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España era durante el siglo XVI el país más destacado de Europa, Francia en
cambio se veía afligida por numerosas invasiones extranjeras y transtornos
internos. Sus luchas no cesaron hasta 1508.
Enrique IV y su gran ministro trabajaban juntos para aumentar los recursos del
país, fomentando así la proesperidad y satisfacción del pueblo. Sully creía que la
verdadera riqueza de una nación estriba en las empresas agrícolas y y que había
por lo tanto, que fomentar la agricultura, aunque fuera a costa de descuidar el
comercio y la industria. Sully preconizó la abolición de las barreras aduaneras
internas y la libre circulación de granos, subvencionó la cría del ganado, prohibió
la destrucción de los bosques, saneó pantanos, reconstruyó caminos y puentes y
proyectó un sistema de canales.
Del reinado de Enrique Iv data un notable estímulo en la economía de parís, Lyon
y Marsella. El rey fomentaba el comercio.
Construyó una marina mercante por medio de subvenciones reales e inició la
construcción de una Armada.
Este no tenía mucho interés en los asuntos del renado, pero heredó de su madre
al cardenal Richielieu que poseía los dotes de la política y la capacidad de trabajo
que le faltaban a Luis XIII, el poder real lo ejerció realmente este.
Armando de Richelieu (1585-1642), fue educado para la carrera eclesiástica y a
los 21 años fue nombrado obispo de la diócesis de Lucon.
Los primeros contra quienes Richelieu se lanzó fueron los hugonotes, era más
político y hombre de Estado que eclesiástico, y estaba muy lejos de ser
intolerante. EL protestantismo no sólo era una religión sino un influyente partido
político. Desde que Enrique Iv proclamó el edicto de Nantes los hugonotes podían
hacer sus propias reuniones, tenían jueces y funcionarios propios, y hasta plazas
fuertes lo cual minaba la autoridad real. Richelieu no deseaba privarles de su
libertad religiosa, pero estaba dispuesto a que en los asuntos políticos
obedecieran al rey. Así se publicó:
*El Edicto de Alais (1629) que condecía a los protestantes libertad de culto y
conciencia pero los privaba de sus plazas fuertes y se les prohibía celebrar
reuniones políiicas. Sus representantes conservaron sus cargos judiciales y tenían
acceso a empleos públicos.
Pero Richelieu transformó el espíritu del gobierno haciéndolo menos feudal y más
monárquico. No quería que hubiese más tesoro público que el del rey ni más
fuerza armada que la del rey. Fomentó la unidad y sumisión, al mismo tiempo que
en Inglaterra se daba el gobierno parlamentario a costa de revoluciones y sangre.