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CASTRO MARIM: UN SANTUARIO

EN LA DESEMBOCADURA DEL GUADIANA*


Ana Margarida Arruda,
Pedro A. Carretero Poblete,
Vera Teixeira de Freitas y
Elisa Sousa**
Patricia Bargão, Pedro Lourenço y
Carlos Filipe Oliveira***

A la memoria de Carla Matias, que con nosotros


excavó los santuarios de Castro Marim

1. INTRODUCCIÓN de ocupación anteriores (Fases I y II, Bronce Final


y primera mitad del siglo VII a.C., respectivamente)
Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo imposibilitó una correcta evaluación de las funcio-
en el Castillo de Castro Marim (Algarve, Portugal) nalidades de los espacios construidos. No obstante,
(Fig. 1) pusieron al descubierto una extensa área cu- debemos decir que de las fases III y IV, las plantas
yos vestigios, tanto arquitectónicos como de cultura totales de los edificios no fueron delimitadas, lo que
material, remiten a un ambiente eminentemente cul- dificulta el entendimiento de la organización inter-
tural. Estos restos existen en toda la cronología de la na de estos espacios y su relación con el resto de edi-
Edad del Hierro, lo que parece evidenciar que, du- ficaciones definidas. La funcionalidad ritual de los
rante esta época, el área más oriental de la colina del edificios de ambas fases es sugerida por la arquitec-
Castillo estuvo dedicado al culto. También es impor- tura y por el cuidado puesto en su construcción y
tante en esta breve introducción que tanto en este abandono, sobre todo por el reconocimiento de com-
aspecto concreto, como también desde el punto de plejas estructuras de combustión cuyos peculiares
vista de la cultura material, la ocupación del primer aspectos constructivos permiten que sean interpreta-
milenio a.C. en Castro Marim está íntimamente re- dos como altares. Del edificio de culto de la Fase III
lacionada con lo que ocurre en el mismo período en se documentaron cinco áreas, donde tuvieron lugar
el paleo-estuario del Guadalquivir y en el Valle me- distintas actividades (Fig. 2). El compartimento 6
dio del Guadiana. conservaba un piso de conchas en su interior, acce-
diéndose a este espacio a través del área 9, pavimen-
tado de la misma forma. El compartimento 11 des-
2. LOS ESPACIOS SACROS DE LA 1.ª MITAD taca por poseer un piso de color rojo y un altar de
DEL 1.er MILENIO A.C. forma cuadrangular con una cabecera sobre elevada
en el lado oeste, siendo aquí obtenidos la mayor parte
Los espacios sacros de la primera mitad del 1.er de los materiales arqueológicos. Los materiales ar-
milenio a.C. documentados en Castro Marim se co- queológicos recogidos en los contextos de estos es-
rresponden con las fases III y IV de ocupación, da- pacios, en concreto la cerámica de barniz rojo y los
tadas entre la segunda mitad del siglo VII y finales del trípodes, sugieren una cronología de ocupación cen-
siglo VI a.C. (Arruda, Freitas y Oliveira, en prensa). trada en la segunda mitad del siglo VII a.C. (Fig. 3).
El deficiente estado de conservación de los niveles Del edificio ritual de la Fase IV se conocen dos
compartimentos de forma rectangular y unidos en-
*** Trabajo realizado en el ámbito del proyecto «Castro tre sí (Fig. 4). El mayor de éstos, el 27, posee una
Marim e o seu território imediato durante a Antiguidade», entrada compuesta por dos peldaños, uno de los cua-
aprobado y financiado por la FCT, en el marco del POCTI, les está pavimentado con conchas. En su interior se
cofinanciado por el Fondo Comuniario FEDER.
*** Investigadores de UNIARQ. identificaron bancos corridos adosados a dos de las
*** Colaboradores de UNIARQ. paredes y con restos de reboco. En el centro se en-
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contraba un altar de forma rectangular, con un peque- este fin. Sobre el estrato de tierra, dos de los aguje-
ño orificio en el lado noroeste, cuya construcción fue ros de poste, dos de los enterramientos y parte de la
