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C CID. E 1
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OCESOS
CIPI

B ES T. 00 Oé I
O- e, E LA e ONU-
DAD L P l O O IA DEL EGO SOLO I NE EN IDO I SE
POYAFIRME.ME T ENF.LHECHODEL OE END NCIA.ENEL
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30 D. W. WJNNICOTT

No nos es posible albergar la esperanza de curar a mucl'ltils


de aguellos que ya se han convertido en delincuent�s. pei:o
Capitulo 1egundo
_
si nos es dado esperar el llegar a comprender como 1mped1r
el desarrollo de la tendencia antisocial. Cuando menos po­
demos evitar que se interrumpa el desarrollo de la rcla�ió�1 La capacidad
_
enu-e la madre y el bebé. Asimismo, aphc:indo estos pnnc1- para estar a solas 1 (1958)
pios a la crianza normal de los niños nos es posible ver la
necesidad de cierto orado de rigor en el tratamiento de los
niños cuyo propio s�ntiroiento de culpabilidad_ � o ha supe•
rado la fase primitiva. Imponiendo unas prohib1c1ones de ca­
racter limitado daremos oportunidad a que se produzcan
esas travesuras, de índole igualmente limitada, que llamamos
normales y entre las que se halla una gran parte de la es-
pontaneidad del niño. .
Freud, más que cualquier otro a1;1 tor, fue quien pr �paró
el camino para Jlega1· a la comprensión del compor_tam1e?�º
antisocial y del crimen en cuanto secuelas � e una � ntenc1on Quisiera llevar a cabo un examen de la <;:IP?fidJlg i!l<ii�L·
criminal inconsciente y síntomas de un deficiente_ cuidado del dual para estar_ a solas, partiendo del supuesto <le que csla
JTiño. Me atrevo a decir que, al proponer estas ideas y mos­ capacidad constituye uno de los �os más impor1antes de
trarnos de qué modo podemos ponerlas a prueba para apro­ madurez dentro del desarrollo emocíoñaí.' - ·· -· ··· · ·
vecharlas, Freud hizo una gran aportación �l campo de la
psicología social, aportación que puede rend,r unos resulta• ga un momento en que la aptitud para estar a solas resulta
En la casí totallgadde· ÍQStrilt�mieñ-�os psicoanalílic:OS lli;•
dos de grnn trascendencia. importante para el paciente. Desde el punto de vista clínico,
ello puede estar representado por una fase o'sesi61t en si­
lencio que, lejos de indicar resistencia por parte del pacien­
te, es en realidad un logro. casi diría que una proeza. Quiá
sea la primera vez que el paciente ha sido capaz de estar n
solas. Precisamente es sobre este aspecto de la transferencia,
cuando el paciente se encuentra a solas durante la sesión ana­
lítica, que deseo llamar la atención.
Probablemente puede afirmarse que la literatura psicoana­
lítica ha dedicado mayor atención <ti temor yaLdeseo de estfü•
a solas que a ll!,EE}.U�d�ra ello; asimismo, se han hecho
considerables trabajos sobre·ei--éstado de replegamienro, or­
ganización defensiva que presupone el temor del pacil!Ole a
ser perseguido. M'uchp me parece que desde hace tiempo �e
echa de menos un estudio de los aspec!_9s positivos \I <; la s:;1-
pacidad para estar a solas. Puede-i:¡üe los escritos. psicoana­
.
llticos· ·hayan traia"do. ere- definir esta capacidad. ¡,ero yo no
tengo constancia de ello. Quisiera remitirme al concl!plo fr eu­
diano de la relación anaclítica (Freud, 1914; cf. Winriicoll,
1956 a).

l. Basado en un cscril<I lcídu anrc una reunión c.ltrP,l�1111f1�11 ,t., la


Brilish Psycho-Annlytic3l Society, él 24 de Julio de 1957, y 1111blJgalcJ1t por
vez primera en· dn1. J. Psycho-Anal.•, 39, pp. 416-420,
/"
/ \
' 32 J D. W. WINNICOTT EL PROCESO D!l MADU RACIÓN IJN EL N I Ñ O 33

