Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
1
Rubén de la Osa Ortega Prehistoria de la Península Ibérica
2
Rubén de la Osa Ortega Prehistoria de la Península Ibérica
que no podemos generar unos restos de un homínido extinto que han sufrido la
actividad carroñera de un animal por poner un ejemplo. Al presentarse esa
problemática, la solución utilizada es la creación de hipótesis mediante
deducciones, que si bien muchas veces se acercan mucho a la realidad, no
siempre tienen un método de comprobación fiable del todo. Por ello creo que
el método científico debe limitarse a aspectos comprobables por el mismo y
utilizar la antropología para el estudio del ser humano.
Esto no implica que me oponga a la arqueología procesual, es más, si tuviera
que decantarme por una u otra escogería la procesual. Pero al no tener los
conocimientos suficientes como para ser plenamente consciente de la elección
tomada y de lo que ello implica, utilizo mi lógica. Esto me lleva a un sinfín de
contradicciones porque no creo en el determinismo, ya que el ser humano es
impredecible, igual que muchos factores que le rodean, que pueden su propia
existencia en un instante por casualidad y no creo que todo sea por causalidad.
Es evidente que con mi enorme desconocimiento del tema es normal que no
sea capaz de excluir una de las dos vertientes de la arqueología, pues no me
puedo quedar solo con una ya que en ambas veo problemas y beneficios para
el estudio, pero sí que es cierto que para el temario de clase, en este caso de
las primeras etapas del Paleolítico, el método científico de la arqueología nos
aporta más información de lo que ninguna otra disciplina hace. Recrear el
pasado es un ejercicio muy arriesgado y teórico, en el que debemos hacer uso
de suposiciones y deducciones a partir de la información contrastada, por el
método científico, de la que dispongamos, para así estar lo más cerca posible
de la realidad. Hay que asumir que nunca se podrá representar la totalidad del
pasado, pues la historia del ser humano está marcada por la espontaneidad de
este y una enorme diversidad en los actos. Pero esto no debe hacer renegar del
método científico ni tampoco creer que este nos conducirá a una verdad
universal. En mi humilde opinión, yo utilizaría aspectos de ambas corrientes y
aceptaría ambas, puesto que el éxito de una no obliga al fracaso de la otra,
dejando de discutir sobre si la arqueología es una ciencia o una disciplina de la
historia, y trabajando realmente en tratar de entender, que no reproducir, los
hechos del pasado, mediante un estudio del ser humano, con la antropología
como gran aliada, y del entorno en el que este vive, ya que influye mucho en
las acciones que ejecuta, siendo el método científico muy útil en este aspecto.
Creo que en el debate hay varias intenciones que dificultan la comprensión total
del contenido. La voluntad de Domínguez de defender a capa y espada la
arqueología procesual, que a su entender está sufriendo ataques muy duros, le
conlleva a entrar en un discurso con cantidades ingentes de referencias
filosóficas, que si bien permiten ver que no hay una única visión procesual
complican más la comprensión al lector no familiarizado con estos temas. La
posible existencia de una dura discrepancia ideológica entre Moro y Domínguez
también marca bastante las líneas de desarrollo del artículo, mientras que
Hernando y Fernández, de la misma universidad que Domínguez, muestran
3
Rubén de la Osa Ortega Prehistoria de la Península Ibérica
posturas más cercanas y menos agresivas, sin dejar de especificar que hay
temas menores en los que discrepan con él.
Es posible que gran parte de mis deducciones hayan sido erróneas y peque de
falta de conocimiento, pero tampoco he querido entrar demasiado en el tema, a
riesgo de quedarme en la superficie de la cuestión, para no complicarme a la
hora de expresar mi opinión crítica.