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6/5/2018 14 obras de Escher que nunca nos cansamos de ver | Verne EL PAÍS

ESCUELA DE ROBINSONES

COSAS BONITAS

14 obras de Escher que nunca nos cansamos de ver


· Las fascinantes composiciones artísticas del holandés han influenciado a
Vernereferentes culturales de varias generaciones

JOHN TONES - 15 JUL 2015 - 09:18 CEST VER GALERÍA EN MODO

Aunque no sepas quién es, seguro que alguna vez has pensado en usar la obra de M.C.
Escher (como se conoce popularmente a Maurits Cornelis Escher, 1898-1972) para
decorar. Colgar una lámina de uno de sus cuadros en ese salón desangelado, regalar un
libro de pósters en un cumpleaños-callejón-sin-salida, incluso tatuarte donde la
espalda pierde su casto nombre uno de sus famosos trampantojos, antes de que aquel
idiota te convenciera de que lo que realmente lo estaba petando eran los tribales.

Así es la obra de este inclasificable imaginauta holandés: extraña, personalísima,


inmediatamente reconocible hasta el punto en el que solo lo son unos pocos artistas,
como El Bosco, Picasso o Dalí. Pero también accesible, pop, fascinante sin exigencias de
profundos conocimientos de arte o diseño. Los acertijos visuales de Escher encierran
su propia respuesta y esta se encuentra bien a la vista, y por eso es tan satisfactorio
contemplar su obra. Al espectador de sus grabados le inunda una tranquila paz cuando
se enfrenta a sus inquietantes parajes y universos retorcidos. La razón: que enuncia el
enigma al mismo tiempo que susurra la solución.

La Scottish National Gallery of Modern Art ha abierto durante los meses de verano una
ambiciosa retrospectiva del autor que incluirá más de un centenar de sus obras. The
Amazing World of M.C. Escher repasará su evolución y cómo llegó a concebir algunos
de los principales iconos del arte moderno. Desde sus escaleras sin principio ni fin a sus
juegos de luz o meros puzles visuales, el museo propone un repaso a la influyente y aún
hoy fascinante obra del holandés.

M.C. Escher nunca llevó una vida pública demasiado llamativa, a diferencia de otros
muchos artistas de vanguardia, como los surrealistas, con cuya obra tan a menudo se le
ha relacionado. Su contacto con otros creadores era atípico, y prefería intercambiar
impresiones con gente como el geómetra H.S.M. Coxeter o el matemático Sir Roger

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Penrose (la correspondencia que mantuvo con ambos será expuesta también en la
muestra). De hecho, le resultaba fastidiosa la luz pública y vendía carísimas sus obras
en un inútil intento de que no se difundieran demasiado. Tal fue su voluntad de rehuir la
fama internacional que llegó a rechazar una oferta de Mick Jagger para diseñar una
portada de los Rolling Stones.

Ese esfuerzo, sin embargo, fue inútil. La influencia de sus dibujos es inabarcable y está
presente en medios que Escher no llegó a conocer en primera persona. Por ejemplo, los
videojuegos, donde títulos tan curiosos y distintos entre sí como Echochrome o
Monument Valley han bebido de sus diseños. Por supuesto, también hay películas como
Inception, Tron o Dentro del Laberinto (por citar algunas) que serían muy distintas sin
su trabajo.

Escher prefirió, antes que entrar en el mercado del arte (y obtener un jugoso beneficio
de ello), viajar y dejar que su obra se viera influida por las excentricidades
arquitectónicas de otros lugares. Con 24 años, en 1922, hizo un extenso viaje por Italia
y España que le marcaría profundamente. Siempre destacó que La Alhambra de
Granada tuvo una importantísima influencia en su obra. En Italia Escher conoció a su
mujer y tuvo a su primer hijo, pero el ascenso del fascismo de Mussolini le hizo mudarse
a Suiza, primero, y luego a otros países. Quería que su obra estuviera absolutamente
limpia de cualquier tipo de mensaje político o social. Posiblemente, esa cristalina
ausencia de mensaje, ese recrearse en la mera plasticidad visual es uno de los secretos
de su asombrosa atemporalidad.