precedida por la deposición de una urna tipo «Cruz zanja se construyó un edificio compuesto por varios
del Negro». Entre los materiales recuperados desta- compartimentos. En el compartimento 29, construi-
ca la presencia de, por lo menos, un tonel cerámico do sobre los enterramientos, había un suelo de piza-
y numerosas tazas semiesféricas simples, producidas rra calcinada, que estaba asociado a una estructura
indistintamente en cerámica gris, común, de engobe de combustión delimitada por bloques de piedra de
rojo, con bandas pintadas y manual (Fig. 5). El com- mediana dimensión, que dado su contexto es posible
partimento 26 conservaba al oeste una zona pavimen- asociar también a actividades rituales. Anejo a este
tada con conchas, aunque no se documentó ninguna compartimento, se documentó un espacio de paso
estructura en su interior. A diferencia del comparti- (compartimento 30) donde se siguió utilizando par-
mento 27, donde se recuperaron abundantes materia- cialmente la fosa anteriormente descrita. A continua-
les arqueológicos, algunos fragmentados in situ, en ción de esta zona de paso se encuentra el comparti-
el 26 casi no aparecieron. Los materiales recogidos mento 31 que parece corresponderse con una zona de
en ambos compartimentos indican una cronología de almacenaje. En ésta se documentaron varios conte-
ocupación centrada en el siglo VI a.C. nedores anfóricos, donde destaca la presencia de la
forma Mañá-Pascual A4 y B/C 1 de Pellicer, así como
de otros recipientes cerámicos, concretamente áticos
3. LOS ESPACIOS SACROS DE LA SEGUNDA (tazas Cástulo, Stemless Cup, Plain Rim Cup y Kylix),
MITAD DEL I MILENIO cerámica común y cerámica gris (Fig. 7). Otros ob-
jetos, como cuentas de collar, fusayolas, pesas de red
La Fase V, iniciada en la segunda mitad del si- y metales, también fueron exhumados. Esta zona, de
glo V a.C., marca una ruptura, casi radical, con el ur- acceso posiblemente privado, parece corresponder a
banismo anterior. En efecto, en este momento, se pro- un bothros, en cuya construcción también tuvieron
dujo un profundo cambio estructural en términos lugar prácticas de carácter ritual, ya que sobre una de
arquitectónicos, habiéndose verificado que nuevas las estructuras que lo delimitan se documentó la in-
estructuras habitacionales fueron construidas sobre los humación de un ave.
derrumbes de la anterior, siendo colmatados esos De los últimos momentos de la ocupación prerro-
derrumbes a través de un grueso nivel de tierra y mana del Castillo de Castro Marim, situados entre
nivelación posterior. Tres enterramientos infantiles, finales del siglo IV y la primera mitad del siglo III a.C.,
en fosa, fueron identificados en este mismo nivel de no se obtuvieron datos de carácter urbanístico o ar-
tierra, lo que parece indicar que estamos ante un ri- quitectónico que puedan probar una continuidad fun-
tual necrolático y fundacional (Fig. 6). Se trata de neo- cional del espacio. De esta cronología se recupera-
natos, cuyo momento de fallecimiento se sitúa entre ron algunos materiales, como cerámica tipo Kuass
su nacimiento y el primer mes de vida, sin excluir, que, en otros lugares, surgen asociados a contextos
en dos de los casos, la posibilidad de que nacieran de carácter votivo y/o ritual. Se trata de platos de
ya muertos. Las fosas donde fueron depositados no borde moldurado, varios tipos de tazas y vasos po-
presentaban ningún material (ajuar). Aunque en una siblemente relacionados con una función de contene-
fosa localizada en la misma zona y aparentemente dor y vertidor de líquidos, como ungüentos y perfu-
construida en un momento coetáneo a los enterramien- mes. Son formas relativamente raras en el Occidente
tos, se recogieron algunas cuentas de collar y varios Mediterráneo, asociadas frecuentemente a posibles
objetos de metal (pinzas, agujas y el asa de bronce contextos de tipo ritual, que permite indicar la hipó-
