conciencia porque el plazo de alegación de cualesquiera causas de descalificación no había aun precluído. En
consecuencia y dada la carencia de un pronunciamiento constitucional al respecto, no está clara la posibilidad de
alegar dicha objeción de conciencia en relación con la selección como miembro de un Jurado. No en vano, la única
previsión constitucional en esta materia es la contemplada bajo el artículo 30.2 CE relativa de forma exclusiva al
cumplimiento del servicio militar obligatorio, por cierto hoy inexistente.
76. Vid. J.J. TOHARIA CORTÉS y J.J. GARCÍA DE LA CRUZ HERRERO, La Justicia ante el espejo: 25 años de estudios de opinión
del CGPJ (Madrid: CGPJ 2005) pp. 81-83.
77. Recuérdese todas las contribuciones arriba mencionadas y, de modo especial, MARTÍN PALLÍN y otros, La Ley del
Jurado en su X aniversario, nota 38, pp. 189-260 en comentario del amplio debate jurídico que tuvo lugar en la
materia el 13 de diciembre 2005 en el Centro de Estudios Jurídicos.
78. Por ejemplo en el Reino Unido, H. KENNEDY, Just Law (London: Chatto & Windus) pp. 95-120 en defensa de la
institución; en contra, J. JACKSON and S. DORAN , Judge without jury (Oxford University Press 1995) pp. 287-319,
quienes, en palabras textuales, afirman que «los juicios por Jurado son un anacronismo de una era pasada que se
deberían abandonar en favor de los juicios profesionales» (p. 303); también en Almania, g., B. Huber, «¿Un órgano
jurisdiccional eficiente?», en B. HUBER, Cuestiones del Derecho penal europeo (Madrid: Dykinson 2005) pp. 83-105.
En España una de las posiciones más críticas se mantiene por E. PEDRAZ PENALVA, ‘Sobre el significado y vigencia
del Jurado’, in E. PEDRAZ PENALVA, Constitución, jurisdicción y proceso (Madrid: Akal 1990) pp. 59-78 y ‘El Jurado
como vía de participación popular’, Diario La Ley (1994), 24 de abril, n. 3509, pp. 1-5. Ejemplos hoy día al hilo de
la celebración del décimo aniversario de la Ley del Jurado, A. MONTÓN REDONDO, «Diez años de Jurado. Radiografía
de un error», I Revista Derecho y proceso (2006) n. 1, disponible en el sitio internet http://www.ucm.es/info/procesal
79. Vid. N.S. MARDER, «Cyberjuries: the next new thing?», 14 Information & Communications Technology Law (2005) n.
2, pp. 165-198. En el contexto del Jurado de los Estados Unidos, pueden consultarse también interesantes sugeren-
cias de reforma en ULR: http://www.nyjuryinnovations.org/materials/JTI%20booklet05.pdf.
80. Como se ha mencionado previamente, el papel de la defensa letrada de oficio, la pena de muerte, la vigencia de
los principios de presunción de inocencia e in dubio pro reo, la falta de solidez de la prueba testifical ...
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