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DOLO

1. Diversas significaciones de la palabra dolo

El tratadista Aníbal Torres Vásquez, refiere que la palabra dolo (del latín
dolus o del griego doloa), en su acepción general, válida para el Derecho
Civil y Penal, significa la preordenación de un comportamiento en daño de
alguien.

1.1.1 En materia penal

El dolo consiste en la conciencia de la criminalidad del acto u


omisión previsto y sancionado por la ley como delito.

1.1.2 En Derecho Civil la palabra dolo tiene 3 acepciones:

a) Como elemento del incumplimiento de las obligaciones. El


dolo es la intención deliberada de inejecución de la prestación
debida (art. 1318º). Aquí el dolo coincide con la mala fe, para
cuya existencia no se precisa la intención de dañar (como
sucede en Derecho Penal), bastando infringir de modo
voluntario el deber jurídico que pesa sobre el deudor.

b) Como factor de atribución de responsabilidad civil por acto


ilícito. El dolo es la conciencia y voluntad de causar daño; en
tal sentido se opone a la “culpa” que designa al actuar
negligente del agente que causa un daño (art. 1969º).

c) El dolo como vicio de la voluntad significa engaño.

2. Consideraciones generales

El tratadista Francisco Javier Romero Montes, refiere que el dolo, al igual


que el error, es un vicio de la voluntad que en determinadas circunstancias
puede ser causa de anulación del acto jurídico.

El dolo se diferencia del error, de este último el vicio nace del propio
declarante equivocado sin participación de ninguna otra persona; en tanto
que el dolo, el vicio es causado por el otro sujeto del acto, mediante una
acción o una omisión tendiente a inducir al primero a que cometa el error.

El dolo es error provocado por uno de los celebrantes o un tercero, contra


el declarante, pues se trata de un engaño contra el que manifiesta su
voluntad.

Ejemplo: Si una persona compra un traje creyendo que es de casimir


inglés, cuando en realidad no lo es, incurre en un error si en tal decisión no

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media para nada el vendedor; pero si el vendedor, en el escaparate donde
se encuentra exhibiendo el traje, le pone un aviso que diga casimir inglés y
debido a esto el comprador lo adquiere, entonces estará de por medio el
dolo utilizado por el vendedor contra el comprador.

En el dolo hay intención de una parte para inducir a la otra a que celebre el
acto jurídico, que no habría celebrado o que lo habría celebrado en otras
condiciones, de no haber sido inducido o más propiamente engañado.

Consecuentemente, el dolo es intencional, se busca inducir a error y es


contrario a las reglas de la buena fe.

Galgano, refiere que en el dolo uno de los contratantes es inducido a error


por los engaños de que se ha valido el otro contratante, o bien de un
tercero. Si los engaños han sido determinantes para la adopción de
consentimiento, de tal modo que, sin ellos, la otra parte no habría
contratado, el contrato es anulable, por estar de por medio el dolo
dirimente. Pero si en cambio, el contrato se hubiese producido en
condiciones diferentes el acto jurídico será válido por ser un dolo incidental,
pudiendo ocasionar una indemnización de daños y perjuicios.

Lohmann, citando a Ruggiero, define al dolo como la conducta de alguien,


ajeno al declarante, que causa un error en éste mediante artificios, astucias
o mentiras empleadas para inducir a la celebración de un negocio, o a una
declaración de una manera determinada. Los Mazeaud en forma muy
objetiva sostienen que se trata de un error pero provocado por la otra parte;
añaden que una víctima de dolo no sólo se engaña, sino que ha sido
engañada. De manera que en el dolo está de por medio el artificio utilizado
para engañar a una persona y de esa forma inducirla a realizar un negocio
jurídico.

De aquí se deduce que en el dolo hay mala fe, lo que no sucede con el
error, aun en el caso de que se exija que sea conocible por la otra parte.
Por eso Josserand califica al dolo como una astucia, engaño que tiene
como resultado sorprender el consentimiento de la víctima para que nazca
en su espíritu un móvil, una razón de contratar, la misma que es
inexistente, errónea, ilusoria, perniciosa, obtenida a sabiendas por una de
las partes en detrimento de la otra.

3. El dolo bueno y el dolo malo

Francisco Romero, refiere que los romanos distinguieron el dolo bueno del
dolo malo. Como sostiene Vidal Ramírez, el dolo bueno es aquel engaño

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sin malicia, mientras que el dolo malo viene a ser el dolo reprimido por la
codificación civil, por ser pernicioso.

