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Tema N°1
Ninguna sociedad puede dejar de producir, de distribuir el producto y de consumir lo producido, sean cosas o
servicios. Lo contrario sería sinónimo de extinción. Producción, distribución y consumo determinan el
contenido elemental de la economía como disciplina particular, fijar el contorno básico de la reproducción
económica. Pero esta reproducción: económica es una parte, a su vez de la reproducción social: producir,
distribuir y consumir son actividades sociales imprescindibles en toda sociedad pero no son las únicas que la
componen; son condición necesaria pero no suficiente para que una sociedad determinada exista.
Es por ello que la economía es una de las tantas disciplinas que integran el campo de las ciencias sociales. En
todas ellas, el objeto de conocimiento se construye a partir de un segmento de esa totalidad que es lo social.
Podemos tomar como hilo conductor de nuestro argumento, lo que Joseph Schumpeter (1883-1950) opina al
respecto. Decía que “el trabajo analítico comienza con el material provisto por nuestra visión de las cosas, y
esta visión es ideológica casi por definición” (historia del análisis económico, pág. 42).
Es decir que la selección del objeto de investigación, la determinación de la problemática particular a indagar,
la elaboración de las preguntas sobre el problema escogido y el mismo campo probable de las respuestas, son
procesos atravesados por nuestra visión de las cosas, por nuestro muy particular punto de vista sobre el
entorno y sobre nosotros mismos.
El entorno del economista como científico social es condicionante y conflictivo lo que impide aproximaciones
neutras o totalmente escépticas. El economista es actor social y espectador al mismo tiempo, no puede tener
relaciones distantes, objetivas (en el sentido de no valorativas) con respecto al medio social.
Las ciencias sociales, y la economía entre ellas, tienen cierta especificidad frente a las ciencias naturales. Los
fenómenos sociales son históricos en el sentido de que son perecederos, transitorios. Desde este punto de
vista el conocimiento económico lleva consigo la característica de su propio objeto de estudio: es provisorio,
relativo, históricamente determinado.
Estas formas históricas de los procesos sociales descriptos, pueden modificarse por la acción humana. Desde
este punto de vista, el conocimiento económico o social puede provocar resultados importantes sobre la
acción transformadora, orientarla, determinarla. Es decir, el conocimiento económico puede tener incidencia
sobre los conflictos sociales, sobre las prácticas sociales.
La organización social concreta de los procesos de producción, distribución y consumo supone el desarrollo
de disputas y enfrentamientos entre intereses materiales y concretos. Las condiciones de vida de cada uno de
los sujetos o grupos determinados pueden ser muy diferentes. Todos viven, pero algunos viven mejor que
otros. Las desigualdades ocasionan un desarrollo conflictivo de intereses sociales contrapuestos.
El economista como el resto de los científicos sociales, es sujeto y objeto del conocimiento social, es
investigados/observador y al mismo tiempo actor social. Esta identidad parcial del sujeto y objeto de
conocimiento completa el cuadro de la especificidad de las ciencias sociales u de la economía en particular.
Este conjunto de rasgos específicos, justifican la apreciación de Schumpeter y apoyan nuestro argumento: no
es posible disociar ideología de conocimiento científico en economía: los valores, las concepciones y los
enfoques orientan y condicionan el análisis científico.
Esta combinación de ciencia e ideología, permite al economista alcanzar una verdadera madurez, favorece la
integración del resultado científico con las prácticas sociales y la integración del investigador mismo con la
vida social. Será en todo caso el ejercicio de la crítica permanente, lo que pondrá de manifiesto los efectos
negativos de la ideología.
- Explicar el pensamiento de Jhon Kenneth Galbraith con respecto al mercado, teniendo en cuenta lo
publicado en el módulo de lectura obligatoria.
En el artículo “el consumidor destronado”, este autor se esfuerza en descifrar la crisis del pensamiento
económico en la explicación de las actuales circunstancias, aplicando a la situación concreta de su país (EE.UU.)
el conjunto de reflexiones progresivamente elaboradas en estos últimos años. Para el todo se explica por la
ciega adhesión de los economistas tradicionales al mito de la soberanía del consumidor, mientras que, en
realidad, el poder ha pasado a manos de los productores. Y esto lo cambia todo.
La economía política debe romper con una tesis que le es familiar: la de la soberanía del consumidor. Si no se
realiza esto, nuestra disciplina no servirá más para elucidar ni los fenómenos sociales, ni hechos y decisiones.
Dada la presión creciente de las circunstancias, de las divergencias entre los economistas, se puede pensar
que en esas condiciones la concepción vigente de la economía política no servirá por mucho tiempo.
Los economistas clásicos ignoraban deliberadamente las estructuras del mercado que se alejaban del modelo
de la competencia perfecta o, en el caso extremo, del monopolio único. Se limitaban a un tipo de sociedad
donde las empresas (pequeñas por definición) eran numerosas, desprovistas de poder sobre el mercado, en
el que existe una tendencia natural al equilibrio, fundada sobre beneficios normales y una distribución optima
de los recursos. (= ingresos)
Esta teoría prevalecía en EE.UU. entre 1880-1930 en que las empresas crecían a ojos vistas y adquirían cada
vez mayores poderes económicos y políticos. Al rehusarse a reconocer esta tendencia, la teoría económica
perdió su neutralidad política y social.
De ello resulto que la profesión de economista, durante la crisis de 1930 conservo una sólida imagen de
dogmatismo negativo.
Este autor solo quería mostrar que las creencias vigentes- modelo económico neoclásico- disimulan hoy, de la
misma manera que lo hizo ayer, angustiosos problemas políticos.
El rol del individuo en la sociedad económica puede ser considerado de tres maneras, dos de ellas coincide
con el modelo neoclásico.
1° el individuo juega un rol neutro en cuento a la propagación del cambio. Todos estos se transmiten por el
mercado, no existiendo fuera de este ningún otro proceso por el cual el productor sea llevado a aceptar
cambios deseados por el consumidor o a la inversa.
2° más elaborada teóricamente, y aun reposa sobre un proceso neutro de trasmisión ce los cambios, pero el
individuo es el que tiene la última palabra. Para esta concepción nada es absoluto: se admite que el
consumidor pueda experimentar influencias que no provengan únicamente del mercado.
3° el ajuste final de un sector importante de la economía está dado básicamente por el productor. Las
necesidades del individuo que parecen espontaneas solo lo son en forma aparente, ya que en definitiva es el
aparato de producción el que las controla.
Esto sucede en una sociedad en que el incesante panegírico de los bienes materiales transforma a estos, a los
ojos del individuo, en la esencia de la felicidad.
La distinción más significativa entre economía del mercado y economía planificada, radica en considerar en
qué medida el ajuste se realiza según las necesidades del productor o las del consumidor. En la medida en que
el productor esa sometido a la elección del consumidor es una economía de mercado; en la medida que el
productor fija por si mismos los precios y controla de una u otra manera las reacciones del consumidor,
estamos en una economía planificada.
Nadie puede negar la enorme presión ejercida por la publicidad para demostrar la importancia de los bienes
materiales y la existencia de una íntima relación entre la posición de estos y la felicidad. Esto aumente aún
más la receptividad de la población al consumo.