1. Three Spheres II (Tres esferas II), 1946


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Tres esferas apoyadas sobre lo que parece ser una superficie plana, como una mesa.
Aparentemente simple, la litografía esconde algunos curiosos secretos. Para empezar, las
tres esferas están hechas de distintos materiales. La de la derecha es completamente
opaca. La de la izquierda es transparente, y refleja la luz de forma realista, deformando lo
que tiene alrededor. Y la tercera es especular y vemos, una vez más, a Escher dibujando un
boceto de este mismo 'Tres esferas II'. Lo curioso es que agudizando la vista podemos ver
dentro del propio dibujo de las tres esferas a Escher reflejado, lo que genera uno de los
típicos y mareantes recursos infinitos del artista. Todas las imágenes de este reportaje
pertenecen a: Collection Gemeentemuseum Den Haag, The Hague, The Netherlands. ©
2015 The M.C. Escher Company – Baarn, The Netherlands. All rights reserved.
www.mcescher.com

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2. Waterfall (Cascada), 1961


Uno de los trampantojos más sencillos de Escher, y a la vez uno de los más conseguidos y
significativos, como Belvedere. Su perfección es tal que el espectador se puede quedar
perdido en el increíble efecto visual que producen las dos torres de la cascada: el curso del
agua acciona un molino y, fluyendo por los tres canales en declive que atraviesan las torres,
el agua desemboca de nuevo en el borde de la cascada. La litografía está basada en una
construcción geométrica imposible, el Triángulo de Penrose, desarrollado a la vez y de
forma independiente por Oscar Reutersvärd en 1934 y por Roger Penrose en 1958. Ojo
también a las construcciones geométricas sobre las torres: tres cubos entrelazados a la

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izquierda y tres octaedros irregulares (una forma conocida como Sólido de Escher) a la
derecha. Todas las imágenes de este reportaje pertenecen a: Collection Gemeentemuseum
Den Haag, The Hague, The Netherlands. © 2015 The M.C. Escher Company – Baarn, The
Netherlands. All rights reserved. www.mcescher.com

3. Still Life With Spherical Mirror (Naturaleza


muerta con espejo esférico), 1934
Una extraña ave con cabeza humana contempla impertérrita, sobre un periódico y un libro,
al propio Escher, abocetando la escena desde su estudio y reflejado en la base de una
botella que deforma todo el cuarto. El pajarraco existió, fue un regalo del suegro de Escher
y aparece en más cuadros del autor. Recuerda enormemente al autorretrato más popular
de Escher, 'Mano con esfera reflejante', una versión sofisticada y depurada de este cuadro.
Todas las imágenes de este reportaje pertenecen a: Collection Gemeentemuseum Den
Haag, The Hague, The Netherlands. © 2015 The M.C. Escher Company – Baarn, The
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4. Eye (Ojo), 1946


Una obra relativamente inusual en Escher, de estilo simbólico o alegórico, que a modo de
'memento mori' lanza al espectador una reflexión sobre la muerte y su relación con quienes
aún damos tumbos por este plano de la existencia. Escher dibuja su propio ojo reflejado en
un espejo del baño, pero en vez de autorretratarse como hace tan a menudo, decide
colocar un cráneo para recordarnos que “todos acabamos frente a frente con la muerte, lo
queramos o no”. Todas las imágenes de este reportaje pertenecen a: Collection
Gemeentemuseum Den Haag, The Hague, The Netherlands. © 2015 The M.C. Escher
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5. Ascending and Descending (Escalera arriba


y escalera abajo), 1960
La inspiración para esta litografía viene de otro objeto imposible diseñado por Lionel
Penrose y publicado en el British Journal of Psychology de 1958: unas escaleras que suben
y bajan al mismo tiempo, independientemente del sentido en el que se recorran. La
precisión ejecutora de Escher hace de esta litografía una de sus obras maestras, reforzada
por un extraordinario trabajo arquitectónico que recuerda al de un templo o monasterio.
Escher explicó su críptico significado explicando que los monjes de las escaleras hacen
continuamente este paseo como parte de una inacabable tarea de meditación y
autoconocimiento. Solo dos rebeldes, que rompen con la estructura solemne del cuadro,
han escapado de la rutina, y quizás reflexionan sobre el error que han cometido. Todas las
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6. Circle Limit III (Límite circular III), 1959