Respecto al dolus bonus, nos dice Galgano que se trata de la exagerada


ostentación de las cualidades de un bien propio o de la propia habilidad
profesional que, en ocasiones acompañan al ofrecimiento de un bien o de
una prestación. Se trata en realidad de la publicidad de los productos
industriales o servicios que se ofrecen al público. Ejemplo, con este
producto usted bajará de peso después de las 24 horas de haberlo
ingerido. Este medicamento le devuelve su memoria al cien por ciento.

En cambio, el dolus malus es una causal de nulidad del acto jurídico,


donde están de por medio las maquinaciones o astucias, encaminados
directamente a perjudicar a la víctima.

El adelanto y el rol de la publicidad, en los actuales tiempos en el mundo de


los negocios, ha originado que el mismo se regule, por su influencia en el
consentimiento de la gente. Los adelantos de la comunicación son tan
persuasivos que aconsejan que el público consumidor, goce de una
protección. Es por eso que en nuestro país existe un organismo
administrativo como es el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia
y de la Propiedad Intelectual (INDECOPI), para regular lo que los romanos
denominaron el dolus bonus.

4. El dolo como vicio de la voluntad

Aníbal Torres Vásquez, refiere con referencia al acto jurídico, que el dolo
consiste en las malas artes, artificios, astucia, maquinaciones o marañas
adoptadas por un sujeto para engañar a alguien induciéndolo a concluir un
acto jurídico, que de otro modo no lo habría celebrado o lo habría realizado
en condiciones adversas.

En suma, el dolo es toda forma de engaño que se utiliza para alterar la


voluntad negocial de la otra parte, induciéndola a error de determinarla a
celebrar un acto jurídico. Por ejemplo, un vendedor de automóviles hace
creer a su cliente que su vehículo está fuera de uso y no se puede reparar,
determinándolo así a comprar otro.

Es célebre la definición de Labeone, para quien el dolo es toda astucia,


falsedad, maquinación, destinada a torcer el sano consentimiento y la recta
determinación de una persona.

El Derecho canónico fue el que consideró al dolo como vicio del


consentimiento, sancionándolo con la anulabilidad del acto.

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El dolo, como vicio de la voluntad, tiene importancia para el Derecho no
sólo cuando induce a la celebración de un acto jurídico que, de otro modo,
no se habría celebrado (dolo determinante o causante), sino también
cuando, no ejerciendo tal decisiva influencia, induce a establecer una
regulación diversa de aquella que, de otro modo, se habría establecido
(dolo incidente). El dolo determinante anula el acto jurídico, y el dolo
incidente obliga a la parte que actúa de mala fe a resarcir el daño.

5. El dolo y el error

Aníbal Torres, refiere que el dolo y el error afectan a la intención, pero el


error es espontáneo mientras que el dolo es el error provocado. El error
nace espontáneamente, sin que nadie lo provoque, de la ignorancia o de la
representación equivocada que tiene el errante de la realidad. El dolo es
todo tipo de maniobras usadas por una persona para hacer que otra
persona (a la cual lo ha hecho creer algo que no se ajusta a la verdad)
incurra en error que lo determine a celebrar un acto jurídico.

Puede decirse que el que incurre en error se engaña a sí mismo, en tanto


que la víctima del dolo es engañada por acción u omisión de la otra parte
otorgante del acto o de un tercero. Cae en error quien yerra por sí, no quien
es inducido a error por el dolo de otro.

La esencialidad es requisito del error, pero no del dolo. Igualmente, la


conocibilidad es requisito del error, pero no del dolo; por lo tanto el dolo es
obra de las malas artes o artificios usados por una de las partes para
engañar a la otra. Cuando el engaño proviene de un tercero, el dolo
adquiere relevancia no por la conocibilidad, sino por el efectivo
conocimiento del dolo por la parte obtuvo beneficio de él.

Cataudela, hace referencia al contrato concluido bajo los efectos del dolo,
el conflicto entre el interés de la parte, cuyo consentimiento ha sido
arrancado con dolo, de separarse del vínculo contractual, y el interés de la
otra parte, que ha confiado en la declaración, de mantenerse en dicho
vínculo, encuentra una solución, diversa del error, por ser más favorable al
segundo interés. En efecto, la confianza en la declaración es tutelada aun
cuando el contratante sea culpable, o sea aunque habría podido evitar el
error provocado (dolo) aplicando una normal diligencia. No es fácil
encontrar una explicación persuasiva del tratamiento menos favorable al
contratante caído en error que el contratante cuyo error ha sido provocado
por el engaño de un tercero.