1;;/s rel ac i ones lriangulares y blcorporale& Paradoja

Rickman [ue el primero en hablar de las relaciones trian­ Pasaremos a enunciar seguidamen te el punto princi pal do.:I
gulares y bicorporalcs. A menudo nos re ferimos al complejo presente estudio: si bien la capacidad para t!Star solo es fru t o
de Edipo como la fase en que las relaciones triangulares do­ d e di vefsos tipos d e experiencias, sólo u n a d e ellas es funifo­
minan el cam po de . la �.xpcriencia. Todo i ntento de describi r mcntal, sólo hay una que, de no darse en grado suficien te,
el complejo d e Rdipo en base a u n a relación ent re d o s per­ impide el desarrollo de dicha capacidad¡ se t rata de la expt!.­
sonas fracasará inevitablemente. Sin emba rgo, la relación bi­ riencia! _ viyi1a_ 1=11 � i."!J<¿_ncia y en .!� . ni,iez, ·tte��$.1Jl. - �!i.. ll!!
personal existe en realidad, si bien restringida a fases rcla tl• presencLüi_ la m.Gd_r_e . i\:sT,..pües;-Ta capacidad para es l a r solo
vamente temp ranas de la historia del individuo. La primera se basa en una paradoj'a : estar a solas · cuando otra ..persona se
relación bipersonal es la del niño con la madre real o sus titu­ halla presente. · · · ·
t iva, antes de que el niño haya escogido alguna de las pro­ Ello lleva implícita una relac ión de íodolc bastante espe­
piedades de la madre para forjarse con ella la idea de un cial: la que existe en tre el pequeño que está solo y l a mad re
padre. El concep to kleiniano de la posición depres iva puede real o sustitutiva que e.stá con él, aunque lo esté represen tada
desc ribirse en términos de relaciones bipersonales, siendo tnl momen táneamen te por la cuna, el cochecito o el ambiente
vez pos i b le afirmar que este tipo de relación cons tituye un general del entamo inmediato. Quisiera proponer uo nom­
rasgo esenci a l de dicho concepto. bre para este tipo especial de relación.
Ya que hemos hablado de relaciones bipersonales y tl'ian­ A mi, personal mente, me gusta emplear el término rJ:la.:
gu lares, ¿ no sería lo natu ral que hablásemos de relaciones ción del ego. ya que ofrece la ventaja de cont rastar con bas•
u n i persona les ? De buen principio parece que el narcisismo, tante cJaridad con el término rela9i{in del id, t ratándose es1 a
ya sea secundario o primario, constituye la relación unlpcr• úl lima de una complicación que apare.ce con periodicidad en
sonal por an to11.orm1sia. Pues bien, e.s imposibh: pa.sar bruii;u­ lo que podríamos denominar «la vida del ego». La rel ación
mente de l a s relaciones bipersonales a la relación unipersonal del ego se refiere a la relación entre dos personas, una de
s i n i nfringil· gran parte de lo que hemos llegado a saber me­ las cuales, cuando menos. está sola; tal vez las ·dos lo estén.
d iante nue s t ros t rabajos analíticos y a t ra vés de la observa­ pero, de todos modos, la presencia de cada una de el las es
ción d i rec ta de m a d res y niños. i mportan te para la otra. Creo que si comparamos el signlfi.
cado de los verbos « gustar» y «amar», ve remo que el pri­
mero se refiere a una relación del ego, mientras que el segun­
La soledad 1·eal do tien e más que ver con las relaciones del id, ya sea n sin
amba ges o en forma sublimada. �
Mis lectores se habrán dado cuenta de que no es toy refi­ Antes de proceder a desarrollar estas dos ideas a m i ma­
riéndome al hecho de estar realmente solo. Así, J,abrá perso­ nera, quisiera J·ecordar al lector dt:: qué modo sería po:.ible
nas i ncapaces de e tar a solas. Escapa a la imaginación la referimos a la capacidad para estar solo sin sa lirnos de la
in tensidad de sus suf rimientos. No obs t a nt e , son muchas las t rillada fraseología psicoanalítica .
personas que, a n t e s de salir de la n i ñez, ya han aprend ido
a gozar de la soledad y que incluso llegan a valorarla· com ·· o ·
u no d e s u s bienes más preciosos. Después de la cópula
La c apac i d a d para la soledad · es suscep t iblt: de presen t a r­
se bajo do aspectos: o bien como un fenómeno suma m e n te Tal vez sea justo decir que después de una cópula satis­
« refinado» que aparece en el desarrollo de la persona des­ fac toria cada uno de los componentes de la pareja está solo
pués de la instau ración de las relaciones t riangu la res o, por y content o con su soledad. !"il ser cap� de s.<?zar d� !� �Q!.!:�-��
e l con t rn rio, como un fenómeno de las primeras fases de la al lado de otra persona que también está sola .99.m!il� de
vida que merece un estudio especial por ira larse de la base por si un indicio de salud. La ausencia de la tensión del id
sobre la que se ed i ficará la capacidad para el tipo de soledad puede producir angustia, pero la integración de la persona•
descri to en primer Jugar. l idod en el tiempo permite al individuo esperar a que la el-