Uno de los trabajos visualmente más complejos de Escher, que él mismo describió así: “Las
lineas señalan las rutas por las que las filas de peces van de lo infinitamente pequeño a lo
infinitamente pequeño de nuevo, pasando por su tamaño máximo”. Es decir, un trabajo de
geometría hiperbólica. Escher se inspiró en su visita de 1936 a la Alhambra granadina y en
el trabajo del geómetra H.S.M. Coxeter. Ofrece con esta obra un asombroso trabajo de
precisión matemática y simétrica, estudiable en profundidad no solo en términos artísticos,

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sino también numéricos. Todas las imágenes de este reportaje pertenecen a: Collection
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7. Bond of Union (Banda sin fin), 1956


Una de las obras más famosas de Escher es también una relativamente inusual, ya que
combina la observación de la realidad (un retrato de sí mismo y de su mujer) con la
plasmación visual de un problema técnico (el dibujo de formas tridimensionales) y cierto
simbolismo en cómo las bandas se entrecruzan, de todos los sitios posibles donde pueden
hacerlo, por las frentes de las cabezas. Escher lo explicaba así: “Como banda sin fin que
entrelaza las dos frentes, representa la unidad de lo dual. La impresión de corporeidad la
refuerzan unas esferas que flotan enfrente, detrás y dentro de los huecos rostros”. Todas
las imágenes de este reportaje pertenecen a: Collection Gemeentemuseum Den Haag, The
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8. Drawing Hands, 1948


Una extraña cinta de Moebius (que Escher también dibujó en repetidas ocasiones), es decir
un loop infinito y circular, pero con una interpretación donde entra en juego el tema de la
creación artística. Aquí, una mano dibuja en un papel a otra mano que, a su vez, está
dibujando a la primera mano. Una paradoja creativa que ha llegado a relacionarse con
ciertos códigos de programación informática, que por supuesto Escher desconocía en su
momento. Todas las imágenes de este reportaje pertenecen a: Collection
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9. Reptiles, 1943
Más versiones con componente creativo/artístico de la clásica cinta de Moebius, y de
nuevo inspirados en los techos de la Alhambra. En este caso, combinándose con otra
obsesión clásica de Escher: los patrones matemáticos e infinitos plasmados en dos
dimensiones. El empleo de la mesa de escritorio del propio Escher (con, entre otras cosas,
un dodecaedro metálico y un libro de zoología) permite jugar con la representación con
volumen de los objetos y un dibujo que justifica el empleo del patrón y lo que Escher
llamaba “división regular del espacio”. Hay una anécdota muy significativa relativa a este
dibujo que ilustra qué quería decir muy a menudo Escher con su obra. Recibió la llamada de
una mujer que le felicitó por el significado de la ilustración, que ella entendía como una
alegoría de la reencarnación. La prueba: el claro contenido espiritual del grabado, donde se
puede ver una carterita con el bíblico nombre de Job. En realidad, tuvo que reconocerle
Escher, se trata de un librillo de papel de liar tabaco de la marca auténtica JOB. Todas las
imágenes de este reportaje pertenecen a: Collection Gemeentemuseum Den Haag, The
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10. Belvedere, 1958


Una de las arquitecturas imposibles más celebradas de Escher, que usa técnicas de dibujo
en dos dimensiones para dotar de extrañeza a una construcción aparentemente realista.
Escher la describe con precisión: “Sobre el suelo del piso inferior, en el interior de la casa, se
encuentra una escalera por la que suben dos personas. Pero una vez llegados arriba, se
encuentran al aire libre y deben de entrar de nuevo en el edificio.” Pilares, techo y cúpulas
se combinan en un perpetuo dentro que no está fuera y fuera que no está dentro. El truco
está en los ángulos que determinan la perspectiva, que no tienen sentido entre sí y que
cruzan el piso de enmedio, destrozando la esencia misma de la realidad. Toda la trampa
está subrayada por el hombre que, a los pies de la escalera, sostiene un cubo imposible que
parece haber construido a partir de un esquema de un clásico cubo de Necker. No es la
única imposibilidad de esta litografía llena de detalles: las rejas de la ventana que hay cerca
del hombre del cubo son teóricamente correctas pero imposibles de construir. Todas las
imágenes de este reportaje pertenecen a: Collection Gemeentemuseum Den Haag, The
Hague, The Netherlands. © 2015 The M.C. Escher Company – Baarn, The Netherlands. All
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11. Day and Night (Día y noche), 1938