6. Dolo y fraude

El dolo se vincula con el fraude debido a que ambos tienen en común la


mala intención de una persona contra otra; ambos describen conductas
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engañosas. Pero no pueden confundirse porque entre estas dos figuras
median sustanciales diferencias: La acción u omisión dolosa actúa contra
la víctima misma determinándola a celebrar el acto jurídico (por ejemplo, el
vendedor engaña al comprador sobre la calidad del bien vendido); en
cambio, el fraude se lleva a cabo sin la participación de la persona
defraudada (por ejemplo, el vendedor que vende el mismo bien
sucesivamente a dos personas, comete fraude contra la primera; el deudor
que dispone de su patrimonio quedando en la insolvencia, defrauda a su
acreedor).

7. Dolo directo e indirecto

Dolo directo es el contenido por una de las partes otorgantes del acto, o
por un representante suyo; dolo indirecto es el que proviene de un
tercero.

8. Clases de dolo en el Código Civil

El dolo bueno y el dolo malo no está contemplado en el Código Civil, pero


si en el derecho mercantil, entonces, analizaremos a continuación el dolo
determinante o causante, el dolo incidente o incidental, el dolo positivo y
dolo negativo (omisión dolosa y acción dolosa) y el dolo recíproco a los que
si se refieren los artículos 210º, 211º, 212º y 213º del Código Civil Peruano:

a. Dolo causante

El artículo 210º del Código Civil peruano dispone que “el dolo es causa
de anulación de acto jurídico cuando el engaño usado por una de las
partes haya sido tal que sin él la otra parte no hubiera celebrado el
acto. Cuando el engaño sea empleado por un tercero, el acto es
anulable si fue conocido por la parte que obtuvo beneficio de él”.

Si el engaño o vicio ha sido determinante de la prestación del


consentimiento, de tal modo que sin ello, la otra parte no habría
contratado, el contrato es anulable y el vicio, determinante o causante.
Por eso se dice que el dolo causante es el engaño que se emplea para
lograr la formación de la voluntad interna del otro sujeto y su respectiva
manifestación, de acuerdo a la prestación del que induce al error. De
esa manera el dolo conduce a la víctima a celebrar el acto jurídico, de
suerte que existe un nexo de causalidad entre el engaño, que aparece
como causa y el acto jurídico celebrado. Semejante proceder origina la
posibilidad de anular el acto.

El texto del artículo 210º del Código Civil, se refiere a la existencia del
engaño usado por una de las partes como elemento determinante, sin
el cual la otra parte no hubiera celebrado el acto. De manera que debe

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existir esa relación de causalidad entre el que utiliza el dolo para lograr
su propósito. La parte que es inducida al error en realidad no expresa
una real voluntad y por eso no existe una confluencia de pareceres,
correspondiendo como consecuencia, la nulidad del acto, cuando el
engaño fue el causante.

Las maquinaciones o argucias que se utilizan para inducir a error y por


lo tanto al dolo, tienen que ser suficientes, es decir, idóneas para
persuadir a la víctima del dolo. Es decir, hay que tener en cuenta las
condiciones sicológicas, culturales y sociales del engaño.

No es lo mismo engañar al comerciante que se dedica a comprar o


vender joyas que a una persona que ignora tal actividad. El Ejemplo
que nos pone León Barandiarán, sobre este asunto nos ayudara a
precisar aún más, el tema del dolo: Pedro quiere comprar un automóvil
Ford de los años 1948 o 1949, pero que sea necesariamente Ford, y
Pablo le engaña sobre la marca del automóvil, que es Pakard,
haciéndole creer que es Ford y en este falso supuesto Pedro lo
compra. En este caso el dolo es determinante. Si Pablo hubiera sido un
conocedor de carros no lo habrían engañado, pero si por el contrario,
es un lego en automóviles, el engaño es posible y por lo tanto cabe
impugnar el acto jurídico.

Asimismo, el artículo 210º del CC., en su segundo párrafo se refiere


también a la situación de que el engaño sea empleado por un tercero,
en cuyo caso el acto es anulable si fue conocido por la parte que
obtuvo beneficio de él. Esto quiere decir, que si el engaño proviene del
tercero y no es conocido por la parte que ha obtenido la ventaja del
acto jurídico, el mismo no es impugnable. En esta circunstancia, la ley
hace prevalecer aquí la tutela de la buena fe del beneficiado.