O, W, W fNN ICOTT BL PROCESO DB M A DURACIÓN EN EL NIÑO 35
tada tensión regrese de forma n o tural y, al mismo tiempo, paz de senti rse salisfecho i ncluso en la ausencia tempora l lle
le permite disfrutar de la soledad compartida; es dec i r, de objetos y es tímulos externos. La madurez y la capac idad para
una soledad- que-se ñaUa rélat ivºamenk l ibre del rasgo que estar solo implican que el i,idividuo ha tenido la oporLU n i­
denom i namos « retraim iento». dad, gracias a una buena /IÍ:Íat9 rnai i'i_a ción>de formarse poco
a poco la c reencia en un me<lTcíamoíe'iite benigno. Esta creen­
cia va desarrollándose paulatinamente , mediante la rep e t ición
La escena origi naria de la satisfacción de los instintos.
Al emplear este lenguaj e, uno se encuentra hablando de
Cabría dec i r que la capacidad del individuo para estar a so­ una fase del desarrollo ind ividual que es a n terior a aquella
las depende de su apt i tud para asim ilar los sen t imien tos sus­ en la que rige el complej o de Edipo de la teoría c)ási'ca. No
c i tados por la escena origi naria. En es t a escena, el n iño per­ obstante, se da por sentado un grado cons iderable de madu­
cibe o imagina una relación viole n t a en t re los pad res y, si se rez del e go. Lo mismo sucede con la integración del individuo
trata de un n i ño normal, de un n i:ño que es capaz. de dominar en una unidad ; de lo contrnrio no h:ndria sentido hacer re•
lo que en ella hay de odio y ponerlo al servicio de la mas­ ferencía al interior y al e,cterior, ni lo tendría el dar una si g­
turbación, entonces Ja asi m i lación no ofrecerá problemas. J:,J!.. nificación es pecial a la fan tasía del interior. Dicho en té nn l­
la masturbación, la responsabilidad total de la fantasía cons­ nos ne�vos: el individuo debe estar relat ivamente libre del
ciente e· inconsciente es aceptada ·pt>r el n ifio·, que es7ate r­ defüio o an g ustia . 'persé cütqºrí,i. ~p1a-riteaclo~e·ri " 1érrii i rios pó�l­
cera persona en una relación triangular. El hecho e.le poder · - t ivos : los obj etos interiorizados buenos se em,:',l en l ran en el
estar solo en circunstancias como éstas denota madu rez del mundo pe rsonal e 'interior del i n d ividuo , dispuesios a �cr
de�rrollo erótico y potencia genital o, si se trata de una p royectados en el momento o p ortuno.
niña, la correspondiente capacidad de recepción ; denota la
fusión de los i mpulsos e ideas agresivos y eróticos y, asimis­
mo, da a entender la existencia de una LOleranci.a de la am­ Estar solo ca e&tado de iamadurez
bivalencia; j unto a todo esto hab rí a , natu ralmente, la capa­
cidad del individuo para identificarse con los dos componen­ La p re gu nta que surg e al llegar aqu i es la si gu iente : ¿ Es
les de la pare j a padre-madre. posible que un niño o un bebé estfn solos en una fase mu y
El planteamiento en estos términos o en otros es suscep­ tem p rana, cuando la inmadurez del eg o hace i m p osible des­
tible de convert irse en algo de una complej idad casi infinita , cribir el hecho de estar solo mediante la fraseología q ue
debido a q ue t!a capacidad para estar solo es casi sinónimo acabamos de em p lear? Es p recisamente la p arte p rinci p al de
de madurez elliocional ) mi tesis la afirmación de que nos es necesario p oder hablar
de una forma pura -oln ¡enua , si así lo p refie ren- de est 11 r
solo , y que, incluso cstand!¡I d e acuerdo en que la cap acidad
El objeto bueno Interiorizado de estar verdaderamente solo constitu y e un s íntorna de ma­
durez de por sí, esto ca p acidad · tiene p or fundamento las
A continuación trataré de e)!:pres.anne con otro lenguaj e : ex periencias infantiles de estar a solas en p resencia de <11•
e l derivado de l a obra de {Melanie Klein. La capacidad para es­ gu ien . Estas ex p eriencias p uedi:ñieñehug irnirfuna fase mu y
tar solo de p �-�9.� . <;! � _ la e3cisténcia de un obj�Q bueno en lan le mp rana, cuando la Inma d u rez del ego se ve compwsada
realidad .2_5Jq_u j �a del individuo. El concepto de la interio :- de modo natural por el apoyo del ego proporcionado por la
2ac1oriele Ull pecho o ' peñe;füienos,., O de unas buenas rela­ madre. Con el tiem po , el individuo introyecta la madr<! su �­
ciones, ha sido lo suficientemente defendido como para que tentadora del e g o y de es ta forma se ve ca paci tado p a ra es lat·
el individuo (al menos de momento ) se sien ta seguro a n te el solo sin necesidad de buscar con frecuencia el a p o y o uc la
presente y el fut u ro. La relación entre el individuo. de u no madre o del símbolo materno.
u otro sexo, y sus obj etos Interiorizados , j unto con su con­
.fianza hacia las relaciones interiorizadas, proporciona de por
si suficiencia para la vida, de manera que el individúo es ca-
r
36 D. W. WJNNICOTT l:L PROCl:SO DE M A DU RAC I Ó N EN EL N I N O 37

