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Tercer reporte de lectura: La corrupción como problema ético en el ejercicio del poder.
En este sentido, existirá corrupción en el ámbito público en tres niveles desde el punto de
vista de competencias del corrupto: de régimen, política y administrativa. O quizás desde la
perspectiva económica, jurídica, sociológica o politológica. A la vez, podrán interpretarse
otros niveles de corrupción conforme al alcance de beneficio/costo del ciudadano que nace
del acto corrupto: pequeña, rutinaria o grave (Villoria Mendieta 2002). Pero sea cual sea el
nivel, es un acto que involucra múltiples manos (Thompson 1990), sea por acción u omisión,
todos nos vemos involucrados y, por ende, es difícil determinar el rostro de la corrupción.
Así, sin importar el alcance ni los sujetos, la corrupción se constituye como un acto irracional
(Villoria Mendieta 2002) desde el punto de vista colectivo, limitándose a buscar un beneficio
a corto plazo, quizás efímero y de uso exclusivo del corruptor y del corrupto.
Respecto a estos factores es importante denunciar la pugna académica entre quienes usan la
corrupción como símbolo de una crisis de moralidad y quienes lo usan como arma contra el
neoliberalismo. Desde mi óptica, no es reflejo de uno ni consecuencia del otro. Pero sí hay
mucha verdad en afirmar que hace falta la implementación de un código de ética, coercitivo
o no, para fomentar conductas que favorezcan la erradicación de la corrupción. Sin embargo,
es de notar que la enseñanza de la ética no será, ni lo ha sido nunca, una cura mágica a este
mal, sino que tendrá que ser implementada en conjunto con un tratamiento holístico, que
abarque formas de educación, incentivos a las buenas conductas, represión de las malas
conductas, sanciones acordes a las conductas realizadas y mecanismos de inspiración para la
no repetición. Es decir, habrá que combinar los ámbitos social, privado, académico, incluso
los familiares y comunitarios para hacer del ámbito público el más pulcro establecimiento de
una ética pública coherente con la persecución del bien común (Bautista 2009) para combatir
efectivamente la corrupción que continua magullando la eficiencia y efectividad que el
engranaje público promete (Arango Morales y Cuevas Pérez 2012).
Bibliografía
Aguilar Balderas, Lidia, y Francisco Sánchez Espinoza. «La ética de ayer y hoy, como medio
para lograr el bien común en el Estado mexicano.» En La ética y su vínculo
multidisciplinario, de Xóchitl Arango Morales y Gerardo Tamez González, 109-134.
Monterrey: UANL, 2016.
Villoria Mendieta, Manuel. «Ética Pública y Corrupción en el Inicio del Nuevo Milenio.»
Foro internacional, 2002: 645-682.