Es necesario precisar que cuando el Código Civil se refiere al tercero lo


hace pensando en quien no tenga vínculos de representación con el
beneficiado. Contrariamente, si se trata de un representante, de un
mandatario, de un dependiente, el factor que actúa en establecimientos
que atiende al público, la situación es diversa por los vínculos jurídicos
que existen entre estas y el beneficiado. Es decir, en estos casos, el
acto jurídico si seria impugnable. Ejemplo, si Juan compra una
computadora de la última versión, porque así aparece marcado en una
parte de la misma. Realmente ese es el propósito de Juan y por eso lo
compra. Al día siguiente de la compra, Juan se da cuenta que la
computadora corresponde a una versión de hace 3 años y está
dispuesto a impugnar el acto de compra-venta. Pero el vendedor
sostiene que la indicación de “última versión” que aparece marcada en

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la computadora, no lo puso él y considera que así se lo enviaron del
extranjero. Acreditado esta situación no se podría anular el acto.

Esta segunda parte del artículo 210º del Código vigente tiene su
antecedente en el artículo 1087º del Código Civil de 1936, que a la letra
dice: “Puede también ser anulado el acto por el dolo de un tercero, si
alguna de las partes tuvo conocimiento de él”.

En el derecho comparado, encontramos el artículo 1439º apartado 2


del Código italiano, según el cual el engaño del tercero, para que
origine la anulación del contrato, deberá ser conocido por el contratante
que ha obtenido la ventaja. Basta el conocimiento; no es necesario que
haya conspirado con el tercero la trama del engaño. Por otro lado, el
precepto italiano, requiere que sea conocido y no simplemente
conocible.

b. Dolo incidental

El artículo 211º del Código Civil peruano se refiere a esta clase de dolo
al considerar que “Si el engaño no es de tal naturaleza que haya
determinado la voluntad, el acto será válido aunque sin él se hubiese
concluido en condiciones distintas; pero la parte que actuó de mala fe
responderá de la indemnización de daños y perjuicios.

Como ya hemos visto el dolo puede ser causante o determinante que


se produce cuando de no haber mediato el engaño no se hubiera
celebrado. Pero el dolo puede ser también incidental cuando el engaño
sea utilizado para lograr la celebración del acto jurídico, en condiciones
distintas a las que se hubiera convenido de saberse la verdad. Es por
eso que el efecto del dolo determinante es anular el acto jurídico; en
cambio, el efecto del dolo incidente es sólo indemnizar, por el autor del
dolo, al que padeció los daños y perjuicios, manteniéndose el acto.

De suerte que entre el dolo incidente y el dolo causante existe una


contraposición, en la medida que el último hace que el acto jurídico sea
anulable, mientras que el primero se induce a un error para que el acto
se celebre en condiciones distintas a las que hubiera sido manifestada.
Tal situación se puede producir cuando un vendedor de libros se
percata que hay un comprador que busca ávidamente un determinado
ejemplar que sólo el vendedor lo tiene. Ante tal situación éste eleva el
precio del libro.

El interesado paga un precio excesivo. Esta circunstancia no da lugar a


pedir la nulidad de la compra-venta, sino solamente, la indemnización
de daños y perjuicios por parte del comprador. Es decir, la compra-

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venta siempre se habría producido pero las condiciones habrían sido
menos onerosas a las que se pagó por el libro.

Para Messineo, el dolo es relevante, como motivo de anulación,


cuando sea elemento decisivo en la formación de la volición, más no
cuando sea secundario del acto volitivo.

Al dolo causante o determinante se le suele denominar dolus causam


dans y al dolo incidental, dolus incidens. Como ya dijimos, por el
primero la víctima del dolo no habría celebrado el acto jurídico sino
hubiera mediado el dolo del otro celebrante o de un tercero. Mientras
que en el dolus incidens el acto se habría celebrado pero en
condiciones distintas.

Este artículo registra como antecedente al artículo 1086º del Código


Civil del año 1936 que a la letra dice: “El dolo incidental solo obliga al
que lo empleó a indemnizar daños y perjuicios”. Criterio que también
contiene el Código italiano en su artículo 1440º.

c. Dolo positivo o dolo negativo

La Omisión Dolosa

El artículo 212º del Código Civil Peruano dispone que “La omisión
dolosa produce los mismos efectos que la acción dolosa”.

Como puede apreciarse en este artículo están señaladas tanto la


omisión dolosa como la acción dolosa. Se considera que la omisión
dolosa existe cuando está de por medio el accionar de mala fe que se
da, por ejemplo, en aquel silencio que tiene como intención hacer que el
cocelebrante caiga en error, al no informársele a la víctima de las
circunstancias que desconocía, con el propósito de arrancarle su
consentimiento para sacar provecho. A la omisión dolosa se le suele
también denominar dolo negativo o dolo por omisión que implica una
voluntad dolosa de parte del que la provoca. Por eso gran parte de los
tratadistas lo caracterizan como una residencia que se adopta para
permitir que el otro sujeto se equivoque. Lejos de efectuar la aclaración
del c aso cuando la víctima ya incurrió en el error, de mala fe, se omite
efectuar tal acción.