de un vaso), así como lo que parece ser un trozo de tesis de un carácter ritual del espacio excavado, que
tejido. Los datos estratigráficos permiten decir que aún habría continuado durante este período. En el
esta fosa continuó, por lo menos parcialmente, sien- ámbito de estos contextos rituales, no podemos de-
do utilizada durante algún tiempo. En el mismo ni- jar de señalar la presencia, aunque descontextualizada,
vel de tierra que preparó el terreno para las construc- de algunos objetos de claro carácter votivo, como es
ciones posteriores, fueron identificados tres «agujeros el caso de dos fragmentos que identificamos como
de poste». Es posible relacionar tanto la zanja como pertenecientes a askoi, aunque encuadrarlos en otra
los «agujeros de poste» con el mismo ritual funda- forma de funcionalidad idéntica, como es el caso de
cional, si admitimos que los mismos «agujeros de los kernoi, también sea posible. En uno de los casos,
poste» pudieron servir para sustentar betilos, algo que el zoomorfo representado parece ser un grifo.
ya ha sido demostrado en otras fundaciones púnicas, También fuera de estas áreas descritas destacan
donde estructuras negativas semejantes sirvieron para cuatro cabezas femeninas de vidrio, cuya adscripción
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a cualquier tipo de forma de momento no es posible, tionable, teniendo en cuenta además que, junto al
aunque por las características e iconografía podemos depósito, fue localizada una pequeña fosa cubierta de
englobarlas en este mismo ámbito cultural. lajas de pizarra, posiblemente fundacional y cuyo
contenido era constituido exclusivamente por restos
de aves.
4. CONSIDERACIONES FINALES El carácter religioso del área excavada en Castro
Marim fue continuado en épocas posteriores. De
Todos los datos indican que este área analizada se hecho es también en este lugar en el que durante la
pudo corresponder con una zona de culto en ambiente época Moderna se construyeron las dos iglesias del
urbano, en todas fases de la ocupación de la Edad del Castillo.
Hierro. Los modelos constructivos, concretamente la uti-
Las estructuras rectangulares de las fases III y IV, lización de adobes y los suelos pintados de rojo,
registradas en el interior de los compartimentos 11 además naturalmente de las plantas y del tipo de al-
y 27, parecen corresponder a altares, y presentan tares presentes, son de matriz claramente oriental y
semejanzas constructivas con las que fueron así in- su existencia en este lugar refuerzan lo que ya había
terpretadas en el área del Guadalquivir, en Extrema- sido posible extrapolar a través de los materiales re-
dura y en Castilla, como por ejemplo Carambolo cogidos, es decir, que el sitio fue profundamente
(Rodríguez Azogue y Fernández Flores, 2005), Có- marcado por la llegada al litoral del Algarve de po-
ria del Río (Belén Deamos, 2000; Escacena e Izquier- blaciones oriundas de la región del Estrecho de Gi-
do, 1998), Cancho Roano (Celestino, 2001) o Cerro braltar, integradas en un movimiento colonial en
de la Mesa (Ortega Blanco y Valle Gutiérrez, 2004). ambas áreas del Atlántico.
Los altares se localizaron en el interior de edifi-
cios de planta rectangular, donde existen bancos co-
rridos a lo largo de las paredes que pudieron servir BIBLIOGRAFÍA
para depositar las ofrendas, lo que también se ha
verificado en varios santuarios del Occidente Penin- ARRUDA, A.M.; FREITAS, V. y OLIVEIRA, C. (en pren-
sular, como Carambolo (Rodríguez Azogue e Fernán- sa): Os Fenícios e a urbanização no Extremo
dez Flores, 2005), Carmona (Belén Deamos et al., Ocidente: o caso de Castro Marim.
1997; Belén Deamos, 2000), Cancho Roano (Celes- CARRIAZO, J. M. (1970): «El tesoro y las primeras
tino, 2001) y Cástulo. Los pisos de conchas señala- excavaciones en El Carambolo (Camas, Sevilla)»,
