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El Congreso Eucarístico Nacional es un acontecimiento de la Iglesia Católica de culto a Cristo

en la Eucaristía. Así, una Iglesia local invita a otras Iglesias y sus fieles para reflexionar,
profundizar, estudiar y celebrar conjuntamente el misterio eucarístico, con algún tema concreto
que figure de lema en el congreso. En estas manifestaciones eucarísticas se pueden encontrar
celebraciones de la Palabra de Dios, sesiones de catequesis y conferencias. El centro y culmen
de todos los actos de un congreso eucarístico es la celebración de la Eucaristía.

¿Qué es un Congreso Eucarístico


Internacional?
La Iglesia es convocada a reunirse para agradecer al Señor el tesoro
más grande que le ha dejado: la Sagrada Eucaristía

Por: . | Fuente: Congreso Eucarístico Internacional

Un Congreso Eucarístico Internacional es, ante todo, una fiesta de toda la Iglesia de Cristo, en torno a Él, su
Señor y Maestro, presente en la Eucaristía. La Iglesia es convocada a reunirse para agradecer al Señor el
tesoro más grande que le ha dejado: la Sagrada Eucaristía. Se congrega de todas partes para reflexionar en
torno al misterio eucarístico, para celebrarlo, para adorarlo y para renovar con entusiasmo, fortalecida por
Cristo Eucaristía, su compromiso evangelizador en el mundo contemporáneo.

Los Congresos Eucarísticos “deben considerarse como una estación (statio) esto es, como una pausa de
compromiso y de oración, a la que una comunidad invita a la Iglesia universal o una iglesia local invita a las
demás iglesias de toda una región, o de la misma nación o aun de todo el mundo, para que unánimemente se
dediquen a considerar con mayor profundidad un determinado aspecto del misterio eucarístico ofreciendo así
un homenaje de pública veneración, con el vínculo de la caridad y de la unidad. Tales congresos deben ser un
signo auténtico de fe y de caridad por la plena participación de la Iglesia local y la presencia representativa de
las otras Iglesias”. (Ritual de la Sagrada Comunión y del culto de la Eucaristía fuera de la Misa, n° 109)

Un Congreso Eucarístico es internacional o mundial (Statio Orbis), no solamente en el sentido sociológico y


social. Es, ante todo, un acontecimiento de dimensión sobrenatural y religiosa; se trata de una asamblea que
tiene la intención de formar un solo Cuerpo, el Cuerpo Místico de Cristo. Es una asamblea en la cual se reúne
el pueblo cristiano de diferentes razas, lenguas, pueblos y naciones, con Cristo presente bajo las especies del
Pan y del vino, con un gran número de Obispos, con el Papa o con su representante. Es como una gran
“parada” en la cual se detiene el mundo católico en un lugar determinado, en una iglesia local concreta, con el
fin de que el mundo conozca mejor el misterio de la Eucaristía.

Su objetivo principal es glorificar a Jesucristo presente en la Iglesia, manifestar la fe del Pueblo de Dios en la
presencia de su Señor y hacer nuevos compromisos eucarísticos actuales con relación a la evangelización del
mundo.

Breve Historia de los Congresos Eucarísticos Internacionales

Los Congresos eucarísticos internacionales nacieron en el cuadro y bajo el ímpetu de una ferviente devoción
eucarística de finales del siglo XIX, en Francia, que quiso desafiar la ignorancia y la indiferencia religiosas
relativas al Misterio central de la Iglesia: la Eucaristía. Se desarrollaron a través de una armoniosa
colaboración entre laicos y clero. Llama la atención el rol protagónico que desempeñaron, desde los orígenes,
los laicos. La iniciativa y promoción se debió a una señorita francesa Emílie Tamisier de Tours, inspirada por
san Pedro Julián Eymard.

Frente al laicismo que pretendía eliminar la influencia de la religión de la vida pública, los promotores
buscaron movilizar a los católicos entorno a la afirmación solemne del dogma de la presencia real del Señor
Jesús en la Eucaristía. El lema que animará los primeros congresos será: "La salvación de la sociedad por
medio de la Eucaristía".