Sobre el particular León Barandiarán sostiene que el dolo negativo se


presenta cuando una de las partes en el negocio guarda un silencio
malicioso, adopta una actitud de reticencia mal intencionado sabiendo
que el otro se halla en error y no teniendo la lealtad comercial y la
buena fe de disiparle de dicho error. Esto sucede frecuentemente en el
ámbito de la profesión del Abogado, en el que juristas con cierto

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prestigio les atribuyen sus apellidos a los hijos también abogados, para
que los clientes busquen al profesional por el apellido y no por sus
cualidades personales. En este caso si el abogado joven, no obstante
de darse cuenta que el cliente quiere encargar su caso al jurista con
prestigio, el abogado hijo, que tiene el mismo apellido guarda silencio y
no aclara, incurre en omisión dolosa.

Es por eso que el dolo negativo puede dar lugar a un dolo causante,
que acarrearía la nulidad del acto jurídico, o a un dolo incidental que
sólo daría origen a una indemnización por daños y perjuicios.

La omisión dolosa tiene su antecedente literal y conceptual en el


artículo 1088º del Código de 1936, que tiene la misma versión que
aparece en el Código Civil vigente.

La Acción Dolosa

La acción dolosa está también comprendida en el artículo 212º de


nuestro Código. Se le suele denominar dolo positivo, dolo por acción, o
dolo por comisión, que consiste en la utilización de la palabra o de
algún hecho para adulterar la realidad sobre lo que es objeto del acto
jurídico.

El dolo por comisión está constituido por las maquinaciones con las que
se engaña al otro celebrante, que pueden consistir en artimañas,
estratagemas, mediante las cuales se induce a tomar como cierta una
representación falsa de la realidad. Tal el ejemplo que nos menciona
Galgano, refiriéndose a una Casación: una empresa que era aspirante
a un suministro público había hecho presentar por otras empresas
complacientes, no interesadas en el contrato, ofertas en las que se
indicaban precios muy altos, de manera de inducir a la administración
pública a aceptarla. La casación reconoció la existencia del dolo
determinante que justificó la anulación de contrato.

El artículo 212º de nuestro Código le reconoce a la acción dolosa la


misma eficacia que al dolo negativo, lo que significa que ambos pueden
dar lugar a un dolo causante o a un dolo incidental.

d. Dolo recíproco o bilateral

Sobre el dolo recíproco el artículo 213º del Código Civil Peruano


dispone que “Para que el dolo sea causa de anulación del acto no debe
haber sido empelado por las dos partes”.

Del dispositivo glosado se desprende que si los dos participantes en un


negocio se engañan mutuamente, ninguno de ellos puede demandar al

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otro la nulidad del acto en razón de que ambos se compensan. Es por
eso que a este dolo e le suele denominar también bilateral o dolo
mutuo.

Ejemplo, si una persona que se dedica a cambiar dólares por soles,


actuando con dolo vende un billete falso de dólares y el que los
adquiere, también actuando con dolo, entrega un billete falso en soles,
ambos se han engañado, es decir han incurrido en un dolo recíproco,
bilateral o mutuo. En este caso ambos se compensan y ninguno de ellos
puede demandar al otro por la nulidad del acto. Como sostenían los
romanos dolus cum dolo compensatur, que equivale a decir el dolo
neutraliza o compensa al dolo.

Refiriéndose al Código de 1936, León Barandiarán sostenía que no se


puede amparar a una parte por dolo, si, a su vez, la otra está incursa en
igual responsabilidad. De manera que el Código antes referido
constituye un precedente del actual, al disponer en su artículo 1085º
que “Para que el dolo produzca la nulidad del acto, no debe haber sido
empleado por las dos partes, cuando se trata de actos bilaterales.

El artículo 213º del Código vigente sólo está referido al dolo que causa
la anulación del acto jurídico, es decir, se refiere sólo al dolo causante.
Pero como sostienen Vidal Ramírez, León Barandiarán y Lohmann, el
artículo 213º no debe interpretarse sólo en lo que se refiere al dolo
causante sino también al dolo incidente. Esto significa que el dolo
reciproco también afecta a las indemnizaciónes, contempladas en el
artículo 211º del Código Civil.

Es decir, cuando dos celebrantes se engañan mutuamente mediante un


dolo incidental, no podrán demandarse el pago de una indemnización
por daños y perjuicios. En este caso también se produce una agresión a
la buena fe.

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