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TERCER REPORTE DE LECTURA: LA CORRUPCIÓN

Tercer reporte de lectura: La corrupción como problema ético en el ejercicio del poder.

Carolina Ramírez de León

Universidad Autónoma de Nuevo León


TERCER REPORTE DE LECTURA: LA CORRUPCIÓN

La corrupción como problema ético en el ejercicio del poder


La corrupción resuena en los oídos de los mexicanos como un eco del débito que tenemos
como sociedad hacia nosotros mismos. Es el mal que carcome, el cáncer que amaga, la mala
hierba que no muere. La putrefacción (Rose-Ackerman 2010). Es, dirán algunos, ya parte
intrínseca de nuestra cultura, de nuestro quehacer diario que coopera en el refuerzo de
prácticas antiéticas (Aguilar Balderas y Sánchez Espinoza 2016) y no nuestra pobreza, pues
resulta que poco tendrá que ver con el estatus del desarrollo económico en nuestro país (Rose-
Ackerman 2010) (Villoria Mendieta 2002); la corrupción es causa, no consecuencia. Pero en
un contexto que te obliga a pensar que el que no tranza, no avanza; en un sistema que
pareciera que lo ha puesto más como un requisito que como una opción de cometer designios
malvados. Es la necesidad para avanzar, no el arma para hacerlo. Esto es así, dada la constante
denuncia de corrupción en nuestros servidores públicos, los que deberían ser quienes cuentan
con la capacidad de estar por encima de sus propias pasiones (Bautista 2009) y que, no
obstante, sucumben con tal facilidad ante la tentación de hacer crecer su riqueza privada a
través del ejercicio del poder público (Rose-Ackerman 2010).

En este sentido, existirá corrupción en el ámbito público en tres niveles desde el punto de
vista de competencias del corrupto: de régimen, política y administrativa. O quizás desde la
perspectiva económica, jurídica, sociológica o politológica. A la vez, podrán interpretarse
otros niveles de corrupción conforme al alcance de beneficio/costo del ciudadano que nace
del acto corrupto: pequeña, rutinaria o grave (Villoria Mendieta 2002). Pero sea cual sea el
nivel, es un acto que involucra múltiples manos (Thompson 1990), sea por acción u omisión,
todos nos vemos involucrados y, por ende, es difícil determinar el rostro de la corrupción.
Así, sin importar el alcance ni los sujetos, la corrupción se constituye como un acto irracional
(Villoria Mendieta 2002) desde el punto de vista colectivo, limitándose a buscar un beneficio
a corto plazo, quizás efímero y de uso exclusivo del corruptor y del corrupto.

Este beneficio irracional para la sociedad cobra justificación cuando la estructura


institucional lo permite, avala o, incluso, fomenta. Esto es mediante una laxa normatividad,
líderes deshonestos, centralización del poder judicial, entre otros muchos factores que crean
el ecosistema perfecto para la propagación de la corrupción.
TERCER REPORTE DE LECTURA: LA CORRUPCIÓN

Respecto a estos factores es importante denunciar la pugna académica entre quienes usan la
corrupción como símbolo de una crisis de moralidad y quienes lo usan como arma contra el
neoliberalismo. Desde mi óptica, no es reflejo de uno ni consecuencia del otro. Pero sí hay
mucha verdad en afirmar que hace falta la implementación de un código de ética, coercitivo
o no, para fomentar conductas que favorezcan la erradicación de la corrupción. Sin embargo,
es de notar que la enseñanza de la ética no será, ni lo ha sido nunca, una cura mágica a este
mal, sino que tendrá que ser implementada en conjunto con un tratamiento holístico, que
abarque formas de educación, incentivos a las buenas conductas, represión de las malas
conductas, sanciones acordes a las conductas realizadas y mecanismos de inspiración para la
no repetición. Es decir, habrá que combinar los ámbitos social, privado, académico, incluso
los familiares y comunitarios para hacer del ámbito público el más pulcro establecimiento de
una ética pública coherente con la persecución del bien común (Bautista 2009) para combatir
efectivamente la corrupción que continua magullando la eficiencia y efectividad que el
engranaje público promete (Arango Morales y Cuevas Pérez 2012).

Mientras que algunos proponen la incorporación de una ética organizacional (Arango


Morales y Cuevas Pérez 2012), hay quienes optan por una implementación legalista que vaya
acorde a la idiosincrasia que haga del deber ser, un ser (Aguilar Balderas y Sánchez Espinoza
2016). Pero ambas posturas no podrían estar más equivocadas. Por un lado, la
implementación de una ética organizacional no sería más que lo mismo, cayendo de nuevo
en los eternos dilemas de que si existe o no una ética pública vs. Una ética privada; sólo
añadiría un tercer elemento a la problemática sin ofrecer soluciones reales y factibles. Por su
parte, Aguilar y Sánchez insisten en la imposición mediante la ley, a pesar de que el trabajo
debe ser inverso: se debe trabajar para hacer del ser lo más parecido posible al deber ser.
Esto es así porque se ha demostrado, no sólo teóricamente sino a través de la historia, que el
derecho jamás ha hecho por cambiar una realidad social. En el caso específico de la
corrupción, la ley habrá de funcionar como herramienta de transformación, no como varita
mágica o látigo de candidez.
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Bibliografía
Aguilar Balderas, Lidia, y Francisco Sánchez Espinoza. «La ética de ayer y hoy, como medio
para lograr el bien común en el Estado mexicano.» En La ética y su vínculo
multidisciplinario, de Xóchitl Arango Morales y Gerardo Tamez González, 109-134.
Monterrey: UANL, 2016.

Arango Morales, Xóchitl, y Verónica Cuevas Pérez. «Responsabilidad social de las


organizaciones públicas: al ética en el cumplimiento de las responsabilidades de los
servidores públicos.» IX Congreso Nacional y el 2o Congreso Internacional de
COLPARMEX. México: Colegio de Graduados en Adminsitración de la República
Mexicana, COLPARMEX, A.C., 2012.

Bautista, Oscar D. «La corrupción y el despunto de la ética en la era de la globalización.» En


Ética Pública y Buen Gobierno. Fundamentos, estado de la cuestión y valores para
el servicio público, de Oscar D. Bautista, 119-148. Toluca: Instituto de
Administración Pública del Estado de México, A.C., 2009.

Rose-Ackerman, Susan. «Economía Política de las Raíces de la Corrupción: Investigación y


Políticas Públicas.» En Ética Pública, de Mauricio Merino, 132-158. México:
BBAPdf, 2010.

Thompson, Dennis. La ética política y el ejercicio de cargos públicos. Barcelona: Gedisa,


1990.

Villoria Mendieta, Manuel. «Ética Pública y Corrupción en el Inicio del Nuevo Milenio.»
Foro internacional, 2002: 645-682.

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