El primer congreso se pretendía celebrar en Lieja, Bélgica, donde había nacido la fiesta de Corpus Christi, en
el siglo XIII, pero, como las circunstancias políticas no lo permitieron, se escogió la ciudad de Lille, en
Francia. Se realizó del 28 al 30 de junio de 1881. Informado el Papa León XIII de los resultados del 1er
C.E.I., escribió a los organizadores “Queridos hijos, llevad adelante vuestra Obra y continuad buscando
nuevos miembros. ¡Propagad la institución a la que os dedicáis y esforzaos por encender en todos el fuego
celeste que Cristo ha traído a la tierrra y que quiere encender, sobre todo por medio de la Eucaristía…!”
(Actas, p. LXIX). Se decidió celebrar los congresos cada año, a ser posible en una ciudad que se destacara por
un hecho histórico o milagroso relativo a la Santa Eucaristía o donde se pudiese despertar la fe de los pueblos
y restablecer el culto del Santísimo Sacramento. Desde sus comienzos, los Papas siguieron su desarrollo con
gran interés y los orientaron con palabras iluminadoras y de aliento.

De los primeros 25 congresos (1881 – 1914), 11 se celebraron en Francia, 5 en Bélgica y uno en las siguientes
naciones: Suiza, Italia, Gran Bretaña, Alemania, España, Austria, Malta, Canadá y en Jerusalén, (1893), en el
que, por primera vez, el Papa se hizo representar por un Cardenal-Legado. Estos primeros 25 congresos
(exceptuado el de Jerusalén, en 1893) son más bien congresos de las “obras eucarísticas”, que comprendían
todo el conjunto de manifestaciones que favorecían la adoración reparadora en todas sus variantes (adoración
diurna, nocturna, semanal, mensual o perpetua, horas santas, las Cuarenta horas, etc.)

Después de un intervalo de 8 años, a causa de la primera guerra mundial, el XXVI C.E.I., se celebró en 1922,
por segunda vez en Roma. Después de 1922 los Congresos se celebraron cada dos años, con el fin de
promover las celebraciones de los congresos eucarísticos nacionales, diocesanos y parroquiales.

Siete años después de la segunda guerra mundial se organiza, en Barcelona, el XXXV C.E.I. A partir del
XXXVII, en Munich, Alemania, en 1960 hay un cambio profundo en la concepción de los Congresos, gracias
a la renovación de la liturgia: la celebración del “memorial” se convierte en el centro y la cumbre de todas las
otras celebraciones.

Durante el 37° CEI, en Munich (1960) y bajo el influjo del movimiento litúrgico, se tiene un cambio muy
significativo en la concepción de los congresos, ya que la celebración del “sacrificio memorial” y del
“banquete” se subrayaron, añadiéndose al hasta entonces único aspecto profundizado, que era el de la
adoración. La celebración de la Eucaristía será ya en todos los congresos la cumbre de todas las otras
manifestaciones.

Con el Congreso de Lourdes (1981) que celebró el centenario del inicio de los Congresos Eucarísticos
Internacionales toma nuevo esplendor la dimensión eclesial de la celebración eucarística: los congresos
deberán suscitar en todo el pueblo de Dios, el compromiso en el mundo. Desde entonces las Conferencias
Episcopales fueron invitadas a designar un Delegado nacional para asegurar la animación de todos los fieles
dentro de su propio país. Simultáneamente se celebra, por voluntad del Papa Juan Pablo II, en Tolouse, un
Simposio internacional como parte del Congreso. A partir de entonces a todo Congreso va unido un simposio
internacional que profundiza teológicamente algún aspecto del misterio eucarístico.
Con el Concilio Vaticano II los Congresos Eucarísticos asumieron una nueva fisonomía que se expresa en la
denominación de "Statio Orbis": las Iglesias particulares se unen con el Papa o con su Legado, en una ciudad,
en torno a Cristo en su misterio eucarístico, para revelar todo su significado. La expresión actualiza, a nivel de
la Iglesia universal, la “Statio urbis” como se celebraba en los siglos V y VI en la ciudad de Roma. La
celebración eucarística, con las otras expresiones del culto eucarístico (adoración y procesión), es el centro y
el vértice culminante de las reuniones de estudio y de las diversas manifestaciones.

Los Congresos Eucarísticos Internacionales manifiestan así la fe en el Misterio Eucarístico y expresan la


comunión de la Iglesia universal que se siente solidaria con los problemas fundamentales del mundo
moderno, como las exigencias del compartir y de la justicia, la santidad de las familias, el respeto hacia toda
criatura y la paz en el mundo.

Los Congresos Eucarísticos tuvieron y tienen aún un papel importante para poner más en relieve y para
traducir prácticamente la centralidad de la Eucaristía en la vida y en la misión de la Iglesia de nuestro tiempo.