« Y o estoy solo» presente estudio, he denominado «relación del ego• . Se h-1-


brán dado cuenta de la gran importancia que le atribu yo,
Me gustaría enfocar este tema de otra manera: estud ian• ya que la considero la base de la amis t ad . Tal vc;i; resu l te
do las palabras «yo estoy solo• . ser también la matriz de la t ránsfetencia.
En primer Jugar tenemos la l?aiabra . yo», que d a a ci,­ Existe aún otni razón poi" la que concedo una imp or tancia
tender u n elevado grado de m� durez e� ocional : _El individuo especial a esta cuestión de 1a relación del ego; sin 1::mbargo,
ya se h a l la afirmado como �nidad : 1� mtegrac1O � es un . he­ pa I"a que se me ent ienda mejor, me apartaré momentánea­
cho· el mundo exterior ha sido repudiado y ahora _es postble men te del tema.
la e�is lencia de un mundo interioriza do. Se t rata simplemen ­ Creo que en general se estará de acuerdo en q ue los im•
te de un p lanteamiento topográfico de la personal idad en pulsos del id son significativos solamen te si se h allan con­

cuanto cosa, en cuanto organizac ión de núcleos del .e o. De tenidos en el vivir del ego. Lo. imp u l sos <lel ego ac túan de
momen to no se huce referencia alguna al hecho de v 1vu. dos maneras : o bien desorgan izan o rc(uen: a n d ego, �cgú.n
Seguidamen te vienen las pal�b�a� uyo estoy� , que rep resen­ éste sea débil o fuerte. Cabe decir que los impulsos del id re­
tan una etapa del desarrollo md1v1dual. Mediante e�tas pa• fuerzan el ego cuando tienen lugar den tro de 1.ma eslrU<:t u ra
labras el ind(viduo no se limita a poseer una forma, smo q�e de relación del ego. Aceptando esta afirmación se compren­
ademis posee una vida. En los inicios del_ «yo �stoy" , el in­ derá la importancia de la capacidad para estar solo. Onica­
dividuo, por así decirlo, está _ffen b�to� , . sm defens�s, vulne­ rnente al estar solo (en presencia de o t rd persona ) será capaz
rable, potencialm ente paranoico. El md1v1duo es c � paz de lk­ el niño de descubrir su prop ia vida persona l . Desde el punto
gar a !a fase del «yo estoy» solal!).�lll� p_orque . .�;<1_ste un me­ de - vista patológico, la al ternativa consiste en una vida falsa
dio ambiente que lo protege;· es te medio a 11��iente protcct�r edificada sobre las reacciones producidas por los cstlm ulos
es de hecho la madre, preocupada por s1;1 h1JO Y: por �ed10 externos. Al estar solo en el 9en1ido con que empleo est1::
de su identificaci ón con él, orientada hacia la sat1sfacc1ón de término, y sólo entonces, será capaz el niño de hacer lo que,
las ·necesidade s del ego del hijo. No hace fa lta postular que si se tratase de un adulto, denominariarnos « relajarse •. El
en ésta etapa el nifio liene concienci.a de la madre. niño es capaz de alienarse, de obrar torpemente, de encon­
A continuaci ón nos encontramos con las palab_r as «yo es­ trarse en un estado de desorientación; es capaz de exist i r
toy solo». Según la teoría q.ue . les estoy proponie!l_do, esta durante un tiempo sin ser reactor ente los est ímulos del ex•
tercera fase entraña la aprec1ac1ón , por p� rl � del , nmo, de la terior ni persona activa dotada de capacidad para dirigir su
existencia continua de la madre. Ello no s1¡¡mfica forzosamen­ interés y sus movimientos. La escena se hol !a ya d íspm�sta
te que se trate de una apreciación consciente . No obstante , para una experiencia del Id. Con el tiempo se producirá una
creo que � o \:J?!9..Y solo» co _uu.�na- e.v ? lución . � . •�o