Dos campos de cultivo simétricos, uno nocturno y otro diurno, que se convierten en aves
blancas y negras que los sobrevuelan en formaciones contrarias. Al tiempo, los huecos
entre las perfectas bandadas se difuminan y se convierten en los pájaros de signo contrario
y en los campos del lado opuesto. Una prueba más del dominio de Escher de la “partición
regular de la superficie”, y donde hace algo que los artistas del Islam, como los arquitectos
de la Alhambra que tanto le influyeron, tenían prohibido: introducir en su obra figuras
reconocibles y extraídas del mundo real. Todas las imágenes de este reportaje pertenecen

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12. Relativity (Relatividad), 1953


En esta ocasión, con lo que juega Escher es con la gravedad, que se perturba apaciblemente
en esta compleja construcción arquitectónica. Los paseantes de esta especie de plazoleta
con múltiples centros de gravedad permanente, por citar a los clásicos, parecen ignorantes
del vertiginoso panorama general que refleja Escher. Sin embargo, todo tiene su lógica: hay
tres fuentes gravitatorias en el cuadro, cada una de ellas con relación ortogonal con las
otras. Y cada personaje tiene uno de esos núcleos de gravedad asignado, y parece ignorar al
resto. O como dice Escher, “dos habitantes de mundos distintos no pueden andar sobre el
mismo suelo, estar sentados o de pie, ya que no coinciden las ideas que tienen de lo que es
horizontal o de lo que es vertical”. La cosa se complica con las escaleras: hay siete, pero no
tienen un centro gravitatorio asignado, lo que da pie a fenómenos como la escalera
superior, donde se emplean ambas caras de cada escalón. Todas las imágenes de este
reportaje pertenecen a: Collection Gemeentemuseum Den Haag, The Hague, The
Netherlands. © 2015 The M.C. Escher Company – Baarn, The Netherlands. All rights
reserved. www.mcescher.com

13. Cycle, 1938


Una de las confusiones más populares entre bidimensionalidad y representaciones
tridimensionales de Escher, que aquí muestra a un mozo que baja una escalera y acaba
desdibujando su forma hasta insertarse en un dibujo plano compuesto por figuras grises,
blancas y negras de gente como él. Sin embargo, estas pueden llegar a tomar una forma
cúbica tridimensional, similar de hecho a las escaleras por las que está bajando el chico.
Una versión más compleja y, si puede aplicarse ese adjetivo a una obra de Escher,
melancólica de Reptiles, solo que esta vez el origen es tridimensional y acaba
convirtiéndose, quizás sin remisión, en un dibujo plano, a diferencia del lagarto en eterno
retorno de aquella obra. Todas las imágenes de este reportaje pertenecen a: Collection
Gemeentemuseum Den Haag, The Hague, The Netherlands. © 2015 The M.C. Escher
Company – Baarn, The Netherlands. All rights reserved. www.mcescher.com

14. Hand with a Reflecting Sphere (Mano con


esfera reflejante), 1935
El autorretrato más famoso de Escher lo muestra sujetando una esfera que le refleja, lo que
permite, con la curvatura de la superficie de ésta, reflejar también todo el estudio del
artista. Y algo más: afirma Escher que “la cabeza del artista, o más exactamente el punto
situado entre sus ojos, se encuentra en el centro del reflejo. Muévase como se mueva,
siempre quedará en el centro. Su yo es, de modo inexorable, el núcleo de su mundo”. Se

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trata de un trabajo anterior y muy similar a Tres esferas II, pero este tiene una cualidad pop
especial, lo que sin duda supone el motivo de que haya sido homenajeado y parodiado
tantas veces en pinturas, películas y videojuegos. Todas las imágenes de este reportaje
pertenecen a: Collection Gemeentemuseum Den Haag, The Hague, The Netherlands. ©
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