dos también remiten a un ambiente eminentemente en Excavaciones arqueológicas en España, 68.
ritual, a semejanza de lo que sucede en otras áreas, Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia, Di-
como es el caso del Bajo Guadalquivir, donde exis- rección General de Bellas Artes.
ten áreas pavimentadas con conchas en el santuario – (1973): Tartessos y El Carambolo. Madrid: Direc-
de El Carambolo (Carriazo, 1970; 1973; Rodríguez ción General de Bellas Artes.
Azogue e Fernández Flores, 2005). CELESTINO PÉREZ, S. (2001): «Los santuarios de Can-
El carácter cultural del lugar continúa presente en cho Roano. Del indigenismo al orientalismo ar-
la fase posterior. En efecto, y aunque es importante quitectónico». Arquitectura Oriental y Orientali-
la reestructuración arquitectónica del área, durante el zante en la Península Ibérica. Madrid: Centro de
siglo V a.C., una serie de evidencias corroboran nues- Estudios del Próximo Oriente, pp. 17-56.
tra lectura. En primer lugar, debe destacarse la exis- DEAMOS, M.ª Belén (2001): «Santuarios Fenicios y
tencia de un depósito. El excelente estado de conser- Comercio en Tartessos», en Intercambio y Comer-
vación de los materiales y las características de cio Preclásico en el Mediterráneo. Coloquio del
formación de esta unidad permite pensar que estamos CEFYP, núm. 1. Madrid: Centro de Estudios Fe-
ante un bothros anexo a una zona de culto. Ésta puede nicios y Púnicos, pp. 293-312.
corresponder al compartimento 29, donde, en la zona DEAMOS, M.ª B.; ESCACENA CARRASCO, J. L.; ANGLADA
central, fue posible identificar una estructura de com- CURADO, R.; JIMÉNEZ HERNÁNDEZ, A.; LINEROS RO-
bustión, a la que no parece, en este contexto, dispa- MERO , R.; RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, I. (1997): Ar-
ratado atribuir una función religiosa. Reforzando esta queología en Carmona (Sevilla). Excavaciones en
interpretación se asocia el hecho de haber sido en este la casa-palacio del Marquês de Saltillo. Sevilla:
mismo compartimento donde se reconocieron los tres Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
enterramientos infantiles anteriormente descritos. La ESCACENA CARRASCO, J. L. e IZQUIERDO DE MONTES,
función religiosa del espacio constituido por el de- R. (2001): «Oriente en Occidente: Arquitectu-
pósito y por el compartimento 29 parece así incues- ra civil y religiosa en un “barrio fenicio” de la
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CAURA Tartésica», en Ruiz Mata, D. y Celesti- sultados». Trabajos de Prehistoria, vol. 61, n.º 1.
no Pérez, S. (eds.): Arquitectura Oriental y Orien- Madrid: CSIC, pp. 175-186.
talizante en la Península Ibérica. Madrid: RODRÍGUEZ AZOGUE, A. y FERNÁNDEZ FLORES, A.
Centro de Estudios del Próximo Oriente, (2005): «El complejo monumental del Carambo-
pp. 123-158. lo Alto, Camas (Sevilla). Un santuario orientali-
ORTEGA BLANCO, J. y VALLE GUTIÉRREZ, M. (2004): zante el la paleodesembocadura del Guadalquivir».
«El poblado de la Edad del Hierro del Cerro de Trabajos de Prehistoria, vol. 62, n.º 1. Madrid:
la Mesa (Alcolea de Tajo, Toledo). Primeros re- CSIC, pp. 86-111.
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Fig. 1. Localización del Castelo de Castro Marim.

Fig. 2. Fase III: Planta de la exacavación y detalles del suelo de conchas y altar.
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Fig. 3. Fase III: Materiales.


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Fig. 4. Fase IV: Planta de la excavación y detalle de la habitación con banco corrido y altar.
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Fig. 5. Fase IV: Materiales.


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Fig. 6. Fase V: Planta de la excavación, detalle del depósito y enterramiento infantil.


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Fig. 7. Fase V: Materiales.

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