es toy », dependien te de que el nu)o -��ª
COl}SC 1en tr de la __ �XlS·
sensación o un impulso que, en este marco. secan reales y
constituirán una experiencia verdaderamente personal.
tencia con tinuad a i;le una madre que 1� da seg1-1¡-1diid. lo cual Se CQIDJ21'endcrA ah9r� p9r qué es i m portante que haya a \�.
le p e rm i te estar a solas y disfrutar estándola durante un
breve tiempo . . .
!>��l__l
guien -�is»onibk•. al¡u!en...9.1,1_!: �-� t�I�i�� ¡�. -�l sin:_ é�ig i r
nada. Una vez producido e l impulso, la experiencia cfer1d pue• •
Asi es como pretendo justificar la paradOJa segu_n I� cual --11e ·resúltar frucUfera y el objeto podrá consis t i r en una parte
la capacidad para estar solo se basa en la expenen�1a de
o la totalidad de la persoiia presente; es decir: la madre. Sólo
estar a solas en presencia de otra persona y que sm un
en estas condiciones es pos i ble que el a i ño v i va una ex pe­
grado suficiente de esa experiencia es imposible que se desa­
riencia que dé la sensación de se r reAJ. La base de u na vida
rrolle la capacidad para estar solo. en la que la realidad ocupe el lugar de la futilidad la cons t i­
tuye un gran número de experiencias semejan tes . �Undivjdw,
lhlacióo del ego que ha .Ddido... C �.iIS.C. La capac���-1... P�!"ª -<c��I.��!2
� !:� -�ª­
paz; en todo mornent_o de -reife.s�ubriryUlllJlllls.o. per:11.m!ll;
Si estoy en lo cierto al hablar de esa paradoj a, será inte­ impulso-que no se desperdiciará ya que el hecho de e.st a r
resante exam inar de qué naturaleza es la relac ión entre el solo e s algo que, paradójicamente, d a a enteo.de.r q u e o t ra
niño y la madre, refiriéndome a la relación que, a efectos del persona se halla presente.
38 O. W. WfNNTC O I1' EL PROCl!S O DE M ADURA C I ÓN EN llL N I Ñ O 3 ')
Andando el l i e m po, el i nd ivid!-:IO .idguic_ �': !� �p���2.. �e pl � a r el simbol i smo y al i n te rp retar todos l os j u egos en tér­
rcnuncial' a la p1·c cncia real de la madre o su figura sustnu­ mmos de rela1.:1Qnes del ld. Sm embargo, nos olvidamos de
l i va. A este hecho se le ha llamado ..:esiablccimie n to de un � lgo i i:n por 1 a n 1 fs i mo . i no tenemos en cuenta que lo� jucg-os
medio ambiente in teriorizado». Se trata de algo más primit ivo m fa n u lcs no son felices cuando van ncompañad os de exc i t a ­
qÚe-·éi feñó.meno denomi oado � m adre i1llroyectada", ciones ��rpora les con � us consigu ientes cu lminat:ione s l'is ic;is ,
� I mno que denom inamos «norma l - e capaz de jugar, d��
e_x c 1 1 arse con el j uego y de sen t irse ,,at isfecho c:on t:f juego,
El punto cu lmiuao te en l a relación del ego l1b i:e d � la ame naza de un orgasmo físico produc ido por u na
ex 1 1 ac1on _
loca L En �om_raste, el n i ño no norma l llqu�j ado
Qu isiera ahora ir un poco más allá en la especulación so­ d� un a tendencia ant i soci a l o, de he cho. cua lquier niño que
bre la relación del ego, y las posibilidades de ex.periencia den­ de n:i uest ras d e una ma1:cada manía ctefen si a, es Incapaz
tro de ella, para estudiar el concepto del orgasmo del ego. de d isfru tar J_ Ug,¡mdu debido a q ue su cuer po qu�dil fís icii­
Me doy cuenta, por supues to, de que si existe algo que po­ mence involuc rado en el j uego y hace necc.:;ario al gún t ipo
damos denominar «orgasmo del ego » , las personas que se de cu lmi� ación física. La mayoría de los pa d res sabrá n por
expcr1enc1a,
muest ran inhibidas en ta experiencia instintiva tenderán a que hay momentos en que es i mposible te rm iuar
