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Consecuencias a la fecha sobre la globalización de

la economía mexicana
Este fenómeno, que también se identifica como mundialización, es un proceso de
integración directa y/o control (indirecto) de territorios diversos, donde existen
relaciones de dominio y de subordinación en los factores de la producción, los
gobiernos y los habitantes de los espacios que se globalizan.
En el rubro económico, la apertura o supresión de barreras para realizar la
comercialización, la producción y la libre movilidad de mercancías y de casi todos
los factores de la producción están presentes en los procesos de globalización. Es
un mal necesario para la existencia del sistema, puesto que dicho fenómeno permite
mantener salarios bajos.
En la etapa actual de la globalización, los países en desarrollo se han consolidado
como suministradores de mano de obra para las manufacturas intensivas en el uso
de este factor productivo. Otra es que han brindado facilidades para la inversión
extranjera, traduciéndose en la instalación de empresas maquiladoras que ocupan
fuerza de trabajo (Carbaugh, 2004, 6-9).
Según Noam Chomsky, la integración económica, que considera como una etapa
de la globalización, creció aceleradamente antes de la Primera Guerra Mundial; se
estancó, incluso declinó en los años de entreguerras y se reanudó después de la
Segunda Guerra Mundial; actualmente, está alcanzando los niveles de hace más
de un siglo en sus variables. Agrega que en ciertas variables es mayor la
globalización, por ejemplo, el flujo del capital especulativo de corto plazo ha llegado
más allá de todo antecedente (Chomsky, 2002).
Las acciones relativas al reparto del mundo que han realizado las grandes
corporaciones y los países imperialistas han incidido en las formas y niveles de
desarrollo de las regiones del planeta, puesto que a partir del interés por aprovechar
los recursos naturales y/o los mercados que representan los diversos territorios, es
que actúan las empresas y los países imperialistas.
Con la imposición del modelo neoliberal en 1982 se inició un cambio profundo en
México. Se veía evidente que el modelo de sustitución de importaciones, el cual
creció 6% anual hasta los años setenta del siglo pasado, se agotó, se descalificó la
estrategia económica de la Revolución Mexicana. Desde entonces, el modelo de
desarrollo apoyado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Consenso de
Washington pasó a ser el neoliberalismo, es decir, una economía de libre mercado.
Los tres pilares de este modelo son los siguientes:
 La liberación comercial.
 La desregulación financiera.
 Las privatizaciones.
Bajo el modelo económico neoliberal, el Producto Interno Bruto (PIB) pasó a una
tasa media anual de 2.4 durante el periodo de 1983 a 2006. Los salarios mínimos
perdieron 70% del poder adquisitivo (retrocediendo a un poder de compra inferior al
que teníamos en 1946); alrededor de siete millones de mexicanos emigraron a
Estados Unidos; y más de 20 millones pasaron a engrosar las filas de la pobreza y
la indigencia.
La actual crisis financiera y económica que enfrentamos es una crisis
inminentemente global. En sus orígenes, esta es una expansión colosal del crédito,
explicada por la burbuja inmobiliaria. Proliferaron los créditos chatarra en vivienda,
concedidos a gente que no tenía capacidad de pago. En 2008 explotó la burbuja:
por primera vez en 10 años, la crisis no la detonaron los países emergentes, sino
los grandes centros financieros. La crisis en México repercutió debido a la aplicación
de políticas de restricción del gasto público y la privatización de las empresas.
México fue uno de los países más afectados. La economía cayó 6.1%, la mayor
pérdida desde 1929.
Durante la década de 2000 a 2010, la economía mexicana tuvo un comportamiento
mediocre de 1.5% anual, lo cual nos colocó en el lugar 150 de 180 países, la más
baja de América Latina, salvo Haití; México fue de los países que menos crecieron
en los años de auge, pues tuvo una de las recesiones más profundas y una de las
más débiles recuperaciones.
Las políticas neoliberales y el Consenso de Washington se aplicaron con la mayor
intensidad en América Latina, que sufrió el mayor estancamiento y número de crisis.
La política de apertura de la economía tuvo su punto de culminación con la
suscripción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con
Canadá y los EE.UU. Este evento que se identifica como parte del proceso de
globalización de México, ha traído como resultado la confirmación del país como
una sociedad a la que se le han asignado en los hechos las funciones de maquilador
proveedor de fuerza de trabajo barata y suministrador de materias primas con bajo
valor agregado, principalmente petróleo, por lo que las entidades federativas que se
han “desarrollado” son las que cumplen con dichas actividades.
En el proceso de globalización que ha experimentado México en los últimos años,
han contribuido las reformas constitucionales que permiten la inversión privada en
tierras ejidales; la adecuación de la Ley de Inversión Extranjera que permite la
participación hasta de 100% de inversión foránea en prácticamente todos los
ámbitos económicos; la desclasificación de productos petroquímicos básicos y
estratégicos, y la acelerada privatización o supresión de empresas propiedad del
Estado, independientemente de su condición estratégica o no para el desarrollo del
país y/o de sus regiones.
Simultáneo al proceso de apertura, se experimentó una persistente contracción del
mercado interno, fenómeno que contribuyó para que la estructura productiva se
orientara a la producción de bienes para la exportación, lo que dejó en un segundo
plano la producción de satisfactores para el mercado interno, y llegó al extremo de
hacer dependiente a la economía de la producción externa de alimentos.
Conclusión
La globalización ha estrechado la dependencia de México con Estados Unidos, la
cual se está transformando en integración regional subordinada, pues los territorios
y la fuerza de trabajo que requieren los empresarios extranjeros están disponibles
en las regiones de México.
Los factores que influyen sobre el actual patrón de desarrollo de México se derivan
de la política de apertura del sector externo de la economía que inició en la década
de los años ochenta del siglo pasado.
La globalización ha consolidado a determinadas entidades federativas de México
como maquiladoras y a otras como suministradoras de fuerza de trabajo para las
regiones maquiladoras y los EE.UU.
De esta forma, México continúa con un neoliberalismo privatizador y excluyente que
no ha creado un crecimiento dinámico en la últimas décadas superior a 2%. La
receta de las políticas neoliberales son bien conocidas: el gasto se recorta, aumenta
el desempleo y la falta de servicios; asimismo, los bienes públicos se rematan para
rebajar el déficit fiscal como condición de seguir dependiendo, tanto de los
préstamos del FMI como de la inversión extranjera. Al modelo mexicano se le ha
considerado como un neoliberalismo fracasado, un Estado fallido o Estado inútil,
porque no se le considera una alternativa política, económica, social para la mayoría
de la población mexicana.

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