¿Quién organiza los Congresos Eucarísticos Internacionales?

a. El Papa

Desde la celebración del primer Congreso Eucarístico Internacional los Papas se han interesado en su
realización y los han apoyado de manera muy significativa. Desde 1898 el Papa ha nombrado siempre un
Legado Pontifico que lo representa en el Congreso. Pablo VI y Juan Pablo II han presidido ellos mismos una
parte del Congreso y los han clausurado.

b. El Pontificio Comité para los Congresos Eucarísticos

El Congreso es del Papa y en última instancia es él quien lo convoca y organiza. Actualmente existe un
Comité Pontificio, nombrado por el Santo Padre, para impulsar en la Iglesia el culto a la Santísima Eucaristía
y la organización, en toda la Iglesia, de los Congresos Eucarísticos Internacionales.

El Comité Pontificio está compuesto por un Presidente, de nombramiento pontificio, por los miembros,
nombrados por el Santo Padre, los cuales eligen entre ellos al Vicepresidente. Lleva a cabo sus funciones por
medio de:

La Asamblea Plenaria, constituida por el Consejo de Presidencia, que lo componen el Presidente del Comité,
el Vicepresidente, los miembros nombrados por el Santo Padre, el Secretario y el Tesorero; además por los
miembros del Comité Pontificio, por los Delegados Nacionales y por las personas invitadas por el Presidente.
Dicho Pontifico Comité para los Congresos Eucarísticos está presidido, en la actualidad por el Cardenal Jozef
Tomko y el secretario del Comité permanente es el Padre Mons. Ferdinand Pratzner, de la Congregación del
Santísimo Sacramento. El número 2 de sus estatutos dispone que “El Comité Pontificio se propone hacer
conocer cada vez mejor, amar y servir a Nuestro Señor Jesucristo en su Misterio Eucarístico, centro de la vida
de la Iglesia y de su misión para la salvación del mundo”.

Para cumplir mejor su encomienda el Comité Pontificio – dice el artículo 3 de los mismos estatutos – “pide a
las Conferencias Episcopales y a los Sínodos Patriarcales que nombren los Delegados Nacionales que deben
ocuparse de la preparación de los congresos y, cuando sea necesario, nombren, con la aprobación y la
cooperación de la autoridad eclesiástica local, los Comités Eucarísticos nacionales”. Ellos son los
responsables de la debida preparación pastoral de los fieles en sus respectivos países y de la apropiada
participación en el congreso.

Son deberes de los Delegados Nacionales y de sus colaboradores:

- Hacer conocer los congresos eucarísticos y su mensaje;


- Comunicar las informaciones que recibe del Comité Pontificio y del Comité local a las diócesis;

- Interesar a los diversos organismos laicales, institutos religiosos, asociaciones y movimientos en el estudio
del tema elegido para el Congreso;

- Promover durante el año precedente al C.E.I. la celebración de pre-congresos eucarísticos nacionales,


diocesanos y parroquiales;

- Si es posible, tomar parte en la reunión de los Delegados Nacionales;


Organizar con las agencias el viaje de los participantes al Congreso y el programa particular en su propia
lengua en la ciudad del Congreso.

c. El Comité Local

Los estatutos del Pontifico Comité indica que, una vez que el Papa ha designado la sede del siguiente
Congreso Eucarístico Internacional, el obispo diocesano constituye el Comité Local y asume la presidencia
del mismo. Son miembros de derecho el Delegado nacional o el presidente del Comité nacional. Trabaja
estrechamente con el Comité Pontificio.

¿Qué actividades se realizan en un Congreso Eucarístico Internacional?

Se pueden clasificar en cuatro grandes grupos:

1. Reflexión y estudio

Durante las mañanas en las conferencias magistrales, expertos en la materia, guiarán una reflexión y estudio
sobre un tema en torno a la eucaristía.

2. Celebraciones

El centro de todo congreso es la Eucaristía, por tanto la celebración de la Santa Misa ha de ser también el
centro de este Congreso. Habrá también celebraciones de la penitencia.

3. Adoración

Jesucristo, Nuestro Señor, se queda con nosotros en las especies consagradas. Después de la celebración
eucarística, la Iglesia venera, con especial adoración a su Señor presente en la Eucaristía. El Congreso es una
manifestación pública de fe en esta presencia, y por lo tanto, los momentos de adoración al Santísimo
Sacramento son también parte importante de un Congreso como el que nos disponemos a celebrar.

4. Culturales

Por su carácter universal, el congreso es una gran oportunidad para compartir con quienes nos visitan, las
manifestaciones culturales propias de nuestro país y de nuestra región.

¿Quiénes participan en un Congreso Eucarístico Internacional?

Los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, los consagrados y los laicos en general, pueden participar en
él. En conclusión, cualquier persona interesada en profundizar, reflexionar e incrementar su amor por la
Eucaristía

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