especializarse en semej ante clase de orgasmos, de tal modo con la excitación del juego como no sea por medio de una bo­
que exis t i da �1na pa tología de la tendencia hacia el orgasmo fet ada que, dicho sea de paso, consti tuye una c u lm i nación
del ego. De momento prefiero no ocuparme de lo patológico falsa pero muy útil. En m i opinión, si comparamos los jue­
-sin 61vida rme por ello de la idenlilkación del cuerpo total gos felices de un ni ño, o la experiencia de un adu lto d u ra n te
con una parte-objelo (el falo}- y limitarme a preguntar si un concierto, con una experiencia sexual, la di ferenc ia es tan
es posible considera r que el éxtasis es una manifestación gra n de que podemos utilizar tranqui lamen t e térmínos dis­
del orgasmo del ego. En la pen;ona normal t:8 pui¡ible que se tintos para describir las dos experiencia s. Sea cual fuere el
dé una experiencia sumamente satisfactoria (por ejemplo en simbolismo inconsciente , la can tidad de exchación fl ica real
un concierto, en el tealro, en sus relaciones de amistad, etc.) es m/ni ma en un t ipo de experiencia y máxima ;n el o t ro.
que merezca ser l lamada orgasmo del ego con el fin de l la­ Podemos rendir tributo a In importancia de la re lación del
mar la atención sobre ese punto culminante y la importancia ego per se sin desecha r por ello las ideas en que se fun da­
que él m ismo reviste. Ac11so parezca desace rtado emplear la ment a el concepto de la s u blimación .
palabra «orgasmo» en este contexto ; creo que aun así estarla
j u s t i ficado hablar del pun to culminante que es susceptible
de produci rse en un.i re lación ::;atisfa<: toria del ego. Uno puede
hacerse la siguiente pregunt a : cuando un niño está j u gando, La capacidad pa ra e s tar solo const ituye u n fenómeno s u ­
¿com, l i luye el j u egu una �ubl i mación de los impulsos del id ? mamente complejo ni que con t ribuyen numerosos factores y
¿ No podría ser que hu b iese una diferenci a de calidad ade­ que está estrechamen te rclncionado con la madurez emociona l.
m á s de una d i ferencia de cant idad del íd cuando se comparn L, base de lo cnpacidnd pu ra est a r solo res ide en la e¡¡­
el j uego que produce sat isfacción con el i n st i n to que yace pcrienc i a de habcl"lo eslado en presencia de ot ra perso n a . Así.
debajo del mismo? El concepto de fa sublimación ha s ido e l n iño que adolezca de u n a dib i l o rganización del ego pQd rá
plenamenti; aceptado y e� muy v a l ioso, pero es u na lás t i m a est:ir solo gn1cias 11 recibir un apoyo del ego digno <.le con­
n o hacer rnferenc ia alguna a l a inmensa d i ferencia exi s te n te fianza.
en tre los felices juegos i n fant i ks y en el modo de jugar de El tipo de relación que exis t e ent re el niño y hi mad re
los niños que dan muestras de una exci tación compulsi\'a sus tentadora del ego merece especial es tud io. Si bien se han
y en los que es fácil denotar un estado próximo a la expe­ empicado o l ros térm i nos, sÜgiern que • relación del ego. es
riencia instimiva. Es cier ro que i 11cluso en los fcli<:cs j ucgos probablemen te u na buena de nominación.
infanliles todo es suscep tible de incerpre larse en térm inos -Den tro del ma rco de .la relación de l ego, se producen re­
del impu l so del id, y lo es porq ue h a blarnos de símbolos y laciones del id que con t ri buyen a reforzar más que a t ras wr­
sin duda no corremos ningún riesgo de equivocarnos al em- Rar et ego inma"dtiro.
40 D, W, WINNICOTT

