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De acuerdo con los informes científicos difundidos, el exceso de fósforo causa una menor
asimilación de calcio y, por tanto, puede suponer una mayor pérdida de este en los
huesos. Un efecto que resulta contraproducente en la infancia, sobre todo, pues en esta
etapa los huesos del cuerpo humano están en pleno proceso de crecimiento, desarrollo y
consolidación, afirma Edita Vilcapoma, especialista de la Asociación Peruana de
Consumidores y Usuarios (Aspec).
“Los padres de familia deben informar a sus hijos sobre el hábito insano de escoger
este tipo de bebidas con frecuencia. No obstante, este efecto descalcificante en huesos y
dientes, también lo pueden sufrir los adultos habituados a beber a diario gaseosas, aunque
sean light o cero calorías, ya que el contenido de este aditivo (ácido fosfórico) es el mismo
en todos”, puntualizó.
AZÚCAR Y CAFEÍNA
El agua, el azúcar y los abundantes aditivos son el denominador común de su
composición. Tan solo el azúcar se revela como nutriente energético, de ahí que se
considere un producto con calorías vacías, sin vitaminas, sin minerales, tan sólo energía.
Si toma un vaso de refresco, la cantidad que ingiere equivale a un vaso de agua con tres
cucharadas de azúcar.
Por este motivo, las investigaciones detallan una asociación evidente entre el consumo de
bebidas azucaradas (no solo gaseosas, también refrescos y jugos) y un riesgo
incrementado de padecer obesidad infantil en más del 50% de los casos.
Los estudios del Servicio Nacional del Consumidor de Chile (Sernac) advierten, además,
en algunas gaseosas, la presencia de importantes cantidades de sodio (sal). El problema
está en que en los envases de algunos de estos productos no hay información nutricional
que permita una adecuada decisión de compra y consumo.
Una situación que debe cambiar, pues desde ayer entró en vigencia el nuevo código de
consumo, que en el subcapítulo II, artículos 30 y siguientes, establece el etiquetado
obligatorio y correcto de los productos de consumo humano.
Pero detrás del llamativo mensaje que los ensalza como bebidas portadoras de variedad
de vitaminas (A, C y B1, entre otras), se esconde un líquido saturado de azúcar y aditivos
que se pueden sustituir por fruta fresca de temporada o un zumo natural.
Aquí es importante señalar también que las bebidas light y aquellas que declaran estar
libres de azúcar o libres de calorías (diet) contienen edulcorantes artificiales, por lo que sus
etiquetas adheridas a los envases deben ser leídas con especial atención por los
consumidores para calcular la cantidad de glucosa, sacarosa u otros edulcorantes
naturales que pueden ingerir sin sobrepasar la cuota diaria admisible.
Las bebidas gaseosas pueden reemplazarse por agua pura y refrescos naturales como
limonada, maracuyá, naranjada, chicha morada e infusiones frías como manzanilla, menta,
anís, entre otras.
Eso sí, los refrescos no deben contener mucha azúcar, ya que esta, según últimas
investigaciones, es inflamatoria y oxidativa (envejece). Presenta el mismo riesgo para la
salud cerebrovascular que si se consumieran grasas saturadas.
Se pueden utilizar endulzantes naturales como la estevia, pero lo mejor para la salud es
acostumbrar el paladar a ingerir alimentos con niveles bajos de azúcar.
Las gaseosas con alto contenido de sodio y ácido fosfórico se caracterizan por dar más
sed. Ello motiva al consumidor a seguir consumiéndolas, una tras otra. Pero el problema,
en el caso del sodio, es que puede provocar hipertensión arterial, sobre todo en personas
que las ingieren con frecuencia.
Beber diariamente una gaseosa, aparentemente inofensiva, eleva el riesgo de adquirir
diabetes tipo 2 hasta en un 85%, pero además aumenta las probabilidades de desarrollar
otro tipo de enfermedades, especialmente obesidad, debido a sus altos contenidos de
azúcar y calorías extra que se convierten en kilos de peso adicional.