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Eso es más o menos equivalente a lo que usaríamos si todos los 7.5 mil millones de nosotros
hirviéramos 70 ollas de agua por hora durante todo el día o 3 000 veces la producción diaria de la
central nuclear de Palo Verde en Arizona, una de las más grandes del mundo, funcionando con
toda su capacidad.
Pero nuestro consumo de gasolina en los últimos dos siglos ha tenido un efecto potencialmente
devastador en el planeta. La quema de carbón, petróleo y gas ha estado inextricablemente
vinculada a los crecientes niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera de la Tierra y es
uno de los principales contribuyentes al cambio climático. Los científicos del mundo están de
acuerdo en que estamos en un camino hacia el desastre que solo se puede detener al dejar de
usar nuestro hábito de combustible fósil. Pero eso nos deja con un problema. ¿Cómo nos
aseguramos de que las luces permanezcan encendidas?
"La industria de la energía enfrenta décadas de transformación", según un informe reciente del
Consejo Mundial de la Energía. Sin embargo, las implicaciones de los cambios en curso son mucho
más profundas. Hay cuestiones políticas, económicas y sociales en juego, pero también puede
requerir que cada uno de nosotros haga algunos cambios fundamentales en nuestro
comportamiento también.
No puede haber ninguna duda de que implementar un cambio en el lugar de donde obtenemos
nuestra energía es uno de los grandes desafíos que enfrenta nuestro planeta hoy en día.