De modo gradual e[ ambient� _suste.ntador ?el ego es ob­ Capitulo tercero


· elo de un proceso de introyecc1on e integrac16n en la per­
!onalidad del individuo, de tal manera qu� se produc? la
capacidad para estar realmente solo. Aun as1, en �eoría siem­
pre hay alguien presente, alguien que, en esenc'.a Y de un La teoría de la relación
modo inconsciente, es igualado a la madre; es decir, a la per­
sona que en los primeros días y semanas, �stuvo temporal­
paterno-filial' (1960)
mente id�ntificada con su niño, a cuyo cuidado se hallaba
volcada toda su atención.

El lf�ma principal del presente ensayo se ve1·á con mayor


claridad mediante la comparación del estudio de la infancia
con· el estudio de 1a transferencia psicoanalítica.2 Debo hacer
especial hincapié en que rt1i exposición se refiere a la infan­
cia y no principalmente al psicoanálisis. La razón por la que
esto debe quedar bien entendido reside en la misma ralz de
la cuestión. Si este ensayo no aporta nada constructivo, en­
tonces lo único que hará será aumentar la confusión existente
en torno a !a importancia relativa de las influencias personn­
les y ambientales en el desarrollo del individuo.
En nuestro concepto del psicoanálisis no hay nlngun trau­
ma que quede fuera de la omnipotencia del individuo. Al fina!
todo c_ae bajo el control del ego y, por consl¡ulentc:, queda
relacionado con los procesos secundarlos. De poco !e sirve al
pacien1e :,aber, por boca del psicoanallsl11, quu 1u madre no
fue lo bastante buena; que su padre la sedujo, o que su tia
no le hizo el menor caso, En el tranacttrso de un anll.llsis se
producen cambios cuando 101 fai:tore1 traumállcos penetr¡¡n
en el material pslcoanalltl<:o a la manera y denlro de la om­
nipotencia del paciente, Laa Interpretaciones alterativas son
las que pueden hacerse en tdrmlno1 de proyección. Lo mismo
es aplicable a loa factores bcnoflclcaos, los que conducen a la
s11tlsfacción. Todo ello 151 lnlerpretndo en términos del amor

J. B1111 011Crlto, Junto con uno ilo la doctora Phyllis Grceoacre so.
brc ,1 ml1mo temo, fue objeto de discusión en el XXn Con11re,o ln­
ternoclonal de P11coan4!1si1 cc:lcbrado en Edimburgo, en 1961. Fue pu­
bl!c..do r,or primero vez cm •lnt. J. Psycho-Annl.,, 4.1, pp. 58?•595.
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