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Los expertos dicen que los padres encuentran una barrera a la hora de aconsejar a los
adolescentes porque ellos parecen no estar dispuestos a recibir consejos de nadie, pero…
¿y si cambiaran la forma de hacerlo?
Hay situaciones difíciles de manejar. A pesar de que sintamos que solos podemos
resolverlas con un poco de suerte, la verdad es que los consejos de alguien con
más experiencia no caen mal. Tal vez sea por la forma de darlos, pero los padres
deberían ser los principales aliados y consejeros en la adolescencia, pero por
alguna razón el camino parece truncado y a la hora de hablar las cosas no salen
como se piensan.
Los expertos aseguran que la forma común en que los padres aconsejan a sus hijos
es a su vez un intento por controlarlos. “Quieren que el joven haga lo que piensan
que debe hacerse o tratar de enviarle su propia visión. Para aconsejar a un
adolescente hay que despojarse de esa idea y hablarle como un amigo”, señala la
psicóloga Lilian Mora.
¿Pero cómo hacerlo? ¿Y cómo recibir un consejo de los padres sin tomarlo a mal?
Una buena forma de abordar este asunto es ponerse en los zapatos de los padres,
aunque parezca difícil. Ellos querrían lo mejor y más segu-ro, así que para evitar los
conflictos y sacar algo bueno de esas advertencias paternas, hay que ver sus
palabras como una alternativa y explicarles, con la visión del adolescente, cuál
podría ser una salida.
Lilian Mora
Psicóloga
2.- Si rechazó los consejos anteriores, pregúntele en principio qué quiere hacer y deje
que explique la situación. Luego, hágale preguntas sobre cómo manejará la situación.
3.-De información a su hijo sobre el tema sobre el cual espera dar el consejo, así no lo
verá de una forma autoritaria, sino con base en información que pude ser un argumento
a favor.
4.- Dele tiempo. No lo impulse en ese mismo momento a que asuma su consejo, mejor,
dígale que le dará un tiempo determinado para que lo piense y que si lo desea, pueden
discutir la situación.
5.- Recuérdele sus cualidades y asegúrele que los consejos solo tienen como fin darle
un punto de vista, pero que él es capaz de solucionar sus problemas.
VIVIANA VERGARA
Psicóloga
SITUACIÓN 1
1. Un adolescente quiere salir de noche con algunos amigos, pero su padre no quiere
darle permiso.
El padre: ¿Hay algún adulto que los acompaña? ¿Quiénes son estas personas? ¿Qué
estarán haciendo a esta hora? ¿Qué sucedería si los asaltan o tienen un accidente?
El hijo: Estos son mis amigos. Sabemos lo que hacemos. Yo no soy un bebé. ¿No
confían mis padres en mí?
Los adolescentes están en una etapa complicada, en donde no son chicos pero
tampoco son adultos, por lo que a menudo están en una posición donde quieren ser
tratados como adultos pero no quieren tomar la responsabilidad que ello trae consigo.
Aquí, la respuesta de los padres debe ser que no es que no confíen, sino que sólo
buscan cerciorarse de que una persona responsable estará con ellos para el caso de
que haya una emergencia.
Tampoco sería mala idea que consulten con los maestros de sus hijos si ellos los creen
responsable para ciertas actividades, y con los adolescentes mismos para ver si están
dispuestos a describir con todo detalle lo que piensan hacer y cómo planean
mantenerse en contacto.
SITUACIÓN 2
La madre o el padre le dicen a la hija que debe limpiar su cuarto, pero luego encuentran
que la joven apiló todo de forma totalmente desordenada en un oscuro rincón del
armario.
Padres: Nosotros no podemos aceptar la manera en que ella mantiene su cuarto. ¿No
le importa nada de que nosotros queramos tener una casa agradable y ordenada? ¡Es
muy irrespetuosa!
Hija: Estoy demasiado ocupada, y no tengo tiempo de limpiar mi cuarto ¡Pero de todos
modos, es mío así que no sé por qué debería importarle a ellos!
Existen muchos diferentes enfoques para tratar este conflicto. Uno de ellos sería
diciendo al hijo que, después de todo, ese es su cuarto, por lo que si quieren mantenerlo
hecho un lío, será problema de ellos, pero que no pidan que la “mucama” entre en
ningún momento.
Otra táctica, que de todas formas puede no funcionar para todos los padres e hijos, será
tener una postura igualmente conciliadora y reconocer que ambos conviven y todos son
responsables en parte de todo, por lo que podrá proponer ayudar a limpiar el cuarto del
chico si él lo ayuda a limpiar el auto.
Esta última propuesta, llegará también a ser, por lo menos, un proyecto conjunto y una
oportunidad de mantener una conversación, pues muchas veces, esta clase de tareas
compartidas brinda un momento propicio como para ir más allá de la simple obligación
de la tarea.